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concebido y realizado por Carl G.Jung Ss cer Pe a as =. A Paid6és Titulo original: Man and his simbols Publicado en inglés por Anchor Books, Doubleday, Nueva York Traduccién de Luis Escolar Barefio (reproducida con autorizacién de Aguilar, S.A. de Ediciones) 12 edicion, 1995 ‘Quedan ngurosamente prohibidas, sin ja aulorzacién esenta de los ttulares del «Copyrights, bayo las sanciones establecidas en las leves, la reproducc:on total o parcial ce esta obra gor cualqurer método 0 procedimiento, ccomorencicis la reprogratia y el tratamiento informatco, y la disirbucién de ejemplares de ella mediante alquiler 0 prestamo publicos © 1964 by J. G. Ferguson Publishing © de todas las ediciones en castellano, Ediciones Paidés Ibénca, S. A., Mariano Cubi, 92 - 08021 Barcelona y Editonal Paidés, SAICF. Defensa, 599 - Buenos Aires ISBN; 84-493-0161-0 Deposito legal: TO-964/1995 Impreso en Espafia - Printed in Spain cl ray ee Introduccién por John Freeman Los origenes de este libro son lo bastante inusitados para que sean de interés y mantienen relacién directa con su contenido y con la Jabor que expone, Por lo cual, permitaseme contar cémo se empez6 a escribir. Cierto dfa de la primavera de 1959, la British Broadcasting Cor- poration me invité a que entrevistara, en la televisién inglesa, al doc- tor Carl Gustav Jung. La entrevista tenfa que hacerse “a fondo”. Por entonces, yo sabia muy poco acerca de Jung y su obra ¢ inmediata- mente fui a conocerle a su hermosa residencia a orillas del lago de Zurich. Eso fue el comienzo de una amistad que significé mucho para mi y, confio, fuera agradable para Jung en los dltimos afios de su vida. La entrevista para la televisién no tiene mds espacio en este relato salvo que se Ta considers de buen éxito y que este libro, por una casual combinacién de circunstancias, es el resultado final de aquel acontecimiento, Uno de los que vieron a Jung en la pantalla del televisor fue Wolfgang Foges, gerente de la editorial Aldus Books. Foges se habia interesado vivamente, desde su infancia, por el desarrollo de Ja psi- cologia moderna, cuando vivia cerca de los Freud en Viena, ¥ mien- tras observaba a Jung hablando de su vida, su obra y sus ideas, Foges reflexioné qué \istima era que, mientras el esquema general de la obra de Freud era conocido de sobra por los lectores cultos en todo el mundo occidental, Jung jamés habia conseguido abrirse paso hacia el piiblico general y siempre se le consider demasiado dificil para el lector popular. De hecho, Foges es el creador de El hombre y sus simbolos. Al saber por la TV que existia una cdlida amistad entre Jung y yo, me pregunté si queria unirme a sus intentos de persuadir a Jung para que expusiera sus ideas m4s importantes y bdsicas en un lenguaje y una amplitud que resultaran iateligibles e interesantes para los lec- tores adultos pero no especializados. Acepté inmediatamente Ja idea y parti de nuevo para Zurich seguro de que podrfa convencer a Jung del valor y la importancia de semejante labor. Jung me escuché en su jardin durante dos horas casi sin interrupcién y después dijo no. Lo dijo de la forma més amable posible, pero con gran firmezay mun ca habfa intentado popularizar su obra y no estaba seguro de que pudiera hacerlo ahora con buen éxito; en todo caso, ya eta viejo, se sentia un tanto cansado y poco inclinado a aceptar un compromiso tan largo acerca del cual tenfa tantas dudas. ‘Todos los amigos de Jung estarin de acuerdo conmigo en que era 9 un hombre de lo més absoluto en sus decisiones. Sopesaba un pro- blema con cuidado y sin prisa: pero cuando daba su respuesta, co- minmente era detinitiva. Regresé a Londres muy desilusionado pero convencido de que la negativa de Jung era el final de la cuestién. Asi hubiera sido a no ser por la intervencién de dos factores que yo no habia podido prever, Uno de ellos fue la pertinacia de Foges, el cual insistié en que volviera a dirigirme a Jung antes de aceptar la dereota. El otro fue un suceso que, cuando vuelvo a recordarlo, ajin me sigue asombrando. Como dije, el programa de televisidn se consideré de muy buen éxito, Hizo que le llegaran a Jung muchisimas cartas de toda clase de gente, muchas de ellas de personas comunes sin conocimientos mé- dicos ni psicolégicos que se habfan sentido cautivadas por la presencia autoritaria, el humor y ia encantadora modestia de este verdadero grande hombre, el cual habla entrevisto en su idea de la vida y de a persona humana algo que podria serles ati. Y Jung quedé muy complacido, no solo por cecibir las cartas (el volumen de su correo era siompre enorme) sino por recibirlas de gentes que, normalmen- te, no hubieran tenido contacto con él. Fue entonces cuando tuvo un suefio de Ia mayor importaneia para Al (y al leer este libro, se comprender4 lo importante que fue). Sofé que, en vez de estar sentado en su despacho y hablando a los grandes doctores y psiquiatras que solfan acudir de todo el mundo a verle, estaba sentado en una plaza piibtica y ditigiéndose a una mul- titud de gente que le escuchaba con embebida atencién y entendien- do lo que decia... Cuando, una o dos semanas después, Foges renovd su ruego de que Jung se deberia encargar de un nuevo libro proyectado, no para el estudio clinico 0 el filoséfico, sino para el publico general del mercado librero, Jung se dejé persuadir. Puso dos condiciones. Pri- mera, que el libra no fuera de uno solo, sino el esfuerza colective de 1 mismo y de un grupo de sus més intimos seguidores, por medio de Jos cuales habfa intentado perpetuar sus métodos y sus ensciianzas, Segunda, que se me encargara a mi la tarea de coordinar la obra y de resolver todos los problemas que pudieran surgir entre los auto- res y los editores. Para que no parezca que esta introduccién rebasa los limites de una modestia adecuada, me apresuraré a decir gue me halagé esa se- gunda condicién, aunque comedidamente, Porque muy pronto me ¢n- teré de que Ia razin por Ia cual me escogié Jung fue, esencialmente, 10 que me consideraba de inteligencia adecuada, pero no excepcional, y sin el menor conocimiento serio de psicologia. Asi es que, para Jung, yo eta el “lector medio” de este libro; lo que yo pudiera entender serfa inteligible para todo el que tuviera interés; donde yo me atas: cara, quizd fuera demasiado dificil u oscuro para algunos. Aunque no me sentfa indebidamente halagado con esta apreciacién de mi pa- pel, no por eso dejé de insistir escrupulosamente (temo que, a veces, para exasperacién de los autores) para que todos los parrafos estu- vieran esctitos y, si era necesario, vueltos a escribir con una claridad y wna brevedad que me permitieran decir con confianza que este libro, en su totalidad, -estd destinado y dirigido al lector general y que los temas complejos de que versa estén tratados con una sencillez poco frecuente y alentadora. Después de mucha discusién, se acordé que el tema general del libro seria el hombre y sus simbolos; y el propio Jung escogié a sus colaboradores en la obra: la doctora Marie-Louise von Franz, de Zu- rich, quiz su mis intima confidente profesional y amiga; el doctor Joseph L. Henderson, de San Francisco, uno de los més eminentes y leales seguidores norteamericanos de Jung; Ia sefiora Aniela Jaffé, de Zurich, quien, ademés de ser una expetimentada analista, era se- cretaria privada de Jung y su bidgrafa; y la doctora Jolande Jacobi que, después del propio jung, es la autoridad de mayor experiencia en el circulo de Jung en Zurich. Estas cuatro personas fueron elegi- das, en parte, por su destreza y experiencia en los temas particulares que se les asignaron y, en parte, porque todas ellas tenfan la plena confianza de Jung de que trabajarian desinteresadamente, bajo sus instrucciones, como miembros de un equipo. El cometido personal de Jung era planear la estructura total del libro, supervisar y dirigir la obra de sus colaboradores y escribir, por su parte, el capitulo clave “Acercamiento al Inconsciente”. El iiltimo afio de su vida lo dedicé casi totalmente a este libro; y cuando murié en junio de 1961, su seccién estaba completa (de he- cho, la terminé solo unos diez dfas antes de su enfermedad final) y habia aprobado todos los borradores de los capitulos de sus colegas. Después de su muerte, la doctora Von Franz asumié toda la respon- sabilidad para la conclusién del libro, de acuerdo con las instruecio- nes expresas de Jung. Por tanto, el tema de El hombre y sus simbolos y su bosquejo fueron determinados—hasta en sus detalles—por Jung, El capitulo que Heva su nombre es obra suya y (aparte algunas eves ampliaciones editoriales para mejorar la comprensién del lector nl general) de nadie més, Fortuitamente, fue escrito en inglés. Los de- mas capitulos fueron escritos por los otros autores segiin las instruc~ ciones de Jung y bajo su supervisin. La labor final de la edicidn de la obra completa, despuds de fa muerte de Jung, la realiz6 ta doctora Von Franz con una paciencia, comprensién y buen humor que nos dejaron a los editores y a mf mismo muy agradecidos, Por iiltimo, respecto al contenido del libro: EI pensamiento de Jung transform6 el mundo de la psicologia mo- derna més de lo que puedan comprender muchos de los que solo tie- nen conocimientos someros, Términos tan conocidos como, p. @jn, “ex- travertido”, “introvertido” y “arquetipo” son todos conceptos jun- guianos, tomados y, a veces, mal usados por otros. Pero sa abruma- dora contribucién a la comprensiOn psicolégica es su concepto del inconsciente; no (como el “subconsciente” de Freud), un mero tipo de desvin de los deseos reprimidos, sino un mundo que es precisa ‘mente una parte tan vital y tan real de la vida de un individuo como fa consciencia, el mundo “cogitativo” del ego, e infinitamente més rico, Bl lenguaje y la “gente” del inconsciente son simbolos, y los medios de comunicacisn son los sueiios Por lo cual, el examen del hombre y de sus simbolos es, de hecho, al examen de la relacién del hombre con su propio inconsciente. Y como, segin las ideas de Jung, el inconsciente es el gran gufa, amigo ¥ consejero de lo consciente, este libro se refiere en los términos mas directos al estudio de los seres humsnos y sus problemas espiritua- Jes. Conocemos el inconsciente y comunicamas con él (un servicio de doble camino) principalmente por medio de los suefios; y a lo largo de este libro (sobre todo en el capitulo del propio Jung) se encontraré una notable insistencia en la importancia del sofar en la vida de la persona. Seria una impertinencia por mi parte el intento de interpretar a Tos lectores la obra de Jung, pues muchos de ellos, con seguridad, tendrian mayor capacidad para comprenderla que yo mismo, Recuér- dese que mi papel era meramente el de servir de “filtro de inteligit lidad”, pero en modo alguna el de intérprete. No obstante, me atre- vo a ofrecer dos puntos generales que, como profano en Is materia, me parecen importantes y que pudieran ayudar a otras indoctos, El primero es acerca de los sueiios, Para los junguianos el sueiio no es tuna especie de criptograma tipico que puede descifrarse mediante un glosario de significados simbélicos. Es una expresién integral, impor- tante y personat del inconsciente individual. Y es, precisamente, tan 2 hy = ww wv wa “real” como cualquier otro fendmeno concerniente al individu, El inconscrente individual del sofiante est4 en comunicacién con el so- iante solo pata ese fin y esta seleccionando simbolos que tengan sig- nificado para el sonante y para nadie mds, Por tanto, la interpreta- cidn de los suefios, ya sea por el anatista o por el propio sofiante, es para los psieélogos junguianos un asunto totalmente personal e in- dividual (y, @ veces, también experimental y muy largo) que, en modo alguno, puede confiarse a normas empiricas. Lo contrario de esto cs que las comunicaciones del inconsciente son de la mayor importancia para e} sohante—es uatural que asi sea, ya que ef inconsciente es, por lo menos, la mitad de su ser—y con frecuencia Je ofrece consejo o gufa que no podria obtener de ningén otro origen. Asi es que, cuando describf el sueiio que tuvo Jung re ferente 2 que heblaba a una multitud, no estaba describiendo un euadro de magia o sugiriendo que Jung probaba a cchar la buena ventura. Lo que yo hacfa era volver a contar en los téminos senci- Wos de la experiencia daria eéma [ung fue “aconsejado” por su propio inconsciente que recapacitara sobre un juicio inadecuado he- cho por la parte consciente de su mente. Ahora bien: de aqui se deduce que el sofiar no es una cuestién ‘que los junguianos consecuentes puedan considerar tan sencilla como una cuestién casual. Contrariamente, la capacidad para establecer co- manicacidn con el inconsciente es una parte de la totalidad del hom- bre, y los junguianos “enseiian” (no se me ocurre un término me- jor) a ser receptivo para ios sueiios. Por tanto, cuando el propio Jung se hallé frente a la decisién critica de si escribir este libro 0 no escribirlo, pudo acudir al doble recurso de su consciente y su incons- ciente para decidirse. Y en todo este libro se encontrard que al sueito se le trata como una comunicacién directa, personal y significativa al sofiante, una comunicacién que utiliza los simbolos ‘comunes a toda Ja humanidad, pero que los utiliza en todas las ocasicnes de una for- ‘ma completamente individual que solo puede ser interpretada con una “clave” por entero individual. El segundo punto que deseo sefialar se refiere @ una caracterfstica particular del método argumentative que es comin a todos los escri- tores de este libro y, quizd, de todos Ios junguianos. Quienes se han Jimitado a vivir totalmente en el mundo de lo consciente y rechazan Ja comunicacin con el inconstiente, se atan por las leyes de Ia vida consciente y convencional, Con la Iégica infalible (pero frecuentemen- te sin sentido) de la ecuacién algébrica, razonan con premisas supues- 13 i tas para deducir conclusiones incontestables. Me parece que jung y sus colegas, se den 0 no cueata de ello, rechazan las limitaciones de ese método de argumentacién. No es que desdefen la légica sino que, en todo momento, parecen estar argumentanda para el inconsciente y el consciente. Su método dialéctica es simbolica y, con frecuencia, indirecto. Convencen no por medio de la luz minuciasamente enfoca- da del silogismo, sino hordeando, repitiendo, presentando una vision reiterada del mismo tema visto, cada vez, desde un angulo ligerae mente distinta, hasta que, de repente, el lector, que on ningin mo- mento se dio cuenta de que hublera ninguna demostracién conclusi- va, halla que se ha apoderado, e incarporado dentro de si, de alguna verdad mds amplia, Los argumentos de Jung (y tos de sus colegas) se elevan en espi- ral sobre su tema como un piijaro volando en torno a un arbol. Al principio, cerea del suelo, solo ve una confusién de hojas y ramas. Paulatinamente, segtin va ascendiendo mds y mds en sus vueltas, los reiterados aspecios del Arbol forman un todo y estén en relacién con Sus contornos, Algunos lectores pueden encontrar este método de argumentacidn “en espiral” un tanto oscuro y hasta confuso en unas pocas paginas pero no creo que més. Bs caracteristiea del métado de Jung, y el lector bien pronto se verd arrastrado por él a un viaje per- suasivo y absorbente, Las diferentes secciones de este libro hablan por sf mismas y apenas necesitan introduccién mia, El capitulo de Jung introduce al lector en el inconsciente, en los arquetipos y simbolos que forman su longuaje y en los suefios por las cuales se comunica, En el capitulo Siguiente, el doctor Henderson explica la aparicién de diversos ar- quetipos en la mitologia antigua, la leyenda popular y el ritual pris mitivo, En el capitulo titwlado “El proceso de individuacién”, Ja doctora Von Franz describe el praceso por el cual el consciemte y el inconsciente, dentro de un individuo, aprenden a conocerse, res potarse v acomodarse recfprocamente, En cierto sentido, este capitu- Jo no solo contiene el quid de todo el libro, sino, quizd, la filosotia de Jung acerca de la vida: el hombre se totaliza, integra, calma, se hace fértil y feliz cuando (y solo entonces) se completa el proceso de individuacién, cuando et consciente y el inconsciente ha aprendido a vivir en paz y a complementarse reciprocamente. La sefiora Jatfé, al igual que el doctor Henderson, se ocupa en demostrar el reitera- do interés del hombre—casi una obsesién—por los simbolos del in- consciente. Tienen para é] una {ntima atraccién profundamente sig- 14 nificativa, casi nutricia y fortalecedora, ya se produzcan en los mitos y cuentos de hadas que analiza el doctor Henderson o en las artes pla ticas que, como demuestra la sefiora Jaffé, nos satisfacen y deteitan con la incitacién continua al inconsciente, Finalmente, debo decir unas palabras acerca del capitulo de ta doctora Jacobi que, en cierto modo, se separa del resto del libro, En realidad, es e! resumen de la historia cltnica de un andlisis interesante ¥ positive, Es evidente el valor de un capftulo semejante en un libro como este; sin embargo, son necesarias dos palabras de advertencia, Primero, como sefiala 1a doctora Von Franz, no hay lo que podria Tla- marse andlisis tipico junguiano. No puede haberlo porque cada sueito es una comunicacién individual y privada y no hay dos suefios que utilicen los simbolos del inconsciente de fa misma manera. Por lo cual, cada anilisis junguiano es tinico; y es erréneo tomar este, saca- do del archivo clinic de 1a doctora Jacobi (0 cualquier otro de los que haya), como “representativo” o “tipico”. Todo lo que se puede decir del caso de Henry y sus suefios, a veces sombrios, es que for- man un ejemplo auténtico de la forma en que e método junguiano puede aplicarse a un caso particular, Segundo, la historia completa, aun de un caso relativamente sencillo, requeritia un libro entero para contarla, Inevitablemente, la historia det andlisis de Henry se per- judica un poco al resumirse. Las referencias, p. ej. al Ching, han quedado un tanto ascuras y le dan un sabor artificioso (y para mé in- satisfactorio) de ocultismo al ser presentadas fuera de su contexto. No obsiante, legamos a ta conclusi¢n—y estoy segure de que el lec- tor estard de acuerdo—de que, con las advertencias hechas, la cla- ridad, por no mencionar el interés humano, del andlisis de Henry en riquece mucho este libro. Comencé describiendo cémo Jung Megs a escribir El hombre y sus simbolos. Concluyo recordanda al lector la notabilidad—quiza Yinica—de esta publicacién, Carl Gustay Jung fue uno de los grandes doctores de todos los tiempos y uno de los grandes pensadores de este siglo. Su finalidad fue siempre ayudar a los hombres y a las mu- jeres a conocerse a si mismos, de tal modo que, conociéndose y uti= lizdndose sensatamente, pudieran Mevar una vida plena, fértil y fe- liz. En el mismo final de su vida, que fue tan plena, fértil y feliz como jamds he conocido otra, decidié utilizar la fuerza que le quedaba para dirigir su mensaje a un pablico més amplio que el intentado aleanzar hasta entonces. Terminé su tarea y su vida en el mismo mes, Este libro es un legado al amplio puiblico lector. 15

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