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El taller de Teatro en un dispositivo terapéutico para la infancia

Lic. Guillermo Dillon

Prof. Catalina Landivar

Facultad de Arte. UNCPBA/ ONG UNICORNIO

www.unicorniosalud.org.ar

Eje: Experiencias educativas teatrales en contextos no escolares.

Introducción

Presentamos una reflexión sobre el lugar que ocupa el taller de Teatro dentro de la
propuesta de la ONG Unicornio, dispositivo terapéutico para niños en edad escolar
integrado por Psicólogos y artistas. Esta ONG, en la actualidad cuenta con sedes en la
ciudad de Mar del Plata, Tandil y Balcarce. Cabe acotar que los talleres de Teatro de las
tres sedes están a cargo de egresados de la Facultad de Arte de la UNCPBA.

Un dispositivo de Arte y Salud Mental

El proceso de corrimiento del Estado tutelar como protagonista principal de la vida


pública que comenzó en los años ´90, con la consiguiente desarticulación del entramado
social, multiplicó y diversificó el tipo de demandas sociales. Ante la falta de respuesta de
las instituciones habituales y frente a la magnitud de las necesidades emergentes, el
escenario social se pobló paulatinamente de nuevos agentes operando en la esfera pública.

Luego de la crisis Argentina del 2001 el denominado Tercer Sector y las


Organizaciones de la Sociedad Civil (comúnmente llamadas ONGs) ocuparon un rol social
protagónico.

Entre las numerosas grietas sociales que se profundizaron, cobró visibilidad una
infancia segregada por las instituciones tradicionales, hecho que demandó la invención de
espacios de acogida de problemáticas que se presentaban con una complejidad singular.

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La propuesta de la ONG Unicornio ofrece un lugar ante la emergencia de esta
infancia “inquieta”, “que no puede parar”, “sin límites”, o su opuesto: “indiferente”,
“apática”, “inhibida” que genera malestar e impotencia en los profesionales de las
instituciones escolares y, la mayoría de las veces, preocupación en sus padres.

Ante la percepción de esta segregación subjetiva que produjeron las instituciones, se


propuso, con la gestación de Unicornio, la invención de una “práctica entre varios” inédita
que, frente al aislamiento paralizante, procura restablecer el lazo social y generar otras
lecturas de la situación, que involucren las dimensiones subjetivas del niño (y los padres)
por el que se consulta. Articulando, así, redes para habilitar otras formas de tratar lo
sintomático del malestar de la infancia.

El Arte ocupa un lugar central en el dispositivo de Unicornio y tomamos como


antecedente la propuesta del centro terapéutico de Bonneuil creado por la psicoanalista
Maud Manonni en 1969.

Este centro desarrolla sus actividades en torno de talleres artísticos de diferentes


disciplinas y, poniendo en tensión lo cerrado de lo instituido y su apertura al exterior, se la
define como Institución Estallada. Intenta, así, posibilitar que los niños que sufren
trastornos en su constitución subjetiva encuentren “un lugar para vivir”, un espacio para
desplegarse como sujetos deseantes.

Lo singular de esta propuesta, que adaptamos a nuestra ONG, es la importancia de


un dispositivo que incorpora los talleres creativos en su esencia, donde lo terapéutico reside
en el entramado de miradas y acciones que se proponen en su conjunto, en su particular
configuración y no determinada actividad aislada. Los talleres de plástica, música, inventos,
cine y teatro son coordinados por artistas y proporcionan un ambiente seguro para la
expresión y la producción significante por medio del Arte. En ellos no se interpretan
conductas. Son espacios que marcan una temporalidad, proponen nuevos modos de lazo
social, convocan el deseo y garantizan la permanencia de un espacio en el cual la creación
puede ocupar su sitio.

Además de los talleres en los que participan los niños, en el dispositivo de


Unicornio se ponen en juego la dimensión institucional escolar y el atravesamiento familiar

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y sociocultural de lo subjetivo. Para ello se proponen reuniones grupales de padres
coordinadas por psicólogos, que se realizan semanalmente, en simultáneo con la actividad
grupal de los niños y otro espacio mensual con los equipos de orientación escolar.

El Teatro, inserto en el devenir del dispositivo de Unicornio, aporta lo suyo a esta


generación de condiciones subjetivas para restituir al niño -en una posición más favorable-
a los circuitos sociales y familiares que no pudieron alojarlo adecuadamente o, inclusive,
acompañar en la invención de nuevos espacios para el desarrollo de ese niño en particular.
Se trabaja con grupos pequeños y la coordinación de cada taller está a cargo de un artista
con el acompañamiento, y participación activa, de un psicólogo.

Un juego con reglas que cambian: El profesor de Teatro en Unicornio

Es difícil explicar si el Teatro se enseña. La experiencia nos ha ido aportando


nuevas ideas con respecto a qué pasa cuando el Teatro se mete en los cuerpos de las
personas, así como qué se va transformando en el cuerpo del coordinador a partir de estas
experiencias teatrales grupales, sobre todo cuando se trata de niños.

En estos tiempos, nadie discute que hacer Teatro “hace bien”. Gente a cualquier
edad, con distintos intereses y diferentes modos de pensar, se agrupa alrededor del juego
teatral y juega; logra mirar al otro y entra, así, en contacto con sus propias emociones.

Desde la experiencia de coordinación de talleres de Teatro en la particular


configuración que propone Unicornio, observamos una resignificación de la propia
formación, una mirada diferente que permite repensar y reflexionar el abordaje en el trabajo
con niños. Porque en este caso, el Teatro aparece como un vehículo para que las emociones
afloren; lo teatral como un canal artístico para que los chicos retomen el juego y se
comuniquen expresivamente en medio de realidades difíciles.

Así como los niños juegan naturalmente, de repente, también, dejan de jugar.
Perder la naturaleza del juego es una característica de los chicos/as que asisten a Unicornio.
Y ahí radica el desafío de quienes trabajamos allí. Identificar por qué se genera esto y
fomentar la aparición de lo lúdico nuevamente.

Ningún taller de Teatro en estos contextos tiene como objetivo que los niños sean
actores. Los talleres de Teatro deben/deberían aspirar al trabajo en grupo, a despertar la
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imaginación, fomentar el vínculo entre compañeros, encontrar diversión, favorecer el juego
espontáneo, el respeto por los integrantes y por ciertas pautas de convivencia grupal,
generando así las condiciones para poner en circulación con otros el deseo de relatar algo
propio desde el Arte.

En Unicornio el trabajo es similar: se aspira a que los chicos se respeten y se


reconozcan como pares. Se presta una atención especial para que la violencia física y verbal
no irrumpa en su cruda realidad, en su imposibilidad de ser puesta en juego, sino que pueda
enredarse en una trama lúdica que le dé otros sentidos. Uno de los objetivos más fuertes es
que, desde el juego, se puedan generar otras escenas que alojen y den nombre a los
sentimientos que están transitando estos niños y que no encuentran una escucha desde los
adultos. Pero esto no está disociado de nuestro intento de acompañar a los niños para que
tomen una posición de hacedores artísticos, poniendo en valor la trama cultural y la
creación.

Cada uno de los que formamos parte del equipo interdisciplinario de Unicornio
ponemos acento en las mismas cosas. Percibir. Atender. Rescatar. Escuchar y mirar. Qué es
y cómo ponen en palabras estos niños sus necesidades, de qué modo se relacionan, qué
vínculos generan entre sí y con nosotros, qué capacidad de imaginar tienen, qué actividades
eligen, que momentos disfrutan, qué de todo lo que se les ofrece los transforma.

Pero, entender, bucear, investigar y alertar sobre el por qué del no juego resulta el
trabajo más rico y desafiante en Unicornio.

Desde el lugar del coordinador, se proponen que imaginen lugares, personas y


problemas que los conduzcan por lugares simbólicos que no habitan cotidianamente.
Empezar a conocer qué les hace reír nos da pistas sobre sus propias historias: sobre sus
deseos escondidos, acallados y violentados.

Acompañamos el trabajo terapéutico que realizan las madres y padres con los
psicólogos, trabajando con sus hijos en actividades que despierten su deseo y les permitan
ser mirados desde lugares diversos y positivos. Los chicos necesitan de palabras amables,
cariñosas y esperanzadoras. Necesitan que la comparación no exista, que cada uno tenga su
lugar, se lo respete como tal y se lo valore.

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No se trata de una tarea fácil. Semana a semana las cosas cambian para todos, pero
cuando se trabaja con niños con su infancia atravesada por el abuso, el abandono, la
violencia y el desamor es más difícil. Por eso cada encuentro es diferente y sorpresivo.
Como coordinadores de los espacios artísticos, la autocritica se convierte en una necesidad
fundamental. Poner en jaque nuestras propuestas, analizarlas y reformularlas semanalmente
nos permite captar por donde seguir o qué dejar de hacer. Qué es lo funciona y qué hay que
volver a plantear.

Hay que reinventarse permanentemente. No hay fórmula. Debemos seguir


indagando en qué es aquello que les hace bien a los chicos. Porque cuando pasa; cuando
ellos entran en contacto con el disfrute, la satisfacción es enorme.

Unicornio despliega universos a través del juego y se convierte en un espacio de


grandes convicciones. Un lugar en el que se trabaja para transformar – poco a poco- los
horizontes de ese nene o nena y su entorno. Un lugar en el que se entiende que el Arte es
necesario y sanador, y en el que se lucha fuertemente- y de modo sostenido- para que la
infancia siga siendo infancia.

Bibliografía:

Tizio, H. (2003) Reinventar el vínculo educativo: Aportaciones de la Pedagogía Social y


del Psicoanálisis. Gedisa, Barcelona.

Mannoni, M. (1983) Un Lugar para vivir. Grijalbo, Barcelona.

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