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Sexto grado
El coendú
Existe en el nordeste de la república un Cuando no se le asusta, mantiene ad
animal curiosísimo con aspecto de puer heridas al cuerpo sus larguísimas púas y
co espín y erizo a la vez, cubierto con parece entonces que llevara encima una
larguísimas púas de sombría fama. gran capa verdosa de hilos longitudinales.
Se dice de él que, al ser atacado, Pero, a la menor alarma, levanta sus
lanza sus flechas contra su enemigo cerdas rígidas, dejando al descubierto
con la velocidad de una bala y esto, una fina pelusa blanca sobre su lomo. Pa
desde ocho a diez metros. Dichas púas, sada la inquietud, las larguísimas púas ba
según la creencia popular, son vene jan lentamente y el coendú reanuda su
nosísimas y no se pueden arrancar ya pasito un tanto desnivelado.
de la carne. A tal monstruo se le llama Yo no estaba seguro de mantener vivo
coendú. a mi coendú, pues estos seres huraños se
Es un animal bastante raro, que ape resisten a alimentarse en cautiverio. Por
nas se encuentra una que otra vez en suerte no pasó así, al día siguiente de ca
lo más sombrío del bosque. zado, le vi comer cáscaras de naranjas y
Quiso la suerte un día que un pobla roer maíz, sentado sobre sus patas trase
dor me trajera un coendú recién caza ras, sosteniendo delicadamente con sus
do y que según él, estaba furiosísimo. manos el grano de maíz, como un objeto
El animal venía dentro de una bolsa y precioso.
la bolsa dentro de un cajón. Llegó a conocerme en poco tiempo
Con gran dificultad, sacamos al mons y se apoderaba de mi mano, dedo tras
truo de la caja, pues, erizado como dedo, con temerosa lentitud, para con
estaba a más no poder, se resistía, cluir siempre por llevarse un dedo a la
apoyando sus mil púas contra la tela. boca, para ver a qué sabía.
Logramos al fin sacarlo por su cola Cuando tuve que venir a la ciudad,
prensil y lo colocamos en una jaula, pensé que mi coendú, por su carácter de
donde pude, por fin, observarlo a mi monstruo de leyenda, sería interesante en
gusto. nuestro zoológico. Lo traje conmigo y lo
Lo más admirable de aquel “mons puse en manos de Onelli, entonces el Di
truo” es la dulzura de sus grandes ojos rector del parque.
saltones; dulzura de un ser inofensi
Quiroga Horacio,
vo y tímido, como lo es en efecto el Los cuentos de mis hijos, México,
coendú. sep-Alfaguara Infantil, 2002, pp.29.
Al término de la lectura pida al alumno que escuche con atención cada una
de las preguntas que le hará, para responderlas de acuerdo con lo que leyó.