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El Texto Refundido de la Ley de Aguas tiene por objeto la regulación del dominio público hidráulico, del uso
del agua y del ejercicio de las competencias atribuidas al Estado en las materias relacionadas con dicho
dominio en el marco de las competencias delimitadas en el artículo 149 de la Constitución. Asimismo, tiene
por objeto el establecimiento de las normas básicas de protección de las aguas continentales, costeras y de
transición.
RÉGIMEN JURÍDICO DEL DOMINIO PÚBLICO HIDRÁULICO, DE LAS ZONAS DE SERVIDUBRE Y DE POLICÍA
LA SERVIDUMBRE
Servidumbre es la denominación de un tipo de derecho real que limita el dominio de un predio denominado
fundo sirviente en favor de las necesidades de otro llamado fundo dominante perteneciente a otra persona.
Con arreglo a las mismas normas, los organismos de cuenca podrán imponer las servidumbres de:
Saca de agua y abrevadero:
De estribo de presa:
De parada o partidor:
De depósito de materiales:
Así como las de paso, cuando se trate de garantizar el acceso o facilitar el mismo a zona de dominio público
de los cauces, para usos determinados, incluyendo los deportivos y recreativos, y, en general, cuantas
servidumbres estén previstas en el Código Civil.
La Ley de Aguas indica además que:
El expediente de constitución de servidumbre deberá reducir, en lo posible, el gravamen que la misma
implique sobre el predio sirviente.
La variación de las circunstancias que dieron origen a la constitución de una servidumbre dará lugar, a
instancia de parte, al correspondiente expediente de revisión, que seguirá los mismos trámites
reglamentarios que los previstos en el de constitución.
El beneficiario de una servidumbre forzosa deberá indemnizar los daños y perjuicios ocasionados al predio
sirviente de conformidad con la legislación vigente.
Apuntes CICCP:
A los usos comunes dedica la Ley su art. 50 que establece que todos pueden sin necesidad de autorización
administrativa y de conformidad con lo que dispongan las leyes y reglamentos, usar de las aguas
superficiales, mientras discurren por sus cauces naturales, para beber, bañarse y otros usos domésticos, así
como para abrevar al ganado. Estos usos comunes habrán de llevarse a cabo de forma que no se produzca
una alteración de la calidad y caudal de las aguas. En ningún caso las aguas podrán ser desviadas de sus
cauces o lechos, debiendo respetarse el régimen normal de aprovechamiento.
Usos comunes especiales son aquellos que siendo compatibles con otros usos requieren previa declaración
responsable (conforme a la ley 25/2009) dadas las peculiares circunstancias de peligrosidad o intensidad que
comportan. La Ley, (art. 51), considera que esta hipótesis se da en:
a) La navegación y flotación;
b) El establecimiento de barcas de paso y sus embarcaderos;
c) Cualquier otro uso que no excluya la utilización del recurso por terceros.
Son también usos especiales, aunque no se enumeren en ese artículo, la pesca, cuya regulación se remite a
la legislación general del Medio Ambiente y, en su caso, a la legislación específica (art. 50.3), y los vertidos
sujetos a autorización (art. 100 y siguientes).
Todos los usos privativos están sujetos a determinadas limitaciones. Unas son las generales a todo uso, que
recoge el art. 50.4: “la ley no ampara el abuso del derecho en la utilización de las aguas, ni el desperdicio o
mal uso de las mismas, cualquiera que fuere el título que se alegare”.
Además el Organismo de cuenca, cuando así lo exijan las disponibilidades del recurso, podrá fijar el régimen
de explotación de los embalses establecidos en los ríos y de los acuíferos subterráneos, régimen al que habrá
de adaptarse la utilización coordinada de los aprovechamientos existentes. Con carácter temporal podrá
también condicionar o limitar el uso del dominio público para garantizar su explotación racional. También
cabe que el Organismo de cuenca declare que los recursos hidráulicos subterráneos de una zona estén
sobreexplotados o en riesgo de estarlo a efectos de su limitación. Sólo cuando estas medidas ocasionen una
modificación de caudales que genere perjuicios a unos aprovechamientos a favor de otros, los titulares
beneficiarios deberán satisfacer la oportuna indemnización, correspondiendo al Organismo de cuenca, en
defecto de acuerdo entre las partes, la determinación de su cuantía.
EL APROVECHAMIENTO DE LAS AGUAS. CONCESIONES Y AUTORIZACIONES. RESERVAS DEMANIALES
Los usos o aprovechamientos privativos, sean o no consuntivos del dominio público hidráulico, sólo se
adquieren por disposición legal o por concesión administrativa, (art. 52.1). Se suprime la posibilidad de
adquirirlos por prescripción (art. 52.2).
Todo uso privativo de las aguas no incluido en el artículo 54 (usos privativos por disposición legal) requiere
concesión administrativa. Las concesiones se otorgan teniendo en cuenta la explotación racional conjunta de
los recursos superficiales y subterráneos, sin que el título concesional garantice la disponibilidad de los
caudales concedidos. Así mismo, se otorgan según las previsiones de los Planes Hidrológicos, con carácter
temporal y plazo no superior a setenta y cinco años. Su otorgamiento es discrecional, pero toda resolución
debe ser motivada y adoptada en función del interés público. Las concesiones serán susceptibles de revisión.
Los órganos de la Administración Central o de las Comunidades Autónomas podrán acceder a la utilización
de las aguas previa autorización especial extendida a su favor o del Patrimonio del Estado, sin perjuicio de
terceros.
Los caudales ecológicos o demandas ambientales no tendrán el carácter de uso, debiendo considerarse
como una restricción que se impone con carácter general a los sistemas de explotación.
El orden de preferencia u orden de prelación de los diversos aprovechamientos será el que establezca el Plan
hidrológico de la cuenca y, subsidiariamente, el que la Ley consigna en el art. 60.3:
1. Abastecimiento de población, incluyendo en su dotación la necesaria para
industrias de poco consumo de agua situadas en los núcleos de población
y conectadas a la red municipal;
2. Regadíos y usos agrarios;
3. Usos industriales para la producción de energía eléctrica;
4. Otros usos industriales;
5. Acuicultura;
6. Usos recreativos;
7. Navegación y transporte acuático;
8. Otros aprovechamientos.
El orden de prioridades que se consigne en los Planes hidrológicos de cuenca deberá respetar, en todo caso,
la prioridad del destino del agua al abastecimiento de poblaciones, y dentro de cada clase, en caso de
incompatibilidad de usos, aquellos de mayor utilidad pública o general o que introduzcan mejoras técnicas
que redunden en un menor consumo de agua.
En todo caso, toda concesión está sujeta a expropiación forzosa a favor de otro aprovechamiento que le
preceda según el orden de preferencia establecido en el Plan hidrológico de cuenca.
Fuera de los usos comunes y de los supuestos de aprovechamiento directo que no necesitan título específico
de concesión, (aprovechamiento directo por la Administración, aprovechamiento legal anual de hasta 7.000
m3 por cada finca y aprovechamiento directo de los titulares de aguas privadas que no han convertido su
derecho en concesión administrativa), la utilización de las aguas públicas exige un título administrativo que
la Ley de Aguas designa como autorización cuando ampara los llamados usos comunes especiales o
concesión cuando ampara los que se califican como usos privativos. No obstante a partir de la promulgación
de la Ley 25/2009 de 22 de diciembre, de modificación de diversas leyes para su adaptación a la Ley sobre el
libre acceso a las actividades de servicios y su ejercicio, la figura de la autorización administrativa para los
usos comunes especiales es sustituida por la previa declaración responsable del peticionario.
Como se ha visto, la utilización directa por la administración de los bienes de dominio público no impide por
lo general el acceso de los particulares o usuarios de los servicios, sin perjuicio de las normales restricciones.
Sin embargo, la administración puede reservarse para sí la utilización de determinados bienes de dominio
público excluyéndose la utilización por los particulares. Esto es lo que se denominan las reservas
demaniales.
La Administración General del Estado podrá reservarse el uso exclusivo de bienes de su titularidad
destinados al uso general para la realización de fines de su competencia, cuando existan razones de utilidad
pública o interés general que lo justifiquen.
La duración de la reserva se limitará al tiempo necesario para el cumplimiento de los fines para los que se
acordó.
La declaración de reserva se efectuará por acuerdo del Consejo de Ministros, que deberá publicarse en el
«Boletín Oficial del Estado» e inscribirse en el Registro de la Propiedad.
La reserva prevalecerá frente a cualesquiera otros posibles usos de los bienes y llevará implícita la
declaración de utilidad pública y la necesidad de ocupación, a efectos expropiatorios, de los derechos
preexistentes que resulten incompatibles con ella.