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Diana Carolina Gómez Ortiz

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El papel del campo iconográfico fitomorfo y sus características en el arte
del Islam.
El Islam es una de las religiones con más seguidores en el mundo, sus orígenes se remontan
al inicio del siglo VII d. C. en la península arábica. Su difusión y expansión se dio de forma
rápida por Siria, Irak, Irán y Egipto. Tiempo después, los ejércitos árabes marcharon hacia el
este con dirección a Asia central y hacia el oeste a través del norte de África y para el año
732, el mundo islámico se extendía de España a las fronteras de India y China. Más tarde,
lograron avances en África, India y Turquía. Debido a esto, podemos ver que la religión
islámica se comprende por diferentes nacionalidades y sobre todo, lenguas. No es correcto
pensar la religión como una “religión árabe”, ya que su expansión se ha dado por todo el
mundo. Sin embargo, la lengua base del Islam es el árabe, ya que es la lengua original de su
libro sagrado El Corán (la recitación). (Walker, Daniel., 1994, p.13)
No es fácil hablar sobre el arte islámico cuando se tiene una plataforma epistemológica
cristiana que está fuera de este polo cultual. Se esta acostumbrado a ver el arte desde un polo
cultural occidental, por lo tanto, a la hora de pensar y ver el mundo de este otro polo se nos
es casi imposible entender dicha cultura y sus sistemas de representación. Debido a esto,
llegamos a usar palabras como “moro” e “islamismos”, en algunas ocasiones, de forma
despectiva; o llegamos hacer mal uso de las palabras como “arabesco”, para los motivos
florales y/o geométricos -de los cuales hablaremos más adelante-, o, “mozárabe” para
referirnos al arte islámico; al igual, solemos decir “el arte del Islam es muy complejo”, porque
no tenemos la capacidad de ver y entender lo “abstracto” y de trabajar las formas geométricas
como lo hace el Islam, porque el polo cultural occidental solo entiende el arte por estilos y
se estanca -la mayoría de veces- en la representación antropomorfa.
Al contrario que el arte occidental, el arte islámico es totalmente cultual y anicónico.
Anicónico porque no requiere de la imagen religiosa antropomorfa. El historiador del arte,
Titus Burckhardt, nos dice que “El aniconismo de algún modo se convirtió en auxiliar
inseparable de lo sagrado; es incluso uno de los cimientos, si no el principal, del arte del
Islam” (como se cita en Caputo, A., 2011). El historiador del arte relaciona también el
carácter anicónico del Islam por la suplantación de la imagen por palabra: la imagen de mi
Dios es sustituida por la palabra de mi Dios. Lo cual, lo podemos ver en la caligrafía presente
en las mezquitas que contienen partes de los versículos del Corán, de esta forma podemos

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ver que es una religión que gira en torno a la palabra. Pero también podemos ver que la
palabra se ve intercalada con el uso de campos iconográficos geométricos-abstractos y
fitomorfos, demostrando cómo los artesanos musulmanes tenían un gran dominio y técnica
para manejar materiales como ladrillo, madera, estuco, yeso, entre otros materiales que
dependía del contexto geográfico e histórico en el que se situaran -asimismo, estas técnicas
y materiales pasaron junto con la expansión del Islam-. Sin embargo, la variación de la
representación de estos campos iconográficos y sus materiales no era porque creaban
“estilos”, sino, por sus variantes locales.
Es aquí cuando definimos el arte del Islam como un arte cultual. No hay estilos,
debido a esto. Tampoco decimos que la gran técnica que tenían los artesanos para hacer las
mezquitas y representar estos campos iconográficos en ellas, se deba a que debían tener una
gran decoración u ornamentación, ya que esto no era importante porque la imagen como tal
tiene un valor de culto. -Por lo anterior, en este polo cultual no tenemos dicotomías
axiologizantes como a las que estamos acostumbrados, no tendremos criterios como “bello”
o “feo”-. Mircea Eliade nos dice en su libro Tratado de historia de las religiones, que la
hierofanía puede estar representada en cualquier forma en la medida que exprese su
modalidad de lo sagrado y un momento de su historia, es decir, una experiencia de lo sagrado
entre las innumerables variedades existentes, “[…] cada documento tiene para nosotros en
este punto un valor inestimable por la doble revelación que nos hace: 1) revela una modalidad
de lo sagrado, en tanto que hierofanía; 2) en tanto que momento histórico, revela una
situación del hombre respecto de lo sagrado.” (Eliade, M., 1974., p.24-25)
Debido a esto podemos decir que el valor de culto o lo sagrado, no solo se encuentra
dentro de la imagen -sistemas de representación ya antes mencionados-, sino, también se
encuentra en ciertas formas de vida del polo. Es decir, el Islam es una religión en la cual es
muy difícil separar lo religioso y lo no religioso, ya que su libro sagrado no solo regula el
culto -o a lo que se le da valor de culto, como los campos iconográficos que anteriormente
se mencionaron- sino que también, regula los hábitos comunes como los ritos, vestimenta,
comida, hábitos sexuales, etcétera. “Todas las definiciones del fenómeno religioso dadas
hasta ahora presentan un rasgo común: cada definición opone, a su manera, lo sagrado y la
vida religiosa a lo profano y a la vida secular” (Eliade, M., 1974., p.23)

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Como se mencionó al inicio del ensayo, el arte islámico es anicónico, es decir, no
requiere de la imagen religiosa antropomorfa. Porque el arte se piensa, posteriormente se idea
y luego, se representa. Esta representación va a transmitir un entendimiento del mundo en un
campo visual. Estos campos que se van a representar son los campos iconográficos ya antes
mencionados:
 Abstracto-geométrico
 Caligrafía
 Fitomorfo
Este último campo mencionado, resulta ser
un campo bastante interesante y con un gran sistema de representación dentro del arte del
Islam. Sus primeros esquemas se dan en Mesopotamia y Egipto (Fig. 7 y 8) De dos plantas
que, hasta ahora, se han asociado a la cultura egipcia y se asumen como los símbolos más
usados en su arte figurativo: el loto y el papiro. Alois Riegl en su libro Problemas de estilo
dice: “El arte del Antiguo Egipto ha sido el primero en admitir entre las formas decorativas
puras elementos de indudable carácter vegetal. […] Los
egipcios han creado, en verdad, tipos ornamentales de eterna
validez; pero otros pueblos lo han hecho posteriormente
mucho mejor, no sólo los […] helenos, sino incluso los
asirios y fenicios.” (Riegl, A. 1980. p. 59)
El arte del Islam hace uso de estas formas vegetales -en
ocasiones se representan de una forma en que quedan más
entrelazadas-, a las cuales se les llama: ataurique. Estas flores de
las cuales nos habla Riegl, tienen hasta cierto punto un grado de
abstracción y de mimesis. Es abstracto y simbólico al mismo tiempo porque se le agrega un
sentido que no es propio de la imagen, pero, asimismo, es mimético porque esta apegado a
la realidad externa, ya que estas flores se representaron desde un punto de vista diferente.
Cabe aclarar que este punto de vista no hace referencia a una opinión, actitud o postura que
se adopta ante un hecho, o en este caso, un objeto. Si no, a ese punto de vista “dinámico” que
te permite ver el objeto desde otro plano, ya sea: arriba
(como es el caso de la roseta, Fig. 12), abajo, o, a la altura
misma. Estos esquemas visuales se derivan del sistema

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de aprehensión visual que se tiene al entrar en contacto con el objeto y da como resultado la
forma en la que se va a representar el objeto o la imagen. Fruto de una educación visual o
“imago mundi”. Es decir, primero tengo un sistema de aprehensión visual que combina mi
forma de pensar con el sistema de codificación (dinámica) y, como resultado, represento mi
visión que tengo del mundo.
Debido a esto, podemos entender cómo es que el campo fitomorfo es esencial en el
arte del Islam, asimismo, como ya se ha mencionado, es parte de su imaginario sagrado.
Asimismo, es muy importante hacer mención del Paraíso. Este término no se debe confundir
con el referido en el cristianismo en el cual se aplican ciertas dicotomías axiologizantes para
compararlo con el Infierno, y definir cada uno como el lugar donde esta el “bien” y el “mal”.
Si no, más bien, el jardín como un “topos”, un lugar simbólico, pero al mismo tiempo real.
Un lugar que está más allá, y donde hay paz. La descripción y la promesa de este lugar, lo
podemos ver en algunos versículos de El Corán.
Di: ¿Queréis saber algo mejor que eso?
Quien tenga temor (de Allah), tendrá junto a su Señor jardines por los que corren
los ríos; allí serán inmortales, tendrán esposas puras y complacencia de
Allah. Allah ve a los siervos. (3:15)

Esos tienen como recompensa un perdón de su Señor y jardines por los que corren
los ríos. En ellos serán inmortales.
¡Qué excelente recompensa para los que actúan! (3:136)

Los jardines de Adn, en los que entrarán y por cuyo suelo corren los ríos. Allí
tendrán lo que quieran; así es como paga Allah a los que Le temen. (16:31)

Un ejemplo de este campo fitomorfo y la representación


del jardín, lo podemos ver en la Gran Mezquita de
Damasco. La cual, fue reconstruida en un lugar que ya
había sido en su momento un lugar sagrado para otras
religiones. Primero había servido para los romanos
como templo de Júpiter, posteriormente para los
Ilustración 1
cristianos fue iglesia de San Juan Bautista, para después Gran Mezquita de Damasco
Damasco
convertirse en mezquita. Es por esto que podemos ver

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algunos elementos de arquitectura romana y bizantina. En
las arcadas que rodean el patio (Sahn), podemos encontrar
mosaicos que podrían ser la representación del Paraíso
prometido.
Otro ejemplo en el cual podemos
ver las representaciones vegetales
como el ataurique, es en la Cúpula de la Roca en Jerusalén. En este
lugar de culto no solo es visible este campo, si no, que también
podemos ver la representación de todos los campos iconográficos
del arte del Islam. En la parte superior se puede observar un juego
de ataurique, debajo de este una representación de versículos de El
Corán en caligrafía árabe, seguido de una representación del campo Ilustración 2
Cúpula de la Roca.
abstracto-geométrico. Jerusalén.
En el arte islámico, la imagen y los campos iconográficos
que se nos presentan no están relacionados con la belleza, el horror
vacui, o con la dificultad de compresión de estos, si no, que estos
nos enseñan como este polo cultual tiene su forma de ver el mundo
y aquello que los rige. Mediante el campo fitomorfo podemos ver
como representan su imagen sagrada basada en El Corán. No se
llega hacer este campo solo por cuestión de ornamentación o
decoración, más bien, esta representación va a transmitir un
entendimiento del mundo en un campo visual.

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REFERENCIAS:

 Burckhardt, T. (s.f.) El arte desde el punto de vista de la tradición perenne. Recuperado


de https://abstraccionygeometria.files.wordpress.com/2009/01/burckhardt-elartedesde
 Caputo, A. (2011) Iconoclasia y «aniconismo»: correspondencias entre el mundo
islámico y el mundo cristiano. Barcelona: Universitat Pompeu Fabra.e280a6.pdf
 Eliade, M. (1974) Tratado de historia de las religiones. Madrid: Ediciones Cristiandad.
 Pérez, O. (s.f.) Arte Islámico. Recuperado de
http://digital.csic.es/bitstream/10261/11590/1/arte-islamico.pdf
 Riegl, A. (1980) Problemas de estilo: Fundamentos para una historia de la
ornamentación. Barcelona: Editorial Gustavo Gili.
 Sagrado Corán. (Trad. Abdel Ghani Melara.) Recuperado de:
http://noblecoran.com/index.php/coran-traducido/traduccion-de-abdel-ghani-melara
 Walker, Daniel. (1994) Arte islámico del museo metropolitano de nueva York. México:
Ediciones del equilibrista.

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