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Nuestro cuerpo está expuesto de manera continua a la pérdida de fluido, con una pérdida media
de unos 2500 ml (2,5 litros) al día. Perdemos unos 100 ml a través de las heces, 200 ml por el
sudor y 700 ml por la respiración y la piel (exceptuando el sudor). El resto se pierde por la
excreción de orina.
Esta pérdida de agua debe ser compensada por la ingesta de líquidos, debiendo ingerir
diariamente unos 2500 ml. Alrededor de un 10% del suministro de agua proviene de la maquinaria
propia del cuerpo, como un bioproducto del metabolismo, como por ejemplo el agua producida
como bioproducto de la producción de ATP a partir de glucosa de las células. En total, producimos
unos 250 ml de agua de esta forma cada día. El alimento que ingerimos también aporta líquido y
constituye un 30% de la ingesta diaria de líquido, mientras que beber líquido directamente aporta
el 60% restante del líquido total.
la ingesta
la pérdida de agua
1. La deshidratación
La deshidratación es una condición en la que la pérdida de fluido es mayor que la ingesta de este.
Puede ser consecuencia de un sangrado, quemaduras, vómitos persistentes, diarrea, sudoración
profusa y el uso de diuréticos (medicamentos que producen elevadas cantidades de orina). La
deshidratación puede ser también causada por problemas endocrinos, como la diabetes. Cuando
se produce la deshidratación, se pierde líquido en el plasma. Cuando baja la presión en el plasma,
sale fluido de células circulantes al espacio intersticial y de allí a la circulación. Como resultado, las
células “encogen”, lo que conlleva consecuencias peligrosas, como el cese de las funciones
celulares.
La hidratación hipotónica
Hidratación hipotónica es un término para describir lo que sucede cuando una persona consume
una gran cantidad de agua. ‘Hipotónico’ se refiere al hecho de que la concentración de electrolitos
es menor (hipo) de lo normal (isotónica). Se puede dar con una ingesta de líquido
extremadamente cuantiosa, como hemos mencionado, o por daño renal. Cuando la concentración
de ciertas sustancias (electrolitos, proteínas, etc.) disminuye en plasma (y en el organismo en
general) el espacio extracelular aumenta en volumen y en concentraciones salinas, y estas
disminuyen en el cuerpo. Cuando la concentración de sodio disminuye en el espacio extracelular,
significa que el fluido entra en las células donde aumenta la concentración de electrolitos, y las
células se “hinchan”. Esto es especialmente peligroso para las células nerviosas.
El edema
La regulación electrolítica
La ingesta de electrolitos proviene del alimento y los líquidos, y una pequeña parte puede ser
liberada en el organismo durante el proceso metabólico. En los países industrializados, la ingesta
demasiado baja de sales no suele ser un problema. La situación es más bien la contraria: el
consumo de sal es excesivo. Perdemos electrolitos por las heces, la orina y el sudor.
Cuando hablamos de sales hablamos del contenido total de iones, incluidos sodio, potasio, calcio,
magnesio, zinc, etc. Sin embargo, el sodio es el que más preocupa fisiológicamente hablando, y
esto es porque es la sal más predominante en el fluido extracelular. El bicarbonato sódico
(NaHCO3) y el cloruro sódico (NaCl) constituyen el 90-95% del total de sales. Esto significa que el
sodio es esencial para la presión osmótica y crucial para el control del volumen de fluido
extracelular.
La nefrona
Las unidades estructurales y funcionales más pequeñas del riñón son las nefronas. Cada riñón
contiene alrededor de un millón de ellas.
Las nefronas tienen un sistema de canalizaciones o conductos (túbulos) separados de los vasos
sanguíneos. Cuando la sangre se filtra en los riñones, el líquido de la sangre (que dará lugar a la
orina) es conducido por estos túbulos, donde va cambiando su composición, de modo que cuando
llega a la vejiga contiene agua, electrolitos y productos de desecho.
glomérulo
túbulo contorneado proximal
asa de Henle (ramas descendente y ascendente)
túbulo contorneado distal
La arteria renal conduce la sangre desde la aorta al riñón y se ramifica en un gran número de
arteriolas cuando llega al riñón. Estas llevan sangre hasta el glomérulo. La sangre que no es filtrada
en el glomérulo, sino que sale por los capilares, es conducida por la arteriola eferente. La mayor
parte de los fluidos y sustancias transmitidas a las nefronas en los glomérulos, son devueltos al
torrente sanguíneo a través de estos capilares.
El glomérulo
El glomérulo está formado por la cápsula de la nefrona (cápsula de Bowman) y su red de capilares,
y es el lugar donde se filtra la sangre. La fuerza impulsora de la filtración es la presión sanguínea en
los capilares, y los capilares y la cápsula de Bowman poseen una estructura que permite que el
agua y las pequeñas moléculas los atraviesen fácilmente. Las moléculas más grandes y las
moléculas con carga negativa (que suelen ser proteínas medianas y grandes) no son capaces de
atravesar la cápsula de Bowman, El filtrado contiene todas las sustancias de la sangre menos
proteínas y células.
El aparato yuxtaglomerular
En el glomérulo las nefronas y las arteriolas aferentes están organizadas de forma que la porción
ascendente del asa de Henle está situada entre las dos arteriolas. Las células situadas en la pared
de la parte superior del asa de Henle están especializadas y se las conoce como células de la
mácula densa. En esa misma área, alrededor de las arteriolas aferentes, encontramos las células
yuxtaglomerulares que son células de la musculatura lisa especializadas. Además, entre la macula
densa y las células yuxtaglomerulares, encontramos un tercer grupo de células llamadas células
mesangiales. Todas estas células especializadas forman el aparato yuxtaglomerular.
Las células yuxtaglomerulares, que son las células del músculo liso que rodean las arteriolas
aferentes, sirven de mecanorreceptores y captan la presión sanguínea en las arteriolas. Estas
células contienen renina, una enzima que se segrega cuando la presión sanguínea baja en exceso.
Las células de la mácula densa son quimiorreceptores que registran los niveles de sodio en el
filtrado que llega a la porción superior del asa de Henle ascendente. Un nivel de sodio bajo en la
parte final del asa de Henle indica presión venosa baja.
Para que estos procesos se lleven a cabo, los riñones regulan la composición del plasma sanguíneo
utilizando los siguientes mecanismos:
Filtrado glomerular
Reabsorción tubular
Secreción tubular
El filtrado glomerular
El filtrado glomerular es un término utilizado para describir el filtrado de sangre que circula por el
glomérulo y que contribuye a formar el filtrado en las nefronas. Existen al menos tres factores que
hacen no solo posible sino también eficaz el filtrado de grandes volúmenes de líquido en el
glomérulo:
Si es necesario, se puede producir una vasoconstricción en las arteriolas aferentes para acelerar la
presión hidrostática del glomérulo.
El índice de filtrado glomerular (GFR) indica el volumen de filtrado producido por el riñón por
minuto (o sea, el volumen de fluido que pasa por la nefrona cada minuto), que normalmente es de
120 – 125 mililitros por minuto.
Mantener el adecuado GFR es esencial para que los riñones puedan realizar su trabajo
correctamente. Si el GFR aumenta, el cuerpo no podrá excretar el exceso de fluido, electrolitos y
productos de desecho, ni ajustar el pH con respecto a la hemostasia. Por otra parte, si el GFR es
anormalmente elevado, puede haber una pérdida de electrolitos y agua mayor de la normal o
adecuada. Por estos motivos, el GFR es cuidadosamente regulado por dos mecanismos renales:
Mecanismos internos
Mecanismos externos
Antes de seguir con la explicación de los mecanismos reguladores del GFR, es importante enfatizar
que la presión sanguínea es el factor regulador más importante de este. En otras palabras, la
regulación del GFR y la presión sanguínea son las dos caras de la misma moneda, lo que a su vez
significa que cualquier factor que afecte a la presión sanguínea, por ejemplo el sistema nervioso
autónomo, también afectará al GFR.
Los mecanismos externos que regulan el GFR son los sistemas nervioso y endocrino. Estos
mecanismos son los mismos que regulan la presión sanguínea. Si disminuye la presión sanguínea,
el GFR disminuye y los siguientes mecanismos se pondrán en marcha:
Los barorreceptores del organismo responden a una baja presión sanguínea sistémica activando el
sistema nervioso simpático que 1) aumentará el gasto cardíaco regulando el volumen de eyección
y la frecuencia cardíaca y 2) activará la vasoconstricción de las arteriolas que aumentarán la
presión sanguínea. Los nervios simpáticos estimularán también directamente las células
yuxtaglomerulares y estas liberarán renina. La renina aumentará el nivel de angiotensina II
(mecanismos renina-angiotensina) que producirá vasoconstricción y estimulará la secreción
adrenal de aldosterona. Esta actuará en las células de los túbulos distales y aumentará la
absorción de sodio y agua. El volumen sanguíneo aumentará y disminuirá la presión sanguínea.
Cuando el filtrado glomerular forma el filtrado en la cápsula de Bowman, este fluido es empujado
a través de las nefronas por la presión. Al pasar por las nefronas, el 99% del filtrado es reabsorbido
por los capilares circundantes. Esta reabsorción tiene lugar en todas las nefronas, en las del túbulo
proximal, las del asa de Henle y las de los túbulos distales pero siguiendo mecanismos distintos.
En la parte ascendente del asa de Henle las condiciones son las contrarias. La pared de la nefrona
es permeable a los electrolitos que son reabsorbidos desde las nefronas hasta la médula con
transporte activo y pasivo. Como consecuencia, la concentración del filtrado en las nefronas
disminuye (solo se absorben electrolitos). De esta manera, lo que sucede en el asa de Henle es que
se reabsorbe agua (en la parte descendente del asa) y electrolitos (en la parte ascendente), de
manera que el filtrado que llega al túbulo distal es menos concentrado que en el glomérulo y
contiene solo un 10% del sodio y cloro filtrados y aproximadamente un 25% de agua. El 75% del
fluido es reabsorbido en este punto y el filtrado residual es menos concentrado que el de las
nefronas.
En los túbulos distales y conductos colectores, la reabsorción es regulada por diferentes hormonas
según las necesidades del organismo. Si las circunstancias lo requieren, el contenido total de sodio
puede reabsorberse en los túbulos distales o posteriormente en la nefrona. Por otra parte, si no
existe influencia hormonal, no se reabsorberá más agua del filtrado tras llegar a los túbulos
distales. En este caso, los riñones producen orina menos concentrada porque el filtrado que llega
al túbulo distal está menos concentrado que el que llega al glomérulo de la nefrona.
Aumento de la absorción de Na+ por la aldosterona
Al igual que el sodio, la mayor parte del calcio es reabsorbido en los túbulos proximales. Sin
embargo, en los túbulos distales, esta reabsorción es estimulada y ajustada por la HPT.
El PNA es liberado por el músculo cardíaco debido a una presión sanguínea elevada o por un gran
volumen de líquido en el organismo. El PNA inhibe la absorción de sodio en los conductos
colectores renales e inhibe el efecto de la angiotensina II y la aldosterona. Como consecuencia, se
inhibe la absorción de sodio y agua, se pierde líquido y se normaliza el nivel de fluido y la presión
sanguínea.
La secreción tubular
Además de reabsorber varias sustancias del filtrado, los riñones también segregan diferentes
sustancias.
En el primer caso, la orina es más diluida, es una orina que contiene pocos electrolitos y pocos
productos de desecho en relación a la cantidad de agua. El cuerpo elimina el exceso de agua
cuando bebemos una cantidad de líquido relativamente alta y el poco producto de desecho que
hay está muy diluido.
En el segundo caso, el cuerpo necesita conservar agua. Como continuamente perdemos agua a
través de la piel y por la respiración, los riñones trabajan para reabsorber la mayor parte del agua
en el filtrado. Al mismo tiempo, el cuerpo produce productos de desecho que necesitan ser
eliminados por los riñones, así que estos producen una orina concentrada, con muchos solutos,
incluyendo productos de desecho y electrolitos con la menor cantidad de agua posible.
Los términos “diluida” y “concentrada” son relativos; en este contexto fisiológico es una cuestión
de concentración relativa al plasma.
Sin embargo, si las circunstancias requieren que los riñones produzcan orina concentrada, que
significa que el cuerpo está en un estado donde el nivel de líquido es relativamente bajo y la
concentración de electrolitos es relativamente alta, la hipófisis segrega HAD, que actúa en los
conductos colectores de las nefronas y aumenta la absorción de agua. El incremento en la
absorción de agua hace que el filtrado se vuelva cada vez más concentrado desde que pasa por los
conductos colectores hasta la médula renal. De la misma forma, los riñones producen orina
concentrada. La HAD es segregada por la hipófisis sólo si la concentración de electrolitos en sangre
excede la concentración fisiológica.
Así, utilizando la HAD, el riñón pasa de producir orina diluida a orina concentrada.
La diuresis en la diabetes
La orina que se produce en las nefronas y los túbulos colectores es transportada a la vejiga a
través de los uréteres. Estos están formados por musculatura lisa que se contrae cuando el
volumen de orina aumenta en su interior. Así, los movimientos peristálticos del uréter empujan la
orina hacia la vejiga. Además, el uréter está inervado por las células nerviosas parasimpáticas y
simpáticas, aunque tienen poca o nula participación en el peristaltismo.
La vejiga es un saco muscular que almacena orina y que tiene una capacidad de 800 – 1000 ml,
aunque normalmente no llega a su tope.
La orina sale de la vejiga a través de la uretra. En las mujeres, esta es bastante corta, mientras que
en el hombre suele llegar a los 20 cm. Esto explicaría por qué las mujeres tienen mayor tendencia
que los hombres a padecer infecciones del tracto urinario, ya que es un pasaje más corto para los
microorganismos.
La uretra tiene dos esfínteres musculares: interno y externo. El interno no es voluntario, está
regulado por el sistema nervioso autónomo y, cuando este se contrae, se abre la uretra. El esfínter
externo es, afortunadamente, voluntario y nos permite tener un control sobre el esfínter interno y
decidir voluntariamente cuándo orinar.
El vaciado de la vejiga
El vaciado de la vejiga es controlado por reflejos. A medida que la orina llega a la vejiga, empieza a
producirse tensión y esto desencadena un reflejo que inhibe la contracción de la vejiga, estimula el
cierre del esfínter interno y la contracción del externo. En otras palabras, el llenado de la vejiga
activa un mecanismo de cierre para evitar el vaciado,
La corteza también puede inhibir la señal y, entonces, el reflejo que inicia las contracciones en la
vejiga cesa tras unos minutos y la orina sigue siendo recolectada en la vejiga. Tras unos 200 – 300
ml, el reflejo de la micción es de nuevo activado. Si el córtex vuelve a rechazar la orden, se repite
el mismo ciclo. Tarde o temprano, el reflejo primará sobre la voluntad del córtex
Resumen capítulo 2
El organismo tiene dos riñones que regulan la eliminación de productos de desecho, agua y
electrolitos, entre otras funciones, para mantener la homeostasia. La unidad funcional más
pequeña del riñón es la nefrona, que junto con los túbulos colectores, lleva a cabo la producción
de filtrado, que está formado en el glomérulo y procesado por la reabsorción y secreción tubular.
En el túbulo proximal se reabsorben una gran cantidad de agua y electrolitos. En el asa de Henle,
el agua es reabsorbida en la porción descendiente, mientras que los electrolitos se reabsorben en
la porción ascendente. Cuando el filtrado llega a los túbulos distales está más diluido que cuando
llega a las nefronas. Si el cuerpo necesita deshacerse del exceso de agua del filtrado, tras llegar a
los túbulos distales no se procesa más. Si el cuerpo necesita conservar agua, la aldosterona puede
aumentar la absorción de sal y agua en los túbulos distales, mientras que la HAD aumentará la
reabsorción de agua en los túbulos colectores. La orina sale del riñón por el uréter y es
almacenada en la vejiga hasta que es eliminada por la uretra.