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Este documento es una traducción oficial del foro Eyes Of Angels, por y
para fans. Si veis alguna otra traducción de esta saga no perteneciente al
foro, por favor no la distribuías. Estamos a favor de las traducciones
oficiales.
Staff
Sentimos la tardanza en tener terminado este libro pero como
“recompensa” por la espera os dejamos un fragmento de The
Shadowhunter’s Codex. Esperamos que lo disfrutéis.

Moderadora:
Katiliz94

Traducción:
GideonL
Katiliz94
Jess16
MiluHerondale

Corrección y Revisión:
Katiliz94

Diseño:
Garazi

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Índice Sinopsis
Nueva York, 1989.
Nueva York, 1993.
Códice de los Cazadores de Sombras
Introducción
The Course of True Love [and First Dates]
(Las Crónicas de Bane #10)
Sobre La Autora
Agradecimientos

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Sinopsis
M
agnus conoce a Valentine en la batalla mientras el Círculo
ataca a los Subterráneos de la ciudad de Nueva York.

En el momento de la Sublevación, el Círculo de


Valentine va tras los subterráneos de Nueva York... y los Cazadores de
Sombras del Instituto deben decidir si unirse a él o luchar con Magnus y su
generosidad. Esta es la primera vez que Magnus ve Jocelyn, Lucas y
Stephen, pero no será la última. No pasa mucho tiempo antes de que
Jocelyn lo busque...

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Nueva York, 1989.
Traducido por GideonL, katiliz94, Jess16, MiluHerondale

E
l hombre estaba demasiado cerca. Se encontraba de pie, junto
al buzón de correos, a unos dos metros de Magnus y comía un
descuidado perrito caliente de Gray's Papaya cubierto de chili.
Cuando terminó, arrugó el envoltorio manchado de chili y lo lanzó al suelo
en dirección a Magnus, tiró de un agujero de su chaqueta de mezclilla y le
sostuvo la mirada. Parecía una de esas miradas que los animales lanzan
ante la visión de su presa.

Magnus estaba acostumbrado a cierta cantidad de atención. Su


forma de vestir la atraía. Usaba unas Doc Martens plateadas, pantalones
vaqueros rasgados artísticamente, tan grandes que solo un delgado y
brillante cinturón plateado impedía que se cayeran, y una camiseta rosa
tan grande que le dejaba al descubierto la clavícula y parte del pecho. La
clase de ropa que hacía que las personas pensaran en la desnudez.
Pequeños pendientes rodeaban una de sus orejas, culminando con uno
más grande balanceándose en el lóbulo de su oreja, un pendiente con la
forma de un gran gato plateado, con corona y una gran sonrisa. Un
colgante con forma de ankh1 descansaba algo por encima de su corazón
y se había cubierto los hombros con una chaqueta negra entallada,
adornada con cuentas más para completar el atuendo que para
protegerse del aire de la noche. El conjunto quedaba completo con una
cresta en la que brillaba una franja de color rosa profundo.

Estaba apoyado contra la pared exterior de la clínica West Village


mucho después del atardecer. Eso era suficiente para sacar lo peor de
algunas personas. La clínica trataba pacientes con enfermedades
venéreas. La moderna plaga de la casa. En lugar de mostrar compasión,
buen juicio o preocupación eran muchas las personas que miraban la
clínica con odio y malestar. En cada siglo se creían tan cultos, y en cada
siglo se tambaleaban por ahí, entre la oscuridad de la ignorancia y el
miedo.
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1 Jeroglífico egipcio que significa "vida", un símbolo muy utilizado en la iconografía de


esta cultura. También se la denomina cruzansada
—Bicho raro. —Espetó finalmente el hombre.

Magnus le ignoró y continuó leyendo su libro, Siempre Es Algo de


Gilda Radner, bajo la tenue luz fluorescente de la entrada de la clínica.
Irritado por la falta de respuesta, el hombre comenzó a murmurar una serie
de cosas en voz baja. Magnus no podía oír lo que estaba diciendo pero
podía hacerse una idea. Insultos sobre la sexualidad percibida de Magnus,
sin duda.

—¿Por qué no sigues tu camino? —dijo Magnus, cambiando


calmadamente de página—. Conozco un salón de belleza que abre toda
la noche. Pueden arreglarte esa uniceja en un santiamén.

No era algo correcto que decir, pero a veces esas cosas salían sin
más. Podías soportar cierta cantidad de ignorancia ciega y estúpida sin
molestarte un poco.

—¿Qué dijiste?

Dos policías pasaron justo en ese momento. Echaron un vistazo hacia


Magnus y el extraño. Lanzaron una mirada de advertencia hacia el
hombre y una de desagrado ligeramente escondido hacia Magnus. El
gesto le dolió un poco, pero Magnus estaba tristemente acostumbrado a
ese trato. Había jurado hacía tiempo que nunca nadie le iba a cambiar; ni
los mundanos que le odiaban, ni los Cazadores de Sombras que
intentaban cazarle.

El hombre se alejó, no sin volverse para mirarlo un par de veces.

Magnus se guardó el libro en el bolsillo. Eran casi las ocho y estaba


demasiado oscuro para leer, además de que lo habían distraído. Echó un
vistazo a su alrededor. Sólo unos años antes esa había sido una de las
esquinas más vibrantes, alegres y creativas de la ciudad. Buena comida en
cada esquina y parejas paseando. Ahora los cafés estaban escasamente
habitados. Las personas caminaban con urgencia. Muchos habían muerto,
tantas personas maravillosas. Desde donde se encontraba, Magnus podía
ver tres apartamentos anteriormente ocupados por amigos y amantes. Si
doblase la esquina y caminase unos cinco minutos, pasaría frente a una
docena más de ventanas oscuras.

Los mundanos morían con tanta facilidad. Sin importar las veces que
lo hubiese visto, nunca se hacía más fácil. Ya había vivido por siglos y
seguía esperando que la muerte se volviese más sencilla.
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Normalmente evitaba esa calle por esa misma razón, pero aquella
noche estaba esperando a que Catarina terminase su turno en la clínica.
Cambió el peso de un pie al otro y se ajustó la chaqueta sobre el pecho,
arrepintiéndose por un instante de haber elegido su vestimenta por la
moda en lugar de por la calidez y la comodidad. El verano se había
quedado hasta tarde, y luego los árboles habían cambiado de color sus
hojas con rapidez. Ahora esas hojas caían rápido y las calles estaban
vacías. El único punto colorido era el mural de Keith Haring en la pared de
la clínica; brillantes figuras caricaturizadas en colores primarios bailando
juntas con un corazón flotando sobre ellas.

Los pensamientos de Magnus fueron interrumpidos por la repentina


reaparición del hombre, que claramente había dado la vuelta a la calle y
pensado demasiado sobre el comentario de Magnus. Esta vez, el hombre
caminó hacia Magnus y se paró directamente frente a él, casi cara a cara.

—¿En serio? —dijo Magnus—. Vete. No estoy de humor.

En respuesta a eso, el hombre sacó una navaja y la abrió. La


cercanía entre ellos impedía que nadie más pudiese verla.

—¿Te das cuenta, —dijo Magnus, sin mirar la punta de la cuchilla


justo bajo su rostro—, que al estar parado así, van a creer que nos estamos
besando? Y eso es bastante embarazoso para mí. Tengo mucho mejor
gusto en cuento a hombres.

—¿Crees que no lo haré, bicho raro? ¿Crees...?

La mano de Magnus se elevó. Un cálido relámpago azul se esparció


entre sus dedos, y al siguiente segundo su agresor estaba volando por la
acera, cayendo y golpeándose la cabeza contra una boca de incendios.
Por un momento, ante la ausencia de movimiento en la figura del hombre
que no se movía de su posición, boca abajo en la acera, Magnus se
preocupó por haberlo matado por accidente, pero luego lo vio darse la
vuelta. Miró a Magnus con los ojos entrecerrados y una combinación de
terror y furia brillando en su rostro. Claramente estaba asombrado por lo
que había ocurrido. Un hilo de sangre caía por su frente.

En ese momento Catarina apareció. Evaluó rápidamente la situación,


fue directamente hacia el hombre y pasó su mano sobre su cabeza,
deteniendo el sangrado.

—¡Apártate de mí! —gritó él—. ¡Has salido de ahí! ¡Quítate! ¡Tienes la


cosa sobre ti!

—¡Idiota! —dijo Catarina—. Así no es como te contagias de VIH. Soy


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enfermera. Deja que...

El extraño empujó a Catarina y se puso en pie. Desde el otro lado de


la calle, algunos transeúntes miraban la conversación con curiosidad. Pero
cuando el hombre se alejó a tropezones, perdieron el interés.

—De nada. —Dijo Catarina a la figura que se alejaba—. Bruto. —Se


giró hacia Magnus—. ¿Estás bien?

—Estoy bien —dijo él—. Es él que estaba sangrando.

—A veces desearía poder dejar que alguien así se desangrase —dijo


Catarina sacando un pañuelo para limpiarse las manos—. Como sea, ¿qué
haces aquí?

—Estoy aquí para asegurarme de que llegas a casa.

—No necesitas hacer eso —dijo ella en un suspiro—. Estoy bien.

—No es seguro. Y estás exhausta.

Catarina se inclinó levemente hacia un lado. Magnus tomó su mano.


Estaba tan cansada que por un momento vio caer el glamour que la
cubría y percibió un atisbo de azul en la mano que sostenía.

—Estoy bien —dijo ella de nuevo, sin mucha convicción.

—Sí —dijo Magnus—. Obviamente. ¿Sabes? Si no comienzas a cuidar


de ti misma, me forzarás a ir a tu casa y hacer mi mágicamente asquerosa
sopa de atún hasta que te sientas mejor.

Catarina rio.

—Cualquier cosa menos la sopa de atún.

—Entonces comeremos algo. Vamos. Te llevaré a Veselka. Necesitas


un poco de gulash y un gran trozo de pastel.

Caminaron hacia el este en silencio, sobre resbaladizas pilas de hojas


húmedas y aplastadas.

Veselka estaba silencioso y consiguieron una mesa junto a la


ventana. Las únicas personas que estaban a su alrededor hablaban en
ruso, en voz baja, fumaban y comían rollitos de repollo. Magnus pidió un
café y rugelach. Catarina comió un gran tazón de borsch, un plato de
pierogis fritos con cebolla y salsa de manzana, guarnición de albóndigas
ucranianas y un par de rickeys de cereza y limón para beber. Cuando
acabó con todo eso y pidió un plato de blinis de queso para el postre,
encontró la fuerza para hablar.
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—Es horrible. —dijo—. Es difícil.

Había poco que Magnus pudiera decir, de modo que se limitó a


escuchar.

—Los pacientes me necesitan —dijo, pinchando con la pajita el hielo


de su copa vacía—. Algunos médicos, personas que deberían ser sensatas,
ni siquiera tocan a los pacientes. Y es una enfermedad tan horrible. La
forma en la que simplemente se consumen. Nadie debería morir así.

—No —dijo Magnus.

Catarina pinchó el hielo durante un rato y luego se recostó en el


asiento y suspiró profundamente.

—No puedo creer que los nefilim estén dando problemas ahora, de
todas las veces —dijo ella, pasándose una mano por el rostro—. Niños
nefilim, nada más. ¿Cómo es posible?

Esa era la razón por la que Magnus había esperado en la clínica


para acompañar a Catarina a casa. No era porque el barrio fuese
peligroso, que no lo era. La había esperado porque ya no era seguro para
los subterráneos estar solos. Apenas podía creer que el mundo de las
sombras estuviese en caos y terror por las acciones de un grupo de
estúpidos y jóvenes Cazadores de Sombras.

Cuando escuchó los rumores por primera vez, hacía unos meses,
Magnus había rodado los ojos. Una manada de Cazadores de Sombras de
apenas veinte años, poco más que unos niños, se estaban rebelando
contra la ley de sus padres. Gran cosa. La Clave, el Pacto y los trucos de los
ancianos siempre le habían parecido a Magnus la perfecta receta para
una revolución juvenil. El grupo se llamaba a sí mismo "El Círculo," según las
noticias de los subterráneos, y los lideraba un carismático joven llamado
Valentine. El grupo reunía a algunos de los mejores y más brillantes de su
generación.

Los miembros del Círculo acusaban a la Clave de no tratar con


suficiente dureza a los subterráneos. Así era como la rueda había girado,
supuso Magnus, a una generación contra la siguiente; desde Aloysius
Starkweather, quien había querido las cabezas de los hombres lobo en su
pared, hasta Will Herondale, quien había tratado, sin conseguirlo nunca,
esconder su corazón. La juventud del momento pensaba que la política de
la Clave de fría tolerancia era muy generosa, aparentemente. La juventud
de ahora quería pelear contra monstruos, y había decidido
convenientemente que las personas como Magnus eran monstruos, todas.
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Magnus suspiró. Parecía una temporada de odio para todo el mundo.

El Círculo de Valentine no había hecho demasiado por el momento.


Quizás nunca harían mucho. Pero habían hecho suficiente. Habían
vagado por Idris, viajado por portales y visitado otras ciudades en misiones
de ayuda a los Institutos de ellas, y en cada ciudad a la que habían
acudido, habían muerto subterráneos.

Siempre había habido subterráneos que rompían los Acuerdos, y los


Cazadores de Sombras siempre lo habían hecho pagar. Pero Magnus no
había nacido ayer, ni siquiera en ese siglo. No creía que fuera coincidencia
que a cualquier lugar al que fuera Valentine y sus amigos, la muerte los
siguiera. Estaban buscando cualquier excusa para limpiar el mundo de los
subterráneos.

—¿Qué quiere este chico? Valentine. —Preguntó Catarina—. ¿Cuál


es su plan?

—Quiere la muerte y destrucción de todos los subterráneos —dijo


Magnus—. Su plan probablemente sea el de ser un grandísimo idiota.

—¿Y si vienen aquí? —preguntó Catarina—. ¿Qué harán los Whitelaw?

Magnus había vivido varias décadas en Nueva York y había


conocido a los Cazadores de Sombras que habían dirigido el Instituto
durante ese tiempo. En las últimas décadas el Instituto había sido dirigido
por los Whitelaw. Siempre habían sido diligentes y distantes. A Magnus
nunca le había gustado ninguno de ellos, y a ninguno de ellos le había
gustado alguna vez Magnus. No tenía pruebas de que pudieran traicionar
a un subterráneo inocente, pero los Cazadores de Sombras tenían tanta
estima a su clase y a su sangre que Magnus no estaba seguro de lo que los
Whitelaw serían capaces de hacer.

Había ido a reunirse con Marian Whitelaw, directora del Instituto, y le


había hecho partícipe de las noticias de los subterráneos sobre Valentine y
sus pequeños ayudantes que asesinaban subterráneos que no estaban
rompiendo los Acuerdos, y que mentían a la Clave respecto a eso.

—Ve a la Clave —le había dicho Magnus—. Diles que controlen a sus
mocosos revoltosos.

—Mantén tu revoltosa lengua bajo control —había apuntado Marian


Whitelaw fríamente—, cuando hables de tus superiores, brujo. Valentine
Morgenstern es considerado un Cazador de Sombras muy prometedor,
como lo son sus amigos. Conocí a su esposa, Jocelyn, cuando era una niña;
es una chica dulce y encantadora. No dudaré de su bondad. No, desde
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luego, sin una prueba y basándome solamente en los rumores maliciosos


del submundo.

—¡Están matando a mi gente!


—Están matando subterráneos criminales en total armonía con los
Acuerdos. Están mostrando fervor y lealtad ante el cumplimiento de la ley.
No hay nada de malo en ello. No espero que lo entiendas.

Por supuesto los Cazadores de Sombras no creían que sus mejores y


más brillantes guerreros se habían vuelto demasiado sanguinarios. Por
supuesto que aceptarían las excusas que Valentine y sus amigos les dieran,
y por supuesto que creerían que Magnus y cualquier otro subterráneo que
se quejase de ello simplemente quería que los criminales escapasen de la
ley.

Sabiendo que no podían pedir ayuda a los Cazadores de Sombras,


los Subterráneos habían tratado de salvaguardarse a sí mismos. Habían
preparado un lugar seguro en Chinatown, gracias a una amnistía de la
enemistad constante entre los hombres lobo y los vampiros, y ahora todo el
mundo vigilaba.

Los subterráneos estaban solos pero, ¿no habían estado solos


siempre?

Magnus suspiró y miró a Catarina por encima de sus platos.

—Come —le dijo—. No está pasando nada ahora. Probablemente


nunca pasará nada.

—Asesinaron a un “vampiro malvado” en Chicago la semana


pasada —dijo cortando un blini con un tenedor—. Sabes que querrán venir
aquí.

Comieron en silencio, pensativo por parte de Magnus y exhausta por


Catarina. La cuenta llegó y Magnus pagó. Catarina no pensaba
demasiado en cosas como el dinero. Era enfermera en una clínica con
pocos recursos y él tenía dinero en efectivo a mano.

—Tengo que volver —dijo ella. Se frotó el rostro soñoliento con una
mano y Magnus vio destellos azul claro en la punta de sus dedos. El
glamour desvaneciéndose incluso mientras hablaba.

—Vas a ir a casa a dormir —dijo Magnus—. Soy tu amigo. Te conozco.


Te mereces una noche de descanso. Deberías pasarla entregándote a
lujos desenfrenados, como dormir.
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—¿Y si pasa algo? —preguntó—. ¿Y si vienen?

—Puedo hacer que Ragnor me ayude.

—Está en Perú —dijo Catarina—. Dice que encuentra muy


tranquilizadora la ausencia de tu molesta presencia, citándole. ¿Podría
venir Tessa?

Magnus sacudió la cabeza.

—Tessa está en Los Ángeles. Los Blackthorn, descendientes de su hija,


llevan el Instituto allí. Tessa quiere echarles un vistazo.

Magnus se preocupaba también por Tessa, escondiéndose sola


cerca del Instituto de Los Ángeles, aquella casa en las colinas altas, junto al
mar. Era la bruja más joven con la que Magnus se había sentido tan
cercano como para llamarla amiga, y había vivido durante años con los
Cazadores de Sombras, donde no podía practicar su magia en la medida
en que Magnus, Ragnor o Catarina podían. Magnus tuvo horribles visiones
de Tessa lanzándose a una pelea con los Cazadores de Sombras. Tessa
nunca permitiría que uno de los suyos fuera herido si podía sacrificarse en
su lugar.

Pero Magnus conocía y le gustaba al Gran Brujo de Los Ángeles. No


permitiría que Tessa saliera herida. Y Ragnor era lo bastante astuto como
para que Magnus no se preocupase demasiado por él. Nunca bajaría la
guardia en ningún lugar en el que no se sintiese completamente a salvo.

—Entonces solo estamos nosotros, —dijo Catarina.

Magnus sabía que el corazón de Catarina yacía con los mortales, y


que estaba involucrada más por amor a las relaciones que porque quisiera
luchar contra los Cazadores de Sombras. Catarina tenía sus propias
batallas con las que luchar, su propio terreno en el que estar. Vestía más
como una heroína que cualquier Cazador de Sombras que Magnus jamás
hubiese conocido. Los Cazadores de Sombras habían sido elegidos por un
ángel. Catarina había elegido por si misma luchar.

—Parece una noche tranquila, —dijo él—. Vamos. Termina y déjame


llevarte a casa.

—¿Es eso caballerosidad? —dijo Catarina con una sonrisa—. Pensé


que estaba muerto.

—Al igual que nosotros, nunca muere.

Caminaron de regreso por el camino que habían venido. Ahora era


una noche completamente oscura, y la noche había cambiado
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decididamente a fría. Había indicios de lluvia. Catarina vivía en una simple


y levemente subida por West Twenty-First Street, no demasiado lejos de la
clínica. La cocina nunca funcionaba, y los cubos de basura siempre
estaban llenos, pero ella nunca parecía preocupada. Tenía una cama y un
lugar donde poner la ropa. Eso era todo lo que ella necesitaba. Se guiaba
por una vida más simple que la de Magnus.

Magnus se dirigió a su casa, a su apartamento más alejado en la


Villa, en Christopher Street. Al apartamento también se subía andando, y
subía los escalones de dos en dos. A diferencia de Catarina, su casa era
extremadamente habitable. Las paredes eran brillantes y de animadas
sombras de rosas y margaritas amarillas, y el apartamento estaba
amueblado con alguno de los objetos que había coleccionado durante
años —una maravillosa mesa pequeña francesa, unos pocos divanes
victorianos, y un increíble juego de dormitorio artístico de completo cristal
reflejado.

Normalmente, en un nítido anochecer como este, Magnus se serviría


una copa de vino, pondría un álbum de Cure en su reproductor de CD,
subiría el volumen, y esperaría a que el negocio comenzase. La noche solía
ser su hora de trabajo; tenía muchos clientes irrumpiendo, y siempre había
búsquedas que hacer o lecturas por revisar.

Esta noche hizo un frasco de café fuerte, se sentó en el asiento de la


ventana, y miro más allá de la calle. Esta noche, como las otras noches
desde que los oscuros murmullos de los jóvenes sanguinarios Cazadores de
Sombras habían comenzado, se sentaría, observaría y pensaría. Si el
Círculo llegaba aquí, como parecía que harían con el tiempo, ¿Qué
ocurriría? Valentine tenía un odio especial por los hombres lobo, decían,
pero había matado a un brujo en Berlín por convocar a demonios. Magnus
había sido conocido por convocar a demonios una vez o veinte.

Probablemente era extremado que si venían a Nueva York irían a por


Magnus. Lo sensato sería marcharse, desaparecer del país. Tenía una
pequeña casa en Los Cayos de Florida a una larga distancia de los
brutales inviernos de Nueva York. La casa estaba en una de las más
pequeñas y menos inhabitadas tierras, y también tenía un barco. Si algo
ocurriera, él podría llegar a él y salir a toda velocidad por el mar, directo al
Caribe o al Sur de América. Había empacado mochilas varias veces, y
despues las deshizo.

No había punto en huir. Si el Círculo usaba su campaña por el


llamado de la justicia, harían inseguro todo el mundo de los Subterráneos. Y
no había forma de que Magnus pudiese vivir consigo mismo si huía y sus
amigos, tales como Catarina, se quedaban intentando defenderse. No le
gustaba la idea de que Rafael Santiago o alguno de sus vampiros fuera
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asesinado, o alguna de las hadas que sabía que trabajaban en Broadway,


o las sirenas que nadaban en el Río Este. Magnus siempre había pensado
en sí mismo como una piedra rodante, pero había vivido en Nueva York
mucho tiempo hasta ahora. Se encontró queriendo defender no solo a sus
amigos sino a su ciudad.

Por eso estaba quedándose, esperando, e intentando estar listo para


cuando el Círculo llegase.

La espera era más dura. Tal vez era porque había comprometido al
hombre de la clínica. Algo que Magnus quería que la lucha llegase.
Contoneó y flexionó los dedos, y la luz azul se entretejió entre ellos. Abrió la
ventana y respiro algo del aire nocturno, el cual olía a una mezcla de lluvia,
hojas y pizza de la tienda de la esquina.

—Hacedlo ya, —dijo a nadie.

***

El chico apareció bajo la ventana alrededor de la una de la


mañana, justo cuando Magnus finalmente había sido capaz de distraerse y
comenzar a traducir un antiguo texto que había estado en su escritorio
durante semanas. Magnus levanto la mirada y noto al chico caminando
confusamente en el exterior. Tenía nueve años, quizás diez —un pequeño
punk en la calle East Village en camiseta de Seis Pistolas que
probablemente había pertenecido a un hermano mayor, y un holgado par
de pantalones de chándal. Tenía un corte de pelo irregular, hecho en casa.
Y no llevaba abrigo.

Todas esas cosas se añadían a un chico con problemas, y la general


apariencia astuta además de una cierta fluidez por el caminar sugerido de
los hombres lobo. Magnus abrió la ventana.

—¿Estás buscando a alguien? —dijo.

—¿Eres Magnificent Bane?

—Sí, —dijo Magnus—. Ven con eso. Espera. Abre la puerta cuando
suene.

Se deslizo del asiento de la ventana y fue al timbre de la puerta.


Escucho las rápidas pisadas en los escalones. Ese chico tenía prisa. Magnus
no abrió la puerta más antes de que el niño estuviese dentro. Una vez
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dentro y en la luz, la verdadera extensión del afligido muchacho era clara.


Sus mejillas estaban suavemente sonrojadas y manchadas con secos
rastros de lágrimas. Estaba sudando a pesar del frio, y su voz estaba
sacudiéndose con urgencia.
—Tienes que venir, —dijo mientras tropezaba—. Tienen a mi familia.
Están aquí.

—¿Quiénes están aquí?

—Los dementes Cazadores de Sombras por los que todos están


enloquecidos. Están aquí. Tienen a mi familia. Tienes que venir, ahora.

—¿El Círculo?

El niño sacudió la cabeza, ni en desacuerdo sino en confusión.


Magnus podía ver que él no sabía que era el Círculo, pero la descripción
concordaba. El chico tenía que estar hablando del Círculo.

—¿Dónde están? —Preguntó Magnus.

—En Chinaton. En el refugio. —El niño casi se sacudió con


impaciencia—. Mi madre escucho que esos locos estaban aquí. Ya
mataron a todo un puñado de vampiros del Harem Español esta noche,
dijeron que por matar a mundanos, pero nadie escucho sobre algunos
mundanos muertos, y una hada nos dijo que estaban viniendo a
Chinatown a por nosotros. Así que mi madre nos llevó a todos al refugio,
pero entonces ellos irrumpieron. Salí por una ventana. Mi madre me dijo
que viniera a ti.

Toda la historia estaba desenvuelta en tal difusa y agitada


avalancha que Magnus no tuvo tiempo para desmenuzarla.

—¿Cuántos sois? —Preguntó.

—Mi madre, mi hermano, mi hermana y otros seis de mi manada.

Así que nueve hombres lobos en peligro. La prueba había llegado, y


vino con tanta rapidez que Magnus realmente no tuvo tiempo para
controlar sus sentimientos o pensar un plan.

—¿Escuchaste algo de lo que dijo el Círculo? —Preguntó Magnus—.


¿De qué está el Círculo acusando a tu familia de hacer?

—Dijeron que nuestra mana hizo algo, pero no sabemos nada sobre
eso. ¿No importa, verdad? ¡De cualquier manera los mataron, eso es lo
que todos estan diciendo! Tienes que venir.
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Agarró la mano de Magnus y lo tiró hacia él. Magnus se separó del


chico y alcanzo un bolígrafo y un papel.

—Tú, —dijo, escribiendo la dirección de Catarina—, ve aquí. No


tienes otro lugar al que ir. Quédate ahí. Ahí hay una amable señorita de
azul. Iré al refugio.

—Voy a ir contigo.

—O haces lo que digo o no voy, —espetó Magnus—. No hay tiempo


para discutir. Decide.

El chico estaba al borde de las lágrimas. Se secó los ojos


bruscamente con la palma de la mano.

—¿Los atraparas? —Preguntó—. ¿Lo prometes?

—Lo prometo, —dijo Magnus.

Cómo iba a hacer eso, no tenía ni idea. Pero la lucha se aproximaba.


Al menos la lucha había llegado.

Lo último que Magnus hizo antes de que él dejo se fuera fue escribir
los detalles: donde estaba el refugio —un almacén—, que temía que
estaba planeando el Círculo hacer a los hombres lobos del interior. Doblo
el trozo de papel en forma de pájaro y lo envió, con un chasquido de
dedos y explotó en chispas azules. El débil pajarillo de papel voló en el
viendo como una pálida hoja, volando en la noche y dirigiéndose hacia
las torres de Manhattan, las cuales cortaban la oscuridad como cuchillos
brillantes.

No sabía porque se había molestado en enviar un mensaje a los


Whitelaws. No creía que vendrían.

***

Magnus corrió hacia Chinatown, bajo las señales de neón que


parpadeaban y crepitaban, a través de la amarillenta neblina de la
ciudad que aparecía como fantasmas suplicando a los peatones. Corrió a
través de una multitud de personas inhalando en la calle donde se
encontraba el refugio, en un débil techo traqueteo en el viento nocturno.
Un mundano lo habría visto más pequeño de lo que era en realidad,
desgastado y oscuro, con las ventanas entablonadas. Magnus vio las luces;
Magnus vio la ventana rota.
17

Había una pequeña voz en la cabeza de Magnus pidiéndole


precaución, pero Magnus les había escuchado decir en gran detalle de lo
que el Círculo de Valentine hacia a los vulnerables Subterráneos cuando
los encontraban.
Magnus corrió hacia el refugio, casi tropezando en su Doc Martens
sobre el agrietado pavimento. Llego a las puertas dobles, pintadas por
espray con halos, coronas, y espinas y de un golpe las abrió.

En la habitación principal del refugio, con las espaldas en la pared,


permanecían un grupo de hombres lobo, aun en forma humana, la
mayoría, a pesar de que Magnus podría ver las farras y dientes en algunos
agachándose en posiciones defensivas.

Rodeándolos estaba un grupo de jóvenes Cazadores de Sombras.

Todos se giraron y miraron a Magnus.

Incluso si los Cazadores de Sombras hubiesen estado esperando una


interrupción, y los hombres lobo hubieran estado esperando un salvador,
aparentemente nadie había estado esperando a alguien completamente
de rosa caliente.

Los informes sobre el Círculo eran verdad. Muchos eran jóvenes


rompecorazones, una nueva generación de Cazadores de Sombras,
brillando como nuevos guerreros que acababan de alcanzar la adultez.
Magnus no estaba sorprendido, pero encontraba triste y frustrante que
hubieran arrojado el brillante comienzo de sus vidas en ese odio sin sentido.

Al frente del grupo de Cazadores de Sombras había unas pocas


personas que, pensó que eran jóvenes, tenían un aire de autoridad sobre
los demás —el interior del círculo del Círculo de Valentine. Magnus no
reconoció a nadie que encajase con la descripción que había escuchado
del líder del círculo.

Magnus no estaba seguro, pero pensó que el actual líder del grupo o
era el chico muy guapo con el pelo dorado y con profundos ojos de un
azul dulce, o el joven detrás de él con el pelo oscuro y un rostro enjuto,
inteligente. Magnus había vivido mucho tiempo, y podía decir que
miembros de un grupo eran los líderes de una manda. Ninguno de esos
parecía imponerse, pero el lenguaje corporal de los otros defería a ellos.
Los dos estaban flanqueados por un joven y una mujer, ambos con pelo
oscuro y fieros rostros de halcón, y detrás del hombre de pelo negro estaba
un precioso joven de pelo rizado. Detrás de ellos había otro seis más. En el
otro extremo de la habitación había una puerta, una solitaria puerta con
más de puertas dobles como las que Magnus acababa de atravesar —
una puerta interior que conducía a otra cámara. Un bajo y fornido
18

Cazador de Sombras permanecía frente a ellas.

Había demasiados contra los que luchar, y también eran demasiado


jóvenes y tan recién salidos de las aulas de Idris que Magnus nunca les
habría visto antes. Magnus no había enseñado en la academia de
Cazadores de Sombras durante décadas, pero recordaba las habitaciones,
las lecciones del Ángel, las jóvenes caras volteadas bebiendo en cada
palabra sobre su deber sagrado.

Y esos nuevos Nefilim adultos habían salido de las aulas para hacer
eso.

—¿El Círculo de Valentine, imagino? —dijo, y vio que todos se


impactaron ante las palabras, como si pensasen que los Subterráneos no
tenían forma de pasarse información cuando estaban siendo cazados—.
Pero no creo ver a Valentine Morgenstern. Escuche que tiene la suficiente
carisma como para arrojar a los pájaros de los árboles y convencerlos de
vivir bajo el mar, es alto, es devastadoramente hermoso y tiene el pelo
rubio blanquecino. Ninguno de vosotros encaja con esa descripción.

Magnus se detuvo.

—Y tampoco tenéis el pelo blanco.

Todos parecieron sorprendidos para hablar en ese instante. Eran de


Idris, y sin duda conocían a todos los brujos, conocían a brujos como
Ragnor, quien con certeza eran profesionales y civiles en todos los tratos
con los Nefilim. Marian Whitelaw podría haberle dicho a Magnus que
controlase su desenvuelta lengua, pero no había estado conmocionada
por su habladuría. Esos estúpidos niños se contuvieron a odiar desde la
distancia, a luchar y nunca hablar a los Subterráneos, a nunca arriesgar un
momento para ver a sus designados enemigos como algo más que
personas.

Pensaban que lo sabían todo, y sabían muy poco.

—Soy Lucian Graymark, —dijo el joven con la fina cara lista enfrente
del grupo. Magnus había escuchado el nombre antes, el parabatai de
Valentine, su segundo en comando, más querido que a un hermano. A
Magnus le disgusto tan pronto como hablo—. ¿Quién eres para venir aquí
e interferir con nosotros en asunto de nuestro declarado deber?

Graymark mantuvo la cabeza en alto y hablo claro, en una


autoritaria voz que desmentía sus años. En cada pulgada se le veía como
el hijo perfecto del Ángel, severo y sin piedad. Magnus volvió a mirar sobre
su hombro a los hombres lobo, amontonados en la parte trasera de la
19

habitación.

Magnus levanto la mano y pinto una línea de magia, una brillante


barrera azul y dorada. Hizo que la luz llamease con tanta fuera como
podría hacerlo el arma de cualquier ángel, e hizo una barrera en el
camino de los Cazadores de Sombras.

—Soy Magnus Bane. Y estáis entrando sin autorización en mi ciudad.

Eso obtuvo una pequeña risa.

—¿Tu ciudad? —dijo Lucian.

—Necesitáis dejar marchar a estas personas.

—Esas criaturas, —dijo Lucian—, son parte de la manada que mato a


los parabatai de mis padres. Los atrapamos aquí. Ahora podemos hacer
justicia, tal y como es nuestro deber.

—¡No matamos a ningún Cazador de Sombras! —dijo la única mujer


entre los hombres lobo—. Y mis hijos son inocentes. Matar a mis hijos seria
asesinato. Bane, tienes que hacer que mis niños se marchen. Él tiene a mí…

—No escucharé más lloriqueos tuyos como un perro cruzado, —dijo


el joven con la cara aguileña, el que estaba de pie al lado de la mujer de
pelo negro. Parecían un conjunto a juego, y las expresiones en sus rostros
eran idénticamente feroces.

Valentine no era famoso por su piedad, y Magnus no tenía nada de


confianza en su Círculo salvando a los niños.

Los hombres lobo podrían ser parcialmente transformados de forma


humana a forma de lobos, pero no parecían preparados para luchar, y
Magnus no sabía porque. Había demasiados Cazadores de Sombras para
que Magnus estuviera seguro de que podría luchar contra ellos por su
propia cuenta. Lo mejor que podía hacer era atascarlos en una
conversación, y esperar a que pudiese motivar la duda en algunos de los
del Círculo, o que Catarina llegase o que los Whitelaws llegasen y pudieran
ponerse del lado de los Subterráneos y no de los suyos.

Parecía una esperanza escasa, pero era todo lo que tenía.

Magnus no podía evitar mirar de nuevo hacia el joven del pelo


dorado al frente del grupo. Había algo terriblemente familiar en él, tanto
como una sugerencia de amabilidad en su boca, como de profundo dolor
azul en las fuentes de sus ojos. Había algo que hizo que Magnus mirase
hacia él como la única oportunidad para conseguir que el Círculo girase
entorno a su propósito.
20

—¿Cuál es tu nombre? —Preguntó Magnus,

Esos ojos azules se entrecerraron.


—Stephen Herondale.

—Solía conocer muy bien a los Herondale, de cuando en cuando, —


dijo Magnus, y vio que fue un error por la forma en que Stephen se encogió
de dolor. El Cazador de Sombras sabía algo, entonces había escuchado
algunos oscuros rumores sobre su árbol familiar, y estaba desesperado por
probar que no eran verdad. Magnus no sabía cómo de desesperado
podría estar Stephen Herondale, y no tenía deseos de averiguarlo. Magnus
continuo, dirigiendo afablemente todo eso—: Siempre he sido amigo de los
Cazadores de Sombras. Conozco a muchas de vuestras familias, a través
de cientos de años.

—No hay nada que podamos hacer para corregir el cuestionable


juicio de nuestros antepasados, —dijo Lucian.

Magnus odiaba a ese chico.

—Además, —continuó Magnus, señaladamente ignorando a Lucian


Graymark—, encontró vuestra historia sospechosa. Valentine está listo para
dar caza a cualquier Subterráneo con cualquier vago pretexto. ¿Qué le
hicieron los vampiros que mató en el Harem?

Stephen Herondale frunció el ceño, y miró a Lucian, quien le devolvió


la mirad confundido, pero dijo:

—Valentine me dijo que fue a cazar algunos vampiros que rompieron


los Acuerdos de ahí.

—Oh, todos los Subterráneos son culpables. ¿Y eso es conveniente


para vosotros, verdad? ¿Qué hay de sus hijos? El chico que vino a mi tenía
alrededor de nueve años. ¿Había estado cenando carne de Cazadores
de Sombras?

—Los cachorros muerden cualquier hueso

—Los cachorros roen cualquier hueso que sus mayores traigan a ca-
sa —farfulló la mujer de pelo negro, y el hombre a su lado asintió.

—Maryse, Robert, por favor. ¡Valentine es un hombre noble! —dijo


Lucian, su voz alzándose mientras se volteaba para dirigirse a Magnus—.
No le haría daño a ningún niño. Valentine es mi parabatai, mi más amado
hermano guerrero. Su lucha es la mía. Su familia ha sido destruida, los
21

Acuerdos han sido violados, y él merece y tendrá su venganza. Hazte a un


lado, brujo.
Lucian Graymark no tenía la mano en un arma, pero Magnus vio
que, detrás de él, la mujer de pelo negro, Maryse, tenía una cuchilla brillan-
te entre los dedos.

Magnus se giró para ver a Stephen y se dio cuenta exactamente de


por qué su cara le era tan familiar. Cabello dorado y ojos azules. Era una
versión etérea y delgada del joven Edmund Herondale, como si este hubie-
se vuelto desde el cielo, el doble de angelical. Magnus no había visto a
Edmund por mucho tiempo, pero él había sido el padre de Will Herondale,
quien había sido uno de los muy pocos Cazadores de Sombras que Mag-
nus había considerado un amigo. Stephen vio la mirada de Magnus. Sus
ojos se habían estrechado tanto que ahora su dulce azul se había perdido,
y parecían negros.

—¡Suficiente de este juego con un peón del demonio! —dijo Step-


hen. Sonó como si estuviera citando a alguien, y Magnus estaba seguro de
saber a quién.

—Stephen, no —ordenó Lucian, pero el rubio ya había lanzado un


cuchillo en dirección a uno de los hombres lobo. Magnus agitó la mano y
envió el cuchillo directo al suelo, luego miró a los hombres lobo. La mujer
que había hablado antes le dirigió una mirada intensa, como si estuviera
tratando de transmitir un mensaje con los ojos.

—Esto es en lo que se han convertido los jóvenes Cazadores de


Sombras, ¿en serios? —preguntó Magnus—. Dejadme ver, ¿cómo era vues-
tro pequeño cuento para dormir sobre lo especial y maravillosos que sois?
Ah, sí. A través de los años vuestro mandato ha sido proteger a los huma-
nos, pelear contra las fuerzas malévolas hasta que finalmente se desva-
nezcan y el mundo pueda vivir en paz. No parecéis tan interesados en la
paz o en proteger a nadie. ¿Por qué estáis peleando, exactamente?

—Estoy peleando por un mundo mejor para mí y para mi hijo —dijo la


mujer llamada Maryse.

—No tengo interés en el mundo que quieres —le dijo Magnus—, o


sobre tu mocoso sin duda repelente, podría añadir.

Robert sacó una daga de su manga. Magnus no estaba preparado


para gastarse toda la magia desviando dagas, así que levantó una mano
en el aire, y la luz en la habitación se apagó. Sólo el ruido y el brillante neón
de la ciudad entraba, inhabilitando la iluminación lo suficiente para ver,
22

pero Robert lanzó la daga de todas formas. Ahí fue cuando el cristal de las
ventanas se rompió y oscuras formas entraron inundando la habitación: la
joven Rachel Whitelaw llegó rodando por el suelo frente a Magnus, y reci-
bió el cuchillo destinado a él en el hombro.
***

Magnus podía ver mejor que la mayoría en la oscuridad. Vio que,


más allá de toda esperanza, los Whitelaw habían venido. Marian Whitelaw,
la cabeza del Instituto; su esposo, Adam; el hermano de Adam; y los jóve-
nes primos Whitelaw a quienes Marian y Adam habían adoptado después
de la muerte de sus padres. Los Whitelaw ya habían estado peleados esa
noche. Su equipo estaba manchado de sangre y estropeado, y Rachel
Whitelaw estaba claramente herida. Había sangre en el pelo gris y estro-
peado de Marian, pero Magnus no pensó que fuera suya. Marian y Adam
Whitelaw, sabía Magnus, no habían podido tener hijos propios. El asunto
era que amaban a los jóvenes primos que vivían con ellos, y siempre ha-
cían alborotos por cualquier joven Cazador de Sombras que viniera a su
Instituto. Los miembros del Círculo debían haber sido amigos de los primos
Whitelaw, criados juntos en Idris. El Círculo estaba exactamente diseñado
para ganar la simpatía de los Whitelaw.

Y, de todas formas, estaban en pánico. No podían ver como Mag-


nus. No sabían quién los estaba atacando, que alguien había venido a la
ayuda de Magnus. Magnus vio oscilación y el estruendo de las espadas
enfrentándose, tan fuerte que era casi imposible escuchar a Marian White-
law gritar órdenes al Círculo de parar y tirar sus armas. Se preguntó que
miembros del Círculo se habían dado cuenta de con quién estaban lu-
chando.

Conjuró una pequeña luz en la palma de su mano y buscó a la mujer


lobo. Necesitaba saber por qué los hombres lobo no atacaban. Alguien lo
tiró al suelo. Magnus miró fijamente a los ojos de Stephen Herondale.

—¿Siquiera has dudado acerca de todo esto? —dijo Magnus en una


exhalación.

—No —jadeó Stephen—, he perdido demasiado, he sacrificado de-


masiado por esta buena causa para darle la espalda ahora.

Mientras hablaba, blandió el cuchillo hacia la garganta de Magnus.


Magnus hizo que la empuñadura se calentase en las manos del joven has-
ta que la dejó caer. De repente, a Magnus no le importó lo que Stephen
23

había sacrificado, o el dolor en sus ojos azules. Quería que Stephen se fuera
de ese lugar. Magnus quería olvidar que alguna vez había visto el rostro de
Stephen Herondale, tan lleno de odio y tan recordatorio a los rostros que
Magnus había amado.
El brujo convocó un nuevo hechizo en sus manos y estuvo a punto de
arrojárselo a Stephen, cuando un pensamiento lo detuvo. No podría mirar
a Tessa otra vez si asesinaba a uno de sus descendientes.

Entonces Marian Whitelaw se puso entre la luz del conjuro brillando


en la palma de Magnus, y el rostro de Stephen se puso blanco con sorpre-
sa

—¡Señora, es usted! No deberíamos… Somos Cazadores de Sombras.


No deberíamos estar peleando por ellos. Son Subterráneos —siseó Step-
hen—, se volverán en su contra como los perros traicioneros que son. Es su
naturaleza. No vale la pena pelear por ellos. ¿Qué dice?

—No tengo ninguna prueba de que estos hombres lobo violaran los
Acuerdos.

—Valentine lo dijo —comenzó Stephen, pero Magnus escuchó la in-


certidumbre en su voz.

Lucian Graymark tal vez creía que sólo perseguían a Subterráneos


que violaban los Acuerdos, pero Stephen al menos sabía que estaban ac-
tuando como justicieros en vez de unos Cazadores de Sombras que prote-
gían las leyes. Stephen había estado haciéndolo, de la misma manera.

—No me importa lo que Valentine Morgenstern diga. Yo digo que la


Ley es dura… —respondió Marian Whitelaw. Sacó su daga, la balanceó y
la puso en contra de la de Stephen. Sus ojos se encontraron, brillando, por
encima de las cuchillas. Marian continuó suavemente—,… pero es la Ley.
No vas a tocar a estos Subterráneos mientras yo o cualquiera de mi sangre
esté vivo.

El caos estalló, pero las fantasías más oscuras de Magnus habían


demostrado que estaba equivocado. Cuando se unió a la lucha, allí había
Cazadores de Sombras a su lado, peleando con él en contra del Círculo,
peleando por los Subterráneos y los Acuerdos de paz que todos habían
aceptado.

La primera víctima fue la más joven de los Whitelaw. Rachel Whitelaw


arremetió contra la mujer llamada Maryse, y la ferocidad del ataque tomó
tan por sorpresa a Maryse que Rachel casi la tuvo. Maryse tropezó y se le-
vantó con algo de esfuerzo, buscando torpemente un nuevo cuchillo.
Luego el hombre de pelo negro, Robert, quien Magnus pensó que era su
24

esposo, se lanzó hacia Rachel, y la atravesó con la daga. Ella se dejó caer,
la punta de la cuchilla del hombre perforándola como un alfiler, como si
fuera una mariposa.
—¡Robert! —dijo Maryse suavemente, como si no pudiera creer que
aquello estuviera sucediendo. Robert desenvainó la espada del pecho de
Rachel y ella cayó al suelo.

—Rachel Whitelaw ha sido asesinada por un Cazador de Sombras. —


Gritó Magnus, e incluso entonces pensó que Robert tal vez gritaría que es-
taba defendiendo a su esposa. Magnus pensó que los Whitelaw habrían
dejado las espadas en lugar de desparramar más sangre Nefilim. Pero Ra-
chel había sido el bebé de la familia, la mascota preferida de todos. Los
Whitelaw rugieron un reto y se arrojaron a la lucha con el doble de feroci-
dad.

Adam Whitelaw, un terco hombre mayor con pelo blanco quien pa-
recía siempre seguir las iniciativas de su esposa, arremetió en contra del
Círculo de Valentine, dando vueltas a una brillante hacha por encima de
su cabeza, cortando a todos los que estaban detrás de él.

Magnus se acercó a los hombres lobo, a la mujer que fue la única


que permaneció humana, aun cuando sus dientes y garras estaban cre-
ciendo rápidamente.

—¿Por qué no estáis luchando? —demandó.

La mujer lobo lo fulminó con la mirada como si él fuera imposible-


mente estúpido.
—Porque Valentine está aquí, —dijo bruscamente—. Porque tiene a mi hija.
La trajo aquí y dijeron que si nos movíamos para seguirla, la matarían.
Magnus no tuvo un instante para pensar en lo que haría Valentine a una
indefensa niña Subterránea. Alzó una mano, arremetió en contra del forni-
do Cazador de Sombras hacia la única puerta al final de la habitación, y
luego Magnus corrió hacía a la puerta.

Escuchó los gritos detrás de él, de los Whitelaw exigiendo,

—Bane, ¿dónde estás…? —y un grito, Magnus pensó, de Stephen,


diciendo—: ¡Va tras Valentine! ¡Matadlo!

Detrás de la puerta, Magnus escuchó un horrible pero bajo sonido, y


la abrió de un empujón.

Al otro lado de la puerta había una habitación pequeña y ordinaria,


del tamaño de un dormitorio, aunque no había ninguna cama, sino dos
25

personas y una sola silla. Había un hombre alto con una cascada de pelo
rubio blanquecino, usando ropa negra de Cazador de Sombras. Estaba
inclinado sobre una niña que parecía de alrededor de unos doce años.
Ella estaba atada a una silla con cuerdas de plata, y hacía un terrible
sonido muy bajo, un cruce entre un gemido y rugido.
Sus ojos estaban brillando, y Magnus pensó por un momento que la
luz de la luna los convertía en espejos.

Su error duró el más breve de los instantes. Luego, Valentine se movió


ligeramente y el brillo de los ojos de la chica se resolvió ante la vista de
Magnus. No eran sus ojos. El brillo de la luna eran monedas de plata
presionadas en los ojos de la chica, pequeños hilos de humo se escapaban
por debajo de los brillantes discos mientras los pequeños sonidos
escapaban de entre sus labios. Estaba tratando de reprimir el sonido del
dolor, porque estaba demasiado asustada de lo que Valentine podría
hacerle a continuación.

—¿A dónde fue tu hermano? —demandó Valentine, y los sollozos de


la chica continuaron, pero no dijo una palabra.

Por un momento Magnus sintió como si se hubiese convertido en una


tormenta, nubes negras encrespadas, el golpe de un trueno y el destello
de un relámpago y todo lo que la tormenta quería era dar un salto a la
garganta de Valentine. La magia de Magnus arremetió casi por propia
voluntad, saltando desde ambas manos. Se veía como un relámpago,
llameantemente tan azul que era casi blanco. Golpeó a Valentine,
haciéndolo perder el equilibrio hacia la pared. Valentine golpeó la pared
tan fuerte que un crujido resonó y se deslizó hacia el suelo.
Esa única acción le costó demasiada energía, pero ahora no podía pensar
en eso. Corrió hacia la silla de la chica y lanzó la cadena lejos de ella,
luego tocó su rostro con una dolorosa gentileza.

Ella estaba llorando ahora, más libremente, estremeciéndose y


sollozando por debajo de las manos.

—Silencio, silencio. Tu hermano me ha enviado. Soy un brujo, estás a


salvo —murmuró él, agarrando la parte posterior de su cuello.

Las monedas le estaban haciendo daño, tenían que ser retiradas.


Pero, ¿y si quitarlas le hacía más daño? Magnus podía curar, pero nunca
había sido tan bueno en eso como Catarina, y no curaba hombres lobo
muy a menudo. Eran demasiado resistentes. Sólo podía esperar a que ella
lograse resistir.
Levantó las monedas tan suavemente como pudo, y las tiró hacia la
pared.
Ya era demasiado tarde. Había sido demasiado tarde incluso antes de que
26

él llegara. La niña estaba ciega.

Sus labios se abrieron.

—¿Mi hermano está a salvo? —dijo.


—Tan seguro como podría estar, dulzura —dijo Magnus—. Te llevaré
con él.
No había terminado de decir “él” cuando sintió un frío cuchillo incrustarse
en su espalda, y su boca llenarse con sangre.

—¿Lo harías? —preguntó Valentine en su oído.

El cuchillo salió de su cuerpo, hiriendo tanto en su salida como lo hizo


en la entrada. Magnus apretó los dientes; agarró con más fuerza el
respaldo de la silla, arqueándose para proteger a la niña y volteó la
cabeza para enfrentarse a Valentine. El hombre de pelo blanco se veía
mayor que cualquiera de los otros líderes, pero Magnus no estaba seguro
de si realmente era más viejo, o si su frialdad simplemente hacía parecer su
rostro tallado en mármol. Quería golpearlo.

La mano de Valentine se movió, y Magnus sólo pudo arreglárselas


para atrapar su muñeca antes de que el cuchillo se incrustara en su
corazón. Magnus se concentró e hizo el agarre de su mano quemar,
electricidad azul rodeando sus dedos. Hizo que el ardor fuera como el
toque de plata que había quemado a la niña, y sonrió al escuchar el siseo
de dolor de Valentine.

El Cazador de Sombras no había preguntado su nombre como los


otros; no veía a Magnus como una persona. Valentine simplemente lo
observaba con ojos fríos, de la misma forma que alguien podía mirar a un
animal repugnante en su camino que impidiera su progreso.

—Te estás metiendo en mis asuntos, brujo.

Magnus le escupió sangre en la cara.

—Estás torturando a una niña en mi ciudad, Cazador de Sombras.

Valentine usó su mano libre para atestarle un golpe que lo envió


tambaleando hacia atrás. Valentine lo siguió, y Magnus pensó Bien.
Significaba que se alejaría de la niña.

Estaba ciega, pero era una niña lobo; el olfato y el oído eran
importantes para ella como la vista. Podía correr, y volver con su familia.

—Pensé que jugábamos a decir lo que la otra persona era y qué


estaba haciendo —dijo Magnus—. ¿Me equivoqué? Déjame intentarlo de
27

nuevo. ¿Estás rompiendo nuestras leyes sagradas, troglodita?

Dirigió la mirada a la niña, esperando que corriera, pero parecía


estar congelada por el terror. No se atrevió a gritarle, por miedo a dirigir la
atención de Valentine nuevamente hacia ella.
Magnus levantó una mano, creando un hechizo en el aire, pero
Valentine lo vio venir y lo esquivó. Saltó en el aire y rodeó la pared con la
ligereza de un Nefilim, para luego embestir a Magnus. Derribó las piernas
del brujo, y cuando este cayó, lo pateó excepcionalmente fuerte.
Desenvainó una espada y atestó un golpe. Magnus rodó de manera que
la espada le causó un refilón en el área de las costillas; cortando tela y piel,
pero sin dañar órganos vitales. No esta vez.

Magnus esperaba tristemente no morir allí, en este frío almacén, lejos


de todos a los que amaba. Trató de levantarse del suelo, pero estaba
resbaladizo por su propia sangre, y los retazos de magia que le quedaban
no eran suficientes para pelear o curar, mucho menos para los dos.

Marian Whitelaw se paró frente de él, sus cuchillos serafín


desvainados y nuevas runas brillándole en los brazos. Su pelo brillaba
plateado en su borrosa visión.

Valentine blandeó su espada, y la cortó casi a la mitad.

Magnus jadeó, la salvación perdida casi tan rápido como había sido
encontrada, y luego volteó la cabeza ante el sonido de más pisadas en el
suelo de piedra.
Era un tonto por haber esperado otro rescate. Vio a uno del Círculo de
Valentine, parado en la puerta con los ojos fijos en la chica lobo.

***

—¡Valentine! —gritó Lucian Graymark. Corrió hacia la chica, y


Magnus se tensó, se enrolló para dar la vuelta, y luego se congeló al ver
como Lucian cogía a la chica y giraba en dirección a su maestro—.
¿Cómo pudiste? ¡Era una niña!

—No, Lucian. Es un monstruo en forma de niña.

Lucian estaba sujetando a la chica, su mano en su pelo, deslizándola


28

por él. Magnus comenzaba a pensar que podía haber juzgado mal a
Lucian Graymark. La cara de Valentine estaba blanca como un hueso. Se
parecía a una estatua más que nunca.

Valentine dijo despacio,


—¿No me prometiste acaso, obediencia incondicional? Dime, ¿Qué
uso tengo para un segundo al mando que me desprestigia así?

—Valentine, te quiero y comparto tu dolor, —dijo Lucian— Sé que


eres un buen hombre. Sé que si paras y piensas, verás que esto es una
locura.

Cuando Valentine adelantó un paso hacia él, Lucian retrocedió otro.


Curvó su mano protectoramente sobre la cabeza de la chica lobo
mientras ella se aferraba a él con sus pequeñas piernas cerradas alrededor
de su cintura, y su otra mano se movía libremente como si fuese a ir por un
arma.

—Muy bien, —dijo suavemente Valentine, al fin—. Será a tu manera.

Se hizo a un lado para dejar a Lucian pasar a través de la puerta,


hacia el corredor, y de nuevo dentro de la habitación donde los lobos
habían pensado que estarían a salvo. Dejó que Lucian llevara la hija de los
hombres lobos de nuevo a ellos, y lo siguió a distancia.

Magnus no confío en Valentine por un instante. No creería que la


chica estaba a salvo hasta que estuviese en los brazos de su madre.

Lucian Graymark le había dado a Magnus el suficiente tiempo para


que éste pudiese recuperar su magia. Magnus se concentró, y sintió su piel
tejida mientras su poder se disolvía.

Se levantó del suelo, y corrió tras ellos.

***

La lucha en el cuarto que habían abandonado estaba más tranquila,


debido a que había tantos muertos. Alguien se las había ingeniado para
volver a encender las luces. Había un lobo tendido muerto en el suelo,
transformándose centímetro a centímetro en un joven pálido. Otro joven
estaba muerto al lado de uno del Círculo, y en la muerte no lucían tan
distintos.

Muchos de los Cazadores del Círculo de Valentine todavía estaban


29

de pie. Ninguno de los Whitelaw lo estaba. Maryse Lightwood tenía la cara


entre sus manos. Algunos de los otros estaban temblando visiblemente.
Ahora que las sombras y el frenesí de la batalla habían retrocedido, habían
sido dejados en la luz para mirar lo que habían hecho.
—Valentine, —dijo Maryse, su voz implorando mientras que su líder se
acercaba—. Valentine, ¿qué hemos hecho? Los Whitelaw están muertos…
Valentine.

Todos miraron a Valentine mientras se aproximaba, aferrándose a él


como niños asustados más que adultos. Valentine los debió haber
atrapado verdaderamente jóvenes, pensó Magnus, pero se encontró
incapaz de importarle si sus cerebros habían sido lavados o diluidos, no
después de lo que habían hecho. Parecía que aún había rastro de pena
en él.

—No han hecho nada más que tratar de apoyar la ley, —dijo
Valentine—. Sabeis que todos los traidores a nuestra especie deben pagar
algún día. Si hubiesen elegido hacerse a un lado, confiar en nosotros, sus
compañeros hijos del ángel, todos hubiesen estado a salvo.

—¿Qué hay de la Clave? —dijo el chico de los cabellos rizados, con


una nota de desafío en la voz.

—Michael, —murmuró el esposo de Maryse.

—¿Qué hay con ellos, Wayland? —preguntó Valentine, su voz


cortante—. Los Whitelaw murieron a causa de una revuelta de hombres
lobo. Esa es la verdad, y eso diremos a la clave.

El único del Círculo de Valentine que no estaba escuchando


desesperadamente era Lucian Graymark. Hizo su camino hacia la mujer
lobo, y dejó la pequeña niña en sus brazos. Magnus escuchó a la mujer
inspirar cuando miró los ojos de su hija. La escuchó comenzar a llorar
quedamente. Lucian se quedó parado entre madre e hija, luciendo
profundamente perturbado, y luego cruzó la habitación con un repentino
y determinado paso.

—Vámonos, Valentine, —dijo—. Todo esto con los Whitelaw fue… fue
un accidente terrible. No podemos tener a nuestro círculo sufriendo por eso.
Deberíamos irnos ahora. Estas criaturas no valen tu tiempo, ninguna de
ellas. Estos hombres lobo solo son perros callejeros que se separaron de su
jauría. Tú y yo iremos a cazar al campamento de hombres lobo donde la
verdadera amenaza reside esta noche. Derribaremos al líder juntos.

—Juntos. Pero mañana por la noche. ¿Vendrás a casa por la noche?


—Valentine preguntó en voz baja—. Jocelyn tiene algo que decirte.
30

Lucian sujetó el brazo de Valentine, claramente aliviado.

—Por supuesto. Cualquier cosa por Jocelyn. Cualquier cosa por


cualquiera de los dos. Lo sabes.
—Amigo mío, —dijo Valentine—. Lo sé.

Valentine apretó el brazo de Lucian en respuesta, pero Magnus vio la


mirada que Valentine le dio a Lucian. Había amor en esa mirada, pero
también había odio, y el odio estaba ganando. Era claro con una aleta
plateada de tiburón en las aguas oscuras de los ojos negros de Valentine.
Había muerte en esos ojos.

Magnus no estaba sorprendido. Había visto a muchos monstruos que


podían amar, pero solo a unos pocos que habían dejado que el amor los
cambiase, que habían sido capaces de transformar el amor por una
persona en amabilidad por muchas.

Recordaba la cara de Valentine mientras el líder del Círculo había


cortado a Marian Whitelaw en mitades sanguinolentas, y Magnus se
preguntó cómo sería vivir con alguien como Valentine, se preguntó cómo
sería para su esposa, a quién Marian había descrito como alguien
adorable. Podías compartir tu cama con un monstruo, apoyar tu cabeza
en la misma almohada al lado de una cabeza llena de asesinato y locura.
Magnus lo había hecho él mismo.

Pero un amor tan ciego no duraba. Un día levantabas la cabeza de


la almohada y veías que estabas viviendo en una pesadilla.

Lucian Graymark parecía ser el único del lote con el cual valía la
pena molestarse, y Magnus apostaría que era tan bueno como muerto.

Magnus había estado tan equivocado en dejar que el pasado lo


confundiera; había estado equivocado al pensar que el que tenía
interiores bondadosos era Stephen Herondale. Magnus miró a Stephen, a
su rostro hermoso y su boca débil. Magnus tuvo un impulso súbito de decirle
al Cazador de Sombras que Magnus había conocido y amado a su
ancestro, y que Tessa estaría tan decepcionada de él. Pero no quería que
el Círculo de Valentine se acordara o fuera tras Tessa.
Magnus no dijo nada. Stephen Herondale había escogido su lado, y
Magnus el suyo.

El Círculo de Valentine se retiró del almacén, marchando como un


pequeño ejército.

Magnus corrió hacia donde el viejo Adam Whitelaw yacía en una


piscina de sangre, una brillante hacha yaciendo, dura y quieta, en la
31

misma piscina oscura.

—¿Marian? —preguntó Adam. Magnus se apoyó sus rodillas en la


piscina, manos buscando y cerrando las peores de las heridas. Pero había
tantas, demasiadas.
Magnus miró a los ojos de Adam, donde la luz se estaba
extinguiendo, y supo que Adam leyó la respuesta en su cara antes de que
pudiera pensar en mentirle.

—¿Mi hermano? —preguntó Adam—. ¿Los―los niños?

Magnus miró alrededor del cuarto a los muertos. Cuando miró de


vuelta, Adam Whitelaw había girado la cara hacia el otro lado y cerrado
la boca, así no podría traicionar ni al dolor físico ni al espiritual. Magnus usó
toda la magia que le quedaba para apaciguar el dolor del hombre, y al
final Adam levantó la mano y detuvo con la suya la de Magnus, para
después descansar su cabeza contra el brazo de Magnus.

—Es suficiente, brujo, —dijo, en una voz rasposa—. No viviría… no


viviría si pudiera. —Tosió, un húmedo y terrible sonido, y cerró los ojos.

—Ave atque vale, Cazador de Sombras, —suspiró Magnus—. Tu


ángel estaría orgulloso.

Adam Whitelaw no pareció escuchar. Fue solo un poco después que


el último de los Whitelaw moría en los brazos de Magnus.

***

La Clave creía que los Whitelaw habían sido matados por hombres
lobo desertores, y nada de lo que dijo Magnus hizo alguna diferencia. No
había esperado que le creyeran. Ni siquiera sabía por qué había hablado,
excepto que los Nephilim claramente preferían que se mantuviera callado.

Magnus esperó por el retorno del Círculo.

El Círculo no vino a Nueva York otra vez, pero Magnus los vio otra vez.
En el Levantamiento.

No mucho después de la noche del almacén, Lucian Graymark


desapareció como si hubiese muerto, y Magnus asumió que lo había
hecho. Un año después Magnus obtuvo una palabra sobre Lucian de
nuevo. Ragnor Fell le dijo a Magnus que había un hombre lobo, que una
vez había sido Cazador de Sombras, que estaba esparciendo la palabra
32

de que el tiempo había llegado, que los Subterráneos tenían que estar
listos para luchar contra el círculo. Valentine descubrió su plan y armó su
Círculo en el tiempo en que los Acuerdos de Paz entre los Nephilim y los
Subterráneos tenían que ser firmados de nuevo. Su Círculo atacó a
Cazadores y Subterráneos por igual en el Gran Salón del Ángel.
Gracias al aviso de Lucian Graymark, los Subterráneos fueron
capaces de correr hacia el salón y sorprender al Círculo de Valentine.
Habían sido advertidos con antelación y estaban bien armados.

Los Cazadores de Sombras sorprendieron a Magnus entonces, como


los Whitelaw lo habían hecho antes. La Clave no abandonó a los
Subterráneos y se unió al Círculo. La vasta mayoría de ellos, la Clave y los
líderes de los Institutos, escogieron la opción que los Whitelaw habían
escogido antes que ellos. Lucharon por sus aliados jurados y por la paz, y el
Círculo de Valentine fue vencido.

Pero una vez que la batalla terminó, Los Cazadores de Sombras


culparon a los Subterráneos por la muerte de tantos de su gente, como si la
batalla hubiese sido idea de los Subterráneos. Los Cazadores de Sombras
de enorgullecían de su sistema de justicia, pero sus sistema, para la gente
de Magnus, era siempre amargo.

Las relaciones entre Nephilim y Subterráneos no mejoraron. Magnus


pensaba que nunca lo harían.

Especialmente cuando la Clave había mandado a los restantes


miembros del Círculo, los Lightwood y otro miembro del Círculo llamado
Hodge Starkweather, a la ciudad de Magnus, para pagar por sus crímenes
a cargo del Instituto de Nueva York como exiliados de la Ciudad de Cristal.
Los Cazadores de Sombras estaban lo suficientemente reducidos después
de la masacre, y no podían usar la Copa Mortal para regenerarse, la cual
parecía haberse perdido con Valentine. Los Lightwood sabían que habían
sido tratados con piedad gracias a sus altss conexiones en la Clave, y que
si se resbalaban aunque sea una vez, la Clave los aplastaría.

Rafael Santiago de los vampiros, quién le debía un favor a Magnus o


veinte, reportó que los Lightwood eran distantes pero escrupulosamente
justos con cada Subterráneo que contactaba con ellos. Magnus sabía que
tarde o temprano tendría que trabajar con ellos, aprendería a ser civilizado
con ellos, pero prefería que fuese tarde antes que temprano. La sangrienta
tragedia del Círculo de Valentine estaba acabada, y Magnus prefería no
volver a mirar atrás a la oscuridad sino que mirar hacia adelante y esperar
porque hubiese luz.

Por más de dos años después del Levantamiento, Magnus no vio a


nadie del Círculo de Valentine de nuevo. Hasta que lo hizo.
33
Nueva York, 1993.
L
a vida de los brujos era una de inmortalidad, magia, glamour, y
diversión a través de los años.

A veces, de cualquier modo, Magnus quería quedarse


adentro y mirar televisión como cualquier otra persona. Estaba acurrucado
en el sillón con Tessa, y estaban viendo un video de Orgullo y
Prejuicio. Tessa se estaba quejando de cómo el libro era mucho mejor.

—Esto no es lo que Jane Austen hubiese querido, —le dijo Tessa—, si


pudiera ver esto, estoy ciertamente segura de que estaría horrorizada.

Magnus se levantó del sillón y fue a pararse junto a la ventana.


Estaba esperando un poco de comida china, y estaba muy hambriento de
un día de descanso y vagancia. No veía ningún chico del reparto. La
única persona en la calle era una chica joven llevando un bebé apretado
fuertemente contra el frío. Estaba caminando rápido, sin duda de vuelta a
su hogar.

—Si Jane Austen pudiese ver esto, — dijo Magnus—, asumo que
estaría gritando, “¡Hay demonios diminutos en esta caja pequeña!
¡Conseguid a un clérigo!” mientras golpea la televisión con su sombrilla.

El timbre de la calle sonó y Magnus se alejó de la ventana.

—Al fin, —dijo Magnus, agarrando un billete de 10 dólares de una


mesa cercana a la puerta, y arrastró al repartidor dentro—. Necesito algo
de bife y brócoli antes de enfrentar algo más de Mr. Darcy. Es una verdad
común altamente conocida que si miras mucha televisión con el estómago
vacío, se te cae la cabeza.

—Si tu cabeza se cae, —dijo Tessa— la industria de la peluquería se


iría directa a una quiebra.
34

Magnus asintió y se tocó el pelo, que ahora barría a la altura de su


barbilla. Abrió la puerta, todavía en pose, y se encontró a sí mismo
observando a una mujer con una corona de rizos rojos. Estaba sosteniendo
a un bebe. Era la mujer que había visto en la calle unos segundos antes.
Magnus estaba asombrado de ver a alguien en su puerta que luciese
tan… mundano.

La mujer estaba vestida en vaqueros desgastados y una camiseta


teñida. Bajo la mano, que había sido levantada como si fuese a golpear la
puerta, y Magnus vio el parpadeo de las descoloridas, y plateadas
cicatrices en su brazo. Magnus había visto lo suficiente de ellas para no
confundirse.

Llevaba Marcas de la Alianza, y las lucía como recuerdos de viejas


runas como
suvenires. No era una mundana en lo más mínimo, entonces. Era una
Cazadora de Sombras, pero una Cazadora no luciendo marcas nuevas o
vistiendo el equipo.

No estaba aquí por asuntos oficiales de Cazadores de Sombras. Ella


era un problema.

—¿Quién eres? —demandó Magnus.

Ella tragó, y replicó,

—Soy… Era Jocelyn Morgenstern.

El nombre conjuró recuerdos de hacía años. Magnus recordó la


espada deslizándose por su espalda y el gusto de la sangre. Lo hizo querer
escupir.
La novia del monstruo en su puerta. Magnus no podía apartar la mirada.
Ella estaba mirando también. Parecía estupefacta por el pijama de
Magnus. Él estaba claramente ofendido. No había invitado a ninguna
esposa de líderes locos odio-culto a venir y juzgar su guardarropa. Si quería
usar una camiseta y pijamas acordonados escarlata con un
estampado de osos polares negros y un desabillé negro de seda, podía
hacerlo. Ninguno de los otros que habían sido lo suficientemente
afortunados para ver a Magnus en su vestimenta de noche se habían
quejado.

—No recuerdo haber ordenado a la novia de un maniático malvado,


—dijo Magnus— era definitivamente bife con brócoli. ¿Qué hay sobre ti,
Tessa? ¿Has ordenado tú a la novia de un maniático malvado?

Abrió la puerta más ampliamente para que Tessa pudiera ver quién
estaba ahí. Nada más se dijo por un momento. Entonces Magnus vio el
35

bulto cubierto con una manta blanca en los brazos de Jocelyn moverse.
Fue en ese momento en que se acordó que había un niño.

—He venido aquí, Magnus Bane, —dijo Jocelyn—, para pedir tu


ayuda.
Magnus agarró el borde de la puerta hasta que sus nudillos se
tornaron blancos.

—Déjame pensar, —dijo—. No.

Fue detenido por la voz de Tessa, suave.

—Déjala entrar, Magnus —dijo Tessa.

Magnus se dio la vuelta para mirar a Tessa.

—¿Enserio?

—Quiero hablar con ella.

El tono de Tessa había adquirido un timbre extraño. También, el


repartidor había aparecido en el vestíbulo trayendo su bolsa de comida.
Magnus le asintió a Jocelyn para que entrase, entregó los 10 dólares, y
cerró la puerta en la cara confundida del hombre antes de que éste
tuviera tiempo de entregar la comida.
Ahora Jocelyn estaba parada luciendo incómoda al lado de la puerta. La
pequeña persona en sus brazos pateó sus piernitas y las estiró.

—Tienes un bebé, —dijo Magnus, indicando lo que ya era obvio.

Jocelyn se movió incómoda y apretujó el bebé en su pecho.

Tessa se acercó sigilosamente y se paró al lado de Jocelyn. Aunque


usara calzas negras y una camiseta muy grande que decía WILLIAM
QUIERE UNA MUÑECA, siempre llevaba con ella un aire de formalidad y
autoridad con ella. La camiseta era un dicho feminista que decía que a los
niños les gustaba jugar con muñecas y a las chicas con camiones, pero
Magnus sospechaba que la había elegido parcialmente por el nombre. El
esposo de Tessa había estado muerto por el suficiente tiempo para que su
nombre trajera de nuevo felices, pasados recuerdos antes de la cruda
agonía que ella había sentido por años después de su partida. Otros brujos
habían amado y perdido, pero pocos eran tan desesperanzadamente
leales como Tessa lo era. Muchas décadas después no había dejado a
nadie ni siquiera acercarse a ganar su corazón.

—Jocelyn Fairchild, —dijo Tessa—. Descendiente de Henry Branwell y


Charlotte Fairchild.
36

Jocelyn pestañeó como si no hubiese esperado una lectura de su


propio árbol genealógico.

—Eso es correcto. —Dijo cautelosamente.


—Verás, los conocí, —explicó Tessa—. Tienes un gran parecido con
Henry.

—¿Los conociste? Entonces tú debes ser…

Henry había estado muerto durante la mayor parte del siglo, y Tessa
no parecía tener más de veinticunco años.

—Entonces, ¿también eres una bruja? —Preguntó sospechosamente


Jocelyn. Magnus vio sus ojos oscilar de pies a cabeza en Tessa, buscando
alguna marca de demonios, la señal que indicaría a los Cazadores de
Sombras que era inmortal, inhumana, y despreciada. Algunos brujos
podrían esconder sus marcas debajo de la ropa, pero Jocelyn podría ver
tanto de Tessa como desease y nunca encontraría una marca.

Tessa no hizo oscilación de acercarse a ella obstrusivamente, pero


repentinamente estaba claro que Tessa era más alta que Jocelyn, y sus
ojos grises podían ser muy fríos.

—Lo soy, —dijo Tessa—. Soy Theresa Gray, hija de el Más Grande de
los Demonios y de Elizabeth Gray, quien nació de Adele Starkweather, una
de tu especie. Fui la esposa de William Herodale, quien fue el líder del
Instituto de Londres, y fui la madre de James Herondale y Lucie Blackthorn.
Will y yo criamos a nuestros hijos Cazadores de Sombras para proteger a los
mundanos, para vivir por las Leyes de la Clave y la Alianza, y mantener los
Acuerdos.

Habló en una forma que conocía bien, a la manera de los Nefilim.

—En un tiempo viví junto a los Cazadores de Sombras, —dijo con


suavidad Tessa—. En un tiempo podría haberme parecido a ti.

Jocelyn parecía perdida, en la forma que las personas lo estaban


cuando aprendían algo tan extraño que todo el mundo parecía
desconocido.

—Entiendo si encuentras mis crímenes en contra de los Subterráneos


imperdonables, —dijo Jocelyn—, pero yo… no tengo ningún otro lugar al
que ir. Y necesito ayuda. Mi hija necesita ayuda. Es una Cazadora de
Sombras y la hija de Valentine. No puede vivir entre los de su especie. No
podemos regresar nunca. Necesito un hechizo para proteger sus ojos de
todo excepto el mundo mundano. Puede crecer a salvo y feliz en el
37

mundo mundano. Nunca tiene que saber lo que era su padre, —Jocelyn se
atragantó, pero levantó la barbilla y añadió—, o lo que su madre hizo.

—Así que vienes suplicándonos, —dijo Magnus—. A los monstruos.


—No tengo discrepancias con los Subterráneos, —dijo Jocelyn al
final—. Yo… mi mejor amigos en un Subterráneo, y no creo que él esté tan
cambiado de la persona que siempre quise. Estaba equivocada. Tendré
que vivir por siempre con lo que hice. Pero por favor, mi hija no hizo nada.

Su mejor amigo, un Subterráneo. Magnus suponía que Lucian


Graymark aún estaba vivo, entonces, sin embargo, nadie le había visto
desde el Levantamiento. Magnus pensé un poco mejor de Jocelyn por
reclamarle como su mejor amigo. Las personas decían que ella y Lucian
habían planeado defender a Valentine juntos, aunque Jocelyn no había
estado ahí para confirmar el rumor después de la batalla. Magnus no
había visto a Jocelyn durante el Levantamiento. Ni siquiera había sabido si
creer o no la reclamación.

Magnus casi había considerado que la justicia de los Cazadores de


Sombras era más cruel, y él no quería ser cruel. Miró a la agotada cara
desesperada de la mujer y al bulto en sus brazos, y no pudo ser cruel. Creía
en la redención, la iniciada gracia en cada persona que conocía. Era una
de las pocas cosas en las que había creído, la posibilidad de belleza
cuando se enfrentaba con la realidad de tanta fealdad.

—Dijiste que estuviste casada con un Herondale, —apeló Jocelyn a


Tessa, la voz tan débil como si ya pudiese ver la debilidad de ese
argumento pero no tenía otro que hacer—. Stephen Herondale era mi
amigo…

—Stephen Herondale me habría matado si me hubiera conocido, —


dijo Tessa—. No habría estado viviendo a salvo entre las personas como
vosotros. Soy la esposa y madre de guerreros que lucharon y murieron y
nunca se deshonraron como tú has hecho. He llevado engranajes, y
demonios asesinos, y ojala estuviese por encima del mal para que así
pudiese vivir y ser feliz con aquellos a los que amaba. Tenía la esperanza
de que habría hecho de este un mundo mejor y más seguro para mis hijos.
Debido al Círculo de Valentine, la línea Herondale, la línea que era de los
hijos de los hijos de mis hijos, está acabada. Eso ocurrió por ti, tu Círculo y tu
marido. Stephen Herondale murió con odio en su corazón y la sangre de mi
gente en sus manos. No puedo imaginar manera más horrible para el fin de
mi línea y la de Will. Llevaré durante el resto de mi vida la herida de lo que
el Círculo de Valentine me ha hecho, y viviré para siempre.

Tessa se detuvo, y miró el desesperanzado rostro blanco de Jocelyn,


38

después dijo, con más amabilidad.

—Pero Stephen Herondale tomó sus propias decisiones, y tu has


hecho otras a pesar de que la odias. Sé que Valentine podría no haber
sido derrotado sin tu ayuda. Y tu hija no ha hecho nada malo a nadie.
―Eso no significa que tenga derecho a nuestra ayuda —interrumpió
Magnus. No quería rechazar a Jocelyn, pero aun había una persistente voz
en su interior que le decía que ella era un enemigo—. Además de lo cual,
no soy caritativo con los Cazadores de Sombras y dudo que ella tenga di-
nero para pagar por mi ayuda. Los fugitivos raras veces tienen buenos fon-
dos.

—Encontraré el dinero —dijo Jocelyn—. No soy un caso de caridad, y


ya no soy una Cazadora de Sombra. No quiero tener nada que ver con los
Cazadores de Sombras. Quiero ser otra persona. Quiero criar a mi hija para
que sea otra persona, no ligada a la Clave o extraviada por cualquiera.
Quiero que sea más valiente y más fuerte de lo que yo fui, y que permita
que nadie decida su destino más que ella.

—Nadie podría pedir más que eso para su hijo —dijo Tessa y se acer-
có más—. ¿Puedo cogerla?

Jocelyn dudó por un momento, manteniendo cerca al pequeño bul-


to que era el bebé. Después, lenta y reluctantemente, sus movimientos casi
espasmódicos, se inclinó adelante y puso al bebe con enorme cuidado en
brazos de una mujer a la que acababa de conocer.

—Es preciosa —murmuró Tessa. Magnus no sabía si Tessa había cogi-


do a algún bebé en décadas, pero movió a la niña hacia su cadera y
mantuvo firme el círculo de su brazo, con instintivo amor y habitual aire que
el de un padre. Magnus la había visto así una vez, cogiendo a uno de sus
nietos de esa forma—. ¿Cuál es su nombre?

—Clarissa —dijo Jocelyn mirando a Tessa atentamente, y luego,


como si estuviera contando un secreto, dijo—: La llamo Clary.

Magnus miró sobre el hombro de Tessa al rostro de la niña. Era más


mayor de lo que Magnus había pensado, pequeña para su edad, pero su
rostro casi había perdido la redondez de su infancia: debía tener cerca de
dos años y ya se parecía a su madre. Se veía como una Fairchild. Tenía ri-
zos pelirrojos, el mismo color que los de Henry, agrupados en su pequeña
cabeza y ojos verdes, como vidrio claro y joyas brillantes, y parpadeando
parar mirar con curiosidad a su alrededor. No pareció objetar al ser entre-
gada a una extraña. Tessa cogió la manta del bebé de la forma más segu-
ra que pudo y el pequeño puño regordete de Clary se cerró con decisión
entorno al dedo de Tessa. La niña movió el dedo de Tessa de un lado a
39

otro, como si demostrase su nueva posesión.

Tessa sonrió al bebé, una brillante sonrisa lenta. y susurró:

—Hola, Clary.
Estaba claro que Tessa acababa de tomar una decisión. Magnus se
inclinó, su hombro ligeramente apoyándose contra el de Tessa, y se asomó
para ver el rostro de la niña. Hizo un gesto para captar su atención,
moviendo los dedos para que todos los anillos brillasen bajo la luz. Clary rio,
con todos sus dientes como perlas y de pura alegría, y Magnus sintió el
nudo de resentimiento de su pecho aflojarse.

Clary se retorció en una clara e imperiosa señal de que quería ser


bajada, pero Tessa la entregó a Jocelyn por lo que la madre de Clary po-
dría decidir si debería hacerlo o no. Jocelyn no podría querer a su hija
deambulando en la casa de un brujo.

Jocelyn miró alrededor con aprensión, pero o decidió que era un lu-
gar seguro o el pequeño y atento escudriño de Clary era cabezonería y su
madre sabría que tendría que dejarla libertad. Puso abajo a Clary y Clary
fue dando tumbos con determinación fuera de su alcance. Se quedaron
en pie y observaron su pequeña cabeza balancearse mientras agarraba,
de uno a uno, un libro de Tessa, un candelabro de Magnus (el cual Clary
masticó pensativamente durante un momento) y una bandeja de plata
que Magnus había dejado debajo del sofá.

—Una pequeñaja curiosa, ¿verdad? —preguntó Magnus. Jocelyn


miró hacia Magnus. Sus ojos habían estado ansiosamente fijos en su hija.
Magnus se encontró sonriéndola—. No es une mala cualidad, —le
aseguró—. Podría llegar a convertirse en una aventurera.

—Quiero que crezca a salvo y feliz —dijo Jocelyn—. No quiero que


tenga aventuras. Las aventuras hacen que la vida sea cruel. Quiero que
tenga una vida mundana, tranquila y dulce, y esperaba que al nacer no
fuera capaz de ver el Mundo de las Sombras. No es un mundo para una
niña. Pero nunca he tenido suerte con la esperanza. Esta tarde le vi inten-
tando jugar con un hada. Necesito que me ayudes. Necesito que le ayu-
des. ¿Puedes cegarla de todo eso?

―¿Puedo arrancar una parte esencial de la naturaleza de tu hija y


torcerla de una forma a la que te adaptes mejor? —le preguntó Magnus—.
Solo si quieres que al final se vuelva loca.

Se arrepintió de sus palabras tan pronto como las hubo dicho. Jo-
celyn le miró, con el rostro pálido, como acabase de ser golpeada. Pero
Jocelyn Morgenstern no era el tipo de mujer que lloraba, no el tipo de mu-
40

jer que se rompia, o Valentine la hubía roto hacía tiempo. Se mantuvo alta
y preguntó, su voz a un nivel:

—¿Hay algo más que puedas hacer?


—Hay… algo más que podría intentar, —dijo Magnus.

No dijo lo que haría. Mantuvo la mirada en la niña, y el recuerdo de


la joven licántropo a la que Valentine había cegado, del Edmund Heron-
dale despojado de sus Marcas siglos atrás y de los Jamie y Lucie Herondale
de Tessa y todos los que habían nacido. No les quitaría un niño a los Caza-
dores de Sombras, a aquellos para los que la Ley estaba antes que la mise-
ricordia.

Clary espió al pobre gato de Magnus. El Gran Catsby, ya entrado en


años, yacía boca abajo sobre un cojín de terciopelo, su esponjosa cola gris
estaba sobre él.

Los adultos vieron el inminente desastre. Dieron un paso hacia delan-


te, como uno solo, pero Clary ya había tirado firmemente de la cola del
Gran Catsby, con el aire seguro de una condesa que alargaba la mano
para alcanzar la campana para llamar a su doncella.

El Gran Catsby dio un maullido de protesta por la indignación, se vol-


vió y arañó a Clary, que comenzó a gritar. Jocelyn estaba de rodillas al la-
do de Clary en un instante, su pelo rojo como un velo sobre su hija, como si
pudiera apartar de alguna manera a Clary de todo el mundo.

—¿Es parte ¡ banshee? —preguntó Magnus sobre el intenso grito.


Clary sonaba como una sirena de policía. Magnus se sentía como si fuera
a ser arrestado por vigésimo séptima vez. Jocelyn le miró a través del pelo
y Magnus levantó las manos en señal de rendición—. Oh, perdóname por
implicar que las líneas de sangre de los hijos de Valentine son cualquier co-
sa menos pura.

—Vamos, Magnus —dijo Tessa tranquilamente. Ella había amado a


más Cazadores de Sombras de los que Magnus jamás hizo. Ella fue y se de-
tuvo junto a Jocelyn. Puso una mano sobre el hombro de Jocelyn, y Jo-
celyn no lo apartó.

—Si quieres que tu hija esté a salvo —dijo Magnus—, no solo necesita
un hechizo para esconder la visión. También necesitará ser protegida de lo
sobrenatural, de cualquier demonio que pudiera venir a llevársela.

—¿Y qué Hermana de Hierro o Hermano Silencioso haría esa cere-


monia por mí sin entregarnos a Clary y a mí a la Clave? —exigió Jocelyn—.
No. No puedo arriesgarme. Si ella no sabe nada del Mundo de las Sombras
41

estará a salvo.

—Mi madre era una Cazadora de Sombras que no sabía nada del
Mundo de las Sombras —dijo Tessa—. Eso no la mantuvo a salvo.
Jocelyn miró a Tessa con horror abierto, obviamente capaz de adivi-
nar la historia de lo que había sucedido: un demonio había conseguido
tener acceso a una Cazadora de Sombras sin protección y Tessa había si-
do el resultado.

Hubo un silencio. Clary se había girado para curiosear a Tessa mien-


tras Tessa se había acercado, olvidando sus gritos. Ahora levantó los regor-
detes brazos pequeños hacia Tessa. Jocelyn dejó a ésta tomar en brazos a
su hija de nuevo, y esta vez Clary no intentó de apartarse de ella. Clary se
limpió la cara contra la camiseta de Tessa. Parecía ser un gesto de afecto.
Magnus esperaba que nadie le ofreciera a Clary a él y su actual condición
pegajosa.

Jocelyn parpadeó y comenzó, lentamente, a sonreír. Magnus notó


por primera vez que era hermosa.

—Clary nunca conocerá a los Fairchild. Quizás… quizás pueda decir


que no eres una desconocida para los Fairchilds.

Tessa miró a Jocelyn con sus ojos grises claro. Magnus pensó, en este
caso, que Tessa estaba viendo más que él.

—Tal vez. Te ayudaré con la ceremonia —prometió ella—. Conozco


a un Hermano Silencioso que guardará cualquier secreto, si se lo pido.

Jocelyn bajó la cabeza.

—Gracias, Theresa Gray.

Magnus pensó en cómo de indignado habría estado Valentine vien-


do a su mujer suplicar a los Subterráneos, viendo a su hija en brazos de una
bruja. La idea de Magnus de responder a la apelación de Jocelyn con
crueldad retrocedió incluso más. Esta parecía el tipo de venganza que
deseaba conseguir —para probar, incluso tras la muerte de Valentine, lo
equivocado que él había estado.

Se acercó a las dos mujeres y a la niña, miró a Tessa y vió su asenti-


miento.

—Bueno, entonces —dijo Magnus—. Parece que vamos a ayudar a


Jocelyn Morgenstern.

Jocelyn se estremeció.
42

—No me llames así, soy...Soy Jocelyn Fairchild.

—Pensé que ya no eras una Cazadora de Sombras —dijo Magnus—.


Si no quieres que te encuentren, cambiarte el apellido me parece el primer
paso, uno bastante elemental. Confía en mí, soy un experto. He visto mu-
chas películas de espías.

Jocelyn parecía escéptica y Magnus rodó los ojos.

—Yo tampoco nací con el nombre "Magnus Bane" —dijo—. Se me


ocurrió ponerme uno nuevo por mi cuenta.

—En realidad, yo nací como Tessa Gray —dijo Tessa—. Pero tú pue-
des elegir el nombre que te parezca adecuado. Siempre he dicho que hay
una gran cantidad de poder en las palabras, eso significa que también
incluye a los nombres. Un nombre que elijas por ti misma puede contar la
historia de lo que será tu destino, y de quien tienes intención de ser.

—Llámadme Fray. Permitirme unir el nombre de los Fairchild, mi fami-


lia perdida, y los Gray. Porque eres... de una familia amiga —dijo Jocelyn,
hablando con súbita firmeza.

Tessa sonrió a Jocelyn, mirándole sorprendida pero contenta y Jo-


celyn sonrió a su hija. Magnus vio la determinación en su rostro. Valentine
había querido aplastar el mundo como Magnus lo conocía. Pero en su lu-
gar esta mujer había ayudado a que lo aplasten, y ahora estaba mirando
a su hija como si pudiera crear otro mundo brillante, nuevo, sólo para Clary,
para que Clary nunca fuera alcanzada por la oscuridad del pasado. Mag-
nus sabía lo que era querer olvidar algo con tanta fuerza como quería Jo-
celyn, conocía el impulso apasionado de proteger lo que venía con el
amor.

Quizás ninguno de los niños de la nueva generación —ni esa peque-


ña pelirroja testaruda, o las medias hadas Helen y Mark Blackthorn en el
Instituto de Los Ángeles, o incluso los hijos de Maryse Lightwood que crece-
rían en Nueva York lejos de la ciudad de Cristal— nunca tendrían que sa-
ber la verdad sobre el horrible pasado.

Jocelyn acarició el rostro de la niña y todos observaron como la be-


bé sonreía y su rostro se iluminaba con la alegría de vivir. Ella era una histo-
ria en sí misma, dulce y llena de esperanza, acabando de comenzar.

—Jocelyn y Clary Fray —dijo Magnus—, es un placer conoceros.


43
Códice de los
Cazadores de
Sombras

44
Introducción
Traducido por katiliz94

B
ienvenido y felicidades. Has sido elegido para ser uno de los
Nefilin. Pronto, si no los has hecho aún, beberás de la Copa
Inmortal, tomando dentro de ti la sangre de los ángeles, así te
convertirás en uno de los “Cazadores de Sombras,” nombrado para fundar
nuestra orden. Nuestro eterno trabajo es la batalla contra las fuerzas de la
oscuridad que infringen en nuestro mundo. También mantenemos la paz
en el Mundo de las Sombras —las sociedades escondidas de magia y
criaturas mágicas forjadas por los demonios con los que luchamos— y la
mantenemos oculta del mundo mundano. Y ahora esta también es tu
oportunidad. Eres el protector, defensor y caballero errante en el nombre
de los ángeles. Serás entrenado para luchar con demonios, proteger a los
mundanos, negociar el complejo panorama de los Subterráneos —
hombres lobos, vampiros, y similares— que encontraras. Tu vida estará
agotada en la búsqueda de lo angelical contra lo demoniaco. Y cuando
mueras, morirás con gloria.

Esto puede parecer una intimidante descripción de la vida de los


Cazadores de Sombras, pero debemos enfatizar el carácter sagrado y el
peso de nuestra misión. Unirse a los Nefilim no es como ser un policía
mundano, o incluso un soldado mundano. “Cazador de Sombras” no es lo
que haces; es quien eres. Cada aspecto de tu vida cambiara para
acomodar la tarea sagrada que te ha sido dada.

Este Códice sirve para asistirte en aclimatarte al nuevo mundo en el


cual has sido lanzado. La mayoría de Cazadores de Sombras son nacidos
en esta vida, criados y sumergidos constantemente desde su nacimiento, y
así muchas cosas sobre el mundo que son de naturaleza secundaria para
ella serán nuevas para ti. Has sido reclutado fuera de tu vida mundana, y
con rapidez encontraras que esto es confuso y peligroso. Este libro está
diseñado especialmente para reducir tu confusión y, con idea, de
mantenerte vivo el tiempo suficiente como para ser un Cazador de
Sombras lleno de buena reputación en tu Instituto local.
45

No hace falta decir que va contra la Ley del Códice estar


relacionado con algunas otras personas más que los Cazadores de
Sombras y mundanos en el proceso de Ascensión (mira “Matrimonios
Mixtos”)

46
¿Qué es un Cazador de Sombras?
Los Nefilim somos los guerreros designados en la Tierra por el Ángel
Raziel. Estamos específicamente designados a controlar y presidir a los
demonios en nuestro mundo, tanto demonios como criaturas
sobrenaturales nacidas de su presencia entre nosotros. Hace miles de años
Raziel otorgo sobre nosotros las herramientas para llevar a cabo nuestra
tarea. Esas herramientas son:

—Los Instrumentos Mortales, por los cuales podemos conocer la


verdad, hablar con los ángeles, y crear más de nuestra especie.

—El país de Idris, en la cual podemos vivir con seguridad lejos tanto
de los demonios como del mundo mundano.

—El Libro de Raziel (o “Libro Gris”), con el que podemos usar la magia
de los ángeles para protegernos e incrementarnos.

Esos son los regalos dados por Raziel al primer Nefilim, Jonathan
Shadowhunter2, y tras él nos llamamos Cazadores de Sombras.

Sí, sí, sí. ¡Ve adonde aprendas kung fu!


Claro, es conveniente que él fuera llamado ya así. Se convierte en un
buen nombre para ellos.

Juramento de Cazador de Sombras


Hay muchas versiones del juramento que es dicho por los nuevos
Nefilim cuando beben de la Copa Mortal y se unen a nuestras filas. El más
usado fue creado poco más de cien años, como parte de las reformas
que se extendieron a través del Mundo de la Sombras en ese tiempo.
Reemplazó un juramento más antiguo cuyo lenguaje era muy marcial en
tono y que mayormente se centraba en el hecho de que los Cazadores de
Sombras eran buenos al matar cosas. Típicamente en ese tiempo el
juramente fue dicho en varias lenguas sagradas —Latin, Sanscrito, Hebreo,
etcetera— y era tratado más como una formalidad para excusar que las
palabras para escuchar y reflejar.
47

El juramento continua. Deberías encomendártelo a la memoria. En el

2Se deja Shadowhunters debido que aquí hace referencia a la palabra no como
“Cazadores de Sombras,” sino como a un apellido.
momento que seas hecho Cazador de Sombras, necesitaras recitarlo sin
ninguna petición. Muchos nuevos Cazadores de Sombras se han quejado
de que eso es una carga innecesaria, para lo cual respondemos a esos
soldados medio angelicales contra las fuerzas oscuras del mundo que no
deberían ser inmutados por la necesidad de memorizar cientos de
palabras.

Por la presente juro:

Seré la Espada de Raziel, extendiendo los brazos para derribar al


malvado.

Seré la Copa de Raziel, ofreciendo mi sangre en nuestra misión.

Seré el Espejo de Raziel; cuando mis enemigos me observen, les


mostraré su rostro en el mío.

Por la presente prometo:

Serviré con el coraje de los ángeles.

Serviré la justicia de los ángeles.

Y serviré con toda la misericordia de los ángeles.

Hasta el momento en el que deba morir, seré Nefilim. Me


comprometo en Acuerdo como Nefilim, y comprometo mi vida y mi familia
a la Clave de Idris.

¿Pensarías que el juramento sería más largo?

No es así —hay un tropecientos de leyes que estás de acuerdo en


seguir. Están cubiertas por él “en Acuerdo.”

Nombres de Cazadores de Sombras


La mayoría de mundanos Ascendentes como tu renuncian al
nombre de su familia en favor de crear un tradicional nombre de Cazador
de Sombras. Por tradición muchos de los nombres de familias de
Cazadores de Sombras son compuesto, como “Shadowhunter” de por sí —
en este caso, “shadow” + “hunter.” El nombre de Jonathan obviamente
era Shadowhunter, no realmente “Shadowhunter” —tal coincidencia
48

empobrecería la creencia. NM, mi reclamo ha sido anticipado. Codigo 1,


Me 0.

Esa coincidencia —empobrece la creencia. Un ángel de 18 metros


de alto se aparece ante ti— aparentemente no empobrece la creencia.
Como Jonathan Shadowhunter fuese llamado, antes de que fuese
hecho el primer Nefilim de Raziel, está perdido en la historia; ni siquiera
sabemos de qué país procede. Le fue dado el nombre Shadowhunter por
Raziel (solía encontrarse en palabras separadas o guiones, como en
“Shadowhunter,” anteriormente en la historia) como un símbolo de su
transformación. De acuerdo con muchos dichos de la historia, Raziel dijo a
Jonathan, “Te otorgo la luz y el fuego de los ángeles, para iluminar tu
camino en la oscuridad, para ti y tus acompañantes que serán los
Cazadores de las Sombras.3” como Maestros del Universotm.

No tanto como ellos, no.

Espera hasta que conozcas al Maestro del Universo Jonathan.

Hay un tipo de poesía en la selección del nombre de familia de los


Cazadores de Sombras; combinar solo dos cosas en un nombre no es
suficiente. Tu nombre debería intentar reflejar algo sobre quien eres, o de
dónde eres, o qué tipo de esperanza tienes. En orden para tus propias
ideas, aquí te proveemos una lista de palabras en inglés apropiadas que
pueden ser combinados para hacer nombres. Simplemente selecciona dos
y ponlas la una al lado de la otra. Suelen sonar mejor en un orden que en
el otro.

NOTA: USA TU JUICIO. Tu nombre debe ser aprobado por aquellos


evaluando tu petición para la Ascension. No intentes nombrarte
Dragonrider4, Firedance o Elfstar. Se supone que los Nefilim tienen que ser
inadvertidos. Cosas obvias tales como Hammerfist o Bloodsteel deberían
ser evitadas.

ALDER (Aliso5)

APPLE (Manzana)

ASH (Ceniza)

ASPEN (Chopo temblón)

BAY (Bahía)

BEAR (Oso)

BLACK (Negro)
49

3 En este caso no sería traducido como Cazadores de sombras (Shadowhunters) sino


como Cazadores de las Sombras (Hunters of the Shadows).
4 Dragonrider (Montador de dragones), Firedancer (Bailador de fuego) o Elfstar (Elfo

estrella); Hammerfist (Puño de martillo), Bloodsteel (Sangre de acero).


5 Hace referencia a un tipo de madera.
BLOOD (Sangre)

BLUE (Azul; Dolor)

BOW (Arco)

BRANDY (Aguardiente)

BROWN (Marrón)

BULL (Toro)

CAR (Coche)

CART (Cesta)

CHERRY (Cereza)

CHILD (Niño)

COCK (Gallo)

CROSS (Cruz)

DOVE (Paloma)

EARTH (Tierra)

FAIR (Justo)

FISH (Pez)

FOX (Zorro)

GOLD (Oro)

GRAY (Gris)

GREEN (Verde)

HALLOW (Santificar)

HAWK (Halcón)

HEAD (Cabeza)

HEART (Corazón)
50

HERON (Garza)

HOOD (Capucha)
HUNTER (Cazador)

KEY (Llave; Clave)

LAND (Tierra)

LIGHT (Luz)

MAPLE (Madera de arce)

MARK (Marca)

MERRY (Alegre)

NIGHT (Noche)

OWL (Buho)

PEN (Boligrafo)

PINE (Pino)

RAVEN (Cuervo)

RED (Rojo)

ROSE (Rosa)

SCALE (Balanza)

SCAR (Cicatriz)

SHADE (Tono)

SHADOW (Sombra)

SILVER (Plata)

STAIR (Escalera)

STARK (Austero)

STORM (Tormente)

THRUSH (Empujón)

TOWER (Torre)
51

TREE (Árbol)

WAIN (Carreta)
WALKER (Caminante)

WATER (Agua)

WAY (Camino)

WEATHER (Tiempo)

WELL (Fuente)

WHEEL (Volante)

WHITE (Blanco)

WINE (Vino)

WOLF (Lobo)

WOOD (Madera; Bosque)

WRIGHT (Trabajador)

YOUNG (Joven)

¿Cuál es tu nombre de Cazador de


Sombras?
Fairchild.

No puedo creer que realmente escribiese eso.

Definitivamente ni STORMWALKER o NIGHTRAVEN —¿qué piensas?

Bloodsucker encaja.

No es bueno hermano.
52
Glosario de los Cazadores de Sombras
¿No debería ser “glosaire6”?

El mundo al que estas entrando es un secreto. Se mantiene


escondido de la vasta mayoría del mundo mundano, quienes ni siquiera
saben que nuestra especie existe, mucho menos conocen las variedades
de monstruosHERMOSOS INDIVIDUOS entre los cuales somos responsables
de mantener la paz. Naturalmente, los residentes de ese mundo pueden
tener referencias comunes para los lugares o cosas con las que aún no
estas familiarizado. Te proveemos esta pequeña guía de mano con
algunos de los términos más comunes, con los que explorarás en más
profundidad en los siguientes capítulos como garantizamos.

Bien, gracias a Dios.

Hola,

No te conozco. No puedo imaginar quien puedes ser. Pero ahora he


terminado con este Código, y creo que es el momento de transmitirlo.

Está bien, he escrito por encima. Y… dibujado por todos lados. Pero
creo que es mejor que un limpio y fresco Código, porque he corregido
algunas cosas y añadido otras. Creo que es más verdadero, tiene menos
material político de la Clave puesto para hacerle verse mejor.

Así que ahora es tuyo. Quien quiera que seas. Si necesitas encontrar
esto, lo encontraras.

De cualquier manera, bienvenido. Este es el Código. Siempre pensé


que sería como ese gran tomo de sabiduría, pero es más como un manual
del campo de ejercito —como enseñar a alguien a ser un Cazador de
Sombras cuando estás siendo perseguido por demonios. Entonces no soy
un lector habitual. Afortunadamente, Jace también ha añadido algunas
notas. De cualquier manera, se está tomando mi entrenamiento un poco,
demasiado, en serio. Creo que es porque todos piensan que solo estamos
fingiendo entrenar y en realidad liándonos. Por tanto es un auténtico
entrenamiento serio. Apropósito, ese es el por qué estoy escribiendo esto
con una compresa fría en la cadera.

Simon ha aparecido para anunciar que el Código le recuerda a un


53

manual de Dragones y Mazmorras. “Bueno, ya sabes, te dice las reglas. ¡Los


vampiros son débiles para… el fuego! ¡Te muerden 2 de 10 veces con esos
viciosos colmillos!” Ahora está poniéndome una cara de mordisco. Parece
6
Glossaire: Glosario en francés.
una especie de Hámster. Con seriedad, adoro a Simon, pero es el peor
vampiro de los tiempos.

Simon, no tienes que hacer colmillos imaginarios con los dedos. Ya


tienes colmillos.

Por qué las personas se convierten en Cazadores de


Sombras, por Magnus Bane

Esta cosa del Código es muy tonta. Los Subterráneos hablan del
Código como si fuese un gran secreto lleno de conocimiento esotérico,
pero en realidad es un manual de Boy Scout.

Algo que misteriosamente no aborda es el porqué las personas se


convierten en Cazadores de Sombras. Y deberías saber que esas personas
son Cazadores de Sombras por algunas razones estúpidas.

Así que aquí hay una ampliación para tu copia.

Saludos, joven aspirante a ser Cazador de Sombras o posiblemente


ya técnicamente Cazador de Sombras. No puedo recordar su primero
bebes de la Copa o primero consigues el libro. En cualquier caso,
felicidades. Has sido reclutado por la Policía de Monstruos. ¿Puedes estar
preguntándote porque? ¿Por qué todos los mundanos de fuera eran
seleccionados e invitados a ese exclusivo club hecho principalmente, al
menos desde una perspectiva histórica, de asesinos psicópatas?
54

Posibles motivos del por qué:

1. Posees un vigoroso corazón, fuerte voluntad, y cuerpo


capacitado.
2. Posees un vigoroso cuerpo, capacitad voluntad, y fuerte corazón.

3. Los Cazadores de Sombras locales están irónicamente forzándote


a unirte a ellos.

4. Fuiste reclutado por un Instituto local para unirte a los Nefilim como
un castigo irónico por tus maltratos de Subterráneos.

5. Tu casa, pueblo, o nación está bajo asedio de los demonios.

6. Tu casa, pueblo, o nación estaba bajo asedio de los Subterráneos.

7. Estabas en el lugar equivocado en el momento equivocado.

8. Sabes demasiado, y deberías ser alistado porque la directiva del


Mundo de las Sombras ya ha estado comprometida por ti.

9. Sabes muy poco; sería de ayuda para los Cazadores de Sombras si


supieses más.

10. Sabes exactamente la cantidad adecuada, haciéndote un


recluta natural.

11. Posees una resistencia natural para el encanto mágico y debes


ser recluido para mantenerte tranquilo y proveerte con algo de protección
básica.

12. Ya tienes un apellido compuesto y convenciste a alguien


importante que la tuya es una familia de Cazadores de Sombras y que el
legado de Cazador de Sombras ha sido debilitado por las generación de
pobreza alimenticia.

13. Tuviste un tórrido romance con un miembro del Consejo Nefilim, y


ahora él está intentando cubrir las huellas.

14. Los Cazadores de Sombras están preocupados de que ya no


sean bastante altivos y condesciendes —te han buscado para añadir un
impulso muy necesitado de arrogante condescendencia.

15. Has sido mordido por un Cazador de Sombras radioactivo,


dándote la fuerza proporcional y la rapidez de un Cazador de Sombras.

16. Un barbudo hombre volando en una motocicleta apareció para


llevarte lejos a un Colegio de Cazadores de Sombras. (Nota: La presencia
55

de volar la motocicleta sugiere que el hombre barbudo puede ser un


vampiro.)

17. Tu madre ha estado escondiéndote de tu malvado padre, y


averiguaste que eres un Cazador de Sombras hace unas pocas semanas.
Esto es cierto. Diecisiete razones. Debido a que son todas en las que
pensé. Ahora huye, pequeño Cazador de Sombras, y aprende a matar
cosas. Y se amable con los Subterráneos.

Personas y Lugares
Somos llamados Nefilim o Cazadores de Sombras. Somos los hijos de
hombres y ángeles; el Ángel Raziel nos dio nuestro poder.

Nuestra misión primaria es eliminar demonios, quienes vienen en una


gran variedad de especies y formas. También buscamos mantener la paz
entre varias poblaciones de medio-humanos, conocidos colectivamente
como Subterráneos. Esos grupos son los hombres lobos, vampiros, hadas y
brujos. Presidimos un trato conocido como los Acuerdos que ordenan
como nosotros y todos esos grupos podríamos interactuar, tan bien como
las reglas, responsabilidades y restricciones de grupos.

Tenemos nuestro país secreto, el cual está escondido en el Centro de


Europa y es conocido como Idris. Es la capital de la ciudad —de hecho, es
la única ciudad— es nombrada Alicante, y ahí es donde reside el Consejo,
y donde son mantenidas las reuniones de la Clave (mira debajo).

Muchos Cazadores de Sombras pasan sus años de juventud como


guerreros. La excepciones son los miembros de nuestras dos órdenes
monásticas, los Hermanos Silenciosos y las Hermanas de Hierro. Los
Hermanos sirven como nuestros guardianes del saber y el conocimiento:
Son nuestros bibliotecarios, muchos de cuyos niveles son mantenidos en
secreto incluso para los Cazadores de Sombras Normales. Las Hermanas
diseñan y forjan nuestras espadas; son las guardianas de adamas, el metal
sagrado dado por Raziel para nuestro uso. Residen en Adamant Citadel, el
cual esta incluso más escondido que la Ciudad Silenciosa; excepto por
una solitaria cámara de recibimiento, puede ser entrada solo por las
Hermanas del Hierro. ¿Obsesionado con el secreto? ¿Un poco?
56
Clave, Consejo, Cónsul, Alianza
La Clave es el nombre colectivo para el cuerpo policial hecho para
todos los activos Nefilim. Todos los Cazadores de Sombras que reconocen
la autoridad de Idris —y estos deberían ser todos en el mundo que
pertenecen a los Cazadores de Sombras— maquillan la Clave. Cuando los
Cazadores de Sombras llegan a la madurez a la edad de dieciocho años,
declaran lealtad a la Clave y se convierten en miembros de la Clave, con
derecho a contribuir en cualquier asunto de la Clave bajo discusión. La
Clave sigue e interpreta la Ley, y toma decisiones sobre la guía de los
Nefilim a través de la historia como despliegue.

¿Qué pasa si no declaro lealtad?


A eso se le llama “dejar a los Cazadores de Sombras.” Será
descubierto después.

Grupos más pequeños y regionales de Cazadores de Sombras, por


ejemplo los Cazadores de Sombras de un especifico país o a veces de una
particular ciudad grande, son coleccionados en lo que son llamados
Enclaves en muchos de los mundos, y Conclaves en las Américas y
Australia. Esos grupos regionales coordinan sus propias decisiones locales y
estructuras organizadas como lo consideran, a pesar de que la Clave
como todo es responsable de situar a los Cazadores de Sombras en cargos
de Instituciones específicas. La Clave puede interceder en casos donde
una Enclave o Conclave está organizada de la misma forma que lo está
contra el espíritu del Nefilim como un todo (por ejemplo, en casos donde
algunos Cazadores de Sombras individuales han intentado hacerse con el
poder dictacional sobre los más próximos Subterráneos, como con los
infames cultos de personalidades y sacrificios humanos declarados por
Hezekiah Short en las ruinas Mayas del sureste de Mexico en 1930).

El término “Clave” procede del Latin clavis, referente a “clave,” y su


uso en tales términos como “Enclave” y “Conclave” se refieren
57

abstractamente a la idea de una asamblea “bajo candado y llave” —eso


es, encuentro en secreto. La Clave es, por así decirlo, el gran secreto de los
Nefilim; con la clave de la Copa Mortal, uno se gana la entrada a esas
cámaras.
El Consejo es el cuerpo gobernante de la Clave. Una vez más, había
suficientes Cazadores de Sombras en el mundo que en cuestión de la
importancia de toda la Clave podrían ser sondeados por su opinión, pero
han pasado cientos de años desde que ese fue el caso. El Consejo, sin
embargo, en representación de la gran Clave, mantiene el poder para
volver a llamar a cualquier Cazador de Sombras a Idris en cualquier
momento. Hoy las Enclaves locales buscan representantes para sentarse
en el Consejo, los cuales lidian con asuntos de inmediata importancia que
no son suficientes para todos los representantes de la Clave. Muchas veces
esto es logrado con un simple voto o por la aceptación de una elección
delegada del jefe de la Conclave; en ocasiones el líder de la Conclave se
sienta en el del Consejo. Algunas regiones tienen más coloridos significados
de aceptación de sus representantes. Por ejemplo, en el siglo dieciocho en
Francia bajo el Rey Sol, el delegado del Consejo fue designado mediante
una competición de baile. La Enclave de San Petersburgo hasta estos días
mantiene un masivo torneo anual de ajedrez; el competidor que pierde la
mayoría de partidas es nombrado delegado.

El Consejo es el más alto oficial designado en la Clave. Es algo como


un primer ministro más que un rey o presidente; ejerce un poco de poder
ejecutivo pero sirve para presidir al Consejo, para el recuento oficial de
votos, y para ayudar a interpretar la Ley para la Clave. También sirve como
un consejero para la Inquisición, y esta desteñido a ser un mentor de
consultas para los líderes de los Institutos. Su auténtica fuente de poder
directo es la autoridad de llamar al Consejo para sesiones y adjudicar
disputas entre los Cazadores de Sombras. Los Nefilim no tienen nociones
mundanas tan poco civilizadas como fiestas políticas; el Cónsul es votado
en la oficina por el Consejo y, como la mayoría de primeros ministros,
puede ser sacado de la oficina por un voto de no confianza.

Intentar juntar todas estas entidades es la Alianza, otro nombre para


la Ley Nefilim. Provee las reglas de conducta para Cazadores de Sombras y
Subterráneos; es por el derecho de Alianza que los Nefilim ejecutan la Ley
en los Subterráneos. (Ha habido veces y lugares donde la regla de Ley ha
sido mantenida por fuerza más que por Alianza, pero vivimos felices en los
más ilustrados días de hoy.) La Alianza protege las reglas de los Cazadores
de Sombras para forzar relaciones civilizadas entre la Clave, los
Subterráneos, y el mundo mundano, y también protegen las leyes de los
Subterráneos para que no puedan ser maltratados por los Cazadores de
Sombras.
58

Es la Alianza también la que garantiza que el Mundo de las Sombras


permanece ensombrecido del mundo mundano. Los Nefilim han jurado
sobre la Alianza nunca revelar la verdad del mundo a un mundano, a
menos que tal revelación no pueda de ninguna manera ser evitado. Todos
los Subterráneos que han firmado los Acuerdos están de acuerdo con lo
mismo. Los demonios son la mejor fuerza impredecible en mantener el
Mundo de las Sombras en secreto, pero de lejos los demonios han decidido
que el secreto es lo mejor para ellos.

Esta descripción hace que la Alianza suene simple, pero su fina


impresión es más o menos de todo el sistema legal de los Cazadores de
Sombras, específicamente no solo en el código criminal que los Nefilim y
varias comunidades de Subterráneos han estado de acuerdo en respetar,
sino también en como ese código penal puede ser ejecutado, como
pueden fluir los juicios, y continuar. Esto significa, tanto para Cazadores de
Sombras como Subterráneos, que pueden referirse a la Alianza para
algunas reglas específicas. Por ejemplo, los Cazadores de Sombras deben
jurar que una vez que la Alianza tenga información confidencial ésta ha de
ser compartida con ellos en una investigación.

La Alianza precede a los Acuerdos; los Acuerdos pueden ser vistos


como un tipo de Carta de Derechos, enmendados por la Alianza que está
de acuerdo en tomar la ley del país por la del Mundo de las Sombras.

59
Discusiones de preguntas y cosas a
probar
1. ¿Qué notaste sobre los tipos de palabras que son usadas para
ocultar los nombres de los Cazadores de Sombras? ¿Qué tienen en
común? ¿Qué podría decir esto sobre la identidad de los Cazadores de
Sombras y lo que se supone que representan sus familias?

SIMON NIGHTRAVEN NECESITA NO DISCUTIR LAS


PREGUNTAS.

Este no es tu libro, Simon.


Tampoco necesitas discutir sobre las preguntas, CLARY HORSEPHONE.

2. ¿Sabes quién es el miembro del Consejo en tu localidad? ¿Sabes


quién dirige tu Instituto local? ¡Averígualo¡

Sí. Sí. Está bien. Quien.


¡Eso no es lo que dice!
MÍRAME.
3. Inténtalo: ¡Preséntate a un Hermano Silencioso! Su apariencia
puede ser intimidante, pero averiguaras que son amistosos y pacientes.
(Nota: esta vez no intentes presentarte a una Hermana.)

60
The Course of True Love
[and First Dates]
(Las Crónicas de Bane #10)
Magnus Bane y Alec
Lightwood podrían enamorarse…
pero primero tienen que tener
una cita.

Cuando Magnus Bane, bru-


jo, conoce a Alec Lightwood, Ca-
zador de Sombras, las chipas vue-
lan. Y lo que ocurre en su primera
cita prende una llama…

61
Sobre La Autora
Cassandra Clare
Cassandra Clare es el pseudó-nimo
de la autora de la popular trilogía de litera-
tura juvenil Cazadores de sombras.

Clare nació en Teherán, Irán, aunque


sus padres son estadou-nidenses. Ha vivido
en Francia, Inglaterra y Suiza durante su in-
fancia, trasladándose poste-riormente a Los
Angeles y Nueva York, donde ha desem-
peñado diversos trabajos en revistas y ta-
bloides.

Clare empezó a escribir Ciudad de


hueso (City of Bones), la pri-mera de las no-
velas de Cazado-res de sombras, en 2004,
inspi-rada en Manhattan. Antes de conver-
tirse en novelista de éxito ella publicó una
gran cantidad de “fan fiction” bajo el pseudó-nimo de Cassandra Claire,
firmando obras inspiradas en Harry Potter y El Señor de los Anillos que fueron
alabadas por la crítica, aunque con respecto a The Draco Trilogy (que fue
muy bien considerada por The Times y que se basa en la obra de J. K. Ro-
wling) ha habido algunas sospechas de plagio…

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Traducido, corregido
y diseñado en:

eyesofangels.foroactivo.com

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