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B.

CESACION DE LA REVELACION ESPECIAL

¿Cuál es el problema abordado en este tema? Podemos decir que es la continuación o cesación de los dones de
revelación de la voluntad de Dios. Es decir, dones de profecía, lenguas y su interpretación. Este asunto es relevante
y controversial por al menos cuatro razones:

En primera medida, de alguna manera general, los cristianos creemos en la suficiencia de las Escrituras. ¿Cómo
compaginamos dones de revelación de la voluntad de Dios hoy y suficiencia de las Escrituras? Al llevar a las
implicaciones necesarias la suficiencia de la Biblia, haría que dichos dones, como consecuencia lógica ya no
fuesen necesarios. Definir el alcance de la suficiencia de las Escrituras, entonces es vital para el entendimiento de
este tema. Es decir, si la Biblia es suficiente en toda nuestra fe, vida y nos da todos los elementos para vivir para
la gloria de Dios y nos enseña todo el consejo de Dios ¿Qué pertinencia tendrían otros medios de revelarnos lo
mismo?

El otro asunto que nos parece importante y que hace complejo el asunto, es que los dones de revelación de la
voluntad de Dios, venían acompañados de otros dones que confirmaban al mensajero y la palabra dicha. Estos
dones como milagros, prodigios, sanidades. Dones que son llamados extraordinarios. Entonces, si el argumento
principal es que los dones de revelación de la voluntad de Dios venían acompañados de otros como refrendadores
del mensajero y su mensaje, cesados los dones de revelación, los otros dones también cesan.

Otro elemento que hace necesario y tan controversial el asunto, es las ramificaciones que este punto tiene. A saber
no es solo ser cesacionista o continuista, sino que hay ramificaciones sutiles. Así como hay definidas posturas
claras, hay también posturas medias o con variantes. Hay personas que creen en la absoluta suficiencia de las
Escrituras, pero sin necesidad de decir que hay dones de revelación, creen en algunas impresiones subjetivas del
Espíritu Santo, que les ayuda a entender o guiarse en la vida cristiana. Hoy otros por supuesto que sin denigrar de
la suficiencia de las Escrituras, afirman que se puede creer en profecías desde que sean confirmadas por la palabra
de Dios. Algunos le llaman intervenciones providenciales para no hablar de manifestación de dones, con los que
Dios guía a su pueblo. El tema, entonces, debe estar bien definido.

Más aun, también hay que considerar que debemos hacer una diferenciación básica en este tema. Si no se hace
tal diferenciación, se llega a la conclusión que los cesacionistas no creemos en el Espíritu Santo o que, aun peor,
estamos cometiendo de alguna manera, el pecado imperdonable. La diferenciación básica del tema del
cesacionismo se halla en los dones que Dios proveyó para la revelación del plan redentor y los dones que provee
ordinariamente para la edificación del pueblo de Dios. Así se hace una diferencia entre aquellos dones que son
comúnmente (ordinariamente) otorgados por Dios para edificación del pueblo de Dios y dones extraordinarios
que marcan la introducción de un paso en la progresiva revelación de la redención. Así podemos, por ejemplo,
hablar de maestros como un don ordinario y un apóstol como uno extraordinario.

Para entender mejor el tema, es mejor pararnos en al menos dos asuntos preliminares, que luego veremos en
detalle:

a. También debemos entender el lugar de esta discusión. Esta discusión no se lleva a cabo desde el punto de vista
de la soberanía ni el poder de Dios, ni del ministerio del Espíritu Santo. Hay que ubicar más este tema, no puede
dejarse planteado tan generalmente. Este tema debe ser abordado desde el punto de vista de la revelación especial
de Dios (historia de la redención). Aquí hay un primero tropiezo, pues muchos quieren abordar este tema a la luz
del poder o soberanía de Dios y no en el ámbito de la revelación especial.

b. Lograr saber por la Escritura, qué papel jugaron los dones en la historia de la redención. Bajo este tema
queremos entender qué son los dones, cuál fue su objeto, si los dones espirituales de revelación y los que
acompañaron la historia de la redención (y por lo cual los dones que acompañaron la escrituración de la revelación
especial) están operativos hoy día. La discusión no está en si Dios da dones hoy, sino en la clase de dones que
Dios otorga hoy.

1. DOS POSTURAS
Aunque muchas personas quieran hablar de tres posturas, solamente hay dos. Sé que algunos preferirían que se
les sacara aparte para no ser contados como aperturistas, pero finalmente es solo palabras porque la idea es la
misma, reconocer la continuación de dones espectaculares o reconocer la cesación de ellos.

Desde la Iglesia primitiva ha habido diferencia de opiniones sobre estos dones. Por ejemplo, Tertuliano e Ireneo
hacían referencia a la continuidad de las lenguas y las profecías en sus días. Pero por otro lado Crisóstomo y
Agustín, ambos argumentaban que esos dones habían cesado para su tiempo. Durante la Reforma muchas sectas
Anabaptistas argumentaban que ellos poseían tales dones. Lutero y Calvino tenían reserva sobre esas cosas que
los Anabaptista decían tener. Así que en general los reformadores argumentaban que tales dones extraordinarios
habían cesado.

a. El punto de vista continuista.


Como su nombre lo indica su postura dice que esos dones continúan y lo harán en todo el desarrollo de la iglesia
en esta tierra. Esta enseñanza dice que los mismos dones milagrosos o espectaculares registrados en la iglesia
primitiva están vigentes hoy en la Iglesia y deben ser realidad en todo cristiano en mayor o menor grado en su
experiencia cristiana.

i. Como tal
Los dones extraordinarios del Espíritu Santo son para hoy en día. Es decir todos los dones, incluyendo las lenguas
y las profecías. Y la mayoría que se adhieren a este punto de vista dicen que la única excepción es el don del
apostolado. Los más conocidos grupos que se adhieren son los pentecostales, los carismáticos y el grupo llamado
“de la tercera ola”.

ii. Abierto –cuidadoso


Aquellos que se adhieren a este punto de vista están abiertos a la posibilidad de dones extraordinarios hoy en día.
Pero son cuidadosos y a veces dudan de ciertas declaraciones de parte de los pentecostales y carismáticos. Muchos
reformados hoy están pisando estos terrenos. La verdad, es mi apreciación personal que ser continuista y
reformado histórico y confesional, enmarcan un choque teológico fundamental. No es un asunto secundario
porque éste tiene que ver con canónica más que con cualquier otro tema.

b. El punto de vista cesacionista.


El cesacionista argumenta que los dones de revelación y milagrosos (extraordinarios o espectaculares) del N.T.
eran revelatorios y que por lo tanto pertenecían al tiempo inicial de la historia de la Iglesia. Como esa condición
ha sido completada y el canon cerrado, los dones revelatorios no son para hoy en día. Esta posición es a la que se
adhieren algunos dispensacionalistas y también los teólogos reformados. También la Confesión de Fe Bautista y
la de Westminster, apoyan este punto de vista.

La discusión tiene que ver con el canon, con el otorgamiento de dones usados por Dios para la revelación del
conocimiento redentor o del otorgamiento de dones que acompañaron dicha revelación especial. La discusión es
tan importante que nos llevará a concluir solo en dos puntos, un canon abierto o un canon cerrado. No importa si
ese canon está abierto con cuidado finalmente hablamos de una apertura. Podemos preguntar a la luz de este tema:
¿Revela Dios hoy su voluntad? ¿Necesitamos profetas? ¿Existen hoy dones revelatorios como las lenguas, sueños
y visiones? ¿Podemos decir que hoy personas tienen dones de sanidades o milagros que ratifiquen o autentiquen
su mensaje? ¿Necesitamos dones que nos revelen misterios desconocidos para vivir una vida agradable a Dios o
para tomar decisiones?
2. ACLARACIONES NECESARIAS

1. Este tema debe ser tratado bajo el marco de la revelación especial, es decir, principalmente
corresponde a canónica.
Si buscamos entender este tema a la luz, por ejemplo, de la soberanía y poder de Dios, penaríamos ¿Dios está
limitado hoy para hacer milagros? ¿No da dones Dios cómo quiere? Etc. Visto así, dejaríamos preguntas sin
resolver y sería muy superficial, al desechar el marco en el cual estos carismas se presentan. Lo que vemos en la
Biblia no son explosiones del poder de Dios sino obras dirigidas con un propósito específico en la historia
redentora. Si asumimos esto, cambiamos el marco de la discusión al terreno que le corresponde. Pero ¿Por qué el
tema debe ser abordado aquí?

a. Por la naturaleza de la revelación especial.


Al entender la naturaleza misma de la revelación especial, que es la revelación del plan redentor, tanto su
fundamento como su desarrollo, podemos entender la función de los dones extraordinarios. Pensemos en los
milagros del Señor, o en sí de los milagros de la Biblia. ¿Son demostración de que? Si decimos que son
demostración del poder de Dios, creo que erramos porque para eso está la revelación general (Rom.1:20). Los
milagros bíblicos entran en el marco de la revelación del plan redentor de Dios. Cada palabra es una palabra
reveladora, venida por inspiración, cada milagro es una señal de una verdad redentora que Dios quería revelar.
Para demostrar Su poder no era necesario un milagro, pero quería abrir el entendimiento del pecador para que
pudiese entender que Él es el Señor Salvador.

Así, la multiplicación de los panes apuntaba a la realidad redentora que Cristo era el Pan de vida (Jn. 6:35) El
Señor reprende a la multitud por no ‘ver’ las señales (6:26), por no trascender al mensaje que las señales tenían
el propósito de dar. La resurrección de Lázaro señalaba a la realidad que Él es la resurrección y la vida (Jn. 11:
25-26). La sanación de los ciegos solo era una señal que apuntaba al propósito de si ministerio espiritual (Lc. 4:
18-21) Nótese que el Señor afirma que estas escrituras están teniendo cumplimiento en Él ahora. El cojo fue
sanado, no para que todos supieran el poder de Dios sino para que supieran que tiene el poder de perdonar pecados
(Mr. 2: 10-11), etc.

Estas señales llamaban la atención sobre las enseñanzas y la revelación del plan redentor de Dios, sin la cual lo
eventos más maravillosos serían más un enigma que un medio de instrucción. Un milagro solo podría decirnos
algo del poder de Dios, pero un milagro Bíblico nos revela y apunta hacia realidades del plan de redención.

Los milagros tienen relación directa con la revelación redentora. Un milagro es actualmente revelación redentora,
es inherentemente revelacional. Cuando Dios actúa en una forma milagrosa Él revela Su poder y voluntad. Pero
generalmente la palabra de revelación es necesaria para expresar el mensaje. La palabra acompaña al milagro para
explicarlo.

b. Por los momentos específicos que en general marcaron la aparición sostenida de esos dones
extraordinarios.
Claro que en toda la Biblia vemos la operación poderosa y sobrenatural de Dios en las obras de Creación,
Providencia y Redención. Pero los sucesos milagrosos como una experiencia sostenida vienen enmarcados en la
introducción dramática de eventos redentores específicos. No hablamos de las veces que Dios hizo un milagro
sino cuando éstos se convirtieron en una época especifica en experiencias sostenidas.

No es cierto, que todos los hombres piadosos de la Biblia tuvieron dones extraordinarios. Ni siquiera cuando
dichos dones de revelación eran necesarios. Tampoco es cierto que la experiencia de tener dones revelatorios o
carismas extraordinarios era una experiencia sostenida en la historia. Hubo tiempos de cesación de esos dones. El
pueblo recibía revelación que era normativa y a veces cesaba por mucho tiempo. Así que la aparición de dones
como algo sostenido, es particular en ciertos momentos de la historia de la redención.
Así podemos ver algunos picos o puntos prominentes cuando los milagros, como una experiencia sostenida se
presentaron. Así vemos a Moisés (y Josué) y la introducción de la Ley. Vemos otro punto alto y es Elías (y Eliseo)
y la introducción del Profetismo. Vemos a Cristo (Y los Apóstoles) introduciendo formalmente el Nuevo Pacto.
Si notamos algo bien especial es que estos actos coinciden con la división general de las Escrituras: La Ley y los
Profetas y el Nuevo Pacto (Mt. 11: 13, Hb. 1:1).

Miremos Lc.9:28-36. Aquí se nos narra la Transfiguración del Señor Jesús. Aparecen Moisés (La Ley) y Elías
(Los Profetas). Ellos hablan con el Señor acerca de su fin redentor. Hay dos cosas importantes: Las palabras del
Padre: ‘A Él oíd’, ratificando que esta señal tenía que ver con avalar las palabras del Mensajero. Y lo segundo
que los acompañantes desaparecen y la voz cesa, queda el Señor solo como si el reflector quedara apuntando solo
a Él. Recordemos que Cristo es el punto climático y es el fin de la revelación.

Así concluimos que desligar este tema del marco de revelación especial, no aporta luz en el tema y no nos ayuda
a entender. Al ponerlo bajo este marco podemos explicar este fenómeno.

c. Por la naturaleza misma de los milagros (señales).


Podemos decir como un principio que un milagro atestigua la revelación redentora. Donde ocurrieron milagros,
debería esperarse oírse la Palabra de Dios. Así los milagros señalan hacia un mensajero para acompañar su
mensaje. Estos milagros llamaban la atención sobre la veracidad y autoridad de la predicación de los profetas.
Podemos concluir que esa unión se presentó para certificar, autenticar, respaldar, hacer creíble a los profetas. Los
milagros eran una credencial que legitimaba que los profetas estaban de verdad hablando de parte de Dios. Así
ocurrió con Moisés y así ocurrió con Elías.

Para el pueblo de Dios la existencia de señales sostenidas eran prueba de la existencia de profetas. Ellos
identificaban tanto lo uno como lo otro en un mismo conjunto. Atendamos al testimonio de Dt. 34: 10-12 que el
profetismo de Moisés es ratificado por los milagros que él hizo. Ex. 4: 1-5, principalmente el v. 5 nos dice que el
pueblo iba a creer que Moisés era enviado por Dios al ver los milagros. Notemos las palabras de Elías en el monte
Carmelo y cómo él veía el acto de hacer milagros 1 Ry. 18:36. Existe una expresión en los Salmos, lo que
corresponde a una inferencia, pero que nos deja ver esta realidad Sal. 74:9.

El mismo principio lo hallamos subsistiendo en el Nuevo Testamento. Encontramos que el Señor Jesús hablaba
la doctrina de Dios porque había venido de Él (Jn 7:16; Jn 12:49; Jn. 17:8) El N.T. lo identifica como el profeta
prometido (no un) (Hch. 3: 20-22). Hb. 1: 1-3 nos habla que Cristo es el clímax de la revelación. Ahora, esto ha
sido nombrado para que veamos la naturaleza de los milagros de Cristo en estos textos: Jn 20: 30-31; 10: 37-38;
3:2; 6:14; Hch 2:22.

Quiero que miremos un texto que nos da una visión especial sobre el tema. Con este texto quisiera que
‘amarráramos’ en nuestra mente lo que hemos venido argumentando en estas clases hasta aquí. Es una prueba
más que la unión entre profecía y dones extraordinarios tenían el propósito de revelar las Escrituras por medio de
sus más grandes representantes. Lo importante de este texto es que ‘amarra’ el A.T con el Nuevo. Mt 17: 1-6.
Una era que solo se podía asemejar a lo ocurrido en Moisés y Elías, iba a comenzar. Esta era es el Nuevo Pacto.
Pero no solo Moisés y Elías están allí como representantes de la Ley y los Profetas, precisamente lo que Cristo
vino a cumplir, además que el mismo Dios exhorta a que debe ser a Él a quien se debe oír.

En los apóstoles la autoridad de Cristo era manifestada bajo lo mismo. Ellos eran los portavoces de Cristo en ese
tiempo. De muchas maneras ellos eran el Nuevo Testamento viviente. Pero ¿Cómo se les creería que sus palabras
son de Cristo y no de un falso maestro? ¿Qué hizo Dios para ratificar que esos eran sus mensajeros legítimos? Lo
mismo que hemos venido viendo; el hablar de parte de Dios o profecía va ligado al don de los milagros y señales
y prodigios. 2 Cor. 12:12; Gal 3:5; Hb. 2: 1-4; Hch. 14: 3; Mr. 16:20; Rom. 15: 18-19.

Aunque miraremos en detalle el ministerio apostólico debemos aquí ver que la predicación del evangelio hecha
por ellos, iba acompañada de señales y prodigios que confirmaban que la palabra que hablaban era la verdadera,
la de Cristo mismo. Los apóstoles son de muchas maneras los equivalentes del Nuevo pacto a los profetas del
Antiguo.

Debemos tener cautela, el testimonio verdadero sólo viene cuando el mensaje es consistente con revelación previa
(Deuteronomio 13:1-5); si el milagro no es consistente con el contenido de la revelación entonces es una maravilla
mentirosa (2 Tesalonicenses 2:9). Una nota aclaratoria: la señal mentirosa no necesariamente es un fraude en el
sentido que no se cumple. Las señales mentirosas se cumplían pero no iban de acuerdo a la verdad.

La cesación de este don profético ocurre cuando el A.T. fue revelado. El pueblo judío y la misma Biblia asume
con certeza que en un periodo de 400 años no hubo movimientos proféticos ni milagrosos hasta Juan Bautista y
con él se sella el A.T. Podemos decir después de Juan; ¡El Antiguo Testamento se completó con éxito! Luego
creemos a causa de estas pruebas que terminado el N.T. y completado con éxito, también esos dones
extraordinarios cesan.

Debemos pensar con respecto a los dones revelatorios que eran dones excepcionales. No todo el mundo ni todas
las personas piadosas tenían esa facultad de Dios de hablar por Él. Muchos se creían con esa facultad y fueron
enjuiciados o muertos por la ira de Dios. La otra fuente de guía (Las Escrituras) estaba avanzando así que cada
vez el pueblo tenía más herramientas para discernir la veracidad de un hombre falso. Era un don pero no era
común en todas las personas. Solo algunos individuos por voluntad de Dios tenían este don.

Aquí podemos ver una regla y es que no todos los profetas o los individuos que decían profecías tenían dones
extraordinarios. No todos obraron milagros de parte de Dios. Muchos de ellos tuvieron vidas normales y muchos
de ellos ni siquiera presenciaron eventos extraordinarios aparte de oír la voz de Dios o tener un mensaje de parte
de Él. Pero donde se presenta un evento extraordinario, seguramente vemos a un profeta.

2. Este tema tiene que ver con la suficiencia de las Escrituras.


Si el tema de la cesación o continuación de los dones tiene que ver con revelación especial, pues necesariamente
tiene que ver con la suficiencia de esta revelación para el propósito por el cual fue dada. Si Dios dio esta revelación
como la única fuente de conocimiento y fe salvadores y como única fuente con respecto a la vida de fe que
glorifica a Dios, asumimos que esta revelación está completa absolutamente.

Si lográramos demostrar que la Escritura se queda corta en cuanto al propósito que dice tener, entonces
necesitaríamos otra fuente a la que recurrir. Es más, Dios nos daría otra fuente, pues o que está en juego es la
revelación de su plan redentor. Sin embargo no hay nada en la vida del creyente que haya quedado fuera de la
jurisdicción de las Escrituras. Aun temas que no son centrales son alumbrados con suficiente luz por la Biblia de
tal manera que en general, no hay nada que afronte el creyente que en principios generales no esté contemplado
en la Biblia.

2 Tim 3: 16-17 nos dice que ellas nos pueden hacer sabios para salvación. Pero la descripción siguiente cierra
todo asunto, si es para enseñar, redargüir, instruir, corregir, las Escrituras están completas. Sal 19: 7-9 nos habla
de la suficiencia de las Escrituras en todo asunto de la vida.

Alguna persona pudiera pensar que sueños, visiones o profecías personales son válidas, pero ¿Bajo qué criterio?
Aun si llegamos a la conclusión que esos mensajes le son de índole muy personal que le sirven a quien la recibe
solamente. Pero las preguntas serían ¿Recibes estos mensajes como autoridad, así sean para ti mismo? O tienen
autoridad o les das autoridad. En ambas respuestas tú te pones como canon (Si es que tú les das autoridad) o esas
palabras son canónicas (si tienen autoridad en sí mismas).

A la luz de la suficiencia de las Escrituras podemos preguntar ¿Para qué Dios estaría dando dones de profecías y
lenguas? (Entendiendo las lenguas como profecías). ¿Por qué motivo tendría Dios que confirmar su Palabra hoy
por milagros? (Recordando que las Escrituras se autentican a sí mismas objetivamente y que son autenticadas
para nosotros por su Espíritu Santo) ¿Tiene Dios que obrar milagros hoy para que alguien crea o para que alguien
se edifique si la Palabra de Dios cumple tal función infaliblemente?

Objeciones:

1. Dios continua dando dones de milagros hoy para mostrar su poder.


R. La revelación general lo hace (Rom. 1: 20) Note la palabra ‘claramente visibles’. Ahora, ¿Queremos saber que
en la Biblia es llamado ‘Poder de Dios’? Rom. 1: 16-17 nos lo habla. El evangelio es suficiente para manifestar
el poder salvífico de Dios, no se necesitan milagros para eso.

2. Dios continua dando dones de milagros hoy para mostrar su amor y misericordia.
R. Rom. 5: 8 nos habla que la prueba, la muestra que Dios es amoroso y misericordioso es el acto redentor de
haber mandado a su Hijo por pecadores. Vemos manifestaciones de soberanía divina dándoles a los hombres
muestra soberanas de misericordia al realizar un milagro. Pero la muestra de amor sublime de Dios es revelar el
evangelio de su hijo a muchos. Finalmente podemos ir al reino de Dios sin una mano o un ojo, pero no sin fe
salvífica.

3. Dios continua dando dones de milagros hoy para que la gente crea en el evangelio.
R. Alguno puede apelar a la depravación total del hombre y asumir que si no es por un milagro, los hombres
nunca serían llamados en su atención para mirar el evangelio. Sin duda alguna, fue la manera en que en tiempos
Bíblicos se presentaría mientras la revelación del plan redentor quedaba completamente escriturada. Aun así, en
esos tiempos la declaración del Señor Jesús sigue vigente y mucho más cuando la escrituración de la revelación
especial está completa: Lc. 16: 29-31.

3. ARGUMENTO CRISTOLÓGICO

a. Cristo y la Escritura

CRISTO
i. Cristo es la meta redentora de la revelación especial.
Las Escrituras (Tanto el A. como el N.T.) son el modo final y el fin histórico de la Revelación Especial. Es decir,
el fin histórico de la revelación especial era revelar a Cristo como Salvador. Esta revelación de Cristo y su obra
salvadora debería ser dejada al alcance de todas las generaciones de una forma infalible e inerrante. De tal manera
que cuando se cumplió este fin histórico, la revelación especial cesa.

La Revelación Especial tiene un tipo de proceso progresivo que fue llevando un modo específico (revelación –
escrituración) y que termina con una meta histórica (haber provisto el conocimiento salvador en Cristo para todas
la generaciones). Esta revelación especial quedó en una forma final, en una presentación definitiva, las Escrituras.
El modo final de la revelación es la Escritura, y el fin histórico es Jesucristo. Al unir esas dos cosas, entonces
tenemos el A. y el N.T.

ii. Cristo es el clímax de la revelación especial (Heb. 1:1-3).


El libro de Hebreos es un libro de contrastes. A través del libro el autor va comparando el antiguo pacto con el
nuevo pacto. No debe sorprendernos que el autor empiece el libro con un contraste entre la revelación del A.T. y
la revelación del N.T. Veamos el Hebreos 1:1, 2. Aquí habla de la antigua revelación y de la nueva como algo ya
completado. La revelación del A.T. se manifiesta como una sucesión de revelaciones a través de diferentes modos
con los profetas. Sin embargo el N.T. es revelación a través del Hijo de Dios. El cristiano ve a Jesucristo como el
Último Gran Profeta. El Hijo de Dios es el final grandioso supremo. Ahí se termina todo. No solo es el último
Sacerdote, el sacrifico final, sino que Jesús es la última Palabra.
Heb. 1:1-3
Progresión de la revelación
Hasta un clímax

iii. La revelación especial es mediada por el testimonio apostólico (Jn. 14:26; 16:13;
17:6,20).

Heb. 2:1-4. Aquello que fue primeramente hablado por el Señor, nos fue confirmado por los que oyeron, es decir,
los apóstoles. Aquellos que fueron testigos de los milagros de Cristo. 2Ped. 3:1- 2, también nos muestra de que
la revelación de Dios fue a través de los apóstoles. Cristo mismo no escribió nada de lo que está en el N.T. sino
que Él eligió ciertos individuos como mediadores para traernos esa Palabra revelada.

Heb. 1:1-3 Heb. 2: 1-4


Progresión de la revelación Progresión (Explicación)
Hasta un clímax Apuntando al climax
(Hasta llegar a Cristo) (A partir de Cristo)

iv. El testimonio apostólico sobre Cristo ya ha sido terminado (Ef. 2:20).

Cristo usó a los Apóstoles para completar este testimonio. Así que no debemos buscar nuevos escritos de apóstoles
sobre Cristo. Ef.2:20. La Iglesia fue edificada sobre el fundamento de los apóstoles y profetas. El término del
fundamento puede referirse a dos ideas:

A) La base usada para que algo descanse sobre ella; ó


B) Referirse a la etapa inicial de un proyecto.

En Efesios se refiere al inicio de la edificación de la Iglesia. En el contexto Pablo está hablando de la Iglesia y su
posición en la historia de redención. Al leer Ef. 2:11-22 vemos que Pablo está hablando de un proceso que va
creciendo, que va aumentando. Haber sido edificado sobre el fundamento de los apóstoles y profetas se refiere a
la primera etapa de la historia de la Iglesia. Sin embargo la iglesia crece como una continuación para ser un templo
santo.

Al ver el pasaje podemos concluir que la revelación escrita fue concluida con los apóstoles. Los apóstoles ya han
muerto, no debemos esperar apóstoles nuevos y para ser apóstol acordamos que un apóstol tenía que ver al Cristo
resucitado. Así que debemos concluir que la Palabra escrita fue finalizada con los Apóstoles.
Heb. 1:1-3 Heb. 2: 1-4
Progresión de la revelación Progresión (Explicación)
Hasta un clímax Apuntando al clímax

A.T. N.T.
2 Pd. 3: 1-2

LA ESCRITURA
i. La Escritura es la forma testamental de la revelación especial.
Las Palabras de revelación sobre el Señor Jesús no siempre fueron reveladas de manera escrita. Como ya hemos
visto, Dios se ha revelado a los hombres a través de hablarles directamente. Dios decidió poner Su revelación por
escrito. Y de esa manera, nosotros podemos ver a las Escrituras como el fin de un proceso. El Espíritu Santo
movió a los escritores de la Biblia a tomar esas revelaciones y a ponerlas por escrito, y esa forma final de
revelación, Dios quiere que sea para la Comunidad del pacto.

ii. La Escritura es el depósito divinamente seleccionado para la verdad


salvífica.
Juan 20: 30-31. Muchas cosas fueron hechas y dichas y reveladas que fueron parte de la revelación Divina pero
no están en el canon. No están en la Biblia. Debemos asumir que Dios guió a los escritores para incluir lo
necesario, lo suficiente para nuestra salvación para el bien de la Iglesia y el bien de los pecadores.

iii. La Escritura es un medio a través del cual la revelación especial es


preservada (Deut. 6:4-9; Salm. 78:1-9; Luc. 1:1-4; 2 Ped. 1:12-15; 3:1, 2).
Los profetas y los apóstoles mueren, pero sus palabras escritas duraran para siempre y el apóstol estaba claro con
este asunto. Una de las razones por la que motivo al apóstol a escribir estas cosas era porque él quería que todo
el pueblo de Dios supiese, y la Palabra de Cristo se guardase. Pedro quiere ser muy cuidadoso y diligente para
que después de su muerte las ovejas de Cristo se acordasen de todas las cosas que él les enseñó. Dios escogió las
Escrituras como un modo o una manera para preservar Su revelación para las generaciones futuras.

iv. La Escritura es especialmente adecuada para ser el canon final para la


comunidad del pacto (Deut. 4:10-14; 5:22-23; 31:24-26).
La primera vez que se escribió Escritura fue en el Monte Sinaí, cuando Dios escribió con Su propio dedo sobre
la piedra. El método (oral) antes de ese no era adecuado para la preservación de los pactos, por eso Dios decidió
poner por escrito Su revelación para que se mantuviese guardada. De tal manera que las Escrituras iban a ser
usadas como la base o fundamento para juzgar todas las profecías que se hiciesen. Is. 8:20; Hch. 17:11ss.

Pero también las Escrituras tienen el privilegio de ser juez sobre las demás maneras de revelación. Además las
Escrituras fueron dadas como autoridad para regir la fe y vida de la comunidad eclesiástica. Debemos estar
satisfechos con la Biblia. El problema del continuismo no es que prometa más de lo que está revelado, realmente
promete menos, promete falibilidad, error, conocimiento parcial, personal, mensajes reducido s por medio de
sueños, visiones, asuntos enigmáticos etc. En cambio las Escrituras prometen dar el conocimiento infalible e
inerrante del camino de la salvación en Cristo y de la vida que agrada a Dios. (Deut. 31:9-13; Salmo 19; Rom.
15:4; 2Tim. 3:15-17).
No debemos estar descontentos o insatisfechos pidiéndole a Dios que nos de visiones y sueños, sino que debemos
tomar la actitud de Martín Lutero: “Yo he hecho un pacto con Dios de que no me mande ni visiones ni sueños, ni
siquiera que me mande ángeles. Estoy totalmente satisfecho con el regalo de las Sagradas Escrituras, que me
dan una instrucción abundante y todo lo que necesito saber para esta vida y para la vida que viene.”

Heb. 1:1-3 Heb. 2: 1-4


Progresión de la revelación Progresión (Explicación)
Hasta un clímax Apuntando al clímax

A.T. N.T.
2 Pd. 3: 1-2

a. La revelación divinamente autoritativa

i. Premisa mayor: Toda revelación divinamente autoritativa ha sido


completada y por lo tanto ha cesado (Ef. 2:20; Heb. 1:1-2).
Por veinte siglos la Iglesia no ha reconocido ninguna escritura divina después del período de los Apóstoles. Wayne
Grudem es uno de los defensores de la posición continuista pero él apoya la cesación del canon de las escrituras:
“La escritura del N.T. contiene la obra completa y autoritativa de Cristo. Los apóstoles y sus compañeros
cercanos reportan las Palabras y obras de Cristo y las interpretan con absoluta autoridad divina y al haber ellos
concluido su escritura no hay nada más que agregarle que tenga el mismo nivel de autoridad absoluta divina,
así que al completarse las escrituras en el N.T., tenemos en forma escrita todo lo que Dios quiere que nosotros
sepamos sobre la vida, muerte y resurrección de Cristo y lo que esto significa para las vidas de los creyentes en
todos los tiempos. El canon está cerrado”.

Sin embargo al seguir el argumento de revelaciones de la voluntad de Dios aparte de las Escrituras, el continuista,
o debe aceptar la idea de canon abierto o debe hacer lo que hace Grudem, desvirtuar las profecías del Nuevo
Testamento poniéndolas como falibles. El argumento de fundamento apostólico y profético, como la revelación
plena y completa en Cristo revelado por los apóstoles, deja la profecía como completada.

ii. Premisa menor: Las profecías y lenguas en el Nuevo Testamento son formas
de la revelación divinamente autoritativa.
Las profecías y lenguas son formas de la revelación divinamente autoritativa. Grudem define la revelación de las
profecías como decir algo que Dios ha traído a la mente de manera espontánea y es comunicado en las palabras
del propio profeta. Él trata de hacer una distinción cuidadosa entre la profecía de las Escrituras y los dones de
profecía encontrados dentro de la congregación N.T. Grudem está de acuerdo que los profetas del A.T. al hablar
hablaban palabra inspirada de Dios directamente. Dense cuenta de que la inspiración divina viene porque la
revelación llega a la mente del profeta y el profeta habla Palabras de Dios. Pero Grudem considera que el profeta
del N.T. es diferente. En este caso, la revelación divina viene a la mente del profeta y se detiene ahí. El profeta
puede recibir la revelación en su mente, y entonces, él expresa la revelación recibida en sus propias palabras.

Según el contexto de 1 Cor. 14 vemos que el afán del apóstol era salir al paso del mal uso de los dones espirituales.
La premisa de todo el capítulo es que todo se deba hacer para edificación de la iglesia y no con intereses
personales.

Las lenguas nunca deben ser vistas como una serie de frases sin sentido, sino como una forma de lenguaje que
comunicaba un mensaje. Así dejamos a un lado ese pensamiento que las lenguas son una serie de palabras
desconocidas para todos y por ello necesita interpretación. Si las lenguas no fueran revelatorias ¿por que el apóstol
instituiría en que se traduzcan? Si el don de lenguas fuera hablar a Dios un leguaje para la edificación personal,
¿Por qué afanarse en decir que se debe interpretar para edificación?

En el mismo pasaje (1 Cor. 14. 21-22) el apóstol afirma que las lenguas son una señal para el inconverso trayendo
el pasaje de Is. 28:11-12 donde como juicio de Dios, Él participaría a gentiles de su revelación en sus idiomas a
causa de la incredulidad del pueblo de Israel. En pentecostés Dios estaba revirtiendo la maldición de Babel cuando
restringió el lenguaje y obviamente la revelación especial solo era asequible a los judíos. Aquí Dios, en esta
generación de la iglesia, abría los misterios del evangelio a gentiles.

El apóstol Pedro al ver los sucesos de pentecostés, entre ellos hombres judíos hablando en lenguas desconocidas
pero claramente entendibles para los extranjeros que estaban allí, no dudó en decir que este era el cumplimiento
de la profecía de Joel que dice que se profetizaría. Pedro identifico profecía con lo que estaba viendo.

Así las lenguas eran un lenguaje humano que al ser dado en un lugar que desconociera su significado, debería
tener intérprete. Este don manifestaba juicio de Dios a los judíos al abrir las verdades del reino de Dios a los
gentiles pues pretendía comunicar en lenguas gentiles las maravillas de Dios. Así que era vano pretender hablar
en lenguas (profetizar) para si mismo si el fin de los dones es la edificación de la iglesia.

Solo así entendemos la expresión que el que habla en lengua sin interpreta habla a Dios. Es una ironía del apóstol
diciendo: Si habla no hay intérprete para sus lenguas, le está profetizando (hablando) a Dios y los que necesitan
esa profecía son los hombres. También, solo así entendemos las declaraciones autoritativas del apóstol, las cuales
deben ser entendidas a la luz del progreso de la revelación que se estaba presentando. Esas declaraciones eran
absolutas para el contexto en que se dieron, no implican absolutas para todas las edades.

Entendiendo el Periodo de Transición apostólica

3. No podemos entender muchas cosas si no tenemos en cuenta el carácter histórico del periodo de
transición apostólica.

Este periodo de la Iglesia no fue común, podemos asemejarla a esa parte de una hoja degradada que está en la
mitad de ella. Llega un momento donde no se puede distinguir un color específico pues es la combinación de
ambos, podemos reconocer los extremos definidos pero no el centro. Varios elementos se conjugaron en esta
época en la Iglesia del Señor. El libro de los Hechos es el libro histórico del N.T. que nos narra la historia de la
Iglesia primera. Este libro nos muestra la Iglesia como lo que es. Una iglesia naciente, inmadura, perfilada al
objetivo de crecer en cuanto a Cristo pero que no contaba con la organización que hoy tenemos, las cuestiones
mínimas que como iglesia debemos tener, allí hasta ahora se estaban estableciendo.

El periodo de transición apostólica es particular y único. Este periodo empezó desde la ascensión del Señor
Jesucristo y se fue desvaneciendo terminando así finalmente con la muerte del último apóstol. Allí sucedieron
cosas únicas que no forman una regla para la Iglesia todos los tiempos. Antes podemos ver cosas definidas y
después de este periodo. Muchas cosas allí presentadas en esta época son vigentes y otras no.

a. El Pentecostés.
Este evento fue profetizado por el mismo Señor Jesucristo e iba en la misma dirección del profeta Joel. Lc 24: 49;
Hch 1: 5; Hch 2:16; Hch 2:33.

b. La existencia de diferentes tipos de individuos.


En el periodo de transición apostólica, había creyentes según el Antiguo Pacto, había creyentes en Jesús y había
incrédulos. En el periodo actual los grupos son más claros, incrédulos y creyentes. En ese periodo conjugaron en
una sola época de la historia y en el relato bíblico estos tres tipos de personas. Los relatos de su conversión no
son uniformes sino diversos.
c. La regeneración sin el Espíritu Santo.
En el caso de los creyentes según el antiguo pacto y los incrédulos, al creer en Cristo, eran incrustados al cuerpo
de Cristo (bautizados en el Espíritu) Hch 11: 11 - 18. Pero los creyentes en Jesús, en un caso especial, fueron
regenerados primero (Lc 10: 20, Jn 15: 3) y luego fueron bautizados en el Espíritu o se les dio el Espíritu Santo.
De este caso solo hay dos registros y son únicos en la Biblia y nos toca tratarlos como únicos. Sabemos que la
regla general, los demás hechos de la Biblia, la enseñanza conjunta de ella, lo que debe ser común es que el
espíritu Santo llega a una persona cuando ésta cree (Rom 8: 9).

d. Evidencias inmediatas de Regeneración y la presencia del Espíritu Santo.


Era un momento histórico que requería que las evidencias de ser cristiano se dieran de inmediato. Pensemos en
el caso de los apóstoles, todos ellos judíos, renuentes a pensar que el Espíritu Santo tenía planes para con sus
enemigos los samaritanos y mucho menos con los gentiles. Pensemos ¿Cuando los apóstoles hubieran llegado a
la conclusión que el Espíritu Santo también salvaría a samaritanos y gentiles si no hubiese dado señales
inmediatas? ¿Si hubiese obrado bajo los medios normales?

De la conversión a ver las evidencias de ella, suele pasar un tiempo. Muchas personas pueden tener un impacto
emocional, pueden emocionarse, pueden creer que creyeron y no haber sido regeneradas. Por ello solo el tiempo
dirá si alguno es de Cristo. Vendrán diferentes providencias y eso dejará ver si tiene o no fe. Unos permanecerán
y crecerán en la fe, otros mermarán y se alejarán porque nunca tuvieron fe.

La obra de Dios en esa época requería una manifestación inmediata que pudiera convencer a los apóstoles que
Dios tenía y estaba ejecutando sus planes salvadores con samaritanos y gentiles. Esa señal obviamente eran las
lenguas. ¿Cómo Pedro y los ancianos judíos llegaron a la conclusión que también a los gentiles Dios les había
dado arrepentimiento para vida, Hch 11:15 - 18?

e. Dones fundacionales.
¿Después del advenimiento de la realidad, que es Cristo, como se continuaría perfeccionando su cuerpo? Pues
dando dones a su Iglesia. Recordando que los dones dados a la Iglesia son de carácter sobre natural, pues son
dados por Dios, se diferencian se los talentos naturales en el sentido de su procedencia y su propósito.
Al analizar nuestro punto vemos la respuesta que el apóstol da acerca del fundamento de la Iglesia: Ef 2: 19 al
22. El Antiguo Pacto señaló a este momento. La Iglesia seria edificada sobre un fundamento: Cristo, sus apóstoles
y profetas. Esta inclusión no es una negación al Antiguo Testamento, más bien su cumplimiento

Es teniendo en cuenta el carácter transicional de la iglesia primera que debemos entender algunas declaraciones
autoritativas de los apóstoles con respecto a los dones extraordinarios. No porque tendrían aplicación para la
iglesia siempre y en todos los tiempos. Más bien eran palabras absolutas para el tiempo específico en el que iba
el progreso de revelación del plan redentor de Dios. De allí, por ejemplo, no menospreciar las profecías, en ese
contexto, sabemos que era un verdadero atropello, pues se podía estar desechando la misma palabra de Dios que
estaba siendo dada y que no estaba aun completamente escriturada.

3. La refutación
a. La profecía del A.T. pertenece a la misma categoría que la profecía del N.T.
b. Los profetas del A.T. hablaban la misma palabra (Ex. 7:1-2; Deut. 18:15-19; 2Ped.
1:19-21).
c. La Biblia asume una continuidad esencial entre la profecía A.T. y N.T. (Hch. 2:17-18).
d. Varios pasajes del N.T. tratan la profecía N.T. como inspirada al mismo nivel que la
profecía A.T. (Hch. 13:1-4; Ef. 2:20; 3:5; Ap. 1:3; 22:7, 10, 18,19).
e. Los ejemplos de la llamada profecía falible en el N.T. son inconclusos (Hch. 21:4; 10-
11).
4. Objeciones
a. ¿No asume el mandato de no menospreciar las profecías y las lenguas la permanencia
de estas en la Iglesia?
b. ¿No asume la advertencia contra falsos profetas en los postreros días la presencia
permanente de verdaderos profetas?
c. ¿Si eliminamos la posibilidad de lenguas y profecía no estamos con eso limitando la
soberanía de Dios?
d. ¿Si rechazamos la permanencia de las profecías y lenguas no estamos con eso
limitando la soberanía de Dios?
e. ¿No indica 1Cor. 13:8-13 que los dones de lenguas y profecías continuarían hasta el
regreso de Cristo?
Apéndice

LOS APÓSTOLES Y LOS DONES


Autor: Daniel Chamberlin

El siglo XX fue testigo de un crecimiento generalizado de lo que muchos consideran como los dones
milagrosos del Espíritu Santo. Después de un silencio de aproximadamente 1800 años en la cristiandad bíblica,
los dones apostólicos aparentemente se han vuelto a manifestar. Este fenómeno se ha introducido de tal manera
en la corriente principal del pensamiento religioso actual, que hasta sorprende a muchos cuando se cuestiona la
validez de esta manifestación. Invitamos a todos los cristianos serios a reflexionar nuevamente sobre estos temas
a la luz de la Escritura y preguntar con toda honestidad: “¿De veras se manifiestan nuevamente los dones
milagrosos de los apóstoles?” Para nuestra respuesta, debemos mirar a la Escritura que tiene la última palabra.

En primer lugar, encontramos tres relaciones de dones en el Nuevo Testamento de la siguiente manera:

Rom. 12:6-8 1 Cor. 12:2 8-30 Efesios 4:11

Profecía Apóstoles Apóstoles


Servicio Profetas Profetas
Enseñanza Sabiduría Evangelistas
Exhortación Ciencia Pastores-Maestros
Donaciones Fe
Presidir Discernimiento de espíritus
Hacer misericordia Maestros
Milagros
Curaciones
Ayuda
Administración
Don de Lenguas
Interpretación

Conforme examinamos estas listas, encontramos que algunos de los dones pueden ser clasificados como
milagrosos o extraordinarios (los que aparecen en negrillas), y otros son no-milagrosos u ordinarios. Nuestro
propósito aquí es ocuparnos de los dones milagrosos. Los dividiremos en cuatro partes.

I. Apóstoles:

1. ¿Quiénes eran ellos? La palabra “apóstoles” literalmente quiere decir mensajeros, enviados o
delegados. No cualquiera podía ser apóstol simplemente por voluntad propia; tenían que ser personalmente
elegidos para esa investidura por el Señor Jesucristo. Y cuando era de día, llamó a sus discípulos, y escogió a
doce de ellos, a los cuales también llamó apóstoles (Lucas 6:13). Todos eran hombres; ningún apóstol era mujer.

Según el libro de Hechos 1:21-22, un apóstol tenía que ser un testigo ocular de Cristo a lo largo de todo
su ministerio público incluyendo la etapa posterior a su resurrección.

A la iglesia del Nuevo Testamento se le permitía nombrar diáconos (Hechos 6:5) y constituir ancianos
(Hechos 14:23), pero no podían nombrar apóstoles. El nombramiento de apóstoles venía directa y únicamente de
Cristo. Aun en el primer capítulo de Hechos la decisión final para sustituir a Judas Iscariote fue dejada en manos
del Señor. Y orando, dijeron: Tú, Señor, que conoces los corazones de todos, muestra cuál de estos dos has
escogido (Hechos 1:24).

También nos damos cuenta que en el Nuevo Testamento la misma palabra griega “apóstoles” se utiliza
para describir hombres elegidos por las iglesias para llevar información o ayuda de una iglesia a otra. (Ver 2Cor.
8:23; Fil. 2:25; Hechos 14:14). Sin embargo, no debemos confundir a estos últimos con los doce personalmente
elegidos por Cristo como sus apóstoles.

Pablo gozó de un apostolado único. Aunque no había seguido a Cristo durante su ministerio público, vio
efectivamente a Cristo resucitado y fue especialmente nombrado por El, tal como lo afirma en Gálatas 1:1, Pablo,
apóstol (no de hombres ni por hombre, sino por Jesucristo). De nuevo Pablo explica, y al último de todos, como
a un abortivo, me apareció a mí. (1 Cor. 15:8).

Cristo llamó a Pablo aun cuando la época de nombrar apóstoles había concluido. Nótese que Pablo fue el
último de todos sobre la tierra en ver al Señor de una manera visible como testigo ocular de su resurrección. Nadie
ha visto a Cristo de igual manera desde la experiencia de Pablo. Es así como Pedro pudo suponer que ninguno de
sus lectores había visto al Señor: A quien amáis sin haber visto, en quien creyendo, aunque ahora no lo veáis, os
alegráis con gozo inefable y glorioso (1 Pedro 1:8). Ninguno de los así llamados apóstoles hoy en día, cumple
con estos requisitos bíblicos.

2. Su propósito: Según Efesios 2:20 correspondió a los apóstoles desempeñar un papel fundamental y
especial en el desarrollo inicial de la iglesia neotestamentaria: edificados sobre el fundamento de los apóstoles y
profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo. Este papel incluía al menos tres funciones.

En primer lugar, estos hombres eran testigos indiscutibles de la resurrección de Cristo, ya que todos ellos
habían visto personalmente al Señor en su cuerpo resucitado.

En segundo lugar, a ellos fue revelado el misterio de la economía del Nuevo Pacto: la iglesia, compuesta
a la vez de judíos y de gentiles (Efesios 3:1-10).

En tercer lugar, ellos recibieron la inspiración para escribir la Santa Escritura infalible, que pudiera ser
leída por todas las generaciones venideras. Cada libro del Nuevo Testamento fue escrito ya sea por un apóstol o
por alguien directamente relacionado con un apóstol. Un poco antes de su muerte, el último apóstol sobreviviente
nos dice que este aspecto de su trabajo fue completado de una vez y para siempre (Apocalipsis 22:18-19). A partir
de entonces no ha habido revelaciones inspiradas o genuinas.

3. Su duración. El ministerio de apóstol fue de duración limitada debido a que su labor estaba limitada al
período del establecimiento de los fundamentos de la iglesia. Los fundamentos se ponen una vez únicamente, y a
partir de ellos se construye los demás; no ponemos fundamentos de manera repetida y sin término. No hay lugar
para apóstoles hoy día, porque los fundamentos fueron puestos hace mucho tiempo. El cristianismo bíblico ha
construido sobre esos fundamentos durante aproximadamente 2000 años. Es una locura completa y arrogancia
descarada atreverse a compararse con Pedro y Pablo y adoptar el título de apóstol hoy en día.

II. Profetas:

1. Quiénes eran: El Nuevo Testamento no declara cuáles eran los requisitos para este ministerio; sin
embargo, los profetas son mencionados varias veces en relación con apóstoles: Les enviaré profetas y
apóstoles (Lucas 11:49). Edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas...(Efesios 2:20). ... como
ahora es revelado a sus santos apóstoles y profetas por el Espíritu (Efesios 3:5).
2. Su propósito: Los textos que hemos visto muestran que los profetas participaban de la estructura
fundamental de la iglesia conjuntamente con los apóstoles. Ellos enseñaron la verdad recibida por revelación
divina. Sin embargo, a ellos no se les confió redactar la Sagrada Escritura, sin la supervisión de los apóstoles.

3. Su duración: Siendo cimientos al igual que los apóstoles, su ministerio cesó a la par del de los
apóstoles, toda vez que el cimiento ya había sido puesto. Casi toda secta fundada en la época moderna ha sido
iniciada por un profeta o apóstol que se ha asignado a sí mismo ese título. Si creemos que la profecía se sigue
desarrollando en nuestros días, entonces no contamos con ninguna norma para refutar sus descaradas herejías.
¡Después de todo es imposible refutar a un profeta!.

III. Las lenguas y su interpretación:

1. Lo que significaron: El don bíblico de lenguas consistía en una habilidad milagrosa de hablar una
lengua o dialecto hasta ese momento desconocido para el que habla, pero vigente para un grupo étnico sobre la
tierra en ese momento. Las palabras habladas tenían un contenido real y un significado. No fueron expresiones
incoherentes. En el día de Pentecostés, cada uno les oía hablar en su propia lengua [literalmente, dialecto] (Hechos
2:6). Aun mas, cuando Pedro explica este milagro a la multitud, equipara el don de lenguas con la profecía, citando
a Joel: En aquellos días también derramaré mi Espíritu sobre los siervos y las siervas. (2:18). De igual manera,
1Cor. 14:5 considera iguales los dones de profecía y de lenguas cuando estas últimas son interpretadas: porque
mayor es el que profetiza que el que habla en lenguas, a no ser que las interprete para que la iglesia reciba
edificación.

1Cor. 12:30 refuta la noción popular de que cada creyente hablaba en lenguas. Aun en Corinto, Pablo
preguntaba: ¿todos hablan en lenguas? ¿Todos interpretan?

La idea moderna de que hay otro tipo de don de lenguas, un “lenguaje celestial”, no se encuentra en las
Escrituras y debe ser rechazada. La plática incoherente de esta época no es el verdadero don de lenguas.

2. Su propósito: Un propósito de las lenguas era como señal para los judíos de que el juicio de Dios
vendría a ellos como nación. Así que, las lenguas son por señal, no a los creyentes, sino a los incrédulos (1Cor.
14:22). Desde Abraham, Dios les había hablado en hebreo; pero ahora, después de Cristo, Dios les estaba
hablando en otras lenguas – lenguas gentiles – para mostrar a los judíos que sus privilegios nacionales estaban
llegando a su fin; los gentiles iban también a participar del pacto de la gracia. El fin de la nación judía se completó
plenamente con la destrucción de Jerusalén en el año 70 A. D. En ese momento la señal de juicio nacional, es
decir, las lenguas, dejó de ser relevante y necesaria.

Otro propósito de las lenguas, cuando fueron acompañadas del don de interpretación, era edificar a los
creyentes en la asamblea local. Las lenguas debidamente interpretadas, al igual que la profecía, servían como un
medio directo para recibir una parte de la verdad. Porque en parte conocemos, y en parte profetizamos (1Cor.
13:9). Dios dio estas medidas temporales como una fórmula de alimento infantil (gerber) para la vida inicial de
la iglesia. Posteriormente fueron desechadas al darse la revelación perfecta de toda la verdad una vez que los
libros del Nuevo Testamento fueron completados. Mas cuando venga lo perfecto [literalmente, maduro o
totalmente desarrollado] entonces lo que es en parte se acabará (v.10). La Palabra escrita de Dios es la dieta
perfectamente balanceada para los cristianos de hoy. El hablar en lenguas que se practica en esta época nos
reduciría a una infancia perpetua.

3. Su duración: Puesto que las lenguas debidamente interpretadas funcionan de la misma manera que la
profecía, y puesto que la profecía cesó conjuntamente con los apóstoles, asimismo el don de lenguas ha cesado.
Esto es precisamente lo que Pablo dijo a los Corintos que sucedería: Pero las profecías se acabarán, y cesarán las
lenguas, y la ciencia acabará (1Cor. 13:8).
Las lenguas eran una piedra de los cimientos totalmente colocada en los tiempos apostólicos. O, para usar
la analogía de Pablo, estos dones milagrosos pertenecieron a la infancia de la iglesia, pero Dios nunca pretendió
reducirnos a una permanente condición infantil. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño,
juzgaba como niño; mas cuando ya fui hombre, dejé lo que era de niño. (v. 11).

El hecho de que 1Cor. 14 proporcione instrucciones para el uso de este don en la congregación no sirve
de argumento a favor de su permanencia. Más aun, estas instrucciones son raramente obedecidas por quienes
profesan hablar en lenguas hoy en día. Solamente a los varones se les permitía hablar en lenguas, y solamente en
los casos en que hubiera un intérprete, y solamente a tres personas durante un servicio, y no todos a la vez, sino
siguiendo un orden, uno después de otro. (Vea 1Cor. 14:28-37)

IV. Milagros y Curaciones:

1. Quiénes los hacían: Una lectura cuidadosa del Nuevo Testamento nos revela que usualmente los
apóstoles ejercían estos dones especiales. Por ejemplo, y muchas maravillas y señales eran hechas por los
apóstoles (Hechos 2:43). Y por la mano de los apóstoles se hacían muchas señales y prodigios en el
pueblo (Hechos 5:12). Pablo pudo decir a los corintios, con todo, las señales de apóstol han sido hechas entre
nosotros en toda paciencia, por señales, prodigios y milagros (2Cor. 12:12). Si todos los creyentes pudieran obrar
estas señales, entonces el argumento de Pablo en este texto no tendría significado.

2. Su propósito: El propósito primordial de estos milagros era validar la autoridad de los apóstoles como
los enviados verdaderos de Dios. En Hebreos 2:3-4 leemos que la verdad de la salvación enseñada por Cristo nos
fue confirmada (la salvación) por los que oyeron, testificando Dios juntamente con ellos, con señales y prodigios
y diversos milagros y repartimientos del Espíritu Santo según su voluntad. Igual que en los tiempos de Moisés,
así en los días de Cristo y de los apóstoles, los judíos piden señales (1Cor. 1:22) como prueba de autenticidad, y
Dios suministró esa prueba.

3. Su duración: Hechos 8 nos enseña que solamente los apóstoles tenían el poder de transmitir un don
milagroso a otra persona, y esa otra persona no podía transmitir a su vez ese don a un tercero. Felipe el evangelista
podía hacer milagros en Samaria (Hechos 8:6-7), pero no fue sino hasta que vinieron dos apóstoles de Jerusalén,
que los dones pudieron ser impartidos a los nuevos creyentes en Samaria (Hechos 8:14-19).Los dones de hacer
milagros cesaron con la generación que siguió a los apóstoles.

Observaciones Adicionales:
Hacer milagros en sí mismo no es ninguna garantía de salud espiritual. Los magos de Faraón parece que
copiaban los milagros que se hacían a través de Moisés. El hombre de pecado in 2Tes. 2:9-10 es descrito
como aquel inicuo cuyo advenimiento es por obra de Satanás, con gran poder y señales y prodigios mentirosos,
y con todo engaño de iniquidad para los que se pierden. Nuestro Señor enseñó que a muchos que afirman que son
profetas de Cristo, y que son exorcistas, en el día del juicio no les será permitido entrar al cielo debido a que
realmente son hacedores de iniquidad (Mateo 7:22-23).

Es digno de notarse que quienes afirman que poseen dones apostólicos hoy en día, raramente hablan de
ciertos milagros que pueden presentar riesgos como tomar en las manos serpientes venenosas y beber alguna cosa
mortífera (Marcos 16:18). Su silencio acerca de estos temas es ensordecedor.

Nos podemos preguntar, “¿Pero no deberían ser manifiestos los dones el día de hoy ya que Jesús es siempre
el mismo?” La respuesta es que su carácter esencial no puede cambiar, pero eso no significa que El está obligado
a hacer siempre lo mismo a través de las generaciones sobre la tierra. Como ejemplo, ya no ofrecemos sacrificios
de animales como lo hicieron los santos del Antiguo Testamento.
A aquellos que pudieran argumentar, “yo lo he experimentado, y no me importa lo que la Biblia u otras
personas puedan decir,” respondemos con las palabras de Isaías 8:20. ¡A la ley y al testimonio! Si ellos no hablan
de acuerdo con esta palabra, es que no les ha amanecido. La Escritura es la norma por la cual debemos medir
nuestra experiencia, y no a la inversa.

¿Se manifiestan nuevamente los dones milagrosos de los apóstoles? No. Ahora no hay ni apóstoles ni
dones apostólicos. Cuando se pusieron los cimientos de la iglesia, se completó el Nuevo Testamento y se
desintegró la nación judía, cesó también la necesidad de ministerios especiales y de dones milagrosos.
Ciertamente Dios puede realizar milagros ahora, pero el don de hacer milagros no es dado a nadie en este tiempo.

Desde una perspectiva positiva, la Escritura ciertamente ofrece algo a los creyentes que es aún más
excelente que los dones extraordinarios que ya cesaron. Ofrece gracias ordinarias – tales como fe, esperanza y
amor, que ahora permanecen (1Cor. 12:31; 13:8, 13). Aunque “ordinarias”, estas gracias son sin embargo
sobrenaturales, y Dios puso un valor especial en ellas. Sin santidad nadie verá a Dios (Hebreos 12:14). Es nuestro
deber anhelar y cultivar estas gracias.

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