Sie sind auf Seite 1von 12

Universidad Nacional de Colombia

Facultad de Ciencias Humanas


Departamento de Literatura
Maestría en Estudios Literarios
El ensayo en Colombia
Presenta: Alejandra Guarín Téllez
La situación del escritor en Colombia: una mirada crítica al oficio de la literatura en
los años sesenta
Jorge Eliécer Ruiz (1931-2011) fue uno de los miembros del grupo de intelectuales
involucrados en el proyecto editorial conocido como Revista Mito (1955-1962), una de las
revistas que mayor impacto tuvo en el panorama literario y crítico colombiano. En sus
cuarenta y dos números se publicaron textos concernientes a distintos campos del arte y las
ciencias sociales, además de traducciones de distintos autores internacionales que dan cuenta
de un interés por expandir el campo de influencias intelectuales en el país y una preocupación
intrínseca por el estado de la cultura en el país.
Ruiz se destacó como escritor, ensayista, poeta y crítico literario. Además de ejercer como
directivo y asesor en las universidades Distrital, Nacional y Jorge Tadeo Lozano, fue director
de la Biblioteca Nacional de Colombia, subdirector de Colcultura, secretario general en el
Ministerio de Educación y consultor de la Unesco y las Naciones Unidas. Como se ve, la
cultura y la educación fueron preocupaciones permanentes durante su vida, aunque después
de la extinción de la revista, acaecida tras la prematura muerte de Jorge Gaitán Durán, su
rastro se diluye un poco y es necesario buscarlo sobre todo en publicaciones periódicas. 1
Sin duda, Mito significó el surgimiento de un momento nuevo para pensar la realidad
colombiana y el desarrollo de la profesión literaria en el país. Temporalmente hablando, se
trataba también de un momento neurálgico en el país, que se encontraba azotado por el ya no
tan reciente fenómeno de la Violencia bipartidista.
En un país en el que los proyectos editoriales no tenían una larga duración en el tiempo, por
falta de recursos o público, Mito logro sostenerse durante un tiempo importante y convocar
a importantes voces de la literatura y el pensamiento global. Surgido del interés de un
pequeño grupo, su propuesta nace de una preocupación y una toma de postura común frente
a un panorama intelectual que se considera estancado y asediado por diferentes problemáticas
sociales y personales.
Por ello deseo, en el ensayo de Ruiz llamado Situación del escritor en Colombia, reconocer
las características de un gesto ensayístico diferente al que hasta entonces se había
desarrollado en el país, y que revela un proceso de reflexión que indaga sobre la propia
existencia de Ruiz, como individuo y parte de un colectivo social y una actitud
problematizadora, pero también propositiva, frente a la sociedad que lo rodea. Es necesario

1
Páez Escobar, Gustavo. Jorge Eliécer Ruiz. El Espectador (Abril 6 de 2011). Disponible en:
https://www.elespectador.com/opinion/jorge-eliecer-ruiz-columna-261410
entonces, en primer lugar, entender el propósito y los intereses del lugar de publicación y
enunciación del texto: el grupo y la revista Mito.
Mito: odios comunes, realidades compartidas
Podría afirmarse que Mito, en tanto grupo, surge gracias a la inconformidad de sus integrantes
respecto a los desarrollos intelectuales y culturales que se gestaban en la Colombia de
mediados de los años cincuenta. Hernando Téllez, en una nota sobre la revista, apuntó a la
necesidad de una publicación que reivindique el papel de la literatura, el arte, la filosofía y la
ciencia, aún cuando la comunidad no parece respetar dichas disciplinas ni interesarse en
ellas.2
La revista Mito fue fundada en el año de 1955 por Jorge Gaitán Durán y Hernando Valencia
Goelkel. El primer número apareció el diez de mayo de ese año y, desde allí, se convirtió en
un proyecto editorial y cultural muy reconocido en el país. La publicación tenía como
propósito responder a las necesidades de la clase intelectual colombiana, que sentía la
necesidad de contar con un espacio de publicación y de contacto con otras redes intelectuales
del continente y del globo.3
En el primer dossier, las cabezas del proyecto presentaron su manifiesto, en el cual
expusieron su línea editorial, su método y sus presupuestos básicos: presentar textos en los
cuales el lenguaje haya sido llevado a su máxima densidad o tensión, ofrecer materiales de
trabajo y situaciones concretas y rechazar todo dogmatismo.4
Mito se abrió a las más diversas corrientes de pensamiento y realizó un permanente ejercicio
de autocrítica, que le impulsaba a publicar textos de gran calidad. Las inquietudes de los
editores de la revista no eran solamente de orden estético, sino que también pretendían
abordar la realidad nacional, desde la perspectiva de las ciencias sociales y la discusión
política y filosófica.5
Los miembros de la ‘plana mayor’ de Mito, es decir, Gaitán Durán, Valencia, Eduardo Cote
Lamus y el propio Ruiz compartían determinadas convicciones, desprendidas de un análisis
concienzudo y activo de la sociedad de su tiempo. Esa reflexión sentó los presupuestos que
orientaron la actividad editorial de la revista:
Pienso, sin exagerar, que la importancia de Mito radica en eso: quienes la hicieron
compartían los mismos odios. Odiaban el conformismo de la sociedad colombiana,
su mediocridad, ‘’más letal que todas las tiranías’’; el inmovilismo y la burocracia.6

2
Cobo Borda, Juan Gustavo. (1975) Lectura de Mito. En Mito, 1955-1962. Colombia: Instituto Colombiano de
Cultura.
3
Sarmiento, Pedro. (2006). La Revista ‘Mito’ en el tránsito de la modernidad a la posmodernidad literaria en
Colombia. Colombia: Instituto Caro y Cuervo.
4
Ibid.
5
Ibid.
6
Cobo Borda, Juan Gustavo. (1975). Op. Cit, p. 8.
En los cuarenta y dos números de la revista se publicaron textos pertenecientes a diversos
géneros: cuento, poesía, teatro, ensayo (filosófico, antropológico y sociológico) y
conferencia. Al mismo tiempo que se publicaban textos de habla hispana, se presentaban
textos traducidos, cuyos originales procedían de idiomas como el inglés, el alemán, el francés
y el italiano.
Este interés por un cosmopolitismo intelectual fue, al mismo tiempo, uno de sus más
importantes propósitos y fuente de tozudas críticas de algunos de sus lectores. Para el grupo
era de gran importancia insertar la producción artística colombiana en un contexto más
amplio, global si fuere posible, para romper con el estancamiento de una sociedad que parecía
mirarse solamente a sí misma:
Se trazó como proyecto hacer conocer las grandes discusiones de la época y, en
consecuencia, servir de palestra para el encuentro de la diversidad en un período de
grandes ebulliciones culturales y de tendencias filosóficas y estéticas renovadoras en
Europa. La revista buscó ser un puente hacía la universalidad en un momento de
oscuridad política y de aislamiento cultural en Colombia.7
Sin embargo, el carácter verdaderamente subversivo de esta empresa cultural radicaba,
realmente, en proporcionar un espacio de conocimiento y reflexión de sí mismos (como
colombianos, como intelectuales y como artistas), que implicara además el reconocimiento
de los posibles espacios de acción del trabajo intelectual en una sociedad profundamente
anacrónica signada por el paternalismo de la clase dirigente y la indiferencia del grueso de la
población.8
Está relación irregular entre la sociedad y el escritor dependía parcialmente, según el grupo
Mito, de la falta de especificidad de la labor del literato: muchas veces la escritura era una
profesión secundaria y casi vergonzante de políticos, abogados y otros funcionarios de las
diferentes instituciones gubernamentales.9
Como se verá en el ensayo de Ruiz, este tipo de relaciones entre el escritor y la sociedad
actuaban en detrimento de la producción estética y socavaban la función social de la literatura
como vehículo de manifestación del pensamiento social e individual. Convengamos,
entonces, que Mito fue, sobre todo, un dedo acusador que puso la lupa sobre las múltiples
problemáticas del país, desde una posición de outsider:
Esta excepción, esta marginalidad dentro del circuito acaba, como es apenas natural,
por ser incorporada, u olvidada, pero cuando esto sucede, casi siempre su objetivo se
ha logrado: señalar, revelar.10

7
Jurado Valencia, Fabio. (2005). La Revista Mito: irreverencia y contestación. En Mito: 50 años después
(1955-2005). Colombia: UNAL y Lumen, p. 8.
8
Cobo Borda, Juan Gustavo. (1975). Op. Cit.
9
Ibidem.
10
Ibidem, p. 20.
Situación del escritor en Colombia: un ensayo
Ruiz expone la falta de especificidad del oficio de la escritura, practicada en la mayoría de
los casos por personajes que no se consideran a sí mismos artesanos o trabajadores del
lenguaje, sino simples canalizadores de una inspiración o genio de llegada incierta y
esporádica. El facilismo es su religión, y la dadiva a las instituciones que los acogen terminan
de minar la labor. Las condiciones sociales, históricas, económicas e incluso psicológicas
Así, Ruiz critica desde el comienzo del escrito una actitud altamente problemática frente al
entorno social que lo rodea. Sin duda, su capacidad de señalar, indicar y revelar los problemas
que percibe en el ámbito de la producción literaria en Colombia se deriva del aparato editorial
en el que esta inserto su manifiesto. El lugar de enunciación de su denuncia, por llamarla de
algún modo, no podría resultar más apropiado:
A esto debe agregarse el hecho de que quienes deben aplicar los remedios son
aquellos que padecen las dolencias. Y como estas dolencias son de carácter psíquico,
o se relacionan directamente con la personalidad del escritor, existe la seguridad de
caer en el movedizo terreno de las racionalizaciones. El bizantinismo reemplazará,
entonces, a la sagacidad y la autocompasión tomará el nombre de viril reconocimiento
de las limitaciones inherentes a la ‘época’ o a la ‘condición humana’. Pero vale la
pena afrontar estos riesgos cuando se halla en juego la posibilidad de estimular los
poderes creadores del escritor y de obtener para él una más amplia comprensión
social.11
Ruiz, como ensayista, se sitúa en determinadas coordenadas sociales, condicionadas por
diversos factores históricos y políticos. Como es frecuente en el género ensayístico, Ruiz
enuncia desde un presente y desde una perspectiva particular: la del intelectual que ha abierto
sus ojos a otras redes del continente y se ve obligado a indagar sobre las condiciones de su
propio terruño. De acuerdo a Bense:
Escribe ensayísticamente quien compone experimentando, quien hace rodar su tema
de un lado al otro, quien vuelve a preguntar, quien vuelve a tocar, probar y reflexionar,
quien aborda un tema desde diversos ángulos, toma distancia de él y, en un golpe de
genio intelectual reúne lo que ve y prefabrica lo que el tema deja ver bajo ciertas
condiciones generadas a través de la escritura […] No se intenta escribir, no se intenta
conocer: se intenta ver como se comporta un tema literariamente, se plantea por tanto
una pregunta, se experimenta con un tema. Vemos al respecto que lo ensayístico no
reside solo en la forma literaria en la cual queda redactado algo, sino que el contenido,
el objeto de que se trata aparece como ensayístico pues aparece bajo ciertas
condiciones.12

11
Ruiz, Jorge Eliécer. (2005). ‘‘Situación del escritor en Colombia’’. En Mito: 50 años después (1955-2005).
Colombia: UNAL y Lumen, p. 104-105.
12
Bense, Max. (2004). Sobre el ensayo y su prosa. Traducción de Martha Piña. Revisión de Liliana Weinberg.
Cuaderno de los seminarios permanente México: UNAM, p. 25.
Sin duda, el ensayo de Ruiz da vueltas al tema de la producción y los productores literarios
colombianos, evaluando la cuestión desde la perspectiva social, psicológica e histórica. El
texto también posee un carácter expositivo, dado que pretende descubrir algunas
características evidentes, aunque soslayadas, del oficio de la escritura en Colombia.
El autor intenta esbozar una crítica, más propositiva, que taxativa de las condiciones del
desarrollo de la escritura en Colombia. Se trata de una preocupación de vieja data, que ya
había ocupado las mentes y páginas de autores como Baldomero Sanín Cano y Hernando
Téllez. Este ejercicio crítico, aunque busca los antecedentes de la producción de literatura en
el país, es particularmente valioso por el momento histórico en el que se desarrolla.
Publicado en abril de 1961, el ensayo de Ruiz expresa de manera explícita la noción de
constituir esferas de producción cultural a la usanza de otros países, donde la escritura se
desarrollaba de un modo profesional y la conformación de grupos permitía el intercambio de
visiones con otras latitudes. Escrito durante el pleno Frente Nacional (1958-1974), Ruiz se
ve obligado a indagar por la influencia del país político sobre la realidad cultural.
Este análisis se ve enriquecido por la abundancia de enfoques disciplinares que tiene en
cuenta para su desarrollo, y que al mismo tiempo dan cuenta de la llegada de nuevas
corrientes de pensamiento al país. Estos conceptos le dan mayor riqueza y profundidad al
análisis: trascienden lo meramente anecdótico y ayudan a dilucidar las secretas estructuras
del desarrollo de la cultura en Colombia. En este sentido, Weinberg afirma:
El ensayo se piensa desde varias perspectivas de abordaje, cmo una operación del
espíritu, una forma enunciativa, una textualidad o configuración peculiar de la prosa,
un estilo del pensar, un estilo del decir, una clase de textos, una serie de reglas o bien
una determina relación con los lectores y la comunidad hermenéutica. Ensayar es para
algunos autores una operación del espíritu que corresponde al acto de entender, es el
despliegue de la inteligencia a través de una poética del pensar y es la puesta en
práctica de nuestra capacidad de interpretar la experiencia y dar un juicio sobre la
realidad desde una perspectiva personal.13
Inevitablemente, la perspectiva personal de Ruiz se entrelazará con la perspectiva general del
grupo Mito. El ensayo podría leerse, entonces, como una toma de posición de dicha
colectividad respecto al quehacer literario en Colombia. A continuación, pretendo condensar
las inconformidades y propuestas de Ruiz, siguiendo el esquema del texto original, para
identificar algunas características del gesto ensayístico.
La trayectoria de Ruiz que se esbozó más arriba, así como su relación con el grupo de Mito
servirán para identificar algunos de estos rasgos y determinar la importancia de una crítica
como la suya al desarrollo de la producción literaria en Colombia en un momento
determinado de su historia.

13
Weinberg, Liliana. (2013). ‘‘Situación del ensayo’’. En Situación del ensayo. Costa Rica y México: UNAM,
FUNA y CIALC, p. 24-25.
El escritor y la sociedad
En esta sección, Ruiz esboza un planteamiento obvio, que sin embargo resulta cierto tanto
para el escritor como para el ensayista: el productor intelectual vive dentro de una sociedad
determinada. Las relaciones que tiene con esta sociedad pueden ser diversas: se contempla la
oposición, palpable en una crítica, y la aceptación.
En un ejercicio sociológico, Ruiz se permite plantear determinadas características de la
sociedad colombiana: asocial, disgregada y con una marcada escisión entre las instituciones
y las realidades sociales y económicas. Esta relación, que se mueve en la dirección individuo-
colectividad, implica en general una posición de descontento del escritor colombiano que se
traduce en falta de compromiso con la realidad. Los resultados varían entre el conformismo,
la ingenuidad y el exotismo forzado.
El compromiso con grupos específicos o interés particulares termina por encasillar los
contenidos en ciertas formas estereotipadas que son impuestas por las propias instituciones
sociales. Implícitamente, Ruiz esboza el desarrollo de la profesión literaria en Colombia, pero
lo hace sobre todo en relación con su presente histórico. Una preocupación central del autor,
que se esboza ya en esta primera parte, radica en la comprensión social con la que debe contar
el autor:
No obstante, su urgencia, este trabajo tropieza con innegables dificultades. Quienes
alegan las condiciones históricas y sociales como atenuantes de los vicios y los
defectos de nuestros escritores, proclaman, al mismo tiempo, la absoluta
desvinculación del arte y la sociedad – esta misma sociedad que hacía el escritor su
víctima propiciatoria. ‘‘Unas son las exigencias de la sociedad y otras las del arte’’,
dicen, como si pudiera establecerse una superación real y no meramente lógica entre
las exigencias del agente y sus mandatarios y las pretendidas imposiciones de una
obra ya terminada y conclusa y por lo tanto muerta. 14
Parece entonces obvio que para Ruiz la obra de arte no puede desvincularse de sus
condiciones de producción, y que más bien son estas las que la determinan, aún por encima
de las características personales y psicológicas del autor. Esta primera sección despliega ya
unos valores de juicio frente al quehacer literario, que se derivan de las problemáticas sociales
y políticas que Ruiz observa en su propio contexto.15 Esta tarea convierte este texto en una
muestra de pensamiento crítico, que cumple con una de las funciones esenciales del ensayo
moderno: echar luz sobre un problema específico del devenir humano.
La sociedad y el escritor
En este caso, la relación se mueve en la dirección colectividad-sujeto: el carácter del creador
se relega a un plano secundario, opacado por la preeminencia política o el ejercicio de la

14
Ruiz, Jorge Eliécer. (2005). Op. Cit, p. 104.
15
Weinberg, Liliana. (2013).‘‘La esencial heterogeneidad del ensayo’’. En Situación del ensayo. Costa Rica y
México: UNAM, FUNA y CIALC, p. 36.
función burocrática. Sin embargo, más apremiante parece resultar la falta de interés o
tratamiento de los problemas propios de la sociedad, lo que impide una conexión efectiva
con esta última.
La discusión de Ruiz respecto a la denominada literatura sobre la violencia le confiere al
texto gran vigencia dentro de su momento. Categoría generalista, que incluye las
manifestaciones literarias que de un modo u otro lidiaban con las causas y consecuencias de
la violencia política que se había adueñado del país desde los años cuarenta, para nuestro
ensayista esta literatura tiene un carácter sobre todo efectista y anecdótico, más relacionado
con el sentir que con una necesidad real de denunciar, o cuando menos retratar, una realidad
social. Ruiz afirma, combinando la psicología, la filosofía y la crítica estética, que:
Se trata del problema de la violencia física que ejercitan entre sí algunos grupos de
colombianos. Pero el movimiento del espíritu del escritor es muy diverso. Para él
existe la violencia como una manifestación del mal, la violencia en el hombre. Luego
esta violencia se encarna en unos seres concretos que vienen a ser los sujetos de su
narración. En esta forma los problemas son tratados sintéticamente, aparecen
vinculados al sentido general del hombre y del mundo. Cuando se olvida esta
vinculación general se cae en la sensiblería de lo próximo y en la moral patriótica,
que es la más espuria de las manifestaciones de la ética.16
Los movimientos dialécticos entre lo general y lo particular no se desarrollan con precisión
en el caso colombiano: lo cosmopolita es cursi y el realismo es provinciano. Sin duda, se
trataba de una opinión generalizada dentro de la revista Mito: las letras colombianas no
habían recibido adecuadamente las influencias del exterior, cuando mucho éstas habían sido
mal calcadas y precariamente adaptadas a los temas nacionales.
Esta preocupación por los temas de una sociedad, en el caso del literato, deben trascender el
mero interés periodístico, histórico o sociológico, sino que deben conectarse con el sentido
propio de la vida y desentrañar la trascendencia de los problemas y los sentimientos del ser
humano a través de los tiempos.
Considero que, como ensayista, Ruiz esboza en su comentario más fineza que belleza
intelectual: sus postulados son claros, su estilo es directo y apasionado, pero se nota más
interés por el fondo que por la forma. Sus afirmaciones parecen buscar una suerte de
objetividad, que remiten más bien a la reflexión crítica y a la exposición sociológica que a la
prosa fluida. Según Bense:
Lo ensayístico de belleza intelectual desarrolla, fuera del ámbito de delimitación
científica del tema, una reflexión, más movediza, más intuitiva e irracional; se
descubre ciertamente la claridad, pero esta claridad no es la de la determinación
conceptual, sino más bien la de la revisión del espacio poético o intelectual al cual ha
ingresado. Lo ensayístico de fineza intelectual se desarrolla a partir de preocupaciones
axiomáticas y definitorias sobre un tema bastante determinado, que corresponde a una

16
Ruiz, Jorge Eliécer. (2005). Op. Cit, p. 108.
ciencia, y tiene una esencial inclinación hacía la lógica, elige el estilo de la razón
brillante, que nunca abandona; analiza, descompone, desgrana la sustancia que
sostiene en la completa variación experimental.17
No se puede descartar que el ensayo de Ruiz también hubiera tenido una intención bastante
polemizante, en tanto las críticas a los escritores colombianos es bastante directa y a que su
intención es desnaturalizar ciertas situaciones y comportamientos que se han convertido en
la norma dentro de la cultura nacional. La revista Mito, además, siempre tuvo ese interés por,
cuando menos, suscitar el debate respecto al panorama intelectual colombiano.
La libertad y el escritor
La libertad se expresa en este apartado como una condición principalmente utópica, pero bajo
cuyo supuesto deben trabajar todos los escritores. La subversión o el mejoramiento de las
condiciones de vida es condición esencial para la producción de arte.
Ruiz identifica las cuatro instituciones que más tienden a malograr el trabajo creativo del
escritor: la Iglesia, el Gobierno, el ejército y el capital organizado. De más está explayarse
en los mecanismos que ha utilizado la Iglesia Católica para, con mano de hierro, controlar
diferentes expresiones literarias: la censura podría ser el más importante de ellos. El
desarrollo de la labor literaria resulta ser un juego entre los factores externos e internos, que
complejizan lo que en principio parecería ser una labor individual:
La inhibición del escritor para cumplir con su deber puede nacer, evidentemente, de
factores internos. Pero estos, u obedecen a presiones del medio social o resultan
inalcanzables para aquel que quiera obtener algunas precisiones de validez general.
No obstante, el psicoanálisis podría revelar como las obras de algunos escritores
tienen el mismo sentido que la abstención de otros, que sin haber conocido el placer
de violentar las cuartillas pertenecen a todas las asociaciones de escritores existentes
y futuras. Cuando se habla de los obstáculos que se presentan al escritor para la libre
emisión de sus opiniones es necesario tener muy en cuenta que el periodista, el literato
y el poeta están expuestos en muy diversos grados a las coacciones sociales, políticas,
económicas o religiosas.18
La libertad artística en exceso también resulta peligrosa: de ella derivan la abulia, el
conformismo y esa suerte de barroquismo intelectual que deriva en una exaltación zalamera
e innecesaria de lo connacional. Esta pereza impediría pensar la realidad en sus justas
dimensiones e identificar aquellas condiciones susceptibles de ser cambiadas.
Ruiz identifica una falta de interés o capacidad por romper el círculo de las mentiras oficiales,
y el mismo parece querer erigirse en un faro de luz respecto a la letanía de fútiles alabanzas
que solo entorpece la verdadera tarea de la escritura. ¿Para quién escribe en realidad Ruiz?
Sobre y para los otros, pero dado que el gesto ensayístico implica una reflexión sobre sí

17
Bense, Max. (2004). Op. Cit, p. 28.
18
Ruiz, Jorge Eliécer. (2005). Op. Cit, p. 110.
mismo, también se cuestiona su propia labor como productor de cultura. En palabras de
Weinberg:
El ensayo oscila entre la soledad y la sociabilidad. El ensayista habla para el otro,
pero habla también para sí mismo: al tiempo que apela a las palabras de todos, obliga
muchas veces al lector a plegarse a sus propias marchas intelectuales, a asomarse a la
intimidad de los procesos mentales y sentimientos que implica el enlace de la
experiencia privada con el sentido del mundo.19
El esnobismo de la ignorancia
El punto central de Ruiz en este apartado radica en la defensa férrea y obstinada que se hace
de la propia identidad, la cual se teme puede ser quebrantada por otro tipo de influencias:
En el terreno de las costumbres es posible que la universalización de los gustos y de
los hábitos conduzca a la bobería, máxime si se llega a ella por el sistema artificial de
la propaganda. Pero en el terreno de la inteligencia las cosas funcionan muy de otra
manera […] Pero esta tarea del juicio solamente puede ser acometida por quienes no
ponen limites a su curiosidad, a la imaginación, a su deseo de comprender el mundo
y el tiempo en que les ha tocado vivir.20
Este párrafo reitera la manera en que se entremezclan y confunden las labores de literato y la
del ensayista crítico. Ruiz, que durante su vida ejerció en ambos sentidos, se mueve
fluidamente entre el reconocimiento de las carencias de los otros, casi como si no
perteneciera al conjunto de productores literarios del país.
El ensayo le concede así una plataforma de observación, que lo eleva un poco por encima de
su realidad. Importante también es resaltar, en este sentido, que Ruiz es un lector: tanto de la
materialidad de la literatura colombiana como de su realidad inmediata. Esta doble acción de
lectura-escritura, es esencial para plasmar el gesto ensayístico en su forma más concreta:
En una nueva vuelta de la espiral, podemos pensar en el ensayista como un lector que
completa y consuma sus propios actos de lectura al producir el mismo otro texto. Es
el caso extremo del proceso de la recepción: el lector se convierte a su vez en autor.
En este caso, a su vez, este lector-autor inscribe su texto y repiensa sus lecturas nada
menos que en el horizonte de un orden literario. De este modo, el ensayo no solo
integra y reactualiza otras lecturas, sino que se vincula con ellas en un horizonte
general de comprensión: aquello que la estudiosa Pascale Casanova denomina la
‘república mundial de la letras’.21
La influencia del grupo Mito en este apartado es incontestable: el escritor colombiano ha
intentado aferrarse a una originalidad matizada por el provincianismo, el agrarismo y la
búsqueda excesiva de un americanismo, de unas raíces espurias y exotizantes que puedan

19
Weinberg, Liliana. (2013). Op. Cit, p. 28.
20
Ruiz, Jorge Eliécer. (2005). Op. Cit, p. 112.
21
Weinberg, Liliana. (2013). Op. Cit, p. 56.
agradar a lectores de otras latitudes. Se pone de manifiesto, nuevamente, la falta de
conexiones entre sociedad y la literatura producida en el seno de esta.
Las limitaciones concretas
En este apartado las críticas se dirigen, en particular, a la falta de grupos de intelectuales,
plataformas de crítica objetiva y el marcado desinterés de instancias como la industria
editorial y el propio gobierno por difundir la cultura de manera efectiva y atractiva. Sin
embargo, Ruiz concluye con una nota esperanzadora sobre la toma de conciencia de la
necesidad de nuevas herramientas de comunicación:
Cada vez resulta más notorio que los escritores nuevos aprecian el valor de las
palabras y comprenden que éstas sirven para arrojar luz sobre la realidad, para revelar
el mundo y no para idealizarlo o para refutarlo. Es muy posible que una literatura
conformista e hipócrita haya contribuido notablemente a reforzar los mecanismos de
la violencia. Cuando la realidad es más deprimente que la ficción, cuando no se
describe el mundo sino que se lo afeita, cuando se ensalzan los poderes constituidos
y se les adorna con las virtudes que fabrica nuestro temor, se están creando las
condiciones propicias para la anarquía, el tedio y la violencia, ya que ésta, en ultima
instancia, no es otra cosa que la solución irracional de las tensiones creadas entre la
realidad y el espíritu.22
Ruiz reconoce en esta sección el carácter provisional de su reflexión, en tanto considera que
las cosas pueden cambiar a futuro, y también pueden no hacerlo. Este carácter provisional es
típico del género ensayístico: la reflexión es tan movediza como el flujo mismo del
pensamiento humano. El ensayo es experimentación, el intento, una lectura personal y
cambiante como las cosas mismas:
Regresaremos a este tema una y otra vez a lo largo de estas páginas: la clave del
ensayo está en su hacerse en tiempo presente, en ese esfuerzo por representar el acto
mismo de representación: de allí entonces su capacidad desenmascaradora de todo
sistema cristalizado. El ensayo es teatro de experimentación, no encubre el carácter
siempre provisional, siempre abierto, de toda reflexión auténtica, sino que lo pone al
desnudo, como pone en evidencia el carácter siempre históricamente marcado y sin
pretensiones de originariedad, siempre valorativo y sin pretensiones de neutralidad,
que hace del ensayo un quehacer desenmascarador del discurso filosófico.23

22
Ruiz, Jorge Eliécer. (2005). Op. Cit, p. 116.
23
Weinberg, Liliana. (2013). Op Cit, pp. 44-45.
Conclusiones
La revista Mito se constituyo en una plataforma efectiva de crítica al quehacer literario e
intelectual en Colombia. El texto de Ruiz permite vislumbrar algunas de las preocupaciones
centrales del grupo: la falta de apertura de las letras colombianas al mundo, la falta de grupos
de creadores y medios efectivos de crítica y en general la falta de una conexión efectiva entre
la sociedad y quienes escriben para ella.
Como resultado de un gesto ensayístico, el texto de Ruiz resulta muy efectivo como proceso
de reflexión y lectura de una realidad concreta. El autor, al mismo tiempo doctor y enfermo,
caracteriza la producción literaria no solo como un proceso de creación individual, sino como
resultado de influjos externos y procesos sociales, que determinan la calidad y la recepción
de la obra.
Se trata de un texto con un carácter irónico y ocasionalmente ácido, que se apoya en diversas
disciplinas para formular una crítica más efectiva y objetiva de la situación del escritor en
Colombia. Aunque Ruiz nunca habla en primera persona, en el texto se perciben los
cuestionamientos sobre su propia práctica artística y las de sus pares.
La época particular en la que surgió el texto impulsa a una crítica sobre la llamada literatura
de la violencia, que es a la vez un cuestionamiento sobre el compromiso del artista con la
realidad y el manejo estético que debe darse a ciertas situaciones sociales. La función social
de la literatura, en este caso, se analiza desde una perspectiva psicológica, sociológica,
económica, política y teórica, que enriquece la perspectiva y evidencia un interés por superar
el estudio local y parroquiano de la temática.
La labor del grupo Mito, entonces, implica la consolidación de una crítica moderna en el país.
El texto de Ruiz es muestra de la profunda reflexión sobre el panorama cultural e intelectual
en Colombia, que permite al lector percibir el tren de pensamiento del autor e identificar
diversas características del género ensayístico: la meditación profunda sobre una temática
particular, echar la mirada sobre el presente y arrojar luz donde solo se ven tinieblas.
Bibliografía
Bense, Max. (2004). Sobre el ensayo y su prosa. Traducción de Martha Piña. Revisión de
Liliana Weinberg. Cuaderno de los seminarios permanente México: UNAM.
Cobo Borda, Juan Gustavo. (1975) Lectura de Mito. En Mito, 1955-1962. Colombia: Instituto
Colombiano de Cultura.

Jurado Valencia, Fabio. (2005). La Revista Mito: irreverencia y contestación. En Mito: 50


años después (1955-2005). Colombia: UNAL y Lumen, p. 8.

Páez Escobar, Gustavo. Jorge Eliécer Ruiz. El Espectador (Abril 6 de 2011). Disponible en:
https://www.elespectador.com/opinion/jorge-eliecer-ruiz-columna-261410
Ruiz, Jorge Eliécer. (2005). ‘‘Situación del escritor en Colombia’’. En Mito: 50 años después
(1955-2005). Colombia: UNAL y Lumen.
Sarmiento, Pedro. (2006). La Revista ‘Mito’ en el tránsito de la modernidad a la
posmodernidad literaria en Colombia. Colombia: Instituto Caro y Cuervo.

Weinberg, Liliana. (2013). ‘‘Situación del ensayo’’ y ‘‘La esencial heterogeneidad del
ensayo’’. En Situación del ensayo. Costa Rica y México: UNAM, FUNA y CIALC.

Das könnte Ihnen auch gefallen