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XUNTA DE GALICIA
coloquio
JUDÍOS Y CONVERSOS.
RELACIONES DE PODER EN GALICIA
Y EN LOS REINOS HISPANOS
edición de
Santiago de Compostela
19–20 de octubre de 2015
MONOGRAFÍAS DE
CUADERNOS DE ESTUDIOS GALLEGOS
15
SANTIAGO DE COMPOSTELA
MMXVII
MONOGRAFÍAS DE CUADERNOS DE ESTUDIOS GALLEGOS
MONOGRAFÍAS DE
CUADERNOS DE ESTUDIOS GALLEGOS
Director
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Instituto de Estudios Gallegos Padre Sarmiento, CSIC.
Secretario
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Instituto de Estudios Gallegos Padre Sarmiento, CSIC.
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CONSEJO SUPERIOR DE INVESTIGACIONES CIENTÍFICAS
XUNTA DE GALICIA
coloquio
JUDÍOS Y CONVERSOS.
RELACIONES DE PODER EN GALICIA
Y EN LOS REINOS HISPANOS
edición de
Santiago de Compostela
19–20 de octubre de 2015
MONOGRAFÍAS DE
CUADERNOS DE ESTUDIOS GALLEGOS
15
SANTIAGO DE COMPOSTELA
MMXVII
Reservados todos los derechos por la legislación en
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parte de este libro, incluido el diseño de la cubierta,
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Universidad de Zaragoza
Resumen.
Repensando las nociones de poder, autoridad e influencia, este artículo pretende ana
lizar y ejemplificar algunos aspectos de la solidaridad femenina entre conversas cristianas y
judías del Aragón bajomedieval. De un lado, a través de la documentación notarial —alguna
inédita— que ha llegado hasta nuestros días, se estudian las trayectorias de influyentes ju
deoconversas, como la oscense Violante de Alcolea, quien controló el mercado inmobiliario
de la Huesca bajomedieval, o la darocense Rica de Santa Pau, quien heredó los negocios de
su marido, mercader de paños, y los compaginó con el ejercicio del préstamo, como también
hizo Violante. Del otro, gracias a testimonios procedentes en su mayoría de los procesos in
quisitoriales, se presentan ejemplos de solidaridad femenina entre las aragonesas de finales
de la Edad Media, quienes se ayudaban en los momentos clave de la vida sin importar en
exceso su religión.
Palabras clave.
Solidaridad femenina, judías, conversas, Aragón, Baja Edad Media, mercado inmo
biliario, comercio, préstamo.
Abstract.
The aim of this paper is to analyse and provide examples of aspects of female solida
rity amongst Christian and Jewish conversas in Aragón in the Late Middle Ages, rethinking
the notions of power, authority and influence.
Firstly, surviving legal documents, some as yet unpublished, are analysed to study the
personal histories of influential Jewish conversas, such as Violante de Alcolea, who contro
lled the property market in late medieval Huesca, or Rica de Santa Pau, who inherited her
husband's business as a cloth merchant and, like Violante, also provided loans.
Secondly, evidence primarily from inquisitorial trials is used to provide examples of
solidarity amongst women in Aragón at the end of the Middle Ages, who helped each other
at key points in their lives despite their different religious beliefs.
Keywords.
Female solidarity, Jews, conversas, Aragón, Late Middle Ages, property market, tra
de, loans.
C
uando investigamos Historia de las Mujeres las nociones de poder, autoridad e
influencia han de ser repensadas de acuerdo con la realidad que nos ocupa, pues
resulta obvio que el poder, la autoridad y la influencia de una judía o una conversa
no pueden medirse de igual manera que la de sus contemporáneos varones. Las mujeres de
cualquier religión, mayoritaria o minoritaria, tenían vetado su acceso a cargos de gobierno
tanto en las aljamas como en las instituciones municipales o regionales, pero eso no impli
caba, sin embargo, que no poseyeran poder e influencia sobre sus entornos mediante cauces
dispares. El poder femenino, en resumida formulación, se ejerce de otra manera.
De otro lado, la otra palabra que da título a este trabajo es solidaridad, que en térmi
nos más feministas podría sustituirse por sororidad, aunque este vocablo no está por ahora
aceptado en el Diccionario de la Real Academia Española y tan sólo aparece reflejado en el
Diccionario de Americanismos de Puerto Rico. Históricamente, las mujeres se han ayudado
unas a otras: las madres a las hijas y viceversa; entre vecinas y compañeras de trabajos —al
gunos, en la Edad Media, tan feminizados como los relacionados con el cuerpo, la crianza y
los cuidados 1—. También lo hacían las mujeres miembros de las minorías, quienes, aunque
por circunstancias vitales estuvieran en grupos diferentes, ejercían igualmente la solidaridad
las unas con las otras, como se observará en las páginas siguientes. El fenómeno opuesto, el
de las mujeres poderosas que no facilitan especialmente la vida de sus congéneres, también
1
Sobre el cuidado femenino y la transmisión de saberes y recetas para el cuerpo se ha investigado y escrito
de forma regular en los últimos años. De esta producción destacan, en la historiografía peninsular, los trabajos de
Montserrat Cabré i Pairet, «Las prácticas de salud en el ámbito doméstico: las recetas como textos de mujeres
(siglos xiv–xvii)», en Begoña Crespo García, Inés Lareo Martín, Isabel Moskowich–Spiegel Fandiño, (eds.), La
mujer en la ciencia: historia de una desigualdad, Munich, Lincom Europa, 2011, págs. 25–42; eadem, «Beautiful
bodies», en Linda Kalof (ed.), A Cultural History of the Human Body in the Middle Ages, New York, Berg, 2010,
págs. 127–147; eadem, «Cosmética y perfumería» en Luis García Ballester (ed.), Historia de la Ciencia y de la
Técnica en la Corona de Castilla, vol. 2: Edad Media, Salamanca, Junta de Castilla y León – Consejería de Educa
ción y Cultura, 2002, págs. 773–779; eadem, «‘Como una madre, como una hija’: las mujeres y los cuidados de
salud en la Baja Edad Media», en Isabel Morant (dir.), María Ángeles Querol, Cándida Martínez, Reyna Pastor y
Asunción Lavrin (coords.), Historia de las mujeres en España y América Latina, vol. I, De la Prehistoria a la Edad
Media, Madrid, Cátedra, 2005 (Colección Historia), págs. 637–658. Para el ámbito judío véase María Jesús Fuente
Pérez, «Mater admirabilis et sedes sapentiae. La madre como educadora en la familia judeohispana medieval»
en Rosa María Cid López (ed.), Maternidad /es: representaciones y realidad social. Edades Antigua y Media,
Madrid, Al–Mudayna, Laya, Grupo Démeter, 2010, págs. 299–314.
142 Cristina Pérez Galán
tendrá cabida en este trabajo, entre otras, en las figuras de la conversa Violante de Alcolea,
a quien se dedican buena parte de sus páginas, Rica de Santa Pau o Beatriz de Santángel,
activas agentes de las sociedades de su tiempo que se valieron de su posición socioeconó
mica y de sus ventajas legales, en buena medida debidas a la viudedad foral, para negociar,
especular y comerciar con los patrimonios, propios y usufructuados, que manejaban.
Así pues, mediante registros diversos, pretendo demostrar, de un lado, esa solidaridad
femenina entre las judías y las conversas en el Aragón bajomedieval aportando algunos
ejemplos que provienen, esencialmente, de las declaraciones de los procesos inquisitoria
les aragoneses.2 De otro lado, los protocolos notariales conservados en el Archivo Históri
co Provincial de Huesca, junto con los llamados Papeles de Justicia, además de los Libros
de Actas de la ciudad, que se custodian en el Archivo Municipal de Huesca, contienen
noticias sobre estas mujeres y serán asimismo una fuente necesaria para la indagación de
estas relaciones de poder y solidaridad entre judías y conversas.3 Por último, las fuentes
publicadas, especialmente de la ciudad de Zaragoza y de otros puntos del Reino de Aragón,
como Monzón, Calatayud o Teruel, me servirán en el propósito de trazar estas redes de
poder y apoyo mutuo.
Cuando abordamos investigaciones en Historia de las Mujeres, como decíamos, se
debe reflexionar en torno a los conceptos de poder e influencia. Dos de las conversas que
protagonizan este trabajo, Violante de Alcolea y Rica de Santa Pau, controlaron durante su
viudez el mercado inmobiliario y del crédito de dos ciudades aragonesas, Huesca y Daroca,
respectivamente. No es una definición canónica de poder, pues no ocupaban puestos de go
bierno, pero su capacidad de actuación y su intervención en la vida diaria de ambas urbes
les colocaban en una posición de poder y control social nada desdeñable. De igual manera,
debe recordarse que la cultura dominante del Occidente Bajomedieval, en líneas generales,
como señala García Herrero:
Soportó mal que las mujeres ejercieran el poder, ofreció resistencias para
aceptar con sencillez la autoridad y creatividad proveniente de mujeres (…) y
2
Antonio Ubieto Arteta, «Procesos de la Inquisición en Aragón», Revista de Archivos, Bibliotecas y Mu
seos, LXVII, 35 (1959), págs. 550–599. Encarnación Marín Padilla, Panorama de la relación judeoconversa
aragonesa en el siglo xv: con particular examen de Zaragoza, Madrid, Encarnación Marín Padilla, 2004; eadem,
«Relación judeoconversa durante la segunda mitad del siglo xv en Aragón: nacimientos, hadas, circuncisiones»,
Sefarad, año 42, fasc. 1 (1982), págs. 59–77; eadem, «Relación judeoconversa durante la segunda mitad del siglo
xv en Aragón: matrimonio», Sefarad, año 42, fasc. 2 (1982), págs. 243–298; eadem, «Relación judeoconversa
durante la segunda mitad del siglo xv en Aragón: enfermedades y muertes», Sefarad, año 43, fasc. 2 (1983).
Miguel Ángel Pallarés Jiménez, Ápocas de la receptoría de la Inquisición en la zona nororiental de Aragón
(1487–1492), Monzón, CEHIMO, 1996. Miguel Ángel Motis Dolader, María Luz Rodrigo Estevan y Francisco
Javier García Marco, Procesos de la Inquisición en Daroca y su Comunidad (1487–1525), Daroca, Institución
Fernando el Católico, 1994. Anna Ysabel D’Abrera, The Tribunal of Zaragoza and Crypto–Judaism: 1484–1515,
Turnhout, Brepols, 2008. Cristina Pérez Galán, «Religión, cultura y vida cotidiana de las oscenses procesadas
por la Inquisición en la Baja Edad Media», en María del Carmen García Herrero y Cristina Pérez Galán (coords.),
Mujeres de la Edad Media: actividades políticas, socioeconómicas y culturales, Zaragoza, Institución Fernando
el Católico, 2014, págs. 217–240.
3
La mayoría de las indagaciones y noticias de estos fondos pertenecen a mi tesis doctoral: Cristina Pérez
Galán, Cristianas, judías y musulmanas en la ciudad de Huesca a finales de la Edad Media, tesis doctoral inédita,
Universidad de Zaragoza, 2015.
Judíos y conversos: relaciones de poder y solidaridad en el Aragón bajomedieval 143
fue mucho más tolerante en materia de influencia femenina, siempre que esta se
mantuviera velada, en la sombra, limitada y no alterara en demasía lo puesto
o impuesto como «orden».4
4
María del Carmen García Herrero, «El cuerpo que subraya: imágenes de autoridad e influencia materna
en fuentes medievales», Turiaso, 17 (2003–2004), págs. 155–174, pág. 162.
5
Ibid., pág. 164.
6
Abundan las monografías sobre juderías aragonesas, por lo que aquí citamos únicamente algunas de ellas:
Asunción Blasco Martínez, La judería de Zaragoza en el siglo xiv, Zaragoza, Institución Fernando el Católico,
1988. Antonio Durán Gudiol, La judería de Huesca, Huesca, Guara, 1984. Eugenio Benedicto Gracia, «Docu
mentos acerca del funcionamiento del sistema de insaculación en la aljama judía de Huesca (siglo xv )», Sefarad,
vol. 66, núm. 2 (2006), págs. 309–344; y «Estampas de la vida judía y sus particularidades. Huesca, siglo xv»,
Sefarad, vol. 69, núm. 2 (2009), págs. 491–505. Máximo Diago Hernando, «La comunidad judía de Calatayud du
rante el siglo xiv. Introducción al estudio de su estructura social», Sefarad, vol. 67, núm. 2 (2007), págs. 327–365.
Miguel Ángel Motis Dolader, La aljama judía de Jaca en el siglo xv, Huesca, Ayuntamiento de Huesca, 1998;
idem, Los judíos de Teruel en la Edad Media, Teruel, Instituto de Estudios Turolenses, 2006.
7
La participación de mujeres judías en el préstamo y otras actividades crediticias no es mayoritaria, pero
se documenta en todo el occidente europeo. Sirva como ejemplo el caso de la ciudad de Perpiñán, estudiado por
Rebecca Winner, quien documenta 34 mujeres que se dedicaban al préstamo (frente a 178 hombres), véase Rebec
ca Lynn Winner, Women, Wealth And Community in Perpignan, C. 1250 –1300: Christians, Jews And Enslaved
Muslims in a Medieval Mediterranean Town, Burlington, Ashgate, 2006. Para el territorio peninsular, además de
los ejemplos que se aportarán a lo largo de este trabajo, pueden consultarse los proporcionados por María Jesús
Fuente Pérez, Identidad y convivencia. Musulmanas y judías en la España medieval, Madrid, Polifemo, 2010,
especialmente págs. 75–78.
144 Cristina Pérez Galán
lea, de quien sabemos a ciencia cierta que vivía en la citada calle.8 Para llegar hasta esa conclu
sión y esa fecha, sin embargo, necesitamos, fundamentalmente, de los protocolos notariales,
además de otras informaciones que aparecen en fuentes indirectas como el citado fogaje.
La primera mención que encontramos a Violant de Alcolea en los protocolos notaria
les conservados en Huesca está fechada en 1470. En ese momento la joven Violant, que es
presentada como donzella e hija de los honorables Johan de Alcolea, que ya había fallecido
por aquel entonces, y de Clara de Almenar, realiza una serie de movimientos consecutivos
destinados a un fin claro: preparar sus nupcias con micer Manuel de Lunell, ciudadano de
Huesca, jurista, originario de Barbastro y de familia de pasado judeoconverso, con quien
contrajo matrimonio el dos de noviembre de aquel año de 1470. Ambas familias, los Al
colea y los Lunell, son conversas y están vinculadas a las comarcas del Cinca Medio y el
Somontano de Barbastro, zonas de gran arraigo judío.9
En el primero de los documentos notariales que encontramos, Violant cede a su ma
dre, doña Clara de Almenar, una viña sita en Moriello —término de la ciudad de Huesca—,
por los cuidados y atenciones que ha tenido y tiene con ella 10. A continuación aparece un
albarán redactado ese mismo día a petición de la propia Violant tras recibir de su hermano,
Johan de Alcolea, los mil sueldos que el padre de ambos le legó en su testamento 11. Esta
consignación tan significativa tiene que ver con su matrimonio, pues formará parte del
capital incorporado a la nueva unión por Violant.12 Además de la donación y el albarán tras
la entrega de la herencia paterna, Violant opera con un censal que su padre había adquirido
de la aljama de Ejea de los Caballeros, por el que pagó cinco mil sueldos, y que le reporta
de renta anual trescientos setenta y cinco.13
8
Antonio Serrano Montalvo, La población de Aragón según el fogaje de 1495. Vol. II, Sobrecullidas: fin
de la de Calatayud, Tarazona, Huesca, Jaca, Aínsa, Barbastro y Ribagorza, Zaragoza, Institución Fernando el
Católico, 1997, pág. 149.
9
José Ángel Sesma Muñoz y Carlos Laliena Corbera, «La población de Barbastro y sus estrategias políti
cas y económicas a mediados del siglo xv», Revista d’Història Medieval, 10 (1999), págs. 123–160.
10
«Que yo, Yolant de Alcolea, donzella, filla de los honorables don Johan d’Alcolea, jurista quondam, e de
dona Clara d’Almenar, conjuges habitantes Osce, atendient los muchos merecimientos e hovras que bos, dona Cla
ra d’Almenar, madre mia, me avedes fecho et fazer no cesades. Por tanto, en satiffacion, enmienda d’aquellos no
forcada do, cedo, siquiere donacion et cesion pura perfecta irrebocable feyta entre unos fago a vos, dita dona Clara,
es a saber de una vinya suya sita en el termino de la dita ciudat clamado Moriello», Archivo Histórico Provincial
de Huesca (en adelante: AHPH), Juan de Luna, 1470, fol. 114 r. Cit., en Cristina Pérez Galán, Cristianas, judías
y musulmanas..., op. cit., pág. 259.
11
El testamento de micer Johan de Alcolea, que según el testimonio de la propia Violant se conservaba en
el protocolo de 1455 del discreto Johan Beltrán, no ha llegado hasta nosotros. Ese volumen, en concreto, no se
conserva en el Archivo Histórico Provincial de Huesca, por lo que desconocemos lo que legó Alcolea a su hija.
Sí sabemos, por las posteriores comparecencias con sus hermanas (María, viuda en 1476; Beatriz, religiosa del
monasterio de Casbas; y Margarita, casada con el ciudadano de Zaragoza Pero Ortiz, mercader), que el legado pa
terno les hizo acudir en numerosas ocasiones al notario. Vid. AHPH Antón de Bonifant, 1476, fol. 80 r., fol. 163 r.;
AHPH, Blasco Colduras, 1479, fol. 161 v., transcrito en Cristina Pérez Galán, Cristianas, judías y musulmanas...,
op. cit., apéndice documental (en adelante: AP. DOC.) 63.
12
AHPH, Juan de Luna, fols. 116 r.–121 v., transcrito en Cristina Pérez Galán, Cristianas, judías y musul
manas..., op. cit., AP. DOC. 26, págs. 569–574.
13
Los Alcolea poseían desde la década de los treinta del siglo xv un censal sobre la aljama de los judíos
de Ejea, que Violant recibió de manos de su tía, la fallecida Blanca de Alcolea, quien le otorgó 3.000 de los 5.000
Judíos y conversos: relaciones de poder y solidaridad en el Aragón bajomedieval 145
La emisión de deuda sobre los bienes de una comunidad o lugar, los llamados censa
les, se generaliza en el Reino de Aragón desde el siglo xiii, aunque su mayor expresión se
alcanza en el siglo xv. Las hermanas Alcolea reciben los réditos de algunos de ellos, como
el que heredaron sobre la aljama de Huesca, a lo largo de toda su vida. Para concluir esta
breve presentación de sus actividades, a las que podríamos considerar casi como un ajuste
de cuentas previo a su matrimonio por palabras de presente, Violant redacta un nuevo
albarán de difinimiento en el que exime a su madre y a su hermano de cualquier recla
mación futura relacionada con su herencia, tanto en sus bienes paternos como maternos y
en el que afirma que se da por contenta con lo que ha recibido que era, asegura, lo que le
pertenecía.14
En las capitulaciones matrimoniales de micer Manuel Lunell y Violant de Alcolea, to
das y cada una de las aportaciones de los cónyuges se detallan con precisión, puesto que no
era escaso el patrimonio de ninguno de ellos. Micer Manuel de Lunell, jurista, ciudadano
de Huesca, viudo con hijos, incorpora todos sus bienes habidos y por haber, como reza la
fórmula más común en el Aragón bajomedieval en este tipo de documentos, a saber: unas
casas treuderas en el barrio de san Pedro el Viejo, por las que había de abonarse una renta
periódica de veinte sueldos a la citada parroquia; otras «casetas» ubicadas en la misma pa
rroquia y un plantero (esto es, una porción de campo cultivable) sito en Almériz, término
de la ciudad de Huesca. El ciudadano posee además varios censales sobre Monzón, Loarre,
Peralta de Alcofea, la aljama de judíos de la ciudad de Huesca y las personas y bienes de
Pedro de Ayera, Felipe de Castiella, Azarian Xuen, Bicient de Arnedo, sus hermanos Fran
cés y Pedro y su propio padre, Manuel de Lunell, micer Jayme de Figarola y los judíos Ne
riz y Juce de las Infantas, Simuel y Juce Ardit. La nómina anterior pone de manifiesto que
los negocios entre conversos y judíos eran frecuentes y abundantes, y así se hace constar en
la capitulación. Además de todo lo ya citado, Manuel Lunel aporta al matrimonio seis mil
sueldos en dinero contante, ocho mil en oro, plata y muebles de la casa y todos sus libros
de qualquier facultat sian.15
Por su parte, la doncella Violant de Alcolea aporta al matrimonio un censal sobre la
aljama de judíos de Huesca y 3.500 sueldos jaqueses que le entregarán su madre Clara y
su hermano Johan en dos plazos: los primeros tres mil sueldos, hun mes apres que sposa
dos seran, y los otros quinientos en joyas y ropas que estimarán dos varones, Johan Serra
—justicia de la ciudad— y Martín López, y que recibirá un año después de escuchar la
misa nupcial, esto es, un año después de solemnizar su matrimonio en la faz de la iglesia.
Esta tendencia a asociar las diferentes etapas del matrimonio en la Baja Edad Media con
los plazos de los pagos de los bienes nupciales es un patrón muy presente en el territorio
aragonés, tanto más cuanto más elevada es la clase social o la capacidad económica de los
sueldos de propiedad que tenía sobre la villa. Antes de contraer matrimonio, Violant revende el censal a su madre
por precio de 3.000 sueldos y la define, mediante un albarán, del resto de los bienes que le pertenecían por virtud
del testamento paterno. AHPH, Juan de Luna, 1470, fols. 114 v.–115 v. Cit., en Cristina Pérez Galán, Cristianas,
judías y musulmanas..., op. cit., pág. 259.
14
Ibid.
15
AHPH, Juan de Luna, 1470, fols. 116 r.–120 v. Cit., en Cristina Pérez Galán, Cristianas, judías y musul
manas..., op. cit., pág. 260.
146 Cristina Pérez Galán
16
Las capitulaciones matrimoniales se transcriben en Cristina Pérez Galán, Cristianas, judías y musulma
nas..., op. cit., AP. DOC. 26.
17
Cristina Pérez Galán, «En torno al valor de las cosas pequeñas: la tasación, un trabajo de mujeres en la ciu
dad de Huesca en la Baja Edad Media», en Concepción Villanueva Morte, Diego Antonio Reinaldos Miñarros, Jorge
Maíz Chacón (eds.), Estudios recientes de jóvenes medievalistas. Lorca 2012, Universidad de Murcia, d. l. 2013, págs.
127–135.
18
En aquel momento, Aldonza y Manuel tenían tres hijos: Manuelico, Leonardico y Aldoncica, a los que la
madre nombra en su testamento. Vid. AHPH, Antón de Bonifant, 1468, s. f. Cit., en Cristina Pérez Galán, Cristia
nas, judías y musulmanas..., op. cit., pág. 261.
19
Sobre el any de plor, véase María Ángeles Belda Soler, El régimen matrimonial de bienes en los «Furs» de
Valencia, Valencia, Cosmos, 1966; Vicente Castañeda Alcover, «Organización familiar en el derecho valenciano»,
Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, 18 (1908), págs. 257–282; y Equip Broida, «La viudez, ¿triste o feliz esta
do? (Las últimas voluntades de los barceloneses en torno a 1400)», en Las mujeres en las ciudades medievales: Actas
de las III Jornadas de Investigación Interdisciplinaria sobre la mujer, 1984, Madrid, Al–Mudayna, 1984, págs. 27–41.
Judíos y conversos: relaciones de poder y solidaridad en el Aragón bajomedieval 147
de micer Lunell consta la liberación de sus esclavos, Lucía y Johanico 20, y la condonación
de algunas deudas, como la de Martín López de Ciresuela, además del mandato del cobro
por parte de su esposa, Violant de Alcolea, de su firma matrimonial íntegra:
Item, quiero e lexo que sia pagada a la honorable e amada dona Violant
de Alcolea, mullyer mia, la firma matrimonial enterament, la qual es en los ca
pitoles del matrimonio myo e suyo. Enpero en caso lo que se trobara por verdat
yes aver a cobrar de resta de la dita firma, que son noucientos e diez e siet
sueldos, la qual firma matrimonial atendido e considerado que yo, dito micer
Lunel, ordenant, no la avie firmado ni segurado a la dita Vyolant por razon de la
dita resta por esto agora, de mi cierta sciencia, firmo e seguro la dita firma a la
dita Violant sobre todos mis bienes mobles \e sedientes/ avidos e por aver con el
pacto suso escripto, qualidat que no se puede demandar ni se aya de sacar por
razon de la present firma que yo fago agora. E la firma del matrimonio myo e
suyo tan solamente una paga e no mas.21
De esta manera, puede afirmarse que en 1475 (o, como máximo, a principios de 1476),
Violant de Alcolea queda viuda y comienza a aparecer de manera constante en la documen
tación notarial oscense. Tan sólo hemos hallado una mención previa, de su vida de casada,
inserta en un protocolo notarial de 1482 pero fechada diez años antes, en 1472. En este
documento comparecen micer Manuel Lunell y su esposa —pues ambos firman en él—,
y permutan un campo con Bernat Capila, prior de la iglesia parroquial de San Pedro el
Viejo.22
Ya viuda, la estrategia de Violant de Alcolea, que contaba con un importante patri
monio personal y que disfrutaba del usufructo de los bienes del que había sido su marido,
tiene que ver con los negocios de compraventa y el crédito.23 Cabe recordar aquí, aunque sea
someramente, la privilegiada situación de la que algunas viudas aragonesas, especialmente
aquellas con mejor posición socioeconómica, disfrutaban gracias a la viudedad foral, una
institución vigente en el reino de Aragón desde la Compilación de Huesca de 1247, tras la
promulgación del fuero De iure dotium, y que se amplía y redefine a lo largo de los siglos
xiii y xiv, con las modificaciones de algunos otros títulos como De comuni dividundo, De se
cundis nuptiis y De Alimentis 24. Así pues, la viudedad foral permite a las viudas aragonesas
20
«Fago franquos e lexo liberos e quitos a Lucia, a Johanico, fillo de la dita Lucia, los quales son e seran
esclavos mios, et quiero que sean e les lexo franquos e liberos pora apres dias myos», AHPH, Blasco Colduras,
1475, fol. 227 r. Cit., en Cristina Pérez Galán, Cristianas, judías y musulmanas..., op. cit., pág. 262.
21
Ibid.
22
AHPH, Blasco Colduras, 1482, fols. 25 r.–27 r. Cit., en Cristina Pérez Galán, Cristianas, judías y musul
manas..., op. cit., pág. 263.
23
Sobre el funcionamiento del mercado de deuda privada y préstamo en la Baja Edad Media, véase Juan
Vicente García Marsilla, Vivir a crédito en la Valencia Medieval, Valencia, Universidad de Valencia, 2002.
24
«Defuncto viro, uxor vidua, licet ab eo filios habuerit, omnia quae simul habuerant possidebit: ea tamen
vidua existente. Et licet non accipiat viru, si manifeste tenuerit fornicatorem, vel adulterum, amittat viduitatem, et
dotes, ac si duxisset virum», Pascual Savall y Dronda y Santiago Penen Debesa, Fueros, observancias y actos de
148 Cristina Pérez Galán
de la Baja Edad Media disponer de sus bienes propios, de su mitad de los bienes comunes y
de los privativos del premuerto, así como de la parte que a éste le correspondía de los comu
nes, lo que en la práctica se traduce en la capacidad de administrar propiedades familiares y
grandes fortunas, en el caso de haberlas, como le ocurría a Violante de Alcolea.25
De otro lado, la sociedad bajomedieval «no sólo necesitaba del crédito para su propia
reproducción, sino que lo había asumido como un hecho cotidiano, inseparable de un modo
de vida en el que los intercambios ocupaban un lugar central».26 Estas palabras con las que
Juan Vicente García Marsilla describe el territorio valenciano parecen igualmente aplica
bles al Reino de Aragón, donde el recurso al préstamo era habitual en todos los estratos so
ciales, de ahí que abunde en la documentación notarial. Estos y estas «profesionales» eran
un engranaje esencial del sistema crediticio, pues a través de las comandas, un «documento
comodín» en palabras de este autor, podían camuflar la prohibida pero segura usura a la que
se dedicaban, entre otras, algunas viudas aragonesas como Violant, a quienes la coyuntura
económica resultaba favorable.
Durante los años de mayor actividad económica de Violante de Alcolea, que coinci
den con los primeros de su viudez, la viuda acude regularmente al despacho del notario
Blasco Colduras, un oficial que colaboraba frecuentemente con miembros de la aljama de
judíos de Huesca —por lo que no es difícil suponerle pasado converso o, al menos, una re
lación especial con esta minoría—. Cuando Colduras fallece, Violant traslada sus asuntos
a otros notarios de la ciudad, pero su actividad es mucho menos relevante.
En esta aproximación biográfica a la conversa Violant de Alcolea analizaremos las
operaciones económicas llevadas a cabo en sus primeros años de viudez, aproximadamente
entre 1476 y 1486, en los que la viuda organiza su patrimonio, lo hace crecer y se establece
en una cómoda posición hasta el final de sus días.
Violant de Alcolea era una hábil mujer de negocios que se especializó en operaciones
en el mercado inmobiliario oscense. Dado su carácter judeoconverso, es frecuente además
verla negociar con hombres y mujeres de la minoría semita, con quienes interactúa durante
toda su vida. Su procedimiento más habitual era el siguiente: compraba una propiedad
(desde casas enteras hasta porciones —o fajas, en la expresión usada la documentación
medieval aragonesa— de campo) y, acto seguido, la alquilaba a los que hasta entonces
habían sido sus propietarios y que se la habían vendido, probablemente, por la necesidad
acuciante de liquidez. Así lo hace, por ejemplo, en 1476, cuando compra a Bella Abinar
dut, viuda de Mose Rondi, y a su hijo, Acach Rondi, médico judío, la mitat de hunas casas
sitas en la juderia, un cellerico contiguo al dito palacio con las stancias que son sobre el
dito cellyero e la mital (sic) del patio de la entrada de la casa e la mitat del coral por 500
sueldos. En ese albarán de la venta 27, celebrada el 26 de julio de 1476, Violant declara ha
corte del Reino de Aragón (edición facsímil de 1866), (en adelante: FRA) Zaragoza, El Justicia de Aragón, Ibercaja,
1991, vol. I, lib. V.
25
María del Carmen García Herrero, «Viudedad foral y viudas aragonesas a finales de la Edad Media»,
Hispania: Revista española de Historia, 53 (1984), págs. 431–450.
26
Juan Vicente García Marsilla, Vivir a crédito…, op. cit., pág. 129.
27
AHPH, Blasco Colduras, 1476, fol. 149 r.–v. Cit., en Cristina Pérez Galán, Cristianas, judías y musul
manas..., op. cit., pág. 264.
Judíos y conversos: relaciones de poder y solidaridad en el Aragón bajomedieval 149
ber recibido la citada cantidad. Unos pocos días después, el seis de agosto del mismo año,
encontramos una dación a treudo y una carta de gracia. En el primero de los documentos,
Violant cede a treudo perpetuo a Acach Rondi y sus herederos las casas que acababa de
comprarle en la judería:28
Sia manifiesto a todos que yo, Violant de Alcolea, vidua habitante Osce,
mullyer que fue de micer Lunel Manuel de Lunel (sic) do a trehudo perpetuo con
fadiga e comisso e las otras condiciones seguientes a vos, maestre Acach Ron
di, judio, e a los vuestros herederos, successores e a qui vos quaredes la mitat
de hunas casas sitas en la juderia, en el bario de san Ciprian, los quales todas
confruentan con casas de maestre Abram Osiellyo con casas de Jacob Xuen e
con carera publica. Son las staquas de la dita media casa con las que se sey a
qual primo primo (sic) palacio e hun barandado siquere cambra que estan frente
la entrada de la puerta principal (…) Et yo, dito maestre Acaz Rondi, recono
cient la ditat (sic) mitat de casas seyer de vos, dona Violant, prendo e recibo de
vos, dita dona Violant, la dita mitat de seyerno por los ditos quaranta e cinquo
sueldos de trehudo pagadero cada hun anyo en el dito termino e contadas e
cadaunas condiciones e cargos sobreditos. E atiendo lo sobredito obligo yo,
dito Acaz Rondi, mi persona e todos mis bienes e los bienes de mis herederos e
successores, etcetera.
28
AHPH, Blasco Colduras, 1476, fol. 154 v. Cit., en Cristina Pérez Galán, Cristianas, judías y musulma
nas..., op. cit., pág. 265.
29
Ibid.
30
«Statuymos que los que tendran bienes Emphiteocarios, o tributarios en usufructo, por quinze dias antes
de la fin del termino de la paga del trehudo o pension, sean tenidos dar Albaran testificado de Notario publico,
de la paga del trehudo, o pension al señor util. E si no lo farán, el dito usufructo sia extincto, é á la señoria util
consolidado. Empero el Notario qui el dicho Albaran de paga haura testificado, sia tenid, si la part lo demandará,
dar dos instrumentos en forma publica de aquella testificacion, e fazer mencion en la signatura, que de la dita
testificacion dos instrumentos ha signado», FRA, vol. I, lib. III, págs. 104–105.
150 Cristina Pérez Galán
31
Se conservan cartas de procuración redactadas por Violant de Alcolea a favor de su sobrino, Blasco de
Serra, o de su hermana Beatriz, entre otras personas.
32
AHPH, Blasco Colduras, 1475, fol. 266 r. Violant de Alcolea, viuda, y Martín Gómez, procurador de Ma
nuel Lunel y Leonart Lunel, hijos y herederos del fallecido micer Lunell cancelan una comanda de 1.200 sueldos
jaqueses que Antón de Alquézar había contraído en 1472 con el progenitor. Cit., en Cristina Pérez Galán, Cristia
nas, judías y musulmanas..., op. cit., pág. 265.
33
AHPH, Blasco Colduras, 1476, fols. 36 r.–37 r. Cit., en Cristina Pérez Galán, Cristianas, judías y musul
manas..., op. cit., pág. 266.
34
Todas las aportaciones documentales que sustentan las noticias sobre las comandas de Violant de Alcolea
se extraen de los protocolos de Blasco Colduras y Domingo Frayella, y se citan en Cristina Pérez Galán, Cristia
nas, judías y musulmanas..., op. cit.
35
En aquel año, mosén Jayme de Urriés, lugarteniente del deán; Johan de Rajadel; mosén Martín de San
güesa; Nicolás de la Cavallería; Ferrán de Lobera; mosén Ferrer, menor; Pedro Gómez.
Judíos y conversos: relaciones de poder y solidaridad en el Aragón bajomedieval 151
en adelant».36 El precio estipulado es de 500 sueldos, cantidad que los canónigos otorgan
haber recibido junto con la aliara, la comida o cantidad simbólica de dinero que se entre
gaba para celebrar y confirmar una compraventa.37 Compra a Alfonso Gómez y Violant de
Santángel, judeoconversos, 75 sueldos censales por los que paga 1.000 sueldos,38 y tam
bién es titular, como se ha señalado ya, de censales sobre la aljama de Huesca que reparte
con sus hermanas,39 que casi con toda seguridad se originan en la herencia paterna,40 y de
los que recibe beneficios anualmente.41
Por último, si algo podemos inferir de sus operaciones económicas es que suele acor
dar cantidades que amortizarían su inversión inicial en aproximadamente una docena de
años, aunque las daciones a treudo que firma son perpetuas. Probablemente, su ambición
no era deshacerse de la inversión sino aumentar su patrimonio y poder vivir cada vez más
holgadamente de sus rentas sin preocuparse de nuevos negocios. Esta idea se confirma con
la progresiva desaparición de nuestra protagonista de los registros notariales. Las mencio
nes a Violant en la década de los ochenta y los noventa menguan notablemente, y no rea
liza, que sepamos, grandes operaciones, sino que simplemente cobra sus treudos, gestiona
sus rentas y, ocasionalmente, sigue ejerciendo como prestamista.
Hacia el final de sus días, Violant de Alcolea redactó, al menos, dos testamentos y
un codicilo. El primero de los testamentos está rubricado en 1489,42 y el último, aunque
conservado en el protocolo correspondiente a los años 1480–1484, está fechado claramen
te al comienzo en 1496.43 Del año anterior, 1495, conservamos un codicilo dictado por la
viuda.44 Ambos testamentos difieren de manera sustancial, pues en el primero los herederos
universales son sus sobrinos Blasco de Azlor y micer Johan Serra —a los que ella llama
nietos, utilizando el término en el sentido bajomedieval—, pero en el último el destinatario
y ejecutor es el Hospital de Nuestra Señora de la Esperanza de Huesca. A lo largo de la Baja
Edad Media se observa en toda la Península Ibérica una corriente de fundaciones y dona
36
AHPH, Blasco Colduras, 1477, fols. 220 r.–v. Se registran albaranes del pago de los años siguientes.
Para 1478, vid. AHPH, Blasco Colduras, 1478, fol. 2 v. Cit., en Cristina Pérez Galán, Cristianas, judías y musul
manas..., op. cit., pág. 267.
37
V. Legado Gual–Camarena / Vocabulario de comercio medieval, on–line, http://www.um.es/lexico-
comercio-medieval/index.php/v/lexico/20663/aliala [consultado el 19 de agosto de 2014]. Las variantes léxicas
abarcan aliala, lifara, alifara o aliara, que parece ser la más común en la Huesca de finales del Cuatrocientos.
38
AHPH, Blasco Colduras, 1478, fols. 124 r.–125 r. Cit., en Cristina Pérez Galán, Cristianas, judías y
musulmanas..., op. cit., pág. 267.
39
Se conservan albaranes de cobro a nombre de Ysabel de Alcolea, que era monja en Casbas, de Beatriz de
Alcolea y de María Pérez de Bordalba, viuda de Johan de Alcolea en diferentes años de la década de los ochenta y
noventa del Cuatrocientos, además de los redactados por y para la propia Violant. Todos ellos rondan los 150 – 170
sueldos.
40
En 1468 ya consta un albarán a nombre de Clara de Almenar, madre de Violant de Alcolea, que certifica
que la aljama de Huesca le entrega 300 sueldos de renta anual. AHPH, Antón de Bonifant, 1468, fol. 73 r., cit., en
Cristina Pérez Galán, Cristianas, judías y musulmanas..., op. cit., pág. 267.
41
AHPH, Antón de Bonifant, 1482, fol. 33 v.; AHPH, Antón de Bonifant, 1484, fol. 14 v.; ibid.
42
Transcrito en Cristina Pérez Galán, Cristianas, judías y musulmanas..., op. cit., AP. DOC. 94.
43
Ibid., AP. DOC. 109.
44
Ibid., AP. DOC. 108.
152 Cristina Pérez Galán
ciones hospitalarias entre las mujeres de las clases privilegiadas, que puede interpretarse,
además, como una forma de reivindicar la identidad familiar y la memoria individual de
las donatarias.45 En el Aragón bajomedieval se documentan casos como el de doña Cecilia
de Escriche, quien hizo legados a los hospitales turolenses de San Julián, San Juan y San
Sebastián;46 la oscense María Pérez de Bordalba, quien en su testamento estipulaba dona
ciones para el Hospital de Nuestra Señora de la Esperanza;47 o, ampliando el ámbito a la
Corona de Aragón, Estefanía Carros y de Mur, quien nombró al Hospital de Santa Creu de
Barcelona heredero universal de sus bienes.48
Regresando a las motivaciones de nuestra protagonista, es razonable pensar que en
los siete años que separan ambos documentos las circunstancias de los familiares de Violant
se pudieron modificar. Esta hipótesis, que parte de lo observado en otros testamentos, se
refuerza con la lectura del codicilo, en el que la viuda especifica por qué cambia, cancela o
incrementa determinadas lejas, y una de sus razones es la necesidad o no que la persona desti
nataria tenía de los bienes que ella había previsto entregarle en su última voluntad. El análisis
de sus disposiciones testamentarias es interesante y revelador, pues se pone de manifiesto su
profunda religiosidad, su enorme devoción mariana y su especial personalidad. Violant, que
no tuvo hijos —o no le sobrevivieron— de Manuel Lunel y enviudó muy joven, opta por
donar gran parte de su fortuna a las instituciones cristianas benéfico asistenciales (el Hospital
y la Almosna oscenses, fundamentalmente). Tanto en el primer como en el último testamento,
la viuda distribuye con claridad sus rentas y propiedades. El objetivo esencial es que su vida
ultraterrena y el cuidado de su alma se financien de manera suficiente, por lo que dispone
importantes cantidades de dinero para los frailes predicadores, donde se enterrará, para el
monasterio del Carmen de Huesca y para otros lugares como Santa María de Salas. De igual
manera, Violant, que no tuvo hijos —o no le sobrevivieron—, destina gran parte de su capital
a obras pías, entre ellas la Almosna de Huesca o el Hospital de la ciudad.
Lo que sí muestran ambos testamentos es la profunda espiritualidad de la viuda y
su devoción por la Virgen María —que si bien parece real no está exenta de dudas por la
naturaleza conversa de la testadora—.49
45
Para otros lugares peninsulares pueden consultarse, por ejemplo, los trabajos de Miguel García –Fernán
dez, «Las élites femeninas en las ciudades gallegas de la Baja Edad Media», Mirabilia, 17 (2013/2), págs. 337–393;
Silvia María Pérez González, «Mujeres y cofradías en la Andalucía de finales de la Edad Media», Historia, Institu
ciones, Documentos, 39 (2012), págs. 185–211.
María del Carmen García Herrero y María Isabel Falcón Pérez, «En torno a la muerte en la Baja Edad
46
Otra de las mujeres que ejemplifica, aunque a menor escala, las actividades económi
cas y la relevancia social de las conversas en el Aragón bajomedieval es Rica de Santa Pau,
a quien dedicó su atención María del Carmen García Herrero.50 Casada con el mercader de
paños Leonardo de Santa Pau, de quien enviudó en 1441, Rica heredó los negocios del que
había sido su marido, un próspero mercader que combinaba sus tratos con tejidos con el
préstamo a interés, en lo que parece ser un comportamiento muy común en la época. Rica
de Santa Pau, amparada por el derecho de viudedad foral, fue designada usufructuaria de
los bienes de su esposo, cuestión que, como demostró García Herrero, le ocasionó graves
desavenencias con el primogénito, homónimo del padre. Tal fue el enfrentamiento que
Leonardo —menor de días— y Rica recurrieron al arbitraje de dos ciudadanos de Daroca
para solventar sus desacuerdos sobre esta cuestión, que generó una interesante documenta
ción. El conflicto tomó tal cariz que, en determinada ocasión, la propia Rica se presentó en
casa de su hijo cuatro años después de enviudar, en 1445, acompañada de un notario, al que
mandó redactar una carta pública que certificase la ausencia domiciliaria (y, probablemen
te, la poca voluntad de pactar de Leonardo). Esta situación se repite dos veces más, hasta
que la viuda termina por renunciar a los préstamos llevados a cabo por su difunto esposo
entre 1423 y 1439, que Rica traspasa a su hijo.
Sin embargo, frente a esta pérdida de capital (los préstamos traspasados alcanzaban
un total de 5.545 sueldos jaqueses y 10 dineros, además de una renta anual de otros 40
sueldos), Rica de Santa Pau continúa ejerciendo como prestamista y arrendadora de diver
sos bienes durante su viudez. García Herrero estudió con detalle los movimientos de esta
conversa durante un año, el de 1445, en el que pese al enfrentamiento con Leonardo, la
viuda compró censales por valor de 2.766 sueldos, que habrían de rentarle 273 anualmen
te a partir de 1476, que se sumarían a los más de 170 que recibía de negocios anteriores.
Junto a estas inversiones, la viuda se encarga de gestionar el cobro de las deudas que su
marido había contraído en vida, lo que le supone un ingreso de otros casi 500 sueldos, a lo
que añade su faceta como prestamista, moviendo en esta ocasión un presupuesto que casi
alcanza los 300 sueldos y una fanega y media de trigo.51
Las cantidades no son espectaculares, pero describen a otra conversa bien posicio
nada social y económicamente. Rica es una viuda informada que permanece activa en el
mercado crediticio en Daroca y sus alrededores, pues sus operaciones se extienden a otras
aldeas y lugares de las Comunidades de Daroca y Calatayud.
49
Violant encarga para su defunción, novena y cabo de año misas «altas y bajas» por su alma —esto es,
cantadas y sin cantar—, para todos aquellos santos y santas a los que la quiere encomendar: san Miguel Arcángel,
«santa Madalena», san Juan Bautista, san Juan Evangelista, san Cristóbal y las cuatro festividades de la Virgen:
«santa Maria de março, santa Maria de agosto, santa Maria del mes de setienbre y santa Maria Candelera». Además
de a todos ellos, en esos tres días de especial conmemoración de su muerte encarga nueve misas bajas en reverencia
de los coros de los ángeles, cinco por las cinco llagas de Nuestro Señor y, en su novena, siete misas bajas en honor
de los siete gozos de la Virgen María. Para su cabo de año, por último, dispone una misa de réquiem y cinco bajas
en honor a las llagas de Jesucristo, tres en honor y reverencia de la Santísima Trinidad y una en honor y reverencia
de la Virgen María.
50
María del Carmen García Herrero, «Viudedad foral y viudas aragonesas…», art. cit., en especial págs.
167–170.
51
Ibid.
154 Cristina Pérez Galán
La zaragozana Beatriz de Santángel es otra de las mujeres conversas con poder e in
fluencia en el Aragón bajomedieval. Originarios de Barbastro, los Santángel se convierten a
comienzos del siglo xv, en las dos primeras décadas, y se colocan en puestos de gran relevan
cia en la Corte aragonesa, como el Maestre Racional.52 Los miembros de estas familias, cuyas
ramificaciones se extienden por las aljamas de las principales ciudades del reino: Huesca,
Zaragoza, Calatayud, Daroca o Fraga, entre otras, además de Barbastro, que parece ser origi
naria, están generalmente vinculados al poder y ubicados en posiciones de poder e influencia.
Así pues, es Beatriz de Santángel, esposa del caballero mosén Juan Díaz de Aux, a quien pres
tamos atención ahora. Los hijos de Leonardo y Rica de Santa Pau, Antón, clérigo, y Leonardo
menor de días, notario, debían ciertas cantidades de dinero a Beatriz por un préstamo que ésta
les había realizado previamente. Beatriz de Santángel, como hacían Rica de Santa Pau, Vio
lante de Alcolea y otras muchas mujeres del Aragón bajomedieval, negociaba personalmente
y mediante procuradores y procuradoras sus actividades económicas y mercantiles.
Es relevante también la profesión de Leonardo de Santa Pau, hijo del mercader homó
nimo, pues es notario de la ciudad de Daroca. En la capital altoaragonesa las familias con
versas, como la Salvat, originaria de Alcolea de Cinca, o las Santángel, entroncan también
mediante los matrimonios de las hijas con notarios de número o de caja de la ciudad de Hues
ca. Podría decirse que sus estrategias matrimoniales las vinculan de alguna manera al poder
municipal, al control de la información que manejaban notarios y fedatarios, y, en definitiva,
que colocaban a sus hijas en poderosos matrimonios. Cabe recordar aquí y ahora el ejemplo
valenciano, donde en 1449 Alfonso V prohibió, mediante su lugarteniente Juan de Navarra,
ejercer la notaría en Valencia a los conversos. La iniciativa fracasó, pues Rafael Narbona
documenta trayectorias como la de Pere Macip, un converso que ya con la ley que prohibía a
los cristianos nuevos ejercer la notaría en vigor, ganó su plaza, se trasladó a Nápoles e incluso
a su regreso al Reino de Valencia siguió ejerciendo el oficio hasta 1476.53
Alazar Golluf —quien fuera tesorero de Violante de Bar en su etapa como Duquesa de
Gerona así como tras su nombramiento como Reina de Aragón—, fue un influyente miembro
de la aljama judía de Zaragoza al que estudió Asunción Blasco.54 En un trabajo publicado en
2009, Blasco aportaba algunos datos sobre sus ascendientes y descendientes, entre los que
aparecen mujeres interesantes y poderosas. Bonastruga, esposa de Samuel (✝1335), quien en
su viudez se definía como «ministradera y detenedera» de los bienes de su difunto esposo;
Acach, su hijo, protagonista de este trabajo, comenzó a participar de la vida pública zarago
zana en 1340. Oro Xaprut, su esposa; Astruga, su primogénita; Mira y Sol Almalí, la viuda
de Acach menor de días y la hermana de ésta. De los hijos de Alazar uno de ellos optó por
la conversión, adoptando el nombre de Juan Sánchez de Calatayud. Éste se enfrentó con su
52
Miguel Ángel Motis Dolader, «El linaje de los Santángel en el Reino de Aragón», Aragón Sefarad, Zara
goza, Gobierno de Aragón, 2004, págs. 251–304.
53
Rafael Narbona Vizcaíno, «Los conversos de Valencia (1391–1482)», en Flocel Sabaté y Claude Denjean
(eds.), Cristianos y judíos en contacto en la Edad Media: polémica, conversión, dinero y convivencia, Lleida,
Editorial Milenio, 2009, págs. 101–146, en especial págs. 113–114.
54
Asunción Blasco Martínez, «Alazar Golluf, regente de la tesorería de la reina de Aragón», en Flocel
Sabaté y Claude Denjean (eds.), Cristianos y judíos en contacto en la Edad Media: polémica, conversión, dinero y
convivencia, Lleida, Editorial Milenio, 2009, págs. 481–579.
Judíos y conversos: relaciones de poder y solidaridad en el Aragón bajomedieval 155
madrastra, Mira, y con su primera esposa, Sol. La de todas ellas es una historia interesante
que merece más atención, puesto que como afirma Blasco, los ya conversos Sánchez de Ca
latayud se mantuvieron entroncados con el poder hasta finales del siglo xv, con el reinado de
Fernando II de Aragón.
Estos son algunos ejemplos de judíos que se convirtieron por intereses económicos y
sociales, y que no abandonaron sus posiciones privilegiadas. Las mujeres de su entorno, sin
duda, ejercerían a su modo su poder e influencia, y quizá podríamos revisitar sus trayecto
rias y estudiar, en la medida de las posibilidades documentales (noticias escasas, complejas
y difíciles de desentrañar en ocasiones) sus comportamientos y relaciones.
Tras las relaciones de poder, analizadas a través de una serie de mujeres aragonesas
bajomedievales, judías y conversas, es el momento de describir las relaciones de solidari
dad entre ellas. Como se señalaba al principio, las declaraciones de encausadas y testigos
de los procesos de Inquisición son registros esenciales para observar y comprender la co
tidianeidad de judías y conversas. En estos testimonios puede comprobarse con facilidad
cómo se ayudan en momentos clave de la vida, desde la necesidad de contratar nodrizas
adecuadas para las criaturas, esto es, de la misma religión que los progenitores, a la pre
paración y prescripción de medicinas y tratamientos, o a la inserción en el mercado labo
ral. Las mujeres, citando las investigaciones de Ricardo García Cárcel, se convirtieron en
objetivo preferente de los tribunales, y «de 1480 a 1530 fueron procesadas unas 45.000
personas, de las cuales, más del 90%, eran mujeres conversas o judaizantes».55 Como bien
señalara Ricardo Muñoz, las conversas se caracterizan por ser «marginales, heterodoxas y
desenraizadas del sistema sociorreligioso al que pertenecieron y del que participaron»,56 y
la construcción de su identidad, en opinión de este mismo autor, es compleja y arriesgada
debido, fundamentalmente, a su indefinición religiosa.
Así, si incorporamos el género como categoría de análisis a los Procesos de Inquisi
ción podemos obtener información relevante sobre las preocupaciones femeninas, su vida
cotidiana y, en ella, las muestras de solidaridad de las conversas y las judías que aparecen
en ellos. En las declaraciones y testimonios se describen los espacios de sociabilidad, las
actividades laborales y la religiosidad femenina. De igual manera, estos documentos reve
lan los saberes compartidos, desde mujeres judías que fabricaban medicinas para facilitar
la concepción y el embarazo, a otras que elaboraban conjuros de amor. Rescataremos, pues,
algunos testimonios, casos y comportamientos que ejemplifican las relaciones de solidari
dad entre judías y conversas en el Aragón bajomedieval.
Los inquisidores prestaban especial atención en sus interrogatorios a los gestos de ca
ridad que los miembros de la comunidad judía y conversa tenían entre sí. Las donaciones
económicas para fines diversos —desde ayudar a los necesitados hasta comprar aceite para
55
Ricardo García Cárcel, «Las mujeres conversas en el siglo xvi», en Georges Duby y Michelle Perrot
(dirs.), Historia de las mujeres en Occidente, Arlette Farge y Natalie Zemon Davis, (eds.) Tomo 3: Del Renaci
miento a la Edad Moderna, Madrid, Taurus, 1992, págs. 597–615.
56
Ricardo Muñoz Solla, «Percepciones femeninas en un mundo trastocado: mujeres conversas e Inquisi
ción», en Yolanda Moreno Koch y Ricardo Izquierdo Benito (eds.), Hijas de Israel. Mujeres de Sefarad: de las
aljamas de Sefarad al drama del exilio. XVIII Curso de cultura hispano–judía y sefardí de la Universidad de Cas
tilla–La Mancha, Cuenca, Universidad de Castilla–La Mancha, 2010, págs. 57–97.
156 Cristina Pérez Galán
las lámparas de las sinagogas— o las visitas a enfermos configuraban la lista de comporta
mientos solidarios y sospechosos.57
Los procesos hablan en ocasiones de «amistad y familiaridad» de las cristianas conver
sas con las judías, puesto que compartían tareas y celebraciones. Así, Caterina de Arbués,58
procesada en Zaragoza en 1486, acusada de herética y judaizante, había sido vista celebran
do sábados, pascuas y fiestas con los judíos y judías de la ciudad. Las grandes ocasiones de
la vida, como bodas, fiestas de hadas o entierros, también fueron momentos de reunión de
cristianas conversas y judías, y, por tanto, indicativos de criptojudaísmo.59 De otro lado, en
ocasiones la relación que vinculaba a cristianas y judías era de naturaleza económica, como
hemos visto a través de perfiles como el de Violante de Alcolea y las otras judías de la pri
mera parte de este trabajo, así como de lo que se infiere de algunos otros testimonios de los
Procesos de Inquisición.
Blanca de Ezpalau, viuda hija de conversos, fue procesada por el Tribunal del Santo
Oficio en Huesca. Confesó, como muchas otras mujeres de su entorno, haber compartido
celebraciones con algunas judías, con quienes probablemente mantenía vínculos familiares
o personales, pero nunca reconoció ante el Tribunal haber abjurado de la fe cristiana, aunque
sí se puso en manos de una mujer sabia, una judía llamada «la Maestra», quien la sometía
a ritos y encantamientos como el del cedazo para afianzar su relación con Johan Ferrer, el
guardián del convento de franciscanos de Huesca.60 En momentos de preocupación, las mu
jeres se ponían en manos de sus congéneres, a las que reconocían como sabias y buenas, y
quienes contaban con la capacidad de solucionar problemas de variadas índoles.
Entre los saberes que judías y conversas compartían, y que estudió con detalle Marín
Padilla, se encuentran prácticas dispares, como el sortilegio de las gotillas o las curaciones
mediante la imposición de telas y fajas modificadas, casi benditas. La gran mayoría de
estos encantamientos y prácticas curativas son llevados a cabo por mujeres judías sabias,
usualmente de edad avanzada, quienes son informadas del malestar o enfermedad de un
miembro de la comunidad —pública o secretamente—, y, o bien se desplazan al domicilio
donde se las requiere, o bien atienden al enfermo o enferma en el suyo propio cuando éste
les visita. También cabía la posibilidad de enviar las prendas del enfermo a casa de estas
mujeres sabias (la Maestra en Huesca, Vellita en Zaragoza), y esperar a que éstas los de
volvieran tras practicarles los ritos necesarios, que oscilaban entre medirlos, hacerles nudos
de una determinada manera o perfumarlos con aceites y esencias adecuadas a cada mal.
Algunos testimonios de los procesos aragoneses, como el de Aldonza y Jaime de Santaclara,
reconocían haber enviado en ocasiones a sus hijas a casa de una judía, madrina, que es el
término aragonés para comadrona o partera, quien les preparaba ciertas medicinas pero no
con ceremonia judaica.61
57
Cristina Pérez Galán, «Religión, cultura y vida cotidiana...», art. cit., págs. 232–233.
58
Archivo Histórico Provincial de Zaragoza (en adelante: AHPZ), Inquisición, J/00007/11.
59
Abundan los ejemplos de fiestas de hadas y bodas en Encarnación Marín Padilla, «Relación judeocon
versa…», art. cit.
60
Más en Cristina Pérez Galán, «Religión, cultura y vida cotidiana...», art. cit.
Según el testimonio de María de Heredia, recogido por Encarnación Marín Padilla, «Relación judeocon
61
Estas mujeres sabias son y están reconocidas por la comunidad. Las antes menciona
das Maestra y Vellita, por ejemplo, eran valores seguros en sus respectivos lugares, Huesca
y Zaragoza, a los que las demás mujeres recurrían cuando habían de ocuparse de la salud
de quienes les rodeaban y con sus conocimientos no podían llegar más allá, y necesitaban,
digámoslo así, de un conocimiento específico.
Sin embargo, la Maestra no es la única judía sabia en la ciudad de Huesca. Fresina Pas
tor, conversa judaizante y también conocedora de hechizos y ritos, solicitó a Dueña Astruch
y la de Cacez que dezian saber fazer medicinas para emprenyar, que trataran a su hija, quien
no conseguía quedarse embarazada.62 Tampoco lo lograba Violant de Santángel, a quien en
una ocasión le fizo una jodia ciertas medecinas para emprenyar.63
Todo lo relacionado con el cuerpo femenino y la maternidad, como señalábamos al
comienzo, queda en manos de mujeres en la Baja Edad Media. Así, tras encomendarse para
remediar los problemas de concepción, la lactancia y la crianza son otros de los momentos
clave en los que unas y otras se ayudan. Dado que en el imaginario medieval la leche era
transmisora de vicios y virtudes, encontrar a la nodriza ideal era una tarea esencial en la
que las mujeres de la judería asesoraban y colaboraban.
Violant de Santángel perdió a su hijo menor y, del disgusto, según su propio testimonio,
se le retiró la leche materna. Como no era el único lactante de la familia, la suegra se ofreció
a buscar a una nodriza adecuada que garantizase la crianza de los demás hijos.64 Catalina de
Épila, una nodriza zaragozana en contacto con la procesada Constanza de Perpiñán y su ma
dre, narra cómo ésta fajaba a los niños de una manera específica y controlaba su ingesta ali
menticia, prohibiendo a los pequeños ingerir leche, carne o queso, probablemente fabricados
sin los requerimientos religiosos específicos del casrut 65. María Salvat, de Monzón, también
vio cómo en su proceso se descubrieron sus esfuerzos por encontrar una nodriza judía para
sus pequeños, así como otros detalles como su voluntad de vestir «al modo judaico, con el
manto a la cabeza».66
Costumbres como estrenar a las recién casadas o a las mujeres que acababan de ser
madres, que se reiteran en muchos de los procesos contra aragonesas, nos hablan también de
ese vínculo que unas y otras demostraban, pues tanto judías como criptojudías se visitaban y
acompañaban en esos momentos. María Salvat, viuda natural de Monzón, procesada por el
Santo Oficio, declaraba haber regalado dos capones degollados y adreçados con motivo de
una boda, y unas cucharitas de plata en otro enlace, a sendas jóvenes judías, siendo ella ya
conversa.67 Leonor Gómez acudía con su hija Blanca y con sus nueras (Violante de Santán
62
Los detalles biográficos de Fresina Pastor pueden consultarse en Cristina Pérez Galán, «Religión, cultura
y vida cotidiana...», art. cit.
63
Ibid., pág. 235.
64
«Estando una vegada parida y mi marido fuera de ciudat se me murio hun ninyo, el qual havia hun mes
poco mas o menos era nascido. Y con el desplazer de la enfermedat se me quito la leche, y no podiendo haver quien
le dasse teta, mi suegra huvo una jodia, la qual le dio cinquo o seys dias la teta», en Cristina Pérez Galán, «Religión,
cultura y vida cotidiana...», art. cit., pág. 236.
65
Casrut (o khasrut) es el nombre que reciben las leyes dietéticas y alimenticias judías que determinan lo
correcto o apropiado para ser ingerido.
66
AHPZ, Inquisición, J/00002/003, fol. 43 v.
67
AHPZ, Inquisición, J/00006/008.
158 Cristina Pérez Galán
gel entre ellas) a visitar a su suegra que era madrina (en el Aragón bajomedieval, término
utilizado para referirse a una comadrona o partera), y que se abrazaban y saludaban con ella.
Posteriormente, otro testigo afirma que Alonso y Violante «estrenaron» a Esther, mujer de
Fayn Altortoxí, mercader judío de Huesca, puesto que le enviaron «dos capones y un florín
de reales (sic)» al poco de dar a luz a uno de sus hijos.68
Las mujeres conversas habitaban, por lo general, entornos hostiles en los que la super
vivencia y la pervivencia de ritos y celebraciones, que caían normalmente en manos femeni
nas, daba lugar a nuevas muestras de solidaridad femenina y materno–filial. Fresina Pastor,
conversa de Huesca, enviaba potajes y otros alimentos cocinados a la judía a su hija Isabel
Pastor, casada con Martín de Almorabet, notario de la ciudad.69
Por último, cabe señalar que esta red de solidaridades también se extendía al ámbito
laboral, y que lo hacía de manera transversal (o inter–religiosa). Cuando declara frente a los
inquisidores Clara, mujer del corredor de Huesca Johan Doz, relata el procedimiento:70
Clara, como tantas otras mujeres, buscó a una de sus iguales para dar salida a su trabajo
en un entorno que le era desconocido. La intermediaria, una tejedora judía, le requirió pos
teriormente un favor, lo que la colocó en una postura incómoda, de la que se confesó ante el
Santo Oficio.
En definitiva, los procesos también muestran cómo los vínculos religiosos entre ju
días y conversas en ocasiones se transformaban en muestras de solidaridad: visitar y acom
pañar enfermos; proveer de medicinas o remedios para cuidar el cuerpo de las mujeres,
facilitarles la concepción y el embarazo o la curación de otros males; colaborar con la
crianza proporcionando nodrizas adecuadas o la fabricación de filtros amorosos son tareas
que las aragonesas de finales de la Edad Media afrontaron en soledad pero en compañía,
como estrategia para sobrevivir, cohesionarse y sacar adelante a sus seres queridos, sin
importar en exceso en qué lado de la división caían estos.
68
Cristina Pérez Galán, «Religión, cultura y vida cotidiana...», art. cit., pág. 233.
69
«Dize la present deposant [Antonia de Arniella, moza del lugar de Bandaliés que estando en casa de Mar
tin de Almorabet] vio como Fresina Pastor, madre de Ysabel Pastor, muxer de Martin d’Almorabet, muchas vegadas
le enbiaba a la dicha su fixa potages pora comer, e otras vegadas yba a comer la dicha su fixa con la dicha Fresina
Pastor sinse su marido. Y los menjares que comian eran espesos con carne e otros e otros muchos cosas que esta de
posat no sabia que comeres eran, y esta deposant no podia comer dello. E quando la Fresina enbiaba los tales potages
a Ysabel d’Almorabet, fixa suya, no comia aquella con su marido. E aquel dia fazia comer a su marido de manyana
y ella comia a solas el potage que su madre le inbiaba o se yba a comer con Fresina, madre suya, algunas begadas»,
en Cristina Pérez Galán, «Religión, cultura y vida cotidiana...», art. cit., pág.236.
70
Ibid., pág. 237.
Judíos y conversos: relaciones de poder y solidaridad en el Aragón bajomedieval 159
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Este libro, titulado Judíos y conversos. Relaciones
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terminó de imprimir en la ciudad de Santiago
de Compostela el jueves 27 de Abril
de 2017, festividad de
Nuestra Señora de
Montserrat.
✠
Laus Deo O. M.
JUDÍOS Y CONVERSOS. RELACIONES DE PODER EN GALICIA EDUARDO PARDO DE GUEVARA Y VALDÉS
15
Y EN LOS REINOS HISPANOS MARÍA GLORIA DE ANTONIO RUBIO (Eds.)
CSIC
Papel
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