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AMOR VERDADERO
Enviado por doblezeroo Seguir
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Yo seguía tarareando
de mi garganta una nana
destrenzando pensamientos
en poesías trenzadas
del amor que llevo dentro
versado en notas doradas
cuando una fugaz estrella
con el polvo de sus alas
vino tras mi sonsonete
al ver como te besaba.
El abrazo de la concha
en mis oídos silbaba,
la luna hecha de papiro
sobre ti se desgranaba
y en ese mismo momento
enmudecieron las arpas
de todos mis pensamientos
abriendo paso a las hadas
de ese paisaje de amor
que inconsciente regalabas,
sumiéndome por completo
en la atmósfera de la playa,
sumergiendo mi universo
en los sueños de tu mirada,
sintiendo el placer de amarte
rodeado de la dulce nada.
*****
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HEBRAS DEL AMOR
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SI TÚ ME OLVIDAS
Quiero que sepas
una cosa.
Ahora bien,
si poco a poco dejas de quererme
dejaré de quererte poco a poco.
Si de pronto
me olvidas
no me busques,
que ya te habré olvidado.
Pero
si cada día,
cada hora
sientes que a mí estás destinada
con dulzura implacable.
Si cada día sube
una flor a tus labios a buscarme,
ay amor mío, ay mía,
en mí todo ese fuego se repite,
en mí nada se apaga ni se olvida,
mi amor se nutre de tu amor, amada,
y mientras vivas estará en tus brazos
sin salir de los míos.
Autor del poema: Pablo Neruda
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BUSCAME EN MIS OJOS
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PANTÉICO
No, pasemos de un fuego a otro fuego,
de un tormento apasionado a un deleite mortal,
pues muy joven soy para vivir sin deseo,
y tú demasiado joven para malgastar esta noche estival
en esas ociosas preguntas que los antiguos
hacían a oráculos y augures, que jamás respondieron.
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PARA ANNIE
¡A Dios gracias! La crisis,
el peligro ha pasado,
y la pena interminable
al fin concluyó,
y esa fiebre llamada vivir
fue vencida al final.
Tristemente, yo se
que fui despojado de mi fuerza,
y sin mover un músculo
permanezco tendido.
Más nada importa, yo siento
que al fin me encuentro mejor.
El lamentarse y gemir,
los llantos y los suspiros,
fueron aplacados;
y con ellos el horrible palpitar
del corazón.
¡Ah, ese horrible,
horrible palpitar!
Mi espíritu atormentado
descansa blandamente, olvidando,
jamás añorando sus rosas;
sus viejos anhelos
de mirtos y rosas.
Pues ahora,
mientras yace apaciblemente,
se imagina alrededor un aroma más sagrado;
un aroma de pensamientos,
un aroma de romero mezclado con pensamientos,
con las hojas de ruda
y los hermosos y humildes pensamientos.
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TÚ Y YO
I
Yo vi un ave
que suave
sus cantares
entonó
y voló...
Y a lo lejos,
los reflejos
de la luna en alta cumbre
que, argentando las espumas
bañaba de luz sus plumas
de tisú...
¡y eras tú!
Y vi un alma
que, sin calma,
sus amores
cantaba en tristes rumores;
y su ser
conmover
a las rocas parecía;
miró la azul lejanía...
tendió la vista anhelante,
suspiró, y cantando amante
prosiguió...
¡y era
yo!
II
¿Viste
triste
sol?
Tan triste
como él,
¡sufro
mucho
yo!
Yo en una
doncella
mi estrella
miré...
Y dile,
amante,
constante
fe.
Pero ingrata
olvidóme,
y no sabe
que padezco
cual no puede
nunca, nunca
comprender...
¡Que mi pecho
no suspira,
ni mi lira
tiene acordes
de placer!
Yo vi en la noche
plácida luna
que en la laguna
se retrató;
y vi una nube,
que allá en el cielo,
con denso velo
la obscureció.
Yo vi a la aurora,
bañada en rosa,
dorar la hermosa
faz de la mar...
Y vi los rayos
de un sol ardiente
que rudamente
borraron luego,
con rojo fuego,
su bella faz...
Así vi que bella
naciera en un día,
con dulce alegría,
la aurora luciente
de un plácido amor;
Y ¿qué es el amor?
¿Amor?... Germen fecundo de la dolencia humana...
Origen venturoro de sin igual placer...
con algo de la tarde y algo de la mañana...
¡Con algo de la dicha y algo del padecer!
¡Triste es la noche!
Triste es la selva...
Y del arroyo
lo es el rumor;
pero es más triste
que el arroyuelo
y que la noche,
mi corazón.
Mis acentos,
en los vientos
cual lamentos
moribundos
sonarán,
como el eco
que en el hueco
del árbol seco,
tiernos forman
los Favonios
al pasar.
¡Aprendan
los bardos
mi historia
de amor;
y cántela
todo
el que es
Trovador!
¿Viste
triste
sol?
¡Tan triste
como él,
sufro
mucho
yo!
Autor del poema: Rubén Darío
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ODA A LA EDAD
Yo no creo en la edad.
Mediremos
la vida
por metros o kilómetros
o meses?
Tanto desde que naces?
Cuanto
debes andar
hasta que
como todos
en vez de caminarla por encima
descansemos, debajo de la tierra?
Al hombre, a la mujer
que consumaron
acciones, bondad, fuerza,
cólera, amor, ternura,
a los que verdaderamente
vivos
florecieron
y en su naturaleza maduraron,
no acerquemos nosotros
la medida
del tiempo
que tal vez
es otra cosa, un manto
mineral, un ave
planetaria, una flor,
otra cosa tal vez,
pero no una medida.
Tiempo, metal
o pájaro, flor
de largo pecíolo,
extiéndete
a lo largo
de los hombres,
florécelos
y lávalos
con
agua
abierta
o con sol escondido.
Te proclamo
camino
y no mortaja,
escala
pura
con peldaños
de aire,
traje sinceramente
renovado
por longitudinales
primaveras.
Ahora,
tiempo, te enrollo,
te deposito en mi
caja silvestre
y me voy a pescar
con tu hilo largo
los peces de la aurora!
Autor del poema: Pablo Neruda
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JAPÓN
¡Áureo espejismo, sueño de opio,
fuente de todos mis ideales!
¡Jardín que un raro kaleidoscopio
borda en mi mente con sus cristales!
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AMOR AMÉRICA (1400)
Antes que la peluca y la casaca
fueron los ríos, ríos arteriales:
fueron las cordilleras, en cuya onda raída
el cóndor o la nieve parecían inmóviles:
fue la humedad y la espesura, el trueno
sin nombre todavía, las pampas planetarias.
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LA POBRE GENTE
I
II
III
IV
Jeannie está aún más triste. ¡Su esposo está allá solo!,
en esta áspera noche, bajo el frío sudario,
sin ayuda. Sus hijos son aún pequeños. Madre,
dices: "¡Si fueran grandes! ¡Qué solo está!” ¡Quimeras!
Mañana, cuando partan ya acompañando al padre
dirás entre sollozos: "¡Oh, si aún pequeños fueran!”
VII
VIII
IX
Que dulcísimos labios de fresas o de flor de azahar,
que sorben del azúcar
el oro de su aliento
y del calor la pulpa
roja de besar.
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AMOR VERDADERO
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Yo seguía tarareando
de mi garganta una nana
destrenzando pensamientos
en poesías trenzadas
del amor que llevo dentro
versado en notas doradas
cuando una fugaz estrella
con el polvo de sus alas
vino tras mi sonsonete
al ver como te besaba.
El abrazo de la concha
en mis oídos silbaba,
la luna hecha de papiro
sobre ti se desgranaba
y en ese mismo momento
enmudecieron las arpas
de todos mis pensamientos
abriendo paso a las hadas
de ese paisaje de amor
que inconsciente regalabas,
sumiéndome por completo
en la atmósfera de la playa,
sumergiendo mi universo
en los sueños de tu mirada,
sintiendo el placer de amarte
rodeado de la dulce nada.
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HEBRAS DEL AMOR
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En un lugar bajo los montes
yo conocí a mi princesa
el pueblo era muy pequeño
en su plaza había verbena
y en medio de la algazara
me conquistó la silueta
blanca como una paloma
con sus ojos de muñeca
Yo le dije: "eres preciosa"
mientras bajamos la cuesta
y al pasar las diez farolas
se encendió la luna llena.
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SI TÚ ME OLVIDAS
Quiero que sepas
una cosa.
Ahora bien,
si poco a poco dejas de quererme
dejaré de quererte poco a poco.
Si de pronto
me olvidas
no me busques,
que ya te habré olvidado.
Pero
si cada día,
cada hora
sientes que a mí estás destinada
con dulzura implacable.
Si cada día sube
una flor a tus labios a buscarme,
ay amor mío, ay mía,
en mí todo ese fuego se repite,
en mí nada se apaga ni se olvida,
mi amor se nutre de tu amor, amada,
y mientras vivas estará en tus brazos
sin salir de los míos.
Autor del poema: Pablo Neruda
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BUSCAME EN MIS OJOS
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PANTÉICO
No, pasemos de un fuego a otro fuego,
de un tormento apasionado a un deleite mortal,
pues muy joven soy para vivir sin deseo,
y tú demasiado joven para malgastar esta noche estival
en esas ociosas preguntas que los antiguos
hacían a oráculos y augures, que jamás respondieron.
Comparte:
PARA ANNIE
¡A Dios gracias! La crisis,
el peligro ha pasado,
y la pena interminable
al fin concluyó,
y esa fiebre llamada vivir
fue vencida al final.
Tristemente, yo se
que fui despojado de mi fuerza,
y sin mover un músculo
permanezco tendido.
Más nada importa, yo siento
que al fin me encuentro mejor.
El lamentarse y gemir,
los llantos y los suspiros,
fueron aplacados;
y con ellos el horrible palpitar
del corazón.
¡Ah, ese horrible,
horrible palpitar!
Mi espíritu atormentado
descansa blandamente, olvidando,
jamás añorando sus rosas;
sus viejos anhelos
de mirtos y rosas.
Pues ahora,
mientras yace apaciblemente,
se imagina alrededor un aroma más sagrado;
un aroma de pensamientos,
un aroma de romero mezclado con pensamientos,
con las hojas de ruda
y los hermosos y humildes pensamientos.
Comparte:
TÚ Y YO
I
Yo vi un ave
que suave
sus cantares
entonó
y voló...
Y a lo lejos,
los reflejos
de la luna en alta cumbre
que, argentando las espumas
bañaba de luz sus plumas
de tisú...
¡y eras tú!
Y vi un alma
que, sin calma,
sus amores
cantaba en tristes rumores;
y su ser
conmover
a las rocas parecía;
miró la azul lejanía...
tendió la vista anhelante,
suspiró, y cantando amante
prosiguió...
¡y era
yo!
II
¿Viste
triste
sol?
Tan triste
como él,
¡sufro
mucho
yo!
Yo en una
doncella
mi estrella
miré...
Y dile,
amante,
constante
fe.
Pero ingrata
olvidóme,
y no sabe
que padezco
cual no puede
nunca, nunca
comprender...
¡Que mi pecho
no suspira,
ni mi lira
tiene acordes
de placer!
Yo vi en la noche
plácida luna
que en la laguna
se retrató;
y vi una nube,
que allá en el cielo,
con denso velo
la obscureció.
Yo vi a la aurora,
bañada en rosa,
dorar la hermosa
faz de la mar...
Y vi los rayos
de un sol ardiente
que rudamente
borraron luego,
con rojo fuego,
su bella faz...
Y ¿qué es el amor?
¿Amor?... Germen fecundo de la dolencia humana...
Origen venturoro de sin igual placer...
con algo de la tarde y algo de la mañana...
¡Con algo de la dicha y algo del padecer!
¡Triste es la noche!
Triste es la selva...
Y del arroyo
lo es el rumor;
pero es más triste
que el arroyuelo
y que la noche,
mi corazón.
Mis acentos,
en los vientos
cual lamentos
moribundos
sonarán,
como el eco
que en el hueco
del árbol seco,
tiernos forman
los Favonios
al pasar.
¡Aprendan
los bardos
mi historia
de amor;
y cántela
todo
el que es
Trovador!
¿Viste
triste
sol?
¡Tan triste
como él,
sufro
mucho
yo!
Autor del poema: Rubén Darío
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ODA A LA EDAD
Yo no creo en la edad.
Mediremos
la vida
por metros o kilómetros
o meses?
Tanto desde que naces?
Cuanto
debes andar
hasta que
como todos
en vez de caminarla por encima
descansemos, debajo de la tierra?
Al hombre, a la mujer
que consumaron
acciones, bondad, fuerza,
cólera, amor, ternura,
a los que verdaderamente
vivos
florecieron
y en su naturaleza maduraron,
no acerquemos nosotros
la medida
del tiempo
que tal vez
es otra cosa, un manto
mineral, un ave
planetaria, una flor,
otra cosa tal vez,
pero no una medida.
Tiempo, metal
o pájaro, flor
de largo pecíolo,
extiéndete
a lo largo
de los hombres,
florécelos
y lávalos
con
agua
abierta
o con sol escondido.
Te proclamo
camino
y no mortaja,
escala
pura
con peldaños
de aire,
traje sinceramente
renovado
por longitudinales
primaveras.
Ahora,
tiempo, te enrollo,
te deposito en mi
caja silvestre
y me voy a pescar
con tu hilo largo
los peces de la aurora!
Autor del poema: Pablo Neruda
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JAPÓN
¡Áureo espejismo, sueño de opio,
fuente de todos mis ideales!
¡Jardín que un raro kaleidoscopio
borda en mi mente con sus cristales!
Comparte:
AMOR AMÉRICA (1400)
Antes que la peluca y la casaca
fueron los ríos, ríos arteriales:
fueron las cordilleras, en cuya onda raída
el cóndor o la nieve parecían inmóviles:
fue la humedad y la espesura, el trueno
sin nombre todavía, las pampas planetarias.
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LA POBRE GENTE
I
II
III
Ella reza, y la alondra con su burlón graznido
importúnale, y entre escollos derruidos
le aterra el Océano, y mil distintas sombras
su espíritu atraviesan, de mar y marineros
llevados por la cólera furiosa de las olas;
y mientras, en su caja, cual sangre en las arterias,
el frío reloj late, vertiendo en el misterio
el tiempo gota a gota, inviernos, primaveras,
las varias estaciones; y estas palpitaciones
abren para las almas, y a modo de bandadas
de azores y palomas, por un lado, las cunas;
(las tumbas por el otro.
IV
Jeannie está aún más triste. ¡Su esposo está allá solo!,
en esta áspera noche, bajo el frío sudario,
sin ayuda. Sus hijos son aún pequeños. Madre,
dices: "¡Si fueran grandes! ¡Qué solo está!” ¡Quimeras!
Mañana, cuando partan ya acompañando al padre
dirás entre sollozos: "¡Oh, si aún pequeños fueran!”
VI
VII
VIII
IX