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La opinión pública en América latina es cada vez más enemiga del mensaje liberal. Hay
para ello diversas razones. Dos de ellas, de muchísimo peso, son ajenas a nosotros:
y una enorme maraña de intereses creados en pro del estatismo, no sólo en las elites,
sino también en la inmensa mayoría del pueblo, que corre una y otra vez tras la
zanahoria de los almuerzos gratis: salud, educación, y un largo etcetera de regalos
prometidos.
Sin embargo hay otras razones de nuestra debilidad. En mi modesta opinión, también
hay enormes fallos estructurales en el discurso de los portavoces liberales, que
vulneran su eficacia y alcance.
Los fracasos deberían llevar a la reflexión; pero esta regla, ¿vale para socialistas y
populistas solamente? A quienes reeditan una y otra vez gobiernos estatistas, les
decimos que sus reiterados fracasos -al menos en cuanto a sus objetivos declarados-,
deberían moverles a la reflexión, y al reexamen crítico de todas o algunas de sus
suposiciones, principios y conceptos. Pero, ¿esa regla no vale para nosotros? Los
constantes fracasos en la transmisión del mensaje liberal, ¿no deberían llevarnos a
reflexionar, en lugar de seguir tan campantes haciendo exactamente lo mismo de
siempre ...?
No basta la crítica. El colapso del sovietismo demostró que es preciso tumbar ciertas
estatuas, y también descuartizar instituciones; pero a estas hay que buscarles
reemplazantes: otras instituciones, que sean realmente distintas -y no lo mismo con
otra fachada-, justas y eficaces. Y para proponerlas hay que describirlas. De otro modo,
después ocurre lo que hoy en los países ex comunistas.
2. FASCINACIÓN POR LOS ATAJOS. Los portavoces liberales suelen obnubilarse con los
"atajos"; por ej. la dolarización decretada. O la privatización de algunas industrias
estatales emblemáticas.
-- Pero más discutible es suponer que una sola medida económica de Gobierno
-cualquiera sea-, una vez decretada nos introducirá por arte de magia en el reino del
mercado, y que las demás se darán como por añadidura.
No hay atajos. No obstante, estos portavoces liberales se aferran a lo que les parecen
atajos para llegar a destino, cada cual a su favorito. Así no ven la salida, la única, que
necesariamente pasa por la creación de un partido liberal en cada país, para difundir,
explicar e impulsar la agenda liberal neta y completa, y no puntos aislados y además
muy discutibles.
-- la ideofobia o aversión al discurso ideológico (que Platón llamó misología: odio a las
ideas y conceptos abstractos) o en todo caso un profundo desprecio, mal disfrazado de
pragmatismo;
Y en el peor y más común de los casos, el mal llamado neo liberalismo, más allá de las
intenciones declaradas, es o termina siendo la continuación del estatismo por otros
medios. Sus medios son más refinados, menos bárbaros. Pero más arteros, porque
pretenden tomar en cuenta ciertos efectos o reacciones de mercado ante la
intervención estatal ... a fin de anticipar estas reacciones, combatirlas y neutralizarlas, e
incluso utilizarlas para consolidar la dominación y control de la economía por el Estado.
El neo liberalismo consiste en sofisticar los instrumentos de política económica -léase
intervención estatal-, para someter y esclavizar al mercado y a la empresa privada, y
ponerlos al servicio incondicional del Estado y sus compinches (crony capitalism), en
lugar de aniquilarlos y desaparecerlos, como era la antigua pretensión del sovietismo.
De este otro linaje proviene la Escuela austriana -que tal vez debiera llamarse
continental europea-, mucho más útil a la defensa de la economía libre que los
modelos macroeconómicos de inspiración marshalliana. Porque liga mejor con los
postulados extraeconómicos de Gobierno limitado y derechos naturales; y porque por
eso mismo se presta maravillosamente al género panfletario y popular, como
demostrara Frederic Bastiat. De hecho, la supply side economics -que cultiva mi buen
amigo Ricardo Valenzuela en México-, redescubre la Ley de la Oferta de J.-B. Say,
dentro de esa misma tradición. Y asimismo las otras recientes fundamentaciones
económicas del libremercadismo, que rompen los estrechos moldes intelectuales
neoclásicos para poder dar cabida y explicar fenómenos como los mercados
informales.
Pocos liberales saben que el gusto de los autores anglosajones por el socialismo y las
terceras vías no es nuevo. Ignoran que su adorado Adam Smith es el padre del Estado
educador, Malthus del ecologismo, Ricardo de la plusvalía marxista, y Stuart Mill de la
economía mixta.
Esta es una de las grandes y muy altas barreras que separan a estos supuestos liberales
de la gente común. Poco tienen de liberales, y mucho de "ingenieros sociales".
Aparte lo delgado de la audicencia, hay otro rasgo común: este público tiene
compromisos muy firmes con el estatismo; es usufructuario de unos u otros de sus
favores especiales. El de los intereses es lazo muy fuerte y difícil de desatar. Por lo
menos tanto como el nudo del compromiso ideológico. El mensaje liberal necesita salir
de este pequeño círculo, y llegar al público general, que del estatismo recibe sólo las
promesas reiteradas. Pero ello requiere apelaciones más fuertes que los alegatos
meramente económicos, sean neoclásicos o aún fisiocráticos. Necesita acudir a valores,
políticos y morales. Eso implica cruzar las fronteras de la Economía con la Política y el
Derecho, la Psicología, Filosofía e incluso Religión e Historia. Pero no muchos
portavoces liberales están preparados.
Casi todos los liberales ignoran el Medioevo, y confunden la Modernidad (s. XVI) con la
Ilustración (s. XVIII). Víctimas de la ilusión del Progreso, y desconocedores de las
tendencia intelectuales y corrientes comerciales en la Edad Media, también creen que
la Modernidad fue una brusca y total ruptura con el pasado. Y que el liberalismo es un
invento anglosajón -de Adam Smith en particular-, que comenzó a aplicarse a fines del
siglo XVIII, con la Revolución Industrial en Manchester. Sufren del prejuicio
antiescolástico y antimedieval, y del prejuicio antibíblico, todos heredados del
Iluminismo, corriente que toman como origen del pensamiento liberal, cuando en
realidad representa una desconexión con sus fundamentos previos, difícilmente
contable como ganancia, como lo estamos viendo hoy ...
Para colmo, los portavoces liberales confunden a menudo libertad con democracia
-quiza alguna especie de democracia directa-; y libertad con "Estado de Derecho".
Afectados de un incurable positivismo jurídico, no comprenden que los mayores
atentados contra la libertad casi siempre son legal e impecablemente decretados por
una amplia mayoría. De ahí su confusión de metas y objetivos: la libertad individual y el
Gobierno limitado como fines de la acción liberal se extravían y se pierden,
desaparecen diluidas en extrañas alianzas y agendas de compromiso. Otro infeliz
resultado de la ingenua seducción por la democracia es la incapacidad de tantos
liberales para aceptar la responsabilidad de los pueblos en el entronizamiento de
jefezuelos y pandillas populistas, al menos por omisión, y desinterés por informarse y
documentarse. Todas las culpas se echan a hombros de los dirigentes, o en todo caso
del sistema, pero no del pueblo, cuya veneración por el sistema que lo hace
sicológicamente dependiente e infantil es el principal de sus pilares.
8. ATRACCIÓN FATAL POR EL ANARQUISMO. En algunos otros casos, y tal vez como
reacción frente a sindromes como los descritos, brota el anarquismo. En todo grupo
liberal siempre hay al menos un anarquista, que garantiza abrir otra interminable
discusión, en otro frente y con otros temas, contenidos y alusiones. En este enredo
caen no pocos inconsecuentes randistas, olvidados de las lecciones de su mentora
sobre este punto. Con frecuencia han leído las novelas de la Rand más que de su obra
filosófica. Lo cual nos lleva al siguiente fallo.
Y hay más:
-- Los pocos randistas pueden ser avisados y consecuentes en Filosofía, pero son
fanáticos antirreligiosos, con lo cual espantan de los círculos liberales a muchos
cristianos y otros creyentes.
El liberalismo debe ser abonado con razones, y para eso los partidos liberales necesitan
contar con Escuelas de Formación. Es imprescindible. Pero las explicaciones deben
servir para hacer al liberalismo más fácil y no más difícil de entender y asimilar. Sin
embargo, el academicismo se traduce en incapacidad de sintetizar y simplificar
argumentos, mostrando con claridad los eslabonamientos de los fines a los medios, y
resumiendo los conceptos esenciales. Los liberales académicos se pierden en largas y
tediosas discusiones ...
-- O buscan para el liberalismo sus fundamentos, que en realidad existen desde hace
muchos siglos.
Por eso no convencen. Algunos se parecen a los socialistas utópicos de los siglos XVIII y
XIX; de hecho beben filosofía de la misma fuente: utilitarismo.
11. TENDENCIAS ANTIRRELIGIOSAS. Otra barrera que separan a los supuestos liberales
de la gente común: casi todos configuran selectos círculos de ateos, agnósticos,
"librepensadores" antirreligiosos o irreligiosos, incapaces de ver la "gran pintura", e
incapaces de conectar con la religión, y de entender lo que está pasando a ese nivel ...
y en general en el escenario ideológico del siglo XXI. Porque esto es muy poco feliz y
particularmente grave en los actuales días de la Nueva Era, de la redescubierta
espiritualidad, y de toda suerte de tendencias contrarias al materialismo.
Sin contar que la religión cristiana ha sido otra vez secuestrada y falsificada, para servir
como fundamento al socialismo en lugar del marxismo ateo. Como en tiempos del
Presbítero anglicano Charles Kingsley (siglo XIX), propagandista del socialismo cristiano
antes de que Marx y Engels le dieran al colectivismo su base científica materialista y
atea. (El randista argentino Ricardo Rojas -autor de la novela El amanecer- declara
enemigos a los tres K. Son Kant, Kelsen, y Keynes, respectivos propagadores del
criticismo filosófico, el positivismo jurídico y el intervencionismo económico. ¡Bien
dicho!, pero en realidad los sombríos personajes son cuatro. A Rojas le faltó apuntar al
socialista cristiano Ch. Kingsley.)
Muchos liberales que se encierran a discutir Economía parece que no ven TV, o no
saben descifrar los códigos de la pantalla chica. No entienden bien el tipo de valores,
conceptos y principios que se transmiten por medios aparentemente inocentes, como
la propaganda de los organismos mundiales, o los mensajes colectivistas de empresas
comerciales que escriben los creativos publicitarios, o los programas supuestamente
informativos o de entretenimiento. Casi toda doctrina colectivista viene ahora en
envoltorio religioso. Sin embargo, cada vez que un liberal habla de la Biblia, estos
economistas pretenden dejar la religión fuera del debate ... ¡como si no la hubiesen
traído al debate los colectivistas! Claro, en su mayoría los liberales no suelen concurrir
a los servicios religiosos, de manera que tampoco están al tanto del contenido de las
predicaciones.
Algunos liberales son tolerantes en materia religiosa; otros no. Pero casi todos
desconocen la filosofía realista de la Biblia, e ignoran que no condice con
espiritualismos mal entendidos, mucho menos con socialismos. Desafortunadamente,
muchos cristianos también lo ignoran. Muchas personas religiosas también
desconocen estos ángulos de sus credos, tal y como históricamente fueron formulados,
más allá de las deformaciones, antiguas o presentes. Con frecuencia, los creyentes
suelen ser tributarios de vertientes del judaísmo o del cristianismo muy teñidas de
interpretaciones gnósticas o neoplatonistas, y tampoco saben explicar
consistentemente sus creencias y posiciones. Pero como creyentes hay en todo grupo
liberal, su presencia garantiza otra interminable, estéril y paralizante discusión en otro
frente. Que como tantas otras discusiones internas, no es negativa porque se plantee y
desarrolle, sino porque se hace muy mal y desinformadamente.
12. UN TOQUE DE SECTARISMO. Por último, aunque no de menor importancia, y
relacionado con antedichas características, hay que decirlo: actitudes y estilos muy
grupalistas, con mucho rango, jerarquía y besamanos. Los cenáculos se hacen muy
cerrados y exclusivos, a lo que contribuye una feroz competencia por fondos externos,
garantizados en términos de excluyentes recaudos académicos, y no de incluyentes
requisitos políticos. Por eso tantos lauros universitarios, y tantos fracasos políticos.
Es de esperar que nadie se sienta ofendido por mencionar los fracasos; pero alguien
tiene que ensayarles explicaciones, para entender su origen. Eso mismo pretenden
estas explicaciones, cuya intención es ayudar a corregir los errores, y no ofender a
persona o institución alguna. En todo caso, si hay otras mejores explicaciones,
bienvenidas. Pero la pregunta es: