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Anarquía y Coaching

Ontológico

Laura Macor y Enzo Speranza

CEOP

Río Cuarto, Noviembre 2015


Resumen

Los integrantes de una sociedad anarquista eligen vivir en libertad aumentando,


así, su poder individual a partir del poder colectivo. El trabajo conjunto es una
oportunidad para la acción directa de las personas que asumen sus compromisos
individuales desde una actitud de servicio para con el prójimo. Las competencias
desarrolladas en el coaching ontológico posibilitan vivir en este paradigma
anulando la necesidad de delegar el poder en autoridades o representantes.

2
Indice

I. Introducción Página 4

II. Coaching Ontológico: Posibilidad para la Libertad Página 5

III. El Observador y sus Actos Lingüísticos con Compromiso Social Página 5

IV. Ego y Ser Página 7

V. Poder y Control Página 8

VI. Facilitación y Servicio Página 11

VII. Conclusiones Página 14

3
I. Introducción

El término anarquía es generalmente definido como una sociedad sin gobierno y el


anarquismo es la filosofía social que procura su realización. El anarquismo nació
como una protesta moral a la opresión y a la injusticia. Las primeras sociedades
humanas vieron una constante dificultad entre aquellos que querían mandar y
aquellos que se rehusaban a ser mandados o querían mandar en su lugar.

El primer anarquista fue la primera persona que sintió opresión de otra persona y
se rebeló ante esta situación; no sólo consideró justo pensar de manera
independiente sino que también desafió a la autoridad sin importar cómo se
manifestaba.

La anarquía está relacionada con la libertad de los miembros de una comunidad y


de éstas como entes autárquicos. La libertad se basa en el principio fundamental
de la autogestión y, para ello, se necesita en primer lugar de la evaluación de las
necesidades y posibilidades propias en el contexto de pertenencia y luego, de la
puesta en marcha de acciones responsables que no avasallen la libertad y la
identidad del prójimo, la del medio ambiente y la de los seres que lo conforman.

Los puntos II. y III. presentan la relación entre la filosofía anarquista y las
competencias desarrolladas en el coaching ontológico y cómo los actos la
lingüísticos favorecen la convivencia entre los distintos observadores partiendo de
la premisa que cada persona observa de una manera particular. La diferenciación
entre “ego” y “ser” está desarrollada en IV., las características del poder personal y
los aspectos vinculados con el control están presentados en V. y en VI. se
explican cuáles son las competencias personales que favorecen una vida en
libertad. Las conclusiones finales están desarrolladas en VII..

4
II. Coaching Ontológico: Posibilidad para la Libertad

Herbert Read en “Anarquía y Orden”1 integra diferentes teorías que tratan sobre la
libertad del ser, la anarquía y la ontología:

“Sartre reconoce que la libertad que desea para sí mismo implica que debe desear
la libertad para los demás. El marxismo habla de la solidaridad humana, cuyo
único obstáculo es el capitalismo. El humano es un animal consciente de su “ser” y
la ciencia de esta conciencia es la ontología. La biología es una ciencia de la
existencia y la ontología es la ciencia de la esencia del “ser” humano. La finalidad
de estas dos ciencias es la de determinar la naturaleza del proceso de la vida y el
lugar que ocupa la existencia humana en ese proceso.”1

La posibilidad que ofrece la ontología al responder la pregunta fundamental del ser


“¿quiénes somos?”, es que mediante ella el ser asume la responsabilidad de
decidir quién se elige ser. La ontología del lenguaje considera al aspecto
lingüístico como el rasgo principal que le permite al ser asumir la responsabilidad
de elegir cómo comunicarse.

El coaching ontológico prepara al ser para una vida en libertad y se sustenta en la


responsabilidad de las acciones individuales para preservar las relaciones. La
herramienta que tiene es el lenguaje y, a partir de éste, se edifican relaciones
productivas con poder transformador. La libertad , en el marco de este paradigma,
se entiende como la posibilidad de elegir.

III. El Observador y sus Actos Lingüísticos con Compromiso Social

Kropotkin2 , sostiene que la tendencia de la gente es ayudarse unos a otros


recíprocamente, en un espíritu de solidaridad, y que éste es un factor mayor en la
evolución humana que la competencia. Similares comportamientos de cooperación
juegan un papel importante en la supervivencia de muchas especies animales; sin

1
“Anarquía y Orden”, Herbert Read, Editorial Americalee, Buenos Aires, 1959.
2
“Ayuda Mutua”, Pedro Kropotkine, William Heinemann, Londres, Octubre 1902.

5
embargo, persiste la creencia de que los seres humanos son egoístas por
naturaleza, guerreros, competitivos y patriarcales. La comprensión que tenemos
de la naturaleza humana influye directamente en lo que esperamos de las
personas. Si el juicio predominante es que los seres humanos son por naturaleza
egoístas y competitivos, no se puede esperar a vivir en una sociedad cooperativa.

Si como observadores reconocemos al otro como legítimo otro, con la conciencia


que la mirada del observador tiene el poder de cambiar lo observado, y de que las
cosas son como son, de que el otro es como es, hace lo que hace, se comunica
cómo se comunica, y coopera como coopera; no sentiremos la necesidad de
competir con él o de dominarlo, sino simplemente de ayudarlo, o de generar la
interdependencia necesaria para construir desde los objetivos en común.

En el transcurso de la historia, los seres humanos se disputaron la verdad de sus


interpretaciones; sin embargo, lo que está en juego es el poder que resulta de
estas interpretaciones, de la capacidad de acción para transformarnos a nosotros
mismos y al mundo en que vivimos.

La autonomía y la horizontalidad son dos de los principios básicos que la mayoría


de los anarquistas están de acuerdo que deben estar presentes para que nadie
pueda dominar al prójimo. Estos fomentan el poder de actuar desde la ayuda
mutua en donde los lazos de solidaridad y generosidad forman un vínculo social
más fuerte que el miedo. Los integrantes de una sociedad con estas
características aumentan su poder colectivo mediante la creación de
oportunidades para trabajar juntos a partir de la asociación voluntaria y de la
acción directa. Así, las personas viven en libertad para cooperar con quienes
quieran - asumir sus compromisos- sin la necesidad de delegar ese poder en las
autoridades o representantes. Bajo esta concepción, los seres libres no solicitan
los cambios que quieren en el mundo, sino que son los protagonistas de la
realización esos cambios.3

3
“La Anarquía Funciona”, Peter Genderloos, La Biblioteca Anarquista, 2013.

6
Las personas libres no siguen órdenes; toman sus propias decisiones, llegan a
acuerdos dentro de sus comunidades y desarrollan medios para poner estas
decisiones en práctica.3

El uso de un “lenguaje descriptivo”, por intermedio de las afirmaciones y los


juicios, circunscribe al individuo a describir e interpretar al mundo. La capacidad de
acción de un observador comprometido se amplía cuando puede comunicarse
productivamente. Para hacer que las cosas sucedan se utiliza un “lenguaje
generativo”. Las declaraciones, los pedidos, las ofertas y las promesas abren las
posibilidades de acción; permiten que el individuo diseñe la realidad deseada
desde la base de una gestión horizontal y autónoma.

Los actos lingüísticos con sus compromisos sociales permiten establecer


relaciones y vínculos sólidos para la convivencia en libertad desde la congruencia
entre el ser y el hacer humano. El uso del lenguaje con competencia incluye la
habilidad de: realizar afirmaciones verdaderas con evidencia, emitir juicios
contributivos con autoridad y fundamentación, hacer declaraciones válidas con la
autoridad otorgada, y de hacer pedidos y ofertas sinceros con condiciones de
satisfacción claras (tiempo de ejecución y estandard) y con compromiso. Estos
pedidos y ofertas deberán ir acompañadas de promesas (también sinceras) y,
para ello, hay que ser competentes para cumplirlas y actuar de manera
consistente.

IV. Ego y Ser

“Alguien podría decir que el egoísmo es natural, en que las personas viven
inevitablemente de acuerdo a sus propios deseos y experiencias. Pero el egoísmo
no necesita ser competitivo o prescindir de los demás. Nuestras relaciones se
extienden más allá de nuestros cuerpos y nuestras mentes — vivimos en
comunidades, dependemos de los ecosistemas para obtener alimentos y agua,
necesitamos amigos, familias y amantes para nuestra salud emocional. Sin la

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competencia institucionalizada y la explotación, el interés propio de una persona
se superpone con los intereses de su comunidad y su medio ambiente.”3

Si observamos la actualidad una interpretación que podemos hacer es que el


modelo social está dominado por el “ego” i. e. el ser humano se considera el
centro de sus acciones. Este paradigma origina dificultades para convivir en
armonía con los semejantes y con el medio ambiente. La evolución hacia un
estadío en donde las personas elijan vivir desde el “ser” enriquecerá las relaciones
entre los integrantes de la comunidad y el vínculo con el ambiente natural de
convivencia. Para alcanzar este “estadío” los individuos de la sociedad deben
elegir actuar desde sus compromisos, haciendo declaraciones y viviendo desde un
lugar de serena ambición y compasión rigurosa para con el prójimo. Mientras que
una visión antropocéntrica -”ego”- imposibilita vivir en libertad, una postura bio-
sistémica-”ser”- desarrolla el poder transformador del ser humano.

V. Poder y Control

Charles Darwin, en “El Origen del Hombre”, describe cómo en innumerables


sociedades animales desaparece la lucha por los medios de existencia de
individuos separados; cómo la lucha se reemplaza por la cooperación y cómo esta
sustitución desarrolla las facultades intelectuales y morales que aseguran a la
especie las mejores condiciones para la supervivencia. Este aspecto de la teoría
de Darwin fue desarrollado por Pedro Kropotkine4 quien introduce las incidencias
biológicas, sociológicas y éticas:

“El amor, la piedad y el sacrificio desempeñaron un gran papel en el desarrollo


progresivo de nuestros sentimientos morales. Pero la sociedad humana no se
basa sobre el amor ni sobre la piedad; lo que lleva al individuo a considerar los
derechos de cualquier individuo iguales a los propios es la conciencia –el
reconocimiento inconsciente de la fuerza que cada hombre se apropia en la

4
“Ayuda Mutua”, Pedro Kropotkine, William Heinemann, Londres, Octubre 1902.

8
práctica de la ayuda mutua; de la estrecha dependencia que guarda la felicidad de
cada uno con la felicidad de todos; y del sentido de la justicia, la equidad-. Sobre
este ancho y necesario cimiento se desarrollan los aún más altos sentimientos
morales.”

La propuesta del coaching ontológico5 está alineada con la de Kropotkine al ubicar


al individuo al servicio del semejante u organización. En este marco el poder no es
un objeto a conquistar sino a desarrollar en cada persona para ser más útil al otro
y, en consecuencia alcanzar la plenitud personal. El compromiso y la
responsabilidad son los insumos individuales que al estar al servicio de lo colectivo
posibilitan acciones virtuosas que redundan en el crecimiento de una sociedad.
Los roles y funciones de los integrantes de una sociedad desempeñados con
compromiso y puestos a disposición de lo colectivo sirven para desterrar la idea
de jerarquía. Desde un punto de vista holístico todos los miembros de una
comunidad son igualmente importantes aunque no todos tengan las mismas
responsabilidades. Aquel que desempeña una función de mayor responsabilidad
tiene presente que es una circunstancia ocasional en el contexto del conjunto. Los
integrantes de la sociedad (sin importar cuántos la conformen) saben que el éxito
individual depende de colaboración mancomunada de todos y que este éxito
tendrá un impacto positivo en el grupo. El poder particular se sustenta en el poder
colectivo y viceversa.

El hecho de que un individuo tenga la intención o sienta la necesidad de controlar


las acciones de otro, evidencia la falta de confianza y el no reconocimiento de las
potencialidades del semejante. También pone de manifiesto el ego de quien
controla. Una sociedad que se construye a partir de la actitud de servicio de sus
integrantes y del convencimiento de que la capacidad propia se potencia con la
presencia del otro, el “control” se reemplaza por la “cooperación”. La cooperación
implica trabajar con el otro (“operar con”) y es en este accionar con el semejante
cuando se amplían las posibilidades individuales y colectivas. Mientras el “control”

5
“El Lider que Sirve”, 2012 Alejandro Marchesán,Editorial Dunken, 2da Edición

9
se circunscribe a algo acotado; la “cooperación” reconoce un punto de partida pero
no tiene, en principio, un límite determinado.

La génesis del “control” está basada en la creencia de que lo “yo hago” es mejor
que lo que hace “el otro” y en que lo que “yo pienso” es lo correcto. Este modelo
limita porque el objetivo es el resultado y no el proceso que conduce a ese
resultado. De esta manera se anula la posibilidad de valorar los logros que están
implícitos en el camino hacia ese resultado deseado y desconoce a todos los otros
posibles resultados como oportunidades para algo más trascendente.

Un resultado basado en la cooperación y como producto de la libre elección de los


individuos, reconociéndose a sí mismos como legítimos, es más beneficioso para
una sociedad que un resultado producto de la intervención de un poder jerárquico
(individuo o estado) porque desarrolla y enriquece el poder personal y las
capacidades individuales.

Según Jean Paul Sartre6, ser responsable es ser autor del modelo propio de
existencia y de sus decisiones. El considera el reconocimiento de la libertad de
elección como la condición necesaria para afianzar la auténtica existencia
humana. Desde la concreción del hecho de ser libres, existe la posibilidad de
elegir quiénes queremos ser frente a las circunstancias y, de esta manera,
podemos asumir la consecuencias de nuestras decisiones. Un individuo
consciente de su responsabilidad sobre su propia existencia no descansará en la
elección de un resultado definido por un poder mayor sino que acordará con
individuos que tengan el mismo objetivo en común.

“El anarquismo insiste en la conciencia de una solidaridad humana dominante”


dice Kropotkine3. “La fuerza de cada hombre se apropia en la práctica de la ayuda
mutua, de la estrecha dependencia entre la felicidad de cada uno y la felicidad de
todos, y del sentido de la justicia o equidad que lleva al individuo a considerar los
derechos de todo otro individuo como iguales a los suyos propios. Sobre este
ancho y necesario cimiento se desarrollan los aún más altos sentimientos

6
“El Ser y la Nada”, Jean Paul Sartre, 1943

10
morales.”3

Esta idea que plantea Kropotkine se puede alcanzar estableciendo vínculos de


confianza entre los integrantes de una comunidad, trabajando en forma
complementaria y coordinada con el otro, teniendo una actitud comprometida para
con la tarea y para con el prójimo y, utilizando los actos lingüísticos para
comunicarse de manera eficaz.

VI. Facilitación y Servicio

En el escenario de un mundo complejo en el que los seres humanos deciden


organizarse horizontalmente la superación de esa complejidad, y la diversidad de
interpretaciones ante la misma, será fundamental para la concreción de acciones
que permitan alcanzar los compromisos asumidos. La facilitación aparece ante la
complejidad permitiendo superarla, sin la necesidad de un estado que actúe como
un mesías que provea soluciones, sino asistiendo a los individuos a visualizar los
objetivos que desean alcanzar como sociedad y ampliando su poder para
coordinar y desarrollar las acciones que les permitan alcanzarlos. Peter
Genderloos cita ejemplos contemporáneos de una organización no jerárquica que
contemplan proyectos anarquistas ejecutados sobre un consenso básico en un
ambiente de facilitación:

“El consenso en la toma de decisiones incluye la acción de voluntarios que


asumen posiciones de facilitador. Los participantes crean un programa en el que
hacen una lista de todos los temas de los que quieren hablar. Comparten
información y hablan hasta encontrar un punto donde las necesidades y deseos de
todos converjan. Se establece una propuesta que sintetiza los deseos de todos.
Las decisiones pueden no ser siempre la primera opción de todos, pero todo el
mundo debe sentirse cómodo con ellas. A lo largo de este proceso, el facilitador
alienta la plena participación de todo el mundo y se asegura de que nadie quede
en silencio.”3

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Esta forma de proceder que nos propone Genderloos requiere de las
competencias que intervienen en el coaching ontológico como por ejemplo: el
hablar responsable, la escucha comprometida, el actuar desde el “ser” y la gestión
de las emociones .

Trabajos antropológicos realizados sobre diferentes sociedades igualitarias


muestran que en determinadas situaciones, alguna forma de liderazgo es
inevitable, que las posiciones de liderazgo cambian de una situación a otra, y que
dependen de las habilidades necesarias para la tarea en cuestión. A menudo las
personas que encarnan estos papeles los ven como una responsabilidad social
temporal, que desean dejar con rapidez debido al mayor nivel de crítica y de
responsabilidad que enfrentan mientras los ocupan. Las sociedades igualitarias
responden conscientemente a las situaciones de liderazgo ya que no
institucionalizan la posición de líder; no le proporcionan ningún privilegio especial.
Si una persona en un papel de liderazgo trata de obtener más poder o dominar a
sus compañeros, el resto del grupo cuenta con “mecanismos de nivelación
intencional” i. e. comportamientos intencionales de llevar al líder de vuelta al status
quo de equilibrio social.3 Un ejemplo de este mecanismo de regulación en el
contexto del coaching ontológico se suele denominar “limpieza de quilla”.

“El anarquista reemplaza el contrato social por un contrato funcional y concibe a la


sociedad como un equilibrio o armonía de grupos en donde las personas eligen
pertenecer a uno o más grupos. La única dificultad reside en su armoniosa
interrelación.”1

Las distinciones que ofrece el coaching ontológico para el trabajo en equipo y el


liderazgo en servicio favorece la armonía de las relaciones y le da poder a las
acciones del equipo. El uso de los actos lingüísticos con sus compromisos
sociales es una competencia que no impacta únicamente en el dominio lingüístico
del observador, sino también en su dominio emocional. Las declaraciones nos
brindan la posibilidad de intervenir en nuestros estados de ánimo y de revisar
nuestra estructura interpretativa para transformar, así, los juicios de facticidad -
“esto es así”- en juicios de posibilidad -“esto va a cambiar”. La herramienta que

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permite ir de la facticidad a la posibilidad es la declaración de aceptación. Con
este acto lingüístico se puede pasar de un estado de ánimo de resignación o
resentimiento a otro de serena ambición. Este estado de ánimo forma parte de las
competencias que distinguen a los líderes en servicio.

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VII. Conclusiones

El poder de las relaciones posibilita que las limitantes del sujeto sean diluidas
porque las intervenciones de los integrantes del conjunto concurren, a partir de la
diversidad y el intercambio, para alcanzar un objetivo común.

Los integrantes de una sociedad cuando asumen el rol de estar al servicio del
prójimo, tienen la oportunidad de soltar la ilusión del control -que conlleva el
dominio del otro- para potenciar la confianza que se transfiere en el otro.

Las distinciones y competencias adquiridas en la formación de coach ontológico


son instrumentos capaces de transformar a los integrantes de una sociedad en
seres humanos capaces de elegir, decidir y actuar de manera responsable,
honesta y comprometida. A partir de esta circunstancia, las sociedades se pueden
edificar por relaciones de auto-organización horizontal sin la necesidad que medie
una institución o gobierno.

La propuesta es de vivir desde un paradigma de auto-liderazgo y convivencia en


servicio al prójimo que se integre al sistema actual sin la necesidad de
“revolucionar”, “derrocar”, o “resistir” a ningún poder verticalista o coercitivo. Un
líder en servicio desde la serena ambición no necesita imponer una ideología sino
asistir a otros a auto-liderarse. El líder en servicio con compasión rigurosa facilita
para que los individuos acepten al otro como una posibilidad de crecimiento
personal.

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