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Estructura atómica
3. ESTRUCTURA ATÓMICA
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A veces también llamados rayos canales. Fueron descubiertos por Eugen Goldstein en 1886.
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El término isótopo proviene del griego y significa “igual lugar”. Se refiere al hecho que las variedades del mismo
elemento ocupan igual lugar en la Tabla Periódica, pues tienen (casi exactamente) las mismas propiedades quími-
cas. Ya en 1886 Crookes avanzó la idea que todos los átomos tienen pesos atómicos enteros y que los elementos
cuyos números de masa tienen valores no enteros son en realidad mezclas. Asimismo, la existencia de isótopos fue
sospechada por Frederick Soddy en 1910, al estudiar los productos del decaimiento radioactivo del torio.
3
Hoy sabemos que de cada 1000 átomos de Ne, 909 son de 20Ne, 88 son 22Ne y 3 son 21Ne.
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3. Estructura atómica
Los rayos X fueron descubiertos por Wilhelm Conrad Roentgen en 1895, al realizar experimen-
tos de descargas en gases. Cuando la diferencia de potencial entre el cátodo y el ánodo es de al-
gunos kV, al ser bombardeado por los electrones, el ánodo emite una radiación penetrante que se
denominó radiación X. En poco tiempo se pudo mostrar que los rayos X son radiación electro-
magnética de longitud de onda muy corta, debido a que
• Los rayos X se producen cuando electrones energéticos impactan sobre un objeto só-
lido. En estas circunstancias los electrones sufren una violenta desaceleración, y de
acuerdo con la teoría electromagnética un electrón acelerado o desacelerado emite
radiación.
• Haga y Wind encontraron en 1899 que los rayos X se difractan al pasar por una ren-
dija muy fina, lo que muestra que son un fenómeno ondulatorio. El tamaño de la
figura de difracción indica que la longitud de onda es del orden de 10–8 cm.
• En 1906 Charles Glover Barkla mostró que los rayos X se pueden polarizar, lo que in-
dica que son ondas transversales.
• En 1912 Max von Laue desarrollo una técnica para medir la longitud de onda de los
rayos X, basada en la difracción por una red cristalina.
Cuando la radiación electromagnética incide sobre una partícula cargada, ésta oscila por efecto
del campo eléctrico de la onda, y al ser acelerada emite radiación. La intensidad total de la radia-
ción emitida por una carga acelerada está dada por la fórmula
2 e2 a2
R= (3.1)
3 c3
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Ver por ejemplo W. Panofsky y M. Phillips, Classical Electricity and Magnetism, Addison-Wesley.
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3. Estructura atómica
2
8π e2 −25 2
R = σ T I J/s , σ T = 2 = 6.66 × 10 cm (3.2)
3 mc
donde σ T se denomina sección eficaz de Thomson del electrón. La (3.2) también se puede es-
cribir en términos del radio clásico del electrón:
e2
r0 = = 2.817938 × 10 −13 cm (3.3)
mc 2
en la forma
8π 2
σT = r0 (3.4)
3
Si hay n electrones por unidad de volumen, la intensidad difundida por un trozo de materia de
sección unidad y espesor dx será
ndxσ T I (3.5)
Esta es la energía perdida por el rayo, que por lo tanto sufre una variación de intensidad dada por
dI = − nσ T Idx (3.6)
La (3.6) implica que la intensidad del haz se atenúa exponencialmente al atravesar un espesor
del material, es decir:
I = I0 e − nσ T x (3.7)
Luego midiendo la atenuación de los rayos X que atraviesan un determinado espesor de materia
se puede determinar n y de allí el número Z de electrones de cada átomo. Los resultados experi-
mentales muestran que Z es aproximadamente igual a la mitad del número de masa A.
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3. Estructura atómica
que el modelo de Thomson predice que el número de partículas α dispersadas en ángulos gran-
des es despreciable. Pero el experimento desmintió esta predicción, y la explicación de las ob-
servaciones llevó a Rutherford a proponer el modelo nuclear, según el cual el átomo está cons-
tituido por un pequeño núcleo central donde está concentrada la carga positiva y casi toda la
masa, rodeado por electrones en movimiento, de forma que el conjunto es totalmente neutro.
Radioactividad
Entre 1896 y 1898 Antoine-Henri Becquerel, Pierre Curie y Maria Curie (Maria Sklodowska)
descubrieron que algunos elementos pesados como el uranio y el torio emiten espontáneamente
radiaciones penetrantes, capaces de velar una placa fotográfica. Haciendo pasar un haz colimado
de estas radiaciones a través de un campo magnético, se encontraron tres componentes que
fueron denominados radiación α, β y γ. Los rayos γ no son desviados por el campo magnético, lo
que indica que no tienen carga eléctrica; en cambio, los rayos α y β se desvían, mostrando que
los primeros tienen carga positiva y los segundos, negativa. Estos experimentos se realizaron
bajo vacío. Introduciendo aire en el dispositivo, se observó que bastan pocos centímetros de aire
para detener la radiación α, pero no las otras dos componentes. Interponiendo láminas de
distintos espesores se encontró que pocos mm de un material denso son suficientes para detener
la radiación β ; en cambio, la radiación γ sólo disminuye apreciablemente si se interpone un
bloque de plomo de varios cm de espesor. Actualmente sabemos que la radiación β está
compuesta por electrones de gran energía5, y que los rayos γ son radiación electromagnética de
longitud de onda extremadamente corta. La naturaleza de las partículas α fue descubierta por
Rutherford, quien encontró que se trata de átomos de Helio doblemente ionizados6.
Al estudiar la radioactividad del torio, Rutherford y Frederick Soddy descubrieron en 1902 que
la radioactividad está asociada con profundos cambios dentro del átomo, que lo transforman en
un elemento distinto. Encontraron que el torio produce continuamente una sustancia química-
mente diferente, que es intensamente radioactiva. Si el elemento así producido se separa del to-
rio, desaparece con el correr del tiempo, dado que a su vez se transmuta en otro elemento.
Observando este proceso, Rutherford y Soddy formularon la ley del decaimiento exponencial,
que establece que en cada unidad de tiempo, decae una fracción fija del elemento radioactivo.
El descubrimiento de la radioactividad y la transmutación de los elementos obligó a los cien-
tíficos a modificar radicalmente sus ideas sobre la estructura atómica, pues demostró que el
átomo no es ni indivisible ni inmutable. En vez de ser simplemente un receptáculo inerte que
contiene electrones, se vio que el átomo puede cambiar de forma y emitir cantidades prodigiosas
de energía. Además, las radiaciones mismas sirvieron de instrumento para investigar el interior
del átomo.
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No siempre los rayos β llevan carga negativa; algunas sustancias radioactivas emiten positrones, de modo que en
ese caso los rayos β llevan carga positiva.
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Se recomienda al alumno leer en la bibliografía citada la descripción de estos experimentos.
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3. Estructura atómica
más. Estos fueron los resultados de los experimentos realizados por Rutherford y sus colabora-
dores Hans Geiger y Ernest Marsden en 1911. Vamos a ver ahora el significado de dicho resul-
tado.
Al atravesar la lámina, las partículas α de hecho atraviesan los átomos. En su trayectoria son
desviadas por los campos eléctricos debidos a las cargas internas de los átomos. Corresponde
aclarar que en este caso el efecto de los electrones es despreciable, debido a su masa muy pe-
queña (aproximadamente 10–4 veces la masa de las partículas α): es fácil estimar que el orden de
magnitud del ángulo de máxima desviación en una colisión entre una partícula α y un electrón
atómico es de apenas 10–4 radianes. En consecuencia se pueden ignorar las colisiones con los
electrones y basta considerar los efectos de las cargas atómicas positivas.
De acuerdo con el modelo de Thomson, los átomos constan de cargas positivas esféricas de unos
10–8 cm de radio, con los electrones distribuidos en su interior. Estas esferas están densamente
empaquetadas en la lámina, por lo tanto si ésta tiene 10–4 cm de espesor, la partícula α atravesará
aproximadamente 104 átomos. Se trata entonces de un problema de dispersión múltiple, y la des-
viación final de la partícula α es la suma de las desviaciones producidas por cada átomo que
atravesó. Estas desviaciones tienen sentidos distribuidos al azar, de modo que podemos estimar
la probabilidad de que ocurra una determinada desviación final si conocemos la desviación pro-
medio debida a cada átomo. Se trata de un problema análogo al del “paseo al azar” y para nues-
tro propósito es suficiente una estimación grosera de las magnitudes de interés.
Consideremos el choque de una partícula α cuya carga es ze ( z = 2 ) y cuya cantidad de movi-
miento es p = mv con una esfera de carga positiva Ze y radio R. Suponiendo que el ángulo φ de
desviación es pequeño, podemos escribir
∆p F∆t
φ≈ = (3.8)
p p
Podemos estimar la fuerza F como zZe2 / R2 y el tiempo que dura la colisión como ∆t ≈ R / v .
Obtenemos entonces
Ze2
φ≈ (3.9)
ER
donde E es la energía cinética de la partícula α. Sustituyendo en (3.9) los valores típicos en estos
experimentos ( Z = 80, e ≈ 4.8 × 10 −10 u.e.s. , R ≈ 10 −10 m y E ≈ 5 MeV ) se obtiene
φ ≈ 2 × 10 −4 radianes (3.10)
Combinando un número muy grande n de estas colisiones, y suponiendo que las desviaciones de
las mismas están distribuidas al azar, se obtiene la siguiente expresión para la probabilidad
P(Φ )dΦ de que la desviación total esté comprendida entre Φ y Φ + dΦ :
Φ2
−
1 2 nφ 2
P(Φ )dΦ = e ΦdΦ (3.11)
nφ 2
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3. Estructura atómica
1/ 2
( )
Φ rms = Φ 2 =φ n (3.12)
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Es interesante recordar que el físico japonés Hantaro Nagaoka había propuesto en 1904 un modelo atómico
planetario semejante al de Rutherford, pero no fue tomado en cuenta por sus contemporáneos debido al problema de
estabilidad que se presenta con esa clase de modelos. En efecto, el electromagnetismo predice que una carga
acelerada irradia; por lo tanto un electrón que gira alrededor de un núcleo debería perder energía y caer sobre él.
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3. Estructura atómica
donde E = mv 2 / 2 es la energía de
dq la partícula incidente. Como en un
choque frontal la máxima distan-
cia de acercamiento es
zZe2
q q + dq p p + dp a= (3.14)
E
cot(φ / 2) = 2 p / a (3.15)
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3. Estructura atómica
es muy pequeño, dP(φ ) / dΩ es mayor que la unidad, y tiende al infinito para φ → 0 . Clara-
mente los experimentos indican que esto no ocurre. Pero debemos tener en cuenta que no tene-
mos derecho de extender la validez de la (3.16) a valores muy pequeños de φ, porque en ese caso
no se cumplen nuestras hipótesis básicas: primero porque no se puede ignorar el efecto de los
electrones, segundo porque no es cierto que la desviación total es el resultado de una única co-
lisión. El principal efecto de los electrones (además de ocasionar ellos mismos dispersiones
múltiples) es el de “apantallar” la carga nuclear, de forma que una partícula α que pasa lejos del
núcleo no experimenta toda la repulsión Coulombiana del mismo. Si bien por ahora no sabemos
cómo es la distribución de carga debida a los electrones, lo que sí sabemos es que a una distancia
del núcleo del orden del radio atómico R, el apantallamiento es completo y por lo tanto las partí-
culas α que inciden con parámetros de impacto mayores que R no experimentan desviación. Si el
número de átomos por unidad de área del blanco es bajo, de manera que ndπR2 < 1, entonces la
probabilidad de dispersión es menor que la unidad. Esto es lo que ocurre, por ejemplo, con
blancos gaseosos de poco espesor (un blanco gaseoso de 1 cm de espesor a 10–2 mm Hg contiene
aproximadamente 4x1014 átomos/cm2, luego ndπR2 ≈ 0.1). En cambio cuando ndπb 2 > 1 ocurre
dispersión múltiple. En este caso, la probabilidad total de dispersión no es igual a la probabilidad
de dispersión por átomo multiplicada por el número de átomos en el blanco, pues una vez que
una partícula α ha chocado una vez, los choques subsiguientes no aumentan la probabilidad de
dispersión sino que solamente modifican la desviación, como ya se vio anteriormente. Por lo
tanto, para láminas metálicas, la distribución angular de las partículas α dispersadas varía con
continuidad desde la distribución de Rutherford para ángulos grandes hasta la distribución de
dispersión múltiple para ángulos pequeños, de modo tal que la probabilidad total de dispersión
es siempre igual o menor que la unidad.
y por lo tanto se concluye que el radio del núcleo del cobre es menor o igual que dicha cantidad.
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3. Estructura atómica
la carga electrónica, es decir el número Z, es igual (dentro del error experimental) al número
atómico del elemento8.
Por todo ello Rutherford propuso un modelo en el que el átomo está formado por un núcleo con
una carga positiva igual a Ze, alrededor del cual giran Z electrones, de manera que su movi-
miento equilibra dinámicamente la atracción Coulombiana que sobre ellos ejerce el núcleo. La
extensión del movimiento electrónico determina que el tamaño del átomo sea de aproximada-
mente 10–8 cm. Este concepto sugiere que las propiedades químicas de un elemento están deter-
minadas por el número de electrones de sus átomos (y no por la masa atómica, como se pensaba
hasta entonces), y también sugiere que deben existir elementos para todos los valores posibles de
Z, hasta que Z se hace demasiado grande y el núcleo se vuelve inestable pues probablemente ya
no puede mantener más carga positiva en su interior.
Sin embargo, es evidente que el modelo todavía es incompleto y presenta serias fallas. En primer
lugar no se da todavía ninguna idea acerca de cómo los electrones determinan las propiedades
químicas. En segundo lugar tampoco se explica porqué todos los átomos de una misma especie
tienen aparentemente el mismo tamaño, y además, porqué los átomos de especies muy distintas
tienen casi exactamente el mismo tamaño. Comentaremos este asunto en la siguiente Sección.
Por último, el modelo enfrenta una objeción aún más grave: al girar alrededor del núcleo, los
electrones sufren una aceleración continua y por lo tanto deberían irradiar ondas electromagné-
ticas y perder energía, y en consecuencia caer en espiral hacia el núcleo. Veremos más adelante
que la solución de esta dificultad requiere abandonar la física clásica.
mv 2 e 2
= 2 (3.18)
r r
e2
rv 2 = (3.19)
m
En esta ecuación r puede tener cualquier valor, pues la (3.19) sólo nos dice que si escalamos r
por un factor k 2 es necesario escalar v por el factor k −1. Se puede verificar que la (3.19) equi-
vale a la Tercera Ley de Kepler.
El origen del problema reside en que las únicas constantes que intervienen en el modelo clásico
del átomo de Rutherford son la carga y la masa del electrón, y con ellas no podemos formar una
longitud característica.
Existe una manera de combinar e y m con una constante universal clásica, de modo de formar
una longitud, y es usar la velocidad de la luz, c. Se construye así la constante
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Es decir el número por el cual se ordenan los elementos en la Tabla Periódica.
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3. Estructura atómica
e2 −13
re ≡ 2 = 2.8 × 10 cm (3.20)
mc
Esta longitud es el radio clásico del electrón, que ya mencionamos en conexión con la disper-
sión Thomson, pero no tiene nada que ver con las dimensiones atómicas, ya que surge de
comparar el equivalente energético de la masa del electrón con la energía del campo eléctrico del
mismo electrón. Es obvio que la velocidad de la luz puede intervenir sólo cuando se consideran
efectos relativísticos, y este no es el caso del átomo pues se ve de inmediato a partir de la (3.19)
que si r ≈ 10 −8 cm resulta que v << c .
Adelantándonos a lo que veremos más adelante en detalle, es fácil ver que el dilema se resuelve
si introducimos la constante de Planck h ( h = 6.63 × 10 −27 erg s ). Es posible entonces formar la
longitud
(h / 2π )2
a0 ≡ 2 = 0.529 × 10 −8 cm (3.21)
me
Esta longitud, que se denomina radio de Bohr, tiene efectivamente el orden de magnitud co-
rrecto. Esto sugiere que la constante de Planck desempeña algún papel con respecto del tamaño
de los átomos, aunque por el momento no sabemos cuál, ni porqué.
En 1913 Niels Bohr reformó el modelo de Rutherford del átomo de hidrógeno, postulando que
sólo estaban permitidas las órbitas circulares cuyo momento angular fuera un múltiplo entero de
h = h / 2π , es decir, aquellas órbitas que cumplen
mvr = nh , n = 1, 2, 3, … (3.22)
n2 h2 2
r= 2 = n a0 (3.23)
me
Por lo tanto, de acuerdo con la condición de Bohr (3.22), a0 es el radio de la primera órbita per-
mitida ( n = 1) y representa efectivamente el radio del átomo de hidrógeno.
La hipótesis de Bohr se encuadra dentro de lo que hoy se denomina Teoría Cuántica Antigua,
que tuvo considerable éxito, pues permitió interpretar varias propiedades atómicas y también
resolver la paradoja de los calores específicos que resulta como consecuencia del Teorema de
Equipartición. Sin embargo esta teoría presenta varios inconvenientes y finalmente fue
abandonada cuando se introdujo la Mecánica Cuántica moderna. En el Capítulo 5 la comentare-
mos más en detalle. Pero primero conviene discutir algunas características de la radiación elec-
tromagnética y de sus interacciones con la materia, que fueron históricamente las que llevaron a
introducir la constante de Planck y además mostraron que las propiedades de la radiación no se
pueden explicar satisfactoriamente en términos del concepto clásico de onda.
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