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ETIOLOGÍA
La etiología de la dislexia es un tema muy polémico que ha provocado un amplio
debate en las últimas décadas, ya que se han expuesto numerosas causas para
explicar la Dislexia e incluso se ha cuestionado su existencia.
Estas alteraciones del neurodesarrollo pueden tener un origen genético, ya que se estima
que la dislexia tiene más de un 60% de carga genética y, además, recientes
investigaciones han identificado varias regiones cromosomáticas que parecen intervenir
en el desarrollo de la dislexia, entre las que destaca la alteración de un gen ubicado en
el cromosoma 15 que podría participar en la formación de ectopias.
origen neurobiológico, con una importante carga hereditaria y que predomina la teoría
del déficit fonológico como causa principal de las dificultades lectoras en disléxicos.
Por lo que, en general, podríamos aclarar que las causas de la dislexia corresponderían a
la disfuncionalidad de alguna región o regiones cerebrales implicadas en la ejecución de
la lecto-escritura. Teniendo en cuenta que cada sujeto disléxico tendrá afectados
distintos sistemas neuronales, lo que explicaría la variada sintomatología de la dislexia y
destacaría la importancia de establecer un diagnóstico diferencial riguroso para poder
determinar las estrategias de intervención más adecuadas en cada caso.
Los estudios epidemiológicos indican que la dificultad para leer puede heredarse, por lo
que, en el caso de que uno de los progenitores sea disléxico se multiplican por ocho las
posibilidades de tener un hijo disléxico respecto a la población general, cuya
probabilidad ronda el 5%. Además, se estima que la probabilidad de recurrencia fraterna
es del 40%, (Gilger, Pennington y DeFries, 1991).
Esto mismo intentó comprobar el equipo de Galaburda con ratones de laboratorio, a los
cuales les transfirió la versión del gen encontrado en las familias finlandesas,
observando que la migración neuronal en la corteza cerebral no se realizaba
correctamente, creándose ocasionalmente ectopias. Sin embargo la mutación de este gen
no se observa en todos los disléxicos, lo que lleva a pensar que puede haber otros genes
implicados.
Estas hipótesis han hecho que se siga ampliando la lista de genes que intervienen en la
perturbación de la migración neuronal y en el desarrollo de la dislexia, aunque la
mayoría de teorías sobre la base genética de la dislexia van encaminadas a defender dos
corrientes compatibles, una es la existencia de un entramado de genes que coayudarían
en la perturbación de la migración de las neuronas y otra se basa en defender la
distribución continua de la habilidad para leer, en la que los disléxicos habrían recibido
los alelos más desfavorables, lo que provocaría una mayor susceptibilidad para la
discapacidad lectora.
A pesar de estas hipótesis la teoría del déficit fonológico ha adquirido gran relevancia
en los últimos años, ya que se ha observado que una gran mayoría de disléxicos
presentan dificultades específicas en tareas que requieren la representación y/o
manipulación de fonemas, como por ejemplo en las rimas, en la segmentación silábica
o en la lectura de pseudopalabras. (Temple , 2001; Ramus 2002).
Los resultados de los estudios con Potenciales Evocados Cerebrales (PEC), indican
que en la realización de tareas psicolingüísticas, los componentes cognitivos y
perceptivos de los PEC suelen ser más débiles y/o tardíos en los niños
disléxicos. (Connolly, D´Arcy, Newman y Kemps, 2000).
Los estudios realizados con Magnetoencefalografía, (EEG), indican que cuando los
sujetos disléxicos son expuestos a tareas fonológicas, como la lectura de palabras y
pseudopalabras, muestran una menor activación en las regiones témporoparietales
del hemisferio izquierdo. (Simos, Breier, Fletcher, Foorman, Bergman, Fishbeck y
Papanicolau, 2000).
Para buscar una base neurológica de la dislexia se han llevado a cabo dos tipos de
estudios, los estudios con cerebros de pacientes disléxicos fallecidos y los de
neuroimagen.
Aun así, las aportaciones que han otorgado este tipo de estudios, han sido escasas
y difíciles de generalizar a la población disléxica general, (Lovett, 1997), ya que, en
el caso de las malformaciones microscópicas, estas también se han encontrado en el
hemisferio derecho y, en general, las muestras no son significativas, hay una excesiva
heterogeneidad entre los sujetos estudiados, se precisan controles más adecuados y la
recopilación de numerosos datos conductuales y diagnósticos. A pesar de ello, los
resultados que han aportado los estudios post mortem son muy útiles para seguir
generando hipótesis etiológicas.
Por ejemplo, con técnicas de Resonancia Magnética, se ha observado que sólo el 10%
de los niños disléxicos muestran la habitual asimetría interhemisférica del Planun
Temporale mayor en el hemisferio izquierdo que en el derecho, mientras que esta se
encuentra en un 70% de la población general, (Hynd, Semrud-Clikeman, Lorys, Novey y
Eliopoulos, 1990; Larsen, Hoien, Lundberg y Odegaard, 1990). Datos que han sido
replicados por otros estudios posteriores que hipotetizan sobre la presencia
de anomalías estructurales en otras regiones, más relacionadas con la habilidad lectora
que el Planun Temporale, como el opérculo parietal, más pequeño en disléxicos que en
controles, (Habib y Robinchon, 1996), la aparición de un surco extra en la región
frontal inferior, (Clark y Plante, 1998) o anomalías en el cerebelo y en las comisuras
cerebrales, especialmente en el cuerpo calloso.