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oordinacién: Fundacién Ami CCabiert: Andrea Mantegna, El nino de a Virgen, Fromtisici: Nicolas Pousi, gos del Museo del Prado deralle, Prado, Madrid. Paiaje en nina, detalle, Prado, Madrid. NOTA Ete libro es el resultado de una adaptacién de discursos pensados para ser dictados en forma de conferencias. En algunos casos, no se ha necesitado adaptar nada, porque sus au- tores proporcionaron el texto escrito simulténeamente a la conferencia; en otros, se avini ron 2 trabajar sobre las transcripciones realizadas al efecto; y, finalmente, también se han dado casos, cuando por la naturaleza del tema resultaba dificil conciliar Io que se podia con- tar en vivo con eso otro que debia dejarse impreso, de quienes han escrito nuevos textos a posteriori. © Fundacién Amigos del Museo del Prado, 1993 © Féitorial Nerea, S.A, 1993 Sta. Maria Magdalena, 13, bajo dcha., 28016 Madri Teléfonos: 359 45 09 - 359 45 16 : . Fax: 3592998, = ap ae y Esther Benitez (Alessandro Bettagno), a — oe a y Antonio de Zubiaurre (Jutta Held). totalidad ni parte de este libs i lid ro pueden reproducirse Be Sota teomnlics cleerGnices 0imecinioss, por farocopia, prabaciOn, — Sotrosixemesnpemsoporcaito del or Bram Disefo: Erece Fotocomposicién: EFCA, S.A. Fotomecinice: Pérez Dias y Gemacolor Jepresion yencuademacin: Artes Grificas Tal 84-86763-80.0 ss Depésito Legal: TO:1602-1993 Impreso en Espaiia Dore Ashton PAISAJES FANTASMAS EN EL ARTE DEL SIGLO XX 98 afios antes de su muerte, el poeta Rainer Maria Rilke escribié a su esposa desde su retiro en Suiza sobre «un despiadado abuso que me ha entristecido y puesto de mal humor... los granjeros, a quienes pertenecfa, de manera bastante inesperada, en la mafiana del 15 de octubre, talaron el hermoso y viejo alamo del cruce de caminos frente a Muzot, simplemente porque pensaban que las raices del arbol esta- ban empobreciendo sus praderas... Me levanté tarde ese dia y no pude Hegar a tiempo de sal- var al hermoso Arbol: hubiera podido hacerlo, como supe después —lo cual hace que la des- truccién sea atin mas dolorosa para mi. El paisaje, ya te lo imaginaras, ha cambiado mucho con eso: aquella fuerte vertical lo empujaba hacia lo alto y le daba vida ¢ hidalguia...» Empiezo por la reaccién de un poeta ante la «vida ¢ hidalguia» de un paisaje porque quiero comentar la existencia misma del paisaje, siempre alojado en la imaginacién, como un fenémeno primordial del que se han hecho ¢co los humanos desde el comienzo de la historia. Los poetas del antiguo pantedn griego se mostraron sensibles a él; y como ellos, los del Anti- guo Testamento. Las «fuertes verticales» de los arboles han afectado a los artistas desde el principio. Es cierto que en Ia historia de la pintura occidental ha habido fae culturales ¢ histdricos que han relegado en ocasiones al paisaje a un mero telon de oe “ los a mmientos humanos; pero en otros lugares, como en China, los pintores 19 — ae ie mer plano, Es posible que la historia de «la vista» haya estado determinate a et a ener presente que desde el principio los artistas ulsos basicos: para situarse en el mundos para erio del horizonte, y para encontrar metifo- ta era una expresion de reciprocidad, dos luego sobre ella. Constable, el paisaje moderno, escri- historia intelectual, pero es importante t Fespondido al paisaje a partir de los mismos imp' celebrar la existencia de la luz; para sentir el misterio ¢© ras de su propia existencia. Sobre todo, la pintura paisajist de sentimientos inspirados por la naturaleza y proyecta iglo XIX = sitiia en los inicios del p ‘magnifico paisajista inglés del siglo XIX, que se sitdia en los inlet fs que otra manera de decir sentit bié simplemente: «Pintar no es 1

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