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EL TRABAJO SEXUAL TAMBIÉN ES TRABAJO

Por Mariana Díaz Goldzveig

El trabajo sexual ha existido desde siempre. No tiene origen exacto y cuenta con una gran
cantidad de personas que lo ejercen y que lo consumen. Commented [1]: Este párrafo debería ir unido al que
Esta forma de ganar dinero, que traspasa géneros y preferencias sexuales, es ejercida por sigue.
personas mayores de edad que deciden plenamente trabajar en el rubro (sin coacción de
terceros) y que ofrecen una amplia gama de servicios sexuales, tales como: prostitución,
pornografía, videollamadas, strippers, etc. Hay tantas variantes y tantas formas de
“entretener” al público adulto, que es imposible limitarlo sólo a la prostitución, como se solía
hacer; este término que además tiene una alta connotación negativa, y que, tras la pelea
que dieron activistas del comercio sexual y defensores de los DDHH, se logró cambiar el
nombre del rubro: pasó de llamarse prostitución a trabajo sexual. El trabajo sexual es parte
de una industria que crece año tras año, considerada una de las más grandes del mundo,
junto con la industria de la ropa y de la comida. El trabajo sexual existió y existe y
probablemente seguirá existiendo muchos años más, por ende, ¿pPor qué no legalizar este
trabajo y promoverlo en condiciones dignas?
En los años 60, comenzó una lucha que tuvo como protagonistas a mujeres y disidentes
que buscaban la liberación sexual y la autonomía de sus propios cuerpos. Décadas
después nos encontramos frente a la misma lucha, sólo que ahora con muchos más
terrenos ganados y menos prejuicios que en ese entonces. ¿Por qué no nos dejan decidir
sobre nosotros mismos? Somos mayores de edad ante la ley a los 18, pero no podemos
elegir qué hacer con nuestras vidas y con nuestros cuerpos. La libertad tiene límites y eso
está bien, hay que ser ante todo empático y jamás pasar a llevar al otro. El trabajo sexual,
como todos los otros trabajos, es un trabajo consensuado que incluye un acuerdo entre dos
partes a cambio de un servicio, no roza la libertad de nadie más, no hace daño y siempre
que sea una decisión consciente e informada y se vaya a ejercer con cuidado, es un trabajo
como cualquier otro. Tenemos que hacernos cargo de esto., Nnos han impuesto desde
siempre un orden en el que el trabajo sexual corresponde a una práctica “sucia e indigna”
para la sociedad y la verdad es que no es así. “El trabajo dignifica” siempre me dijo mi
mamá y cuanta razón hay en ese refrán;, robar y mentir son indignos, trabajar no lo es.
Para realizar cualquier tipo de trabajo debe haber una actividad física de por medio:,
algunos usan sus dedos para teclear todo el día desde la oficina, otros deben mantener su
figura para poder ser rostros publicitarios y otros utilizan su cuerpo. Lo que tienen en común
todos los trabajos (no solo los mencionados anteriormente) es que son remunerados.
Siempre hemos vendido nuestro cuerpo entonces, sólo que con ropa y fraccionado. ¿Qué
es entonces lo indigno y sucio de la situación en comparación con situaciones similares?
El trabajo sexual es monetariamente rentable, no pretende incomodar a nadie y solo busca
generar placer en los consumidores.
Mientras más oculto y más segregado sea, más contextos inoportunos son los que van a
aparecer. La ilegalidad hace que los burdeles sean poco higiénicos, con alta probabilidad de
ETS y que los clientes no siempre sean los mejores. En el caso de las trabajadoras
sexuales “online”, promueve la difusión de material explícito sin autorización, estafas de
dinero, suplantación de identidad, entre otras. Si el trabajo sexual fuese legal y fiscalizado,
se tendrían las garantías de seguridad laboral como en todos los trabajos, además de ser
mucho mejor visto por la sociedad, que, e
n vez de incluir a las trabajadoras sexuales, las excluye y segrega. En consecuencia,
podemos ver que las que ejercen el comercio del sexo no consiguen reinsertarse en la
sociedad por culpa de todos los prejuicios existentes con respecto a ese tipo de trabajo y no
solo eso, también sufren de discriminación y violencia por parte de las personas.
En Chile rige una estructura normativa-jurídica abolicionista respecto a este tipo de trabajo,
el que si bien no está penalizado (cuando es en lugares privados y no vía pública), no está
legalizado tampoco. De hecho, se le considera algo incompatible con la dignidad de la
persona y que se debe eliminar de la sociedad chilena. Actualmente, existen varias redes
de apoyo a las trabajadoras sexuales al igual que campañas de sensibilización, prevención
de enfermedades de trasmisión sexual y control de la natalidad. Todas hechas por
organizaciones sin fines de lucro y no por el Estado, que debería estar haciéndose cargo de
esta realidad. ¿Por ñquée no mejor dejar de fingir que esto no existe y responsabilizarse?
El placer es algo tan humano, que lucrar con él iba a ser una opción viable tarde o
temprano. El trabajo sexual es un trabajo como cualquier otro, solo que no está respaldado
por la ley. Es un trabajo sumamente difícil de ejercer debido a los tabúes que tiene la
sociedad de hoy en día, y el que no esté legalizado lo hace aún más difícil. Conquistemos la
autonomía de nuestros cuerpos y de nuestras decisiones. Dejemos atrás los prejuicios y
hagámonos cargo de esta realidad que afecta a muchas trabajadoras sexuales que viven en
la precariedad, en la violencia y en la falta de políticas públicas que las protejan. El trabajo
sexual existe y seguirá existiendo;, hagamos algo al respecto.

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