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laicismo.org/la-renovacion-carismatica-alabanzas-sanacion-y-exorcismo/
Esta corriente de la Iglesia Católica genera mucha curiosidad y convoca cada vez
a más fieles a los templos. El lunes pasado se desarrolló una misa en la ciudad
de Santa Fe en Argentina. Propuesta y sentido de sus prácticas
—Cristo en el Evangelio nos dice: “Salgan al mundo, hagan discípulos, curen a los
enfermos, expulsen demonios, y anuncien que el Reino de Dios está cerca”. Y
podemos ver en distintos momentos del Evangelio que Jesús hace eso: el encuentro
con los más débiles, con los enfermos, porque es ahí adonde se muestra no
solamente el poder de Dios sino, fundamentalmente, el amor que Dios tiene por
nosotros. La RCC rescata esa certeza de que Jesús sigue actuando también hoy, entre
otras formas, a través de sanar a los enfermos y de consolar al que está triste y
angustiado. Aunque la RCC no propone solamente la sanación de los enfermos, sino
propone el Reino de Dios, el encuentro personal con Jesús, que es el momento en
donde obra la sanación, la liberación y el consuelo. Todo eso que revitaliza la vida
cristiana.
—¿Cuál es el rol que ocupa la RCC en las prácticas de liberación y en las
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vinculadas al exorcismo?
—Vamos a distinguir. El exorcismo es un rito litúrgico reservado al obispo y lo puede
hacer un sacerdote cuando ha sido expresamente autorizado por el obispo. Sino, no
puede hacerlo. Y mucho menos los laicos. Ahora bien, todos los bautizados tenemos
la posibilidad de orar a Dios pidiendo que actúe, que obre en el corazón de quien se
ve afectado por una influencia demoníaca. A esta oración se la llama oración de
liberación y es un don que lo tiene todo bautizado, el sacerdote y el laico. Luego,
profundizando un poco, Dios da a algunos sacerdotes dones especiales de liberación,
de sanación, que son carismas puntuales y para casos puntuales. Entonces la RCC lo
que ha hecho es revitalizar, volver a poner sobre el tapete estas cuestiones que la
Iglesia siempre tuvo. No es nada nuevo y aparece –y mucho– en la vida de los santos.
Los carismas y el don de lenguas
—¿Cuáles son los dones o los carismas que todos los bautizados podemos tener
o desarrollar?
—Son infinitos en tanto son dones que Dios da. San Pablo en sus cartas los cataloga.
Hay carismas de conocimiento (profecía, sabiduría, entre otras); carismas de poder
(fe, curaciones, liberación, entre otros), carismas de servicio (gobierno, asistencia a los
necesitados y otros). Los sacerdotes tenemos el don de gobierno para guiar y
acompañar a la gente. Y Dios los va suscitando en la medida en que la comunidad los
necesita. Porque no son propiedad de quien los porta, sino es un don que él le da
para hacer crecer a la Iglesia, para hace crecer a la comunidad. Algunos tendrán el
carisma de la oración, otros del canto, de la música, de la predicación, de la
enseñanza. Son muchos.
—¿Qué es el don de lenguas?
—Este es uno de los dones que más llama la atención y no es ni el más importante ni
el menos importante. Los dones sirven para la edificación de la comunidad. El don de
lenguas en un don de oración por el cual al no entender conceptualmente lo que
estamos diciendo ora –con más libertad podríamos decir– el Espíritu Santo,
intercediendo ante el Padre Celestial por una persona o situación. Insisto en que es
un don de oración fundamentalmente; que no edifica a quien lo tiene y lo usa, no lo
beneficia –aunque tampoco le hace daño–. Cuando la persona ora en lenguas
individualmente o en comunidad puede experimentar la presencia de Dios, la alegría,
la paz, etcétera.
—¿Para qué es la oración de intercesión?
—Es la oración en la que uno pide con el corazón y con la vida en favor de alguien, en
beneficio de otro. El modelo más claro es el de la oración del propio Jesús. Él
intercede por todos nosotros en La Última Cena. Allí pronuncia una oración de
intercesión muy poderosa, muy fuerte. Los cristianos, desde el Bautismo, tenemos el
don, la gracia, la potestad, de interceder por otros mediante la oración. Allí uno no
pide por uno mismo, sino por otro.
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