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PRESUPUESTOS Y CONSECUENCIAS DE UNA INTERPRETACIÓN ESOTERISTA DE PLATÓN

Author(s): LUC BRISSON and Victoria Juliá


Source: Méthexis, Vol. 6, Suplemento (1993), pp. 13-36
Published by: Brill
Stable URL: https://www.jstor.org/stable/43738855
Accessed: 21-03-2019 20:52 UTC

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PRESUPUESTOS Y CONSECUENCIAS DE UNA
INTERPRETACIÓN ESOTERISTA DE PLATÓN

LUC BRISSON

Cuando el profesor Conrado Eggers Lan me pidió que colabo-


rara en el volumen VI de Méthexis consagrado a las doctrinas no
escritas de Platón, dudé mucho en dar mi asentimiento, no porque
no estuviese convencido de que se tratara de un tema importante,
sino porque no terminaba de encontrar el sesgo por donde abordar
la cuestión. Finalmente decidí considerar las cosas desde afuera,
haciendo un inventario de las premisas sobre las que se basa, en
mi opinión, esa corriente de interpretación y examinando qué con-
secuencias acarreaba para una lectura de Platón. Este artículo que
- estoy conciente - conlleva muchas imperfecciones debidas noto-
riamente al carácter no habitual del camino adoptado, en el que
trato de explicar por qué no puedo suscribir esa interpretación de
Platón, no pretende ser polémico. Su objetivo es promover una
discusión argumentada que saque a la luz los límites y detalles de
un camino exegético cuya influencia ha sido y sigue siendo determi-
nante en el marco de los estudios platónicos.
En el comienzo de un artículo aparecido en 1980, 1 Hans Joa-
chim Krämer evocaba este célebre pasaje de Sein und Zeit de
Heidegger:
El verdadero "movimiento" científico tiene lugar cuando las
ciencias someten sus conceptos básicos a una revisión más o me-
nos radical y que no les es transparente. Lo que determina el
nivel de una ciencia es el hecho de hasta qué punto ella es capaz
de una crisis de base. Cuando sobrevienen tales crisis en el inte-
rior de las ciencias, se quiebra la relación que el cuestionamiento
de la investigación positiva mantiene con las cosas mismas que
indaga. En nuestros días vemos despertarse por todas partes en
las diferentes disciplinas tendencias a desplazar la investigación
colocándola sobre nuevos fundamentos. 2 (SZ3)

i Hans Joachim Krämer, "Neues zum Streit um Piatons Prinzipien-


theorie". Philosophische Rundschau 27, 1980, 1-38.
2 Die eigentliche "Bewegung" der Wissenschaften spielt sich ab in der

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Al escribir este pasaje, Heidegger pensaba, como él mismo explica
a continuación, no sólo en las matemáticas, en la física y en la bio-
logía, sino también en las ciencias "históricas" del espíritu y aun
en la teología.
Por vía de consecuencia, no es absurdo aplicar esa reflexión
a una interpretación de Platón que reivindique una originalidad
radical, 3 a condición de admitir que es posible hacer una extrapo-
lación desde la ciencia a la exegesis y asimilar la interpretación
de Platón a cualquier procedimiento racional riguroso que intente
poner en marcha una explicación en historia de la filosofía.
Pero ¿en qué consiste una explicación? Desde Aristóteles, ex-
plicar un fenómeno, cualquiera sea, es poner en marcha una deduc-
ción silogística a partir de premisas que indiquen la causa del fenó-
meno.

i) Una explicación debe tomar como punto de partida un


sistema de premisas puestas, a título condicional, como funda-
mentos últimos. 4
ii) Rechazar o aun discutir una o varias premisas equivale
a salir del sistema para ubicarse en otro, puesto que el poder
explicativo de un sistema formal se reduce a la cantidad de infor-
mación vehiculizada por los axiomas, y a nada más.
iii) En el marco de una explicación, en efecto, nos limitamos,
a partir de esas premisas, a deducir teoremas, es decir, en el caso
de una interpretación de Platón, a proponer comentarios más o
menos extensos, más o menos elaborados. Esta deducción debe
seguir un conjunto de reglas de inferencia que se apoyan sobre los
elementos de base de toda lógica humana y que, en el caso presente,
respetan también todos los requisitos de una sana filología y de
un buen conocimiento histórico.

mehr oder minder radikalem und ihr selbst durchsichtigen Revision der Grund-
begriffe. Das Niveau einer Wissenschaft bestimmt sich daraus, wie weit sie
einer Krisis ihrer Grundbegriffe fähig ist. In solchen immanenten Krisen de
Wissenschaften kommt das Verhältnis der positiv untersuchenden Fragens z
den befragten Sachen selbst ins Wanken. Allenthalben find heute in der
verschiedenen Disciplinen Tendenzen wachgeworden, die Forschung auf neue
Fundamente umzulegen.
3 Cosa que no ocurre forzosamente, como ha mostrado Eugène-Napoleon
Tigerstedt, The Decline and Fall of the Neo-Platonic Interpretation of Plato.
An Outline and Some Observations, Societas scientiarum Fennica, Commenta-
tiones humanaram litterarum 52, Helsinki, 1974.
4 Las premisas se basan en la experiencia de la lectura de textos. Cons-
tituyen una interpretación hipotética que debe ser confirmada mediante su
aplicación al conjunto de los textos.

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iv) Cuando se trata de ciencias exactas, un conjunto de prue-
bas susceptibles de ser puestas en marcha en todo lugar y circuns-
tancia permite verificar la verdad o la falsedad susceptible de ser
formulado en el curso del sistema. En cambio, en el caso de la
interpretación de Platón o en el de la de cualquier otro filósofo,
tal verificación es imposible, al menos en detalle. Todo lo que se
puede hacer en ese terreno es considerar las consecuencias a que
conduce la adopción de tal o cual premisa, y evaluar si tal cuerpo
de premisas permite interpretar una parte más o menos grande
del corpus platónico y bajo qué condiciones. Así se evitará caer
en la trampa del "cualquier cosa".
Ahora bien, hay una interpretación global de Platón, promo-
vida en este siglo por un cierto número de scholars, los más célebres
de los cuales son H. J. Krämer, 6 K. Gaiser, 6 y Th. A. Szlezák, 7
que se inserta en una tradición representada por L. Robin 8 y por
F. A. Trendelenburg. 9 Esa interpretación descansa sobre la con-
vicción de que Platón habría transmitido oralmente a un muy redu-
cido número de discípulos una enseñanza que se habría abstenido
de consignar por escrito en sus diálogos. Además, esa enseñanza
habría tenido como contenido una doctrina de los principios de las
Ideas-Números, es decir el sistema axiomático sobre el que descansa
ío que ahora consideramos como su "metafísica". Como yo no
adhiero a esa corriente de interpretación, y al respecto me ubico
del lado de H. Cherniss, 10 quisiera presentar aquí una justifica-

5 Su libro más famoso sigue siendo Arete bei Platon und Aristoteles.
Zum Wesen und zur Geschichte der platonischen Ontologie, Heidelberg (Winter)
1959; Amsterdam (P. Schipper) 1967 (reimpresión).
* Su libro más pertinente al respecto sigue siendo Piatons ungeschrie-
bene Lehre. Studien zur systematischen und geschichtlichen Begründung der
Wissenschaften in der Platonischen Schule , Stuttgart (Klett) 1963, Zweite,
mit einem Nachwort, versehene Auflage 1968. Anhang: Testimonia platonica.
Quellentexte zur Schule und mündlichen Lehre Piatons.
7 Piaton und die Schriftlichkeit der Philosophie. Interpretationen zu den
frühen und mittleren Dialogen (en lo sucesivo PSP), Berlin / New York (de
Gruyter) 1985. Traducción al italiano con el título Platone e la scrittura della
filosofia (en lo sucesivo PSF). Analisi di struttura dei dialoghi della gio->
vinezza e della maturità alla luce di un nuovo paradigma ermeneutico , Milano
(Vita e Pensiero) 1988.
8 Léon Robin, La théorie platonicienne des idées et des nombres d apres
Aristote , Paris (Alean) 1908, reimpresión Hildesheim (Olms) 1963.
9 Piatonis de ideis et numeris doctrina ex Aristotele illustrata , Leipzig
(G. Vogel) 1826.
10 Aristotle9 s Criticism of Plato and the Academy JNew xorK
(Russell & Russell) 19622; The Riddle of the Early Academy [1945
York (Russell & Russell) 19622.

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ción argumentada de mi rechazo. Pero el camino es estrecho, dado
la naturaleza de una explicación aplicable a autores antiguos y
notoriamente a Platón.
Puesto que quienes sostienen una interpretación esoterista
son en general notables filólogos, buenos historiadores y filósofos
sagaces, es prácticamente imposible cogerlos en falta en tal o cual
punto. Por eso no propondré aquí ningún análisis de textos. Un
tal análisis exigiría demasiado espacio, y sobre todo no sería deci-
sivo en la medida en que, además, no existe ningún procedimiento
reconocido que permita elegir sin ninguna vacilación entre tal o
cual interpretación consistente. 11 Finalmente, como ya he dicho,
las premisas sobre las que se asienta la interpretación esoterista
son hipotéticas. Me contentaré entonces, por una parte, con precisar
por qué razones acepto o rechazo esas premisas, y por otra parte
con mostrar a qué consecuencias conduce la aceptación de tales
premisas.

A) Las premisas que sub-tienden una interpretación


esoterista de Platón

i Cuáles son, pues, las premisas sobre las que se apoya una inte
pretación esoterista12 de Platón? Hasta ahora no se ha intentado
ningún esfuerzo con vistas a hacer "transparentes" esas premisas,
para retomar la palabra de Heidegger. Las premisas, de las que
voy a hacer un inventario provisorio que no apunta a la exhausti-
vidad, se distribuyen en tres grupos según se ocupen de la existen-
cia de una doctrina esotérica (premisas 1, 2, 3, 4, 5), de la manera
de reconstruir esa doctrina (premisas 6, 7, 8) o de su contenido
(premisas 9, 10).

Premisa 1
En la Academia, la actividad de Platón era doble:
enseñaba y escribía.

11 Esta observación no excluye la posibilidad de todo análisis de textos;


sólo relativiza su alcance. La interpretación esoterista de Platón descansa
en parte sobre una interpretación de algunos pasajes de los diálogos; puede
pues, y aun debe, ser emprendida en ese terreno. Por ello es importante saber
si quienes sostienen esta interpretación interpretan esos pasajes con suficiente
escrúpulo y en toda su diversidad.
12 Sobre la diferencia entre "Geheimhaltung" y "Esoterik" véase Th.
A. Szlezák PSP, p. 400-405 = PSF, p. 484-488.

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Esta premisa puede ser aceptada por todo el mundo. La obra
de Platón ha conocido un destino excepcional. Con Aristóteles,
Epicteto y Plotino, Platón es uno de los únicos filósofos griegos
cuya obra nos ha llegado en su totalidad o casi. Los manuscritos,
de los cuales los más antiguos se remontan a fines del siglo ix,
comprenden 42 diálogos, 13 cartas y una colección de definiciones;
esos escritos parecen, en su mayoría, auténticos, si bien algunos
son evidentemente apócrifos y otros despiertan dudas respecto de
su autor. 13 Por otra parte, una cantidad de indicios, literarios y
arqueológicos, permiten pensar que Platón fundó la Academia hacia
387 a. C., rivalizando así con Isócrates que había abierto una es-
cuela algunos años antes, hacia 393 a. C. 14

Premisa 2
La enseñanza de Platón puede no coincidir con lo que
se encuentra en los diálogos.

También esta premisa puede ser aceptada por todo el mundo. El


problema es saber cómo explicar, en los términos de una teoría de
la comunicación, esa diferencia entre la enseñanza y lo que en-
contramos en los escritos de Platón.

Premisa S
Esa diferencia es por lo menos de orden técnico y
se explica, en un primer tiempo, por la naturaleza del
medio de transmisión usado: la palabra en un caso,
la escritura en el otro.

La escritura permite una conservación inmutable y, por así d


cir, perpetua de la información, independientemente de toda m
moria individual. De allí la ventaja de usar ese medio de transm
sión que sin embargo impone muchos forzamientos.
- La compresión: es imposible anotar íntegramente un discurs
que exceda cierta longitud. Hay que hacer una selección para
abreviar.
- La invariabilidad : una vez que un mensaje es escrito, ya no
se lo puede modificar sin transformarlo.
- La inercia: el escrito no se puede adaptar a sus destinatarios,

13 Aunque antigua, la obra más general sobre el tema sigue siendo la


de Henri Alline, Histoire du texte de Platon , Paris (Champion) 1915, reim-
presa en Slatkine 1984.
14 Para un informe completo cf. Dictionnaire des Philosophes Antiques
I, 1989, Annexe Académie, p. 693-789 [Marie- Françoise Billot],

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«specialmente porque no puede responder a las preguntas que
suscita la comprensión del mensaje que transmite.
- La linealidad: en el discurso (escrito o hablado), un elemento
del mensaje viene tras otros, lo que no permite preservar la es-
tructura ni la pluridimensionalidad de un pensamiento vivo;
sólo la constitución de cuadros permite representar el pensamien-
to de manera no lineal.

En otros términos, como bien han observado M. McLuhan 15 para


nuestra época y E. A. Havelock 16 para la Grecia antigua, la natura-
leza del medio de transmisión usado modela de manera significativa
el contenido del mensaje comunicado, fija sus límites y le impone
una orientación. También sobre este punto todo el mundo parece
estar de acuerdo.

Como ya he tratado de mostrar, 17 esas características bastan


para explicar la crítica que Platón hace a la escritura especialment
en el Fedro (274b-279b). Platón no condena la escritura sin ape
lación: se contenta con recordar la inferioridad de su estatuto,
que es el propio de las cosas sensibles, con relación al de la investi-
gación y al de la transmisión oral del saber verdadero que el
alma, realidad intermedia entre lo sensible y lo inteligible, pone
en movimiento. Por eso Platón hace referencia a su actividad de
escritor en términos que están lejos de ser totalmente negativos.
Aún está dispuesto a calificar de "filósofo" - incluyéndose evi-
dentemente a sí mismo - a quien reconoce que, comparada con lo
que él toma en serio, la contemplación de lo inteligible, la escritura
no es sino un juego. La crítica platónica de la escritura no debe
ser interpretada como la expresión de una voluntad regresiva,
sino como una comprobación lúcida que reconoce los límites de un
medio de comunicación considerado en lo sucesivo como inevitable,
tanto por el orador como por el filósofo.
Una crítica tal no podía ser hecha sino por alguien que evolu-
cionaba dentro de una civilización de la escritura, en la que el
problema de la memorización de los mensajes a transmitir había
dejado de dominar la vida intelectual y donde, por consiguiente, el

16 M. McLuhan, The Gutenberg Galaxie. The Making of the Typographie


Man, London (Routledge & Kegan Paul) 1962.
16 Eric A. Havelock, Preface to Plato , Cambridge (Mass.), (Harvard)
1963; The Greek Concept of Justice, Cambridge (Mass.), (Harvard) 1978;
The Literate Revolution in Greece and its Cultural Consequences, Princeton
(Princeton Univ. Press) 1982.
17 Platon, Phèdre, traduction inédite, introduction et notes par Lue
Brisson, GF 488, Paris (Flammarion) 1989, especialmente p. 60-61.

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«spiritu humano podia tomar distancia para evaluar las ventajas
y los inconvenientes de los diversos medios de comunicación que &
partir de ese momento se le ofrecían.
Así las cosas, los sostenedores del esoterismo llevan mucho
más lejos la oposición oralidad/escritura al hacerla depender ahora
de otra premisa relativa al destinatario, premisa ésta que puede
tomar formas diferentes.

Premisa JĻ a
La diferencia entre el contenido de los escritos de
Platón y su verdadera doctrina se explica por la vo-
luntad de reservar el conocimiento de los fundamentos
de esa doctrina a un muy reducido número de iniciad-
dos, los discípulos que rodeaban al maestro en la
Academia.

Quienes aceptan la premisa 4 a asimilan la organización de la


Academia a la de grupos pitagóricos. 18 En esa perspectiva, la en-
señanza dispensada por Platón habría consistido en la transmisión
de un cuerpo de doctrinas rígidas transmitidas en el marco de una
estructura en cuya cima se encontraba el maestro. Es a partir de
esa cima desde donde, en la Academia, se distribuían los discípulos
de acuerdo con una jerarquía rígida: cuanto más cerca se estaba
del maestro mejor se conocía ese cuerpo de doctrinas, y cuanto
más alejado menos se lo conocía. En ese contexto debía estar
proscripto el uso de la escritura, que hacía planear la amenaza de
una divulgación intempestiva de los elementos esenciales del siste-
ma: un escrito no elige a sus lectores. Por ello esta doctrina sólo
habría sido comunicada oralmente y a alumnos seleccionados, mien-
tras que los diálogos estaban relegados al rol de instrumentos pro-
trépticos, 19 y, más prosaicamente, al de promoción para atraer
hacia la Academia a nuevos discípulos que debían cumplir varias
etapas antes de ser puestos al corriente del verdadero sistema
platónico.
Contra eso podemos anticipar dos tipos de argumentos: argu-
mentos de orden histórico y argumentos de orden teórico.

18 Para una tentativa de descripción, ci. Luc Brisson "Usages et fonctions


du secret dans le Pythagorisme ancien", Le secret, textes réunis par Philippe
Dujardin, Paris (CNRS) -Lyon (Presses Univ. de Lyon) 1987, p. 87-101.
Es la tesis de K. Gaiser en Protreptik und Parãnese bet Platon.
Untersuchungen nur Form des Platonischen Dialogs, Stuttgart (Kohlhammer
1959.

lt

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- El acercamiento entre la doctrina de Platon y la de Pitá-
goras, iniciado en el marco de la Academia antigua, recién al-
canza su máxima amplitud en el siglo I d. C. 20 Además, nada
de lo que se cree saber sobre el funcionamiento de grupos pita-
góricos anteriores a Platón es seguro: la reconstrucción cumple
allí un papel determinante.21 Eso es particularmente molesto en
la medida en que tampoco sabemos nada preciso sobre la orga-
nización y el funcionamiento de la Academia.
- Por otra parte, un extraño fenómeno puede ser observado.
Ninguno de los miembros más eminentes de la Academia - no
sólo Aristóteles sino también y sobre todo los dos primeros suce-
sores de Platón a la cabeza de la Escuela, Espeusipo y Jenócra-
tes - ha admitido tal cual el elemento esencial de la doctrina
Platónica: la doctrina de las Formas. Esto parece indicar que la
Academia no era el lugar de una transmisión autoritaria de un
cuerpo de doctrinas cristalizadas sino el marco en el que se
podía ejercer ese tipo de actividad a la que Pierre Hadot ha
dado el bello nombre de "ejercicios espirituales". 22 Más que de asi-
milar un cuerpo de doctrinas se trataba de aprender a vivir de
manera filosófica, y más precisamente de alcanzar ese conoci-
miento del mundo sensible y sobre todo de las Formas de las
que ese mundo sensible participa, conocimiento al que permitía
acceder la dialéctica y que debía asegurar, en la medida en que
ciencia y ética eran indisociables, una vida buena y, por lo tanto,
la "salvación" del alma. Si se acepta esta visión de las cosas»
hay que admitir que los diálogos sólo transmiten una imagen
particularmente empobrecida y restringida de la actividad de Pla-
tón en la Academia; pero fuerza es también reconocer que, den-
tro de sus propios límites, esta imagen es adecuada y no requiere
ser interpretada por medio de una hipotética doctrina reservada
a un pequeño número de discípulos. Una fotografía sólo propor-
ciona una imagen de 1/125 de segundo de la vida de un indi-
viduo que puede vivir ochenta años; pero no por eso esa imagen
es infiel, es simplemente parcial; y cuantas más fotografías del

20 Para una presentación de conjunto, cf. John Dillon, The Middle Pla -
tonists. A Study of Platonism 80 B.C. to A.D. 220, London (Duckworth) 1977,
p. 341-383.
21 De allí la prudencia de W. Burkert, Lore and Science in Ancient
Pythagoreanism (1962), translated by Edwin L. Minar Jr., Cambridge (Mass.)'
(Harvard Univ. Press) 1972.
22 Pierre Hadot, Exercices spirituels et Philosophie antique , Paris (Lies
Études Augustiniennes) 1981, 19872; y especialmente su prefacio al libro de
Marie-Dominique Richard, L'enseignement oral de Platon , Paris (Cerf) 1986,
p. 7-15. Sólo el último parágrafo evoca un posible sistema cuya existencia
parece incompatible con la noción misma de ejercicio espiritual.

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mismo individuo en distintas épocas de su vida veamos, mejor
informados estaremos sobre él. En el caso de Platón disponemos
de diez millones de palabras ; no está tan mal.

Para hacer frente a críticas como éstas, Th. A. Szlezák reaccio-


na dando al esoterismo una definición diferente, asimilándolo a
una práctica pedagógica precisa.

Premisa JĻ b
"Esoterismo" no quiere decir evidentemente lo mis-
mo que "preservación de un secreto". La preservación
de un secreto reposa sobre la violencia impuesta por
un grupo que desea asegurarse influencia y poder
por medio de una doctrina secreta. El esoterismo de
Platón no tiene nada que ver con la violencia y la
autoridad que un grupo busca. Resulta de la decisión
libre y responsable de un maestro de ofrecer, en inte-
rés del mensaje y en el de su receptor, sólo lo que
puede ser transmitido con todo su sentido en las cir-
cunstancias actuales, y únicamente eso, o<m y cv t¿>
irapovTL Svvaróv {Rep. 509C9-10).23
Según Th. A. Szlezák, cuatro rasgos caracterizan a esa práctica
pedagógica.

- En un diálogo platónico, los participantes no se encuentran


nunca en un pie de igualdad: el interlocutor se ubica siempre en
una posición de superioridad pues él es el que sabe y el que dirige
la exposición de ese saber. Así entendida, la transmisión del saber
se hace de manera autoritaria, pues el interlocutor principal es
quien juzga la capacidad del interlocutor para recibir tal o cual
verdad en tal o cual momento, y quien decide entonces sobre la
oportunidad y sobre la amplitud de una eventual retención de in-
formación; dicho esto, no es posible deducir del carácter autori-
tario del sistema político propuesto en la República y en las Leyes

23 "Esoterik" ist selbstverständlich nicht dasselbe wie Geheimhaltung.


Geheimhaltung beruht auf dem Zwang einer Gruppe, die sich durch geheimes
Wissen Einfluss und Macht sichern will. Platonische Esoterik hingegen hat
nichts mit Zwang und Gruppengeltung zu tun. Sie resultiert aus der freien,
veranwortungsbewussten Entscheidung des Lehrenden, im Interesse des Re-
zipienten nicht mehr zu offerieren als unter den gegebenen Umständen sinnvoll
vermittelt werden kann - also all das, aber auch nur das, hósa g9 en toi
parónti dunat ón, Politela 509c9-10 ("Platon und die neuzeitliche Theorie der
Platonischen Dialogs", Elenchos 10, 1989, p. 347) .

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la necesidad del carácter autoritario de la transmisión del saber
en el marco de la Academia. Por otra parte, si se admite ese tipo
de relación, la verdad se reduce en el límite a lo que el interlocu-
tor satisface en el plano del comportamiento y, de una manera más
general, en un plano psicológico. Desde ese momento, la verdad
resulta, en el peor de los casos, un señuelo, en el mejor, una nece-
sidad para sobrevivir. Encontramos allí una concepción comple-
tamente nietzscheana. Pero ésa era la de un Platón cuya concepción
de la verdad parece haber sido completamente otra.
El joven Aristóteles en la segunda parte del Parménides 24 y el
joven Sócrates en el Político ilustran bien la posición defendida
por Th. A. Szlęzak pero, en el Fedón , Cebes y sobre todo Simias
apuntan objeciones que vuelven verdaderamente a poner en tela
de juicio las demostraciones de la inmortalidad del alma propues-
tas por Sócrates, que reconoce la gravedad de las dificultades
señaladas por Simias, y no sólo en palabras sino también en
actos; pues, deteniendo el curso de la argumentación, Sócrates
emprende el relato de un mito para tranquilizar a sus discípulos
y para tranquilizarse a sí mismo antes de beber la cicuta.
- El diálogo sigue una curva ascendente. Cuanto más se avan-
za en el diálogo, más crece la importancia de los temas abordados.
Es particularmente el caso, hace notar Th. A. Szlęzak, del Górgias
y la República.
- No es seguro sin embargo que, por ejemplo, diálogos como el
Sofista , el Timeo y las Leyes sigan ese movimiento. En el So-
fista , el Extranjero de Elea interrumpe el proceso dialéctico para
explicarse sobre los grandes géneros antes de volver a la última
división. El Timeo termina con una tercera parte que es una
síntesis doctrinaria de las dos primeras y que trata esencial-
mente sobre el ser humano, el microcosmos. Después del libro X,
que constituye un verdadero tratado de teología, las Leyes reto
man el inventario de las disposiciones legislativas. Y, entre los
diálogos anteriores, la estructura del Banquete , que termina con
un elogio de Sócrates hecho por un Alcibíades borracho, es mucho
más horizontal que vertical.
- El acceso a un nivel más elevado del diálogo es puesto en
escena muy frecuentemente como una prueba, como un test. Se
pronuncia un discurso, se presenta una tesis. El que sostiene esa

24 Cf. Luc Brisson, "Les réponses du jeune Aristote dans la seconde


partie du Parmenide de Platon. Essai de classification", Revue XX, 1, 1984
[1986], p. 59-79.

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teflis cae bajo el golpe de la crítica, ¿puede acudir en ayuda de su
discurso? Muy a menudo la ayuda toma la forma de algo que tiene
más valor. Esas cosas que tienen más valor ( timiótera ) son reali-
dades de rango más elevado, es decir principios.

Pero esta interpretación no se impone. 25 El comparativo timió-


tera se opone a phavla, término que se encuentra en Fedro
278b6-7 para calificar los escritos. Hay que aportar ayuda, auxi-
lio ( boetheín ) a los escritos que son inferiores, remontando a
esa realidad de orden superior de la que no son sino imágenes.
¿Qué es esa realidad de orden superior? Son "los discursos que
sirven para la enseñanza, que son pronunciados para instruir y
que en realidad son escritos en el alma, donde hablan de lo jus-
to, de lo bello y de lo bueno, y que son los únicos que proporcio-
nan claridad y perfección y merecen ser tomados en serio" ( Fedro
277e9 - 278a5). Esos escritos son superiores porque están con-
signados en el alma, realidad emparentada con las Formas.

Eg en esos timiótera en los que piensa Platón cuando en sus diá-


logos difiere para más adelante una exposición. H. J. Krämer ha
hecho una lista de esos pasajes. 26 Veamos algunas observaciones
muy breves sobre cada uno de esos pasajes, observaciones que pre-
tenden ser independientes de toda interpretación esoterista.

- En Protágoras 356e8-357cl, 27 a Sócrates le basta, en el marco


de su argumentación, con haber establecido la necesidad de un
saber que sepa evaluar qué elección hay que hacer entre el placer
y el dolor y en qué proporción; la determinación de las caracte-
rísticas de ese saber son supérfluas, por eso la discusión sobre
ese punto es diferida para después.
- En Menón 76e3-77bl, 28 Sócrates estima que le basta con evo-
car la definición del color dada por Empédocles para desembara-
zarse elegantemente de la intempestiva pregunta que acaba de
hacer Menón, y volver así rápidamente a la investigación de una
definición de la virtud.

25 Es lo que ha hecho notar especialmente G. Vlastos, "On Plato's Oral


Doctrine" (en lo sucesivo POD) [1963], Platonic Studies , Princeton (Prin-
ceton Univ. Press) 19812, 396-397.
26 Para un relevamiento de los pasajes en que se reitera esta práctica,
cf. H. J. Krâmer, Platone e i fondamenti della metafisica , Milano (Vita e
Pensiero) 1987, p. 358-369.
27 Pasaje comentado por Th. A. Szlezák en PSP, p. 174-178 = PSF,
p. 244-247.
28 Pasaje comentado por Th. A. Szlezák en. PSP, p. 181-184 = PSF ,
p. 253-255.

2S

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- En Fedón 107b4-10, 29 la situación es dramática y la pregunta
infinitamente más grave. Sócrates acaba de proponer un cierto
número de pruebas en favor de la inmortalidad del alma y de
responder a las objeciones planteadas por Cebes y Simias. Reco-
noce que la objeción de Simias lo obliga a volver sobre las pre-
misas que ha postulado. Ahora bien, Sócrates ya no tiene tiempo
para proceder a esa revisión, pues la cosa implica la adopción
de un nuevo sistema; y dentro de pocos instantes debe beber la
cicuta. Compromete entonces a sus discípulos a emprender esa
revisión de las premisas que conciernen al alma, narra un mito
que le permitirá morir dignamente y sin miedo, y bebe la cicuta.
Ninguna alusión hay en todo eso a una doctrina de los principios
ni a una enseñanza dispensada por un maestro.
- República VI 506d2-507a2 30 constituye un pasaje que se co-
rresponde mejor con los presupuestos de la interpretación eso-
terista. Sócrates difiere para más adelante un discurso sobre el
Bien, cuya huella no se encuentra en ningún lado, para quedarse
en un discurso sobre las cosas buenas. Se puede pensar efectiva-
mente en una retención de información, pero también se puede
pensar que una definición y una descripción del Bien son supér-
fluas en el marco de una definición y una descripción ya particu-
larmente larga de la ciudad buena y de los buenos ciudadanos
que deben poblarla, y eso aun en el caso de que sea cierto que
la República trata "sobre la Justicia", la que no puede definirse
sino en función del Bien. Pero, a no ser que se reduzcan brutal-
mente la ética y la política a la ontologia, es preciso reconocer
que la mayor parte de ese diálogo aborda problemas de un orden
totalmente distinto: psicológico, ético, social, político especial-
mente. La misma explicación vale para República VI 509cl-ll, 31
donde Sócrates, que acaba de decir que el Bien "está aún más allá
del ser, sobrepasándolo en dignidad y en poder", 32 no puede
decir nada más de él aun cuando quisiera hacerlo. Si el Bien está
más allá del ser, está también más allá del discurso. En conse-
cuencia, el silencio, la contención son necesarios, y esa necesidad

20 Pasaje comentado por Th. A. Szlezák en PSP , p. 247-250 = PSF ,


p. 327-330.
30 Pasaje comentado por Th. A. Szlezák en PSP , p. 309-316 = PSF ,
p. 394-400.
31 Pasaje comentado por Th. A. Szlezák en PSP, p. 316-317 = PSF,
p. 405.
32 La interpretación que de esta frase ha propuesto F. M. Cornford me
parece totalmente satisfactoria: "Whereas you can always ask the reason for
a thing's existence and the answer will be that it exists for the sake of its
goodness, you cannot ask for a reason for goodness; the good is an end in
itself" (Plato and Parmenides , London [Routledge & Kegan Paul] 1939,
p. 132).

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nada tiene que ver con el esoterismo y evidentemente no implica
ninguna superioridad de la palabra sobre la escritura.
- En Parménides 136d4-e3, Zenón, que le pide a Parménides que
dé una demostración de su método tomando como punto de par-
tida su hipótesis "Lo Uno, si existe", o más bien, de acuerdo con
mi interpretación, "si es uno'', choca con las reticencias de su
maestro, que recuerda su edad avanzada y la importancia eventual
del auditorio que debe enfrentar; un hombre de edad, como Par-
ménides, se fatiga rápido en una performance oratoria como la
que constituye la segunda parte del Parménides , tanto más rápido
cuanto más amplio es el auditorio, pues el número de oyentes
tiene relación directa con el número de reacciones de hostilidad
o simplemente de ignorancia. Es todo. Para dar una interpreta-
ción esoterista de ese pasaje, hay que pensar que Parménides
habla de lo Uno, hay que ver en lo Uno el principio supremo y
hay que considerar que las "hipótesis" de la segunda parte desa-
rrollan una exposición metafísica, o aun teológica, como creían
los neoplatónicos. Sea como fuere, Parménides va a dar una de-
mostración de su método.
- En Sofista 254b7-d3, difiere para más tarde un discurso que
se complica más allá de lo que la exposición en curso puede admi-
tir. Por otra parte, lo esencial de ese pasaje parece encontrarse
unas líneas antes.
- En Político 284al-e8, se encuentra exactamente el mismo caso
de figura.
- En Timeo 48c2-el, y 53c4-d7, 33 Timeo admite que se podría
ir más allá de los tres géneros que le permiten explicar el uni-
verso, o más allá de los dos triángulos rectángulos que pone al
principio de los poliedros; pero se niega a ello para poder, a
partir de las premisas que ha elegido, terminar la fabricación
del modelo cosmológico en que consiste el Timeo .
- Hay que estar verdaderamente convencido de una interpretación
esoterista para leer Leyes X 894al-5 como un testimonio de la
constitución del mundo a partir del punto ideal, la línea ideal
y la superficie ideal. Simplemente se puede ver allí una refor-
mulación de la explicación geométrica propuesta en el Timeo.

En resumen, en todos esos pasajes nos encontramos en presencia


de dos casos de figuras. O bien el interlocutor principal encuentra
una pregunta que no le parece pertinente o que le parece demasiado
compleja; posterga entonces cortesmente su examen para no dis-
traer la discusión de su objetivo mayor ( Protágoras 356e8-357cl;
Menón 76e3-77bl; Parménides 136d4-e3; Sofista 254b7-d3; Políti-

33 Para un comentario antiesoterista de este pasaje cf. G. Vlastos, POD,


Platonic Studies 19812, p. 399-403.

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co 284al-e8). O bien el interlocutor se encuentra frente a una
pregunta sobre las premisas y, sabiendo que una pregunta sobre
las premisas lo obligará a modificar su sistema explicativo, se
niega a tomar en consideración esa pregunta en interés del discur-
so, para llegar lo más rápidamente posible a proponer un sistema
explicativo coherente y consistente, y eso aun cuando conozca los
límites de un sistema tal ( Fedón 197b4-10; República VII 506d2-
507a2, 509cl-ll; Timeo 48c2-el, 53c4-d7). Por otra parte, sucede
muy a menudo que Platón difiere la discusión de un asunto que
no tiene nada que ver con la doctrina de los principios, por ejem-
plo en Político 274b: "Pues bien, hemos llegado ahora a aquello en
vista de lo cual todo este relato fue emprendido. En efecto, en lo
que concierne a los animales habría que referir muchas cosas que
tomarían mucho tiempo para determinar a partir de qué condicio-
nes y por qué razones cada una de las especies ha cambiado".
Ahora bien, el hecho de que se difiera para más tarde la comuni-
cación de informaciones que no tienen nada que ver con una
doctrina de los principios, y el hecho de que sea difícil, por no
decir imposible, determinar con certeza que eso que se posterga
para más tarde es la comunicación de informaciones relativas a
una doctrina de los principios, he aquí lo que es fatal para una
interpretación esoterista que pretende que lo esencial es sólo aludido
en los diálogos platónicos. Si no llegamos a descubrir esas alusio-
nes y si no nos entendemos sobre su significado, no queda nada
que decir.

Premisa 5
Esa doctrina de los principios que hay que conservar
en secreto (premisa 4 a) o proteger de una divulga-
ción intempestiva (premisa 4 b) debe ser comunicada
oralmente y no por escrito.
La palabra oral presenta un cierto número de ventajas técnicas (cf.
premisa 3) sobre la escritura aun cuando, como medio de comu-
nicación, ella conlleva evidentes carencias: necesidad de la atención
del destinatario durante toda la exposición, enlace con una memoria
individual, transformación constante del mensaje transmitido oral-
mente. 34 Pero, en el marco de una interpretación esoterista tal
como se define en las premisas 4 a y 4 b, 35 el recurso exclusivo a la

84 Sobre el tema cf. L. Brisson, Platon, les mot» et le» mythes, 1982,
p. 32-49.
60 Leo Strauss propone ana interpretación politice: Platón no se ha

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palabra oral se explica así. Sólo ésta, permite elegir los destinata-
rios de un mensaje. El que quiere reservar un mensaje para un
grupo o reservar la divulgación para un momento preciso en el
curso de una relación pedagógica determinada está obligado a re-
currir a la palabra oral. El hecho de no aceptar las premisas 4 a
y 4b acarrea la negación de la premisa siguiente.

Premisa 6
Esa voluntad de reservar lo esencial de su doctrina
para un círculo de iniciados, sea en el marco de un
grupo o de una relación pedagógica, da cuenta de la
perceptible separación entre el testimonio de Aristó-
teles sobre la doctrina platónica y lo que podemos leer
en sus diálogos.

Es un hecho el que, en numerosos aspectos, Aristóteles atribuye a


Platón doctrinas de las que es imposible encontrar vestigios en los
diálogos. ¿Cómo explicarlo, habida cuenta de que Aristóteles, que
habría pasado cerca de veinte años en la Academia, no ha podido
no pertenecer en algún momento u otro al círculo de los íntimos
de Platón?
Los sostenedores del esoterismo ya tienen preparada una res-
puesta. Aplican sistemáticamente esta regla de interpretación:
cuando no podemos relacionar puntos de doctrina expuestos por
Aristóteles con algún pasaje preciso de los diálogos, eso significa
que Aristóteles divulga puntos de doctrina reservados en principio
para el pequeño círculo de iniciados al cual él mismo pertenecía.
Aprovechando esas informaciones y, sobre todo, complementándo-
las con la ayuda de otros testimonios - sobre todo los de los co-
mentaristas de Aristóteles - , es posible reconstituir esa doctri-
na esotérica. Pero nada nos obliga a admitir lo que no es más
que una hipótesis, propuesta, además, para salvar la interpreta-
ción aristotélica. 86 Entre paréntesis, se advertirá que no es sólo

atrevido a escribir todo por temor de la censura que se aplicó a Sócrates con
todo risror y de manera espectacular.
36 "This oral doctrine, a hypothesis set up to save the phaenomena of
Aristotle's testimony, has come to be treated as if it were itself part of the
phaenomena to be saved. The history of human thought has known many such
inversions; in this instance, as in all others like it, the result has been to
disregard, explain away, or deny those factors in the phaenomena which
contradict the hypothesis. The only healthy and reasonable course, however,
is to discard this hypothesis and try another; to accept that part of Aris-
totle's testimony îs at variance with the identification of ideas and numbers,

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la interpretación de Platon la que es alcanzada por esta observa-
ción sino también la de todos los Presocráticos, respecto de quienes
Aristóteles es la fuente doxográfica más antigua y más importan-
te;87 por ese sesgo toda la historia de la filosofía occidental está
cuestionada.

Los que rechazan una interpretación esoterista proponen una


explicación minimalista del problema. Para bien o para mal, Aris-
tóteles constituye el punto de partida de la historia de la filosofía
occidental. Ahora bien, entre Aristóteles y los grandes historiado-
res de la filosofía de los siglos xix y xx han transcurrido veintitrés
siglos que han modificado el modo de hablar acerca de sus pre-
decesores en filosofía. Aristóteles tenía una doctrina que defender
en el marco de la Academia en primer lugar, y del Liceo; también
hacía leña de cualquier árbol para imponer sus opiniones en des-
medro de todas las demás, incluidas las de su maestro, lo que,
repitámoslo, da de la Academia la imagen de una organización
particularmente abierta. La aproximación de Aristóteles es esen-
cialmente polémica, cosa que de ningún modo plantea el problema
de su honestidad. 88 Su práctica de lo que ahora denominamos
"historia de la filosofía" difiere sensiblemente de la nuestra ; basta
con reconocerlo y con tratar de comprender cómo reacciona él
frente a tal o cual texto, a tal o cual punto de doctrina. Y, en
el caso de Platón, todo hace creer que Aristóteles tenía en vista no
tanto los diálogos como las interpretaciones de ellos propuestas
en el seno de la Academia, es decir un platonismo en situación.
De allí en más, sería paradójico convertir este híbrido provisorio
en el fundamento mismo de la doctrina platónica.

Premisa 7
Las dudas de Platón sobre la capacidad del escrito
para transmitir un mensaje filosófico no son el fruto
de reflexiones tardías de un autor aleccionado por la

to see whether that identification may not have its origin and explanation
in Aristotle's own critical interpretation of Academic thought rather than in
any suppositious oral exposition of Plato's own" (H. P. Cherniss, The Riddle
of the Early Academy, p. 29).
37 Esta es la razón por la cual H. F. Cherniss ha escrito también Aris-
totle's Criticism of Presocratic Philosophy, Baltimore (The Johns Hopkins
Press) 1935.
38 La agresividad de Cherniss, que no se abstiene de considerar inten-
cionales las interpretaciones tendenciosas de Aristóteles, lamentablemente ha
apartado de él a una cierta cantidad de lectores.

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experiencia y resignado; son perceptibles desde los
comienzos de su actividad literaria.

La originalidad de que da prueba Th. A. Szlezák consiste en haber


llevado a término una idea anticipada por K. Gaiser. En los diá-
logos del primer período, Th. A. Szlezák ha relevado todos los
pasajes en que Platón interrumpe la discusión para diferirla para
más tarde o dice que un determinado punto será esclarecido me-
diante recurso a doctrinas más valederas. Ello explica que el es-
crito no esté en condiciones de transmitir la verdad filosófica, y
que Platón haya aceptado su uso para introducir en una discusión
más amplia que la que Platón pone por escrito, pero análoga a
aquella en la que la palabra oral toma el relevo del escrito y
permite una argumentación adecuada. Dicho de otro modo, el es-
crito dialogado exige una ampliación oral y procura un espacio
para ese verdadero diálogo, pero es su introducción.
Th. A. Szlezák considera a Platón un caso único en la historia
de la filosofía, en tanto es el único que ha comprendido la necesi-
dad de suplir mediante una discusión oral la insuficiencia del es-
crito. Pero esto podría entenderse al revés. Platón constituiría el
ejemplo, en una civilización oral, de la necesidad de un auxilio
escrito experimentada por un filósofo que toma distancia respecto
de poetas y oradores y siente la pobreza de tal auxilio, en la medi-
da en que éste no reproduce la forma de la enseñanza propiamente
filosófica. 88
Hay otra consecuencia aún más discutible. Si lo que pretende
Th. A. Szlezák es correcto, de ello se sigue que Platón tenía un
sistema constituido ya desde sus primeros escritos redactados entre
399 y 390 - Platón andaba entonces por los treinta - , un sistema
que habría constituido el cuerpo de doctrina transmitido en el mar-
co de la Academia a partir de 387 - Platón andaba entonces por
los cuarenta - . Ahora bien, como esa doctrina es una "doctrina
de los principios" que se reduce a pocas cosas, no podía evolucio-
nar. Durante cerca de medio siglo Platón habría predicado la bue-
na nueva, siempre la misma, esforzándose para no sembrarla a los
cuatro vientos.

Premisa 8
Se puede reconstituir esa doctrina a partir de un cier-
to número de testimonios.

39 Esta posición se aproxima a la de Schleiermacher.

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Se trata de testimonios que encontramos en la tradición aristoté-
lica: Sobre el bien, Sobre la filosofia, Protréptieo, Sobre los con-
trarios, Metafisica, Fisica, Del alma, Del cielo, De la generación
y corrupción, Ètica endemia, Ètica nicomaquea, Gran moral, Sobre
las líneas indivisibles, Divisiones. Esos testimonios pueden ser
esclarecidos por los comentaristas de Aristóteles: Alejandro de
Afrodisia, Porfirio, Jámblico, Temistio, Siriano, Proclo, Miguel
de Éfeso, Filópono, Simplicio, Asclepio de Tralles. También por
testimonios de miembros de la Academia antigua: Aristóxeno, Teo-
frasto, Hermodoro, Espeusipo, Jenócrates. A ellos se ha querido
agregar el testimonio de Sexto Empírico, particularmente discu-
tible. 40
Quienquiera que use el testimonio de Aristóteles para probar
la existencia de una doctrina no escrita de Platón, debería estar
conciente de esto: en todo el corpus aristotélico no encontramos
más que dos pasajes en que podría estar clara y exclusivamente
atribuido a Platón un punto de doctrina determinado del que no
se encuentra vestigio en los diálogos, y que no podría ser consi-
derado como una interpretación tendenciosa de los diálogos; se
trata de Física IV 2, 209bll-16 y De anima I 2, 404bl6-30. Si-
guiendo a Cherniss me he ocupado de mostrar que esos textos pue-
den ser fácilmente interpretados fuera del marco de las doctrinas
no escritas. 41
Por otra parte, el testimonio de Aristóxeno de Tarento - ba-
sado en el de Aristóteles - relativo a la famosa conferencia Sobre él
Bien dictada por Platón se vuelve en contra de los sostenedores
del esoterismo, pues según el testimonio de Aristóxeno esa confe-
rencia parece retomar la doctrina de los diálogos (especialmente
libros VI y VII de la República) y estar dirigido más a un público
de aficionados que de iniciados. 42
Veamos en qué habría consistido la doctrina no-escrita de
Platón.

Premisa 9
Esa doctrina comprende dos momentos. Un momen
de reducción que trata de establecer los principio
Y un momento de deducción de lo real a partir de
esos principios.

40 G. Vlastos, POD, Platonic Studies 19812, p. 384-389.


41 "L'enseignement oral de Platon" (=EOP), en Les Études Philosophi-
ques, 1990, p. 100-102.
43 EOP, Les Études Philosophiques , 1990, p. 102.

SO

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El momento de reducción comprendería dentro de sí dos operacio-
nes. Implicaría una reducción dimensional inspirada en el pitago-
rismo y una reducción categorial proveniente de la herencia so-
crática. En el primer caso habría que seguir las siguientes etapas:
remontar desde las superficies a las líneas, a los números, y a
los principios de los números, lo Uno y la Diada indefinida, que
son también los principios de los seres. Según la reducción cate-
gorial, Platón distinguía dos clases de ser: los seres en sí, que
corresponden a las Formas, y los seres relativos que correspon-
den a las cosas sensibles. Los seres relativos se reparten en
dos grupos: los contrarios, uno de cuyos miembros excluye al
otro (vida y muerte), y los correlativos, donde los dos términos
de la relación aparecen y desaparecen al mismo tiempo (alto y
bajo) y pueden presentar una gradación, un término medio. Por
otra parte, los seres en sí deben ser remitidos a lo Uno, mientras
que los seres contrarios deben ser remitidos a lo Igual y lo Desigual,
y los seres relativos deben ser remitidos a la categoría del Exceso y
el Defecto. No obstante, de hecho, la Igualdad se remite a lo Uno,
mientras que la Desigualdad comprende el Exceso y el Defecto.
Ahora bien, el Exceso y el Defecto no constituyen dos géneros
distintos, sino que se ubican en la categoría de la Diada indefinida.
Una vez acabada la descomposición de lo real en sus elemen-
tos inversos, Platón hacía el camino inverso que conduce a la cons-
titución del mundo sensible, por intermedio de los números constitui-
dos a partir de lo Uno y la Diada indefinida, y luego, de la extensión
geométrica.

Premisa 10
Para establecer esos principios y para reconstituir lo
real a partir de ellos, hay que considerar que la par-
ticipación de las cosas sensibles en las Formas inteli-
gibles funciona de la misma manera que la partici-
pación de las Formas inteligibles entre sí.
Nos encontramos aquí en presencia de una premisa metafísica
de primerísima importancia. Según Aristóteles - y probablemente
para otros miembros eminentes de la Academia - , la teoría plató-
nica de las Formas separadas implicaba una relación de variación
directa entre sustancialidad y universalidad; ese principio marcha
en el sentido contrario del de la premisa que funda la lógica inau-
gurada por Aristóteles, para quien esa relación es inversa, repre-
sentando el individuo la sustancialidad particular, y la clase, la
universalidad vacía. Ahora bien, esa relación de variación directa

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entre universalidad y sustancialidad ya no se aplica cuando se trata
de la participación de las Formas entre sí: en efecto, son sólo las
Formas, clases universales, las que presentan esa realidad en la cual
los individuos se limitan a participar. En otros términos, la cosa
sensible tiene por participación esa realidad que la correspondiente
Forma es. Admitido esto, fuerza es reconocer que ninguna jerar-
quía de orden metafísico puede ser establecida entre las Formas. 43
Por cierto que el Ser, lo Mismo y lo Otro tienen una extensión
máxima en la medida en que pueden ser predicados de todas las
Formas, incluidos ellos mismos; por cierto que se dice que el Bien
se encuentra más allá del ser. Pero nada indica que el Ser, lo
Mismo y lo Otro se sitúen ontologicamente por encima de las
demás Formas; y lo que se dice del Bien debe ser tomado en un
sentido figurado, so pena de privarlo de significación. 44
En un contexto teórico como el que habría sido el de Platón
interpretado por Aristóteles y otros miembros de la Academia, la
participación de las Formas entre sí es asimilada a la participa-
ción de las cosas sensibles en las Formas. En ese contexto teórico,
el predicado más universal es la unidad. Así lo Uno llega a ser
naturalmente el principio supremo, al cual hay que adjuntar un
principio totalmente indefinido sobre el cual lo Uno pueda actuar
para constituir todo el resto. Y como, en un primer momento, lo
Uno constituye las Ideas, las Ideas no pueden ser sino Números,
al menos en el punto de partida.

B) Las consecuencias

Como en el caso de la interpretación de Platón, o de cualquier


otro filósofo, es imposible efectuar una verificación que vaya más
allá del simple nivel de la coherencia y la verosimilitud; queda
una sola cosa por hacer: considerar en un plano muy general las
consecuencias a que conduce la adopción del cuerpo de premisas
cuyo inventario acabamos de hacer.

Consecuencia 1
En lo que respecta a la obra escrita, una inter-
pretación esoterista de Platón, cuya obra noa ha
llegado en su totalidad, hace de él el equivalente
de un presocràtico.

43 Cf. por ejemplo Fedro 250b.


44 Cf. la nota 31.

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Esta asimilación de Platon a un presocràtico se manifiesta tanto
en el plano textual como en el de la interpretación.
En los diálogos sólo aflorarían minúsculos fragmentos - me-
nos numerosos aún que los que subsisten de muchos presocráti-
cos - de una doctrina reservada a iniciados, que sólo podría ser
reconstruida indirectamente a partir del testimonio de quienes fre-
cuentaron la Academia, en primer lugar Aristóteles. Por ello habría
que hacer una lectura de los diálogos que busque las alusiones a la
doctrina de los principios. Ahora bien, ese tipo de lectura tiende
a descuidar la forma literaria y la progresión de la argumentación,
en provecho de una cacería de las alusiones.
Curiosamente - y quizás eso no sea ajeno a la práctica doxo-
gráfica de Aristóteles - la doctrina no escrita de Platón es una
doctrina de los principios, como la de los presocráticos. A partir
de allí tenemos el derecho de preguntarnos si esa doctrina de los
principios no es una reconstrucción realizada por Aristóteles a
partir de los diálogos, con un objetivo muy preciso: poder compa-
rar fácilmente, poniendo una y otra sobre un mismo plano, la
doctrina de Platón con la de los presocráticos y disponer así de
un oponente a su propia filosofía. Dicho esto, parece que Platón
mismo hubiera intentado definir los "principios" de su doctrina;
lo hizo en el Filébo', ahora bien, una lectura neutra de ese diálogo
nos permite reconocer bajo los cuatro géneros del Füebo, a las
Formas, al demiurgo, el receptáculo y el devenir; nada más.

Consecuencia 2
En lo que respecta a la doctrina, Platón se con-
vierte en un neoplatónico avant la lettre en la me-
dida en que su doctrina se encuentra asimilada a
la de Pitágoras y descansa sobre una constitución
de lo real a partir de esos dos principios que son
lo Uno y la Diada.
Más precisamente, en el marco de un acercamiento entre Platón
y los presocráticos, se advierte que, tal como ocurrió en la Anti-
güedad - y Diógenes Laercio es un excelente testigo a ese res-
pecto - los sostenedores de una interpretación esoterista vuelven
al testimonio de Aristóteles sobre las influencias doctrinarias que
se habrían ejercido sobre Platón: Él (Platón) hizo una síntesis
entre las doctrinas de Pitágoras, Heráclito y Sócrates. En el marco
de su filosofía, en efecto, respecto de lo sensible seguía a Heráclito,
para lo inteligible, a Pitágoras, para lo político, a Sócrates ( Me-
tafísica A 6, 987a29-b6). Pero la identificación completa entre las

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doctrinas de Pitágoras y Platón parece historicamente haber sido
elaborada recién en el marco del neoplatonismo ; 45 sorprende pues
que ya se encuentre lo esencial de esa identificación en Platón.
Dicho esto, parece que la influencia del renacimiento pitagórica
del siglo i a. C. ha desempeñado un papel fundamental para hacer
de Platón un seguidor de Pitágoras, movimiento que será llevada
a término por Jámblico, quien inspirará a toda la corriente plató-
nica ulterior. Por otra parte, mientras la filosofía de Platón es
una filosofía de la separación, la corriente neoplatónica buscará
colmar ese hiato multiplicando los intermediarios.

Consecuencia, S
Toda inserción social de la práctica socrática desa-
parece y no se ve muy bien para qué pueden servir
las escenificaciones de los primeros diálogos.
Sócrates discute siempre con personajes reales en situación concret
especialmente sobre valores políticos y éticos. No habla nunca
futuros "académicos" y nunca invoca una doctrina de los princ
pios en el sentido en que la entienden los sostenedores de una
terpretación esoterista. Además esto es confirmado por Aristóf
nes y Jenofonte. Todo ello hace de los diálogos platónicos docu
mentos incomparables sobre la vida concreta en Atenas a fines d
Bigio v y a comienzos del siglo IV a. C., dimensión que no pue
tomar en cuenta una interpretación esoterista. Además, Sócrat
pretende no saber nada. Y uno se pregunta por qué no habríam
de tomar en serio esa declaración de ignorancia, y por qué habr
mos de sospechar detrás de cada aporia una voluntad, si no
ocultar, al menos de retener, por un momento en todo caso, u
doctrina de los principios.
He aquí por qué una lectura esoterista vacía los diálogos,
sobre todo los diálogos de juventud, de su contenido específico p
presentarlos a la luz de una doctrina de los principios. Así, un d
logo de juventud corre el riesgo de carecer de sentido. 46 En efecto
el trasfondo filosófico de los diálogos de juventud sólo es percep
tible sobre la base de una enseñanza explícita que puede ser re-
construida a partir de alusiones hechas en otros diálogos. 47 Tal

45 De allí el interés de un libro como el de H. J. Kramer, Der Ursprung


der Geistmetaphysik. Untersuchungen zur Geschichte des Piatonismus zwischen.
Platon und Plotin. Amsterdam (Schippers) 1964, 19672.
■*6 PSP. t>. 126. n. 28 = PSF. o. 189. n. 29.
« PSP, p. 51-52, p. 53, cf. p. 113-114 = PSF, p. 110-115, 174-175.

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posición deja de lado matices importantes; por ejemplo el Hipias
menor fracasa no por no haber planteado la cuestión de saber lo
que es la justicia o por no haberla identificado con un saber, 48 sino
por no haber distinguido ese saber en qué consiste la justicia de
un saber técnico. Las aporias sólo tienen un sentido táctico. 49 Y a
veces la historicidad se malinterpreta : Nicias y Laques represen-
tarían las dos tendencias de la interpretación platónica que se
oponen a la escuela de Tubinga. 50

Consecuencia U
La cuarta consecuencia de este tipo de interpre-
tación reside en negarse a considerar como algo
primordial en Platón la voluntad de transforma-
ción del comportamiento individual y de la situación
social.

Platón hizo por lo menos dos viajes a Sicilia para conquistarse a


Dionisio el joven para sus ideas y hacer de Siracusa la primera
ciudad "ideal" dirigida por un "filósofo rey". 61 Además, Platón
escribió tres tratados políticos: la República, el Politico y las Le-
yes, que representan materialmente la mitad de su obra escrita.
Todo eso marca el interés de Platón por la ética y la política e
indica qué cantidad de coraje y qué suma de energías consagró
a ello. En cambio, una doctrina esotérica no tiene prácticamente
nada que decir sobre la organización social de una ciudad o sobre
las disposiciones legislativas que esa organización implica. Se limita
a reducir la ética y la política a la ontologia, y la ontologia a sus
principios que culminan en lo Uno y la Diada indefinida. 62
De cualquier modo, el problema no es tomar parte a favor o
en contra de la existencia de una doctrina de los principios pegada
al nombre de Platón, sino determinar a qué corresponde esa doctri-
na. Si a una enseñanza oral de Platón o a una interpretación esco-
lástica de la doctrina platónica cuyo contenido esencial se encuentra
en los diálogos, interpretación elaborada en una Academia (la an-
tigua) fuertemente impregnada de pitagorismo, y sobre la cual no
sabemos mucho, fuera de lo que se puede extraer de Aristóteles.

48 PSP. d. 85-86 = PSF. n. 142-144.


49 PSP, p. 120, cf. v. 171. m -PSF, T>. 182-183.
«° PSP. v. 159. n. 21 = PSF. u. 226. n. 21.
61 Platon, Lettres, traduction inédite, introduction et notes par Luc Br
son, Collection GP n<? 466, Paris (Flammarion) 1987.
62 H. Kramer, Arete bei Platon und Aristoteles , p. 48-56, 66, 70-77.

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Los sostenedores de la interpretación esoterista optan por la pri-
mera respuesta ; los otros, entre quienes me cuento, por la segunda.
He querido justificar esa respuesta examinando muy brevemente
las consecuencias que derivan de una interpretación esoterista cuyas
premisas he querido en una primera etapa hacer transparentes. 88

Centre Nationale de la, Recherche Scientifique, París

(traducción de Victoria Julia)

68 Debo agradecer a Néstor L. Cordero, Wilfried Kühn y Michel Narcy


que han leído una version de este artículo y me han hecho una serie de obser-
vaciones decisivas. Dicho eso, reivindico la total responsabilidad de lo que
aquí sostengo, y me considero único responsable de las imperfecciones, erro-
res e imprecisiones que subsistieren.

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