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Los investigadores desarrollaron un Índice de Apego a la Ley (AttLaw Index) con el cual evalúan la
propensión de los ciudadanos a participar de actividades que transgreden la ley y normas sociales.
Aplicado en primer lugar en Argentina y México, éste demostró una correlación entre la
naturalización de prácticas ajenas a la ley y los altos niveles de corrupción. Sin embargo, aplicado
luego en Uruguay se encontró una situación distinta: si bien los ciudadanos de este país están
menos expuestos a la corrupción, son más tolerantes a las prácticas que trasgreden las normas.
Esta evidencia cuestiona la hipótesis generalizada de que niveles más altos de corrupción están
asociados a niveles más altos de permisividad de la corrupción y nos permite destacar algunas
dificultades que presentan las encuestas que miden la corrupción ligadas a su definición
conceptual y el sesgo de deseabilidad social asociado a ella.
Los resultados indican que los uruguayos toleran más ciertos actos de transgresión no porque son
más proclives a la corrupción sino porque no los consideran transgresiones. En cambio, los
argentinos y los mexicanos tienen menos probabilidad de tolerar transgresiones a la ley y las
normas sociales porque sus respuestas están afectadas por la deseabilidad social. Detrás de estas
respuestas diferentes se encuentran distintas nociones acerca de lo que es la corrupción, motivo
por el cual las preguntas sobre “comportamiento corrupto” no necesariamente miden la
corrupción de una sociedad.
El Índice de Apego a la Ley (AttLaw Index) desarrollado por los investigadores consulta si acciones
cotidianas realizadas por los ciudadanos deben o no ser castigadas por corruptas (“dejar a alguien
entrar a la fi la sin haber esperado su turno”, “comprar productos que no sean originales o no
cumplan con los derechos de autor”, “guardar silencio si alguien cobra un precio menor al
acordado”, ”una madre que consigue un justificante médico a fi n de evitar sanciones para su
hijo”, “pedir comprobantes de gastos que no se hicieron” y “utilizar el cableado eléctrico público
para beneficio privado”). Estas son las conductas que más encuestados en Argentina y en México
consideran deben ser castigadas que en Uruguay, lo cual se explica porque en estos países la
corrupción está asociada a favoritismos y privilegios mientras en el otro se consideran que se
deben castigar las prácticas “más graves” que involucran a las elites políticas y económicas. En
este sentido, la noción de corrupción es más amplia en México y Argentina que en Uruguay.
“Las buenas políticas anticorrupción deben estar basadas en buenas mediciones de corrupción” (p.
104). Las encuestas sobre corrupción suelen registrar la participación de ciudadanos en actos de
corrupción y/o sus actitudes hacia la corrupción, pero sus respuestas tienden a relejar un
“relativismo cognitivo” en tanto que están sujetas a distintas concepciones y creencias acerca de
lo que es la corrupción. Si, como se comprobó anteriormente, existe una relación entre la noción
predominante de corrupción y la exposición a la corrupción (dando como resultado
interpretaciones disímiles ante las mismas circunstancias), para evitar este efecto de deseabilidad
social las encuestas deberían concentrarse en los actos más graves de corrupción donde existen
consensos más extendidos.
Este estudio se basa en más de 22.000 encuestas realizadas ciudadanos que viven en 20 países de
América Latina y el Caribe entre mayo y diciembre de 2016, consultando tanto sobre percepciones
como sobre experiencias de corrupción en servicios públicos. Algunos de los principales resultados
son:
En Argentina la encuesta la llevó adelante Latinobarómetro, con una muestra de 1200 casos.
Las fuentes realizan evaluaciones para distintas regiones (países africanos, de la Unión Europea, la
OCDE, el área Asia Pacífico, etc.) o grupos de países escogidos por ellas, que son hechas de manera
independiente por esas instituciones y luego categorizadas por Transparency International. Esta es
la tarea de estandarización realizada para poder construir la puntuación que es base del IPC. Al
igual que el IPC, la mayoría de las fuentes están codificadas otorgando puntuaciones más bajas a
los países con mayores niveles de corrupción percibida, pero para permitir la comparación hay
algunas fuentes que se invierte la puntuación multiplicándola por -1. A su vez, como hay fuentes
que no tienen datos para todos los años de referencia, se imputan los valores faltantes a través de
STATA. Luego de redimensionar todas las puntuaciones se calcula el IPC para cada país a partir del
promedio simple, pero sólo se asignará una puntuación a un país cuando existan al menos tres
fuentes de datos disponibles a partir de las cuales se pueda calcular este promedio.
La Encuesta Nacional de Victimización incluye al soborno pasivo como uno un delito no violento
que afecta el patrimonio de las personas. Analizando los delitos de manera particular, el soborno
pasivo aparece como el cuarto más mencionado entre los encuestados por la población con 18
años o más (2,4%), seguido por amenazas (4%), robo con violencia (6,2%) y hurto personal (7,5).
En cuanto al reporte de los delitos, la Encuesta registró que durante 2016 en todo el país no fue
denunciado el 47,5% de los delitos contra el hogar, mientras que para el caso de los delitos contra
las personas esta cifra alcanzó el 66,3%. Dentro de todos los delitos, el soborno pasivo fue el que
alcanzó una mayor prevalencia de no denuncia, con el 93,4%. En todos los casos, el principal
motivo por el que no se realizó la denuncia fue por desconfianza hacia las autoridades.
En el anexo se presenta una definición de “soborno pasivo”:
“Para esta encuesta, soborno pasivo se refiere al hecho en el que algún funcionario público haya
solicitado al encuestado algún tipo de pago, regalo o compensación para realizar sus tareas, ya sea
directa o indirectamente, sin importar si la persona pagó efectivamente o no. Si bien la corrupción
no se ciñe exclusivamente a los funcionarios públicos, para esta encuesta se relevó únicamente
este caso” (p. 101).
[En este sentido, nuestra Encuesta Nacional sobre Experiencias y Percepción de Corrupción tiene
una definición más restringida de corrupción, puesto que se limita a analizar sobornos a
funcionarios públicos nacionales, a funcionarios públicos extranjeros y a miembros del sector
privado, entendiendo al soborno como la entrega de un regalo, favor o dinero a alguno de estos
agentes. En el caso de la Convención, se incluye como delitos tipificados bajo la categoría de
“sobornos” no sólo al acto de dar, sino al ofrecimiento, la solicitud o la aceptación de un
“beneficio indebido que redunde en su propio provecho o en el de otra persona o entidad”. Una
manera de subsanar esta limitación en nuestra encuesta sería incluir una pregunta entre B1 y B2:
“¿Sucedió que usted ofreció o algún Oficial solicitó un regalo, favor o algún dinero extra, incluso a
través de un intermediario?”. Sin embargo, esta operacionalización limitada en nuestra encuesta
es congruente con lo realizado por UNODC en Nigeria y con el cuestionario ejemplo presentado en
el Manual de encuestas sobre corrupción. En cambio, la Encuesta Nacional de Calidad e Impacto
Gubernamental (México 2015) pregunta si le fueron solicitados].
El Segundo Párrafo del artículo 61 dice: “Los Estados Parte considerarán la posibilidad de
desarrollar y compartir, entre sí y por conducto de organizaciones internacionales y regionales,
estadísticas, experiencia analítica acerca de la corrupción e información con miras a establecer, en
la medida de lo posible, definiciones, normas y metodologías comunes, así como información
sobre las prácticas óptimas para prevenir y combatir la corrupción”.
“Otro problema transversal relativo a la aplicación del capítulo III parece ser la falta, en muchos
países, de datos estadísticos o tipologías de jurisprudencia adecuados relativos a la investigación y
el enjuiciamiento de delitos de corrupción, incluida información sobre las condenas impuestas y
los activos incautados o decomisados. Aunque algunos datos pueden ser presentados por
autoridades concretas o con respecto a delitos concretos, la metodología utilizada y el tipo de
datos reunidos no son coherentes entre las distintas instituciones, la información disponible no
está desglosada por tipos de delitos y no existen mecanismos centrales por los que se pueda
acceder a esos datos. Como se pone de relieve en varios exámenes, es importante disponer de
información concreta sobre prácticas para hacer cumplir la ley a fin de evaluar la eficacia de las
medidas existentes, coordinar las instituciones anticorrupción a nivel operacional, diseñar
estrategias específicas de prevención del delito y justicia penal y adoptar medidas concertadas
para fomentar los objetivos de la Convención. Por lo tanto, los Estados partes deben procurar
promover la consolidación, la accesibilidad y el análisis científico de datos estadísticos (por
ejemplo, mediante la inclusión directa por los tribunales y las autoridades encargadas de hacer
cumplir la ley de cifras sobre casos penales en una base de datos electrónica mantenida por el
departamento de estadística del ministerio de justicia), que permitirán centrarse más en las
medidas prácticas para hacer cumplir la ley y evaluar mejor la aplicación. Curiosamente, parece ser
que uno de los resultados positivos de los exámenes de los países ha sido la creación o el
fortalecimiento de sistemas nacionales de estadística y reunión de datos en varios Estados” (pp.
292-293).
Como parte de la estrategia nacional en la lucha contra la corrupción se pueden realizar encuestas
nacionales sobre percepción y experiencia con la corrupción, destinadas tanto a los ciudadanos en
general como a inversores, ejecutivos de empresas, integrantes de los medios de comunicación.
En este sentido, los expertos en ámbitos específicos tendrán mayor probabilidad de conocer
situaciones ligadas a las licitaciones, obteniendo información lejos del alcance de otras personas.
El principal problema de las encuestas de percepción es que no necesariamente guardan relación
con el nivel de corrupción existente, los encuestados pueden ser renuentes a contestar con
veracidad, las respuestas pueden variar según las características de los encuestados (educación,
ingresos, origen étnico, etc.), la cobertura informativa y la noción que poseen sobre el concepto de
corrupción. Por estos motivos se trata de datos que deben interpretarse con cautela
(contrastando con otras fuentes) y no usarse nunca como fuente exclusiva para diagnosticar la
corrupción de un país.
Otros estudios que pueden colaborar en la lucha contra la corrupción son las encuestas sobre
experiencias reales de corrupción de empresarios y ciudadanos. Encuestas como estas han sido
desarrolladas por la UNODC tanto en hogares como en empresas, permitiendo determinar y
analizar de forma detallada situaciones de corrupción y determinar los sectores, organismos y
grupos más vulnerables. Uno de los principales beneficios de estas encuestas es la posibilidad de
establecer una fuente de información cuantitativa más objetiva que permite hacer un seguimiento
de la situación de corrupción del país y evaluar su evolución futura. Sin embargo, las
características de las encuestas a hogares hacen que sirvan privilegiadamente para detectar casos
de corrupción administrativa en pequeña escala, mientras que casos que impliquen a elites
empresariales y políticas suelen quedar menos expuestas. Es por esto que es importante de
combinar con encuestas al sector empresarial centradas en prácticas comerciales, relaciones con
autoridades gubernamentales, licitaciones públicas. En algunos países se ha observado que los
encuestados están poco dispuestos a admitir su participación en transacciones corruptas, incluso
cuando ellos han sido víctimas, lo cual puede sesgar los resultados.
Ente los actos ligados a la corrupción, la UNODC incluye el soborno, la malversación o peculado, el
abuso de funciones, el tráfico de influencias y el enriquecimiento ilícito. A su vez, señala otros
actos relacionados con el producto del delito: el blanqueo de dinero y el tráfico ilícito de bienes
culturales. A los fines de nuestro estudio es importante recuperar la definición de Soborno (07031)
realizada por la UNODC: “Promesa, ofrecimiento, concesión, solicitud o aceptación de un beneficio
indebido hacia o desde un funcionario público o una persona que dirija una entidad del sector
privado o cumpla una función en ella, directa o indirectamente, con el fin de que dicha persona
actúe o se abstenga de actuar en el cumplimiento de sus funciones oficiales”. Debe destacarse que
allí también se distingue el soborno activo del pasivo, restringiendo el primero a la realización de
una promesa, ofrecimiento o concesión de un beneficio, y al otro a la solicitud o aceptación de un
beneficio. También excluye de la definición de soborno a los actos mediados por “el uso de la
fuerza, amenazas, intimidación, amenazas de revelar información comprometedora, o amenazas
de difamación”.
La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible identifica a la corrupción como un obstáculo clave
que obstruye el desarrollo de los países. La adopción de un objetivo universal y mesurable implica
la necesidad de monitorear el progreso de las políticas a través de evidencias. En particular, el
Objetivo 16, reconoce la necesidad de Promover sociedades pacíficas, justas e inclusivas que
provean el acceso a la justicia para todos y estén basadas en el respeto a los derechos humanos.
Estos principios requieren de instituciones libres de corrupción, que sean transparentes, eficaces y
que rindan cuentas ante la sociedad. La Asamblea General de Naciones Unidas enfatizó la
necesidad de hacer un seguimiento basado en datos nacionales e incentivó a los países a
incorporar estas mediciones dentro de sus estadísticas oficiales.
La Convención de las Naciones Unidas contra la Corrupción fue aprobada en 2003 y entró en
vigencia en 2005, siendo en la actualidad una de las convenciones más ratificadas. Aquí no se
incluye una única definición de corrupción, sino que se reconocen un conjunto de conductas que
deben ser criminalizadas (Art. 15-25). Esta Convención incluye un mecanismo de revisión en el cual
los estados pueden demostrar y reportar de qué manera han tenido éxito en su implementación,
además de establecer una línea de base a partir de la cual los progresos serán mensurados. En
este sentido, una de las informaciones solicitadas son las estadísticas sobre corrupción disponibles
en el país. De hecho en el artículo 61 de la Convención se promueve la recolección, análisis e
intercambio de información sobre corrupción como una herramienta para monitorear políticas
anticorrupción y reconocer su eficiencia y su eficacia.
Otro importante método para medir la corrupción son los indicadores basados en la percepción y
en la experiencia de corrupción tanto de ciudadanos como de empresarios o comerciantes. Para
los primeros se debe tener en cuenta que son opiniones subjetivas que no pueden ser utilizadas
como una aproximación a los niveles de corrupción. Ciertas debilidades de los métodos indirectos
pueden ser superadas utilizando métodos directos a través de la recolección de evidencia a través
de procedimientos estadísticos y estandarizados, no sólo por medio de encuestas a la población
sino también recurriendo a datos oficiales sobre casos reportados de corrupción. Sin embargo, se
debe recordar que los datos oficiales dejan por fuera una amplia cantidad de casos no reportados
que en corrupción es incluso superior a otros delitos. Por eso estos datos sirven más para evaluar
la actividad y la respuesta de la justicia ante casos de corrupción que para medir la extensión de
este fenómeno.
Las primeras encuestas realizadas para medir la corrupción se realizaron en los ’90, focalizándose
en un principio en las percepciones y luego incluyendo también la experiencia de los encuestados.
La Encuesta Internacional de Víctimas del Delito también incluyó una sección para medir la
experiencia de soborno en la población. Por su parte, la Enterprise Survey del Banco Mundial es
una de las principales para medir la experiencia de sobornos a nivel empresa. Con el tiempo ha ido
creciendo el número de encuestas nacionales e internacionales que miden la experiencia en
corrupción de ciudadanos y empresas, tanto en encuestas específicas sobre el tema como dentro
de estudios sobre victimización y gobernanza: el INEGI identificó 113 encuestas de este tipo
desarrolladas entre 1993 y 2016.
Entre las críticas más frecuentes a este tipo de encuestas se destaca el sesgo ligado al rechazo a la
corrupción, lo cual haría menos frecuente admitir experiencias ligadas al soborno. Sin embargo
esto varía según el daño que pueda generar la publicidad de estas experiencias: por ejemplo, las
empresas pueden ver más afectada su reputación que las personas, de la misma manera que la
divulgación de sobornos grandes pueden generar más problemas. Por ello resulta relevante
seleccionar técnicas que maximicen la confidencialidad de las respuestas, a pesar de lo cual estas
limitaciones no se llegan a controlar completamente.
Otro problema frecuente en estas encuestas está ligado a la precisión de las respuestas obtenidas
debido tanto a la malinterpretación de la pregunta como a los olvidos de la respuesta. Si bien estas
cuestiones están presentes en todas las encuestas, en este caso las consideraciones culturales
acerca de los significados de las experiencias consultadas pueden tener valoraciones distintas ente
la población y entre distintos grupos poblacionales. En cambio, los olvidos o las confusiones están
más ligadas al deterioro de la memoria y al “efecto telescópico” cuando se intenta situar las
experiencias en un período específico.
Dado el costo de realizar este tipo de encuestas, su sostenibilidad es otro de los aspectos críticos.
A pesar de los beneficios de contar con encuestas sobre corrupción, se debe tener en cuenta que
nunca pueden ser el único recurso para obtener información sobre este delito. Para obtener una
perspectiva más completa, que vaya más allá de los sobornos, se necesitan otras herramientas que
puedan medir otros delitos, tales como aquellos que involucran sumas en grandes cantidades y la
malversación de fondos públicos.
Las principales razones por las que es importante medir la corrupción son:
“el uso de metodologías sólidas y transparentes, que se hayan probado y promovido a nivel
internacional, garantiza la generación de resultados valiosos y ayuda a superar los problemas de
confiabilidad” (p. 34).
Es importante destacar que si bien una encuesta sobre corrupción proporciona información muy
importante sobre el alcance, la naturaleza y los patrones de la corrupción en un determinado
momento, el valor de las encuestas se verá muy mejorado al realizar repetidamente encuestas
comparables que permitan medir tendencias a lo largo del tiempo. Por estos motivos es
importante darle periodicidad a los relevamientos (al menos cada 3 años), en lo posible con
intervalos regulares que permitan evaluar las tendencias a largo plazo, las medidas realizadas y
tomar decisiones sobre nuevas políticas a implementar.
Por otra parte, si bien algunas universidades y organizaciones no gubernamentales pueden tener
experiencia y recursos para desarrollar encuestas de calidad, es importante que sean los
organismos nacionales quienes se comprometan en el desarrollo de estos estudios porque son los
únicos autorizados para proporcionar información oficial. “Además, la infraestructura y las
habilidades típicas de las oficinas nacionales de estadística pueden garantizar la sostenibilidad
necesaria para realizar encuestas de corrupción a intervalos regulares, lo que es necesario para
monitorear el progreso hacia la consecución de la meta 16.5 de los Objetivos de Desarrollo
Sostenible” (p. 34).
1
Para ser congruente con los Objetivos de Desarrollo Sostenible, una encuesta de corrupción debería tener
como objetivo “Generar información para evaluar la prevalencia del soborno, los sectores y grupos de
población más vulnerables y la respuesta por parte del estado ante la corrupción”. Por su parte, entre sus
metas debería incluirse: Comprender la prevalencia del soborno en el universo seleccionado, Examinar la
prevalencia del soborno en grupos de población (por entidad geográfica, edad, sexo, ingresos, etc.) o por las
características de las entidades comerciales (sector económico, tamaño, etc.), Explorar el modus operandi y
la mecánica del soborno, Estimar el costo del soborno para personas o empresas, Evaluar la probabilidad de
denuncia de incidentes de soborno ante las autoridades competentes, Identificar los impedimentos para la
denuncia de incidentes de soborno ante las autoridades competentes. (p. 42)
III. CORRUPTION SURVEYS AMONG THE POPULATION
Posibles objeticos para implementar una encuesta sobre el soborno por muestreo a la población:
Se debe tener en cuenta que la base sobre la que se realizan las encuestas a la población son las
personas y no los hogares, por lo cual cuando la unidad de muestreo es el hogar se debe realizar
una selección transparente de los encuestados. Para ello recomiendan utilizar la regla del
cumpleaños más cercano o el procedimiento de tabla de Kish, evitando otras prácticas como
entrevistar al “jefe” de hogar o al miembro mayor.
En cuanto al diseño del cuestionario, se deben escoger las problemáticas a indagar según sean los
objetivos, los cuales se deberán ajustar a los recursos disponibles y a la posibilidad de realizar una
encuesta específica o a la inclusión de un módulo en otro estudio. Para el primer caso, consideran
que la pregunta más relevante en cuanto a percepción es “¿Qué prácticas corruptas se consideran
generalizadas y entre diferentes instituciones?”, mientras que sobre experiencia no deberían altar
preguntas sobre sobornos dados o pagados por tipo de funcionario público (si lo hicieron o no y la
cantidad de estos teniendo en cuenta si han tenido contacto con ellos) y los sobornos solicitados
pero que no fueron pagados, según tipo de funcionario público. Estas preguntas sobre experiencia
son las requeridas para poder calcular el avance en los Objetivo de Desarrollo Sostenible, pero
también recomiendan otras preguntas sobre el incidente más reciente y la denuncia. A
continuación, se presentan sugerencias y recomendaciones para la correcta redacción de las
preguntas, y un nivel de prioridad de funcionarios sobre los que se debería indagar.
Para el análisis de datos y la presentación del informe, recomiendan la inclusión de las siguientes
secciones: Resumen ejecutivo, Introducción, Alcance del soborno (prevalencia de soborno al tratar
con funcionarios públicos entre total de ciudadanos y entre ciudadanos en contacto con
funcionarios públicos, prevalencia del soborno al tratar con empleados del sector privado entre
total de ciudadanos y entre ciudadanos en contacto con empleados del sector privado),
Funcionamiento del soborno (tipo de trámite o contexto, momento, propósito, pagos en efectivo
u otra ventaja indebida otorgada, tamaño promedio de soborno otorgado en sector público y
privado), ¿Quién recibe los sobornos?, ¿Quién paga los sobornos?, ¿Cómo responden los
ciudadanos al soborno?, Conclusiones e implicaciones para la política anticorrupción, Anexo
metodológico.