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El Pais

No quiero que mis hijos aprendan la


Historia sin mujeres
Planeta DeAgostini encendió las redes con su colección
de figuras históricas de Playmobil, todas masculinas.
Pero no es el único caso
20 SEP 2016 - 03:02 CEST

Primer fascículo de 'La aventura de la historia', de Playmobil.

A finales de agosto Planeta DeAgostini y Playmobil anunciaban el lanzamiento de la


colección “La aventura de la Historia”, que en cada entrega incluía la explicación de un
gran hito histórico y una figura de Playmobil personalizada en función de la temática
abordada. Horas más tarde, cuando los usuarios empezaron a darse cuenta de que entre
las 60 figuras de la colección no había ninguna mujer, las redes sociales empezaron a
arder con la polémica. Como un servidor, cada vez hay más gente que quiere que sus
hijas aprendan una Historia en la que sí aparecen las mujeres.

“Hace relativamente poco que nos planteamos estas cuestiones y que conseguimos que
se conviertan en polémica. Creo que probablemente tienen algo que ver las redes
sociales, donde se consigue correr la voz y la indignación rápidamente”, sostiene la
historiadora Cira Crespo. Opinión que corrobora Paula Martos, doctora en Historia
Contemporánea y cofundadora de la web Historia Feminista, que, aunque reconoce que
es “esperanzador” que cada vez sea “más fácil hacer saltar las alarmas”, recuerda que
seguimos viviendo en una sociedad “profundamente machista” y que no podemos “caer
en la trampa” de pensar que el feminismo “está de moda”.

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La polémica colección no deja de ser un reflejo de lo que se estudia cada día en miles de
colegios

La Historia, como tantas otras cosas, según Crespo, “tampoco es neutral”, así que
dependerá de para quién o hacia dónde quieran mirar el que las mujeres sean incluidas o
no: “Si quieres hablar de los ejércitos y las batallas encontrarás pocas mujeres, pero si
miras en los hogares, solo las verás a ellas. Desde mi punto de vista, el trabajo de las
mujeres ha sostenido y sostiene el mundo. Sin los cuidados que ellas dispensaban no se
conseguía todo lo demás”, afirma. Martos, por su parte, explica que "en la búsqueda de
consenso entre los historiadores, han comprendido que uno selecciona, interpreta,
construye y relata guiado por sus propios prejuicios”. Algo a lo que no hay forma de
escapar y que, según la experta, "no es un problema en sí mismo": “Lo que sí es un
problema es que un grupo social, cultural, racial o sexual monopolice el discurso
histórico. Cuando esto ocurre, los prejuicios propios de dicho grupo tienden a
naturalizarse y resulta mucho más complicado explicitarlos".

“Motivos comerciales”

Antes de rectificar ante la presión ejercida desde las redes sociales y de incluir mujeres
en la colección, Planeta DeAgostini y Playmobil se escudaron en “los motivos
comerciales” para explicar el porqué de la ausencia de figuras femeninas en las
entregas. Para Cira Crespo, los personajes masculinos “son el estándar”, algo similar a
lo que sucede con el lenguaje, donde “el masculino nos incluye a todos mientras que el
femenino solo se destina para las mujeres”. Opinión que refuerza la coautora de Historia
Feminista: “Seguimos creyéndonos la idea del sujeto universal. Ese sujeto es hombre, es
blanco, es guapo y bien plantado. Supongo que desde un punto de vista comercial, es
muy cómodo tener un personaje así, que sirva idealmente como referente para cualquier
grupo. Entenderán que las niñas pueden identificarse con los grandes héroes
masculinos, así que ellas comprarán igualmente su colección; pero en cambio es un
riesgo introducir mujeres, porque es absolutamente imposible que un niño se identifique
con una mujer”, explica.

"Es importante que en las clases de Historia se hable de mujeres, para que las niñas se
atrevan a imaginar", dice la historiadora Cira Crespo

Más allá de motivos comerciales, Martos observa que la colección plasma con sus
figuras “la historia de los vencedores”. En ese sentido, recuerda que los hombres han
controlado siempre la Historia por varios motivos. En primer lugar, porque son los que
han controlado la escritura: “Las historiadoras feministas tenemos muchos problemas
para localizar documentos escritos en primera persona por mujeres. Hasta el siglo XIX
son terriblemente escasos. Hay que esperar hasta el XX para que terminen de
popularizarse los escritos femeninos”. "A eso habría que añadir", según la historiadora,
"que desde que la Historia surgió como disciplina, en el siglo XIX, todas las
instituciones que intervienen en el proceso de su construcción (los archivos, las
bibliotecas y, fundamentalmente, las universidades y los centros de investigación) están
controladas por hombres”. Y, por último, que los hombres son lo que se han interesado
históricamente por las guerras, las alianzas, los tratados de paz o las relaciones
diplomáticas: “En otras palabras: todas las cosas de las que se han ocupado otros
hombres”, reflexiona.

Llegó un momento, sin embargo, con la introducción del pensamiento feminista en la


academia y en la Historia, en el que algunas investigadoras empiezan a cuestionar este
modelo: "¿Y la Historia por qué tiene que ir solo de guerras? ¿Por qué no hablamos
mejor de cómo se cocinaba el pan, de los rituales de cortejo, de cómo se paría, de cómo
se amamantaba?”. Y ahí, explica Martos, es cuando empiezan a aparecer las mujeres,
“aunque siempre en menor medida porque ellas no sabían escribir”.

En ese sentido, viendo el tipo de personajes que se han incluido en la colección, Cira
Crespo cree “que no solo se trata de mujeres, sino que la mayoría son soldados o
emperadores”. La autora del libro Maternalias: de la historia de la maternidad asegura
que más que personajes femeninos ilustres, echa de menos que hubiera “mujeres
corrientes, con los trajes típicos, que ayudaran a recrear el mundo anterior al nuestro,
porque con las figuritas que hay ahora mismo en la colección prácticamente solo se
puede jugar a guerras”.

Necesidad de referentes femeninos

La colección de Planeta DeAgostini no deja de ser un reflejo de lo que se estudia cada


día en miles de colegios repartidos por toda España. Abundan los hombres. Es
innegable la ausencia de mujeres. Para Cira Crespo esta realidad “es bastante trágica”,
ya que deja a las mujeres sin referentes “para ser algo más, para ir más allá a la hora de
imaginar" qué pueden "hacer o ser en el futuro”. “Como no nos compensa crear
referentes femeninos, no los creamos; y como no los creamos, las niñas y los niños
nunca tendrán referentes femeninos”, añade Paula Martos, que explica que en ese
círculo vicioso a las empresas les seguirá rentando más crear personajes masculinos que
ya funcionan como referentes “en un sentido neutro”.

Crespo recuerda como ejemplo un reportaje sobre la llegada a la presidencia de Evo


Morales en Bolivia, tras convertirse en el primer indígena que lograba alcanzar el poder
en el país andino: “Salía una niña que decía que ella de mayor quería ser 'presidenta del
país'. El primer paso es atreverse a imaginar. Por eso es tan importante que en las clases
de Historia se hable de mujeres, para que las niñas lo hagan”, afirma.

Ambas historiadoras mencionan a múltiples mujeres que podrían haber formado parte
de la colección incluso, según Paula Martos, “siguiendo criterios tan rancios como los
elegidos” por los creadores de la misma. Ahí están para la autora de Historia Feminista
los nombres de Mary Wollstonecraft, Isabel la Católica, Marie Curie, la reina Victoria
de Inglaterra, Emmeline Pankhurst, Alice Paul, Juana de Arco, Isabel I de Inglaterra,
Sor María de Ágreda, Cleopatra o la emperatriz bizantina Teodora. Y para Cira Crespo
los de Safo, Boudica, Cristina de Pizán, Clara Campoamor o Rosa Parks, “por poner
algunas menos conocidas”.

No obstante, Crespo insiste en que no se trataría tanto de mencionar nombres de


mujeres en las clases de Historia como de hablar de ésta “dando valor a todos los
trabajos que tradicionalmente han sido realizados por mujeres, a aquello que han hecho
las mujeres en el seno de las civilizaciones históricas, de su contribución”. Algo en lo
que coincide con Martos: reivindicar el papel de las mujeres “significa cambiar
completamente el discurso histórico: significa interesarnos por el pan más que por la
guerra”.

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