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Revelación y fe
Hans Andrade Berrio
Fray Carlos Saúl Jaimes Guerrero
El S. XX fue un periodo comprendido entre el año 1901 hasta el año 2000. Este periodo
estuvo marcado por los avances tecnológicos, movimientos sociales y políticos como el
feminismo, el pacifismo, el ecologismo, los derechos LGTB y movimientos de
antiglobalización. Aquel siglo se caracterizó por dos acontecimientos bélicos que marcaron
la historia de la humanidad dejando ver la ambición del poder económico y territorial y al
mismo tiempo los extremismos políticos evidenciado en la Primera Guerra Mundial (1914-
1918) y en la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) con los regímenes totalitarios,
genocidios y etnocidios.
Estos acontecimientos no fueron ajenos para la Iglesia pues dieron origen a un giro religioso
que se manifestó en el contexto mediante el cambio social y cultural, también efecto de la
posguerra mundial. Otro factor no menos importante que participa e influenció en el contexto
social fue el desarrollo industrial, teniendo como efecto emigraciones masivas, el deterioro
del campo y la agricultura, expansión de las urbanizaciones y el surgimiento de la sociedad
de consumo capitalismo, Oferta y demanda.
“Este Concilio fue convocado por el Papa Juan XXIII el día 25 de Enero de 1959, al poco
tiempo de su elección como sumo pontífice de la Iglesia Católica. Este Concilio tiene como
objeto reforzar la doctrina y mejorar la disciplina eclesiástica, propuestas que se pueden
interpretar de varias maneras. El Concilio tuvo lugar entre el otoño de 1962 y 1965; pero el
Papa Juan XXIII murió en 1963, y, a cargo de terminar el Concilio fue su sucesor, el Papa
Pablo VI” (Tanner, 2013)
Teológicamente la revelación es el acto con que Dios se revela sobre todo en la creación del
universo, en que se reflejan analógicamente los atributos divinos invisibles en sí mismos. Por
otra parte, Dios se ha revelado de un modo particular por medio de los profetas y en
JESUCRISTO, esta última, es la revelación sobrenatural que trasciende el orden natural por
el objeto mismo revelado (misterio) se manifiesta una verdad de su misma naturaleza.
Formalmente la Revelación sobrenatural es una enseñanza oral hecha gratuitamente por Dios
a los hombres en orden a su santificación y a la vida eterna. La Revelación como posibilidad
de enseñar al género humano en la ciencia y en la inteligencia. Es posible para el hombre al
cual no le repugna aprender de los hombres. En otras palabras, es posible y conveniente la
Revelación aún, cuando se trate de misterios, sin importar la limitación del receptor de la
revelación teóricamente ya que es fecunda desde bienes en el orden práctico. La Revelación
como necesidad en cuanto a las verdades que trascienden las fuerzas de la razón humana,
como es evidente, moralmente necesaria para que el género humano conozca fácilmente,
confirme certeramente y sin errores el conjunto de verdades religiosa necesarias.
Fue tan solo, en el Concilio Vaticano II, que se llevó a profundidad la enseñanza por parte
del Magisterio sobre la Revelación, a comparación de otros Concilios ecuménicos;
manifestando, a través de la constitución Dogmática Dei Verbum, en especial en los capítulos
primero y segundo: De ipsa revelatione y De divinae revelationis transmissione: “Ha pasado
de este modo a designar un tema habitual de enseñanza en la Iglesia y una cuestión central
de la teología” (Urbina, 2002, pág. 74) El propósito del Concilio - sostiene César Izquierdo-
consiste en ofrecer una presentación completa de la revelación a través de una prolífica
contribución teológica en la primera mitad del S. XX.
El carácter del método del Concilio consiste en un método descriptivo, afirma César
Izquierdo (Urbina, 2002, pág. 75), de ahí radica su importancia y su aporte para la
presentación profunda y fiel de la revelación en la historia conciliar y teológica. El método
utilizado, el descriptivo, se ve evidenciado en los primeros numerales como una presentación
general. Por consiguiente, la revelación será descrita inicialmente como un proceso que parte
de la voluntad de Dios <<placuit Deo in sua bonitate et sapienta>>, esta premisa marcará
una diferencia considerable respecto con el Concilio Vaticano I (1869- 1870) juntamente con
la premisa placuisse eius sapientiae et bonitati impone el carácter de la Constitución Dei
Verbum quien le compete presentarla.
El conocimiento de Dios por su misma naturaleza debe ser integral esto incluye también a la
salvación segundo motivo de la revelación de Dios, como lo veremos más adelante. El
hombre como “Imago Dei” (San Agustín) está convocado a la intimidad de Dios para ser
transformado desde la inteligencia, la memoria, la voluntad y por ende la vida del hombre.
Hay que tener en cuenta que, en el Concilio Vaticano II, no se encuentra de manera explícito
el tema de fe como una definición, es decir, no es posible vislumbrar una conceptualización
dada de este acto humano frente a Dios; pero lo que sí podemos conocer, es cómo se entiende
la fe dentro del Concilio Vaticano II.
“cuando Dios se revela hay prestarle “la obediencia de la fe” (Romanos 16, 26)
por la que el hombre se confía libre y totalmente a Dios, prestando a Dios
revelador el obsequio del entendimiento y de la voluntad, y asintiendo
voluntariamente a la revelación hecha por Él. Para profesar esta fe es necesario
la gracia de Dios que previene y ayuda, y los auxilios internos del Espíritu
Santo, el cual mueve el corazón y lo convierte a Dios, abre los ojos de la mente
y da a todos la suavidad en el aceptar y creer la verdad. El Espíritu Santo con
sus dones perfecciona la fe” (DV I. 5).
“todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, y obedientes a la voz del Padre, adorándole
en espíritu y verdad, siguen a Cristo pobre, humilde y cargado con la cruz, a fin de merecer
ser hechos partícipes de su gloria. Pero cada uno debe caminar sin vacilación por el camino
de la fe viva, que engendra la esperanza y obra la caridad, según los dones y funciones que le
son propios” (LG V. 41). Es, pues, de esta manera que el hombre puede realmente, dar
testimonio de la Verdad revelada; la fe llevada a la praxis consiste en la santidad, ésta, se
convierte en el acto más sublime que puede dar el hombre, cuando escucha y vive la Palabra
de Dios sinceramente.
Teniendo presente esto, la Iglesia, por medio de su Magisterio, tiene la tarea de salvaguardar,
proteger y transmitir a todas las personas lo que ha recibido del mismo Señor, es decir, el
Magisterio de la Iglesia tiene la obligatoriedad, por mandato de Jesucristo a los apóstoles de
enseñar la fe con la iluminación del Espíritu Santo (LG III. 25) (Cf. Mc 16, 15-18), de llevar
la buena nueva de la resurrección a todo el mundo, para acrecentar la fe de la Iglesia y, para
que todo aquel que crea se salve (Cf. Romanos 10,9).
3.1.Naturaleza de la fe.
La fe es un acto libre (DH II. 10) pues el hombre responde voluntariamente a la revelación
de Dios; Dios, siendo el creador respeta la libertad de la criatura, y espera el tiempo necesario
para que el hombre acepte y/o abrace la fe y, aceptándola alcance la salvación que consiste,
como ya se mencionaba anteriormente, en la filiación con Dios por medio de Jesucristo.
La fe es un don (AG VI. 41), esto lo podemos observar en este decreto sobre la actividad
misionera de la Iglesia, allí, en lo referente a la fe, el Concilio afirma que es un don gratuito
de Dios, pues este decreto al referirse sobre el deber misionero, pide a los fieles llevar y
transmitir lo que gratuitamente recibieron de Dios, es decir, la fe. La fe es un regalo de Dios,
y solamente por su Espíritu podemos obtenerla (Cf. AG III. 15).
3.2.Fe y sacramentos.
Este es otro punto importante dentro del Concilio, en el que podemos obtener una concepción
más de la fe en cuanto los sacramentos.
Sacramentos de la fe (SC III. 51) como bien lo afirma esta constitución, los sacramentos
buscan la santificación del hombre, y, por ende deben tener como presupuesto la fe que, al
ser aceptada busca la salvación de la persona; por este motivo los sacramentos ayudan al
fortalecimiento de esa misma fe y la hacen vida.
3.3.Doctrina de la fe y Magisterio.
La fe se recibe mediante la Iglesia (LG II.11) todos los bautizados están llamados a profesar
la fe que recibieron de la Iglesia por medio del bautismo y afirmada por el sacramento de la
confirmación.
Del depósito de la fe saca la Iglesia lo que propone para ser creído (DV II. 10) como ya se
mencionaba al comienzo, tanto la Sagrada Escritura como la Sagrada Tradición, constituyen
el depósito de la fe, del cual la Iglesia interpreta de la mano de los teólogos lo que debe ser
creído por toda la Iglesia en general; de este modo la Iglesia conserva y se ejercita en la
profesión de la fe recibida. Por lo tanto la Escritura y la Tradición son la regla suprema de la
fe (DV VI. 21), ya que al ser inspiradas por el mismo Dios, comunican la Palabra misma de
Dios.
“los sacerdotes, son educadores de la fe, deben procurar que cada uno de los fieles
sea conducido en el Espíritu Santo a cultivar su propia vocación según el
Evangelio, a la caridad sincera y diligente y a la libertad con que Cristo nos
liberó” (PO II. 6)
3.4.Fe y teología.
Enséñese la teología a la luz de la fe (OT V. 16) como bien sabemos la Iglesia busca que
todos los que se están formando para el ministerio sacerdotal tengan una preparación
adecuada, conforme a la doctrina de la Iglesia, porque ellos, como se afirmaba en el párrafo
anterior, serán los encargados de cultivar y acrecentar la fe de los fieles a ellos
encomendados, haciendo las veces del Obispo en cada parroquia perteneciente a la diócesis
de cada lugar (Cf. PO II. 4).
Fe y razón (GE 10) este binomio, aunque son totalmente diferentes cada una en particular,
se complementan entre sí; aún más, si se quiere ahondar en el conocimiento de la Verdad
deben estar más estrechamente unidas, pues la fe da certeza de lo que se estudia, es la pauta
primaria y vital en el conocimiento de Dios, pero esa fe debe ser explicada… y es ahí cuando
encuentra la forma de ser comprensible, por medio de la razón y, ésta actúa guiada por la fe.
4. Conclusión.
Otras fuentes.
Floristán, C... (2014). Fenómeno Vaticano II. abril 10, 2016, de Web Formativa de
Catolicos Hispano Hablantes Sitio web
http://www.mercaba.org/Pastoral/V/vaticano_ii.htm)