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NOMBRE: MIGUEL ANGEL NINA

IGUALDAD EN LA LEY E IGUALDAD ANTE LA LEY

El derecho a la igualdad ante la ley forma parte del contenido del derecho a la igualdad,
pero, por lo general, es objeto de estudio en forma separada.
Esto es particularmente importante, pues, en no pocos casos, la relación entre ambos
derechos no se comprende adecuadamente.
En el caso de la Constitución de 1993, ésta hace referencia al derecho a la igualdad ante
la ley, mas no al derecho a la igualdad.
Hemos señalado que el derecho a la igualdad implica que todas las personas deben ser
tratadas en forma igual, pues, en caso contrario, estaríamos ante una situación de
discriminación.
Este mandato se extiende, asimismo, a las autoridades del Estado con potestad
normativa, a fin de que no emitan normas que contengan mandatos discriminatorios. El
derecho a la igualdad implica, en consecuencia, que las normas deben ser iguales para
todos.
Sin embargo, en el caso que una norma establezca un trato desigual, ésta deberá
analizarse aplicando los criterios para determinar si estamos ante un mandato legal que
establece una diferenciación o una discriminación.
Es importante precisar que, a pesar de la denominación literal del derecho (igualdad
ante la ley), no debe entenderse que la prohibición de discriminación a través de una
norma está dirigida únicamente al órgano del Estado con capacidad de emitir leyes en
su sentido formal, es decir, al Congreso; sino que dicha prohibición está dirigida a todas
las autoridades del Estado que cuentan con la potestad de emitir una norma jurídica.
El principio de igualdad que garantiza la Constitución opera en dos planos distintos
De una parte, frente al legislador o frente al poder reglamentario, impidiendo que uno
u otro puedan configurar los supuestos de hecho de la norma de modo tal que se dé
trato distinto a personas que, desde todos los puntos de vista legítimamente adoptables
se encuentren en la misma situación, o dicho de otro modo, impidiendo que se otorgue
relevancia jurídica a circunstancias que, o bien no pueden ser tomadas nunca en
consideración por prohibirlo así expresamente la propia Constitución, o bien no guardan
relación alguna con el sentido de la regulación que, al incluirlas, incurre en arbitrariedad
y es por eso discriminatoria.
En otro plano, en el de la aplicación, la igualdad ante la ley obliga a que ésta sea aplicada
de modo igual a todos aquellos que se encuentran en la misma situación, sin que el
aplicador pueda establecer diferencia alguna en razón de las personas, o de
circunstancias que no sean precisamente las presentes en la norma".

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