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La herejía como destrucción o contribución a la fe cristiana.

La herejía proviene de la libertad de espíritus que Dios en su inmensa bondad regala al


hombre y no existe solo con la finalidad de dañar la fe, sino que busca fortalecerla por medio de
cristianos comprometidos y sagaces en relación con esta un buen ejemplo es el gran obispo de
Hipona, quien con su sana y recta doctrina enfrento la del monje bretón Pelagio, a los donatistas
y en menor medida al movimiento arriano, todos grupos que atentaban contra la unidad del
cuerpo de Cristo que es la Iglesia. Pero estos no fueron los únicos ya que con el transcurrir de los
siglos surgieron movimientos como los melquisedianos, para quienes el sacerdote del Antiguo
Testamento Melquisedec que salió al encuentro de Abram, era más importante que el mimo
Jesús.
Pero este movimiento era casi insignificante frente al monstruoso arrianismo, movimiento
nacido en el interior de la iglesia antioquena, que niega la divinidad de Cristo y del Espíritu Santo,
y además indica que Cristo no es engendrado, sino un mero hijo adoptivo de Dios. Toda una
herejía y escándalo que el concilio el concilio De Nicea condeno y respondido con el credo de
Nicea en el cual se rezaba que: Cristo es Dios de Dios, Luz de Luz. Dios verdadero de Dios
verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre. Acción que trajo como
consecuencia el destierro del obispo Atanasio a Tréveris.
Pero el fenómeno arriano no fue el único que trato de poner en jaque a la Iglesia y al
misterio del Dios uno y Trino. Sino que a partir de lo acaecido en oriente se presentó todo un
fenómeno herético en el imperio occidental de índole psicológico que se preguntaba por
cuestiones como la libertad humana, la predestinación, el pecado, la gracia, la fe y las obras; pero
tal vez uno de los temas que más toco a la Iglesia en occidente fue la postura de Donato, el cual
puso en tela de juicio la valides del sacramento del bautismo suministrado por un sacerdote que
por miedo a la persecución de Diocleciano vacilo en la confesión de su fe.
Postura que lleva al donatismo a hablar de una Iglesia de “puros” y “santos” y otra de “traidores”,
actitud que fue confrontada por el ya anterior mente mencionado gran Padre Agustín de manera
contundente como lo demuestras sus numerosos escritos y la conferencia de Cartago de 411.
Pero el pelagianismo y el arrianismo no eran las únicas herejías que buscaban dividir a la Iglesia,
ya que no se pueden dejar pasar por alto a los pelagianos; para quienes no era necesaria la gracia
de Dios como ayuda del hombre frente al mal, sino que este podía buscar su salvación desde sus
fuerzas y méritos, actitud con la cual se menoscaba el papel de la gracia en la vida del hombre.
Su herejía llego a indicar que el bautismo no era necesario para la remisión de las falta ya que el
pecado de Adán era personal y no se trasmitía a la humanidad.
Entorno a la figura de cristo se puede señalar que lo veían como un modelo al cual todos los
hombres deben imitar en sus excelsas virtudes morales. Como movimiento herético encontró un
fuerte martillo que con suma caridad lo enfrento, Agustín.
El Nestorianismo fue otro movimiento que en su momento género gran dolor dentro del cuerpo
de Cristo que es la Iglesia, al ver a Cristo más como hombre que Dios, afirmación que no solo
ponía en tela de juicio las naturalezas del señor, sino que llegaba al punto de señalar que María
virgen no era Theotokos (la que Dio luz a Dios) sino solamente madre de Cristo Chistotokos, lo
que genero un inmediato rechazo de la Iglesia.
Al punto que está en el concilio de Éfeso, del año 431 la declaro oficialmente Theotokos, y se
venció dicha herejía.

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