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Capítulo 6:

"Del donoso y grande escrutinio que el cura y el barbero hicieron en la


librería de nuestro ingenioso hidalgo".

En este capítulo prevalece la metaficción, puesto que el barbero y el cura


comienzan a revisar y comentar la librería de don Quijote para ver cuáles
libros deben quemarse. Encuentran Los cuatro de Amadís de Gaula y deciden
no quemarlo por ser el mejor de todos los libros de ese género.

También encuentran Las Sergas de Esplandián, Don Olivante de


Laura y Amadís de Gaula, entre otros. Deciden quemar la mayoría de los
libros "por disparatado[s] y arrogante[s]". Otro que deciden salvar de las
llamas es Palmerín de Inglaterra por ser una historia "muy buena" y porque
su autor fue un "discreto rey de Portugal".

El barbero quiere salvar los libros de poesía porque cree que no le harán daño
ni perjudicarán la moral, pero la sobrina le dice que sin los libros de
caballerías, don Quijote podría leer estos de poesía y luego querer dedicarse a
ser pastor o, lo que consideran peor, poeta "que, según dicen, es enfermedad
incurable y pegadiza", agrega la sobrina. Deciden no quemar uno que otro
libro que consideran de buen gusto, y salvan también El Cancionero porque el
autor es amigo del cura.

Otro hallazgo es nada más y nada menos que La Galatea, de Miguel de


Cervantes. Sobre este autor, el cura dice: "Muchos años ha que es grande
amigo mío ese Cervantes, y sé que es más versado en desdichas que en versos.

Su libro tiene algo de buena invención; propone algo, y no concluye nada: es


menester esperar la segunda parte que promete; quizá con la emienda
alcanzará del todo la misericordia que ahora se le niega".

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