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Gramsci

Gramsci sugiere que el capitalismo ejerce su poder de manera violenta contra sus enemigos y
consensuada contra los aliados. La dominación (violencia) y la dirección cultural (consenso) no
se pueden separar.

Hegemonía: proceso de dirección política de un sector social sobre otro. Se ejerce en el plano
político, pero también en el cultural e ideológico.
Hoy en día la principal vía de construcción hegemónica son los medios de comunicación
masiva, antes ese lugar lo ocupa la escuela.

Nunca existe el puro consenso ni la pura violencia. La coerción de la fuerza y el convencimiento


de la ideología siempre se complementan.
Todo proceso de ejercicio de la hegemonía lleva implícito el intento de generalizar los valores
particulares de un sector social para el conjunto de la población. La escala de valores de toda
sociedad siempre está en disputa. Termina predominando la de aquel sector que ejerce la
hegemonía, pero ésta siempre se enfrenta a un intento contrahegemonico por parte de los
segmentos subordinados.
Todo intento hegemónico persigue neutralizar la contrahegemonia y al mismo tiempo alinear a
otros sectores tras las propuestas propias.

La sociedad civil

Entre la economía (o “estructura”) y el Estado (o “superestructura”) se ubica un tercer tipo de


instituciones que, en su conjunto, Gramsci denomina “sociedad civil”. Estas instituciones son:
la escuela, los periódicos, los partidos políticos, los sindicatos, las sociedades de fomento, las
iglesias, etc., cuya finalidad consiste en generar consenso.
Para Gramsci la dominación del capitalismo sobre los trabajadores se reproduce
cotidianamente combinando la violencia (o la amenaza) que ejercen las instituciones del
Estado y el consenso que fabrican las instituciones de la sociedad civil.
Cuanto más débil es la denominación capitalista y mayor crisis tiene la sociedad, mayor
violencia necesitan los empresarios para seguir viviendo del trabajo ajeno. En cambio, cuanto
más sólida y fuerte es esa denominación, mas “democrático” y “pacifico” es el capitalismo.

Filosofía de la praxis y teoría de la hegemonía

Ideología: constituye una concepción del mundo (habitualmente implícita) presente en la


actividad científica, en la cultura, en la vida económica y fundamentalmente en la actividad
política.

Gramsci piensa que todos los seres humanos son espontáneamente filosóficos. Esta filosofía
popular está contenida implícitamente en el sentido común, en el lenguaje, en la religión
popular, en las supersticiones cotidianas y en el folclore.
Toda afirmación del sentido común presupone una filosofía implícita pasivamente aceptada.

En el sentido común conviven de manera caótica, contradictoria y desordenada diversas


concepciones del mundo e ideologías políticas. De todas ellas hay una que predomina: la
políticamente hegemónica.

Daniel Campione: Gramsci

Sociedad política: es el ámbito de lo público, lo político-jurídico, la coerción.


Sociedad civil: es el ámbito de lo privado, de las relaciones “voluntarias”, la construcción del
consenso.
A.G las considera como dos grandes planos superestructurales, a la primera corresponde el
Estado y el “dominio directo” y a la segunda la función de hegemonía. Pero ambos niveles se
entrecruzan. En ocasiones A.G identifica estado con sociedad política, y en otros considera al
estado como sociedad política más sociedad civil (hegemonía revestida de coerción).

Sociedad civil: es la sede de la capacidad de dirección, distinta de la capacidad de mando. Una


sociedad civil desarrollada corresponde a la mayor gravitación del consenso, y es por lo tanto
la base posible de una auténtica “hegemonía”. Y permite la formación de “opinión pública”.

Los intelectuales son los “empleados” del grupo dominante para el ejercicio de las funciones
subalternas de la hegemonía social y el gobierno político, a saber: 1) del “consenso”
espontaneo que las grandes masas de la población dan a la dirección impuesta a la vida social
por el grupo fundamental dominante, consenso que históricamente nace del prestigio (y por lo
tanto de la confianza) que el grupo dominante deriva de su posición y de su función en el
mundo de la producción. 2) del aparato de coerción estatal que asegura “legalmente” la
disciplina de aquellos grupos que no “consienten” ni activa ni pasivamente, pero que está
preparado para toda la sociedad en previsión de los momentos de crisis en el comando y en la
dirección, casos en que no se da el consenso espontaneo.
La coerción ocupa un segundo lugar en las sociedades hegemónicas, pero puede pasar al
primero en el momento de crisis.

Sentido común: es la concepción del mundo difundido en una época histórica en la masa
popular. Siempre existe un conformismo, un sentido de la “normalidad” de lo que siempre fue,
y el sentido común expresa este conformismo. Es un agregado desordenado de concepciones
filosóficas.
La hegemonía es el predominio intelectual y moral, diferente del “dominio” en el que se
encarna el momento de la coerción, pero esa “dirección” tiene raíces en la base, componentes
materiales junto a los “espirituales”. Es una acción con los elementos tanto “materiales” como
“ideales”: no hay hegemonía sin base estructural, la clase hegemónica debe ser una clase
principal de la estructura de la sociedad, que pueda aparecer como la clase progresiva, que
realiza los intereses de toda la sociedad.
El ejercicio normal de la hegemonía se caracteriza por la combinación de la fuerza y el
consenso, que se equilibran en formas variadas, sin que la fuerza rebase demasiado el
consenso, o mejor tratando que la fuerza aparezca apoyada por el consenso de la mayoría que
se expresa a través de los órganos de la opinión pública –periódicos y asociaciones., los cuales
son multiplicados artificialmente.

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