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RESUMEN:

Introducción al Cristianismo.

Entendemos el dilema que tienen los predicadores de la palabra de Dios por estos días, los

tiempos han cambiado y la gente es más escéptica ¿Cómo puede alguien, hacerse entender,

si habla como en la antigüedad? Es casi imposible, las personas no lo entenderán y lo tomaran

de broma. Como un payaso que intenta salvar un pueblo de un incendio, pero nadie le cree

porque es un payaso y piensan que es otra artimaña, así que se ríen y no toman en serio lo

que éste intenta advertirles hasta que se incendia su pueblo también. Así se siente un

predicador, pero ¿Cómo hacer entender a un hombre moderno lo que quiere decir la palabra

de Dios? ¿Debe el predicador cambiar los ‘Métodos’? Cambiar de vestiduras, despintarse la

cara y cambiar la palabra no es tan fácil como suena, pues puede el predicador, como todo

ser humano enfrentarse a la incredulidad, a dudar en lo que fue cierto para él por tanto tiempo

y eso representa un problema. Pero no debemos pensar que la persona no creyente no se

enfrenta a esto, la persona no creyente también está tentada a dudar de su incredulidad, la

persona no creyente tiene fe o duda de no tenerla, y eso también representa un problema,

como luchar consigo mismo, contra el vacío de creer o no creer, siempre un vacío porque no

se tiene la verdad, pero siempre se tiene fe en algo. Podemos así concluir que hay una mutua

relación entre la fe y la incredulidad.

Muy a menudo confundimos la fe con la religión, pero debemos entenderlas como dos cosas

totalmente distintas y que no siempre van de la mano, la religión es una serie de costumbres

que bien pueden seguirse sin tener fe, así bien un hombre puede ser fiel a su religión pero no

necesariamente tener fe. Por ejemplo, el antiguo testamento es visto como ley, en la cual la
fe tiene mucha fuerza. Y la fe, es algo un poco más abstracto, algo que solo entiende quien

se entrega completamente a las palabras ‘yo creo’, para entender lo que es la fe debemos

entender por qué es tan difícil decir sinceramente las palabras .yo creo. Entendamos al

hombre, entonces, como un ente que no puede ver a Dios, porque el hombre solo puede ver

lo que es de Dios; así pues, la realidad del hombre queda reducida a lo que puede ver y

entender, y este puede ampliar mucho sus fronteras y verlas como un todo, pero al entender

solo lo que puede ver como un todo, no comprende que está más ciego de lo que creía, pues,

debe haber sin embargo algo que el hombre no puede ver que le dé estructura y forma a todo

lo que si ve. Entender esto, que hay algo más allá de nuestra vista, es tener fe, aceptar que

hay algo que no podemos ver ni entender, pero que debe dar forma a lo que vemos y

entendemos, por eso es tan complicado pronunciar las palabras .yo creo., porque para creerlo

hay que tener fe de su existencia, ya que no se puede ver solo se puede tener fe de que existe.

Sin embargo por muchas explicaciones que se den de la fe, la mejor manera de entenderla es

entrando en ella como alguien que en realidad cree por medio de la fe.

Ahora, debemos pensar más allá del salto de la fe entre lo visible y lo invisible, en otro

dilema, el dilema entre el pasado y el presente, un mismo pasado que se ve en distintas

épocas, con un cambio de vestimenta y de nombre, pero a la larga, el mismo pasado. Y visto

así entonces nos hace pensar en la valentía que significaba el salto de fe en el pasado y en lo

que significa ahora, porque antes estábamos arraigados al concepto de tradición, en pensar

en el pasado, aceptarlo como verdadero y hacer de él una reflexión, pero ahora nos vemos

enfrentados al término ‘progreso’, en el que el salto de fe pierde su valor, porque el progreso

es la promesa autentica del ser humano, antes este se sentía cobijado y seguro en la tradición,

pero ahora se enfrenta al progreso, a no pensar en el pasado sino en el presente, y en un


presente suyo. Así pues el entendimiento de la fe queda disminuido al pasado y a la tradición.

Ahora bien, la fe cristiana no debe pensarse solo como el salto a lo invisible sino a la

humanización de Dios. Explican las cartas de Juan que Jesús hizo una explicación de Dios

más cercana al hombre, haciendo que al que nunca vimos, podamos verlo en lo humanamente

posible. Nos pareció entonces que podíamos acercarnos mucho Dios, y seguir sus huellas,

pero todo esto, es realmente el pre requisito para la muerte de Dios, humanizar a Dios es

condenarlo a la muerte. ¿Podemos todavía creer? Si vimos a Dios en su sentido más humano,

¿Deberían entonces los cristianos confesar que se están acogotando? Que ahora, a ellos les

afecta más el .quizá no. de los no creyentes, que el .quizá. de los cristianos ¿Deberían

entonces replantear su concepto de realidad?

Al considerar en visión sintética los caminos del espíritu humano, tal como nos los presentan

nuestros conocimientos históricos actuales, observaremos que en los diversos períodos de

desarrollo del espíritu humano hay distintas maneras de ponernos en relación con la realidad,

tres distintas maneras: la mágica, la metafísica y por último la científica (nótese que cuando

se dice .científico. se piensa en ciencias naturales). Cada una de estas orientaciones

fundamentales tiene a su modo algo que ver con la fe, pero cada una, también a su modo, se

opone a ella. Ninguna se defiende con ella, y ninguna le es neutral; todas pueden prestarle

servicio y todas pueden también ocultarla. La limitación de los fenómenos a lo que se ve y

puede captarse es una nota característica de nuestra actitud fundamental y científica, que

condiciona necesariamente todo nuestro sentimiento existencial y nos asigna un lugar en lo

real. Ya nos hemos cansado de estudiar las cosas en sí, de sondear en la esencia del ser; hacer

eso nos parece tarea inútil, creemos que nunca llegaremos a la profundidad del ser. Nos

hemos colocado en la perspectiva de lo visible, de lo que podemos abarcar y medir. Los


métodos de las ciencias naturales se apoyan en la limitación a lo aparente. Esto nos basta.

Podemos trabajar con ello y crearnos así un mundo en que podamos vivir como hombres.

Con esto ha entrado en la vida y en las ideas de la época moderna un nuevo concepto de

verdad y de realidad que, las más veces inconscientemente, es el requisito indispensable de

nuestro pensamiento, pero que solo puede ser válido si se le somete al juicio crítico de la

conciencia. La función del pensar no científico natural será, pues, clara: considerar lo

desconsiderado, presentar a la conciencia la problemática humana de tal orientación.

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