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La Renovación Carismática: alabanzas, sanación y exorcismo

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Esta corriente de la Iglesia Católica genera mucha curiosidad y convoca cada vez
a más fieles a los templos. El lunes pasado se desarrolló una misa en la ciudad
de Santa Fe en Argentina. Propuesta y sentido de sus prácticas

El lunes pasado se realizó en la Parroquia de la Merced, de esta ciudad, una misa de la


Renovación Carismática Católica (RCC). La celebró el padre Leonardo Mathieu, de la
parroquia San Miguel Arcángel, de Recreo.
Fue en el marco de las Misas de las Comunidades de la RCC, que se realizan una vez
al mes en distintas parroquias de Santa Fe. A ellas se invita a todos los grupos de la
Renovación, que provienen de las diversos templos, además de a todos los
interesados en asistir.
Las misas de la RCC son muy particulares porque rompen con la solemnidad
tradicional, son descontracturadas y algo heterodoxas. En ellas imperan la alabanza,
los gestos efusivos, el canto esmerado –generalmente, con coros numerosos y
muchos instrumentos–, el baile y la oración “en lenguas”.
Es propio de ellas confraternizar, abrazarse, rezar tomados de la mano el Padre
Nuestro. No obstante, se respetan los distintos momentos –y el estricto sentido– de la
celebración tradicional y como dispone la Iglesia.
“Los creyentes acceden a la experiencia sensible de un Dios vivo, de su presencia. Y a
sensaciones que –muchas veces– no tienen explicación. Luego se dan cuenta de que
muchas cosas comienzan a sanar y a transformar sus vidas; y todo ello va cobrando
sentido”, sintetizó un asistente a la misa del lunes que “descubrió” a la RCC hace cinco
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años.
Y agregó: “Aquí uno se encuentra con personas que no juzgan, con una mentalidad
distinta y siempre dispuestas a ayudarte o a rezar por vos”.
Nada fuera de la Doctrina
Por su parte, el padre Gabriel Lauría, asesor arquidiocesano en Santa Fe y viceasesor
a nivel nacional de la RCC, en diálogo con Diario UNO fue enfático en señalar: “La
renovación es mucho más que sus misas, que habitualmente llaman mucho la
atención. Es un camino de santidad en la vida de la Iglesia, un camino de gozo, de
servicio, de evangelización. Sus misas, algún sacerdote, los grupos de oración de la
Renovación, son signos, pequeños detalles. Lo importante es el camino de santidad
que la RCC nos invita a vivir en la Iglesia, por la Iglesia y para la Iglesia en el
seguimiento de Jesús, maestro y Señor”.
Y agregó: “La RCC es una «corriente de gracia» en la Iglesia y para la Iglesia que busca
una conversión personal de los cristianos a Jesús junto a una apertura decisiva a la
persona del Espíritu Santo y de esa manera lograr una revitalización de toda la vida
cristiana. Se trata de una fuerte acción espiritual que cambia la vida. Es un verdadero
rejuvenecimiento, una actualización de los sacramentos del Bautismo y de la
Confirmación”.
—¿Por qué se llama “carismática”?
—Porque está abierta a la recepción y uso de esos dones que Dios concede para
crecimiento de la Iglesia que son los carismas.
—¿Cuál es el sentido de la alabanza, el canto, los aplausos y el baile?
—Por un lado, a través de esos modos se busca expresar con nuestro cuerpo, con
nuestra afectividad, aquello en lo que creemos. No es simplemente un
sentimentalismo sino fundamentalmente una manera de expresar nuestro amor y
nuestra alegría hacia Dios. Y allí tiene lugar la alabanza como oración, el canto y el
aplauso, como signos de esa alegría de poder compartir con Dios. En ellas también
oramos por los enfermos, los afligidos, los angustiados, los que necesitan una ayuda
especial de Dios. Esto, me atrevo a decir, llama un poco la atención a la gente porque
no es lo habitual. Aquí podemos expresar lo que hay en el corazón, y esto permite la
participación de mucha gente que se siente convocada.
Sanar y exorcizar
—¿Por qué la RCC tiene especial dedicación por los enfermos?

—Cristo en el Evangelio nos dice: “Salgan al mundo, hagan discípulos, curen a los
enfermos, expulsen demonios, y anuncien que el Reino de Dios está cerca”. Y
podemos ver en distintos momentos del Evangelio que Jesús hace eso: el encuentro
con los más débiles, con los enfermos, porque es ahí adonde se muestra no
solamente el poder de Dios sino, fundamentalmente, el amor que Dios tiene por
nosotros. La RCC rescata esa certeza de que Jesús sigue actuando también hoy, entre
otras formas, a través de sanar a los enfermos y de consolar al que está triste y
angustiado. Aunque la RCC no propone solamente la sanación de los enfermos, sino
propone el Reino de Dios, el encuentro personal con Jesús, que es el momento en
donde obra la sanación, la liberación y el consuelo. Todo eso que revitaliza la vida
cristiana.
—¿Cuál es el rol que ocupa la RCC en las prácticas de liberación y en las

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vinculadas al exorcismo?
—Vamos a distinguir. El exorcismo es un rito litúrgico reservado al obispo y lo puede
hacer un sacerdote cuando ha sido expresamente autorizado por el obispo. Sino, no
puede hacerlo. Y mucho menos los laicos. Ahora bien, todos los bautizados tenemos
la posibilidad de orar a Dios pidiendo que actúe, que obre en el corazón de quien se
ve afectado por una influencia demoníaca. A esta oración se la llama oración de
liberación y es un don que lo tiene todo bautizado, el sacerdote y el laico. Luego,
profundizando un poco, Dios da a algunos sacerdotes dones especiales de liberación,
de sanación, que son carismas puntuales y para casos puntuales. Entonces la RCC lo
que ha hecho es revitalizar, volver a poner sobre el tapete estas cuestiones que la
Iglesia siempre tuvo. No es nada nuevo y aparece –y mucho– en la vida de los santos.
Los carismas y el don de lenguas
—¿Cuáles son los dones o los carismas que todos los bautizados podemos tener
o desarrollar?

—Son infinitos en tanto son dones que Dios da. San Pablo en sus cartas los cataloga.
Hay carismas de conocimiento (profecía, sabiduría, entre otras); carismas de poder
(fe, curaciones, liberación, entre otros), carismas de servicio (gobierno, asistencia a los
necesitados y otros). Los sacerdotes tenemos el don de gobierno para guiar y
acompañar a la gente. Y Dios los va suscitando en la medida en que la comunidad los
necesita. Porque no son propiedad de quien los porta, sino es un don que él le da
para hacer crecer a la Iglesia, para hace crecer a la comunidad. Algunos tendrán el
carisma de la oración, otros del canto, de la música, de la predicación, de la
enseñanza. Son muchos.
—¿Qué es el don de lenguas?
—Este es uno de los dones que más llama la atención y no es ni el más importante ni
el menos importante. Los dones sirven para la edificación de la comunidad. El don de
lenguas en un don de oración por el cual al no entender conceptualmente lo que
estamos diciendo ora –con más libertad podríamos decir– el Espíritu Santo,
intercediendo ante el Padre Celestial por una persona o situación. Insisto en que es
un don de oración fundamentalmente; que no edifica a quien lo tiene y lo usa, no lo
beneficia –aunque tampoco le hace daño–. Cuando la persona ora en lenguas
individualmente o en comunidad puede experimentar la presencia de Dios, la alegría,
la paz, etcétera.
—¿Para qué es la oración de intercesión?
—Es la oración en la que uno pide con el corazón y con la vida en favor de alguien, en
beneficio de otro. El modelo más claro es el de la oración del propio Jesús. Él
intercede por todos nosotros en La Última Cena. Allí pronuncia una oración de
intercesión muy poderosa, muy fuerte. Los cristianos, desde el Bautismo, tenemos el
don, la gracia, la potestad, de interceder por otros mediante la oración. Allí uno no
pide por uno mismo, sino por otro.

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