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NARRADOR: Señor, bajo la mirada amorosa de tu madre y nuestra nos disponemos a acompañarte por el
camino del dolor que padeciste por nosotros.
Queremos ofrecerte nuestro corazón, porque tú siendo inocente moriste por nosotros.
Virgen María, Madre Nuestra, ayúdanos a revivir aquellas horas amargas que tu hijo quiso pasar en la
Tierra, para que nosotros, viviésemos en la libertad de los hijos de Dios.
Para poder aplicarle la pena de muerte que querían para Jesús, lo llevaron rápidamente ante el gobernador
romano, Poncio Pilatos para que firmase la sentencia.
Han pasado ya las diez de la mañana y el proceso está llegando a su fin. Jesús es conducido hasta Pilatos.
Pilatos se encontraba verdaderamente en una encrucijada. No se atreve a condenarlo pero no se puede
oponer a los Sumos Sacerdote judíos. Pilatos intenta aplacar el deseo de que lo condenen a muerte y dice:
agota el último recurso que le queda. Que el pueblo elija entre Jesús o Barrabás y pregunta al pueblo:
PILATOS: Me presentaron a este hombre acusándolo de agitador, lo interrogué pero no lo hallé culpable
de ninguno de los crímenes de que lo acusan. No hay ningún crimen que merezca la muerte. Así es que
acabemos pronto con esto. Mandaré que lo azoten y después lo dejaré en libertad.
NARRADOR: Los soldados del gobernador llevaron a Jesús al pretorio y reunieron a la guardia alrededor
de él, para burlarse y torturarle. La condena llevará a la violencia física y el rostro de Jesús se irá
desfigurando por la sangre que brota de la corona de espinas y los golpes. Pilatos cree que será suficiente
pero el pueblo no está de acuerdo.
PILATOS: -Como estamos en vísperas a la fiesta de la Pascua, he decidido dejar en libertad a un reo, el
que el pueblo elija... (Hacen pasar a Jesús)
NARRADOR: Pilato siente miedo ante el griterío del pueblo y manda traer agua para lavarse las manos
mientras dice:
NARRADOR: Al final de las calles de Jerusalén hay un pequeño montículo llamado Gólgota o lugar de las
calaveras, hacia allí es conducido Jesús para crucifirale.
SOLDADOS: En marcha,
OTRO: Coge la cruz, vamos, en marcha
NARRADOR Jesús coge la cruz con a mor entre medio del gentío. Todos los que habían venido a Jerusalén
para celebrar la pascua se unen para ver pasar a Jesús el Nazareno.
NARRADOR: Jesús, cae por `primera vez, el peso de nuestros pecados le aplastan, ahora sabemos porque
pesa tanto la cruz.
NARRADOR: Apenas se ha levando, Jesús, se encuentra con su madre. Ella le ha visto caer. Qué dolor para
ella. Jesús mira a su madre, sus ojos se cruzan en una mirada de amor, y cada corazón vierte en el otro su
propio dolor
MARÍA LLORANDO: ¡Hijo mío! (es cogida por San Juan y las mujeres que la acompañan)
NARRADOR: Jesús está extenuado. Los soldados tienen prisa por crucificar a Jesús, pero ven que va
perdiendo fuerza, por eso a la salida del pueblo ven a un hombre que viene del campo llamado Simón de Cirene
y le fuerzan a que lleve la cruz de Jesús.
NARRADOR: Jesús, está muy desfigurado, su aspecto no parece de hombre, pero una mujer valiente aparece
entre la multitud y le limpia el rostro a Jesús. Él le agradece el gesto y la recompensa estampando su rostro en
el lienzo.
NARRADOR: Ya más cerca del lugar de la crucifixión, Jesús cae por segunda vez, ante los empujones de los
soldados y el aturdimiento del griterío de la gente. Le van fantado las fuerzas.
NARRADOR: Jesús sigue avanzando, poco a poco, hacía calor, era el medio día, y entre la multitud, están
también unas mujeres que lloraban por Él, mujeres piadosas que le seguían de cerca, viéndolas llorar, Jesús se
dirige a ellas con estas palabras:
JESÚS: Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, llorad por vuestro hijos, porque si con el árbol tierno hacen esto
¿qué será con el árbol seco?
NARRADOR: Jesús, está solo, despojado de todo, nació pobre y muere más pobre aún, todos contra Él, el
pueblo, los soldados, el sanedrín y los sumos sacerdotes, sólo tiene a su madre, a las mujeres y el discípulo
amado Juan. Los soldados le quieren dar una especie de narcótico: vino mezclado con hiel para mitigar un
poco el dolor de la crucifixión. Pero Jesús no quiere beber. Quiere darlo todo, hasta las últimas consecuencias.
NARRADOR: Jesús es tumbado encima de la cruz, y lo crucifican y junto a Él los dos ladrones, uno a la
derecha y el otro a la izquierda. Y mientras Jesús dice:
LADRÓN 2. Ni en la hora de la muerte temes a Dios. Nosotros estamos aquí por nuestros pecados, pero éste
no ha hecho ningún mal. Señor, ¡Acuérdate de mi cuando esté en tu reino!.
NARRADOR: Jesús, lo ha dado todo, pero aún le faltaba algo por darnos, lo más grande a parte de su vida,
a su madre y volviéndose al discípulo amado le dijo