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Filmina 1 presentación :
Sistematizar es obtener aprendizajes críticos de nuestra experiencia
Filmina 2: objetivo: reflexionar sobre la intervención del trabajo social a fin de
interpretar las categorías que median en dicho proceso
Filmina 3: Introducción:
De esta manera, se retoman algunas situaciones y pacientes con los que se trabajó durante la
práctica para intentar un ejercicio de profundización y análisis crítico y de transversalidad del
sistema de salud, en este caso desde la institución Hospital Central, a partir de dilucidar las
lógicas institucionales imperantes, una revisión sobre el modelo medico hegemónico que los
atraviesa y como es llevado a cabo el ejercicio de las profesionales del Servicio Social.
En primer lugar y haciendo referencia al contexto histórico, diremos que el Hospital Central de
Mendoza es un hospital público, que pertenece al Ministerio de Salud de la provincia de
Mendoza. Se trata del nosocomio de mayor envergadura de toda la región de Cuyo. Y su
misión es brindar atención polivalente de alta complejidad a toda la región.
Originalmente fue conocido como el “Gran Policlínico Central”, para entonces la institución
atendió a su primer gran crisis en el año 1944, cuando un terremoto devastador llevó a más de
900 personas a tener que ser atendidas de urgencia. El edificio no había sido terminado aún,
por lo que superado el estado de emergencia vuelve a cerrarse para continuar las obras.
(habla star)
Margarita Rozas analiza que según cada momento histórico el estado capitalista recrea una
modalidad de intervención y establece condiciones para la intervención profesional. En la
actualidad no estamos desligados de reproducir modelos de intervención profesional
anteriores, como lo son modelos conservadores basados en lo asistencial, paliativo, positivista,
burocratizado o bien doctrinario con influencias filantrópicas o caritativas.
Una lógica del Trabajo Social debe basarse en un modelo crítico, reflexivo, constructivo y que
apele a la lucha y efectivizacion de los derechos humanos. Frente a un sistema económico que
apuesta al individualismo y en donde acceden a servicios de salud y educación quienes poseen
capital económico. Frente a esto, el trabajo social tiene que disputar en su espacio con
distintos actores que responden a lógicas diferentes, pero con los cuales es necesario mediar y
establecer una correcta correlación de fuerzas que permita favorecer a los sectores menos
favorecidos de este sistema.
Se considera que una lógica del Trabajo Social debe concebir a las personas como sujetos de
derecho, enmarcados en una concepción de ciudadanía. Esto implica abordar las situaciones
de manera integral y entendiendo que las personas poseen diversos valores, culturas,
experiencias, historia que los condiciona.
Sin embargo desde el Trabajo Social no nos encontramos solas/os a la hora de intervenir en un
espacio y es por ello que se presentan distintas tensiones. Por un lado, se dan las pujas con las
que se encuentra el Trabajo Social en la intervención en espacios de salud, donde se encuentra
con profesionales que actúan en base al modelo médico-hegemónico, tiene que ver con que
las profesiones son formas de coalición de actores que defienden sus intereses, intentado
controlar un mercado del trabajo, un monopolio para sus actividades, una clientela asegurada
por los servicios que prestan (Aguayo 2006: 93).
Filmina 6: etapa 1
Etapa de acercamiento a la trama hospitalaria: Inserción
Dentro de esta etapa se pueden considerar como significativos los siguientes momentos:
En primer lugar el comienzo de las prácticas profesionales en el Servicio Social, lo cual significó
expectativas, temores y confusión, debido a que se nos presentó una suerte de incertidumbre
en relación a las tareas a desarrollar. Es decir, en este primer contacto con la realidad, tanto
las estudiantes como las profesionales del Servicio no sabían cómo funcionaría el proceso de
prácticas. Esto tuvo como consecuencia muchos meses de inactividad o de mera observación.
Además se presentó la dificultad de no poder comprender la dinámica del Servicio y la
inquietud de saber si podríamos incorporar los aprendizajes académicos en la institución y en
nuestras prácticas.
La primera situación problemática abordada estuvo atravesada por mucha expectación, ya que
considerábamos que a partir de esa situación íbamos a entender desde qué perspectiva se
posicionaban todos los agentes que tenían contacto con el paciente, es decir, se intentaba
interpretar el discurso recurrente sobre los sujetos y la salud, por parte de todos los
profesionales con los que nos relacionábamos (médicos, trabajadores sociales, enfermeros,
etc.). Además, esta etapa implicó una visualización de las instituciones externas que
atravesaban al objeto de intervención, es decir comenzamos a comprender que la
problemática de la salud estaba atravesada por factores tales como, género, trabajo, vivienda,
etc. Y que los recursos no se encontraban solo dentro del Hospital.
En definitiva, durante esta etapa nos reconocemos como observadoras pasivas de la dinámica
institucional, ya que si bien el modelo médico-hegemónico se manifestaba, no alcanzábamos a
percibir sus causas, ni intereses que perseguían dentro del hospital, pero sí empezamos a
cuestionarnos por el rol del trabajador social dentro del servicio.
Filmina 7
Por último la categoría central que atravesó esta etapa fue el Control Social ya que las
intervenciones que presenciábamos se encontraban relacionadas con la contención de
conductas de riesgo, es decir en palabras de Estela Grassi (1989), siguiendo a Faleiros
(1985), afirma que "son formas que impiden, a los miembros de las clases subordinadas, el
dominio de los recursos necesarios para trascender". Las trabajadores sociales del Servicio
pasan a ser “gestoras" de la vida cotidiana de los pacientes, quienes facilitar o limitar el
acceso a recursos, beneficios, etc.,
Consideramos como momento significativo durante esta etapa las tensiones y conflictos que
se dieron durante el seguimiento de situaciones relevantes al eje. Estos momentos fueron
analizados a partir de las siguientes categorías:
1
Flores-Guerrero R. Salud, enfermedad y muerte desde la Antropología sociocultural [consultado 27/4/2009]. Revista Mad.
2004;10:1-8. Disponible en: http://www.revistamad.uchile.cl/10/paper03.pdf
autores indican que la salud puede definirse desde diferentes puntos de vista: no enfermedad,
ausencia de enfermedad, reserva, comportamientos, estilos de vida, bienestar físico, energía,
vitalidad, relación social, función y bienestar psicosocial2.
Cuando pensamos en las representaciones que atraviesan a los pacientes respecto a la salud y
enfermedad lo hicimos con la convicción de que el análisis es un acercamiento parcial e
inacabado que sobrepasa los límites y posibilidades de nuestra propia comprensión. Dicho
análisis fue posible debido al acercamiento que tuvimos con las personas dentro del hospital
como así también las situaciones tomadas para la presente sistematización. Por lo tomamos la
puja de poder que tienen los sujetos frente al acceso de salud en el Hospital Central, ya que se
piensa que es más rápido el acceso a los distintos servicios ya sea para consultorio externo o
internación, además se cree que se encuentran los mejores profesionales, los cuales
brindarían respuestas rápidas a sus problemáticas, cuando en realidad la atención está
atravesado por cierta burocracia institucional, muchas veces necesaria en cuanto a los
trámites administrativos que tienen que realizar los pacientes en el nosocomio, lo que culmina
en la mayoría de las situaciones en enojo por parte de los mismos porque ven condicionado su
acceso al sistema de salud. También pudimos detectar cómo los pacientes en su periodo de
internación muestran una actitud de enojo y paciencia a la vez en la espera que muchas veces
sobrepasa los tres meses de internación, principalmente en salas en las cuales los pacientes
esperan por alguna cirugía, espera que se debe, según refieren los mismos por falta de
material quirúrgico o por la cantidad de pacientes que esperan por su operación. Por lo tanto,
en el sistema de salud, existe una historia de prácticas y representaciones basadas en un
modelo de salud médico hegemónico asistencialista, que pauta las relaciones entre “usuarios”
y efectores, quedando los primeros en una posición pasiva dependiente y los segundos en una
posición paternalista (Güida y otros, 1999). Los pacientes, comentan que no logran entablar
una buena relación con los médicos pero a pesar de ello consideran útiles los servicios de
2
C. Colomer, C. Alvarez-DardetPromoción de la salud y cambio social
Masson, Barcelona (2001)
p. 3–12
salud. Sin embargo, se va produciendo un distanciamiento del sistema de salud y se reemplaza
el acceso planificado para control, por el uso del sistema solamente ante la urgencia. La
mayoría de los pacientes desconoce la existencia de los programas especializados para cada
patología del sistema público de salud. Es en este punto que plantemos la salud como un
derecho social y por lo tanto, debe generarse una "conciencia sanitaria" entendida como "la
acción individual y colectiva para alcanzar este objetivo" (Berlinguer en De Souza Minayo,
1997). Desde esta perspectiva, la participación se convierte en una herramienta para la
transformación social en relación con las mejora de las condiciones de salud de la población.
Dentro del Hospital Central, resulta cotidiano encontrarnos con situaciones en las que se
desconoce lo dispuesto en la ley de derechos del paciente, sancionada en el año 2009; o en
otros casos incluso se desconoce hasta la misma ley. Cabe aclarar que también se presentan
ocasiones de no regulación al respecto, donde predomina el posicionamiento médico
hegemónico y la voluntad de éstos de brindar la información propuesta en la ley, es decir;
queda ligado a la predisposición de los mismos de hacerla cumplir. Por lo que la existencia
legal del derecho y su materialidad en espacios institucionales no representan garantías de
exigibilidad y de su efectivización.
El inciso b) del artículo 2° deja asentado que “los sujetos tienen derecho a recibir un trato digno
y respetuoso.”. En relación a esto es posible decir que los pacientes no tienen conocimiento de
sus derechos; muchas veces por la necesidad de acceder al sistema de salud se someten a
tratos indiscriminados, que principalmente suelen ocurrir cuando los sujetos por sus
condiciones socioeconómicas no han accedido a la educación necesaria, surgiendo un
aprovechamiento de tales situaciones por parte de los efectores de salud, omitiéndoles
información o mintiéndoles en algunos aspectos.
Nos encontramos con la situación del paciente R, el cual estuvo 1 mes internado esperando su
operación y su médico le decía que el insumo se lo enviaban mal desde la ortopedia, que no
era problema de ellos que la operación no se efectuara. Por otro lado nos decía a nosotras
como integrantes del servicio social que no tenía información, que no sabían si lo podían
operar al paciente porque su situación era delicada, el mismo era reticente a dar explicación;
también dialogando con pacientes internados durante mucho tiempo en el piso, nos
mencionaban la misma respuesta que el mismo doctor le daba al paciente R; “los insumos han
llegado equivocados, hay que esperar”.
Por lo que la conciencia del derecho a la salud es mitigada por la percepción que los
profesionales tienen de su trabajo como una misión benefactora, que envuelve más la noción
de compasión que la de derecho. Por otro lado, la ausencia de canales efectivos de denuncias
y de puniciones por malos tratos y discriminación se suma a la actitud predominante de
percibir el reclamo como una falta de respeto por parte de los pacientes.
Por otro lado, problematizando otra situación que refleja el incumplimiento de otro inciso, el
f), determina que “los pacientes tienen derecho a recibir Información sanitaria necesaria,
vinculada a su salud”. El derecho a la información sanitaria incluye el de no recibir la
mencionada información. En este sentido se hace referencia a algo tan esencial como el
conocimiento del diagnóstico en un lenguaje claro. Sin embargo nos encontramos con un
paciente que no sabía porque lo internaban, no sabía su diagnóstico, el mismo nos pide la
historia clínica para ver la descripción y buscar información sobre su situación.
Por otra parte el artículo 3º en cuanto a la información sanitaria, menciona que es aquella que,
“ de manera clara, suficiente y adecuada a la capacidad de comprensión del paciente, informe
sobre su estado de salud, los estudios y tratamientos que fueren menester realizarle y la
previsible evolución, riesgos, complicaciones o secuelas de los mismos”. Es interesante
mencionar un caso también en el que un paciente al alta no sabía que no podría volver a
caminar, su médico no se lo había informado porque le daba pudor y esperaba el momento
indicado; a lo que una de las licenciadas del servicio le hablo para que lo hiciera lo antes
posible así se podrían realizar las acciones correspondientes; solicitud de silla de ruedas,
atención psicológica, etc.
Entran en contradicción con la situación expuesta y con muchas otras los principios de esta
ley, donde no se respetan y los pacientes no reciben información clara sobre la situación de
salud, los abordan sin saber por qué o se les da medicaciones que desconocen.
Cabe mencionar que solo se hace alusión a algunas situaciones y las diferenciamos de las que
si reflejan el respeto por las normativas y derechos del paciente y la accesibilidad a los
mismos. Se denota de este modo que queda a criterio de cada profesional y médico el respeto
por lo antes mencionado y el cumplimiento de las mismas disposiciones; por sus principios
éticos y voluntad personal; situación que se expresa por falta de regulación institucional y falta
de un criterio unificado de tratos hacia los pacientes; entendemos que no debiera ser así y que
deberían existir principios que velen por la integridad de los sujetos, sus derechos y acceso al
sistema de salud de manera adecuada y equitativa, que no debe quedar a criterios de algunos
pocos sino que debe ser criterio fundamental en el sistema de salud.
No basta con saber que el acceso al sistema es gratuito, o que el estatuto lo mencione, sino
que es necesario tener en cuenta el impacto en la vida de los sujetos; estos muchas veces se
ven envueltos en estigmatizaciones y violencia institucional que atribuye connotaciones
negativas en los mismos.
En cuanto al trato sin discriminación por las situaciones económicas, hacemos alusión al
paciente C; el mismo en un momento de su larga internación presentaba pediculosis, la misma
no había sido tratada con ningún medicamento; fue que desde el servicio social como grupo
de practicantes realizamos una gestión intrahospitalaria para que se lo compren, trámite que
tardo dos días; por la condición de su estado avanzado de enfermedad y soledad, sino le
mencionábamos a las enfermeras de tal situación la hubieran seguido pasando por alto;
también destacamos el hecho de que le negaron información sobre su situación, cuando
dialogábamos con el mismo, nos mencionaba que siempre le preguntaba al médico cuando se
le daría de alta o que lo curaran de una vez por todas, y este no le daba respuesta.
Realizar un análisis del conocimiento de los derechos de los pacientes también implica hacer
mención a que la difusión y democratización de los mismos no es facultad de la institución sino
más bien queda a criterio de los profesionales que deciden orientar, difundirlos, realizar
talleres, etc.
Esto se refleja por ejemplo en los numerosos casos donde los pacientes no cuentan con la
información para acceder a pensiones y certificados de discapacidad. La negativa de los
médicos, a veces al llenado de resumen de historia clínica y el dar diagnóstico de su situación
niega el acceso al derecho; los pacientes al no tener conocimiento desisten de tal acceso por
esa negativa o porque los derivan a médicos laborales que no conocen. Esta situación se
presenta así porque los médicos intentan cuidar su firma y lo que expresan, no quieren que les
pueda traer complicaciones; también piensan que están obligados a dar un porcentaje de la
discapacidad que no se atreven a dar, pero esto no es así, ellos solo deben dar información de
la situación de salud y es obligación que lo realicen sin perjuicio ni discriminación.
Como último aspecto hacemos mención a la historia clínica. El artículo 14 de la ley menciona
que “el titular es el paciente y el mismo puede acceder sin ningún inconveniente solicitándola
dentro de las 48hs de solicitada”. Este derecho se ve obstruido a los pacientes, les solicitan
fotocopias de DNI en algunos casos, cuando la ley no lo menciona; en otros le solicitan que
realicen notas al director, etc. Creemos que esta obstrucción se debe a las numerosas carpetas
que se encuentran en el depósito de historias clínicas y que por no perder tiempo en buscarla
o a veces porque no saben que médico la puede tener aún en su poder, la niegan. En este
simple hecho notamos que el derecho de acceder a la documentación que muchas veces
necesitan los paciente para certificados de discapacidad u otros trámites se les ve obstruido y
que también queda ligado a que el mismo la pida antes de su alta, no se les informa a veces de
que pueden acceder libremente.
Es preciso incluir en este análisis el lugar que ocupan las instituciones en esta triada como lo
denomina la autora Ruth Parola entre la institución-trabajador social-sujetos de intervención,
donde se estructuran procesos de interacción simbólica, momentos de consensos-tensiones,
puntos de encuentros y de negación que hacen que la práctica cotidiana sea determinada de
forma que a su vez ésta transforma la relación de los tres campos disputen a través del juego
entre el poder y la acción.
De este modo podemos clasificar a las instituciones de acuerdo con Melano, como ámbitos
contradictorios en los que se desenvuelve la práctica profesional y puente natural de acceso al
sector demandante de sus servicios, dan el piso para el acercamiento a la vida cotidiana a los
sujetos, pero también señalan el techo de la intervención del trabajador social.
Por otro lado, observamos que la autonomía que se encuentra instituida es relativa como lo
menciona Nora Aquín (2008), también haciendo alusión a dos dimensiones preponderantes en
el ejercicio profesional; autonomía y heterónoma. “Hablar de heterónoma es hacer referencia
a los macro parámetros que determinan el quehacer dentro de cada institución particular
donde nos insertamos y las leyes que nos determinan, por fuera de lo que como profesionales
del Trabajo Social se establezca. Por otro lado el aspecto de autonomía, menciona como
también lo explica el código de ética la libertad de nuestro actual, hacernos responsables de
nuestras acciones y decisiones.”
Como se menciona con tales consideraciones es posible aludir a que existe cierta dicotomía
dentro del espacio del hospital central; y reafirmando lo mencionado por la autora Nora Aquin
(2008); “los condicionantes, recursos, normativas, disposiciones y políticas que limitan la
profesión hacen que se torne un posicionamiento de autonomía relativa más que absoluta
como lo dispone el código de ética.”
Por lo tanto, el interjuego dentro de la dinámica del hospital central y servicio social es
contradictorio si se analiza a la luz de algunas disposiciones que establece el código de ética. El
Art. 39 del capítulo IV en relación con los sujetos de la acción profesional menciona;
“Contribuir para la creación de mecanismos que faciliten la desburocratización de la relación
con los sujetos, buscando hacer más transparente, ágil y efectiva la prestación y el acceso a los
servicios”. Aquí encontramos contradicciones de orden éticas-prácticas en cuanto a la posición
que se toma al respecto; se los culpa a los sujetos de no tener la información adecuada, de
querer hacer los trámites de acuerdo a sus criterios y no los que se establecen
institucionalmente por ejemplo. En otras oportunidades también son las profesionales del
servicio que concurren a las respectivas áreas a esclarecer los mecanismos administrativos
pero esto no ha sido suficiente.
Cabe recalcar que desde nuestra práctica en concordancia con la supervisora contribuimos a la
realización de panfletos con la descripción de los pasos a seguir para la realización de trámites
a nación. Pero entendemos que no puede quedar ligado esto a la responsabilidad de uno u
otros sino que en relación a propiciar los derechos de acceso al sistema de salud de todos los
pacientes debe existir de manera casi estricta y sin limitaciones.
No obstante se observa que el posicionamiento tomado es más ligado a cumplir con las
normativas que se establecen y no a cuestionarlo y lograr las redes necesarias para que se
establezcan en este aspecto mecanismos transparentes de información y acceso a los
servicios.
Hacemos referencia a otras disposiciones asentadas en el código de ética que son a fines de la
comprensión, que entran en contradicción en el actuar profesional dentro del servicio social.
Lo mencionado nos permite poner en cuestión algunos discursos que se ponen en práctica que
reflejan la contradicción vigente y nos permiten reflexionar sobre el concepto de autonomía
desde un punto de vista relativo de la profesión. Entendemos que es necesario que la práctica
se deba llevar a cabo en un marco de constante replanteo y critica pese a los procesos
instituidos que se ponen en juego y son condicionantes del ejercicio.
Es tarea y responsabilidad propicia encontrar autonomía con el sujeto presente, cara a cara,
escuchando sus necesidades, pudiendo orientarlos como espacio de apertura para el acceso a
sus derechos y mejoramiento de sus condiciones vigentes de vulneración; en el encuentro con
el otro es posible romper con las lógicas establecidas y encontrar mayor apertura que
permitan el cumplimiento de los derechos humanos y reivindicación de manera integral.
Entendemos que el vínculo está condicionado por la historia personal del paciente y sus
familiares y por el contexto actual y pasado del mismo, e intereses y perspectivas de todos
los sujetos intervinientes: “no podemos decir que una familia está desorganizada, en todo
caso el daño intrafamiliar es también una forma de organización. Si no trabajamos
descubriendo esa organización, difícilmente se avanzará algo en su transformación” (Barg,
2009). Cuando mediare imposibilidad o dificultad de asegurar una mejor calidad de vida
para el paciente, por medio de sus propios medios o con la colaboración de familiares y/o
allegados, se procede a la articulación interinstitucional.
Por otro lado, y haciendo una lectura integral, tanto de las intervenciones realizadas
dentro, como fuera del Servicio Social, las mismas se encuentran asediadas por caminos
pedregosos, sinuosos y esquivos, en donde la amenaza de los esquemas de pensamiento
no cuestionados nos introduce en la noción de vigilancia epistemológica, es decir “la idea
de ruptura que consiste en alejar de la ciencia la influencia de las nociones comunes, como
manera de lograr la objetivación de las técnicas de investigación. La necesidad de inculcar
una actitud de vigilancia que encuentre en el completo conocimiento del error y de los
mecanismos que lo engendran uno de los medios para superarlo” (Bourdieu, 1975: 14).
Es a partir de aquí que nos preguntamos, ¿bajo qué condiciones “conocemos”? ¿Qué
prenociones tenemos? ¿Qué obstáculos se nos presentan en la práctica institucionalizada?
Nuestro posicionamiento se ha basado en el desarrollo de dos ideas, una de ellas es que la
realidad debe ser interrogada desde un determinado lugar teórico. La segunda, es la
necesidad que como grupo se nos ha presentado, de mantener una vigilancia de nuestras
creencias y representaciones, es decir conceptos a priori dados por obvios en la
cotidianidad. Sin embargo, las relaciones asimétricas de poder entre estudiantes y
profesionales y, la utilización de modelos conservadores de educación y supervisión, nos
hace reflexionar, cuánto es posible llevar a cabo procesos instituyentes si las estructuras de
poder y jerarquización están tan infundadas y arraigadas y no lo posibilitan.
Habla star
Es por ello que en tercer lugar sostenemos que la salud debe abordarse desde una
perspectiva de totalidad, esto es: tener en cuenta la salud y sus relaciones con la economía,
la política, el trabajo, entre otras dimensiones. Entendemos que una política que apunte a
la salud es aquella que tiene como horizonte intervenir para las mejoras en las condiciones
de vida de la población como expresión de la promoción de la salud.
El Hospital Central es una institución sin duda conformada por las innumerables
trayectorias que atraviesan a los sujetos que en el transitan, que han dejado y dejan huellas
en cada sitio; cada espacio refleja una historia de vida diferente y propia, cada uno de de
los profesionales esta a su vez atravesado por esta lógica y a la inversa, la institución
interpela a los sujetos que acceden desde sus diferentes aspectos.
El haber logrado un contacto más estrecho con algunos pacientes permitió dar cuenta del
interjuego presente entre la institución y las demandas, comprendiendo que
indefectiblemente priman de forma constante relaciones de poder, donde el modelo
médico hegemónico se interpone tajantemente, como modelo instituido; en este sentido
percibimos que son muchos los esfuerzos que se deben redoblar para lograr
transformadores, y el área de servicio social y profesionales que integran el mismo tienen
un rol fundamental en esto, ya que casi en la totalidad de los casos los pacientes deben
tener contacto con el servicio, y en algunas oportunidades los médicos también, lo cual es
propicio para ser considerado como motor de cambio. Durante el proceso de prácticas se
reconoció, pese a las múltiples limitaciones, el considerable papel que las licenciadas
juegan como posibilitadoras de intercambios y mediadoras entre diferentes aéreas y
médicos, lo cual es sumamente positivo si se piensa en términos instituyentes,
transformadores y facilitadores del acceso a la salud de los sujetos.
Filmina 18 agradecimientos