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PROCEDIMIENTO ADMINISTRATIVO DE
RESTABLECIMIENTO DE DERECHOS DENTRO DEL CODIGO
DE INFANCIA Y ADOLESCENCIA
En este caso es claro que el juez, en los términos del inciso 2º del artículo 121
del Código de la Infancia y la Adolescencia, debía adoptar las medidas de
urgencia que la situación ameritaba para la protección de los derechos de la
menor. El Juzgado debió considerar que la niña llevaba aproximadamente 2
años en el Proceso Administrativo de Restitución de Derechos y necesitaba
que se definiera su situación jurídica, para evitar que se siguiera vulnerando
su derecho a tener una familia. Por tanto, la decisión acorde a la
Constitución era el decreto de pruebas directamente, por encima de la
devolución del expediente a la defensoría de familia. Por la misma razón, esta
Sala estima que la Juez de Familia incurrió en la dimensión negativa del
defecto fáctico, pues la verificación de las condiciones de la madre de la niña,
era un asunto que también le competía y le imponía una obligación respecto
del decreto de pruebas para comprobar tales circunstancias.
Magistrada sustanciadora:
GLORIA STELLA ORTIZ DELGADO
SENTENCIA
Aclaración previa
I. ANTECEDENTES
A. Hechos4
2
La decisión de excluir de cualquier publicación los nombres originales de menores de edad implicados en
procesos de tutela y de los de sus familiares ha sido adoptada -entre otras- en las siguientes sentencias: T-523
de 1992, T-442 de 1994, T-420 de 1996, T-1390 de 2000, T-1025 de 2002 y T-510 de 2003.
3
Presentada la Defensora de Asignada a la Secretaría de Integración Social de Camelot del Instituto
Colombiano de Bienestar Familiar.
4
La mayoría de los hechos narrados por la Defensora de Familia en la acción de tutela, hacen referencia a las
actuaciones e informes que se presentaron al interior del proceso administrativo de restablecimientos de
derechos que se inició en favor de Alegría, y que culminó con la Resolución que el juez accionado no
homologó.
5
10. La Sala de Familia del Tribunal Superior del Distrito Judicial de Camelot
admitió la presente acción de tutela, ordenó notificar al juzgado demandado, a
la Defensora de Familia y al Representante del Ministerio Público adscritos al
Tribunal y vinculó a todos los intervinientes en el proceso de homologación de
Alegría, para que rindieran informe sobre los hechos narrados. Así mismo,
solicitó en calidad de préstamo el expediente del proceso respectivo.
12. Por último, la funcionaria judicial informa que “la Dra. María Cristina
Plazas Michelsen, Directora del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar
solicitó cita para hablar con la suscrita, sin manifestar el motivo de la visita,
la cual fue concedida, por lo que se le atendió el día 23 de septiembre de los
cursantes, quien llegó preguntando por dos casos específicos, el de la niña
Esperanza y la niña Alegría (también homologación de adoptabilidad)”11.
10
Respuesta presentada el 4 de noviembre de 2016, por la Juez XX de Familia de Camelot, folios 24 a 26 ib.
11
Folio 21 ib.
12
Respuesta presentada el 8 de noviembre de 2016, por el Procurador XX Judicial X de Familia. Folios 24 a
28 ib.
8
15. Para el Ministerio Público, es claro que “la pobreza que rodea la situación
de la niña y su entorno familiar fue lo que llevó a que un tercero resultara
asumiendo su cuidado, situación ésta que atenta contra los derechos de la
niña y que la puso incluso en riesgo de ser objeto de conductas abusivas tanto
sexuales como de maltrato, pero sobre este punto reiterada jurisprudencia de
la Corte Constitucional ha ratificado que la pobreza jamás puede
considerarse como un motivo razonable para ordenar la separación de las
niñas de su medio familiar”15.
En este sentido, resalta que el ICBF cuenta con programas de apoyo alternos a
la separación de los niños y niñas de su medio familiar que debían ser
activados en este caso concreto, más aún cuando la opinión que tiene la niña
de su madre es positiva y afectuosa. Así mismo, argumenta que la adopción de
una niña de 10 años es problemática, por tanto, esa medida sólo se puede
tomar por parte del ICBF, cuando “no se muestre ningún interés por parte de
los familiares”, situación que no ocurrió en este caso. Recuerda que la
resolución de adoptabilidad es la medida más extrema que puede llegar a
tomar el ICBF. Por ello, considera que la decisión adoptada por el Juzgado XX
de Familia de Camelot, fue la acertada.
En ese escenario, el deber de la juez era decretar las referidas pruebas para
tener certeza sobre la teoría que sustentaba su decisión. De otro modo, según
el Tribunal, la juez también incumplió sus deberes, pues no analizó los
antecedentes de abandono y los riesgos a los que estaba expuesta la niña en
este caso y que fueron expuestos por la Defensora de Familia.
iii) Si
ha dado continuidad al proceso de adoptabilidad, después del fallo de
tutela emitido por el Tribunal Superior de Camelot; y de ser afirmativa la
respuesta, en qué estado se encuentra tal proceso.
del fallo de tutela proferido por la Sala de Familia del Tribunal Superior
de Camelot en el caso de la referencia, en caso afirmativo, indique
cuáles.
Sin embargo, al conocer las medidas provisionales adoptadas por esta Sala de
Revisión de Tutelas, la Defensora aseguró que “dará cabal cumplimiento a lo
21
El radicado interno del Tribunal Nº 11001-22-10-000-2016-00679-00.
22
Respuesta allegada el 16 de mayo de 2017, por Nancy Martínez Uribe en calidad de Defensora de Familia
del Grupo de Protección ICBF Regional Camelot. Folios 33 a 37 cd. Corte.
12
23
Respuesta allegada el 12 de mayo de 2017, por la Juez de Familia de Camelot. Folios 43 a 44 cd. Corte.
24
Respuesta allegada el 22 de mayo de 2017, por Nancy Pérez González en calidad de Directora de Reclusión
de Mujeres de Camelot. Folios 38 a 42 cd. Corte.
13
COMPETENCIA
La acción de tutela fue conocida por la Sala de Familia del Tribunal Superior
del Distrito Judicial de Camelot, que tuteló el amparo invocado y, en
consecuencia, ordenó al Juzgado XX de Familia de esa ciudad emitir una
nueva sentencia en la que resolviera la homologación de la Resolución de
adoptabilidad en cuestión, “o proced[iera] a ejercer las facultades de
decretar pruebas de oficio, conforme a lo expuesto en precedencia” 25. Debido
a lo anterior, el Juzgado XX de Familia ordenó la práctica de pruebas
adicionales y profirió una nueva sentencia el 2 de diciembre de 2016, por
medio de la cual homologó la Resolución de adoptabilidad.
25
Folio 49 ib.
15
10. Más adelante, esta Corte emitió la sentencia C-590 de 200535, en la que la
doctrina de las vías de hecho fue replanteada en los términos de los avances
jurisprudenciales que se dieron en ese interregno. En dicho fallo, la Corte
diferenció dos tipos de requisitos de procedencia de la acción de tutela contra
providencias judiciales, así: (i) requisitos generales de procedencia, con
naturaleza procesal y (ii) causales específicas de procedibilidad, de naturaleza
sustantiva.
Tales condiciones son: (i) que la cuestión sea de relevancia constitucional; (ii)
que se hayan agotado todos los medios de defensa judiciales al alcance; (iii)
que se cumpla el principio de inmediatez; (iv) si se trata de una irregularidad
procesal, que la misma sea decisiva en el proceso; (v) que se identifiquen, de
manera razonable, los hechos que generaron la vulneración de derechos
fundamentales y (vi) que no se trate de una tutela contra otra tutela.
11.4. Así mismo, cuando se trate de una irregularidad procesal, ésta debe
haber sido decisiva o determinante en la sentencia que se impugna y debe
afectar los derechos fundamentales del peticionario. Este requisito busca
que sólo las irregularidades verdaderamente violatorias de garantías
fundamentales tengan corrección por vía de acción de tutela, de manera que,
se excluyan todas aquellas que pudieron subsanarse durante el trámite, o que
no se alegaron en el proceso.
12. Enunciados los anteriores requisitos, es necesario que esta Sala identifique
si en el caso concreto se cumplen o no.
Por todo lo anterior, esta Sala de Revisión encuentra que esta acción de tutela
es procedente y, en esa medida, pasará a realizar el estudio de fondo.
38
Corte Constitucional, ver entre muchas otras las sentencias T-620 de 2013, M. P. Jorge Iván Palacio Palacio;
T-612 de 2012, M. P. Humberto Antonio Sierra Porto; T-584 de 2012, M. P. Luis Ernesto Vargas Silva; T-661
de 2011, M. P. Jorge Iván Palacio Palacio; T-671 de 2010; , M. P. Jorge Ignacio Pretelt Chaljub; T-217 de
2010, M. P. Gabriel Eduardo Martelo Mendoza; T-949 de 2009, M. P. Mauricio González Cuervo; T-555 de
2009, M. P. Luis Ernesto Vargas Silva; T-584 de 2008, M. P. Humberto Antonio Sierra Porto; T-796 de 2008,
M. P. Clara Inés Vargas Hernández; T-233 de 2007, M. P. Marco Gerardo Monroy Cabra; T-1027 de 2006, M.
P. Marco Gerardo Monroy Cabra; T-812 de 2005, M. P. Rodrigo Escobar Gil;
39
Corte Constitucional, T-419 de 2011, M. P. Gabriel Eduardo Mendoza Martelo; T-1257 de 2008, M. P.
Nilson Pinilla Pinilla.
21
15. De manera específica, esta causal se configura cuando un juez toma una
decisión que va en contra vía de la Constitución porque: “(i) deja de aplicar
una disposición ius fundamental a un caso concreto; o (ii) aplica la ley al
margen de los dictados de la Constitución”40.
Así mismo esta Corte ha precisado que procede la tutela contra providencias
judiciales por violación directa de la Constitución, cuando: a) en la solución
del caso se deja de interpretar y aplicar una disposición legal de conformidad
con el precedente constitucional41; b) se trata de la violación evidente a un
derecho fundamental de aplicación inmediata; c) los jueces, con sus fallos,
40
Sentencia T-704 de 2012, M. P. Luis Ernesto Vargas Silva. También ver sentencias T-310 de 2009, M. P.
Mauricio González Cuervo y T-555 de 2009 M.P. Luis Ernesto Vargas Silva.
22
Defecto fáctico
16. Desde sus inicios esta Corte estableció que los jueces de conocimiento
tienen amplias facultades para efectuar el análisis del material probatorio en
cada caso concreto45. Por ello, esta Corporación determinó que cuando se
alega un error de carácter probatorio, la evaluación de la providencia judicial
por parte de un juez de tutela, debe privilegiar los principios de autonomía e
independencia judicial46.
No obstante, tal poder debe estar inspirado en los principios de la sana crítica,
atender necesariamente criterios de objetividad, racionalidad, legalidad y
motivación, entre otros, y respetar la Constitución y la ley. De lo contrario, el
margen de apreciación del juez sería entendido como arbitrariedad judicial,
hipótesis en la cual se configuraría la causal por defecto fáctico y el juez de
tutela podría revocar la providencia atacada47.
41
Caso en el cual también se incurriría en la causal por desconocimiento del precedente. Al respecto ver, entre
muchas otras, las sentencias T-292 de 2006, M. P. Manuel José Cepeda Espinosa, SU-047 de 1999 y C-104 de
1993, en ambas M. P. Alejandro Martínez Caballero.
42
Sentencia T-704 de 2012, M. P. Luis Ernesto Vargas Silva. También ver, las sentencia T-199 de 2005, M. P.
Marco Gerardo Monroy Cabra; T-590 de 2009, M. P. Luis Ernesto Vargas Silva y T-809 de 2010, M. P. Juan
Carlos Henao Pérez.
43
Ver entre otras, T-522 de 2001, Manuel José Cepeda Espinosa y T-685 de 2005, M. P. Clara Inés Vargas
Hernández.
44
SU-918 de 2013, M. P. Jorge Ignacio Pretelt Chaljub.
45
La Corte Constitucional, en sentencia T-055 de 1997, M. P. Eduardo Cifuentes Muñoz, determinó que, en lo
que hace al análisis del material probatorio, la independencia judicial cobra mayor valor y trascendencia.
46
Corte Constitucional, ver entre otras, las sentencias T-231 de 1994, M. P. Eduardo Cifuentes Muñoz; T-442
de 1994, M. P. Antonio Barrera Carbonell; T-008 de 1998, M. P. Eduardo Cifuentes Muñoz; T-025 de 2001,
M. P. Eduardo Montealegre Lynett; SU-159 de 2002, M. P. Manuel José Cepeda Espinosa; T-109 de 2005, M.
P. Marco Gerardo Monroy Cabra; T-264 de 2009, M. P. Luis Ernesto Vargas Silva; T-114 de 2010, M. P.
Mauricio González Cuervo, SU-198 de 2013, M. P. Luis Ernesto Vargas Silva. En ésta última se indicó
expresamente: “la intervención del juez de tutela, en relación con el manejo dado por el juez de conocimiento
es, y debe ser, de carácter extremadamente reducido. El respeto por los principios de autonomía judicial y
del juez natural, impiden que el juez de tutela realice un examen exhaustivo del material probatorio”.
47
Ver sentencia T-442 de 1994, M. P. Alejandro Martínez Caballero. Allí se indicó: “si bien el juzgador goza
de un gran poder discrecional para valorar el material probatorio en el cual debe fundar su decisión y
formar libremente su convencimiento, inspirándose en los principios científicos de la sana crítica…, dicho
poder jamás puede ser arbitrario; su actividad evaluativa probatoria supone necesariamente la adopción de
criterios objetivos, racionales, serios y responsables. No se adecua a este desideratum, la negación o
valoración arbitraria, irracional y caprichosa de la prueba, que se presenta cuando el juez simplemente
ignora la prueba u omite su valoración o sin razón valedera alguna no da por probado el hecho o la
23
En efecto, de acuerdo con la norma citada, los niños no sólo son sujetos de
derechos, sino que sus intereses prevalecen en el ordenamiento jurídico. Así
pues, siempre que se protejan las prerrogativas a favor de los menores de edad
cobra relevancia el interés superior del niño, lo que significa que todas las
medidas que les conciernan, “(…) deben atender a éste sobre otras
consideraciones y derechos, para así apuntar a que los menores de edad
reciban un trato preferente, de forma que se garantice su desarrollo integral
y armónico como miembros de la sociedad”56.
21. Para efectos de analizar cómo opera el interés superior de los niños, niñas
y adolescentes, en sentencia T-510 de 200358 esta Corporación fijó estándares
de satisfacción de este principio y los clasificó como fácticos y jurídicos. Los
primeros exigen que se analicen íntegramente las circunstancias específicas
del caso, mientras que los segundos se refieren “a los parámetros y criterios
establecidos por el ordenamiento jurídico para promover el bienestar
infantil”59, especialmente, en razón al riesgo que genera la discrecionalidad
que se requiere para hacer este tipo de valoraciones.
“Los niños tiene voz propia y como tal, deben ser escuchados y sus
intereses visibilizados. El derecho de un niño a ser escuchado, además
del plano procesal, tiene una especial connotación en el ámbito familiar
y social, dado que la mayoría de las decisiones que, representándolos,
toman los padres, tienen consecuencias directas en sus opciones vitales,
y resulta apenas acertado que, atendiendo al nivel de sus habilidades
comunicativas y su desarrollo, los progenitores tomen en serio la
opinión, las necesidades, la rutina y el interés de sus menores hijos para
decidir sobre sus vidas, desde luego aclarando que se tratan de
referentes significativos, que no unívocos”.
la familia, al cuidado y al amor, y determina que “los niños, las niñas y los
adolescentes tienen derecho a tener y crecer en el seno de la familia, a ser
acogidos y no ser expulsados de ella y sólo podrán ser separados de la
familia cuando ésta no garantice las condiciones para la realización y el
ejercicio de sus derechos”64. Igualmente, el artículo 23 de la misma ley
dispone que los niños, las niñas y los adolescentes, tienen derecho a que sus
padres, en forma permanente y solidaria, asuman directa y oportunamente su
custodia para su desarrollo integral.
De las normas antes citadas se evidencia que el derecho de los niños a tener
una familia (i) es de carácter fundamental, y (ii) conlleva la existencia de otras
garantías fundamentales como son los derechos a no ser separados de ella y a
recibir cuidado y amor65.
Sin embargo, la regla mencionada admite como excepción que los niños,
niñas y adolescentes puedan ser separados de sus padres y/o de su núcleo
familiar, cuando así lo imponga su interés superior.
20. Para establecer si la prevalencia del interés superior de un niño exige que
sea separado de su núcleo familiar, además de los criterios generales de
análisis ya mencionados, en la sentencia T-510 de 200368, la Corte
64
Artículo 22 de la Ley 1098 de 2006.
65
Ver sentencia T-767 de 2013; M.P. Jorge Ignacio Pretelt Chaljub.
66
Sobre el particular, se pueden consultar las sentencias T-110 de 1995 M.P. Antonio Barrera Carbonell y T-
049 de 1999 M.P. José Gregorio Hernández Galindo.
67
Sentencia C-997 de 2004, M.P. Jaime Córdoba Triviño.
68
M.P. Manuel José Cepeda Espinosa.
27
En primer lugar, existen hechos que pueden llegar a determinar que un niño o
niña deben ser ubicados en un lugar distinto de su familia, tales como: (i) la
existencia de riesgos ciertos para la vida, la integridad o la salud del menor de
edad; (ii) los antecedentes de abuso (físico, sexual o psicológico) en la
familia, y (iii) las circunstancias frente a las cuales el artículo 44 Superior
ordena protección, esto es, abandono, violencia física o moral, secuestro,
venta, abuso sexual, explotación laboral o económica y trabajos riesgosos.
69
Sentencia T-510 de 2003, M. P. Manuel José Cepeda Espinosa.
70
ESPEJO YAKSIC, Nicolás. “El derecho a la vida familia, los derechos del niño y la responsabilidad
parental”, en Responsabilidad Parental. Ed. Legal Plublishing Chile. Santiago, 2017.
28
22. No obstante todo lo anterior, las tres últimas hipótesis, sumadas a otras
razones de peso, pueden contribuir a orientar la decisión respecto de la
separación del menor de edad de su núcleo familiar. De acuerdo con estos
criterios, que deben servir de fundamento a la decisión de apartar a un menor
de edad de su familia biológica, para decretar la separación es indispensable
hacer una valoración integral de las circunstancias fácticas de cada caso.
El accionante tenía a su cargo la custodia de los niños con ocasión del abuso
sexual del que fue víctima la niña por parte del compañero permanente de la
madre. No obstante, cuando los niños visitaron a la progenitora durante las
vacaciones, ella incumplió el compromiso de regresarlos a la casa del padre y
la abuela materna solicitó al ICBF que le asignara la custodia de los niños, lo
que en efecto sucedió. El padre de los niños viajó a la ciudad en donde
residían la abuela y la madre, con el fin de recoger a sus hijos y descubrió que
71
ESPEJO YAKSIC, Nicolás. “El derecho a la vida familia, los derechos del niño y la responsabilidad
parental”, en Responsabilidad Parental. Ed. Legal Plublishing Chile. Santiago, 2017.
72
M.P. María Victoria Calle Correa.
29
La Sala resaltó que el ICBF ignoró que los niños habían constituido objeto de
disputa entre sus progenitores y familiares, y que tal situación generaba
consecuencias negativas para su adecuado desarrollo psicológico, afectivo,
social y emocional. En relación con este punto estableció que “[l]as
autoridades administrativas y judiciales, se reitera, no deben avalar
actuaciones apartadas del ordenamiento jurídico, como la retención de unos
menores por uno de sus progenitores o algún familiar, pues lo que
corresponde, en un Estado de Derecho, es hacer respetar las órdenes
judiciales proferidas por las autoridades competentes, salvo que se
compruebe que los niños están ante un peligro o amenaza inminente, que
recomienden modificar una situación ya definida judicialmente, únicamente
en aplicación del principio del interés superior del menor y siempre con
respeto de las garantías de todos los interesados.”
Niño. En particular, determinó que el interés superior del niño abarca tres
dimensiones, a saber: (i) como derecho sustantivo a que su interés tenga una
consideración primordial al momento de ponderar los derechos de los niños
con los derechos de los demás; (ii) como principio jurídico interpretativo
fundamental, conforme al cual, cuando una disposición jurídica admita más de
una interpretación, se debe elegir aquella que satisfaga de manera más efectiva
el interés superior del niño; y (iii) como norma de procedimiento, según la
cual siempre que se tenga que tomar una decisión que afecte a uno o más
niños, se deberá incluir una evaluación de las posibles repercusiones de la
decisión en el o los menores de edad involucrados y dejar de presente
explícitamente que se tuvo en cuenta ese derecho.
24. De las decisiones reseñadas se evidencia que por regla general, los niños
deben permanecer con sus padres y en caso de que la permanencia con estos
amenace sus derechos, deben estar bajo el cuidado de su familia extensa. Sin
embargo, todas las decisiones que adopten las autoridades administrativas y
judiciales al respecto deben guiarse por el interés superior de los menores de
edad, que supone que se realice un análisis minucioso de las circunstancias
particulares de los niños para determinar si excepcionalmente procede la
separación de los padres.
75
Distintas sentencias han destacado la importancia de esta norma, ver, entre otras, las sentencias T-044 de
2014 y T-075 de 2013; M.P. Nilson Pinilla.
76
La sentencia T-851A de 2012 M.P. Nilson Pinilla, hace un recuento de la normatividad en la materia y se
analiza un caso sobre el tema.
77
Artículo 52 del Código de la Infancia y la Adolescencia.
78
De conformidad con el artículo 103 del Código de la Infancia y la Adolescencia:
“La autoridad administrativa que haya adoptado las medidas de protección previstas en este Código podrá
modificarlas o suspenderlas cuando esté demostrada la alteración de las circunstancias que dieron lugar a
ellas. La resolución que así lo disponga se notificará en la forma prevista en el inciso 3o del artículo anterior
y estará sometida a la impugnación y al control judicial establecidos para la que impone las medidas.
Este artículo no se aplicará cuando se haya homologado por el juez la declaratoria de adoptabilidad o
decretado la adopción.”
79
Artículo 53 Código de la infancia y la adolescencia.
32
5. La adopción.
31. La adopción es una de las medidas más drásticas que el defensor de familia
puede tomar en favor de los niños y niñas, que tiene fundamento en el artículo
53 del Código de la Infancia y la Adolescencia. Esta medida de protección debe
ser acogida bajo la supervisión estatal y, según los artículos 61 a 63 del referido
Código, es irrevocable, procede para menores de 18 años y genera obligaciones
en favor del niño91.
Esta medida sólo puede ser tomada por un defensor de familia, quien después
de llevar a cabo un proceso administrativo de restablecimiento de derechos,
constate que el niño o niña carece de familia nuclear o extensa o que
teniéndola, ésta no garantiza la protección y el desarrollo de los derechos del
niño. La decisión se adopta en el marco de la audiencia de fallo administrativo,
y debe estar fundada en las pruebas que el Defensor haya recaudado durante el
PARD.
32. Es claro que la acción estatal debe estar orientada principalmente a que se
conserve la unidad familiar en el marco de un ambiente que salvaguarde los
derechos de los menores de edad. Sin embargo, cuando ello no es posible el
Defensor puede acudir a una medida, si se quiere de última ratio, como la
adopción, siempre y cuando se respeten todas las garantías procesales y
constitucionales de los intervinientes.
91
Artículo 61. Adopción. La adopción es, principalmente y por excelencia, una medida de protección a través
de la cual, bajo la suprema vigilancia del Estado, se establece de manera irrevocable, la relación paterno-filial
entre personas que no la tienen por naturaleza.
Artículo 63. Procedencia de la adopción. Sólo podrán adoptarse los menores de 18 años declarados en
situación de adoptabilidad, o aquellos cuya adopción haya sido consentida previamente por sus padres.
Si el menor tuviere bienes, la adopción se hará con las formalidades exigidas para los guardadores.
Artículo 64. Efectos jurídicos de la adopción. La adopción produce los siguientes efectos:
1. Adoptante y adoptivo adquieren, por la adopción, los derechos y obligaciones de padre o madre e hijo.
2. La adopción establece parentesco civil entre el adoptivo y el adoptante, que se extiende en todas las líneas y
grados a los consanguíneos, adoptivos o afines de estos.
3. El adoptivo llevará como apellidos los de los adoptantes. En cuanto al nombre, sólo podrá ser modificado
cuando el adoptado sea menor de tres (3) años, o consienta en ello, o el Juez encontrare justificadas las
razones de su cambio.
4. Por la adopción, el adoptivo deja de pertenecer a su familia y se extingue todo parentesco de
consanguinidad, bajo reserva del impedimento matrimonial del ordinal 9° del artículo 140 del Código Civil.
5. Si el adoptante es el cónyuge o compañero permanente del padre o madre de sangre del adoptivo, tales
efectos no se producirán respecto de este último, con el cual conservará los vínculos en su familia.
36
Durante este trámite el juez de familia tiene una competencia amplia que “no
se limita a que se cumplan las reglas procesales sino que también le permite
establecer si la actuación administrativa atendió el interés superior del niño,
la niña o el adolescente en proceso de restablecimiento de derechos y, por
esta vía, también tiene el deber de ordenar las medidas que considere
necesarias para el efectivo restablecimiento de los derechos del niño”. Así, el
juez de familia en el trámite de la homologación debe ir más allá de la
revisión del debido proceso y de las exigencias del trámite administrativo, ya
que su obligación es efectuar una evaluación integral de los requisitos
sustanciales del asunto, para establecer si la medida es oportuna, conducente y
conveniente para el interés de los niños, niñas o adolescentes.
Así mismo, el artículo 123 del referido estatuto dispone que la sentencia de
homologación de la declaratoria de adoptabilidad se dictará de plano;
producirá, respecto de los padres, la terminación de la patria potestad del
niño, la niña o el adolescente adoptable y deberá ser inscrita en el libro de
varios de la notaría o de la Oficina de Registro del Estado Civil.
92
T-376 de 2014 M. P. Nilson Pinilla Pinilla.
93
Artículo 119 del Código de la Infancia y la Adolescencia.
37
36. Tal y como se estableció ut supra, el Estado, a través del Sistema Nacional
de Bienestar Familiar, tiene a su cargo la protección de los derechos
fundamentales de los niños y niñas, y en particular el deber de restablecerlos
cuando quiera que éstos sean amenazados. En ejercicio de dicha competencia,
las autoridades pertinentes están obligadas a efectuar la verificación metódica
de las circunstancias particulares en las que se encuentra el menor de edad,
para determinar si existe una real amenaza o vulneración de sus derechos
fundamentales.
94
Sentencias T-079 de 1993, M. P. Eduardo Cifuentes Muñoz, T-293 de 1999, M. P. Antonio Varrera
Carbonell y T-502 M. P. Jorge Ignacio Pretel Chaljub, entre otras.
38
Así pues, en caso de que las autoridades encargadas de adelantar los procesos
de restablecimiento de los menores de edad, no tengan en cuenta los criterios
antes mencionados y adopten medidas de restablecimiento de derechos que
los sometan a riesgos prohibidos, se desconocerían el interés superior del niño
y su derecho a tener una familia.
95
Folios 1 a 8, expediente del PARD.
96
Folio 11, expediente del PARD.
97
Folios 16 a 23, expediente del PARD.
98
Folios 37 a 38, expediente del PARD.
39
39. Ahora bien, dentro del PARD, la defensoría de familia realizó varias
entrevistas con la madre de las niñas e inició un calendario de visitas para
que se reconstruyeran los vínculos familiares con su madre 100. De esas
entrevistas y visitas, se pudo establecer que Alegría tenía una relación
amorosa con su madre. Para la niña, la madre era la persona que más la quería
y la cuidaba101. Así mismo, que la madre: (i) tenía 5 hijos más; (ii) estaba
recluida en un establecimiento penitenciario desde que la niña tenía un año,
por lo tanto, había estado ausente durante todo el proceso de crianza; (iii)
consumía ocasionalmente SPA, especialmente marihuana; (iv) era portadora
de VIH-SIDA; y (v) había tenido algunos intentos de suicidio por depresión.
Según la defensoría, las circunstancias descritas hacían que la madre no
tuviera “elementos y herramientas que permitan ejercer adecuadamente su
rol materno”.
Al respecto, lo primero que anota esta Sala, es que el hecho de que la madre
de la niña fuera portadora de VIH-SIDA, como un criterio aislado, no era un
discernimiento a tener en cuenta por parte de una autoridad para determinar la
aptitud o no de ésta, para hacerse cargo del cuidado y la responsabilidad de
sus hijos. En efecto, como quedó explicado, éste es un criterio discriminatorio
que atiende a imaginarios estereotipados o tradicionales de familia, y que
además, es una circunstancia biológica que no inhibe a la persona para ejercer
la responsabilidad parental, ya que no todos los portadores de VIH-SIDA son
terminales y pueden tener condiciones de vida aptos.
99
Folios 198 a 206, expediente del PARD. Ese relato fue ofrecido por la niña en varias ocasiones. Ver también
folios 123,
100
Folios 40 a 56, 153, 176, 177, 178, 181, expediente del PARD.
101
Folio 176, 177 expediente del PARD.
40
40. Ahora bien, es importante resaltar que, aparte de las dos precisiones
hechas, en este caso concreto existían condiciones que estudiadas, de
manera conjunta, agravaban la situación de la niña y que hacían necesaria
la intervención estatal. Así, a través de las pruebas recaudadas por esta Sala de
Revisión, se pudo establecer que la madre estaba condenada por porte y
tráfico de estupefacientes a 4 años y 6 meses aproximadamente y que tenía
otras dos condenas más, una por el mismo delito y otra por tentativa de
homicidio. Así mismo, que por esta circunstancia, la niña no había vivido con
su madre desde que ella tenía un año aproximadamente, por lo cual, había
sido entregada a distintas personas y había ingresado desde temprana edad al
Sistema de Protección del ICBF. Es decir, en esta ocasión, la separación de
madre e hija era una situación estructural que llevaba presentándose desde
antes de iniciarse el PARD que dio origen a esta acción de tutela.
42. En relación con la familia extensa, esta Sala encuentra que del expediente
del PARD se extrae que la defensoría de familia intentó ubicar: (i) al padre de
Alegría, (ii) a sus tíos paternos y maternos, (iii) a sus abuelas paterna y
materna, (iv) a su hermana mayor, sin que ningún familiar mostrara interés en
cuidar de la menor de edad. Por tal motivo, en el informe técnico
interdisciplinario presentado ante la defensoría de familia el 17 de diciembre
de 2014, se advierte que la niña no posee de una red familiar de apoyo102.
43. Esta Sala corroboró que después de esa búsqueda de familia extensa, la
defensoría citó a audiencia de fallo para emitir la Resolución XX del 29 de
septiembre de 2015. De la lectura del referido fallo se desprende que si bien,
la declaratoria de adoptabilidad es una de las medidas más drásticas que se
pueden tomar respecto de un niño, niña o adolescente, en este caso esa
medida era necesaria para proteger los derechos fundamentales de Alegría. En
efecto, si aplicamos el estándar propuesto por esta Corte, encontramos que:
103
Folio 179, expediente del PARD.
104
Folio 207-222, expediente del PARD.
105
Folio 207-222, expediente del PARD.
42
44. Por tales razones, esta Sala encuentra que no se vulneraron los derechos
fundamentales de Alegría ni los de sus familiares dentro del PARD que
culminó con la expedición de la Resolución Nº XX del 29 de septiembre de
2015, que la declaró en estado de adoptabilidad.
106
Artículo 123. Homologación de la declaratoria de adoptabilidad. La sentencia de homologación de la
declaratoria de adoptabilidad se dictará de plano; producirá, respecto de los padres, la terminación de la patria
potestad del niño, la niña o el adolescente adoptable y deberá ser inscrita en el libro de varios de la notaría o
de la Oficina de Registro del Estado Civil.
Si el juez advierte la omisión de alguno de los requisitos legales, ordenará devolver el expediente al
Defensor de Familia para que lo subsane.
107
Artículo 103. Carácter transitorio de las medidas. La autoridad administrativa que haya adoptado las
medidas de protección previstas en este Código podrá modificarlas o suspenderlas cuando esté demostrada la
alteración de las circunstancias que dieron lugar a ellas. La resolución que así lo disponga se notificará en la
forma prevista en el inciso 3° del artículo anterior y estará sometida a la impugnación y al control judicial
establecidos para la que impone las medidas.
43
Para esta Corte es claro que el Juzgado de Familia debía aplicar en este caso
el interés superior del niño, en su dimensión de norma de procedimiento
(fundamento 23.1 de este providencia), según la cual, el Juez debe incluir una
evaluación de las posibles repercusiones de la decisión en los niños o niñas
involucrados. En este caso es claro que el juez, en los términos del inciso 2º
del artículo 121 del Código de la Infancia y la Adolescencia 108, debía adoptar
las medidas de urgencia que la situación ameritaba para la protección de los
derechos de Alegría. El Juzgado debió considerar que la niña llevaba
aproximadamente 2 años en el PARD y necesitaba que se definiera su
situación jurídica, para evitar que se siguiera vulnerando su derecho a tener
una familia. Por tanto, la decisión acorde a la Constitución era el decreto de
pruebas directamente, por encima de la devolución del expediente a la
defensoría de familia.
Por la misma razón, esta Sala estima que la Juez XX de Familia incurrió en la
dimensión negativa del defecto fáctico (fundamento 17 de esta sentencia),
pues la verificación de las condiciones de la madre de la niña, era un asunto
que también le competía y le imponía una obligación respecto del decreto de
pruebas para comprobar tales circunstancias. Es decir, era su deber actuar en
este proceso, de acuerdo con los principios de eficiencia y celeridad que rigen
la administración de justicia, más aún cuando estaba en juego la protección de
los derechos de una niña, cuya categoría es prevalente en los términos del
artículo 44 superior.
50. Así mismo, después de comprobar que dentro del PARD se protegieron los
derechos fundamentales de la niña y de sus familiares, esta Sala debe levantar
las medidas provisionales que decretó en este proceso a través de los
numerales QUINTO y SEXTO del auto 219 del 8 de mayo de 2017, para que
de conformidad con la Constitución y la ley, se continúe el trámite de
adopción de Alegría.
52. Por lo anterior, es necesario que esta Sala Quinta de Revisión de Tutelas:
52.2. Levante las medidas provisionales que esta Sala decretó, a través de los
numerales QUINTO y SEXTO del Auto 219 del 8 de mayo de 2017, para que
de conformidad con la Constitución y la ley, se continúe el trámite de
adopción de Alegría.
IV. DECISIÓN
46
RESUELVE
Magistrada Ponente:
Gloria Stella Ortiz Delgado
Así las cosas, dichos criterios sospechosos no pueden ser vistos como barreras
intocables cuando se trata de proteger a los niños.
Fecha ut supra,