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¿Qué es el lenguaje verbal y no verbal?

En términos generales, comunicación es el proceso de trasmisión y recepción de ideas, información


y mensajes.
Vivimos en un tiempo en que la comunicación está en una etapa de grandes avances; pero debemos
comprender que no es algo inventado en este siglo ni en el anterior. Existe desde que el género
humano apareció sobre la tierra.
Los humanos somos seres sociales por naturaleza y, por lo tanto, tenemos la necesidad
de relacionarnoscon los demás y dejar constancia de nuestra existencia.
En la antigüedad, Aristóteles estableció un modelo y la importancia de la comunicación. Sirve para
influir en las personas; los mensajes comunicativos, al ser un estímulo, buscan provocar una
conducta deseada en el receptor.
El hombre, para comunicarse mejor, se puso a estudiarla. Así es como en su clasificación
encontramos una diversidad de calificativos.
Hay comunicación tanto intrapersonal como interpersonal; con la primera hacemos una
interiorización a nuestros pensamientos; con la segunda, nos comunicamos con quienes están a
nuestro alrededor y se divide en escrita y oral.
Con el desarrollo de la investigación en comunicación aparece: la intercultural, la gráfica, la no
verbal, en grupos pequeños y la de masas, entre otras.
Para comunicarnos no basta escribir o hablar. Es pertinente considerar los aspectos culturales de los
pueblos y sociedades, las características personales de los individuos, hasta el lugar donde viven y
su naturaleza étnica, sin olvidar la estratificación social.
En términos individuales, el hombre se comunica con sus actitudes, con los movimientos de su
cuerpo, de sus manos o movimientos de los ojos, la expresión de su cara.
Lo anterior nos lleva a concluir que, aunque la comunicación adopta múltiples formas, las más
importantes son la comunicación verbal y la comunicación no verbal.

La comunicación verbal
La comunicación verbal puede realizarse de dos formas: oral: a través de signos orales y palabras
habladas o escrita: por medio de la representación gráfica de signos.
Hay múltiples formas de comunicación oral. Los gritos, silbidos, llantos y risas pueden expresar
diferentes situaciones anímicas y son una de las formas más primarias de la comunicación. La
forma más evolucionada de comunicación oral es el lenguaje articulado, los sonidos estructurados
que dan lugar a las sílabas, palabras y oraciones con las que nos comunicamos con los demás.
Las formas de comunicación escrita también son muy variadas y numerosas (ideogramas,
jeroglíficos, alfabetos, siglas, graffiti, logotipos...). Desde la escritura primitiva ideográfica y
jeroglífica, tan difíciles de entender por nosotros; hasta la fonética silábica y alfabética, más
conocida, hay una evolución importante.
Para interpretar correctamente los mensajes escritos es necesario conocer el código, que ha de ser
común al emisor y al receptor del mensaje.
La comunicación no verbal
En nuestro tiempo cada vez tienen más importancia los sistemas de comunicación no verbal.
Cuando hablamos con alguien, sólo una pequeña parte de la información que obtenemos de esa
persona procede de sus palabras. Los investigadores han estimado que entre el sesenta y el setenta
por ciento de lo que comunicamos lo hacemos mediante el lenguaje no verbal; es decir, gestos,
apariencia, postura, mirada y expresión.
La comunicación no verbal se realiza a través de multitud de signos de gran variedad: Imágenes
sensoriales (visuales, auditivas, olfativas...), sonidos, gestos, movimientos corporales, etc.
Características de la comunicación no verbal:
• Mantiene una relación con la comunicación verbal, pues suelen emplearse juntas.
• En muchas ocasiones actúa como reguladora del proceso de comunicación, contribuyendo a
ampliar o reducir el significado del mensaje.
• Los sistemas de comunicación no verbal varían según las culturas.
• Generalmente, cumple mayor número de funciones que el verbal, pues lo acompaña, completa,
modifica o sustituye en ocasiones.
Entre los sistemas de comunicación no verbal tenemos:

El lenguaje corporal. Nuestros gestos, movimientos, el tono de voz, nuestra ropa e incluso nuestro olor corporal también
forman parte de los mensajes cuando nos comunicamos con los demás.
El lenguaje icónico. En él se engloban muchas formas de comunicación no verbal: código Morse, códigos universales
(sirenas, Morse, Braylle, lenguaje de los sordomudos), códigos semiuniversales (el beso, signos de luto o duelo), códigos
particulares o secretos (señales de los árbitros deportivos).

En su origen, el término lenguaje tiene un sentido muy restringido. Equivale a la expresión del
pensamiento mediante la palabra, pero es habitual ampliar el concepto hasta identificarlo con el
término código. Hablaremos entonces de diferentes lenguajes en función de diferentes códigos.

Esto nos permite distinguir entre lenguajes verbales -los que utilizan la palabra oral o escrita- y los
no verbales -los que utilizan otros códigos. Estos emplean los colores, las miradas, los sonidos o los
olores, entre otros, para construir lenguajes más específicos, como por ejemplo el lenguaje corporal,
el lenguaje de las flores, movimientos con el abanico o el del cine.

Es importante constatar, de entrada, el carácter notoriamente logocéntrico de nuestro aprendizaje. El


lenguaje verbal nos permite organizar y conceptualizar el pensamiento. Aprendemos en la medida
que verbalizamos. Asimilamos un concepto en la medida que adquirimos una palabra para definirlo.
Hemos sido capaces, así, de incorporar a nuestro aprendizaje el concepto árbol en la medida que lo
hemos sabido verbalizar.

Por el contrario, no podemos distinguir los infinitos matices que un inuit puede percibir al observar
la nieve, si no disponemos de una clasificación bastante elaborada.
Por otra parte, ya desde el neolítico -cuando el proceso de esquematización de las pinturas
paleolíticas determina el origen de las letras y los posteriores fonemes-, el lenguaje oral se ha
configurado como el medio de comunicación por excelencia. En un aprendizaje logocéntrico
corresponde una comunicación logocéntrica.

No hay que olvidar, sin embargo, que la comunicación no verbal es un elemento decisivo de la
comunicación. Muchos autores coinciden en señalar que los componentes verbales suman menos
del 35% del significado social de la situación, mientras que más del 65% del significado social
queda del lado de la comunicación no verbal. La interpretación de la comunicación no verbal está
sujeta a fuertes restricciones: el contexto toma gran relevancia, así como los condicionamientos
culturales.

Funciones del lenguaje


Roman Jakobson analizó las funciones básicas de la comunicación, y por tanto también del
lenguaje:

Función referencial o representativa: aludir al contexto en que tiene lugar la comunicación. La


misma expresión en un contexto diferente cambia de significado. Por ejemplo: “déjalo ahí”, según
de que se hable cambian los referentes del “lo” y del “aquí”.

Función expresiva o emotiva: comunicar una idea que tiene el emisor, hacer partícipes a los demás
de los propios pensamientos.
Función conativa o apelativa: conseguir un efecto determinado por parte del receptor (por ejemplo,
los rezos, las preguntas …).
Función fática: llamar la atención del receptor, comenzar o restablecer la comunicación.
Función metalingüística: hablar sobre el mismo lenguaje. Por ejemplo, “el verbo haber se escribe
con h y con v”.
Función poética: embellecer el mensaje, como ocurre en la literatura. Según Jakobson, la función
poética es la más importante, ya que pone en marcha todas las demás.
Un modelo alternativo es el de Friedemann Schulz von Thun, llamado modelo de las cuatro caras.
Según él, cada mensaje emitido contiene cuatro caras o capas de significado, pero determinados
mensajes acentúan más una de ellas. Los malentendidos comunicativos surgen cuando se relacionan
las capas, ya que muchas de estas vehiculan información implícita. Las capas o caras serían:

Factual: es el contenido explícito del mensaje o la proposición que se deriva. Se puede juzgar desde
el punto de vista informativo, decidiendo si lo que se comunica es verdadero o no, si corresponde al
tema tratado.
Expresiva: el mensaje siempre indica algo del emisor, desde sus sentimientos hasta rasgos de su
personalidad.
Relacional: el mensaje revela como es percibido el receptor por parte del emisor y qué concepción
tiene de la relación que mantienen.
Apelativa: intención del mensaje, que se pretende del receptor.

Competencias del lenguaje


Hasta los años sesenta, la lengua se había considerado básicamente como materia de conocimiento,
como un conjunto cerrado de contenidos que había que analizar, memorizar y aprender: la fonética
y la ortografía, la morfosintaxis y el léxico de la lengua.

La palabra clave que aglutinaba estos conocimientos era gramática. La finalidad de clase de lengua
era aprender la estructura de la lengua: la gramática. Saber lengua significaba tener muchos
conocimientos cognitivos de este tipo y se demostraba haciendo determinadas actividades
gramaticales, como el análisis sintáctico, la transcripción fonética, los dictados, las conjugaciones
verbales, etc.

A partir de los años sesenta, varios filósofos (JL Austin, Searle, pero también Wittgenstein fuerza
antes) empiezan a poner énfasis en el uso de la lengua, en su funcionalidad y en el que se consigue
utilizándola. Entendemos la lengua como una forma de acción o de actividad que se realiza con
alguna finalidad concreta.

La lengua es una herramienta múltiple, un instrumento que sirve para conseguir mil y una cosas:
encargar una comida, comprar gasolina, mostrar agradecimiento, quejarse, protestar, saludar, pedir
y dar información, entre otros. Cada acción lingüística con la que se consigue algunos de estos
objetivos es un acto de habla y consiste en la codificación o descodificación de un mensaje oral o
escrito.

El conjunto de los actos de habla es el conjunto de acciones verbales que se pueden realizar con
una lengua y, también, constituye el corpus de objetivos de aprendizaje. Hay varias clasificaciones
de estos actos que se agrupan para grandes grupos genéricos de funciones u objetivos a conseguir:
pedir información, excusarse, saludar, despedirse, entre otros.

La palabra clave que define esta nueva visión de la lengua y que se opone a la anterior es uso (o
también comunicación). El uso y la comunicación son el verdadero sintiendo último de la lengua y
el objetivo real de aprendizaje, en el que aprender lengua significa aprender a usarla, a comunicarse
o, si ya se sabe algo, aprender a comunicarse mejor y en situaciones más complejas o
comprometidas. Así pues, es importante distinguir entre el conocimiento y el uso de la lengua, así
como el aprendizaje de uno y otro.

También, es importante esta distinción en el contexto sociolingüístico y especialmente en nuestro


contexto social, ya que hay muchas implicaciones trascendentales, tanto en la escuela como en la
sociedad. Es decir, la sociedad quizá cada vez sabe más catalán, pero no por ello lo utiliza más. O
un joven que en la escuela ha estudiado inglés durante mucho tiempo, pero no sabe hablarlo, por
tanto, no se podría comunicar correctamente porque no domina bien el código lingüístico de la
lengua, y en este caso, no sería una persona competente, comunicativamente hablando.

Lo que un hablante necesita saber para comunicarse de manera eficaz, es decir, que consigue el
objetivo, en contextos culturalmente significantes, significa ser competente comunicativamente
hablando. Para alcanzar esta competencia, se deben dominar las cuatro competencias del lenguaje
(competencia lingüística, competencia sociolingüística, competencia discursiva y competencia
estratégica).

1. Competencia lingüística: se caracteriza por la capacidad de una persona para producir


enunciados gramaticales en una lengua; enunciados que respeten las reglas gramaticales en todos
los niveles del lenguaje: morfología, sintaxis, fonética-fonología y semántica. Por ello, también se
denomina competencia gramatical, ya que siempre se ha conocido como la competencia de la
gramática tradicional. Esta competencia es un conocimiento implícito que un hablante tiene sobre
su propia lengua y permite codificar mensajes, comprenderlos y juzgar sobre su gramaticalidad.

El concepto de competencia gramatical fue propuesto por Noam Chomsky en su obra Estructuras
sintácticas de 1957, en el que relaciona el concepto de lengua con competencia y el concepto de
habla con actuación.

2. Competencia sociolingüística: se caracteriza por la capacidad de una persona para producir y


entender adecuadamente expresiones lingüísticas en diferentes contextos de uso. Los factores de la
competencia sociolingüística son las situaciones de los participantes y la relación que existe entre
ellos, sus intenciones comunicativas, los eventos comunicativos en los que están participando y las
normas y convenciones de interacción que los regulan.

3. Competencia discursiva: es la capacidad de captar y / o producir textos con sentido que se


puedan percibir como un todo coherente y adecuado a la situación y al tema. Es decir, es la
habilidad de un individuo para escoger un discurso adecuado a las intenciones y situación de una
manera eficaz. Por lo tanto, es importante que:
– Se tenga en cuenta la situación (posición social y relativa)

– Se haga referencia a un tema

– Coherencia

– Cohesión

Haciendo referencia a estos últimos dos puntos, debemos decir que son la parte fundamental de la
competencia discursiva. Es importante que haya cohesión para poder asumir el texto como un
conjunto de palabras y oraciones (unidad lingüística) y, también, es indispensable la coherencia, ya
que permite la construcción de la estructura textual y, por tanto, podemos atribuir -le un sentido
claro en el texto.

4. Competencia estratégica: estrategias de comunicación verbal y no verbal que se pueden utilizar


para compensar deficiencias provocadas por limitaciones e insuficiencias y favorecer la efectividad
de la comunicación. Si definimos estrategias aplicadas al aprendizaje de una lengua, podríamos
aplicar la definición que nos dice Rebecca Oxford (1990). Según esta autora, las estrategias son
acciones concretas empleadas por el aprendiz para hacer que el aprendizaje sea más fácil, más
rápido, más agradable, más eficaz y más transferible a nuevas situaciones.

Signos
Artículos principales: signo lingüístico y signo semiótico
Para construir mensajes con el lenguaje se utilizan los signos, unidades extraídas del código común
entre el emisor y el receptor. Un signo consta de una parte material (significante), perceptible por
los sentidos, y de una parte conceptual, que es la idea que quiere representar (significado). Con el
significado, se apunta hacia una parte de la realidad (referente).

La señal de “Prohibido aparcar», por ejemplo, es un signo, porque lo percibimos con la vista y
representa la idea mental que no podemos dejar el vehículo estacionado en ese lugar. También son
signos el sonido y la escritura de las palabras, la expresión o comportamiento de una persona, los
logotipos, el olor de la comida, etc.

La semiología es la ciencia que estudia los signos que utiliza el ser humano en la sociedad: a parte
de los ya mencionados antes, son destacables los costumbres, los ritos simbólicos y la moda, entre
otros. El lingüista Ferdinand de Saussure, que fue quien creó y definir el término semiología,
considera que la lingüística es parte de la semiología, que estudia el signo. El signo es, según él, la
base del lenguaje.
Clases de signos

El científico norteamericano Charles Sanders Peirce clasificó tres clases de signos: los indicios, los
iconos y los símbolos, según la relación del elemento representativo (signo) y el elemento
representado (concepto):

Indicios: llaman indicios aquellos signos que tienen una relación de causalidad o proximidad con la
realidad que representan. Suelen producirse de forma espontánea. Son ejemplos el rastro de un
animal, el humo y el olor del fuego, el representante de una persona o los síntomas de las
enfermedades.
Iconos: las iconos son signos que tienen una relación de semejanza (mucha o poca) con el objeto
que representan. Son ejemplos los dibujos, las fotografías, los mapas, los logotipos o las
onomatopeyas, ya que se asemejan a la realidad representada.
Símbolos: no hay ninguna relación aparente entre el símbolo y el objeto que representa. Sólo
quedan relacionados arbitrariamente por convenio o costumbre entre aquellos que los utilizan. Son
ejemplos la mayoría de las palabras, las cifras y algunas señales de

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