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ESCUELA MINISTERIAL JC

Biología / Creacionismo
El Cuerpo Humano: La Gran Obra Maestra de Dios
‘Te alabaré; porque formidables, maravillosas son tus obras: Estoy maravillado, Y mi alma lo sabe muy bien.’
(Salmos 139:14)
Vivimos en un mundo con asombroso diseño. La mayor de todas las creaciones es el mismo hombre, una máquina
maravillosa: precisa y eficiente.En esta clase de la ESCUELA MINISTERIAL JC veremos alguna de las asombrosas
características que tiene nuestro cuerpo, y cómo Dios ha pensado hasta el más mínimo detalle. El cuerpo humano
tiene una estructura dinámica de huesos y cartílagos llamada esqueleto. El cual es flexible, con articulaciones y
coyunturas que fueron hechas para moverse, por lo cual para eliminar fricciones dañinas, esas partes movibles están
perfectamente lubricadas.Las máquinas hechas por hombres están lubricadas sólo por fuentes externas; pero el
cuerpo se lubrica a sí mismo al fabricar una sustancia parecida a la gelatina en la cantidad apropiada cada vez que se
necesita.El cuerpo es una máquina maravillosa, a pesar de los defectos por los errores de copia de genes (mutaciones)
que se han acumulado desde la Caída del hombre traída por la Maldición (Génesis 3).

El cuerpo tiene una planta química mucho más detallada que cualquier planta que el hombre haya construido. Esta
planta transforma la comida que consumimos en tejido vivo, e induce el crecimiento de la carne, sangre, huesos y
dientes. Incluso repara el cuerpo cuando las partes son dañadas por accidentes o enfermedades. De este mismo
proceso obtenemos la energía para trabajar y jugar.Tan maravilloso que nuestros cuerpos pueden producir calor, o
enfriarse con las gotas de sudor que se derramen desde millones de pequeñas glándulas en la piel. Su termostato
automático es el que se encarga tanto del sistema de enfriamiento como del sistema de calentamiento, manteniendo
la temperatura corporal en aproximadamente 37 °C (98.6°F). El cerebro es el centro del sistema computarizado más
complejo e inigualable. Computa y envía a través del cuerpo miles de millones de bits de información, que controlan
cada acción, en un abrir y cerrar de ojos. En la mayoría de los sistemas computarizados, la información es transportada
por partes electrónicas y alambres. En el cuerpo, los nervios son los alambres que transportan la información hacia y
desde el sistema nervioso central.Y sólo en un cerebro humano hay probablemente más circuitos eléctricos, que en el
sistema electrónico más complejo existente. Sí, este cerebro es algo maravilloso.

De hecho, mientras miramos en este preciso momento, estamos mirando gracias al cerebro. Aunque, claro está, el
mensaje es enviado ahí por otra estructura maravillosa: el ojo humano. Las cámaras modernas operan bajo los mismos
principios básicos que nuestros ojos, pero nunca han podido igualarlo. El enfoque y la apertura automáticos son
exquisitos. El sonido que oímos se está tocando en un perfecto y pequeño instrumento musical ubicado en nuestro
oído. Las ondas sonoras bajan por el canal auditivo y son transportadas por los huesos del oído intermedio hasta el
caracol, el cual está enrollado como un pequeño caracol de mar. La oreja externa opera en el aire. Pero el caracol está
lleno de líquido, y transferir ondas de aire a líquido es uno de los problemas más difíciles para la ciencia. Tres pequeños
huesecillos son adecuados justamente para la labor que nos permite oír. Es interesante mencionar que el tamaño de
estos huesos pequeños no cambia desde que nacemos.El corazón es una bomba muscular que manda la sangre a
través de cientos de miles de vasos sanguíneos. La sangre trasporta alimentos y oxígeno a cada célula diminuta. El
corazón bombea un promedio de seis litros de sangre cada minuto, y en un día bombea suficiente sangre para llenar
más de cuarenta tambores de 200 litros .

El cuerpo humano es una máquina maravillosa. El hecho de que cualquiera de estos aparatos exista demuestra que
son el trabajo de un diseñador inteligente y talentoso, el mismo Dios Creador. ‘Y creó Dios al hombre a su imagen, a
imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.' (Génesis 1:27). La materia prima, los elementos básicos en nuestro
cuerpo, pueden ser hallados en el 'polvo de la tierra'. Sin embargo, estos químicos no se pueden ordenar a sí mismos
en tejidos celulares, órganos y sistemas. Esto sólo puede ocurrir dictado por una inteligencia.

El libro de Génesis enseña que Dios tomó 'polvo de la tierra', moléculas orgánicas, y formó al hombre, después sopló
en sus fosas nasales aliento de vida. Es cuando el hombre se convirtió en espíritu viviente. Los seres humanos somos
diferentes a los animales, ya que 'Dios creó al hombre a Su imagen' (Génesis 1:27). Nuestro cuerpo ha sido diseñado
con la habilidad para transmitir a las próximas generaciones la información programada requerida para formar otra
persona a partir de elementos simples. Somos más que sustancias que forman nuestro cuerpo. Somos una creación
especial de Dios. El hombre es la obra maestra de Dios —La obra de sus manos, la corona de la creación. Lo mejor del
universo... 'Sin duda alguna, el cuerpo humano es el sistema de procesamiento de información más complejo. Si
juntamos todos los procesos humanos de información, los conscientes (lenguaje, información controlada,
movimientos voluntarios deliberados) y los inconscientes (funciones controladas por información de los órganos,
sistema hormonal), involucraríamos el procesamiento de 1024 bits de información diariamente. Esta figura
astronómica es mayor en un factor de 1,000,000 [esto es, es un millón de veces mayor] que el total de conocimiento
humano que es de 1018 bits almacenados en todas las bibliotecas del mundo.’

Breve descripción de la constitución del cuerpo que es compleja:


1. Nivel atómico: carbono, hidrógeno, oxígeno, nitrógeno, azufre y fósforo.
2. Nivel molecular: agua, proteínas, lípidos, hidroxiapatita.
3. Nivel celular: intracelular, extracelular.
4. Nivel anatómico: tejido muscular, adiposo, óseo, piel, órganos y vísceras.
5. Nivel cuerpo íntegro: masa corporal, volumen corporal, densidad corporal.
El cuerpo humano está organizado en diferentes niveles jerarquizados. Así, está compuesto de aparatos; estos los
integran sistemas, que a su vez están compuestos por órganos conformados por tejidos, que están formados por
células compuestas por moléculas. El cuerpo humano posee más de cincuenta billones de células. Éstas se agrupan en
tejidos, los cuales se organizan en órganos, y éstos en ocho aparatos o sistemas: locomotor (muscular y óseo),
respiratorio, digestivo, excretor, circulatorio, endocrino, nervioso y reproductor. Después de ver esta breve
constitución vemos que es muy complejo, algo interesante es que todo esto está en completa coordinación, de no ser
así entonces hay diferentes situaciones que se presentan en el cuerpo como ser enfermedades, deficiencias, excesos
de todo esto que nos llevarán a daños de dicha máquina perfecta, la cual está siendo alimentada por el buen
funcionamiento del corazón, quien es el que da a todos las partes del cuerpo desde las más pequeñas a las más grandes
y él recibe también de todas ellas .

Si ocurre que el corazón le envía cierta cantidad a un órgano o tejido determinado de flujo sanguíneo y este órgano o
estructura se queda con la misma cantidad y no devuelve nada, entonces eso sería violar un gran principio de la vida,
pues reteniendo dicho fluido más del que debe tanto en tiempo como en cantidad de lo que recibió entonces el
corazón percibirá que hizo falta algo pero no sabe exactamente de donde, el problema se sabrá cuando el corazón con
lo generoso que es, siga enviando sus mismas remesas de sangre a dicha área y entonces se podrá poner en
descubierto la zona afectada la cual va aumentando de volumen poco a poco, lo cual la hará aún más desequilibrada
y finalmente dicha zona ira pereciendo poco a poco, pero llevándose consigo a todo su ser del cual depende o se le ha
olvidado del que depende o por el cual está viva. Los demás órganos y tejido, células empiezan a tratar de ayudar en
remediar el problema que está llevando a colapsar a todo el cuerpo, por lo que los demás empiezan a trabajar a más
producción y remediar el daño que se está dando, pero la zona que se enriqueció del vital líquido como es la sangre y
sus nutrientes está ahora más renuente que nunca a dar de lo que ha recibido, no sabiendo que está acarreando daño
para su misma zona y para todo el cuerpo. Finalmente al seguir reteniendo termina colapsando y pudiera ser que
colapsara una gran parte del cuerpo y lo llevará a ser más deficiente en general.

Esto mismo exactamente pasa en el cuerpo de Cristo, La Iglesia, en la cual todos tienen funciones diferentes, sin
embargo algunos que en verdad son parte del cuerpo y violan el principio del Dar así como el corazón que tiene la
libertad de repartir o dar a los demás y así mismo recibe. Este tipo de conductas daña las relaciones entre una persona
y otra al dejarse llevar por la retención tanto de sus talentos, de sus bienes en beneficio de los demás. Pues el trabajo
diligente de alguien, bendice a muchos. Ejemplo: el hecho que el maestro llegue a dar clases, los alumnos pueden
disfrutar del pan del saber. Si el Mecánico repara mal el vehículo entonces el dueño del vehículo y sus ocupantes
pueden tener pérdida alguna ya sea material o física. El no hacer lo que le corresponde a cada uno trae funestas
consecuencias a todos, pero principalmente al descuidado y haragán. Dios es el corazón, reparte a todos, a unos
menos a otros más de acuerdo a su función y capacidad, pues así es el principio, lo más importante que él quiere ver
que todos puedan aportar de lo mucho que reciben y eso dará vida a los demás y no habrá mayor daño de la persona.
Los que llegan a la cima y deben aún dar más porque más se les ha dado olvidan este principio muchas veces, y además
aquellos que quieren llegar a la cima y lo que hacen es llenarse de materia y ahogarse en este mundo del cual no
podrán salir a ningún lado con esa carga que les impide elevarse. Deben liberarse de las cargas, la carga es pesada y
hay muchos queriendo a tu alrededor colaborar.
CONCLUSIÓN BREVE DEL CUERPO HUMANO
El cuerpo y los sentidos
Numerosos somos los cristianos que asistimos a las Congregaciones con mucha formalidad y nos preocupamos en
agradar a Dios con todo el corazón, sin embargo a pesar de esto, muchas veces parece que a pesar de los esfuerzos
las cosas se tornan en desilusión, el motivo examinado pudiera ser que buscamos a Dios pero no tenemos una
disciplina para hacer las cosas, y por esa causa nos han venido muchos fracasos en muchas vidas, el Señor quiere que
prosperemos en todo nuestro cuerpo así como prosperamos en nuestra alma y que aun nuestros sentidos prosperen
y glorifiquen a Dios uno a uno de una forma correcta u ordenada en su Santa Palabra.
3 Juan 1:2 Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera
tu alma.
El orden que Dios desea hoy en nuestras vidas es que primeramente presentemos nuestros cuerpos en sacrificio, vivo,
santo, antes en el templo se le ofrecía otro tipo de sacrificio de animales en el templo que eran irracionales.
Romanos 12:1 Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos
en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional.
Debemos preguntarnos que es el cuerpo, la palabra cuerpo viene del latín corpus, y es el conjunto de las partes que
componen el organismo del ser humano, El Señor desea que le glorifiquemos con todo nuestro cuerpo.
1 Corintios 6:20 Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en
vuestro espíritu, los cuales son de Dios.
LOS SENTIDOS. En nuestro cuerpo residen los sentidos, la palabra sentido es la facultad mediante la cual percibe el
hombre la impresión o percepción de las cosas exteriores, y es ayudado por ciertos Órganos sensoriales, que son los
órganos especializados que reciben estímulos del exterior y transmiten el impulso a través de las vías nerviosas hasta
el sistema nervioso central donde se procesa y se genera una respuesta. Los cinco sentidos principales son: el oído, la
vista, el olfato, el gusto y el tacto y estos nos fueron dados para usarlos y ejercitarlos para diferenciar entre lo bueno
y lo malo. El enemigo de nuestras almas sabe que si pierde o extravía nuestros sentidos podrá confundirnos en cuanto
a la salvación en Cristo.
2 Corintios 11:3 Pero temo que como la serpiente con su astucia engañó a Eva, vuestros sentidos sean de
alguna manera extraviados de la sincera fidelidad a Cristo.
EL OÍDO. Esta palabra viene del latín audito, y es el órgano responsable de la audición y el equilibrio.
Se divide en tres zonas: externa, media e interna. Dice Apocalipsis 13:9 Si alguno tiene oído, oiga.

EL EQUILIBRIO
Los canales semicirculares y el vestíbulo están relacionados con el sentido del equilibrio. En estos canales hay pelos
similares a los del órgano de Corti, y detectan los cambios de posición de la cabeza. Los tres canales semicirculares se
extienden desde el vestíbulo formando ángulos más o menos rectos entre sí, lo cual permite que los órganos
sensoriales registren los movimientos que la cabeza realiza en cada uno de los tres planos del espacio: arriba y abajo,
hacia adelante y hacia atrás, y hacia la izquierda o hacia la derecha. Sobre las células pilosas del vestíbulo se encuentran
unos cristales de carbonato de calcio, conocidos en lenguaje técnico como otolitos y en lenguaje coloquial como
arenilla del oído. Cuando la cabeza está inclinada, los otolitos cambian de posición y los pelos que se encuentran
debajo responden al cambio de presión. Los ojos y ciertas células sensoriales de la piel y de tejidos internos, también
ayudan a mantener el equilibrio; pero cuando el laberinto del oído está dañado, o destruido, se producen problemas
de equilibrio. Es posible que quien padezca una enfermedad o un problema en el oído interno no pueda mantenerse
de pie con los ojos cerrados sin tambalearse o sin caerse.

El equilibrio es muy importante para nuestro buen desarrollo en todos los sentidos, el equilibrio es sinónimo de
armonía, orden, equidad, sensatez del cuerpo.
Colosenses 2:5 Porque aunque estoy ausente en cuerpo, no obstante en espíritu estoy con vosotros,
gozándome y mirando vuestro buen orden y la firmeza de vuestra fe en Cristo.
Lo primero que debemos oír es la voz de Dios, Adán pecó contra Dios por no oír a Dios y escucho con sus oídos a su
mujer Eva, y le obedeció a la voz de Ella, quien le indujo a comer el fruto prohibido y a pecar contra Dios. Es tiempo
de dejar de oír tantas cosas que no edifican a los Cristianos, tales como, chismes, criticas destructivas, música
mundana, falsos testimonios, debemos averiguar bien las cosas para después emitir conceptos exactos acerca de ellas.

LA VISTA. La visión, es la facultad por la cual a través del ojo, órgano visual, se percibe el mundo exterior. En realidad,
el órgano que efectúa el proceso de la visión es el cerebro; la función del ojo es traducir las vibraciones
electromagnéticas de la luz en un determinado tipo de impulsos nerviosos que se transmiten al cerebro. La palabra
ojo viene de la palabra latina, oculu, que significa órgano de la visión.
Salmos 94:9 El que hizo el oído, ¿no oirá? El que formó el ojo, ¿no verá?
La voluntad del Señor es que miremos siempre lo recto. Hay que quitar nuestra vista de las cosas de aquí abajo, hay
que dejar de desear tanto las cosas de la tierra y poner mas la mirada en las cosas de arriba. Muchos no están viendo
la Gloria de Dios y se están dejando contaminar su vida con las cosas que Satanás ha inventado en estos últimos días
para mantener ocupados a los Cristianos en vanidades, para que no prediquen el Evangelio, algunos ejemplos de
enemigos de la vista son: la televisión, (por cable), y los dvd mal usados, todo me es licito pero no todo conviene, hay
muchos programas con pornografía, satanismo, bajos deseos, dobles sentidos que están entrando por la vista de
muchos, y han permitido la contaminación de su cuerpo y se han llenado de las tinieblas de este mundo.

EL OLFATO. Olfato, esta palabra viene de la palabra latín, olfactu y es uno de los cinco sentidos, con el cual se perciben
los olores. La nariz, equipada con nervios olfativos, es el principal órgano del olfato. Los nervios olfativos son
importantes para diferenciar el gusto de las sustancias que se encuentran dentro de la boca. Es decir, muchas
sensaciones que se perciben como sensaciones gustativas, tienen su origen, en realidad, en el sentido del olfato.
1 Corintios 12:17-18, Si todo el cuerpo fuese ojo, ¿dónde estaría el oído? Si todo fuese oído, ¿dónde estaría
el olfato? Mas ahora Dios ha colocado los miembros cada uno de ellos en el cuerpo, como él quiso.
Hay muchos Cristianos y personas que todas las cosas le hieden, y no ven solución a sus problemas y esto es debido a
que ellos han quitado su fe del que todo lo puede, si en el momento más terrible de su vida si usted tiene confianza
en Cristo, usted va a ver la Gloria de Dios. En el tiempo antiguo los hebreos y judíos presentaban sus ofrendas a Dios
en olor fragante.Cuando nosotros guardamos un buen testimonio en todas partes somos grato olor para el señor. el
enemigo de nuestras almas, querrá por algún medio desviar este sentido de su verdadero uso y debemos darle un
buen uso para distinguir los buenos y los malos olores y establecer las verdaderas diferencias. Ejemplo: un perro
muerto y un buen guisado de pollo.

EL GUSTO. Gusto, uno de los cinco sentidos; actúa por contacto de sustancias solubles con la lengua. El ser humano
es capaz de percibir un abanico amplio de sabores como respuesta a la combinación de varios estímulos, entre ellos
textura, temperatura, olor y gusto. Considerado de forma aislada, el sentido del gusto sólo percibe cuatro sabores
básicos: dulce, salado, ácido y amargo; cada uno de ellos es detectado por un tipo especial de papilas gustativas. La
lengua cumple un papel fundamental, la palabra lengua viene del latín, lingua, y significa, órgano muscular, muy
movible, situado en la cavidad de la boca y sirve para gustar, deglutir (comer), y articular los sonidos de la voz. La
palabra lengua aparece un total de 142 veces en la Biblia ¡oh¡ qué tremenda es la lengua que en la Santa Palabra de
Dios hablaron tanto de ella Dios fue el que hizo la boca y le enseño al hombre lo que el debe hablar esta palabra se la
dijo a Moisés y en la actualidad nos las recuerda a nosotros.
Éxodo 4:11-12, Y Jehová le respondió: ¿Quién dio la boca al hombre? ¿o quién hizo al mudo y al sordo, al que ve y al
ciego? ¿No soy yo Jehová? Ahora pues, ve, y yo estaré con tu boca, y te enseñaré lo que hayas de hablar.
En nuestra boca tenemos el poder de escoger donde vamos a pasar la eternidad, si salvos con Cristo o perdidos en la
condenación. Debemos recordar como Cristianos que el confesar a Jesús, con nuestros labios y boca como nuestro
Salvador no es suficiente para mantener nuestra Salvación, ya que el hecho implica una responsabilidad mayor de
mantener una relación personal de Honrar con una vida de Santidad al Señor. La boca ha sido el sentido que ha llevado
a muchas personas a la condenación no piensan antes de hablar y escoger su destino influenciados por las artimañas
del error. La boca es lo que identifica al Cristiano como está internamente, eso se refleja en nuestra forma de hablar.
Hay una serie de recomendaciones a nosotros los Cristianos, en la Biblia para que nos orientemos como debemos usar
este sentido. Hay personas que siendo Cristianas son groseras con su boca ¿cómo?, Ellos no dicen malas palabras
(groserías ni vulgaridades), pero la actitud y forma de hablar deja mucho que decir de ellos. Hay que hablar lo santo,
bueno, afable, que edifica y llena de gozo. Hay que cuidarse del chisme, la murmuración, el cuento, intriga, patrañas,
invenciones, habladurías, que son las armas que ha utilizado el enemigo de nuestras almas por los siglos para dividir,
hogares, Iglesias, Ciudades, y hasta ha hecho que Naciones entren en guerra por esas malicias destructoras.

EL TACTO. Tacto, viene del latín tactu y es uno de los cinco sentidos de los seres humanos. A través del tacto, el cuerpo
percibe el contacto con las distintas sustancias, objetos, etcétera. Los seres humanos presentan terminaciones
nerviosas especializadas y localizadas en la piel, que se llaman receptores del tacto, este sentido trabaja es a través de
las manos, la palabra Mano es la porción terminal de los brazos o extremidades anteriores de los seres humanos,
adaptada para asir. La palabra mano, aparece 1.032, veces en la Biblia, y la palabra manos, 506, veces, y es formidable
ver que se habla en la Palabra de Dios tanto de este sentido. Para estar en la presencia de Dios debemos tener nuestras
manos limpias.
Salmos 24:3-4, ¿Quién subirá al monte de Jehová? ¿Y quién estará en su lugar santo? El limpio de manos y
puro de corazón; El que no ha elevado su alma a cosas vanas, Ni jurado con engaño.
Muchos pueden ser grandes incrédulos a causa del sentido del tacto, si no lo tocan y lo tienen en sus manos o dedos
no lo creen. Los Cristianos somos llamados a usar nuestras manos y dedos para buenas, obras de caridad y no para
amenazar y menos golpear al prójimo. Nuestras palabras, hechos, y actuaciones deben ser claras no debemos andar
con titubeos, nuestro si debe ser si y nuestro no debe ser no nuestra forma de hablar dice mucho de nuestras
aptitudes.
Proverbios 6:12-14, El hombre malo, el hombre depravado, Es el que anda en perversidad de boca; Que
guiña los ojos, que habla con los pies, Que hace señas con los dedos. Perversidades hay en su corazón; anda
pensando el mal en todo tiempo; Siembra las discordias.
No debemos confiar en nuestras habilidades personales para pelear la batalla de la fe, la preparación de este sentido
debe depender siempre de Dios. Si no controlamos nuestras manos y lo que tocamos eso nos pueden llevar al pecado
y el pecado a la condenación del infierno. Todo lo anterior escrito sobre el CUERPO HUMANO esperamos que haya
servido de modelo de grande reflexión y bendición en sus vidas espirituales, nuestro deseo es que el Espíritu Santo
que nos guío a escribir este tema, trate con vos para la Gloria de Dios. Les recomendamos que mediten en estos
preciosos textos de la palabra de Dios.
2 Pedro 3:18 Antes bien, creced, en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. A él
sea gloria ahora y hasta el día de la eternidad. Amén.
1 Juan 1:1-3, Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que
hemos contemplado, y palparon nuestras manos tocante al Verbo de vida (porque la vida fue manifestada,
y la hemos visto, y testificamos, y os anunciamos la vida eterna, la cual estaba con el Padre, y se nos
manifestó); lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión con
nosotros; y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo.
El texto de los Hechos de los Apóstoles, que conocemos bien: la conversión de Saulo, que luego se llamará Pablo, uno
de los más grandes evangelizadores (cf. Hechos 9,4-5). Saulo era un perseguidor de los cristianos, pero mientras
recorre el camino que conduce a la ciudad de Damasco, de repente una luz lo envuelve, cae a tierra y oye una voz que
le dice: ¿"Saulo, Saulo, por qué me persigues? Él pregunta: ¿"Quién eres, Señor?", y la voz responde: "Yo soy Jesús,
a quien tú persigues" (v. 3-5).

Esta experiencia del Apóstol Pablo nos cuenta la profundidad de la unión entre los cristianos y el mismo Jesucristo.
Cuando Jesús ascendió al cielo, no nos dejó huérfanos, sino con el don del Espíritu Santo, la unión con Él se ha vuelto
aún más intensa. La imagen del cuerpo nos ayuda a comprender este profundo vínculo Iglesia-Cristo, que el Apóstol
Pablo ha desarrollado sobre todo en la primera Carta a los Corintios (cf. cap. 12). En primer lugar, el cuerpo nos llama
a una realidad viva. La Iglesia no es una asociación benéfica, cultural o política, sino que es un cuerpo vivo, que camina
y actúa en la historia. Y este cuerpo tiene una cabeza, Jesús, que lo guía, lo alimenta y lo sostiene. Este es un punto
que quiero destacar: si se separa la cabeza del resto del cuerpo, la persona no puede sobrevivir. Así es en la Iglesia:
debemos permanecer unidos cada vez más profundamente a Jesús: Pero no sólo eso: como en un cuerpo, es
importante que corra la savia vital para que viva, así debemos permitir que Jesús obre en nosotros, que su Palabra nos
guíe, que su presencia nos alimente, nos anime, que su amor dé fuerza a nuestro amar al prójimo.

¡Y esto siempre, siempre, siempre! Queridos hermanos y hermanas, estemos unidos a Jesús, confiemos en Él,
orientemos nuestra vida según el Evangelio, alimentémonos con la oración cotidiana, la escucha de la Palabra de Dios,
la participación en los sacramentos como el Bautismo el Santa Cena del Señor. Y aquí vengo a un segundo aspecto de
la Iglesia como Cuerpo de Cristo. El Apóstol Pablo dice que como los miembros del cuerpo humano, aunque diferentes
y numerosos, forman un solo cuerpo, así nosotros fuimos todos bautizados mediante un solo Espíritu en un solo cuerpo
(cf. 1 Corintios 12:12-13). En la Iglesia, por lo tanto, hay una gran variedad, una diversidad de tareas y funciones; no
hay la monótona uniformidad, sino la riqueza de los dones que el Espíritu Santo otorga. Pero hay la comunión y la
unidad: todos están en relación unos con otros y todos participan en la formación de un solo cuerpo vital,
profundamente unido a Cristo.

Recordemos bien: ser parte de la Iglesia quiere decir estar unidos a Cristo y recibir de Él la vida divina que nos hace
vivir como cristianos, significa permanecer unidos, y también significa aprender a superar personalismos y divisiones,
entenderse mejor, armonizar la variedad y las riquezas de cada uno; en una palabra: a querer más a Dios y a las
personas que están junto a nosotros, en la familia, en la iglesia, ¡Cuerpo y extremidades para vivir deben estar unidos!
La unidad es superior a los conflictos, siempre. Los conflictos, si no se superan bien, nos separan, nos separan de Dios.
El conflicto puede ayudarnos a crecer, pero también nos puede dividir. Nosotros no vamos por el camino de las
divisiones, de la lucha entre nosotros, ¡no! Todos unidos, todos unidos con nuestras diferencias, pero unidos, unidos
siempre, ¡que ese es el camino de Jesús! La unidad es superior a los conflictos, la unidad es una gracia que debemos
pedir al Señor para que nos salve de las tentaciones, de las divisiones, de las luchas entre nosotros y del egoísmo, de
los chismes, ¡Cuánto daño hacen los chismes: cuánto daño. Nunca chismes sobre los otros: nunca.¡Cuánto daño causa
a la Iglesia las divisiones entre los cristianos, los partidismos, los intereses mezquinos!
Pidamos a Dios: ayúdanos a ser miembros del Cuerpo de la Iglesia siempre profundamente unidos a Cristo; ayúdanos
a no hacer sufrir el Cuerpo de la Iglesia con nuestros conflictos, nuestras divisiones, nuestros egoísmos; ayúdanos a
ser miembros vivos vinculados entre sí por una sola fuerza, la del amor, que el Espíritu Santo derrama en nuestros
corazones (cf. Romanos 5,5).
Presentando nuestros cuerpos a la obra del Espíritu Santo, él traerá a nosotros la vida misma de Jesús.
¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo? … ¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del
Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? Porque habéis sido
comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios”.
1ª Corintios. 6:15, 19-20.
La Biblia nos enseña que el cuerpo de Cristo es la reunión de los fieles. Estas palabras generalmente son tomadas en
su sentido espiritual: pero, en este pasaje, la Biblia nos pregunta, explícitamente, si no sabemos que nuestros cuerpos
son miembros de Cristo. De la misma manera, cuando la Biblia habla de la habitación del Espíritu Santo o de Cristo,
limitamos su presencia a la parte espiritual de nuestro ser, nuestra alma o nuestro corazón. Sin embargo, aquí dice
expresamente: «¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo». Cuando la iglesia comprenda que el
cuerpo también tiene una parte en la redención –la cual es por Cristo– por la cual él debe ser traído de vuelta a su
destino inicial, para ser el lugar de morada del Espíritu Santo, para servir como Su instrumento, para ser santificado
por Su presencia, ella también reconocerá la posición que la sanidad divina tiene en la Biblia y en los consejos de Dios.

Espíritu, alma y cuerpo


La Biblia nos dice que el hombre consta de tres partes: espíritu, alma y cuerpo. Primero, Dios formó el cuerpo, del
polvo de la tierra, y luego sopló en él aliento de vida. De esta forma, Dios llevó su propia vida, su Espíritu, a entrar en
el hombre. Por esta unión del Espíritu con la materia, el hombre fue hecho un alma viviente. El alma, que es
esencialmente el hombre, halla su lugar entre el cuerpo y el espíritu; ella es el nexo que los une. Por medio del cuerpo,
el alma se relaciona con el mundo exterior; por el espíritu, con el mundo invisible y con Dios. A través del alma, el
espíritu puede sujetar el cuerpo a la acción de los poderes celestiales y, así, espiritualizarlo. A través del alma, el cuerpo
también puede actuar sobre el espíritu, y atraerlo a las cosas terrenales. El alma, sujeta tanto a las solicitudes del
espíritu como del cuerpo, está en una posición de elección entre la voz de Dios, hablando por el espíritu, o la voz del
mundo, hablando a través de los sentidos.

La unión del espíritu y el cuerpo es una combinación singular en la creación: ella hace del hombre la joya de la creación
de Dios. Otras criaturas ya existían, algunas eran como ángeles, solo espíritus, sin cuerpo material, y otras eran como
los animales, solo carne, poseyendo un cuerpo animado, con un alma viva, pero desprovistos de espíritu. El hombre
fue destinado a mostrar que el cuerpo material, gobernado por el espíritu, era capaz de ser transformado por el poder
del Espíritu de Dios, y siendo así llevado a participar de la gloria celestial. Sabemos lo que el pecado y Satanás han
hecho con esta posibilidad de transformación gradual. Por intermedio del cuerpo, el espíritu fue tentado y se volvió
esclavo de los sentidos. También conocemos lo que Dios hizo para destruir la obra de Satanás y cumplir el propósito
de la creación. «Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo» (1ª Juan 3:8). Dios preparó un
cuerpo para su Hijo. «Sacrificio y ofrenda no quisiste; mas me preparaste cuerpo» (Heb. 10:5). «Y aquel Verbo fue
hecho carne» (Juan 1:14). «Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad» (Colosenses 2:9).
«…quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero» (1ª Pedro 2:24). Y ahora, Jesús, resucitado
de entre los muertos, con un cuerpo tan libre de pecado, tanto como Su espíritu y Su alma, comunica a nuestro cuerpo
la virtud de Su cuerpo glorificado. La cena del Señor es «la comunión del cuerpo de Cristo», y nuestros cuerpos son
«miembros de Cristo» (1ª Cor. 10:16; 6:15; 12:27).

Nuestra fe y la vida de Cristo


La fe nos pone en posesión de todo lo que la muerte de Cristo y su resurrección obtuvieron para nosotros. Y la vida de
Cristo resucitado no solo manifiesta su presencia en nuestro espíritu y nuestra alma, sino que ella obra también en el
cuerpo. «¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros?». Muchos creyentes
imaginan que el Espíritu Santo vino para morar en nuestro cuerpo así como nosotros habitamos en una casa. Pero no
es así. Yo puedo habitar en una casa sin que ella se haga parte de mi ser. Puedo abandonarla, sin sufrimiento; no existe
ninguna unión vital entre mi casa y yo. No ocurre así con la presencia de alma y espíritu en nuestro cuerpo. La vida de
una planta da vida y anima cada una de sus partes, y nuestra alma no está limitada a habitar en tal o cual parte del
cuerpo, como, por ejemplo, en el corazón o en la cabeza, mas penetra a través de él, aun hasta el extremo de los
miembros más inferiores. La vida del alma se difunde por todo el cuerpo; la vida, en todas las partes, comprueba la
presencia del alma. Es de la misma forma que el Espíritu Santo vino para habitar en nuestro cuerpo. Él penetra su
totalidad. Él nos anima y nos posee infinitamente, más allá de lo que podemos imaginar.
De la misma forma que el Espíritu Santo trae a nuestra alma y a nuestro espíritu la vida de Jesús, su santidad, su poder,
él vino también para comunicar, al cuerpo, toda la vigorosa vitalidad de Cristo, cuando la mano de la fe está extendida
para recibirla. Cuando el cuerpo está plenamente sujeto a Cristo, crucificado con él, habiendo renunciado a toda
voluntad propia y a toda independencia, no deseando nada, sino ser el templo del Señor, ahí entonces el Espíritu Santo
manifiesta en el cuerpo el poder del Salvador resucitado. Solo entonces podemos glorificar a Dios en nuestro cuerpo,
dejándolo en plena libertad, para que manifieste allí su poder, para mostrar que él sabe cómo establecer su templo,
libre del dominio de todo mal, del pecado o de Satanás.

El cuerpo es para el Señor


«Las viandas para el vientre, y el vientre para las viandas; pero tanto al uno como a las otras destruirá Dios. Pero el
cuerpo no es para la fornicación, sino para el Señor, y el Señor para el cuerpo» (1ª Corintios 6:13). Un erudito dijo
que la corporeidad es la meta de los caminos de Dios; es realmente lo que Dios proyectó al crear al hombre. Esto es lo
que hace que los habitantes del cielo se maravillen y admiren cuando contemplan la gloria del Hijo. Vestido con un
cuerpo humano, Jesús tomó para siempre su lugar en el trono de Dios, para participar de su gloria. Esto es lo que Dios
deseaba, y será reconocido en aquel día en que la humanidad regenerada, formando el cuerpo de Cristo, sea real y
visiblemente el templo del Dios viviente (2ª Corintios 6:16), cuando toda la creación, en el nuevo cielo y la nueva
tierra, comparta la gloria de los hijos de Dios. El cuerpo material será, entonces, plenamente santificado, glorificado
por el Espíritu; y este cuerpo, así espiritualizado, será la mayor gloria del Señor Jesucristo y de sus redimidos.

Es anticipando esta nueva condición de las cosas, que el Señor atribuye gran importancia a la habitación y santificación
de nuestros cuerpos, aquí en la tierra, por su Espíritu. Esta verdad es tan poco entendida por los creyentes, que ellos
no buscan el poder del Espíritu Santo en sus cuerpos. Muchos de ellos, también, creyendo que este cuerpo les
pertenece, lo usan como bien les parece. Sin comprender cuánto depende del cuerpo la santificación del alma y del
espíritu, ellos no alcanzan a percibir todo el significado de las palabras: «El cuerpo es para el Señor», como para
recibirlas en obediencia. «El cuerpo es para el Señor». ¿Qué significa tal afirmación? El apóstol acaba de decir: «Las
viandas para el vientre, y el vientre para las viandas; pero tanto al uno como a las otras destruirá Dios». Comer y
beber proporcionan al cristiano una oportunidad de cumplir esta verdad: «El cuerpo es para el Señor». Él debe,
verdaderamente, aprender a comer y a beber para la gloria de Dios.

Fue a través del acto de comer que vinieron el pecado y la caída. Fue también a través de este hecho que el diablo
trató de tentar a nuestro Señor. Así, Jesús mismo santificaba Su cuerpo, comiendo solo según la voluntad de su Padre
(Mat. 4:4). Muchos creyentes fracasan en vigilar sus cuerpos, en observar una santa sobriedad en el temor de volverlo
inadecuado para el servicio de Dios. El comer y el beber nunca deberían impedir la comunión con Dios; al contrario,
su meta es facilitarla, manteniendo el cuerpo en su condición normal. El apóstol también habla de la fornicación, este
pecado que corrompe el cuerpo, y que está en oposición directa a las palabras: «El cuerpo es para el Señor». El
significado, aquí, no es simplemente libertinaje fuera del estado matrimonial, sino también, en este estado, toda
voluptuosidad, toda falta de sobriedad de cualquier tipo, es condenada en estas palabras: «Vuestro cuerpo es templo
del Espíritu Santo». De la misma forma, todo lo que es hecho para mantener el cuerpo, para vestirlo, fortalecerlo,
darle descanso en el sueño o proporcionarle entretención, debe ser puesto bajo el control del Espíritu Santo. Así como
en el antiguo pacto, donde el templo era construido exclusivamente para Dios y para su servicio, así también nuestro
cuerpo fue creado para el Señor, y solo para Él.

Uno de los principales beneficios de la sanidad divina será enseñarnos que nuestro cuerpo debe ser libertado del
yugo de nuestra voluntad propia, para tornarse propiedad del Señor. Dios no concede sanidad en respuesta a
nuestras oraciones, hasta que él haya alcanzado el fin por el cual ha permitido la enfermedad. Dios desea que esta
disciplina pueda traernos a una comunión más íntima con él. Él nos señala que hemos considerado nuestro cuerpo
como de nuestra propiedad, en circunstancias que le pertenece al Señor, y que el Espíritu Santo busca santificar todas
sus acciones. Dios nos lleva a entender que, si rendimos nuestro cuerpo sin reservas, a la influencia del Espíritu Santo,
experimentaremos su poder en nosotros, y él nos curará, trayendo a nuestro cuerpo la vida misma de Jesús; en
resumen, él nos lleva a decir con plena convicción: «El cuerpo es para el Señor». Existen creyentes que buscan la
santidad, pero solo para el alma y para el espíritu. En su ignorancia, olvidan que el cuerpo, y todos sus sistemas
nerviosos, las manos, los oídos, los ojos, la boca, son llamados para testificar directamente de la presencia y de la
gracia de Dios en ellos. No han comprendido suficientemente estas palabras: «Vuestros cuerpos son miembros de
Cristo … Si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne –o «Si por el Espíritu mortificáis los hechos del cuerpo»–
viviréis» (1ª Corintios 6:15; Romanos. 8:13).
«Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado
irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo» (1ª Tesalonicenses 5:23). ¡Oh, qué renovación ocurre
cuando, por su propio toque, el Señor cura nuestros cuerpos, cuando él toma posesión de ellos, y cuando, por su
Espíritu, él se trasforma en vida y salud para ellos!

Es con una indescriptible conciencia de santidad, de temor y de gozo, que el creyente puede ofrecer su cuerpo como
un sacrificio vivo, para recibir la sanidad, y tener como su lema estas palabras: «El cuerpo es para el Señor». El Señor
es para el cuerpo «Pero el cuerpo no es para la fornicación, sino para el Señor, y el Señor para el cuerpo» (1ª Corintios
6:13). En el relacionamiento de Dios con el hombre, hay reciprocidad. Aquello que Dios ha sido para mí, yo debo, en
respuesta, ser para él. Y aquello que soy para él, él desea ser igualmente para mí. Si, en su amor, él se da
completamente a mí, es para que yo pueda darme a mí mismo, por amor, plenamente a él. En la medida en que
realmente entrego a él todo mi ser, en esta medida, también él se da a mí de forma más real. De esta forma, Dios
conduce al creyente a comprender que este abandono de sí mismo abarca al cuerpo, y cuanto más nuestra vida da
testimonio de que el cuerpo es para el Señor, más también experimentamos que el Señor es para el cuerpo.

Al decir: «El cuerpo es para el Señor», expresamos el deseo de considerar nuestro cuerpo como plenamente
consagrado, ofrecido en sacrificio al Señor y santificado para Él. Al decir: «El Señor es para el cuerpo», expresamos la
preciosa certeza de que nuestra ofrenda fue acepta y de que, por su Espíritu, el Señor comunicará a nuestro cuerpo
Su propia fuerza y santidad, y que, de aquí en adelante, Él nos fortalecerá y nos guardará. Esta es una cuestión de fe.
Nuestro cuerpo es material, frágil, pecaminoso y mortal. Por tanto, es difícil comprender de una sola vez la plena
extensión de las palabras: «El Señor es para el cuerpo». Es la palabra de Dios que nos explica la forma en que podemos
asimilar tal información. El cuerpo fue creado por el Señor y para el Señor. Jesús tomó sobre sí un cuerpo terrenal. En
su cuerpo, él llevó nuestros pecados en la cruz, y allí libertó nuestros cuerpos del poder del pecado. En Cristo, el cuerpo
fue nuevamente elevado y asentado en el trono de Dios. El cuerpo es la habitación del Espíritu Santo; él es llamado a
la eterna asociación con la gloria del cielo. Por tanto, con certeza, y en un sentido amplio y universal, podemos decir:
«Sí, el Señor Jesús, nuestro Salvador, es para el cuerpo».

Esto tiene diversas aplicaciones. En primer lugar, es de gran ayuda en la santidad práctica. Más de un pecado deriva
su fuerza de alguna tendencia física. El bebedor convertido tiene horror a la intoxicación alcohólica. Sin embargo, si,
en medio del conflicto, él entrega su cuerpo confiadamente al Señor, todo el apetito físico y todo el deseo de beber
será vencido. Nuestro temperamento también es, con frecuencia, el resultado de nuestra constitución física. Un
sistema nervioso irritable produce palabras hirientes y sin amor. Mas, deja que tu cuerpo, con esta tendencia física,
sea tomado por el Señor, y luego experimentarás que el Espíritu Santo puede mortificar las sublevaciones de la
impaciencia y santificar el cuerpo.

Salud y energía física


Las palabras: «El Señor es para el cuerpo», son aplicables también a la energía física que nos demanda el servicio al
Señor. Cuando David exclama: «Dios es el que me ciñe de poder», él quiere decir fuerza física, pues añade: «Quien
hace mis pies como de ciervas, y me hace estar firme sobre mis alturas; quien adiestra mis manos para la batalla,
para entesar con mis brazos el arco de bronce» (Salmos 18:33-34).
Muchos creyentes han experimentado que la promesa: «Los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas» (Isaías
40:31), toca al cuerpo, y que el Espíritu Santo aumenta la fuerza física. Sin embargo, es especialmente en la sanidad
divina que vemos la verdad de estas palabras: «El Señor es para el cuerpo». Sí, el soberano y misericordioso Sanador
está siempre pronto para salvar y sanar. Él, que tomó sobre sí mismo un cuerpo humano aquí en la tierra, y lo regeneró;
del más alto cielo, donde él está ahora, con su cuerpo glorificado, nos envía su fuerza divina, deseando así manifestar
su poder en nuestro cuerpo.
CONCLUSIÓN BREVE DEL CUERPO DE CRISTO
Nuestro Cuerpo, Creación de Dios
26 Al ver Dios tal belleza, dijo: «Hagamos ahora al ser humano tal y como somos nosotros. Que domine a
los peces del mar y a las aves del cielo, a todos los animales de la tierra, y a todos los reptiles e insectos». 27
Fue así como Dios creó al ser humano tal y como es Dios. Lo creó a su semejanza. Creó al hombre y a la
mujer, 28 y les dio esta bendición: «Quiero que se reproduzcan, quiero que se multipliquen, quiero que llenen
la tierra y la pongan bajo su dominio. Que dominen a los peces del mar y a las aves del cielo, y a todos los
seres vivos que se arrastran por el suelo». 29 También les dijo Dios: «Hoy les entrego a ustedes toda planta
que da semilla y todo árbol que da fruto. Todo esto les servirá de alimento. 30 Pero la hierba verde será para
todos los animales». ¡Y al instante se hizo así! 31 Mientras Dios admiraba la gran belleza de su creación,
cayó la noche, y llegó la mañana. Ése fue el sexto día. (Génesis 1:26-31 TLA)
¿Sabías que tu cuerpo está formado por aproximadamente 206 huesos? ¿Sabías que el cerebro es el órgano más
complejo del cuerpo humano, con 30 mil millones de neuronas? Tu corazón es una bomba que late continuamente
en toda nuestra vida sin parar para que la sangre circule por todo el cuerpo, son aproximadamente 40 millones de
latidos al año. Nunca menosprecies tu cuerpo, Dios en su perfección se tomó su tiempo para crearte, formarte y darte
vida.
Dios nos creo con amor, incluso en San Mateo 10:30 la palabra dice que nuestros cabellos están contados y El vio
que su creación era buena: estamos capacitados para hacer el bien y para dominar sobre nuestros deseos de la carne,
cuando estamos conectados con Dios y nacemos de nuevo.

El Extremo De Rendir Culto A Nuestro Cuerpo:


Su destino es la destrucción, adoran al Dios de sus propios deseos y se enorgullecen de lo que es su
vergüenza, solo piensan en lo terrenal. (Filipenses 3:19 NVI)
La creación de Dios es perfecta, nuestro cuerpo lo es y debemos cuidarlo pero sin caer en extremos. Busquemos en
Dios el balance para cuidar lo que El nos dio sin caer en hacerle culto al cuerpo. Algunos convierten el cuerpo y el
vientre en su dios. Dios es quien merece toda la gloria, El vio que su creación era buena. El cuerpo algún día morirá,
Más bien tenemos que buscar las cosas del reino ya que estas cosas son para la eternidad.
“El culto al cuerpo está de moda” esto me parece muy acertado ya que muchas veces nos dejamos llevar por todo lo
que es de este mundo y para nuestra carne y no para Dios, debemos revisar cuáles son nuestras motivaciones ¿para
que nos cuidamos o nos ejercitamos?, ¿Para quién los hacemos? no nos dejemos llevar por el mundo y lo que nos
exige, por ejemplo: las medidas perfectas, el miedo a ser diferente a los demás, tratar de ser aceptados, modas, etc.
Busquemos cuidarnos por las motivaciones correctas principalmente para el Señor. Utilicemos nuestro tiempo para
buscar más aquellas cosas que nutren nuestro espíritu y tienen promesa. Pues aunque el ejercicio físico trae algún
provecho, la piedad es útil para todo ya que tiene una promesa no solo para la vida presente sino también para la
venidera. (1 Timoteo 4:8 NVI)

Nuestro Cuerpo El Templo Del Espíritu Santo:


¿No saben que ustedes son templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en ustedes? (1 Corintios 3:16 NVI)
Nuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, debemos aplicar esta verdad todos los días de nuestra vida, en cada
decisión que tomamos, en cada palabra que hablamos, en el modo que nos comportamos, somos templo de la persona
más maravillosa del mundo y fuera de El. En todo lugar, somos templos vivientes. Dediquemos nuestro cuerpo a El
siempre para lo bueno y lo que le agrada. Adorémosle también con nuestro cuerpo y usémoslo para servirle, nuestro
cuerpo es un instrumento para mientras estemos en este mundo. Si en tu vida existe algún vicio, como por ejemplo la
bebida o el cigarrillo, debes hacerlo a un lado ya que no podemos introducir algo que daña su templo, como veíamos
en génesis El nos formó y somos perfectos y ahora tenemos el Espíritu Santo dentro de nosotros cuando nacemos de
nuevo y le recibimos. Ten por seguro que El puede quitar cualquier vicio y hacerse fuerte en tu debilidad. No
enfermemos su templo con sustancias que nos hacen daño.
¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios y
que no sois vuestros? (1 Corintios 6:19 NVI)
No Usemos Nuestro Cuerpo Para El Pecado:
12 Algunos de ustedes dicen: «Soy libre de hacer lo que yo quiera.» ¡Claro que sí! Pero no todo lo que uno
quiere, conviene; por eso no permito que nada me domine. 13 También dicen: «La comida es para el
estómago, y el estómago es para la comida.» ¡Claro que sí! Pero Dios va a destruir las dos cosas. En cambio,
el cuerpo no es para que lo usemos en relaciones sexuales prohibidas. Al contrario, debemos usarlo para
servir al Señor Jesús, pues nuestro cuerpo es de él. 14 Y así como Dios hizo que Jesucristo resucitara, así
también a nosotros nos dará vida después de la muerte, pues tiene el poder para hacerlo.
15 Ustedes saben que cada uno de ustedes forma parte de la iglesia, que es el cuerpo de Cristo. No está bien
que una parte de ese cuerpo, que es la iglesia de Cristo, se junte con una prostituta, 16 pues al tener
relaciones sexuales con ella, se hace un solo cuerpo con ella. Así lo dice la Biblia: «Los dos serán una sola
persona.» 17 En cambio, quien se une al Señor Jesús se hace un solo cuerpo espiritual con él.
18 No tengan relaciones sexuales prohibidas. Ese pecado le hace más daño al cuerpo que cualquier otro
pecado. 19 El cuerpo de ustedes es como un templo, y en ese templo vive el Espíritu Santo que Dios les ha
dado. Ustedes no son sus propios dueños. 20 Cuando Dios los salvó, en realidad los compró, y el precio que
pagó por ustedes fue muy alto. Por eso deben dedicar su cuerpo a honrar y agradar a Dios. (1 Corintios 16:20
TLA)

Nuestro cuerpo fue creado para ser templo, para adorar, para servir, para cosas buenas, no para el pecado. Cuando
se comenten pecados contra nuestro propio cuerpo por ejemplo fornicación, adulterio, borracheras, etc. Como nos
explica este párrafo de la escritura en corintios estamos haciéndole daño no solamente al espíritu santo sino también
a nosotros mismos, a nuestra propia carne. Somos miembros del cuerpo de Jesús y no somos nuestros propios dueños,
fuimos comprados por su sangre debemos de estar agradecidos.
El mundo puede que te venda la idea de que todo te está permitido, las inmoralidades sexuales, la televisión y las
películas muestran como que es “normal” vivir una vida con inmoralidad sexual, pero nuestro cuerpo no está diseñado
para esto y debemos entender esta verdad y aplicarla. Cuidemos nuestro cuerpo de caer en estos pecados con mucha
dedicación y empeño, alejémonos de la tentación y de cosas que puedan hacerte caer. Como te repito Dios vio que lo
que había creado era bueno por lo tanto tu puedes hacer las cosas que son buenas, aunque tu carne sea débil Dios ya
te capacito para vencer cualquier tentación.
11 De igual manera, el pecado ya no tiene poder sobre ustedes, sino que Cristo les ha dado vida, y ahora
viven para agradar a Dios. 12 Así que no dejen que el pecado los gobierne, ni que los obligue a obedecer los
malos deseos de su cuerpo. 13 Ustedes ya han muerto al pecado, pero ahora han vuelto a vivir. Así que no
dejen que el pecado los use para hacer lo malo. Más bien, entréguense a Dios, y hagan lo que a él le agrada.
14 Así el pecado ya no tendrá poder sobre ustedes, porque ya no son esclavos de la ley. Ahora están al
servicio del amor de Dios. (Romanos 6:11-14 TLA)
Cuando naces de nuevo, el pecado ya no tiene dominio sobre ti, ahora vivimos bajo la gracia no bajo la ley, debemos
estar seguros que Jesús murió por nuestros pecados y vivamos en justicia haciendo las cosas para el Señor, somos
perdonados, amados y aceptados por El, mas esto no quiere decir que podemos estar pecando y pidiendo perdón,
recordemos que la consecuencia de pecado es muerte y la consecuencia de la obediencia la justicia.
Reflexiona:
1. Nuestro cuerpo no esta hecho para el pecado.
2. El cuerpo es templo del Espíritu Santo.
3. No debemos caer en hacerle culto al cuerpo
4. Debemos analizar el por que hacemos las cosas cuando hablamos de cuidar el cuerpo y si estamos
haciéndolo por motivaciones equivocadas, corregir lo que hay que corregir.
5. Debemos vivir por la gracia ya que el pecado no nos puede dominar, pero esto no quiere decir que nos
aprovechemos de ella.
6. Si cuidamos nuestro cuerpo que sea para el Señor.
7. No debemos caer en extremos.
8. Debemos buscar el equilibrio en Dios y en su presencia.

MAESTRO
FERNANDO MARTÍNEZ

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