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TUMBES – PERÚ
Implica cambios. Es formar seres armónicos, con capacidad para expresar afecto a otros,
encontrar cualidades en los demás, ser tolerantes con las deficiencias o los errores de las
personas allegadas, manejar sus emociones y construir a partir de las cualidades de las
personas que les rodean o familiares.
Las habilidades emocionales que deben trabajar los padres en los primeros años son:
conocimiento de uno mismo, control de comportamiento impulsivo, motivación, empatía
(habilidad de sentir por los demás); y habilidades sociales de cooperación y respeto.
El desarrollo emocional repercute en todos los ámbitos de la vida: familiar, académico, laboral y
social, con toda la riqueza y complejidad del nivel emocional de cada personas: las acciones
operan de forma entrelazada en la conciencia cognitiva, afectiva y conductual.
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El 90 por ciento del cerebro se desarrolla en los tres primeros
años, será en los primeros dieciocho meses donde la parte
emocional del mismo empiece a forjarse de tal manera que se
quede instaurada para el resto de su vida.
Una vez cubiertas las necesidades físicas del bebé, como ser
indefenso que necesita de un adulto para sobrevivir, lo que importa es la vinculación
emocional, el llamado APEGO EMOCIONAL. De él dependerá la manera en que se valore o
relacione con los demás en su etapa adulta.
El apego es aquel vínculo que se establece con un cuidador principal (normalmente la madre y
el padre pero si no están puede ser hacia aquella figura que ejerza de cuidador) y que
prevalece por encima de otras necesidades biológicas. Aunque desarrollaremos apego hacia
diferentes figuras a lo largo de nuestra vida, el que más cuenta y el principal es aquel que se
establece entre madre (o sustituto) e hijo. El apego se entiende como un vínculo con un lazo
afectivo muy fuerte que determinará el desarrollo posterior de la personalidad del niño, su
forma de relacionarse con los demás y con todo lo que le rodea. El apego también influirá en
como se ve a sí mismo.
Bowlby entendía el apego como un proceso en el que los niños utilizan a los adultos como
fuentes de bienestar y seguridad y que refleja unas operaciones de influencia biológica
(evolutivamente es una conducta que mantiene la supervivencia del infante). Ejemplos de
conductas de apego son: Lloros, sonrisas, vocalizaciones, contactos extensos e íntimos,
vigilancia y seguimiento visual de la figura de apego, conductas de aproximación y seguimiento,
comunicación desinformalizada y basada en gestos. Estas conductas de apego son
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internalizadas para construir modelos internos del mundo, las personas y él mismo. Estos
modelos internalizados luego tienden a operar de forma automática.
El apego se verá influenciado por muchos factores a parte de la simple interacción entre madre
e hijo (que es el factor principal). Por ejemplo, las características de la madre (su personalidad,
experiencias vitales, etc…) influirán en como ella trate a su hijo, pero el temperamento del niño
(si es un niño fácil o difícil, si llora mucho o poco, si tiene problemas para alimentarse, si no
duerme…) afectarán también, no solo a como el niño reaccione a la madre sino que la
conducta de la madre será condicionada por este tipo de temperamento. Es más probable que
haya problemas de apego o conductas más distantes ante niños con un temperamento difícil.
Debemos recordar que el temperamento no es lo mismo que la personalidad (aunque estén
muy asociados) ya que el temperamento es de base biológica y se da ya al nacer.
– Etapa 1 (del nacimiento a los 2 meses): La respuesta social del niño es indiscriminada,
acepta a todo aquel que le ofrezca comodidad.
– Etapa 2 (de los 2 a los 7 meses): Respuesta social discriminada (prefiere las personas de la
familia pero no protesta si se van los padres). La fase 1 y 2 corresponden a un apego en
construcción.
– Etapa 3 (de los 7 a los 30 meses): Apego específico que se entiende como: Dolor ante la
separación y angustia ante las personas extrañas (aversión a la persona extraña que busca
acercarse a él). Esta es la fase más estudiada.
– Etapa 4 (30 meses en adelante): Asociación enfocada a una meta, ya no se entristece ante la
partida del cuidador y puede trabajar para conseguir metas compartidas. Las fases 3 y 4
corresponden al apego propiamente dicho.
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cuidadores responden a las necesidades y demandas del niño, le ofrecen mayor estimulación.
El adulto se muestra consistente, estable y seguro. El niño crece confiando en sí mismo y en
los demás, será más autónomo y tendrá mejores competencias sociales.
APEGO SEGURO → Exploran tranquilamente y de forma activa mientras están solos con la
figura de apego (la madre). Hay ansiedad ante la separación y alivio con el reencuentro, son
afectuosos y hay contacto físico cuando la madre regresa. Entonces se calman y siguen
explorando lo que les rodea. Son sociables con los extraños mientras la madre está presente.
Son niños cooperativos y las madres son receptivas y amables.
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APEGO EVITATIVO → Hay poca ansiedad ante la separación con la madre y poco interés en
el reencuentro. Sí lloran cuando están solos (pero no si hay un extraño). Aceptan que les
reconforten los extraños aunque también pueden ignorarlos, pero suelen ser muy sociables con
ellos. Este apego aparece ante madres lentas en respuesta a las necesidades del niño y frías
(hay poco contacto afectivo).
Por último comentar que el apego se asocia a hormonas como la oxitocina, que el apego entre
un bebé y su padre puede ser tan fuerte como el que se da ante una madre y que como ya
hemos visto, de nosotros va a depender el cómo nuestro hijo vea el mundo cuando crezca y
como se relacione con él. Puede que pensemos que cuando son pequeños no entienden lo que
ocurre a su alrededor pero lo cierto es que todo lo que hagamos en la crianza de un hijo (lo
entienda o no el niño) va a afectar a su futuro y a su desarrollo. Debemos ser afectuosos y
cálidos, comprensivos y cercanos, calmados y alegres si queremos que el niño desarrolle un
apego seguro que le permita relacionarse fácilmente con su entorno social cuando crezca. A
medida que se hacen mayores es importante combinar todo esto con unas rutinas diarias, con
unas normas y límites establecidos y no caer en el error de la sobreprotección que tiene
también efectos muy negativos sobre la autoestima, autonomía y confianza del hijo.
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Las habilidades sociales son conductas que emite
un individuo dentro de un contexto social y en el
cual es capaz de expresar emociones, sentimientos,
deseos, derechos etc. de forma adecuada,
respetando siempre la opinión y conducta de los
demás. Su objetivo sería la potenciación de las
consecuencias favorables y la minimización de las
desfavorables.
La falta o escaso desarrollo de habilidades sociales, puede ser algo doloroso para las
personas. Los seres humanos vivimos en sociedad, es parte de nuestra naturaleza, es por ello
que la comprensión de las relaciones y de las demás personas es algo imprescindible para una
vida emocionalmente sana. Y esto tiene repercusión en los demás ámbitos de la vida, escolar,
laboral, sentimental, personal, etc.
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Son reciprocas por naturaleza. Las habilidades sociales, requieren para su desarrollo la
relación con otras personas.
Incluyen conductas verbales y no verbales. Es tan importante lo que se dice como otros
aspectos que no se dicen.
Asertividad: capacidad de defender los propios derechos y opiniones sin dañar a los demás.
Cooperación: capacidad de colaborar con los demás para lograr un objetivo común.
Experiencia directa. Los niños y niñas están rodeados de personas y desde una edad muy
temprana comienzan a ensayar las conductas sociales. Se producen determinadas
experiencias que los pequeños van interpretando e incorporan esas interpretaciones a su
forma de pensar y actuar.
Imitación. Los pequeños aprenden por lo que ven de las personas que son importantes para
ellos. Imitaran aquellas conductas sociales que observan en los adultos más cercanos, pero
no solo las conductas, también aprenderán de estos la manera de interpretar las situaciones
y hasta de sentirse en determinados momentos.
Refuerzos. Los refuerzos sociales que tengan sus conductas, ya sea de los adultos y/o
iguales van a hacer que los niños y niñas desarrollen determinadas conductas y otras.
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Problemas de autoestima. Los niños y niñas con pocas habilidades sociales, tendrán
problemas para desenvolverse en su entorno social. Esto les llevará a pensar que es por
ellos y su autoestima bajará. La imagen de sí mismos será negativa. Esto hace a su vez,
que sus habilidades sociales sean escasas, la influencia es mutua.
Dificultad para expresar deseos y opiniones. Las personas que no tengan unas buenas
capacidades sociales, tendrán dificultades para saber y poder expresar lo que desean y lo
que opinan.
Dificultades para relacionarse con los demás. La falta de habilidades sociales, puede llevar
a una timidez excesiva y dificultad para hacer amigos y relacionarse. En nuestra sociedad,
es imprescindible relacionarse con los demás.
Las habilidades para afrontar con éxito de forma sana las relaciones con los demás se
desarrollan progresivamente a lo largo de la infancia y la adolescencia. En este periodo se
producen las estrategias que van a ser las bases de las futuras relaciones de adultos, ya sean
de amistad, de pareja, laborales, etc.
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Por ello debemos prestar especial atención al desarrollo de estas capacidades.
Cuida la autoestima de los pequeños. Ayúdales a formar una imagen positiva de sí mismos.
Tendrán la fuerza para desenvolverse socialmente y no culparse de aquellas situaciones
que no son positivas para ellos. Para ello critica la acción y no a la persona; proponles
metas pero que sean adecuadas; utiliza los elogios pero que sean realistas.
Transmite valores a los niños y niñas. Deben aprender a valorarse a sí mismos y a los
demás. Enséñales a respetar, tolerar y escuchar.
Sirve de ejemplo para ellos. En tus relaciones con ellos y con los demás, actúa de forma
coherente y transmitiendo lo que quieres que hagan ellos.
Habla con ellos y trabaja las creencias e ideas que tienen. Ante determinadas situaciones
sociales que te ocurran a ti y/o a ellos explícales la situación, ayúdales a entender. Si por
ejemplo alguien nos contesta mal, debemos explicar a los niños y niñas que esa
contestación probablemente no tenga que ver con nosotros, simplemente las personas
tienen sus vidas y probablemente estén enfadados por algo. No debemos por tanto tomarlo
como algo personal, pero tampoco debemos dejar que nos hablen mal. Enséñales entonces
con tu ejemplo a responder a estas situaciones de forma asertiva.
Fomenta la capacidad de escuchar y entender a los demás. Para ello escúchales tú a ellos
y enséñales a escuchar a los demás. Que entiendan que podemos aprender muchas cosas
si escuchamos lo que los demás nos dicen.
Emplea los refuerzos. Refuerza socialmente aquellas conductas adecuadas, como escuchar
al otro o responder con educación, en esos casos interactuamos socialmente con los
pequeños y refuerza negativamente las conductas inadecuadas, los gritos, la falta de
escucha, etc. no interactúes con ellos en estos casos.
Procura dotar a los niños y niñas de un ambiente rico en relaciones. Es importante que los
pequeños tengan diferentes experiencias sociales, para que experimenten, aprendan y
pierdan el miedo a determinadas situaciones.
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