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EL DISCURSO DEL WHATSAPP :

ENTRE EL MESSENGER Y EL SMS

MARÍA LUISA CALERO VAQUERA


Universidad de Córdoba

A Ana M.ª Vigara Tauste,


con quien descubrimos que el habla estaba viva

RESUMEN
El sistema de mensajería WhatsApp es una muestra más de lenguaje virtual,
instantáneo, dentro de la categoría de lo hablado escrito (Oesterreicher, 1996),
pensado para teléfonos móviles inteligentes. Es un sistema que comparte muchas
de las peculiaridades de otras técnicas de comunicación electrónicas (las más cer-
canas, el Messenger y el SMS, como se estudia en este artículo) pero que aporta
al conjunto otros elementos novedosos (el código iconográfico emoji, por ejem-
plo). El WhatsApp es una aplicación con sus grandes ventajas comunicativas, tec-
nológicas y económicas pero también con sus defectos (no permite llamadas
usando la tarifa de datos, por ejemplo; no usa cifrado, con lo que los mensajes pue-
den ser interceptados), lo que está derivando en la rápida aparición de vías alter-
nativas y con nuevas prestaciones (Skype para móvil, Line, Nimbuzz, Palringo,
Viber, Tango, Spotbros, Telegram, etc.), que no tardarán en dejar obsoleto este
breve estudio sobre un nuevo discurso electrónico. Aun así, y en definitiva, el
WhatsApp nos interesa como lingüistas por haberse convertido en un testimonio
más “de la capacidad de adaptación y colonización de la competencia comuni-
cativa humana en cualquier medio” (Blanco, 2002: 79).
PALABRAS CLAVE: comunicación, tipología textual, discursos electrónicos.

ABSTRACT
WhatsApp messaging system is another example of virtual language, instant,
within the category of written spoken (Oesterreicher, 1996), designed for intelligent
mobile phones. It is a system that shares many of the features of other electronic
communication techniques (the closest, the Messenger and SMS, as discussed in
this article) but it brings to the whole other novel elements (the iconographic code
emoji, for example). The WhatsApp is an application with its great communicative,
technological and economic advantages but also with its defects (does not allow
calls using the data rate, for example, does not use encryption, so that messages
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86 María Luisa Calero Vaquera ORALIA, vol. 17, 2014, págs. 85-114.

can be intercepted), which is leading in the fast emergence of alternative routes


and new services (Skype mobile, Line, Nimbuzz, Palringo, Viber, Tango, Spotbros,
Telegram, etc.), which will soon get this brief study out of date on a new electronic
discourse. Even so, in conclusion, WhatsApp interests us as linguists for having
become a further testimony “of ability of adaptability and colonization of human
communicative competence in any medium” (Blanco, 2002: 79).
KEYWORDS: Communication, Text typology, Electronic speeches.

1. CARACTERÍSTICAS DE LOS TEXTOS ELECTRÓNICOS

Sobre los textos electrónicos –etiquetados bajo la denominación gené-


rica de ciberhabla, traducción del inglés Netspeak (Galán, 2007: 66)– existe
ya una abundante bibliografía y webgrafía que, hasta la fecha, ha permiti-
do identificar una serie de rasgos comunes a sus diversas manifestaciones
(en chats, foros de debate, correos-e, SMS, blogs, WhattsApp, etc.). Por otra
parte, sin que lleguen a constituir un lenguaje sustancialmente distinto a
otros textos generados fuera de este canal (Gómez Torrego, 2001), tales
discursos han removido las categorizaciones hasta ahora sólidamente esta-
blecidas por la tipología textual (vid. p. ej., Isenberg, 1978; Petitjean, 1989;
Vilarnovo y Sánchez, 1992; Bassols y Torrent, 1996). De hecho, entre las
características propias de los textos que viajan a través de estas nuevas tec-
nologías de la información y comunicación (TIC) hay quien ha destacado
su condición de modos de discurso “híbridos”, dado que comparten ele-
mentos propios de los dos canales habituales de comunicación lingüística:
el oral y el escrito (gráfico-icónico). Por tal razón, este tipo de lenguajes
virtuales han sido denominados textos escritos oralizados (Yus, 2001; también
López Quero, 2003), conversaciones escritas o textuales, lenguajes hermafroditas
(Araujo y Melo, 2003: 55), etc., porque sus características “parecen” surgir
de la adaptación de un discurso propio de la oralidad (presencial) a una
forma escrita (distante). En efecto, en los discursos virtuales, su inmediatez
temporal, su carácter efímero, su tendencia a la condensación (cuya mani-
festación más evidente es lo que Morala, 2001, ha denominado jibarización
gráfica), su apresuramiento discursivo, su desatención a las normas grama-
ticales y ortográficas, etc. son aspectos que comparten con los enunciados
de transmisión oral (Tusón, 1997; Briz, 1998), si bien formalmente debe-
mos reconocer que este tipo de discursos electrónicos se realiza a través
de herramientas de resultados gráfico-icónicos y, por tanto, son emitidos
y recibidos por el canal visual, propio de los sistemas de escritura.
No obstante, estamos de acuerdo con Carmen Galán cuando señala que
tal hibridismo “no se mantiene de la misma manera” en los diferentes me-
dios electrónicos:
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[…] por ejemplo, el chat está más próximo al ámbito oral que el correo
electrónico (“escribimos” correos electrónicos, pero “hablamos” en el chat
o en los juegos virtuales), mientras que en los mensajes SMS de los teléfo-
nos móviles se produce una sugerente combinación entre los rasgos escritos
(el texto) y las modalidades entonativa y gestual (Galán, 2002: 104-105).

Por tal razón, más arriba utilizaba el verbo parecen: porque, según han
defendido otros especialistas, estos nuevos discursos no son exactamente
el resultado de una fusión directa de ambas modalidades, oral y escrita, ni
parece que haya que verlos como sustitutos de algo, sino que es obligado con-
siderarlos como medios comunicativos con su propia singularidad (Mayans,
2001). Como reconoce C. Galán:
es innegable que está surgiendo un cuarto medio de comunicación muy
complejo entre lo oral, lo escrito y lo gestual con los que comparte deter-
minados rasgos sin identificarse totalmente con ninguno de ellos (Galán,
2002: 116)1.

Muy claramente ha expresado Oesterreicher (1996) esta idea que com-


bate el simplismo del concepto dicotómico (oral/escrito) aplicado al len-
guaje: la diferencia entre lo oral y lo escrito no es en realidad una dicotomía,
como algunos especialistas parecen dar a entender, sino un continuum deli-
mitado por esos dos extremos (lo hablado y lo escrito), entre los cuales se si-
túan realizaciones intermedias, que van de lo más (o menos) formal a lo más
(o menos) informal; de modo que este autor distingue hasta cuatro tipos
de discurso: lo hablado hablado (prototipo: la conversación); lo hablado escrito
(una carta privada); lo escrito hablado (una conferencia) y lo escrito escrito (un
texto jurídico). Los discursos virtuales se integrarían, en general, en la se-
gunda de estas categoría, aunque “con un grado de inmediatez comunica-
tiva no conocido hasta ahora en un medio escrito” (Blanco, 2002: 48)2.
Un nuevo rasgo de los discursos electrónicos es su utilización masiva por
las generaciones más jóvenes, para las que se ha convertido en una activi-
dad cotidiana que forma ya parte de sus referentes culturales y sus espacios
más cercanos, hasta el punto de que se las conoce como la generación de la

1
Y, según la misma autora (basándose en Simone, 2001), estos nuevos medios comuni-
cativos nos han hecho saltar de una etapa textual (en la que predominaba la escritura) a otra
tecnológica, que supone un regreso a la primera etapa pre-textual, una vuelta a los tiempos
en que la cultura era fundamental oral y visual: “Si la invención de la imprenta implicó el paso
de un público de oyentes a un público de lectores […], la enorme cantidad de estímulos
auditivos y visuales que nos ofrecen los nuevos medios ha hecho que la visión alfabética, y su
soporte más tradicional, el texto, pierda primacía” (Galán, 2005: 141)
2
Lo mismo, pero refiriéndose al lenguaje del chat, afirma Blanco que éste “no es tanto
un discurso híbrido como se ha dicho, sino, sobre todo, un discurso especial y característico
de la comunicación hablada mediada por ordenador” (Blanco, 2002: 50).
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Red, generación del pulgar (Galán, 2007: 64), generación digital (Rubio Gil,
2010) o nativos digitales (digital natives) (Marc Prensky, 2001); de hecho,
la denominada competencia digital es una de las ocho competencias básicas
exigidas por la normativa vigente en la ESO. Según Raquel Pinilla (2011:
118), entre los internautas “la juventud española se conecta en porcenta-
jes muy superiores a la media europea”, y siguiendo los datos del Informe
anual Sociedad en Red 2008 publicados por el Ministerio de Industria, Turis-
mo y Comercio, “la edad es la variable que marca mayores diferencias en
el porcentaje de usuarios de Internet. Los jóvenes de 16 a 24 años y los de
25 a 34 son los grupos con mayor penetración en el uso de la Red, con por-
centajes del 94% y 85%, respectivamente”.
A ello hay que añadir como un nuevo elemento común entre los dife-
rentes lenguajes digitales el hecho de que todos ellos facilitan los encuen-
tros interpersonales en el aquí y ahora sin que importen las coordenadas
físicas y temporales reales de los interlocutores: los usuarios pueden, en efec-
to, comunicarse con cualquier (des)conocido en cualquier parte del mun-
do y pueden así tener un contacto proxémico mientras están a kilómetros de
distancia (Ramírez, 2008: 78). La comunicación virtual ha modificado, pues,
radicalmente las formas de relación entre los individuos, dando lugar a nue-
vos comportamientos socio-comunicativos que han generado lo que algunos
sociólogos denominan falsa extimidad, por la importante dosis de ficción y
teatralidad, por no decir falsedad, que esas relaciones virtuales conllevan,
y donde el papel de los interactuantes es más de personajes que de personas:
De esta forma, la imagen que los jóvenes se construyen antes los demás
es imprescindible para su definición, tan imprescindible que necesita, en
muchos casos, ser falseada para ganar visitas (esto es, la aceptación de los
demás) (Galán, 2011: 20).

A partir de estos cambios en la comunicación se ha creado una cibercul-


tura en la que los conceptos de espacio y tiempo han cambiado y han sufri-
do espectaculares transformaciones, impensables hace pocos años:

La información se ha transformado en nuestros tiempos en un objeto de


valor que hay que consumir compulsivamente o gestionar en beneficio
propio. “Estar informado”, en definitiva, significa ahora estar on-line en
todo momento, esto es, abierto y localizable para todos (conectado) (Ga-
lán, 2007: 63).

El lenguaje, cómo no, se ha visto profundamente afectado por el uso de


las nuevas tecnologías como medio de comunicación. En este aspecto son
destacables algunas publicaciones que en nuestro país están tratando de ana-
lizar las repercusiones de estas prácticas virtuales en la lengua española; por
ejemplo, las Jornadas de creación neológica que se vienen celebrando desde 2005
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bajo la dirección de R. Sarmiento y F. Vilches (Facultad de Ciencias de la


Comunicación de la Universidad Rey Juan Carlos, Madrid) (vid. Sarmiento
y Vilches, 2007, 2009), y cuyas conclusiones apuntan a la extraterritorialidad y
la internacionalización como dos de los más graves peligros que acechan a la
lengua española por la pérdida de identidad que ambos implican:

Las lenguas que pugnan en el fenómeno de la globalización tienden ha-


cia la extraterritorialidad (pérdida del dominio y control por parte del
hablante nativo) y hacia la internacionalización (afluencia de neologismos
innecesarios que añaden el valor y novedad del matiz, del prestigio, de la
marca, etcétera) (Sarmiento y Vilches, 2007: 166).

Por su parte, Galán (2006) ha estudiado los procesos de formación neo-


lógica de carácter metafórico en el ámbito de las nuevas tecnologías. Entre
todos esos aspectos, es la economía del lenguaje uno de los más tratados
por su destacada presencia en el uso de dichas tecnologías, más específica-
mente en el Twitter, el Messenger (MSN), los SMS o el WhatsApp, donde las
abreviaciones, truncamientos, elipsis, etc. son una constante, en un inter-
cambio textual caracterizado por la rapidez, la espontaneidad y la necesidad
de demostrar al interlocutor que se está en permanente conexión. Hay que
subrayar que las simplificaciones del lenguaje no obedecen a la voluntad in-
dividual de cada usuario, sino que son establecidas por el grupo social que
las utiliza: para entenderlas, por tanto, hay que conocer el código común
que las articula. Esta economía no solo se plasma en las abreviaturas léxicas,
sino en el uso de smilies, emoticonos y gifs animados que pueden reempla-
zar una frase, una oración. La gramática, la sintaxis, la ortografía y sus nor-
mas pasan a un plano secundario: lo prioritario es transmitir los mensajes
con prontitud y eficacia, ya sea con palabras, ya con símbolos o emoticonos.
En estrecha relación con la economía del lenguaje, estos nuevos usos lin-
güísticos cabe entenderlos desde un discurso interaccional y, en la inmen-
sa mayoría de los casos, encuadrados en un registro familiar: son rutinas
de discurso cuyas expresiones usualmente son cortas y sencillas, algunas de
registro muy coloquial, malsonantes incluso, que en otros contextos (o fue-
ra de contexto) podrían interpretarse de modo diferente; pero al inscribir-
se en este registro más cercano, los participantes comparten un universo
simbólico cuyas reglas pragmáticas conocen bien y, por tanto, se reduce el
riesgo de la malinterpretación del mensaje.

2. UN NUEVO MEDIO DE COMUNICACIÓN: EL WHATTSAPP

Nos proponemos realizar aquí una reflexión sobre las características


de la comunicación que se realiza a través del WhatsApp, uno de los últi-
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mos sistemas de mensajería digital que han surgido y que, a diferencia de


otros e-discursos, ha sido merecedor aún de escasos estudios por su recien-
te comercialización. Intentaremos describir los elementos que configuran
este tipo de discurso en contraste con otros sistemas similares: los SMS y el
Messenger.
El WhatsApp puede servirnos como ejemplo específico de red social:
un servicio de mensajería instantánea cuyo propósito es comunicar, vía
Internet y en tiempo real, a dos o más usuarios entre sí con mínimos cos-
tes económicos (0,89 € al año, al menos de momento) por los mensajes
de texto (o archivos de audios, videos, imágenes, o ubicación geográfica)
enviados. Se trata, pues, de un sistema de conversación cuyo estatus consi-
deramos a medio camino entre el chat y el SMS (de hecho, el nombre com-
pleto de este sistema es WhatsApp Messenger, y se suele presentar en los
medios publicitarios como una “potente y completa alternativa a los men-
sajes SMS”), con la ventaja de que es una aplicación que se puede insta-
lar en casi todos los “teléfonos inteligentes” (smartphones), desde los iOS
(iPhone) a las BlackBerries, pasando por los Nokia y los Android 3. La agen-
da de WhatsApp conecta con los usuarios mediante el número de teléfono
–no hacen falta perfiles complicados ni registros en la web– de modo que
es fácil encontrar aquí a las personas que están en la agenda. Se trata, por
tanto, de un medio de comunicación tan práctico como económico, lo que
ha determinado su enorme crecimiento como medio de comunicación di-
gital, vía teléfono móvil, en los últimos tiempos. En efecto, WhatsApp con-
tinúa su proceso de inmersión en el mundo de los smartphones hasta el
punto de haberse convertido ya no sólo en el sistema de comunicación
por excelencia entre teléfonos móviles con tarifa de datos, o sin ella (vía
Wi-Fi), sino en una alternativa real a los SMS, lo que está causando una con-
siderable bajada de ingresos en las operadoras móviles ante la baja factu-
ración de estos.
Etimológicamente, la palabra WhatsApp viene de un juego de palabras
en inglés: “what’s up” que es una frase coloquial que significa “¿qué pasa? ”;
app es la abreviatura que se usa para referirse a las aplicaciones. Este tér-
mino, al trasladarse a otros idiomas, ha ido derivando en nuevas formas; la
más común y usada en español sigue siendo la original, pero cada vez más
va conviviendo con otras variantes como whatssup, whatsap, watsap, whazap,
wassup, wassap, wazap, guasap (de donde el neologismo verbal guasapear) o
incluso el ambiguo guasa. Ninguna de estas palabras aparece incluida aún
en el DRAE (22ª ed.).

3
También se puede instalar en el iPad o en el PC (donde, para poder usar WhatsApp,
deberemos registrarlo con un número de teléfono que no esté siendo usado actualmente en
un móvil, ya que la aplicación no permite usar el mismo número en dispositivos distintos).
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2.1. Características comunes del SMS y el WhatsApp

Los SMS (Short Message Service) se han convertido en escaso tiempo, des-
de su aparición con la industria de la telefonía móvil en los años noventa,
en foco de atención para estudiosos de diferentes disciplinas, especialmente
para sociólogos, psicólogos, antropólogos y lingüistas, por las repercusio-
nes que en todos estos campos está teniendo este nuevo modo de comu-
nicación tecnológica. Al igual que el WhatsApp, menos estudiado hasta
la fecha por su más reciente incorporación al mundo de las TIC, el SMS se
sirve del terminal móvil como canal a través del cual circula, con las impli-
caciones psicológicas, culturales y, sobre todo, sociológicas que el uso de
tal invento conlleva:

Si los nuevos medios informáticos en general están modificando a pasos


agigantados los modelos tradicionales de comunicación, el teléfono móvil
afecta más especialmente a los modelos de relación social, hasta el punto
de que nuestras acciones más cotidianas, como el modo de concertar citas
entre amigos, hacer recados, expresar enfado e incluso molestar a los de-
más ha cambiado radicalmente en los últimos años (Galán, 2002: 105).

De modo que el teléfono móvil “se ha convertido en una prolongación


imprescindible de nuestra imagen social mediada por la tecnología […]”,
“nuestro más íntimo medio de expresión”, donde reflejamos también nues-
tra identidad personalizando “la carcasa del aparato o la pantalla, las me-
lodías de llamada y hasta la voz del buzón contestador” (Galán, 2002: 105).
La misma faceta psicosocial, como construcción de identidad grupal, se
puede encontrar en el propio uso de los SMS:

El código de los SMS no sigue un modelo estandarizado y su intención no


es la mera transmisión de información sino conformar un código que ca-
racterice a un grupo social dando forma a un colectivo (Alonso y Perea,
2008: 25).

Estos mismos autores señalan, citando a Brown y Yule (1983), que los
SMS cumplen las dos siguientes funciones del lenguaje:

[…] la transaccional, que refiere a la mera transmisión de información y


la interaccional, entendida como la habilidad de establecer relaciones so-
ciales. En relación con esta última, los SMS se emplean tanto para el cor-
tejo amoroso, como para el acoso sexual, una cita con el dentista e incluso
la recepción de los análisis clínicos (Alonso y Perea, 2008: 26).

Los textos de los SMS se llaman scripts y, al igual que en el caso del
WhatsApp, contienen expresiones abreviadas de un lenguaje derivadas
de otros medios tales como chats, e-mails, etc. El uso de ambos sistemas no
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está reducido a los más jóvenes, aunque éstos sean sus más seguros consu-
midores: también las personas adultas son cada vez más asiduas de los SMS 4
y, a un ritmo creciente, del WhatsApp.
Como se ha dicho reiteradamente, en el caso de los SMS “nos enfren-
tamos a una nueva forma de escritura que opera mediante la esquematiza-
ción y simplificación de los contenidos representados” (Galán, 2002: 115),
formada por siglas y abreviaturas de todo tipo, lo que también es extrapo-
lable a los mensajes enviados a través del WhatsApp. En efecto, las reduci-
das dimensiones de la pantalla y del teclado de los móviles y la limitación
(en el caso de los SMS) de 160 caracteres por mensaje pueden explicar el
nacimiento y desarrollo de una forma de lenguaje más abreviada inclu-
so que la que se utiliza en los chats, aunque comparte con esta última el
uso de determinadas abreviaturas (xq ‘porque’, tb ‘también’, finde ‘fin de
semana’, xf ‘por favor’, msj ‘mensaje’), el empleo de emoticonos y otras
creaciones léxicas que explotan el principio de rebus: d2 ‘dedos’. Pero las li-
mitaciones tipográficas y espaciales no explican más que una parte mínima
de la configuración de los SMS, pues normalmente los usuarios no suelen
utilizar más de 70 caracteres y en algunos casos ni siquiera el mensaje es
más económico (gracias 1000 ‘gracias mil’). La razón es el nuevo concepto
de comunicación basado en:
a) la constante disponibilidad (deontología deíctica, Galán, 2002: 105-
106), y
b) la inmediatez: la comunicación no es ya un intercambio de infor-
mación sino un objeto de consumo.
Ambas características, si se cumplen sobradamente en los SMS, aún son más
reconocibles en el sistema WhatsApp.
Existen incluso diccionarios de mensajes SMS que velan por el nuevo
idioma y unifican criterios, como si fueran Academias de la Lengua (“son
las nuevas academias de una lengua entendida como negocio”, Galán, 2002:
108), enalteciendo este tipo de lenguaje electrónico (puede verse un ejem-
plo en <http://www.diccionariosms.com/contenidos/sms_index.php3?
body=consultarsms>).
En definitiva, podemos resumir las características comunes de los SMS
y el WhatsApp agrupándolas en tres apartados:

4
Damos por supuesto que son los seres humanos quienes utilizan en exclusiva el sistema
de mensajería SMS, pero las últimas noticias de avances tecnológicos desbaratan esta suposi-
ción: en Suiza ha sido inventado un dispositivo (detector de celo) que implanta unos sensores
en los genitales de las vacas que se activan cuando los animales entran en celo; cuando esto
sucede, el dispositivo envía un SMS al teléfono del ganadero, quien así podrá inseminarlas
en el momento preciso, con el consiguiente ahorro económico (El País, “SMS: estoy en celo;
firmado: vaca suiza”, 18 de octubre de 2012).
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a) ELEMENTOS EXTRATEXTUALES (nivel supraestructural Æ aspectos prag-


máticos y comunicativos) (López Quero, Calero y Zamorano, 2004):
• La relación interactiva emisor-receptor se centra en los marcos
semánticos prototípicos /decir/, /comunicar/, /enviar/, /reci-
bir/ y /responder/.
• En cuanto a la saturación de información, podemos manejar vo-
luntariamente la emisión de mensajes, pero no así la recepción.
• Hay devaluación de la máxima de relevancia en el lenguaje SMS
pues “se regula con otras normas muy contrarias a las expues-
tas por Grice; en primer lugar porque se impone la economía
del lenguaje –es decir el lenguaje abreviado– sobre la claridad
o exactitud del mismo; en segundo lugar y debido al código
abreviado que utilizan, los SMS presentan en muchas ocasiones
una gran ambigüedad debido al cambio de grafías y otros ele-
mentos que se presentan en la frase tales como los números,
símbolos, expresiones onomatopéyicas y emoticonos” (Alonso y
Perea, 2008: 25), lo que se puede aplicar también a los mensajes
enviados vía WhatsApp.
• Suele haber conocimiento mutuo entre los emisores-receptores
de los mensajes.

b) ELEMENTOS PARATEXTUALES (nivel macroestructural Æ marco en que


se presenta el texto como forma de comunicación) (López Quero,
Calero y Zamorano, 2004):
• La construcción textual suele ser de tipo dialógico, puesto que
en ellos raramente se da una relación entre más de dos sujetos
(cuando se envían mensajes a grupos).
• La organización global del contenido se centra prioritariamente
en el desarrollo temático (lo que puede incidir en una reducción
de los niveles de cortesía pragmática).
• Posibilidad de disponer del texto del coenunciador en las res-
puestas.
• Formas similares de escritura y lectura electrónicas (uso de te-
clado y pantalla, escritura virtual, etcétera).
• Existencia de un centro de mensajería (en el caso de los SMS) o
de un servidor (en el caso del WhatsApp).
• El nombre del remitente aparece en la parte superior de la
pantalla y (en el caso del SMS) del mensaje, siempre que dicho
nombre haya sido previamente archivado en la memoria del ter-
minal receptor; tanto el WhatsApp como el SMS son un canal
de conversaciones privadas donde, por lo general, el usuario
conoce –en diferentes grados– a cada uno de sus contactos, algo
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que termina por eliminar el anonimato (a diferencia, por ejem-


plo, del chat, los foros de debate, etc., que permiten las conver-
saciones públicas).
• En el interior del texto de los SMS y WhatsApp (y organizando
su microestructura) suelen aparecer un encabezamiento (fór-
mula de saludo, apelativo, verbo imperativo, un emoticono…)
y una fórmula de cierre o despedida.

c) ELEMENTOS INTRATEXTUALES (nivel microestructural Æ aspectos fóni-


cos, gramaticales y léxicos) (Gómez Torrego, 2001; López Quero,
Calero y Zamorano, 2004; Galán, 2007):
• Empleo de los códigos lingüístico e icónico: “las limitaciones de
espacio y de los caracteres obligan a desarrollar la imaginación
para suplir las marcas expresivas vocales y gestuales mediante el
empleo de emoticonos o la deformación tipográfica del texto”
(Galán, 2002: 106).
• Las normas de puntuación no se respetan, al igual que no suelen
acentuarse las palabras.
• Las mayúsculas suelen usarse para enfatizar (aunque el énfasis es
marcado sobre todo por la repetición de uno o más caracteres).
• Las consonantes con doble grafía (ch, ll, cc, rr, qu) se reducen, la
h desaparece y los grupos de velar + vocal se escribe con w (wapa
‘guapa’).
• Los signos matemáticos y las cifras valen por lo que significan
(te echo de –) o por su sonido (2 ‘dos’).
• Los jóvenes usan códigos culturales que les son cercanos, como
los de las asignaturas (XX ‘chica’), el ocio (FX ‘cine’) y el inglés
(4U ‘for you’).
• Algunas grafías se usan simbólicamente ($ para observaciones
irónicas: Gate$ );
• El sonido se representa gráficamente (brrrrrrrrrrrrrrrrr ‘enfado’).
• Las vocales desaparecen, dando lugar a una escritura silábica.
• Uso masivo del presente de indicativo, de elementos deícti-
cos, de formas pronominales de 1ª y 2ª personas.
• Relajación sintáctica, desaliño discursivo, falta de concordan-
cias; empleos incorrectos de la ortografía sintáctica (porque en
lugar de por qué).
• Los espacios entre palabras se suprimen (ktps? ‘¿qué te pasa?’)
dando lugar a expresiones multiléxicas de tipo polisintético (len-
guaje empaquetado que incluso se archiva entre los mensajes más
corrientes por su frecuente uso).
• Predominio de estructuras imperativas, interrogativas y excla-
mativas.
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2.2. Características comunes del MSN y el WhatsApp

Utilizamos aquí el término Messenger en su sentido más genérico, te-


niendo en cuenta que bajo tal denominación se engloban realmente tres pro-
gramas diferentes: MSN Messenger, Windows Messenger y MSN Web Messenger
(la versión más reciente de mensajería instantánea de Microsoft Windows
es Windows Live Messenger; téngase en cuenta que existe además la versión de
Microsoft Messenger para Mac). Hay que subrayar que la palabra Messenger
no está recogida aún en el DRAE, pese a ser un término de uso bastante
generalizado en la lengua española. MSN Messenger fue un programa de
mensajería instantánea creado en 1999 por Microsoft, que permite la co-
municación sincronizada e interactiva entre dos o más usuarios, habiendo
llegado hoy día a ser “el programa informático más utilizado en Internet”
(Garlito, 2011: 128). El Messenger puede utilizarse lo mismo desde un or-
denador que desde determinados dispositivos móviles y, pese a que fue
ideado inicialmente para el exclusivo intercambio de mensajes escritos en
tiempo real (chat), el programa fue incrementando sus posibilidades hasta
convertirse en un completo software que facilita todo tipo de comunica-
ciones e intercambio de archivos, de modo que con el sistema Messenger
actual, además de chatear o hablar, ya es factible celebrar videoconfe-
rencias entre dos o más ordenadores. Otra de las funciones ofrecidas por
MSN es la de enviar mensajes a otros usuarios que en ese momento se en-
cuentran desconectados: una vez que inicien su sesión en el programa
recibirán el mensaje. Por último, también en determinados países es po-
sible establecer llamadas desde el ordenador hacia un terminal móvil.
De manera que las características del MSN resumidas, teniendo en cuenta
aquellas en las que coincide con el WhatsApp, son:

a) NIVEL EXTRATEXTUAL (o supraestructural: aspectos pragmáticos y


comunicativos):
• “Las conversaciones que se entablan en el Messenger son inter-
cambios comunicativos en tiempo real a través de un programa
electrónico, interactivo y virtual cuyas características técnicas
(teclado, pantalla y conexión a Internet) condicionan la capaci-
dad productiva lingüística” (Garlito, 2011: 128). Lo mismo para
el WhatsApp, sólo que aquí el dispositivo suele ser el teléfono
móvil y no un ordenador.
• La intención comunicativa de los usuarios de uno y otro siste-
ma, es básicamente la de transmitir información o establecer un
contacto, en tiempo real y con carácter sincrónico (“porque am-
bos interlocutores se encuentran presentes, esto es, conectados
a Internet, en el momento de la interacción” (Yus, 2001: 91), si
bien López Quero (2003: 10) matiza que la conversación virtual
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tiene “carácter sincrónico débil” porque “aunque los interac-


tantes están presentes, la falta de sucesividad en la producción
y recepción de mensajes resta, obviamente, sincronía a la inter-
locución virtual”.
• Como cualquier otra modalidad de chat, el tipo de “conversación
escrita” propio del Messenger es de “naturaleza emotiva, expre-
siva y participativa” (Blanco, 2002: 51). Por ello, los usuarios del
MSN “han diseñado unas herramientas comunicativas que con-
siguen paliar la importante reducción de la riqueza contextual,
demostrando así, que ya no son requisitos indispensables para la
comunicación la presencia, el tono de voz o el contexto” (Gar-
lito, 2011: 129), lo que cabe aplicar al lenguaje del WhatsApp.
• En ocasiones, por la excesiva atención al mensaje, se reducen
los niveles de cortesía pragmática (ausencia de fórmulas de sa-
ludos y despedidas), sobre todo en el caso del WhatsApp.
• A veces queda devaluada la máxima de relevancia, según la cual,
el diálogo debería relacionarse claramente con el propósito
del intercambio; pero, en ocasiones, tanto en el MSN como en el
WhatsApp se envían mensajes simplemente para hacer saber
que se está conectado, lo que nos indica la importancia que la
función fática desempeña en ambos tipos de aplicaciones. Así,
una conversación completa puede ser:
Juana dice:
helouuuuuu! tás?

J
Bea dice:

Algunas de las fórmulas empleadas son las denominadas estra-


tegias de retroalimentación (ajá, vaya!, algunos emoticonos…),
mediante las que indicamos a nuestro interlocutor que estamos
atentos a sus mensajes. Se incide también en la función fática cuan-
do queremos asegurarnos de que nuestro interlocutor, tras un
silencio, sigue nuestra conversación: esto es consecuencia de que
los usuarios no comparten las mismas coordenadas espaciales.
• Tanto en el Messenger como en el WhatsApp los contactos que
se establecen forman parte de la red de conocidos y amistades
reales (a diferencia de los foros de debate, por ejemplo): la iden-
tidad no suele ser ningún misterio, y esa falta de anonimia ayu-
da a que la comunicación sea más efectiva 5. Si en el MSN existe

5
“En el MSN no hay desconocimiento de la identidad del otro, no hay anonimato, como
puede suceder en los chats. Recordemos que los contactos del Messenger son contactos que
de alguna manera están habilitados para formar parte de la lista del usuario. Es una tecno-
ORALIA, vol. 17, 2014, págs. 85-114. El discurso del WhatsApp 97

(como en los chats) la posibilidad de usar el nickname o apodo


para ser reconocidos en la pantalla de contactos, en el caso del
WhatsApp lo que identifica al usuario es la fotografía, avatar 6
o icono que le hayamos asignado en nuestro móvil, o él mismo
se haya asignado.

b) Nivel PARATEXTUAL (o macroestructural: aspectos de organización y


distribución del texto) (López Quero, Calero y Zamorano, 2004):
• La organización paratextual tanto del MSN como del WhatsApp
está caracterizada por los turnos de habla, sucesivos y espontá-
neos. Hay una disposición multimodal (código lingüístico e icó-
nico, aunque exclusivamente textual) motivada por el deseo de
los interlocutores de exportar su expresividad, limitada por la
situación virtual/no presencial en que se produce el contacto.
• Al ser dos modalidades de la conversación escrita, tanto en el
Messenger como en el WhatsApp “la unidad dialogal mínima
[…] es el intercambio, constituido por dos intervenciones, suce-
sivas pero no siempre inmediatas, de distintos hablantes, y li-
gadas por una relación de pertinencia” (Blanco, 2002: 55); las
unidades inmediatamente superiores son la secuencia y la inter-
acción 7 propiamente dicha.
• Son frecuentes distintas intervenciones (unidad monologal) de un
mismo hablante para completar un enunciado8; como indica
Blanco (2002: 58), “la alternancia de turnos en el chat, y es ésta

logía que incorpora el control sobre lo inesperado. No es controlable lo que el otro pueda
decir o hacer, pero sí de quién queremos recibir o no comunicaciones, para quién estar dis-
ponible. El MSN brinda la posibilidad de contactarse con los amigos, conocidos, los contactos
elegidos, los referentes escogidos. El MSN más que abrir al mundo impersonal, a la explo-
ración como el chat, habilita a la conexión con los contactos, a dar señales de presencia en
el espacio psicosocial de la Red. El MSN tiene mayor intimidad, privacidad. Otorga la sensa-
ción de ‘estar ahí y presente’, a salvo de las soledades en la conexión con los pares. El MSN
en lugar de habilitar a la salida, al espacio público del chat promueve espacios reducidos de
intercambio. Más que de exploración, se trata de intercambio, presencia, compañía perma-
nente” (Balaguer, 2005).
6
La palabra avatar, que también ha dado título a una de las películas más vistas de todos
los tiempos, proviene del sánscrito avatãra, ‘descendiente’.
7
Definida la secuencia como “una sucesión de tres o más intervenciones de distintos ha-
blantes, con coherencia semántica y/o pragmática”, y la interacción como “la combinación de
secuencias sucesivas” (Blanco, 2002: 56).
8
“La información que se quiere transmitir aparece dividida en dos, tres o más interven-
ciones, especialmente cuando en la conversación se está explicando o narrando situaciones o
pensamientos más o menos largos” (Mayans, 2002: 112). “Daremos el nombre de intervención
a cada una de esas emisiones de un mismo hablante que ocupan un turno; se trata, pues, de
una unidad monologal” (Blanco, 2002: 54).
98 María Luisa Calero Vaquera ORALIA, vol. 17, 2014, págs. 85-114.

una diferencia fundamental con relación a la conversación real,


no siempre significa un cambio de hablante”; esta técnica de
fragmentación tiene como fin “mantener la relevancia dentro
de la conversación” (Blanco, 2002: 69).
• El discurso suele ser dinámico y no planificado, adoptando la
forma de pregunta-respuesta. A veces, la rapidez de la conversa-
ción ocasiona solapamientos en la misma (mientras uno de los
interlocutores escribe, no lee lo que el otro ya ha contestado);
esa misma rapidez en la conversación puede producir errores
tipográficos que enlentecen el diálogo (Yus, 2001: cap. III).
• Cabe la posibilidad de utilizar expresiones de apertura o cierre
de la conversación.
• Como se ha dicho, en ambos sistemas se utiliza como identifica-
dor un nickname, una foto, un icono, un avatar + estado, etc. que
suelen aparecer ubicados en la parte superior de la pantalla. En
el caso del WhatsApp, es en la lista de contactos donde figura el
estado, que por defecto responde a la frase Hey there! I’m using
WhatsApp; pero este cliché también puede ser personalizable,
habiéndose convertido así en un espacio donde expresar estados
de ánimo, mensajes de amor encriptados, citas célebres, frases
ingeniosas, quejas laborales, direcciones de blogs, anuncios co-
merciales, etc., usando palabras y/o iconos9.
• Existe en ambos sistemas la función para adjuntar al texto archi-
vos (de texto, de imágenes, de audios, etc.) o iconos.
• En la pantalla (del ordenador/móvil) queda registrada la fecha
y hora exacta de cada intervención.

c) Nivel INTRATEXTUAL (o microestructural: aspectos fónicos, gramati-


cales y léxicos):
• El estilo del Messenger se caracteriza por ser un discurso “con
elevada presencia de la oralidad, dinamismo, falta de planifi-
cación y con un alto grado de informalidad; así como por la
capacidad de innovación y transformación de los signos orto-

9
Algunas muestras: Si me ves es que estoy, Los fumadores nunca mueren, solamente se es-fuman,
Me sobra mes al final del sueldo, Comienza el otoño, Noches de desenfreno, mañanas de ibuprofeno, Quod
natura non dat, Salmantica non praestat, La vida es lo que pasa mientras se reinicia tu Blackberry,
Estoy durmiendo, No sé si tirarme al tren o al maquinista, Están volando hostias… y tienes una cara
de aeropuerto!!, Si te caigo mal, coge turno y espera a que me importe, Vendo Kawasaki G-2000, ganga, He
perdido mis contactos. Existen ya páginas web donde se pueden descargar frases de todo tipo
con las que sustituir la consabida frase predeterminada Hey there…!; incluso existen aplica-
ciones gratuitas, como Frases y Estados WhatsApp, donde los usuarios pueden proponer sus pro-
pias frases de estado y votar las de otros.
ORALIA, vol. 17, 2014, págs. 85-114. El discurso del WhatsApp 99

gráficos tradicionales para compensar la ausencia física de los


interlocutores” (Garlito, 2011: 136). Lo mismo cabe decir para
el WhatsApp.
• La función comunicativa es la prioritaria en tanto en MSN como
en WhatsApp, obviando a menudo la pureza sintáctica, orto-
gráfica, etc. (López Alonso, 2003: 40). Estas incorrecciones no
implican necesariamente falta de formación académica del
usuario sino que pueden ser deliberadas: elevada presencia
de oralidad, lo que implica transcripciones fonéticas (ná ‘nada’,
etc.), elipsis (ma dao ‘me ha dado’), uso de signos matemáticos
(r2 ‘recuerdos’), escritura silábica (vcs ‘veces’), etcétera.
• Predominio de la función creativa y lúdica del lenguaje, sobre
todo en el léxico (neologismos): “a gran ritmo se han acuñado
nuevos términos y se han introducido variaciones humorísticas
sobre los vocablos” (Crystal, 2002: 82):
• Tanto en el lenguaje de MSN como en el del WhatsApp es fre-
cuente servirse de elementos gráficos e icónicos para:
(i) reemplazar los gestos por signos que son representaciones
analógicas (es decir, caracteres ASCII e iconos), y
(ii) sustituir la voz por grafías con función intensificadora:
“Las repeticiones de letras, el uso de mayúsculas y otros signos
de puntuación… pueden ser un buen sustituto de la voz. Se
trata, por tanto, de intensificadores, de estrategias conversacio-
nales” (López Quero, 2003: 18).

3. LA NUEVA ESCRITURA ICÓNICA: LOS EMOTICONOS Y SU USO EN EL WHATSAPP

Según acabamos de ver, la llamada escritura gráfica o icónica aparece


como denominador común –aunque en diferentes grados– en los mensajes
emitidos a través de SMS, Messenger y WhatsApp, al objeto de remediar en
lo posible la ausencia de elementos prosódicos, paralingüísticos, quinésicos
y proxémicos propios de la conversación oral, y que lógicamente no pue-
den ser empleados en una forma de comunicación exclusivamente textual.
Esta escritura icónica merece, por tanto, si quiera un breve análisis.
De acuerdo con Gombrich (1982: 135), “el símbolo posee un aspecto
diagramático, es decir, la capacidad para transmitir relaciones con más ra-
pidez y eficacia que una cadena de palabras”. La escritura gráfica e icónica,
como un tipo de escritura simbólica, configura el lenguaje no verbal (pro-
pio de la interacción familiar o cercana) utilizado tanto en MSN como en
WhatsApp, elemento que de otra forma sería muy difícil de representar,
por lo que “el valor real de la imagen estriba en su capacidad para trans-
100 María Luisa Calero Vaquera ORALIA, vol. 17, 2014, págs. 85-114.

mitir una información que no pueda codificarse de ninguna otra forma”


(Gombrich, 1982: 138). Por lo anterior, los símbolos e iconos son utiliza-
dos con frecuencia por los usuarios de MSN y WhatsApp, pues necesitan
expresar de forma inmediata sus ideas y sentimientos.
El código, el texto y el contexto son factores que facilitan la correcta lec-
tura del signo icónico. Para entender una imagen necesitamos, en efecto,
tener presentes aquellos procesos de denotación y connotación que se dan
a partir de una experiencia previa, la cual se reconstruirá posteriormente
en los sucesivos contextos donde se producirá el acto comunicativo. Como
afirma U. Eco, la forma de codificar depende de un convencionalismo (esto
es, un código) que se basa en un sistema de expectativas ofrecidas por un
contexto determinado:
Seleccionamos los rasgos pertinentes entre las condiciones de la percepción,
se produce una reducción en casi todos los signos icónicos, pero se obser-
va de una manera más absoluta en las imágenes estereotipadas, emblemas
y abstracciones heráldicas (Eco, 1974: 179).

La construcción de un signo icónico convencional consiste, pues, en re-


ducir las características de la percepción de un objeto a unas mínimas con-
venciones gráficas, es decir, en seleccionar aquellos rasgos que considera-
mos pertinentes y que servirán para configurar después el signo icónico: una
lágrima, una sonrisa, un color, etc. De ahí la sencillez gráfica de los emoti-
conos: para representar un rostro será suficiente con bosquejar unos ojos y
una boca (elementos centrales de la expresión) en el interior de un círcu-
lo; en otros casos el elemento escogido serán unas cejas, que sugerirán una
expresión de enojo o duda, etc. En este proceso de representación y selec-
ción se suele recurrir a signos arraigados en la propia cultura, como, por
ejemplo, en occidente la simple presencia de unos cuernos rojos ya basta
para denotar un diablillo (en oriente también existe el concepto, pero es
representado de diferente forma). Morala (2001) menciona algunas varian-
tes diatópicas de interés en el uso de los emoticonos: por ejemplo, en el ám-
bito americano los ojos se representan de diferente manera (:) a como se
representan en Japón (^^), habiendo diferencias también en la dirección de
la lectura (vertical en occidente, horizontal en la zona asiática, en este caso
llamados verticonos o kaomojis); de donde se deduce que el signo icónico se
reconocerá más fácilmente cuanto más universalizado esté. En definitiva, el
signo icónico denotará globalmente, mediante una convención gráfica selec-
ta y simplificada, un objeto, una idea, etc. previamente percibida o expe-
rimentada (aun así, la información final que el destinatario extrae de una
imagen puede ser totalmente independiente de la intención del emisor).
Mucho se ha polemizado sobre la condición subsidiaria de este lenguaje
gráfico-icónico en los nuevos modos de comunicación: ¿las representacio-
ORALIA, vol. 17, 2014, págs. 85-114. El discurso del WhatsApp 101

nes gráficas e icónicas son formas sustitutivas, están “en lugar de” algo o, por
el contrario, son sistemas alternativos de comunicación que presentan sus
propios rasgos específicos? Coincidimos con los argumentos de Galán en su
planteamiento de que el icono y el texto escrito son dos sistemas comuni-
cativos diferentes, por lo que uno no puede considerarse sustituto del otro:
Si la naturaleza semiótica del icono (simultánea) es muy distinta a la del
enunciado escrito (secuencial) cualquier intento por gramaticalizar la es-
tructura de la imagen para convertirla en sustituto del lenguaje escrito está
condenado al fracaso. Por esta razón, el crecimiento de las informaciones
que nos llegan a través de imágenes no deberían ir en contra de la escri-
tura y de la lectura, pues sería un grave error pretender la sustitución de
un procedimiento por el otro (igual que el alfabeto no ha sustituido a
la lengua oral, como temía Platón, sino que la ha potenciado de manera
extraordinaria) […]. Lo más acertado es suponer que […] estas activida-
des –que fueron complementarias desde su invención– mantendrán sus
espacios, quizá en competencia, pero podrán coexistir indefinidamente
(Galán, 2005: 155).

Como un tipo particular de los signos gráficos e icónicos, los emoticonos


comenzaron a emplearse hacia 1982 en los chats, foros y en los mensajes
de correo-e; de ahí pasaron a utilizarse más tarde en los teléfonos móviles.
Su uso se debió a los inconvenientes que, en sus inicios, estos sistemas de
comunicación encerraban: a veces los mensajes podían malinterpretarse por
la brevedad de los textos y la ausencia de imágenes, lo que también difi-
cultaba la expresión de cualquier manifestación emocional, como la ironía,
el sarcasmo o las bromas (Galán, 2005: 142). Al parecer, fue el científico
norteamericano Scott E. Fahlman (2004) el pionero en su empleo, según
explica en la Red, al proponer :-) y :-( como primeros smileys. Un smiley 10,
si atendemos a su sentido etimológico (de smile, “sonrisa” en inglés, térmi-
no preferido por su inventor), es una representación esquemática de una
cara sonriente, por lo que sólo algunos emoticonos lo son. Después, como
se verá, vinieron un sinfín de variantes para expresar el llanto, la sorpresa,
la timidez, el aburrimiento, etc. pero ya no se atribuyen a la invención de
Fahlman. Todos ellos son los que se conocen bajo la etiqueta de emoticonos
(la variante emoticón va perdiendo adeptos). La 22ª edición del Diccionario
de la Real Academia Española, del año 2001, registra y define el término:

10
Dice Mayans (2000): “¿Qué es un ‘smilie’? Ya lo hemos descrito como representación
de una cara. Su lejana semejanza con una apariencia facial nos permitiría considerarlo como
un icono. Sin embargo, el nivel de abstracción de sus contenidos simbólicos deja poco lugar
a la consideración iconográfica y nos lleva a pensarlo como un signo. Un conjunto de signos.
Un conjunto indeterminado, inconcluso, abierto a la recreación y a la redefinición de sus
significados y usos”.
102 María Luisa Calero Vaquera ORALIA, vol. 17, 2014, págs. 85-114.

emoticono (del ingl. emotion, emoción, e icon, icono, infl. por el esp. icono).
1. m. Inform. Símbolo gráfico que se utiliza en las comunicaciones a través
del correo electrónico y sirve para expresar el estado de ánimo del remitente
(DRAE 22 ª ed.).

Accediendo por Internet a la definición, sin embargo, se puede com-


probar que ésta ha sido enmendada, de manera que la próxima edición
contará con una más acorde a la realidad, donde se deja notar el avance
tecnológico producido desde entonces:
Representación de una expresión facial que se utiliza en mensajes electró-
nicos para aludir al estado de ánimo del remitente (DRAE 23 ª ed., en pre-
paración).

En general, las tres funciones primordiales que desempeñan los emoti-


conos en el mensaje son las siguientes:

a) transmitir ideas, sentimientos, etc., al igual que cualquier otro sis-


tema de comunicación;
b) enfatizar y redundar en el contenido del propio mensaje;
c) actuar como correctores o atenuadores de determinadas inferencias
o como desambiguadores de mensajes con carga irónica (en am-
bos casos, el emoticono se suele insertar al final del texto).

Intentaremos, a partir de aquí, presentar una tipología de los emotico-


nos que se usan en los nuevos medios de comunicación tecnológica, pres-
tando especial atención a aquellos más utilizados en el WhatsApp.

3.1. Emoticonos con caracteres ASCII

Como se ha dicho, los emoticonos expresan estados de ánimo (emocio-


nes faciales) y rasgos físicos de las personas mediante la combinación –en
su versión más primitiva– de signos de puntuación (secuencia de algunos
de los 256 caracteres disponibles en la configuración básica de un teclado
convencional de ordenador, el llamado código ASCII) que han de leerse de
izquierda a derecha e inclinando la cabeza hacia la izquierda (aunque hay
quien ha propuesto una lectura en la dirección contraria para las personas
zurdas). Son los que llamaremos emoticonos ASCII, formados exclusivamen-
te de caracteres tipográficos, y usados tanto en los SMS como en Messenger
y WhatsApp. Estos signos no sólo expresan situación anímica (tristeza, ale-
gría…) y “dotan de teatralidad a la conversación virtual” (López Quero,
2003: 36) sino que han ampliado extraordinariamente su significado y
ahora pueden actuar como textos descriptivos, expresando, por ejemplo:
ORALIA, vol. 17, 2014, págs. 85-114. El discurso del WhatsApp 103

– Atributos físicos
O-> hombre
O+ mujer
(-: zurdo
.-( tuerto
=:-) pelo en cresta
:-{) con bigote
(:-) calvo
:-(#) con aparato corrector dental

– Acciones / estados físicos

|-) dormido
|-o roncando
%#} muy borracho, mareado
:~i fumando
:-7 fumando en pipa
:-” silbando
:-9 relamiéndose
:-b sacando la lengua

– Profesiones / personajes
:?) filósofo
*:o) payaso
+-:-) sacerdote, religioso o similar
(-::-) hermanos siameses
< | -) chino
hombre invisible
[: | robot
C | :-= Charlie Chaplin

– Animales
:@) cerdo
:8) otro cerdo
8) rana
3:o[ perro
3:o[0r perro San Bernardo, con barrilito de licor
}:-o toro
:~~~~~ serpiente
104 María Luisa Calero Vaquera ORALIA, vol. 17, 2014, págs. 85-114.

Podemos hacernos una idea de las complejas representaciones gráficas


que permite el teclado consultando algunas páginas webs donde se presen-
tan los dibujos comprendidos bajo la denominación ASCII-art, por ejemplo:
<http://www.chris.com/ascii/>.

3.2. Emoticonos figurativos estáticos (emojis)

Son los emoticonos de segunda generación que han sido populariza-


dos por el servicio de mensajería instantánea que aquí más nos interesa, el
WhatsApp, formando parte de los teclados de sistemas operativos como iOS
o Android. Al ser figurativos, son más representativos que los emoticonos
de caracteres ASCII. Debido a su enorme popularidad, los emojis (térmi-
no de origen japonés, aún no recogido en el DRAE) van siendo actualiza-
dos continuamente, de manera que cada pocas fechas nos llegan noticias
de nuevas versiones de la aplicación que, al tiempo que incluyen mejoras de
seguridad y reparan defectos de la aplicación, amplían el catálogo de emoti-
conos emojis. Los que aparecen por defecto integrados en la aplicación del
WhatsApp son los siguientes:

CUADRO 1. Emojis integrados por defecto en la aplicación del WhatsApp

Este catálogo de 476 emojis proviene de Japón, y esa es la razón de que


muchos de los pictogramas disponibles nos resulten extraños o poco útiles,
por estar estrechamente ligados a la cultura japonesa, tan diferente a la
occidental. Veamos algunos de los iconos que, por tal razón, raramente
utilizaremos en nuestros mensajes de WhatsApp:
ORALIA, vol. 17, 2014, págs. 85-114. El discurso del WhatsApp 105

CUADRO 2. Algunos emojis con ‘semas’ culturales (culturemas)

• Entre los iconos gestuales, una reverencia que en su contexto origi-


nal se interpreta como ‘disculpa’ (11); el gesto (12) que se expresa
mediante los brazos cruzados en X significa ‘alto’, ‘stop’, ‘no sigas’;
el que muestra las palmas de las manos (15) se utiliza para dar los
‘buenos días’, aunque también en el lenguaje de signos se inter-
preta como ‘dinero’.
• Entre los objetos, para los occidentales serán difíciles de interpretar:
la identificación del ‘conductor novato’ o wakaba (2); el hotel de
‘encuentros’ (16); la ‘oficina de correos’ (17); la ‘parada de auto-
bús’ (18); la imagen del otsukimi o ‘celebración de la cosecha’ (19);
las ‘velas decorativas de año nuevo’ (20); el ‘adorno de viento’ que
suele llevar colgado un papel con algún proverbio, conocido como
chime (21); y el juguete de viento japonés, con los pececitos de pa-
pel, llamado koinobori (22).
• Otros emoticonos japoneses no son fácilmente identificables para
nuestra cultura porque la selección de rasgos para la simbolización
de la idea o el objeto difiere de la occidental: así, los iconos de
‘enfado’ (1), ‘ciclón’ (3), ‘buena suerte’ (4), ‘salir corriendo’ (5) o
‘plato de comida caliente’ (6).
• Algunas comidas populares japonesas como bento, sushi, ramen, oden,
dango, figuran también entre los iconos que menos utilizaremos
por razones obvias.
• Y, por último, la simbología de los colores está muy presente en de-
terminados iconos; así, el corazón rojo significa ‘amor prohibido’
(7); el verde (8) una ‘relación que es envidiada’; y el amarillo (9)
‘persona de corazón honesto’.
106 María Luisa Calero Vaquera ORALIA, vol. 17, 2014, págs. 85-114.

Y si la Real Academia Española revisa y amplía su caudal terminoló-


gico cada cierto tiempo, en un obligado ejercicio de actualización, con el
lenguaje emoji sucede lo mismo, porque, como se comentó más arriba, es
continua la demanda de nuevos iconos que atiendan las necesidades expre-
sivas del mayor número posible de usuarios de este servicio de mensajería
instantánea. Así, por ejemplo, ya están disponibles en iOS6 nuevas aplica-
ciones para descargar pictogramas con accesorios de moda femenina, o de
insectos y animales salvajes, incluso los iconos de las parejas ‘mujer + mujer’
y ‘hombre + hombre’, demostrando así estas compañías multinacionales
cierta dosis de “sensibilidad multicultural”, en teléfonos que están desti-
nados a ser utilizados por todo tipo de personas, culturas, creencias o gus-
tos sexuales:

CUADRO 3. Nuevos emojis en iOS6

3.3. Emoticonos figurativos animados (gifs)

Existen otras figuras gráficas muy utilizadas en Internet (en MSN, no así
en el WhatsApp) que representan caritas con distinto estado de ánimo: son
los emoticonos gif (Graphics Interchange Format), emoticonos de tercera gene-
ración, cuyo formato permite la animación, ya que son una corta secuen-
cia de varias imágenes que el navegador reproduce de forma secuencial.
Son también de origen japonés, donde se las conoce como kaoanis; en espa-
ñol se las denomina coloquialmente caritas animadas, nubecitas o bombones.
Nosotros las llamamos aquí, de forma más técnica, emoticonos figurativos ani-
mados, para diferenciarlos de los estáticos que acabamos de citar en § 2.3.
Al ser muy vistosos y llamativos, suelen aportar valor estético y humorís-
tico al mensaje, si bien no poseen la facilidad de uso de los emoticonos
ORALIA, vol. 17, 2014, págs. 85-114. El discurso del WhatsApp 107

tradicionales, que solo necesitan de una simple pulsación en el teclado para


crearlos e insertarlos. Existen numerosas páginas webs en Internet desde
donde poder descargarlos, por ejemplo: <http://norfipc.com/facebook/
emoticonos-facebook.html>

CUADRO 4. Algunos emoticonos figurativos animados

4. ESTUDIOS DE CASOS: EL WHATSAPP EN LAS RELACIONES INTERPERSONALES

Decíamos al comienzo que estos nuevos medios de comunicación vir-


tuales han modificado (están modificando) las formas de relación entre
las personas: hasta el punto de que nos vamos acostumbrando a que, por
ejemplo, los teléfonos móviles se introduzcan bruscamente, como un actor
más y con voz propia, en nuestro escenario conversacional (y, en general,
en cualquier escenario: quien haya tenido ocasión de viajar en el AVE sabrá
a lo que me refiero). Estas situaciones de diálogos (o silencios) interruptos
han traspasado ya las fronteras que deslindan los terrenos de la realidad y
la ficción literaria, de modo que podemos encontrar en textos de la litera-
tura actual muestras de estas nuevas circunstancias tecnológicas que pue-
den llegar a entorpecer el trato interpersonal:

Me habla de muchas cosas pero nunca de él. Siempre le cuesta un


poco seguir el hilo de su historia cuando me paso la mano por el cuello.
Me dice: “¿Y usted?”, y yo tampoco le hablo nunca de mí.
Esperando el postre, mi pie toca su tobillo.
Coloca su mano sobre la mía y la quita de pronto porque llegan los
sorbetes.
Dice algo pero sus palabras no hacen ruido y no oigo nada.
Estamos emocionados.
108 María Luisa Calero Vaquera ORALIA, vol. 17, 2014, págs. 85-114.

Horror. Su teléfono móvil acaba de sonar.

Todos los ojos del restaurante se posan fijamente sobre él, que lo apaga
rápidamente […]. Algunas personas se han atragantado, algunos dedos
se han crispado sobre los mangos de los cuchillos o sobre los pliegues de
servilletas almidonadas.
Malditos chismes, siempre tiene que sonar alguno, en cualquier parte,
en cualquier momento.
[…………………………………………………………………………………]

Odio los teléfonos móviles, odio a Françoise Sagan, odio a Baudelaire y


a todos esos charlatanes.

Anna Gavalda (1999): Quisiera que alguien me esperara en algún lugar,


Barcelona, Seix Barral, 2009, págs. 17-21.

De ahí las recomendaciones que a veces encontramos (en los propios


medios de transporte, en la Red, etc.) animando a emplear el “sentido co-
mún” en la utilización de los móviles y/o sus nuevas aplicaciones:

Cuatro cosas para las que no deberías emplear WhattsApp


1. Enviar o compartir contraseñas: Una de las principales críticas que re-
cibe esta aplicación es que se desconoce dónde se guardan los men-
sajes enviados, si la compañía conserva una copia tras su entrega y el
nivel de seguridad que se les aplica. Por ello, aunque en teoría la co-
nexión 3G del móvil no puede ser interceptada, es mejor no compartir
información sensible a través de este sistema […].
2. Compartir imágenes comprometidas: Al igual que el punto anterior, se
trata de usar el sentido común. Al no saber si lo que enviamos se alma-
cena en los servidores de la compañía ni quién puede acceder a ellos,
lo mejor es no enviar imágenes de documentos importantes o esas fo-
tos de la fiesta salvaje del fin de semana […].
3. Emplearlo como sistema de comunicación corporativa: Muchas perso-
nas consideran que WhatsApp es un sustituto completo para sistemas
como BlackBerry Messenger. Esta afirmación es cierta a nivel social,
pero no en el corporativo. RIM, fabricante de BlackBerry, aplica un
estándar de seguridad que garantiza que los mensajes corporativos
solo serán accesibles para emisor, receptores y la empresa, mientras que
WhatsApp no ofrece ninguna de esas seguridades.
4. Convertirlo en un sustituto del correo electrónico: Poco a poco, este tipo
de sistemas han ido remplazando al tradicional email. Sin embargo, este
uso tiene más inconvenientes que ventajas: el historial no se guarda de
la misma forma, carece de las herramientas de búsqueda que poseen
los gestores de correo y es accesible desde otros dispositivos […].

ABC.es [fecha consulta 08/09/12]


ORALIA, vol. 17, 2014, págs. 85-114. El discurso del WhatsApp 109

En este caso la información ofrece algunos consejos para reforzar la se-


guridad del sistema, lo que afecta a los elementos extratextuales (de tipo
pragmático y comunicativo), esto es, a la supraestructura de la aplicación
WhatsApp. Pero también tenemos ejemplos de recomendaciones que nos
van llegando (procedentes de las propias compañías, de las empresas, de
los medios de comunicación, etc.) acerca de cómo manejar o interpretar
correctamente ciertos elementos paratextuales de la aplicación (es decir, ele-
mentos que afectan a su macroestructura, al marco en el que se presenta
el texto como forma de comunicación), dados los equívocos y malenten-
didos que éstos a veces ocasionan en las relaciones sociales:

WhatsApp ya no acabará con más parejas: puedes quitar la opción “última


hora de conexión”. La app ofrece ahora la opción de ocultar tan desdi-
chado chivato.

Sabéis que hemos llorado muchas veces los estragos sentimentales ocasio-
nados por el WhatsApp. De hecho llegamos a especular con la idea de que
si sus funcionalidades se mantenían estáticas, jamás tendríamos una pareja
que nos durara más de un par de semanas, pero hete aquí que la empre-
sa ha decidido implementar su comportamiento lanzando en las últimas
horas la opción de ocultar la última hora de conexión. Es por ello que las
pilladas tras esas juergas con los del trabajo prolongadas hasta el amanecer
entre semana ya no tienen por qué repetirse. Si os quieren dejar ahora, que
sea porque habéis olvidado su cumpleaños o habéis criticado la musaka de
su madre. Atentos, españoles, porque es un pequeño paso para WhatsApp,
pero un gran paso para la humanidad.
Revista GQ.Com [fecha consulta 03/10/12]

Este caso es un claro ejemplo de la importancia que en la comunica-


ción por WhatsApp han llegado a adquirir los elementos que nos indican
y orientan acerca del propio funcionamiento del sistema (lo que afecta a
la función fática). Lo que es su principal novedad respecto a los mensajes
SMS, e-correos, Twitter, etc., está siendo, de hecho, su principal problema:
el WhatsApp delata a la persona que lo usa, pues todos los contactos del
110 María Luisa Calero Vaquera ORALIA, vol. 17, 2014, págs. 85-114.

usuario tienen información precisa y al instante sobre la última vez que


este se ha conectado, sobre si está o no en línea, o sobre si el mensaje ha lle-
gado a su destinatario. Es este último hecho, el conocido como doble check,
el que más ha llamado la atención por las repercusiones que en las rela-
ciones interpersonales está teniendo: si el mensaje ha sido enviado con
éxito, aparece una solitaria marca verde o tick ✓ junto al mismo; pero la
duda de los usuarios llegó a la hora de interpretar el significado de los dos
ticks juntos ✓✓:

CUADRO 5. El doble check

Para algunos, el doble check significaba que el destinatario había recibido


el mensaje en su dispositivo móvil, sin que ello implicara necesariamente
que lo había leído; para otros, representaba que el mensaje había sido leído.
Ese simple matiz ha provocado acalorados debates, que se han llegado a
materializar incluso en un divertido cortometraje colgado en YouTube,
donde el protagonista masculino llega a aseverar que “el doble check es
Dios”, manteniendo que es una señal incuestionable de que el mensaje ha-
bía sido leído por la destinataria (su pareja)11.
Sin embargo, parece que esta interpretación del doble check era equivo-
cada. La propia compañía WhatsApp se ha visto obligada a intervenir para
despejar cualquier tipo de dudas sobre la lectura de estas marcas median-
te una explicación a través de Twitter: “El doble check no significa que el
mensaje haya sido leído: sólo que fue entregado en el dispositivo del desti-
natario”. Pero, mientras llegaba esta necesaria aclaración, los desencuentros,
malentendidos, suspicacias, desconfianza, incluso las conductas obsesivas
se filtraban, con consecuencias imprevisibles, en no pocas relaciones inter-

11
El video puede verse en: <http://www.youtube.com/watch?v=_0MBys9pQ8w&feature=
youtube_gdata_player> [fecha consulta 03/10/12].
ORALIA, vol. 17, 2014, págs. 85-114. El discurso del WhatsApp 111

personales, provocando tensiones entre amigos o crisis de parejas, y pro-


porcionando así a psicólogos y sociólogos un enjundioso tema de análisis
y debate, que escapa a los propósitos de este trabajo.

5. FINAL

Se ha dicho que “el objetivo en la conversación virtual es la comunica-


ción por la comunicación, la relación social a través del lenguaje” (Blanco,
2002: 76); de hecho, nunca como en estos tiempos ha sido tan fácil estar
en permanente conexión con nuestros semejantes, jamás ha estado tan al
alcance de nuestra mano iniciar nuevas relaciones sociales y mantenerlas,
incluso mediando miles de kilómetros de distancia. Esto, desde un punto
de vista sociológico y antropológico, es cierto, y muy positivo; pero tam-
bién hemos tenido ocasión de comprobar la otra cara de la moneda, el
lado oscuro de la adicción a la interconexión permanente: los malos en-
tendidos que pueden llevar a romper sólidos vínculos interpersonales,
cuando no casos más graves constituyentes de delito penal como el ciber-
acoso (cyberbullying), esto es, el uso de información electrónica y medios de
comunicación para hostigar a un individuo o a un grupo, mediante ame-
nazas o ataques personales. Desde otro punto de vista, el lingüístico, los
beneficios del incremento de estos nuevos modos de comunicación pare-
cen innegables (pensemos en el enriquecimiento de la variación lingüística
que implican los lenguajes electrónicos, así como en los múltiples recursos
lingüísticos –textuales– que el ingenio humano se ve obligado a desplegar
en ese contexto virtual limitado en el que funcionan), aunque la atención
general se haya fijado más en el desaliño y en la incuria formal que estos
nuevos usos presentan, perjuicios que también son una realidad. Y, por
último, desde una perspectiva metalingüística, es evidente (y valiosa) la
creciente producción bibliográfica que los nuevos lenguajes electrónicos
están generando, el acicate intelectual que están suponiendo para los in-
vestigadores que se acercan a ellos con el propósito de lograr una ajustada
descripción y catalogación.
Todo lo anterior es aplicable al sistema de mensajería WhatsApp como
una muestra más de lenguaje virtual, instantáneo, dentro de la categoría
de lo hablado escrito (Oesterreicher, 1996), pensado para teléfonos móviles
inteligentes, sistema que sin duda comparte muchas de las peculiarida-
des de otras técnicas de comunicación electrónicas (las más cercanas, el
Messenger y el SMS, como se ha visto) pero que aporta al conjunto otros
elementos novedosos (el código iconográfico emoji, por ejemplo); una apli-
cación con sus grandes ventajas comunicativas, tecnológicas y económicas
pero también con sus fallas y defectos (no permite llamadas usando la tarifa
112 María Luisa Calero Vaquera ORALIA, vol. 17, 2014, págs. 85-114.

de datos, por ejemplo; no usa cifrado, con lo que es posible que los men-
sajes sean interceptados y leídos si nos conectamos desde una red pública),
lo que está derivando en la rápida aparición de vías alternativas y con nue-
vas prestaciones (Skype para móvil, Line, Nimbuzz, Palringo, Viber, Tango,
Spotbros, etc.), que no tardarán en dejar obsoleto este breve estudio sobre
un nuevo discurso electrónico. Aun así, y en definitiva, el WhatsApp nos
interesa como lingüistas por haberse convertido en un testimonio, uno más,
“de la capacidad de adaptación y colonización de la competencia comuni-
cativa humana en cualquier medio” (Blanco, 2002: 79).
ORALIA, vol. 17, 2014, págs. 85-114. El discurso del WhatsApp 113

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