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MARTÍN EMILIO BELTRÁN QUINTERO

Magistrado ponente

SL5264-2018
Radicación n.° 61157
Acta 43

Bogotá, D. C., cinco (5) de diciembre de dos mil


dieciocho (2018).

Decide la Sala el recurso de casación interpuesto por


FÉLIX CONSUEGRA ESCORCIA contra la sentencia
proferida por la Sala de Descongestión Laboral del Tribunal
Superior del Distrito Judicial de Barranquilla el 28 de
septiembre de 2012, en el proceso ordinario laboral que
adelanta el recurrente contra la CORPORACIÓN
EDUCATIVA MAYOR DEL DESARROLLO SIMÓN
BOLÍVAR.

I. ANTECEDENTES

Félix Consuegra Escorcia demandó a la Corporación


Educativa Mayor del Desarrollo Simón Bolívar, a fin que se
declare que fue despedido sin justa causa. Como
consecuencia de lo anterior, solicita que se condene al pago

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de la suma de «$87.947.735.08 o la mayor que se pruebe en


el proceso judicial por concepto de indemnización
convencional por despido sin justa causa», la indexación y
las costas.

Para fundamentar las pretensiones relató que la


demandada es una institución universitaria de carácter
privado; que a través de contrato de trabajo a término
indefinido laboró para la accionada, desde el 1º de
septiembre de 1980 hasta el 31 de julio de 2006, cuando
fue despedido, momento en el cual se desempeñaba como
docente; que percibió en el último año de servicios un
salario mensual «no inferior a $2.957.353.oo»; que estaba
afiliado a la asociación sindical de profesores de la
Corporación Educativa Mayor del Desarrollo Simón Bolívar
y que se beneficiaba de la convención colectiva de trabajo,
la cual consagra el derecho a una indemnización por
despido, equivalente a 45 días de salario por el primer año y
34 por cada año adicional, a favor de los profesores con más
de 10 años de servicios.

Adujo que la terminación del contrato fue sin justa


causa; que si bien presentó una denuncia penal el 20 de
octubre de 1999, ello fue contra personas «desconocidas»;
que la terminación del contrato se produjo siete años
después de esa denuncia y que los hechos invocados para
finalizar el vínculo de trabajo no son ciertos, por cuanto
siempre «cumplió sus deberes legales y morales con sus
superiores y compañeros de trabajo», además que «nunca
sindicó ante la Fiscalía General de la Nación a Directivos de

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la demandada por supuestos delitos contra la fe pública» y


«Si la Fiscalía abrió investigación penal contra los señores
OTTO FERNANDO IDROVO BUSTILLO, ANTONIO SPIRKO
CORTES y JOSÉ EUSEBIO CONSUEGRA BOLIVAR, ello no
obedeció a la denuncia» por él interpuesta.

La accionada, al dar respuesta a la demanda, se opuso


a las pretensiones y, en cuanto a los hechos, manifestó que
era cierta la existencia del contrato de trabajo, sus extremos
temporales, el cargo desempeñado por el actor, el último
salario percibido y que fue despedido el 28 de julio de 2006;
de los restantes supuesto fácticos manifestó que no le
constaban o que no eran ciertos. Propuso las excepciones
de inexistencia de la obligación, prescripción y cosa
juzgada.

Como razones de su defensa adujo que la terminación


del contrato de trabajo se soportó en que el accionante
actuó de forma contraria a «su obligación como trabajador de
la Universidad según lo indica el ordinal 4) del artículo 58 del
Código Sustantivo del Trabajo en armonía con lo dispuesto
en los ordinales 2), 5) y 6) del artículo 62 del mimo código» ya
que instauró sin fundamento una denuncia penal contra
directivos de la corporación; y que la tardanza en la
finalización del vínculo laboral obedeció a «que debió
esperarse la decisión de la Fiscalía sobre la denuncia»
instaurada por el actor.

II. SENTENCIA DE PRIMERA INSTANCIA

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El Juzgado Primero Laboral de Descongestión del


Circuito de Barranquilla, mediante fallo del 30 de
noviembre de 2010, declaró que el despido del demandante
fue sin justa causa y, en consecuencia, condenó a la
demandada a cancelarle la suma de $87.586.936 por
concepto de indemnización por despido injusto. Impuso las
costas a la parte vencida.

Para arribar a esta determinación, el a quo estimó que


al plenario fue allegada la convención colectiva de trabajo
suscrita entre la Asociación Sindical de Profesores de la
Corporación Educativa Mayor del Desarrollo Simón Bolívar
y la demandada, de la cual se beneficiaba el actor por estar
afiliado a esa organización sindical.

Dilucidado lo anterior, sostuvo que era menester


definir si resultaba procedente imponer condena por
despido sin justa causa. En dicho sentido, destacó que
estaba acreditado que la demandada, de manera unilateral,
finalizó el contrato de trabajo del accionante a partir del 31
de julio de 2006, a través de la comunicación del día 28 de
ese mismo mes y año, en la que invocó «los ordinales 2), 5) y
6) del literal a) del artículo 62 del CST, y en los artículos 58 y
del mismo».

A efectos de establecer si las causales allí esgrimidas


eran constitutivas de justa causa, adujo que la demandada
«argumenta que el señor Félix Consuegra Escorcia, realizó
denuncia contra el personal directivo de la entidad, por
supuestos delitos, que posteriormente no fueron

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comprobados por las fiscalías a quienes les correspondió el


caso en estudio»; encontrando el a quo que efectivamente el
actor presentó denuncia ante la autoridad competente,
quien precluyó la investigación, determinación que confirmó
la Fiscalía Tercera Delegada ante el Tribunal Superior, pues
«no se comprobó que los señores ANTONIO SPIRKO CORTES,
OTTO FERNANDO IDROVO BUSTILLO y JOSÉ EUSEBIO
CONSUEGRA BOLIVAR, hubieren cometido delito alguno».

Pasó a referirse a las declaraciones de los testigos


Ulpiano Ramón Ladrón de Guevara Amaya, Porfirio Bayuelo
de la Rosa, Rafael Rodrigo Osorio Peña y Antonio Spirko
Cortés, quienes manifestaron que el accionante presentó
una denuncia contra directivos de la universidad, la cual
fue desestimada, y expuso:

[…] este Despacho considera, que el ordinal 5 aludido por la


demandada, no puede ser aplicado al ex trabajador, puesto que
de los hechos que fueron demostrados en el transcurso de este
proceso, no se observa que el demandante hubiere cometido acto
inmoral o delito alguno en el establecimiento de la Institución
Educativa.

En cuanto al ordinal 6 indicado tampoco puede predicarse el


mismo respecto del actor, ya que en el plenario no obra prueba de
los contratos de trabajo suscritos por las partes, entre otras
cosas debido a que las mismas afirmaron, que el actor tuvo
vinculo por medio de un contrato de trabajo a término indefinido;
en la Convención Colectiva de Trabajo no se dice nada acerca de
las faltas o prohibiciones de los trabajadores, por lo que al no
existir dichas faltas graves en pacto, convención, reglamento
interno, contrato de trabajo, las mismas no pueden ser aplicadas.

Por otra parte, en cuanto a las prohibiciones de que trata el


artículo 60 del CST, no existe en el plenario, prueba de que el
actor hubiere cometido alguno de los hechos, que se establecen
en esta disposición legal, por lo que dicha causal no es de recibo
para esta instancia judicial.

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Con respecto al ordinal 2 del artículo en mención, dichos malos


tratamiento e injurias, deben comprobarse por parte del
empleador y en el presente asunto, aun cuando quedó
demostrado con las pruebas traídas a juicio, que el señor FELIX
CONSUEGRA ESCORCIA si realizó denuncia con personas
indeterminadas y que de esa denuncia, resultaron vinculados
algunos directivos de la UNIVERSIDAD, no es menos cierto que
los hechos que dieron origen a que el actor fuera despedido,
sucedieron en el año 1999 respectivamente, por lo que no existe
relación de causalidad entre los hechos ocurridos y la fecha de
terminación del contrato de trabajo; No puede el empleador dar
por terminado un contrato de trabajo, cuando los hechos que
dieron origen a la supuesta causa legal de terminación del
contrato ocurrieron, 6 años anteriores a la fecha del despido. Por
tanto tampoco es procedente tener como justa dicha causa, para
el despido del ex trabajador.

Acorde a tales inferencias, cuantificó el valor de la


indemnización según lo estipulado en el literal d) del
artículo 14 de la convención colectiva de trabajo, lo cual
arrojó la suma de $87.586.936.

III. SENTENCIA DE SEGUNDA INSTANCIA

Por apelación de la parte demandada, conoció la Sala


Laboral de Descongestión del Tribunal Superior del Distrito
Judicial de Barranquilla, quien, mediante sentencia del 28
de septiembre de 2012, revocó la decisión proferida por el
juez de primer grado y, en su lugar, absolvió a la accionada
de la totalidad de las súplicas incoadas por el actor, a quien
condenó en costas en primera instancia y se abstuvo de
imponerlas en la alzada.

En lo que al recurso de casación interesa, el ad quem


precisó que el problema a resolver consistía en determinar
si el demandante fue despedido sin justa causa, tal como se
definió la primera instancia.

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Para dar solución a tal cuestionamiento, se remitió a


la carta de despido y adujo que en ella la accionada
esgrimió como razones para finalizar el contrato de trabajo,
que el accionante «actuó de manera falaz al denunciar
penalmente la comisión de los delitos de falsedad en
documento y fraude procesal, del cual se dijo víctima, sin
señalar nombres de las personas que cometieron los actos
delictivos, reseñando que eran fácilmente deducibles del
contenido de aquella, en el sentido, que estaba dirigida a
directivos de la institución de educación superior».

El Tribunal consideró que tales hechos estaban


acreditados con la denuncia penal (f.o 37 a 40), junto con
las copias de las decisiones proferidas por la Fiscalía el 22
de diciembre de 2000 y el 16 de junio de 2006 (f.o 41 a 55),
mediante las cuales resolvió la situación jurídica de los
señores Otto Fernando Idrovo Bustillo, Antonio Spirko
Cortés y José Eusebio Consuegra Bolívar, quienes fueron
requeridos por esa entidad, pues tenían relación con las
actas de conciliación, frente a las cuales el demandante
denunció una falsedad. En dicho sentido destacó que:

[…] se puso en entredicho la honorabilidad y el buen nombre de


estas personas, a la sazón, dignatarios y representantes de la
universidad demandada. Achacar conducta delictiva en los
negocios jurídicos (actas de conciliación) firmados por el
demandante y los señores […] sin ser ello cierto, según lo
concluyó la Fiscalía General de la Nación al precluir la
investigación contra el dignatario José Eusebio Consuegra
Bolívar y los señores Otto Ydrovo Bustillo, Antonio Spirko Cortés,
abogados de la pasiva, estructura un comportamiento malicioso,
vale decir, distanciado de la moral. Por manera, que el señor
FELIX CONSUEGRA ESCORCIA no plegó su comportamiento

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conforme a la rigurosidad moral que al efecto le imponía el


numeral 4º del Art. 58 del C.S.T.

Destacó que resultaba inadmisible que en la denuncia


formulada, «el accionante le hubiese dado el cariz de
“supuesta” a la conciliación» que celebró con su empleadora,
cuando la Fiscalía General de la Nación demostró que el
demandante sí firmó ese acuerdo, convenio que era de «fácil
recordación»; de modo que «en el fondo se evidencian
agresiones al patrimonio moral de directivos de la
universidad», edificándose una justa causa para finalizar la
relación de trabajo, a la luz del numeral 3º del literal a) del
artículo 7º del Decreto 2351 de 1965.

Expresó que los testimonios de Ulpiano Ramón Ladrón


de Guevara Amaya, Porfirio Bayuelo de la Rosa y Antonio
Spirko Cortés, corroboraron la existencia de la denuncia
penal, misma que suscitó una investigación en contra de los
directivos de la universidad, frente a los cuales no se
encontró ningún reproche delictivo; y resaltó a su vez que la
empleadora actuó con «mesura y prudencia», al esperar la
resolución por parte de la administración de justicia frente
a la denuncia presentada por su trabajador, lo cual ocurrió
el 16 de junio de 2006, de allí que no resultaba
desproporcionado y ausente de inmediatez que el despido se
hubiera adoptado mes y medio después de archivada la
investigación.

IV. RECURSO DE CASACIÓN

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Interpuesto por el apoderado de la parte demandante,


concedido por el Tribunal y admitido por la Corte, se
procede a resolver.

V. ALCANCE DE LA IMPUGNACIÓN

Pretende la parte recurrente que la Corte case


totalmente la sentencia del Tribunal, para que en instancia
confirme la decisión proferida por el a quo, proveyendo en
costas como corresponda.

Con tal propósito formula un cargo, que no fue


replicado.

VI. CARGO ÚNICO

Acusa la sentencia, por la causal primera de casación


laboral, por la vía indirecta, de ser violatoria en la
modalidad de aplicación indebida, del:

[…] artículo 62 del Código Sustantivo del Trabajo, subrogado por


el artículo 70 del Decreto 2351 de 1965, literal a) numerales 2, 3,
5 y 6, así como su parágrafo, lo cual llevó a la infracción de los
artículos 29 y 53 de la Constitución, 58, 60 y 467 del Código
Sustantivo del Trabajo, 61 del Código Procesal del Trabajo, 9, 10,
220, 221, 225 y 435 del Código Penal, 34, 35, y 39 del Código de
Procedimiento Penal viejo o Ley 600 de 2000, 331 y 332 del
Código de Procedimiento Penal Nuevo o Ley 906 de 2004,
251,252 y 279 del Código de Procedimiento Civil.

Expresa que tal violación se dio a causa de haber


incurrido el Tribunal en los siguientes errores de hecho:

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1. Dar por probado sin estarlo que la carta de despido


entregada por la demandada al demandante, invocó que éste
último cometió el delito de injuria contra el patrono y sus
representantes.

2. No dar por demostrado, estándolo, que la carta de despido


entregada por la demandada al demandante no invocó que este
último cometió el delito de injuria contra el patrono y sus
representantes.

3. No dar por demostrado, estándolo, que la carta de despido


solo invocó como causal, la comisión de actos inmorales.

4. Dar por demostrado sin estarlo, que el actor cometió el


delito de injuria contra el patrono y sus representantes.
.
5. No dar por demostrado estándolo, que el actor no cometió
el delito de injuria contra el patrono y sus representantes.

6. Dar por probado sin estarlo, que la denuncia que presentó


el actor ante la Fiscalía General de la Nación, demuestra que
incurrió en injuria contra el patrono sus y representantes.

7. No dar por probado estándolo, que la denuncia presentada


por el actor ante la Fiscalía General de la Nación, no demuestra
que haya incurrido en injuria contra el patrono y sus
representantes.

8. No dar por demostrado, estándolo, que las decisiones


tomadas por la Fiscalía General de la Nación, -que precluyeron la
acción penal contra dignatarios y representantes de la
demandada, debido a la denuncia presentada por el actor contra
personas indeterminadas, no demuestra que el accionante
hubiera cometido el delito de injuria contra el patrono y sus
representantes.

9. Dar por demostrado, sin estarlo, que las decisiones


tomadas por la Fiscalía General de la Nación, que precluyeron la
acción penal contra dignatarios y representantes de la
demandada, debido a la denuncia presentada por el actor contra
personas indeterminadas, demuestra que el accionante hubiera
cometido el delito de injuria contra el patrono y sus
representantes.

10. Dar por demostrado sin estarlo, que la demandada actúo


con mesura y prudencia, al esperar que la Fiscalía General de la
Nación resolviera definitivamente la denuncia penal presentada
por el actor, para dar por terminado el contrato de trabajo que la
vinculaba con este último.

11. No dar por demostrado, estándolo que la decisión de la


empleadora de despedir por justa causa al actor, estuvo

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desprovista de mesura y prudencia, al esperar la decisión


definitiva de la Fiscalía General de la Nación sobre la denuncia
de marras.

12. No dar por demostrado, estándolo, que cuando la


demandada despidió al actor, si se considera que invocó la
comisión del delito de injuria, ya había caducado el ejercicio de
querella penal.

13. No dar por demostrado, estándolo, que cuando la


demandada despidió al actor, si se considera que invocó la
comisión del delito de injuria, ya habían prescrito las acciones
penal y civil.

14. No dar por probado, estándolo, que la demandada violó el


derecho de defensa del trabajador accionante, al no oírlo
previamente antes del despido.

15. Dar por demostrado, sin estarlo, que la disposición del


despido efectuada por la demandada al demandante, fue
oportuna.

16. No dar por demostrado, estándolo, que la disposición del


despido efectuada por la demandada, fue inoportuna.

17. Dar por demostrado, sin estarlo, que la demandada probó


en el presente proceso ordinario laboral, la justa causa de
despido que invocó contra el demandante.

18. No dar por demostrado, estándolo, que la demandada no


probó en el presente proceso ordinario laboral, la justa causa de
despido que invocó contra el demandante.

Yerros que se cometieron por la equivocada


apreciación de las siguientes pruebas y piezas procesales:
carta de despido (f.o 6 a 7 y 32 a 33), demanda inicial (f.o 1 a
5), contestación de la demanda (f.o 29 a 31), denuncia penal
(f.o 37 a 40), decisión de la Fiscalía 56 de la Unidad de
Patrimonio Económico de 22 de diciembre de 2000 (f.o 41 a
47), determinación de 16 de junio de 2006 de la Unidad de
Fiscalías Delegadas ante el Tribunal Superior (f.o 48 a 55),
acta de conciliación N.° 0798 y los testimonios de Ulpiano

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Ladrón de Guevara Amaya, Bayuelo de la Rosa y Antonio


Spirko Cortes (f.o 68 a 70 y 79 a 80).

En la demostración del cargo, el impugnante


reproduce un pasaje de la sentencia recurrida, junto con lo
consignado en la carta de despido, y asevera que el ad quem
dio por probada la justa causa de despido prevista en el
numeral 3º del literal a) del artículo 7º del Decreto 2351 de
1965, pese a que la empleadora fundamentó su
determinación en los numerales 2, 5 y 6 del literal a) del
citado artículo, aunado a que «la injuria prevista en el
mencionado numeral 2º hace referencia a la cometida en
ejercicio de sus labores. Es decir el empleador invocó una
supuesta injuria realizada en ejercicio de las funciones del
trabajador, que no comprende como sujetos pasivos del delito
a los representantes o apoderados judiciales».

Expresa que en el evento en que se considere que esa


imprecisión en el texto legal no es trascendente, lo cierto es
que el juez colegiado se equivocó al colegir que la razón
aducida por el empleador fue que el trabajador cometió
«injuria contra dignatarios y representantes» de la
empleadora, pues tal conclusión no aflora de la carta de
despido, sumado a que el accionante no cometió tal delito,
pues éste no se configura por «denunciar ante la autoridad
penal competente que personas no determinadas aportaron
actas de conciliación supuestamente no suscritas por el
denunciante, si en el respectivo proceso penal, se demuestra
que dicha conciliación si fue suscrita por el quejoso».

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Pasa a diferenciar la injuria, la calumnia y la falsa


denuncia, resaltando que la primera «consiste en
imputaciones deshonrosas, mientras que la calumnia es la
imputación falsa de una conducta típica. La falsa denuncia
es la denuncia ante la autoridad competente de una
conducta típica que no se ha cometido»; de allí que el juez de
apelaciones apreció con error la denuncia presentada por el
accionante, en la medida que éste «no denunció a persona
alguna de haber cometido falsedad en documento público y
fraude procesal. En su denuncia nunca aseguró o afirmó que
el patrono y sus representantes hubieran cometido los
delitos», situación que muestra que no pretendió sindicar de
hechos deshonrosos o típicos a persona alguna.

Destaca que a partir de la decisión de la Fiscalía


General de la Nación, consistente en precluir la
investigación, el Tribunal no podía deducir que el
trabajador cometió el delito de injuria, en tanto lo que allí
expuso el ente investigador, además de que los hechos eran
atípicos, fue que el denunciante propuso una prolongación
de la controversia laboral, buscando la defensa de sus
intereses, mas no que cometiera el delito de injuria, y
expone que «si la Fiscalía calificó el hecho denunciado como
atípico, o sea, sin la categoría de delito, mal pudo el Tribunal
deducir de las decisiones de ese Órgano Penal, la prueba de
que mi representado cometió agresiones al patrimonio moral
de los directivos y representantes de la universidad
accionada».

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Por otra parte, resalta que al demandante le fue


vulnerado el derecho al debido proceso, toda vez que previo
a la decisión de culminar el contrato de trabajo no fue oído,
contrariando con ello lo resuelto por la Corte Constitucional
en sentencia CC C-299 de 1998.

En torno a la oportunidad del despido, alude el


impugnante que los jueces laborales tienen competencia
para calificar las faltas cometidas por los trabajadores, sin
que se requiera que la justicia penal se pronuncie sobre su
ocurrencia, tal como lo tiene definido la Sala de Casación
Laboral de la Corte Suprema de Justicia, en sentencias CSJ
SL, 28 feb. 1979, rad. 6432 y CSJ SL, 17 may. 2001, rad.
15744, de modo que «la conducta prudente y mesurada que
le atribuyó el ad quem a la demandada cuando despidió más
de seis años desde cuando conoció los hechos, vulneró claros
derechos del trabajador, tales como haber sido despedido
invocando como justa causa la presunta comisión de un
delito, a pesar de que ya habían prescrito las posibles
acciones penales y civiles derivadas de la supuesta comisión
del reato».

Por último, expresa que acorde a las pruebas


calificadas no está acreditado que el demandante incurrió
en algún hecho inmoral y que se valoraron de forma errada
los testimonios denunciados, pues no era posible concluir,
a partir de sus dichos, que el trabajador presentó una
denuncia contra los directivos de la demandada, cuando lo
cierto es que ello se hizo fue contra personas
indeterminadas, aunado a que también resulta contraria a

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las verdad lo que tales deponentes afirman respecto a «que


la fiscalía absolvió a los investigados porque se demostró que
estos no cometieron los hechos denunciados, es mentiroso,
ya que dicha entidad penal, lo que decretó fue la preclusión
por atipicidad».

VII. CONSIDERACIONES

Cuando el cargo se encamina por la vía de los hechos,


como aquí ocurre, el censor tiene la carga de acreditar de
manera razonada la concreta equivocación en que incurrió la
Colegiatura en el análisis y valoración de los medios de
convicción y su incidencia en la decisión impugnada, que lo
llevó a dar por probado lo que no está demostrado y a negarle
evidencia lo que sí lo está, yerros que surgen a raíz de la
equivocada estimación o falta de apreciación de la prueba
calificada, esto es, el documento auténtico, la confesión
judicial y la inspección judicial.

En el presente asunto debe puntualizar la Sala que


aunque el cargo se dirige por la vía indirecta, no son objeto
de cuestionamiento los siguientes supuestos fácticos: i) que
el actor laboró para la demandada desde el 1º de
septiembre de 1980 hasta el 31 de julio de 2006, en el cargo
de docente; ii) que el vínculo contractual terminó por
decisión unilateral de la empleadora, aduciendo justas
causas y iii) que el demandante formuló una denuncia
penal el 20 de octubre de 1999, por la presunta comisión de
los delitos de falsedad en documento y fraude procesal, «sin
señalar nombres de las personas» que pudieron cometer

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dichos actos; iv) que la Fiscalía 56 Unidad de Patrimonio


Económico, a través de proveído del 22 de diciembre de
2000, resolvió que la conducta desplegada por Antonio
Spirko Cortes, Otto Fernando Idrovo Bustillo y José Eusebio
Consuegra Bolívar era atípica, por lo que precluyó la
investigación; y v) que la Fiscalía Tercera Delegada ante el
Tribunal Superior, en decisión del 16 de junio de 2006,
confirmó la anterior determinación.

Precisado lo anterior, esta Sala de la Corte se adentra


en el estudio de los yerros atribuidos al fallador de segundo
grado, para ello, es oportuno recordar que en materia de
despidos «[…] sobre el trabajador gravita la carga de
demostrar que la terminación del contrato fue a instancia del
empleador, y a éste, si es que anhela el éxito de su
excepción, le corresponde demostrar que el despido se basó
en las causas esgrimidas en el documento con el que
comunicó su decisión» (CSJ SL592-2014), además, que tales
motivos son justas causas conforme al ordenamiento legal.

En este orden de ideas, tal cual se dejó anotado en la


síntesis del fallo gravado, el ad quem, con la copia de la
denuncia presentada por el demandante ante la fiscalía, las
resoluciones proferidas por este entidad a efectos de
resolver tal denuncia y los testimonios de Ulpiano Ladrón
de Guevara Amaya, Porfirio Bayuelo de la Rosa y Antonio
Spirko Cortés, tuvo por acreditada la conducta endilgada al
actor en la carta de despido, toda vez que, a su juicio, éste
«puso en entredicho la honorabilidad y el buen nombre» de
los directivos y representantes de la demandada, al

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atribuirles una conducta delictiva en los negocios jurídicos,


sin ello ser cierto, conforme lo resolvió la Fiscalía General
de la Nación, y resaltó que aun cuando el accionante no
identificó a las personas objeto de tal denuncia, era dable
su individualización, pues la presunta conducta delictiva
que aludió se soportaba en la celebración de unos negocios
jurídicos en particular, consistentes en la suscripción de
unas actas de conciliación que identificó el accionante.

A partir de lo anterior, coligió que con tal proceder se


«estructura un comportamiento malicioso, vale decir,
distanciado de la moral» que le impone el numeral 4º del
artículo 58 del CST, evidenciándose a su vez «agresiones al
patrimonio moral de directivos de la universidad […]
edificando la justa causa para terminar el contrato de
trabajo, a la luz del numeral 3º, literal a) del Art. 7º del
Decreto 2351 de 1965»; y que el finiquito contractual fue
oportuno, pues la empleadora esperó hasta que la Fiscalía
General de la Nación resolviera lo pertinente frente a la
denuncia presentada por el actor.

Por otra parte, la censura le endilga a la sentencia


atacada la comisión de 18 errores de hecho, los cuales,
teniendo en cuenta el desarrollo del cargo se pueden
sintetizar en los siguientes temas: i) que se vulneró el
debido proceso, por cuanto el actor fue despedido sin ser
previamente escuchado; ii) que se equivocó el Tribunal al
dar por demostrado que la empleadora le endilgó al
trabajador que «cometió el delito de injuria», cuando lo cierto
es que por parte alguna la conducta del señor Félix

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Consuegra Escorcia fue enmarcada dentro de ese tipo


penal, pues que aquello que adujo la empleadora consistió
en que con su proceder cometió un acto inmoral; iii) que el
ad quem erró al considerar que la justa causa que
realmente se invocó contra el demandante para finalizar el
vínculo contractual fue debidamente acreditada; y iv) que
la determinación de dar por terminado el vínculo laboral
fue inoportuna, en tanto no existió inmediatez entre la
ocurrencia de los hechos y la calenda en que se adoptó la
decisión de despido, pues la empleadora no debía esperar
hasta tanto se resolviera de forma definitiva la denuncia
penal presentada por el promotor del proceso.
Por cuestión de método, la Sala abordará el estudio de
la acusación bajo esas cuatro temáticas, en el mismo orden,
así:

1. Vulneración del derecho al debido proceso.

Conforme se expuso en la demanda inaugural, la


parte actora sustentó sus pretensiones tendientes a
obtener la indemnización por despido sin justa causa, de
forma exclusiva, en que los hechos atribuidos por la
empleadora al trabajador no ocurrieron, sin referirse en
ningún momento a la supuesta vulneración al debido
proceso por no haber sido escuchado con antelación a la
adopción de esa determinación, lo que significa que esta
puntual alegación se constituye en un hecho o medio
nuevo.

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Ciertamente, como lo ahora alegado en casación en


este punto en particular no corresponde a la causa petendi
de la demanda inaugural, se tiene que el recurrente incluye
un hecho que no se discutió en las instancias y sobre el
cual el Tribunal, lógicamente, no se refirió para nada,
como lo es la supuesta vulneración al derecho al debido
proceso por no haber sido oído el trabajador en descargos.

Resulta oportuno recordar que este recurso


extraordinario no es la oportunidad procesal habilitada
para introducir variaciones a los hechos planteados en la
demanda o su contestación, así como la causa petendi,
dado que sobre esos actos se asienta la relación jurídico-
procesal y el objeto del litigio, por lo que tal proceder
conlleva la vulneración el debido proceso y los derechos de
defensa y contradicción de la parte contraria. Sobre este
tópico en sentencia CSJ SL6076-2016, rad. 49422, se
dijo:

Debe recordarse que el recurso de casación no está contemplado


para modificar la causa petendi de la demanda inicial, dado que
su finalidad se limita a establecer si la sentencia de segundo
grado se dictó conforme a la ley, razón por la cual quien recurre en
casación debe demostrar si se presentó una trasgresión a la ley,
pero no le está permitido incluir hechos nuevos que no hicieron
parte del marco inicial del pleito, pues aceptar tal posibilidad
vulneraría claramente el debido proceso y el derecho de defensa
de la contraparte como garantías iusfundamentales que no pueden
desconocerse dentro del proceso judicial, de manera tal que la
Sala no puede pronunciarse sobre tal aspecto planteado en el
ataque.

2. Causal invocada por el empleador para finalizar


la relación de trabajo.

SCLAJPT-10 V.00
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Radicación n.° 61157

Desde ya debe decirse que el Tribunal, en este punto


en particular, no cometió el yerro fáctico atribuido por la
censura con el carácter de ostensible. Ciertamente,
contrario a lo sostenido por el recurrente, el ad quem
apreció en su correcta dimensión la carta de despido y fue a
partir de su análisis, en conjunto con otras pruebas, que
erigió su decisión.

En efecto, tal probanza es del siguiente tenor:

[…]
a) De acuerdo con las obligaciones especiales del trabajador
este está obligado a guardar la moral con sus superiores y
compañeros de trabajo (ordinal 4 del artículo 58 del Código
Sustantivo del Trabajo). No obstante usted sindicó, aunque sin
señalar sus nombres, pero deducibles fácilmente de su denuncia
a Directivos de la institución por supuestos delitos contra le fe
pública (falsedad en documento) y la administración pública
(fraude procesal) alegando la falsedad de actas de conciliación
con usted y otros compañeros de trabajo.

b) De esa sindicación conoció la Fiscalía Cincuenta y Seis –


Unidad Delitos contra el Patrimonio Económico que en
providencia del día 22 de Diciembre de 2000 exoneró a los
señores ANTONIO SPIRKO CORTES, OTTO FERNANDO IDROVO
BUSTILLO (Q.E.P.D) y JOSÉ EUSEBIO CONSUEGRA BOLÍVAR, a
quienes usted en su denuncia había involucrado en los
pretendidos actos ilícitos denunciados, previa consideración y
análisis de las declaraciones, hechos y circunstancias, pruebas
técnicas y grafológicas que desvirtúan sus afirmaciones,
providencia ésta que fue confirmada por la Fiscalía Tercera de la
Unidad de Fiscalías Delegadas ante el Tribunal Superior del
Distrito Judicial de Barranquilla en providencia del día 16 de
Junio de 2006.

c) A lo anterior se agrega su constante animadversión hacia


los funcionarios de esta entidad y a la Universidad misma a la
cual ha demandado laboralmente y de manera infructuosa
constatando su actitud con la diafanidad en el trato de ellos
hacia usted.

A tal extremo ha llegado su actitud que ha creado un estado de


pugnacidad con sus superiores y compañeros de trabajo que
hacen incompatible su presencia en este centro educativo, que

SCLAJPT-10 V.00
20
Radicación n.° 61157

por su misión pretende el entendimiento y respecto de las


personas vinculadas a él.

Al rebatir las falacias de sus denuncias y exonerar a los señores


ANTONIO SPIRKO CORTES, OTTO FERNANDO IDROVO
BUSTILLO (Q.E.P.D) y JOSÉ EUSEBIO CONSUEGRA BOLÍVAR,
queda de manifiesto una conducta que riñe con los principios
morales de la Institución que exige de sus directivos y
trabajadores una honestidad y moralidad a toda prueba.

Nos fundamentamos en lo establecido en los ordinales 2), 5) y 6)


del literal a) del artículo 62 del Código Sustantivo del Trabajo y
en los artículos 58 y 60 del mismo código y demás normas
concordantes.

Una lectura de ese texto, permite inferir que la


decisión de terminar el contrato de trabajo del actor se
fundó en que la conducta de este se alejaba de la moral que
se debe guardar con los superiores y compañeros de
trabajo, conclusión a la que arribó a partir de dos hechos
puntales: i) la denuncia penal interpuesta por el
demandante contra algunos directivos de la entidad y ii) la
decisión de la Fiscalía de exonerar a los investigados.

Visto lo anterior, encuentra la Sala que el juez de


segundo grado se ciñó al tenor literal de esa probanza y de
ella extrajo los motivos invocados por la demandada para el
despido del trabajador, hechos estos que el Tribunal tuvo
por demostrados.

Ciertamente, conforme a la motivación de la sentencia


impugnada, el juez colegiado, para revocar la decisión
condenatoria de primer grado, concluyó que la conducta
realizada por el accionante estuvo alejada de la moral que le
impone guardar el numeral 4º del artículo 58 del CST,
consistente en haber presentado una denuncia penal por la

SCLAJPT-10 V.00
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Radicación n.° 61157

comisión de unos supuestos delitos de falsedad en


documento y fraude procesal contra los directivos de la
universidad, imputaciones que resultaron infundadas
conforme lo resolvió la Fiscalía General de la Nación.

Evidenciándose además con tal proceder, a juicio del


juez de apelaciones, una agresión al «patrimonio moral» de
los directivos de la universidad, edificándose por tanto la
causal prevista en el numeral 3º del literal a) del artículo 62
del CST.

En ese orden de ideas, no es dable extraer que el


Tribunal hubiera considerado que la conducta endilgada al
demandante por el empleador consistió en que aquel
«cometió el delito de injuria», como equivocadamente lo
quiere hacer notar el recurrente, pues realmente
circunscribió su análisis a los hechos endilgados y a los
motivos que dieron lugar al finiquito contractual, los cuales
no fueron de índole penal.

De allí que la censura para estructurar su ataque


parte de una conclusión errada, en la medida que asegura
que el colegiado, para arribar al aserto de que el despido se
produjo con justa causa, razonó que el demandante cometió
el delito de injuria; cuando, como quedó visto, tal
afirmación no es cierta, porque lo que discurrió el ad quem
fue que el actor, al formular una denuncia penal que fue
desestimada, cometió un comportamiento malicioso y
distanciado de la moral y afectó «el patrimonio moral de los
directivos de la universidad», conducta que encontró

SCLAJPT-10 V.00
22
Radicación n.° 61157

contraria a lo dispuesto en el CST en el numerales 4 del


artículo 58 y 3 del artículo 62 y, por ende, constituía una
justa causa de despido.

Por consiguiente, la falencia probatoria que el


recurrente le enrostra al juez de segundo grado,
sustentada en que, a partir de las pruebas relacionadas
en el cargo, la conducta del accionante no fue tipificada
como delito de injuria, es desatinada, pues, se insiste,
vista la motivación de la sentencia recurrida en ningún
momento la alzada consideró que al actor se le endilgó un
tipo penal.

Lo que sí ocurrió, y en esto le asiste razón a la


censura, es que la conducta del actor, el Tribunal la
enmarcó fue en el numeral 3º del artículo 62 del CST,
pese a que realmente los preceptos legales invocados por
la demandada fueron los numerales 2º, 5° y 6° de la
referida disposición, sin embargo, ello no implica la
comisión de un yerro fáctico, por cuanto con tal proceder
no modificó los hechos invocados en la carta de ruptura,
sino simplemente tomando los mismos, los enmarcó en la
norma que consideró aplicable.

En dicho sentido, pese a que el cargo está dirigido por


la senda de los hechos, es oportuno recordar que cuanto un
Tribunal encuadra la conducta desplegada por el actor
dentro de una causal distinta a la aducida por la empresa
demandada, tal proceder no es equivocado, puesto que,
como ya lo ha adoctrinado la jurisprudencia en varias

SCLAJPT-10 V.00
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Radicación n.° 61157

decisiones, es al juez del trabajo a quien le compete, de


forma autónoma, hacer la calificación jurídica de los hechos
debatidos y demostrados en juicio, enmarcándolos en la
norma aplicable, pues éste cuenta con total autonomía,
conforme al artículo 230 de la CN, que establece claramente
que «los jueces en sus providencias solo están sometidos al
imperio de la ley», correspondiéndole entonces acoger el
precepto legal que corresponda de acuerdo a sus
presupuestos y alcances normativos, máxime que la Corte
tiene asentado que son los «hechos las voces del derecho».
Por tal razón, cuando el juzgador de alzada decide resolver
el problema jurídico sometido a su escrutinio con la
normatividad que estima aplicable, sencillamente está
ejerciendo una función propia que le es inherente a su
condición de dispensador o administrador de justicia.

En esa medida, cobra especial relevancia el viejo


aforismo de «probadme los hechos y te daré el derecho», pues
el juez, frente a los hechos que encuentre acreditados, debe
aplicar la disposición cuyos supuestos fácticos encajen
dentro de su contenido, sin estar sujeto a las normas
jurídicas que las partes invoquen como fuente de derecho,
tal y como lo ha afirmado esta Corte al sostener que «no son
esos preceptos jurídicos invocados por las partes, los que
inexorablemente deben atar al juez para resolver la
controversia puesta a su consideración, pues ellos
eventualmente pueden resultar equivocados, sino los hechos
argüidos, los cuales, acreditados, deben ser subsumidos
dentro de la normatividad que el juez estime pertinente o
idónea para decidir» (CSJ SL, 3 dic. 2007, rad. 29621).

SCLAJPT-10 V.00
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Radicación n.° 61157

En el contexto que antecede, el Tribunal no pudo


incurrir en el error de hecho endilgado, al no supeditarse
exactamente al tenor literal de la carta de terminación del
contrato de trabajo celebrado entre los aquí contendientes,
en cuanto a la causal o norma legal aducida por la
empleadora, pues ello, simplemente, constituye un ejercicio
hermenéutico respecto de la normatividad aplicable a efectos
de concluir que los hechos allí descritos, los cuales, se
resalta, han sido los mismos desde el inicio, encuadraban, en
su criterio, en numeral 3º del artículo 62 del CST y no en los
numerales 2º, 5° y 6° que fue el invocado por la empleadora.

3. La justeza del despido:

Ahora bien, en este punto la argumentación central del


recurrente en casación consiste en que contrario a lo
sostenido por el fallador de alzada, los hechos endilgados al
demandante no constituyen una justa causa para dar por
finalizado su contrato de trabajo, pues el trabajador, con su
actuar, no incurrió en un acto inmoral.

En el presente asunto, acorde a lo plasmado en la


carta de despido que se transcribió con antelación, lo que
muestra su contenido es que la determinación de cancelar
el vínculo de trabajo está afincada, básicamente, en que el
trabajador incurrió en un acto inmoral, el cual se configuró,
según la empresa, por la falta de acogimiento por la justicia
penal de una denuncia presentada por el trabajador
demandante , que llevó a que se vinculara a la investigación

SCLAJPT-10 V.00
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Radicación n.° 61157

que adelantó la Fiscalía a unos directivos del ente


educativo.

Para la Sala, no hay duda que en las relaciones


interpersonales entre el empleador y sus trabajadores o
entre los mismos compañeros de trabajo debe predominar el
respeto mutuo, la tolerancia y el buen trato; sin embargo,
en el sub lite, la conducta desplegada por el demandante de
denunciar unos hechos para que se investiguen por la
autoridad competente no punga con las buenas
costumbres, la lealtad o probidad ni constituye un
comportamiento que sea censurable en el ámbito laboral, y
menos que constituya una justa causa de despido; pues
nada se opone a que el accionante, si consideró que existían
unas irregularidades en la firma de una conciliación,
pusiera en conocimiento de dichas autoridades, tales
acontecimientos, proceder que de modo alguno se aleja de
las buenas costumbres o la moral que alude la empleadora.

En efecto, no es posible colegir que la conducta del


promotor del proceso, consistente en presentar una
denuncia penal, pueda considerarse como un acto inmoral
constitutivo de una justa causa para dar por terminado el
contrato de trabajo del accionante, en razón a que es
simplemente la materialización del ejercicio de un «derecho-
deber» constitucional y legal que tienen las personas para
acudir a la autoridad competente a poner en conocimiento
la posible comisión de un delito, aun cuando a la postre
resuelva la autoridad que ello no ocurrió; facultad que no

SCLAJPT-10 V.00
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Radicación n.° 61157

puede ser cercenada por haber tenido ocurrencia dentro del


entorno laboral.

Incluso, de considerarse lo contrario, ningún


trabajador podría denunciar los supuestos hechos
irregulares de que tenga conocimiento por temor de ser
despedido; de modo tal que ese proceder, para que se
investigue alguna situación, no se enmarca en una
violación a lo dispuesto en el numeral 4º del artículo 58 del
CST, que exige como obligación especial al trabajador
«Guardar rigurosamente la moral en las relaciones con sus
superiores y compañeros», y por ello no puede ser castigado
desde el punto de vista laboral.

En ese orden de ideas, si la conducta no fue inmoral,


menos podría encuadrarse en el numeral 3º del artículo 62
ibídem, como lo hizo el Tribunal, que exige que el actuar del
trabajador sea «grave», ni tampoco en alguna de las demás
causales de que trata el referido artículo 62, en particular
en las previstas en los numerales 5 y 6 a las que alude la
empleadora, en tanto, se insiste, no se presentó una
conducta contraria a las buenas costumbres ni la violación
grave de las obligaciones especiales de que trata el artículo
58 ibídem.

Aquí importa traer a colación el criterio expuesto por


la Sala en sentencia CSJ SL16798-2015, que corresponde a
un caso de contornos similares al presente, en donde un
trabajador fue despedido en razón a que no prosperaron las

SCLAJPT-10 V.00
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Radicación n.° 61157

denuncias penales por él presentadas contra las directivas y


sus compañeros, ocasión en la que se dijo:

2. Por lo demás, considera esta Corporación que el deber


constitucional y legal que tiene el trabajador y, en general, toda
persona, de poner en conocimiento de las autoridades los
posibles delitos de cuya comisión tenga conocimiento, no puede
constituir una justa causa de despido en el marco de las
relaciones laborales. El ejercicio legítimo de un derecho concedido
por la constitución y la ley y el deber de colaborar con el buen
funcionamiento de la administración de justicia, no puede ser a
su vez castigado por el propio ordenamiento jurídico mediante la
figura del despido laboral.

Si bien del contrato de trabajo emanan unas obligaciones


generales de lealtad, obediencia y fidelidad para con el
empleador, ellas no despojan a los trabajadores de los deberes,
derechos y responsabilidades que tienen como ciudadanos de
obrar conforme al principio de solidaridad, respetar y apoyar a
las autoridades democráticamente constituidas y colaborar para
con la buena marcha de la administración de justicia. Son
perfectamente compatibles la existencia de deberes y
obligaciones en las relaciones de trabajo, por un lado, y para con
la comunidad, por otro. Igualmente, es compatible el deber de
lealtad para con el empleador y para con la justicia.

Esta Sala en sentencia CSJ SL, 17 ago. 2004, rad. 22444, en


torno al deber de denuncia explicó que «la disciplina y adecuados
modales que debe observar todo trabajador al interior de la
empresa, así como, su deber de fidelidad, respeto, compromiso y
solidaridad para con ella no puede conllevar al extremo de
convertirlo en cómplice de actuaciones que él considere
irregulares o ilícitas que transgredan el ordenamiento jurídico
existente, pues de admitirlo sería tanto como coartarle el
derecho, y más que ello, su obligación que le asiste, como a todo
colombiano, de poner en conocimiento de las autoridades las
infracciones a la ley y de la cual tenga conocimiento, salvo las
excepciones a que alude el articulo 33 de la Carta».

Ahora bien, la circunstancia de que una denuncia penal


formulada con la íntima convicción de la ocurrencia real o
potencial de unos hechos constitutivos de un ilícito penal, o
presentadas bajo el convencimiento ético de que se presentaron
situaciones anómalas o de perfil irregular que ameritan la
intervención del Estado, no tengan éxito en la investigación penal
-por distintas razones-, no constituye un actuar desleal, inmoral o
deshonesto del trabajador-denunciante, ni configura una justa
causa de despido.

SCLAJPT-10 V.00
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Radicación n.° 61157

La Sala Penal de esta Corporación ha delineado las


características del deber de denuncia, para lo cual ha precisado
que «Ese derecho-deber únicamente exige que el denunciante
haga una narración veraz de los sucesos que como persona
común le parece han de ser denunciados, sin que esté obligado a
probar que esos hechos constituyan infracción a la ley penal»,
pues «La demostración de la verdad y la calificación jurídica de
los hechos son aspectos propios de los fines de la investigación
penal» (CSJ SP4364-2015).

En idéntico sentido, ha dicho que «el deber de denunciar que


tiene todo ciudadano en un Estado, máxime cuando se tilda de
social y democrático de derecho, no impone la obligación de
probar que los hechos puestos en conocimiento son ciertos y
evidentes, toda vez que la demostración de la verdad constituye
uno de los fines del proceso penal» (CSJ SP, 10 ago. 2005, rad.
21422).

De esta forma, el deber de denuncia penal simplemente exige un


relato veraz de los hechos que, a juicio de la persona, constituyan
una infracción penal o exhiban unos rasgos delictuosos, pero de
ninguna manera comporta la obligación a cargo de denunciante
de probar la verdad o realizar juicios relacionados con la
tipicidad, antijuridicidad y culpabilidad de la conducta.

En el contexto de las relaciones de trabajo, el cumplimiento de


ese deber ciudadano, salvo las excepciones previstas en la
Constitución y la ley, es igualmente exigible, y con mayor razón si
se trabaja en entidades y empresas que tengan a su cargo la
prestación de servicios a la comunidad o cuya labor comprometa
a los empleados y empleadores en la resolución de problemas
sociales o de aspectos que interesan al bien común, como los
entes educativos, de seguridad social y bienestar.

Podría decirse entonces que, lo realmente importante a la hora de


verificar la bondad de la conducta de un trabajador, es el
ejercicio responsable y sano de su deber de poner en
conocimiento de las autoridades las conductas que puedan
revestir el carácter de delictuosas.

Por lo mismo, los comportamientos desleales a la verdad sabida,


contrarios a la buena fe o desplegados con el interés de
perjudicar a los empleados o directivos de la empresa, o con el
ánimo de afectar su imagen y reputación, son los únicos que
pueden tener trascendencia negativa en materia laboral. Empero,
se repite, no puede dar lugar a la terminación justa de un
contrato las denuncias de aquellas situaciones que, a criterio
sano de los trabajadores, se exhiban como anómalas, irregulares
o lleven una impronta de ilicitud, sobre todo en instituciones que
guarden un importante grado de responsabilidad social, como
indudablemente lo son las educativas.

SCLAJPT-10 V.00
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Radicación n.° 61157

3. En este asunto, de acuerdo con lo expresado en la carta de


despido, la desvinculación del trabajador estuvo motivada en que
la denuncia penal que interpuso contra algunos Consiliarios y
directivos de la Corporación universitaria fue desatendida por el
Fiscal del caso, quien no encontró mérito para iniciar «una
investigación formal». Según lo visto, no es suficiente dar por
acreditada una justa causa de despido a partir de la absolución
de quienes fueren denunciados o de la falta de adecuación al tipo
penal de las conductas investigadas, ya que, es necesario
demostrar el desapego a la verdad y la intención del trabajador
de causar un daño a la empresa o sus empleados mediante el
señalamiento e imputación ante los órganos del Estados de
comportamientos graves, a sabiendas de que no corresponden a
la realidad.
(Subraya fuera del texto).

Ahora bien, si se entendiera que la decisión de


terminar del contrato de trabajo no estuvo soportada en sí
misma en el hecho de haber presentado el trabajador una
denuncia penal, sino que su actuar debe considerarse como
desleal, arbitrario y desproporcionado, pues puso en
entredicho la honorabilidad y buen nombre de los directivos
de la entidad, alejándose de contera de la moralidad,
obediencia, fidelidad y buena fe que debe existir en las
relaciones de trabajo; lo cierto es que las pruebas allegadas
al plenario tampoco dan cuenta de que ello hubiera
ocurrido de esa manera.

En dicho sentido, a folios 37 a 34 del expediente milita


la denuncia penal interpuesta por el actor contra «quien o
quienes resulten responsables», por «la presunta comisión de
los delitos» contra la fe pública y la administración de
justicia, de la que dice fue víctima. Escrito en el cual el
accionante hace un relato pormenorizado de unos hechos
que se sintetizan en que en unos procesos laborales
seguidos por Adalberto Reales Utria, Daisy Margarita Jaik

SCLAJPT-10 V.00
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Radicación n.° 61157

Durango y el aquí accionante contra la universidad, la


demandada propuso la excepción de cosa juzgada, para lo
cual allegó unas conciliaciones que supuestamente
firmaron los demandantes, de las cuales dijo que no era
cierto que las hubieran suscrito dichos trabajadores,
«presumiéndose una falsedad de documento por parte de
personas desconocidas». El denunciante, además, solicitó
unas pruebas y allegó unos documentos que, a su juicio,
demuestran las irregularidades denunciadas.

La Fiscalía Cincuenta y Seis Unidad de Patrimonio


Económico, a raíz de dicha denuncia abrió investigación
previa y posteriormente aperturó investigación penal contra
los directivos de la demandada Antonio Spirko Cortés, Otto
Fernando Idrovo Bustillo y José Eusebio Consuegra Bolívar;
y al decidir la situación jurídica de los procesados, expuso
que de acuerdo a las pruebas practicadas, en especial, un
dictamen grafológico, las actas de conciliación suscritas
eran veraces, en tanto tales probanzas acreditaban que
realmente fueron firmadas por el denunciante, resolviendo,
con proveído del 22 de diciembre de 2000 (f.o 41 a 47), lo
siguiente:

PRIMERO: ABSTENERSE de dictar Medida de Aseguramiento en


contra de los procesados OTTO IDROVO BUSTILLO, JOSÉ
EUSEBIO CONSUEGRA BOLÍVAR y ANTONIO SPIRKO CORTEZ
por no reunirse los requisitos que exige el art. 388 del C.P.P. y
conforme a lo expuesto a la parte motiva de la presente
providencia.

SEGUNDO: Que la conducta desplegada por los señores OTTO


IDROVO BUSTILLO, JOSÉ EUSEBIO CONSUEGRA BOLÍVAR y
ANTONIO SPIRKO CORTEZ es atípica acorde con lo normado en
el art. 36 ibídem por lo que se declara extinguida la acción penal.

SCLAJPT-10 V.00
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Radicación n.° 61157

TERCERO: Como consecuencia de lo anterior Prelucir la


Investigación a favor de los señores con fundamento en el art.
citado teniendo en cuenta que la conducta que se le endilga es
atípica.

Determinación que fue confirmada por la Fiscalía


Tercera Delegada ante el Tribunal Superior, el 16 de junio
de 2006 (f.o 48 a 55).

En el contexto que antecede, estima la Sala que


examinado de manera objetiva la denuncia presentada por
el señor Consuegra Escorcia, emerge claro que en parte
alguna atribuyó, directa o indirectamente, a los directivos
del ente educativo de las presuntas irregularidades que
puso en conocimiento de las autoridades.

Por tanto, la afirmación consignada en la carta de


despido de que con la denuncia presentada era posible
deducir que el actor sindicó a los tres directivos de la
institución educativa, suposición de la que hizo eco el
Tribunal, quien, además, le agregó que con ello «se puso en
entredicho la honorabilidad y el buen nombre de estas
personas», se funda en una simple conjetura, producto de
interpretación personal que hizo la accionada a la denuncia
penal, mas no en lo que expresamente allí consignó el actor,
que, se itera, no aludió a un responsable en específico.

De este modo, de las pruebas del proceso no puede


sostenerse que se presentó la intención del trabajador de
causar un daño moral a los citados directivos de la
empresa, mediante el señalamiento e imputación ante los
órganos del Estado de comportamientos graves o

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Radicación n.° 61157

delictuosos, a sabiendas de que no correspondían


supuestamente a la realidad, como lo sostuvo el ad quem;
por la potísima razón de que el actor en su denuncia nunca
le atribuyó a una persona en particular la comisión de un
hecho punible, en tanto, se insiste, claramente fue contra
personas indeterminadas.

Cuestión diferente seria que el accionante hubiera


instaurado la denuncia contra una persona determinada o
individualizada, atribuyéndole falsamente la autoría o
participación de un delito no ejecutado por ella, o en el que
no ha tomado parte, es decir, que la denuncia la hubiera
hecho a sabiendas de la inexistencia de los hechos o de la
inocencia de la persona denunciada, pues en este evento sí
se estaría en presencia de una conducta inmoral o
injuriosa, con el ánimo de causar daño y ofensa, con la
suficiente entidad para configurar un motivo legal para dar
por terminado el contrato de trabajo con justa causa; sin
embargo, se itera, ello no fue lo que ocurrió en el sub lite.

En suma, como el aquí demandante sólo formuló una


denuncia contra personas indeterminadas, para que se
investiguen unos hechos, misma que a la postre no
prosperó, por cuanto se precluyó, es claro que el Tribunal
incurrió en el error endilgado por el recurrente, en tanto, tal
conducta efectivamente no se enmarca en una justa causa
para finalizar el vínculo laboral.

4. La inmediatez del despido:

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Radicación n.° 61157

En torno a este punto, cumple anotar, que además de


que la terminación del contrato fue eminentemente injusta,
también fue totalmente extemporánea de cara al momento
en que ocurrieron los hechos que el sirvieron de soporte a la
empleadora para adoptar esa determinación.

Se memora que la terminación del contrato de trabajo


por justa causa por parte del empleador, además de
explícita y concreta, debe ser tempestiva, toda vez que si
bien el legislador no ha establecido límites temporales
máximos para invocar tal determinación después de
cometida una falta que dé lugar a su adopción, ello no
implica que no deba mediar un término razonable entre lo
uno y lo otro, pues de lo contrario, se impone entender que
el empleador condonó o dispensó la presunta falta. Aun
cuando también ha precisado que el despido no deja de ser
oportuno cuando el contratante se toma el tiempo necesario
para efectos de constatar la responsabilidad del trabajador
en los hechos ocurridos (Sentencias de la CSJ SL, 17 may.
2011, rad. 36014 y CSJ SL, 28 ag. 2012, rad. 38855).

Y es que la razón por la cual se ha exigido el


cumplimiento de la inmediatez está originada en que el
tiempo transcurrido en exceso entre la ocurrencia de la
causal y la decisión de finiquitar el vínculo laboral, rompe el
nexo causal que debe existir entre el motivo alegado por el
empleador y la terminación unilateral del vínculo, de allí
que entre el momento de ocurrencia de la falta y el de la
decisión de finiquitar el vínculo laboral debe transcurrir un
tiempo razonable, que principia desde el momento en que el

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Radicación n.° 61157

empleador conoce los hechos que determinan esa drástica


medida, pues de no ser así, muy a pesar de la gravedad de
la falta imputada al trabajador, el despido deviene en ilegal.

En ad quem para establecer la inmediatez del despido,


consideró que la empleadora actuó con mesura y prudencia
pues «esperó que la administración de justicia definiera si
realmente o no, los […] funcionarios de la universidad,
habían conculcado la ley penal por la comisión de falsedad y
fraude procesal, respuesta que sólo obtuvo cuando quedó en
firme la preclusión de la investigación […] el día 16 de junio
de 2006».

En el sub lite, encuentra la Sala, a partir de las


probanzas denuncias, lo siguiente: i) que el actor presentó
denuncia penal el día 20 de octubre de 1999; ii) que el 22
de diciembre de 2000 la Fiscalía Cincuenta y Seis Unidad
de Patrimonio Económico se abstuvo de dictar medida de
aseguramiento en contra de los vinculados a la
investigación Antonio Spirko Cortés, Otto Fernando Idrovo
Bustillo y José Eusebio Consuegra Bolívar; iii) que la
Unidad de Fiscalías Delegadas ante el Tribunal Superior –
Fiscalía Tercera, el 16 de junio de 2006, confirmó la
determinación que precluyó la investigación en contra de
los citados Antonio Spirko Cortés, Otto Fernando Idrovo
Bustillo y José Eusebio Consuegra Bolívar; y iv) que el 28
de julio de 2006 la empleadora finalizó el contrato de
trabajo del aquí demandante.

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Radicación n.° 61157

De acuerdo con el anterior itinerario, es forzoso


concluir que el ad quem se equivocó al considerar que no se
presentó extemporaneidad del despido, en tanto la situación
ocurrida, contrario a lo expuesto, no ameritaba esclarecer
los hechos acaecidos y la posible responsabilidad del aquí
demandante, pues la finalización del contrato de trabajo se
fundamentó fue en la realización de una única conducta,
que consideró como «inmoral», y que acaeció fue el 20 de
octubre de 1999 cuando el trabajador decidió presentar una
denuncia penal y de la cual, necesariamente, el empleador
tenía conocimiento para el 22 de diciembre de 2000, data
en la cual la Fiscalía, en primera instancia, precluyó la
investigación en contra de los citados Antonio Spirko
Cortés, Otto Fernando Idrovo Bustillo y José Eusebio
Consuegra Bolívar.

Y es que si bien en muchas ocasiones el empleador


debe actuar con mesura y prudencia a fin de verificar si el
trabajador, ya fuera por acción u omisión, incurrió en una
falta con la entidad suficiente para finalizar el vínculo
laboral, en el presente asunto la connotación de inmoral que
se le dio al hecho de presentar una denuncia penal no podía
estar atada o supeditada a las resultas de la investigación
que se adelante desde la órbita de lo penal, por la potísima
razón de que el juez del trabajo tiene plena autonomía para
calificar las causas expuestas por el empleador para dar por
terminado un contrato de trabajo. Sobre este preciso
aspecto resulta oportuno recordar lo dicho por la Sala de
Casación Laboral de la Corte, en sentencia CSJ SL, 14 ag.
2007, rad. 30634, en la que manifestó:

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Ciertamente no incurrió el sentenciador de la alzada en la


exégesis equivocada que le imputa el cargo, pues en se punto se
avino a la reiterada jurisprudencia de la Corte Suprema sobre el
particular, ya que las causales de terminación de los contratos
de trabajo previstas por la legislación laboral, por regla general,
constituyen motivos autónomos para finiquitar un vínculo
contractual laboral cuando una de las partes da lugar a ello, de
manera que cuando el juez laboral juzga un hecho generador de
la terminación del contrato de trabajo, lo hace dentro del marco
en que se desenvuelve dicho contrato sin estar supeditado a lo
que decidan otras ramas de la justicia u otras instituciones.

La regulación legal que consagra el artículo 7º del Decreto 2351


de 1965, así lo establece, pues solamente en el caso previsto en
el literal a), numeral 8, es decir cuando la detención preventiva
del trabajador por más de 30 días haya sido la causa del
despido, la decisión del juez del trabajo está condicionada a lo
que disponga el juez penal, es decir que si el trabajador es
absuelto posteriormente, el despido se considerará como ilegal.
Pero en los demás casos, no existe en principio ese
condicionamiento, de manera que el operador judicial
especializado puede formar su propio convencimiento sobre los
hechos debatidos en el proceso laboral y no estar sujeto a una
prejudicialidad penal.

Dentro de las aludidas causales existen unas conductas que


están relacionadas con el ordenamiento punitivo, ejemplo, la
presentación de certificados falsos por el trabajador, la violencia
o injuria en que pueden incurrir los sujetos del contrato de
trabajo, el consumo de estupefacientes, la incitación a la comisión
de delitos, la violación del derecho de asociación sindical, etc.,
que a su vez envuelven otra amplia gama de comportamientos,
que de aceptarse la tesis de la censura, significaría la inutilidad
de dichas causales, pues en últimas quien decidiría si existe o no
causa justa de despido sería el juez penal, frente a lo cual el juez
laboral sería apenas un mero espectador pese a la autonomía
que tiene el ordenamiento laboral frente a otras ramas del
Derecho como disciplina que rige y regula la vida de los
asociados.

La tesis expuesta por la censura ya ha sido planteada ante la


Corporación, que la ha decidido negativamente, como puede
observarse en los siguientes pronunciamientos, algunos de los
cuales fueron citados por el Tribunal.

Así, en sentencia de casación del 20 de septiembre de 1974,


ratificada en la del 28 de febrero de 1979, radicación 6432, dijo
la Corte lo siguiente:

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“No puede admitirse como lo pretende el censor, que los actos


inmorales o delictuosos cometidos por los trabajadores han de
ser juzgados por los jueces penales para los efectos de la
terminación del contrato. Es verdad que los jueces penales son
los competentes para decidir sobre la responsabilidad de los
delincuentes y sobre las penas que han de imponerse por los
delitos, pero la consagración en las leyes laborales y en los
contratos de trabajo, de actos inmorales o delictuosos como
justas causas de terminación del contrato de trabajo, faculta a
los jueces laborales para decidir sobre esos hechos como
generadores de la justa causa de terminación, sin que esas
decisiones puedan quedar sujetas a lo resuelto por el juez penal.

Menos aceptable aún es la aseveración del impugnador sobre la


prueba del hecho inmoral o delictuoso, cuando dice que la única
es la sentencia condenatoria en materia penal, porque ello
conduciría al absurdo de que ocurrida la justa causa de
terminación, no se podría despedir al trabajador, sin que se
produjera la sentencia condenatoria, y porque la falta de
condenación penal puede obedecer a motivos diferentes de la
comisión del hecho considerado como justa causa de terminación,
ya que la falta de responsabilidad, por causas eximentes de ella,
o la propia prescripción de la acción penal, llevan a sentencia no
condenatoria, sin que pueda decirse que no ocurrió el hecho
inmoral o delictuoso que constituya la justa causa. No puede
confundirse el hecho mismo consagrado como justa causa con la
responsabilidad penal que pueda surgir de la comisión del mismo
acto. Caso muy distinto es el que la norma laboral subordine la
justa causa a la posterior absolución, como es el de la detención
preventiva del trabajador, de que trata el número 7 del aparte a)
del artículo 7º del Decreto 2351 de 1965.

Es también conveniente observar que aunque el hecho no sea


delictuoso sino simplemente inmoral, constituye justa causa de
terminación del contrato de trabajo, caso en el cual no es
procedente la calificación del hecho por los jueces penales”.

[…]

Y en la sentencia de casación del 17 de mayo de 2001,


radicación 15.744, la Sala reiteró las orientaciones anteriores, en
la siguiente forma:

“Con todo, de tiempo atrás tiene dicho la jurisprudencia de esta


Sala de la Corte, que el juez laboral es competente para definir en
juicio si el trabajador ha incurrido en actos inmorales o
delictuosos dentro del ámbito de sus obligaciones contractuales
de naturaleza laboral. La razón está en que el tema se encuentra
regulado por la ley del trabajo y en que, por ello, incumbe a esta
jurisdicción determinar si el trabajador ha transgredido el
contrato por uno de esos actos. Por lo mismo, no debe el juez del
trabajo esperar la resolución del juicio penal, ni supeditar su

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decisión a que ese juicio exista o no. En consecuencia, es en este


proceso donde se rompe, en ese marco y para los precisos efectos
de la contratación laboral, la presunción de inocencia del artículo
29 de la Carta Política”.
(Subraya fuera de texto)

En ese orden de ideas, es claro que el


pronunciamiento que sobre la denuncia hiciera la Fiscalía
General de la Nación, sólo permitiría demostrar que para
este ente investigador los hechos sometidos a su
conocimiento por el trabajador no eran delictuosos; de allí
que no era menester esperar la definición del asunto penal
a efectos de poder calificar una conducta como inmoral
desde el ámbito de las obligaciones contractuales de
naturaleza laboral, que fue lo que ocurrió en el sub
examine.

En definitiva, la determinación adoptada por la


empleadora también fue inoportuna.

Conforme a todo lo expuesto, el Tribunal cometió los


yerros fácticos endilgados, con la connotación de
manifiestos, por ende, el cargo prospera y, en consecuencia,
habrá de casarse totalmente la sentencia recurrida.

Sin costas en el recurso extraordinario, por cuanto la


demanda tuvo éxito.

VIII. SENTENCIA DE INSTANCIA

Basta con las consideraciones atrás expuestas para que

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la Corte, actuando como Tribunal de instancia, confirme


íntegramente el fallo condenatorio de primer grado. Lo
anterior si se tiene en cuenta que con lo manifestado en
casación se da respuesta a todos los cuestionamientos
esgrimidos por la accionada en el recurso de alzada,
consistentes en que el actor incurrió en una causal de
despido, pues de su denuncia era evidente que iba dirigida
contra directivos y funcionarios de la demandada; y que, a
su juicio, actuó de forma oportuna, en la medida que la
decisión de finalizar el contrato de trabajo se adoptó una
vez culminada la investigación penal; argumentos que,
como quedó visto, no son de recibo.

De las costas de instancias, no se causan en la alzada,


quedando a cargo de la parte vencida que lo fue la
demandada las correspondientes al primer grado.

IX. DECISIÓN

En mérito de lo expuesto, la Corte Suprema de


Justicia, Sala de Casación Laboral, administrando justicia
en nombre de la República y por autoridad de la ley, CASA
la sentencia proferida por la Sala de Descongestión Laboral
del Tribunal Superior del Distrito Judicial de Barranquilla,
el 28 de septiembre de 2012, en el proceso ordinario laboral
promovido por FÉLIX CONSUEGRA ESCORCIA contra la
CORPORACIÓN EDUCATIVA MAYOR DEL DESARROLLO
SIMÓN BOLÍVAR.

En sede de instancia, se resuelve:

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PRIMERO: CONFIRMAR íntegramente la sentencia


dictada el 30 de noviembre de 2010, por el Juzgado Primero
Laboral de Descongestión del Circuito de Barranquilla.

SEGUNDO. COSTAS, como se dijo en la parte


considerativa.

Notifíquese, publíquese, cúmplase y devuélvase el


expediente al Tribunal de origen.

MARTÍN EMILIO BELTRÁN QUINTERO

DOLLY AMPARO CAGUASANGO VILLOTA

ERNESTO FORERO VARGAS

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