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¿Quién mató a la novela negra

nórdica?
El empuje de nuevas potencias literarias y los efectos de la
globalización del género criminal ponen en jaque la hegemonía del
'noir' nacido del frío
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JUAN CARLOS GALINDO

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Lyon 3 ABR 2017 - 05:55 CEST


La actriz Noomi Rapace, como Lisbeth Salander.

La novela negra vive una revolución global. El declive de la moda escandinava y el


poderoso empuje de otras literaturas, otras geografías y otras realidades están
cambiando el panorama. Hay una reacción a aquella amable e imparable invasión
que se dio a partir de Millenium. Arnaldur Indridason, Jo Nesbo o Camilla Lackberg
son ejemplos del poder comercial y a veces literario de la literatura criminal del
norte de Europa, pero ya no es lo mismo. Francia, donde la tradición es extensa y
rica y donde en la actualidad uno de cada cinco libros vendidos pertenece al género
negro, es un excelente termómetro. El Quais du Polar de Lyon, gran reunión
mundial de la ficción criminal, el mejor sitio para abordar este asunto. “La de la
novela negra es la única globalización positiva que se está dando”, comenta Bernard
Minier ante un café en una soleada tarde de viernes. “Hoy estoy en Lyon, pero la
semana pasada estaba en Dubai, en una mesa sobre la geografía del género con un
autor anglo sudanés y otro indio. Esto antes no pasaba”, explica el nuevo rey del
thriller francés (más de 1,5 millones de libros vendidos).

MÁS INFORMACIÓN

 Del Ellroy africano, la ‘mafia’ de Quebec y la locura de Lyon

 Lyon, capital mundial de la novela negra

En Akabé, Gabón, uno de los grandes barrios marginales de África, prefieren leer
a Janis Otsiemi, el Ellroy africano, y sus turbias historias de mafia y tuées, tuées
(prostitutas que mueren un día sí y otro también). “Con la guerra civil y la
corrupción, África tiene la materia prima para el polar. Lo que veo cada día en la
esquina cuando bajo de casa es novela negra”, nos cuenta Otsiemi. “Estoy cansado
de leer historias que ocurren en ciudades en las que no he puesto un pie en mi vida.
Espero que la nueva ola de novela negra sea africana. ¿Por qué no?” añade con una
carcajada.

La criba del lector

El festival tiene este año tres autores islandeses, un país entregado a la lectura y con
cifras de ventas monstruosas para sus poco más de 300.000 habitantes.
Indridason, el rey de la novela negra en un país sin crímenes, más de 12 millones de
libros vendidos en todo el mundo, defiende la pujanza del género en su versión
nórdica. “No creo que haya sido una moda. Los nórdicos siempre han producido una
excelente novela negra. Eso explica también por qué han tenido tanto éxito: en
general están bien escritas y bien hechas”.

Sin embargo, Hélène Fischbach, directora de Quais du Polar, cree el exceso de


títulos aparecidos durante años ha tenido un efecto perverso. “En Francia la novela
negra escandinava tiene todavía muchos seguidores, pero me parece que los lectores
han hecho una criba. En el festival hemos podido constatar que cada vez hay más
curiosidad por descubrir autores nuevos que vienen de otros territorios”.

LA ONDA EXPANSIVA DEL MILAGRO 'MILLENIUM'


El Quais du Polar inició su andadura el mismo año que se publicaba el primer tomo
de Millenium y fue de la mano de esa innegable explosión que supuso la trilogía de Stieg
Larson. Los efectos de la onda expansiva se sienten todavía hoy en distintas formas.
Hélène Fischbach, directora del festival, relata cómo lo vivieron: “Evidentemente nos
beneficiamos de su ascensión y durante varias ediciones le prestamos atención. Ahora la serie
es a veces criticada, algunos señalan sus imperfecciones, pero recuerdo que cuando salió, la
lectura del primer tomo fue una revelación. Después, la ola escandinava siguió con buenos
libros y otros que no merecían ser publicados, pero lo que queda es la globalización del
género”. Diluido el milagro, cierto efecto rebote ha llevado a los escritores de Francia y otros
lugares a reafirmarse en su identidad y triunfar con otra forma de literatura negra. Sin
querer, Milleniumpuso el germen para superar el mito nórdico.

Europa vive en crisis permanente y Francia se enfrenta a la realidad de la


destrucción del tejido social, el racismo y la amenaza de Le Pen. Ante esa situación,
resucita el género crítico y de raíces sociales, revolucionario en su esencia, que tanto
le dio a la literatura francesa de los setenta. “La situación política y económica que
está atravesando Francia ha llevado a autores nuevos, de 30-40 años a crear una ola
que renueva el neo polar. El francés es mejor lector que votante”, subraya Marc
Fernández, escritor parisino, editor y responsable de la revista Alibi. La francofonía,
todavía residual pero con empuje, completa la renovación.

Pero no solo de Francia vive el género. El efecto Perdida llevó a los


estadounidenses a centrarse de tal manera en el thriller psicológico, el domestic noir
y otras variantes que ha quedado un espacio enorme. Ahí el peligro es evitar la
próxima moda, no volver a caer en la repetición hasta la saciedad de lo que ha
funcionado. “En un mercado saturado, el trabajo del editor es sorprender. Y eso se
hace también a través de las geografías, elemento esencial del género negro, un
género con una plasticidad tremenda”, comenta Anik Lapointe, editora de
Salamandra desde un Quais du Polar dedicado este año al Este de Europa.

La vía literaria también se abre camino. Stieg Larsson completó la obra iniciada en
los setenta por Maj Sjöwall y Per Wahlöö y ampliada después por Henning Mankell.
Gracias a Millenium el género llegó a millones de lectores nuevos, salió del gueto
comercial, pero se quedó apartado en lo literario. Cada opinión que EL PAÍS ha
pulsado en Lyon apunta en otro sentido. El hecho de que con The Sympathizer Viet
Thanh Nguyen ganase el año pasado el Pulitzer y el Edgar, el más prestigioso de los
premios del género, es sólo un ejemplo.

“Hay una generación de escritores jóvenes comprometidos que le están dando al


polar una fuerza nueva y que además escriben bien, que es muy importante” resume
Víctor del Árbol, único escritor español invitado a Lyon.

No parece que la situación política mundial vaya a mejorar antes de que el noir, más
literario, más cerca de la sociedad de cada país, complete su cambio. En las paredes
de los palacios de la burguesa Lyon se gesta una revuelta.

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