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5.

RELACIÓN MÉDICO – PACIENTE

La relación Médico – Paciente (RMP) constituye el acto fundamental del


quehacer médico. Se trata de un particular encuentro entre alguien que
presenta un problema en su estado de salud (paciente), y alguien que cuenta
con saberes y conocimientos pertinentes a la solución de esos problemas (el
médico).

Fundamento de la práctica hipocrática. la peculiar vinculación entre hombre y


hombre, establece el acto terapéutico, se halla constituida por movimientos
concurrentes y complementarios, el que va del enfermo hacia el médico y el
que va del médico al enfermo. Ambos fueron llamados por los griegos con el
mismo nombre: Philia (amistad ). Donde hay Philantropie (amor al hombre en
cuanto hombre) hay también Philoteknie (amor al arte de curar).

El establecimiento de una relación terapéutica implica desde un primer


momento que el médico se responsabiliza de la salud del paciente que acude
a él y, por tanto, mientras la relación persista, está obligado a atender lo mejor
que le sea posible, desde un punto de vista científico y ético.

La relación médico – paciente tiene ciertas connotaciones éticas, siendo éstas


muy importantes para delimitar los diversos papeles que, mientras dure la
enfermedad, van a ser asumidos por ambas partes, evitando que se produzca
una transformación del carácter de la relación previamente establecida.

La alianza terapéutica que se establece entre médico y paciente se basa en


la relación de confianza iniciada a partir de la primera entrevista. Por ella,
ambos deciden colaborar juntos para intentar lograr un objetivo común:
combatir el trastorno por el cual se consultó al médico.

Por tanto, una buena relación médico – paciente va a influir de un modo


notable en la respuesta del paciente al tratamiento prescrito, ya que de ella
depende, en buena medida, la confianza que en él va a poner el enfermo, y
por lo tanto, que haga caso o no de las medidas que se le recomiendan.

Desde una óptica más psicoanalítica, debemos considerar yendo desde lo


más obvio y real hacia lo más profundo, distintos planos:

 El médico ofrece conocimientos, y el paciente aporta su afección. Esto


constituye el motivo básico del encuentro.
 Ambas personas tienen una estructura psicológica de base, que
constituye su personalidad previa.
 Se producen procesos psicodinámicos de intercambio inconscientes, más
allá de lo concretamente expresado. Desde el paciente al médico este
fenómeno se denomina transferencia. Desde el médico hacia el paciente
ese movimiento se denomina contratransferencia. Estos fenómenos
deben ser conocidos pues pueden llevar a generar problemas en la
relación, pues se basaría en presupuestos de la fantasía y no de la
realidad actual.
La relación médico – paciente, debe ser interpersonal, lo que implica que el
médico debe considerar al enfermo como una persona, dotada de
inteligencia, libertad y dignidad y poseedor de una vida íntima y no como un
simple objeto de conocimiento y manipulación teórica.
La transferencia es “el secreto de la relación médico – paciente, cualquiera
sea la enfermedad y cualquiera sea la especialidad del médico. Consiste en
la absorción por el médico de la angustia del enfermo. Manipular la
transferencia es tan delicado como manipular los órganos. No estará de más,
por lo tanto, que los médicos las conozcan. Por lo menos que reconozcan la
necesidad de aprenderlo”.
No cabe duda que el prestar atención a las manifestaciones de la
transferencia ayudaría al médico a trascender la barrera hacia una efectiva
relación médico – paciente, permitiendo al primero convertirse en aquello que
el paciente necesita.
Un buen interrogatorio es una obra de arte. Para lograrla plenamente es
preciso de parte del médico: saber, habilidad, tiempo, paciencia, penetración
psicológica. De parte del enfermo: veracidad, prolijidad, confianza, que el
médico debe saber obtener. La relación entre médico y enfermo no debe ser
la del técnico con una máquina defectuosa, sino la relación con un ser vivo y
además persona con razón y lenguaje.
“La amistad o el amor no pueden ser la norma de esta relación médico –
paciente; la asimetría y la distancia son necesarias para ambas partes. La
comunicación existencial no debe significar tampoco la total y mutua apertura,
sino que será más bien la solidaridad en vista de la situación general del
hombre con la enfermedad, el sufrimiento y la muerte, de la que participan
tanto el paciente como el médico, una comunidad emocional, y no sólo
intelectual, en las condiciones básicas de la existencia humana”.
El estudiante se debe habituar a considerar al enfermo, no como un portador
de enfermedades, sino como un ser humano que piensa y discrimina sobre
su estado, con una conciencia propia, individual, de su enfermedad
(autognosis), que le hace apreciar los hechos en una forma absolutamente
particular, según la forma como perciba sus sufrimientos, según sea su
instrucción y su experiencia anterior. El individuo se siente enfermo, tiene
sufrimientos físicos y psíquicos específicos de su enfermedad, y además se
ha formado un criterio sobre ella y su situación.
Surge de manera incontrastable la importancia del diálogo con el enfermo,
como primera y quizás decisiva manera de comenzar el estudio del paciente
en forma correcta y útil.
ANTECEDENTES

1. Relación médico – paciente

a. Autor:

Carlos Caledón L.
b. Resumen:

En los últimos 25-30 años, la relación médico-paciente ha


presentado un cambio mucho mayor que en los 25 siglos
anteriores. Desde Hipócrates el principio de beneficencia siempre
fue entendido como un acto paternalista por parte del médico. En
los últimos 50-60 años, el principio de autonomía adquiere cada
vez más relevancia. Al médico le ha costado salirse de esa
concepción paternalista y asumir una relación con su paciente
más simétrica. Por otro lado, por el principio de justicia, en la
actualidad al médico se le exige no sólo diagnosticar y tratar sino
que también hacerse cargo de la gestión de los recursos de la
salud.
c. Conclusiones:

La relación médico-paciente sigue siendo el pilar fundamental del


ejercicio médico (aspectos distintos en cada época).

No cambia el contexto clínico que tiene por objetivo ayudar y


aliviar al paciente, uno de los fines tradicionales de la medicina.

Para ayudar se requiere capacidad científica más un


entrenamiento específico en habilidades de comunicación,
técnica de entrevista clínica y apoyo emocional, más la capacidad
de análisis de conflictos de valores.

Entre el paternalismo tradicional y la autonomía actual del


paciente llevada a un extremo, hay un amplio abanico para la
relación clínica. Ponerla en práctica implica no sólo conocer la
clínica sino que también saber gestionar los nuevos valores que
implica la relación médico-paciente.
Referencias

- Caledón, L. Relación médico paciente [Recuperado el 11 de noviembre


del 2018] Disponible en
https://scielo.conicyt.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0718-
48162016000100007

- Cortez, E. Psicología Médica Salud Mental. [Recuperado el 11 de


noviembre del 2018] Disponible en
https://mmhaler.files.wordpress.com/2010/06/psicologia-medica-y-salud-
mental2.pdf

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