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¿COMO VENCER EL PASO DEL TIEMPO A

TRAVÉS DE UNA CAFETERA?


(“Moka express,” n.d.)

El café exprés por su concentración y su sabor


potente es quizá el que nos resulta más familiar
cuando nos apetece esta bebida y esto no ha sido
gratuito. Es aquí donde un utensilio de cocina
relativamente común como la cafetera Bialetti
expone con creces sus créditos por su trascendente
aporte a este imaginario ya que su forma posee un
aura tan potente que su imagen nos induce a querer
prepararnos un “tinto”, como se dice en Colombia,
para referirse a esta bebida caliente. Son diversos los
factores que han permitido que este objeto se haya convertido en un producto icónico cuya
presencia en el mercado ha proliferado en diferentes lugares del mundo donde también se ha
replicado por algunas empresas poco más o menos sin modificar su aspecto original por lo cual se
hace necesario comprender el contexto en el que surge para así obtener pistas que nos permitan
develar la naturaleza de su diseño.
A mediados del siglo XVII empiezan a volverse populares en Europa las “coffehouse” o
cafeterías, lugares de reunión donde se sirven diferentes tipos de bebidas, en ocasiones algunos
licores y bocadillos, estos son establecimientos muy visitados aún hoy en día porque sirven de
punto de encuentro y permiten diferentes circunstancias de interacción social. Su importancia en
la sociedad ha sido muy marcada por estas características llegando incluso a ser prohibidas como
lo hizo el rey Carlos II con el argumento de que estos lugares eran semilleros del pensamiento
libre de los revolucionarios; así mismo fueron blanco de críticas por argumentar que servían
como nido de apuestas ilegales, pero la crítica es algo normal cuando de algo nuevo se trata y
más de una costumbre o un lugar que amenaza al status quo de una sociedad.(Schnapp, 2001)
Es evidente que las máquinas complejas marcaban una brecha social entre clases así como las
cafeterías, es ahí donde se contrastan dos factores; primero, el café como un producto de amplio
consumo en las sociedades occidentales, segundo, la oferta monopolizada por las cafeterías
donde la bebida, los granos secos y los granos tostados eran proveídos exclusivamente por estas
empresas, este dilema es quizás el punto de partida para la creación de un producto como la
Moka de Bialetti.
En la sociedad europea y dada la secularización del café y su expansión al plano de los hogares,
las personas empezaron a hacer su propio café con ollas del tipo napoletana y milanese, a pesar
del desarrollo de complejas y exuberantes máquinas de espresso llenas de ornamentos y
complejos sistemas para hervir y generar presión en el agua para hacer un café de forma rápida,
atendiendo las necesidades de los hombres modernos (si, los hombres, porque el café fue mal
visto por una porción significativa de las mujeres europeas hasta el siglo XIX) que necesitaban un
estímulo, un elixir que les proporcionara vigor y energía para sus tareas diarias, no obstante, el
espresso dominaba el imaginario colectivo dado que simbólicamente, así como los trenes
expresos, simbolizaba un proceso refinado, tecnificado y rápido, mientras que en los hogares era
un proceso lento, nada refinado y con un sabor que ante los ojos de muchos, no se comparaba con
el producido por las máquinas de expresso difundidas a principios del siglo XX.
Respecto a la Moka de Bialetti, quien refinó su técnica para trabajar el metal en Francia, se
presume que surge cuando Alfonso Bialetti se pregunta cómo poder llevar el acto de hacer café
con calidad, a los hogares italianos, ¿Cómo mezclar la calidad de las máquinas con la sencillez de
las ollas milanese o napoletana? ¿Cómo llevar el café que hace una ama de casa al nivel del café
hecho por un barista con alta calidad y a un costo bajo que permita el acceso de muchos hogares a
una forma nueva y efectiva de preparar café?. A pesar de no estar documentadas, se presume que
interrogantes de este tipo motivaron a Bialetti a trabajar en su cafetera, enfrentándose al reto de
diseñar algo, siendo un gran trabajador de metal sin conocimiento alguno de diseño.
Y es aquí cuando las circunstancias confluyen en un chispazo de creatividad materializada en un
objeto que es inmutable al paso del tiempo, inspirado en el mecanismo de vapor que impulsaba
hacia arriba el agua jabonosa a través de un tubo utilizado como un dispositivo para lavar la ropa
a principios del siglo XX. Posteriormente Bialetti perfeccionaría los componentes tecnológicos
de la cafetera como la válvula de seguridad la cual cuenta con una patente.
En cuanto al diseño, Bialetti imitó las características de juegos de platería para té y café creados
por diseñadores como Hoffmann, Puiforcat y Genazzi en un periodo cúspide del Art Deco, su
forma facetada parte de una pirámide de base octogonal cuya geometría se refleja en el cuerpo
superior que sirve de contenedor para la infusión, lo que resulta en una forma cuya simetría
bilateral está presente en los tres planos de proyección ortogonal principales desde los que se
mire. La ausencia de ornamentos innecesarios, en donde la forma sigue a la función, la pureza de
su geometría y la noción de una máquina eficiente para la vivienda dotan a este objeto de un
simbolismo asociado a la estética futurista que se evidencia en el estilo de vida del hombre
moderno presente en la sociedad italiana de ese entonces.(“LA CAFETERA ZANZIBAR, UNA
HISTORIA INCONCLUSA,” 2017).
Al inicio, Bialetti no tuvo mucho éxito con su máquina , primero, porque para la época en la que
desarrolló la Moka, el consumo de café se había reducido en Italia, y segundo, porque Bialetti
tampoco era un industrial ni un hombre de negocios, por lo que sus ventas se vieron restringidas a
lo que podía vender cada fin de semana y a la incipiente fama que adquirieron sus productos a tal
punto de poder enviarlos directamente a sus clientes, pero este incipiente (aunque no suficiente)
éxito se vio opacado por la segunda guerra, donde el aluminio dejó de usarse para propósitos
domésticos y fue destinado exclusivamente al uso bélico, razón por la cual Bialetti tuvo que
retornar a su oficio base, la fundición y el conformado de piezas, pero esta vez al servicio del
conflicto. El tercer y último factor fue el aumento del precio del aluminio italiano que era incluso
más costoso que el aluminio norteamericano, entonces. Era muy positivo que el aluminio fuera el
metal de Italia, el que mejor representaba su ideal de país, pero ¿realmente es el metal de un país
cuando es más barato importarlo y los costos de producción de objetos en dicho metal marcan
una brecha social donde el aluminio a pesar de ser el metal de Italia, no está al alcance de todos
los italianos? Aun en estas condiciones, Alfonso Bialetti supo sobrellevar la adversidad que la
guerra trae consigo logrando que el desarrollo de la cafetera alcanzara un estado de calidad
optimo en cuanto a su manufactura, pero además se gestaba un nicho de mercado que explotaría
de manera exponencial gracias a una gestión comercial y de publicidad muy efectiva a manos de
Renato Bialetti (hijo) apoyada por la construcción de un personaje y una serie de anécdotas
graciosas y cotidianas que le rodeaban, eso le permitió generar mucha recordación y a su vez
aumentar sus ventas en un periodo de posguerra en el que la recuperación económica de Italia
permitió que hubiera más poder adquisitivo y que el aluminio estuviera al alcance de todos, así
mismo la "americanización" de la vida europea permitió que los elementos como la cafetera
pudieran involucrarse en la lógica del consumismo e incluso generar cambios sociales en cuanto
al género, poniendo un objeto doméstico no sólo en el poder de una mujer, puesto que el acto de
realizar el café, al llevarse al “mainstream” de los hogares, se volvió una actividad donde tanto el
padre como la madre de la familia participaban activamente.
Para llegar a convertirse en un objeto iconográfico, es claro que no basta con que un producto
dotado de tantos atributos como su elaboración con materiales que representan el avance de toda
una sociedad cuya utilidad trasciende en un producto adecuado para el contexto en el que surge,
en donde la pregnancia de su forma se puede asociar con otros utensilios más lujosos que podrían
cumplir el mismo propósito sino que este además es de uso práctico, prepararlo conlleva un
proceso que, por sencillo que sea, es sorpresivamente mágico, basta con incorporar porciones
suficientes de agua y café en el contenedor inferior de la cafetera y luego de unos minutos al
fuego aparece ese aroma envolvente que impregna el lugar avisando que ha llegado el momento
de hacer una pausa para revisar que la infusión ya se encuentra en el contenedor superior lista
para servir; es necesario que se rompa un paradigma funcional en su evolución tecnológica pero
que esto no llegue a alterar la escena fundamental para la que fue creado y es el mismo acto de
disfrutar o compartir el café, una tradición antiquísima que está profundamente arraigada a la
humanidad.

REFERENCIAS

Cómo hacer un café perfecto con una cafetera italiana. (2012). Retrieved from
https://www.youtube.com/watch?v=lmLzuIdZnQU
LA CAFETERA ZANZIBAR, UNA HISTORIA INCONCLUSA. (2017). Retrieved from
https://kitchengs.wordpress.com/la-cafetera-zanzibar/
Moka express. (n.d.). Retrieved from https://bialetti.pe/categoria-producto/cafeteras/cafeteras-
aluminio/moka-express/
Schnapp, J. (2001). The Romance of Caffeine and Aluminum. Critical Inquiry, 28(1), 244–269.
https://doi.org/10.1086/449039

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