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La economía, entre la segunda mitad del siglo XX y la primera década del XXI, ha
dejado de ser una actividad y una disciplina científica al servicio de la sociedad y del
planeta, para convertirse en una dimensión más de la crisis multifacética que erosiona
las bases de la civilización moderna y que está conduciendo a la humanidad a su
propia destrucción. Esta economía mundial se caracteriza por una explotación
ilimitada de los recursos, un crecimiento incontrolado de la producción, la
desregulación del mercado, la especulación financiera y el consumismo desenfrenado.
En los años 2010 la economía a escala mundial se enfrenta a tres dilemas que
determinan el sentido de su propia existencia, relacionados consigo misma, con los
seres humanos y con el planeta.
Las variaciones del tipo de cambio han sido uno de los mayores ámbitos de acción de
los mercados especulativos, y por ello hace falta reformar el sistema monetario
internacional. Para ello se establecería una canasta común entre diferentes monedas,
que podría ser una versión reforzada de los Derechos Especiales de Giro (DEG). Esta
“moneda mundial” coexistiría con la creación pública y asociativa a diferentes escalas,
de monedas territoriales y sectoriales. La telematización de la moneda permitiría la
transparencia y dificultaría la corrupción y la evasión fiscal. Los estatutos de la banca
internacional separarían las actividades comerciales de las de inversión. Finalmente,
haría falta oficializar el pago de la deuda contraída por los países del Norte a los países
del Sur por siglos de dominio, explotación y sometimiento colonialista.
Por una economía justa y no elitista: acabar con la miseria y con las
desigualdades
La economía debería ayudar a satisfacer las necesidades y el bienestar de las
sociedades. Sin embargo, en el mundo se produce mucho más de lo que se consume
mientras que una parte importante de la población no puede acceder a los recursos
que se acumulan o desechan. El escándalo de la desigualdad y sus consecuencias en
términos de miseria y de mortalidad, sobrepasan el límite de lo inmoral para entrar en
lo que Jean Ziegler ha llamado “asesinato programado”. La mitad de la población del
mundo gana menos de dos dólares diarios, 1.100 millones pasan hambre de los cuales
35.000 mueren diariamente, mientras también cada día se gastan 4.000 millones de
dólares en armamento y otras cantidades astronómicas se dedican al rescate de las
finanzas.
Caminar hacia una sociedad sostenible implica desarrollar una relación entre la
humanidad y la biosfera basada en la coexistencia y la cooperación y no en la
supremacía y la explotación. El crecimiento ilimitado, la acumulación material, el
productivismo o el fetichismo tecnológico deben ser remplazados por otros valores
como el bienestar, la felicidad y las relaciones humanas. Hace falta transitar, en
palabras del economista Kenneth Boulding, de “la economía del cowboy” que implica
unos recursos ilimitados, a “la economía del astronauta” con unos recursos escasos
adaptados a las posibilidades de los ecosistemas. La transición hacia una economía y
una sociedad sustentables incluye un número altísimo de propuestas y de extensión
de experiencias ya existentes (consultar la entrada “medio ambiente” del diccionario).
En resumen hace falta, entre otros, una relocalización no autárquica sino
complementaria de la actual mundialización; usar nuevos indicadores alternativos al
crecimiento y al PIB; regular la producción siguiendo criterios de sustentabilidad;
producir mejor con menos, reorientando la economía hacia más calidad y eficiencia
paralela a un “crecimiento diferencial o selectivo” de lo material según la biocapacidad
de las regiones del mundo; desarrollar un vasto programa de consumo responsable;
reconvertir, prohibir sectores como el armamentístico, la ingeniería genética y la
energía nuclear.
Por una ciencia económica y unas instituciones económicas adaptadas al siglo
XXI
Finalmente, cabe remodelar radicalmente, por un lado, la arquitectura de la
gobernanza económica mundial y por otro, la propia ciencia económica. La corriente
dominante en la ciencia económica del siglo XX y principio del XXI se basa en el
racionalismo de la física del siglo XIX, refutado desde entonces por los propios
científicos. Esta economía eleva a la categoría de leyes irrefutables principios que
informan sobre el crecimiento y acumulación de bienes ignorando una realidad social
y medioambiental más compleja constituida de muchos otros factores. En su lugar,
una economía al servicio de la humanidad debe considerar todos estos factores y
basarse en valores y principios como el cuidado, la cooperación, la solidaridad, la
participación, la satisfacción de las necesidades básicas, la proximidad, la
redistribución justa, la corresponsabilidad y la ética de la igualdad.
Qué es Imperialismo:
El imperialismo es un régimen de dominación política en el cual una potencia
militar extiende sus dominios sobre otros pueblos o Estados por medio de la
fuerza o a través de la influencia económica, cultural o política.
En este sentido, como imperialismo también se puede designar la actitud y
doctrina de quienes practican el imperialismo. La palabra, como tal, se forma con
los vocablos “imperial”, que significa perteneciente o relativo al imperio, e -ismo,
prefijo para designar doctrinas o sistemas.
El imperialismo puede responder a distintas motivaciones: la explotación
económica, la subordinación cultural, la ocupación militar de plazas
geoestratégicas, el poblamiento de asentamientos deshabitados, entre otras.
Vea también Industrialización.
Por otro lado se encuentra Suiza; sin océanos, tiene una de las mayores
flotas náuticas del mundo; no tiene cacao, pero sí el mejor chocolate del
mundo; en sus pocos kilómetros cuadrados, cría ovejas y cultiva el suelo
solo cuatro meses al año ya que el resto del tiempo es invierno; pero
tiene los productos lácteos de mejor calidad de toda Europa. Igual que
Japón, no tiene productos naturales, pero da y exporta servicios con
calidad muy difícil de superar. Es un país pequeño que da una imagen de
seguridad, orden y trabajo, que los convirtió en la “caja fuerte” del mundo.
En los países pobres sólo una pequeña parte de la población sigue estas
reglas en su vida diaria.
No somos pobres porque a nuestros países les falten riquezas
naturales, o porque la naturaleza haya sido cruel con nosotros.
Somos pobres por nuestra actitud, y por no cumplir estas premisas
básicas del funcionamiento de una sociedad.
Orígenes
Definición
Conferencia de Bandung
La Conferencia de Bandung fue una reunión de
estados asiáticos y africanos, la mayoría de los cuales
acababan de acceder a la independencia. Fue
organizada por los grandes líderes independentistas:
Nehru de la India y Sukarno de Indonesia, además de
los líderes de Pakistán, Birmania y Sri Lanka. Estos
cinco países asiáticos invitaron a otros 25 a participar
en la conferencia. En total acudieron veintinueve
países.
1. Causas Geográficas:
4. Causas Sociales:
5. Causas Políticas:
6. El Problema de la Sobrepoblación:
CONCLUSIONES