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Michel Maffesoli
Ensayos sobre la violencia
banal y fundadora
� Dedalus Editores
Maffcsnli, Michcl
Ens.1vo� sohrc l:i violcnri<l b;rn.11 v llandador.t. - l.1 cd. - Bw:noc; 1\irc1,,: Dcd.!111,., 2012.
Índice
216 p. ; 21x1 ·1 c111. (Ciencia" hum.� 11.1,)
ISBN 'J78-'J87-28200-0-�
E...1.1 ohr.1. ruhhl.'..nl.1 cn d nun·o cid Pr\l�r.11:1;1de1\yud.1 ,l l.1 Puhlil·�1l'ic1n \·1,rnr1.1 O\.UlljlO. lllt."Tlt.l l'Oll d :-tpti�\l dd INTRODUCCIÓN
i\ lini1:1cr10 de A..unto" E.xtr;111Jcro:; ele Fr.111t: 1;1 y dd Scnicio de Coopnadvn y 1\nuin Cuhur.11 dc l;1 Emh.q,1d.\ de
1 r.1 1 1,· 1.1 en l:t A1gc111in:1.
INVARIANCIA DE LA VIOLENCIA 25
CAPÍTULO l'IHMEHO
DINÁMICA DE LA VIOLENCIA 35
l . El fenómeno de disidencia 35
Tirulo original: EJ.llli.< .rur In 11iolmfl' hnnn/c elJimdatric<• 2. La destrucción útil 47
3. Algunos aspectos de la violencia 59
� 2009, CNllS 1::ditinns, P:1ris.
«) 2009, Michel M affcsnli 4. La palabra y la orgía 90
O de la tradltccicin: 1\ricl Shalom 5. El deseo de Jo colectivo 121
CAPÍTULO TEncrno
ISBN 978-987-28200-0-8
Hecho el tlepc.istito que marca la le)' 11.723 LA MASA: RESISTENCIA Y SOClALIDAD 17[)
l 111presn en /\rge11tina
CONC'LUSIÓt\
Ninguna parre de csra puhlirnn1\n, incluido el disciio de la cubierta. puede ser reprod11cid.1.
:tl111acc1rnch1 o tr:tnsmitida en mancr:t alguna ni por ningún medio, ya sea ck'ctrirn, químico, SOBRE EL NOMADISMO
111cdni.:o, c.iptko, digital, de grahacit'ln o de fotocopia. sin permiso previo del editor.
O LA ERRANCIA Y LA CONQUISTA DE LOS MUNDOS 197
·
es una de ellas.
AJ releer estas páginas publicadas, por primera vez, en 1D78,
me doy cuenta ele que quizás n o sea posible decir alg o nuevo
sobre este eterno problema. Corno máximo, a la luz de una
actualidad que rebosa en ejemplos al respecto, podem os recor
dar, en contra ele cierta bonachonería que muy frecuentemente
hace las veces de pensamiento, que no podemos conformarmos
con aullar, al unísono, pidiendo la paz universal. La irenelogía,
sin duela muy estimable, no debe impedirnos analizar esa pole
mología que, volens nolens, caracteriza nuesLra naturaleza hu
mana, esa hommerie1, retornando la expresión ele MouLaignc,
que es i nú t il C' i ng en uo reducir a la angeología. El que quiere energía que mantiene en movimiento la historia del mundo. Es
hacercleángcl. . . � ,
también esta tensión la que hace de cada uno de nosotros un
Df'.i('mos est.o a lo s moralistas ele todas las estirpes. Sobre ser vivo. Alguien que vive en su propia ambigüedad, alguien
C'I terna de la viokncia, he aprendido, de Julien Freund, que me que vive porque la alteridad lo constituye. Heráclito veía en el
psf"imuló a leer a GPorg Simmel, lo importante que era pensar a combate la fuente de toda existencia. Y como un eco lejano,
contrapelo. Poner las convicciones y las creencias entre parén Rimbaud recuerda justamente: "Yo es otro". Todo señala que
t.c'sis p; 1ra describir mejor Jo que está. ahi. El hecho, también, la armoriía es conflictual y que sólo hay equilibrio en la buena ·
ele que es lcmws ah:í enfrentados a Jo trágico en toda su ambi gestión ele la diferencia.
v al en c i a. La violencia cs, al mismo tiempo, 1?_ar�� y fundadora. � Dentro del moralismo imperante es frecuente privilegiar un
En l'st·e sc->nt.ido me-' conformaré con recordar lo que pode unanirnismo de principio. ¡Todos somos hermosos, todos so
mos llam ar en Pl scnUdo griego, tres leornnias: cosas a con
, mos amables! Muy diferente es la vicia real, que reposa sobre
t cmplar, objt·t os sobre los cuales meditar. Teorernas que, ele un un orden trágico estructural. Es lo que aparece precisamente
modo p unzan t c aparccC'n a lo largo ele las páginas que siguen.
,
en ese gran relato fundador que es el cristianismo, para el que
Teoremas que, como la leclio divina del n10naquismo medie la cruz, "escándalo para los sabios ele este mundo", va a servir
va.l, permiten rumiar cosas esenciales a fin ele consustanciarse de signo ele adhesión. Lo mismo sucede con el freudismo, que
con ellas y, a partir clt� ahí, poder pensar y actuar en consecuen ve en la "muerte del padre", individual y colectivo, el origen ele
cia, consecuente1nent.c'. la civilización. ¡Y qué decir del marxismo, para el que la "lucha
de clases" es el motor esencial ele la historia! La vicia cotidiana
no es la excepción. Desde las burlas familiares, ele las que nos
· Teorc·mn 1: rmri.r¡olenr>mi.qo
hablan los etnólogos y que pueden ser de una rara violencia,
El c l t'S t ino aparl'cc cuando la historia tiende a Lomar for
a las escenas hogareñas y otras polernologías conyugales que
ma. Los arquetipos son su expresión. Arquetipos que subrayan
marcan la vida ele las parejas, hay un amplio espectro ele agresi
que-> to da vida en socipclad es tributaria de figuras arraigadas
vidades que atraviesan la vida ele todos los días, y dan testimo
' . Así sucPde con las figuras que inauguran la
profunclamerlte
nio ele que la vida no es "un largo y manso río". Su sabor debe
h istor i a dC' la humanidad en su versión semítica, fundamento
mucho a las especias que lo conclimentan:.--
dC' la tradición occidental: Adán y Eva tenían dos hijos, Caín y
También se ha observado que Ja iniciación era un modo efi
Abt'l, hermanos y enemigos, como se sabe. El Hermano ene
caz ele socializar a las jóvenes generaciones. Y dicha iniciación
núgo aparece-' como una a.rnbivalencia fundamental, una lucha
no estaba exenta de brutalidad, ni de novatadas, ni siquiera de
a muerte que podemos e ncontrar en numerosas mitologías.
ma.ldad pura. Es ilustrativo advertir que las sociedades tradi
En swna, la tensión es la matriz de todas las cosas. Es la
cionales no despreciaban las pruebas iniciáticas en sus pro
cedimientos de admisión. Y resulta pueril, incluso contrapro
··1·:1 q111· q1ii1·n· lt;w1·1· d1 · ;111,1.(t'i ... ltaec d e bestia". l"rase ele Pascal que sef1<1la que nadie ductivo, si no peligroso, pretender erradicar las novatadas y
p111'<i<' <'S('apar ;1 s11 nat.11rall'z:i ani111al por m;is reglas morales qui• se impong;1 (n. ctcl l.). cualquier otro tipo ele manifestación estudiantil, todos modos
12 .)
1.-,
j
20 21
individualismo contemporáneo.
La tradición iniciática habla del egregor como la consecuen
Prefacio a la segunda edición
cia de un fervor común. Y éste puede ser de cualqtúer orden:
religioso, musical, deportivo, consumista. En cualquier caso se
trata de "perderse". O, para decirlo en términos más elevados'
de existir sólo por y bajo l a rn.irada del otro. Así se crea u n espí-
ritu colectivo que, en un mismo movimiento, expresa la muerte
de sí y el nacimiento de Sí. Del Otro que me sobrepasa.
Esta muerte simbólica, que nos acostumbra a la mue1te real,
se pone justamente en juego en las fusiones, en las confusio
nes que caracterizan a las boites nocturnas. El mismo término
es i lustrativo. ¿Ir a la baile no es lo que caracteriza l a "mise
en baile", expresión popular que designa el a.Laúd?·' Se t rata,
consciente o inconscientemente, ele un derrotero iniciático, el
del nómade que, al vivir la muerte de todos los días, se encami Dejando a otros el cuidado de resultar útiles, sin tener tam
na abiertamente (zum Toclt) hacia la realidad última: Ja finitud poco un gusto pronunciado por el espíritu ele sistema, creo po
que, ele hecho, le confiere toda su grandeza. sible considerar los problem.as sociales bajo una perspectiva
metafórica. ¡"Angola pm"licola.re" si los hay! Estamos l('jos de lo
París, 14 ele noviembre ele 2008. que ha convenido en llamarse demanda social y otras paparru
cha.das p o r el estilo. Se trata rn.ás bien de est.etismo. Quizás haya
que aceptar el riesgo de esto, sabiendo que el procedimiento
"por evitación", inducido por la metáfora, es muy aprC'ciado por
muchos de los que saben prestar oídos a la socialidacl. Claro
que decir "muchos" no es algo para ilusionarse; sólo c�scribo
para unos pocos. Me dirijo, p o r así decirlo, a unos happy f ew.
De modo que fue el pedido de amigos, estudiantes o colegas
el que me impulsó a reeditar esta "Dinámica ele la violencia",
publicada precedentemente en un 1 rabajo ya agolado, rea
lizado con mi colega A. Pessin: Lci ·violenc ia. jilnlladorn (éd.
Du Champ Urbain, Paris, 1978, con prefacio drl Profesor J.
Freund).
' llnire, ''discoteca", es lmnhién "recinto'·. "caja", .v dr allí la asociación con "cajón" o He reunido en torno a este texto otros ensayos escritos
"aw 1·1d" (11. d\'1 1 . ) . posteriormente, pero que fueron elaborados con una misma
. , I ]
pr0ocupac1on: a e le t .ra La r ele comprender la ambivalencia de
este modo publico dos textos escritos dentro de la perspecti
la violencia, su asprclo polifónico, la fascinación que siempre
va "dionisiaca" u "orgiástica". Esta ültima, cuando publiqué La
ha provocado, su constancia también en las historias humanas. '
sombrn de D ioniso , hizo sonreír e irritar a los espíritus serios y
Mist rriosa violencia que nos obnubila, que ocupa nuestra
a los moralistas de todos Jos bandos. Al proponer el "dinamis
vi c i a .Y nurst rns ckbat es, que atraviesa nuestras pasiones y
mo dionisiaco", soslengo que se trata ele una ritualización ele
nurst ras razo1ws. Y es normal, puesto que debemos recordar
la violencia que al mismo tiempo es prospectiva. El conocido
q u e l'I mist.erio es t.ambién un factor de unión: en su sentido
slogan ele "haz el amor y no la guerra" corre el riesgo ele tener
et irnológico es lo que une a los iniciados entre sí. Este es el hilo
en las próximas décadas derivaciones insospechadas; 1 desd0
conductor qur recorre tocios estos textos. El antiguo "Neikós"
luego aquí sólo trataremos la "forma" o el ideal tipo orgiásti
qu0 s0gún Empi:'clocles es uno de los elementos estructurales
co, quedarán por explorar sus contornos.2 Por otro lado, en
ele lo dado mundano es a la vez una entidad proteiforme y tiene
"resistencia y sociabilidad", pretendo mostrar que en l a vicia
un rnonne futuro por dE'lante.
cotidiana la violencia puede sufrir una transmutación que In
RC'tnemoremos 01 mito bíblico del pecado original: gracias a
convierte en un escudo eficaz contra las imposiciones sociales
Sat. anás fuC' quP cmpC'zó l a historia de la humanidad, y periódi
y naturales.
c a n H 'nt.e encontramos C'I mal, el crimen, la sangre en Ja inaugu
Continúo de este modo la reflexión sobre la duplicidad
ración de todas las estructuraciones sociale.s. · La violencia en
en1prendida en un trabajo anterior, La conquista del presen te
t an t o "cmtraliclad subterránea" es siempre aquello a partir de
(Paris, PUF, 1 979). Otra vez aquí nos encontrarnos lejos de la
lo cual se determina la existencia. Así, en función de este pre
obsesión política que parece ser para el sociólogo el nec plus
supuesto, podernos aprehender algunas de sus modulaciones,
ullrn ele tocia empresa teórica.
en 0st e c aso ! Tes.
Como conclusión, propongo un capítulo sobre el nomadis
1 ) En primer lugar la violencia, muy frecuentemente ignora
mo (introducción a una investigación en curso), que podría
da, ele los poderes instituidos; la ele los aparatos burocráticos,
ser o t ro modo de caracterizar contemporáneamente al hom
la ele los Estados, la del seivicio público. Dediqué tm trabajo
bre carnívoro.
a este problema (La violencia t.olalita·ria., 1979, reedición en
c. Des¡ntfs de fo 1110</Pm id.ad?, CNRS Éditions, 2008). Aquí sólo Se podrá ver que no hay explicaciones, que no se pretende
incluyo un texto alusivo. Invariancia de la violencia (introduc encontrar causas, mucho menos soluciones. Nos contentare
c i ó n ) , cuya única ambición es destacar los caracteres específi mos con mostrar lo que es "monstruoso". Es un estilo que aprP
cos dp cio.
p . ¡ � ¡:¡. ¡ ,¡:¿), i!llf'llll' cil'Si <lf':t\' lo 1 qur• P" arsp \� L. 1�is. 1. �t () (! ca, ha hecho justicia a este preju i o . Así, má.<:; allá de < rt o
rc'sidadC's puntuales, sería bueno que podamos comprender el D e nada sirve ocultar esta realidad, o cmnuftarla. Ya sea en
fenómeno con la mayor serenidad posible. Tal vez se trate de la el interior de una nación, o entre las naciones, lo que puede de
"nrut ralidad axiológica" tan valorada por Max Weber, más que nominarse la lucha por la vida, o el enfrentamiento con el desti
rwC"esaria cuando se ahorda un asunto candente. no, aím permanec e este compone nte esencial de lo dado social .
a
Así, no es cuestión ele pregunt rse de un modo quizás ocio M. Weber pudo analizar esta noción de fuerza o de potenc i a
so si C'n nuest.rns días hay más o menos violencia. Nos con con coraje y s i n a priori. Para él, s e trataba de comprend er l a
tentaremos más bien con reconocer en primera instancia que violencia, n o como un hecho anacrónico, u n a supervive ncia d e
se trata de una estructura constante del fenómeno human�; los períodos bárbaros o precivilizados, si�c;> más bien como l a
luego intPnt.arPmos mostrar que, de un modo paradójico, l a manifestación mayor del antagonistmo existente entre volun
violencia n o deja e l e jugar cierto rol e n l a vida societal; por fin, tad y necesidad . Y aunque su análisis fuese en muchos aspectos
a tít u l o de hipótesis intentaremos indagar cuál puede ser l a tributario de su época y de diversos problemas contingen tc•s,
ract.ura contrrnporánea ele lo q u e podemos denominar el des- fue capaz de insislir sobre el carácter específico de la violencia
orden f('Cunclo. como articulació n lógica que se instaura en un enfrentamiento
Volcns noten.e; la violencia está siempre presente; más que ae valores (politeísmo o pluralidad de valores). Así pudo dar
condenarla c o n excesiva rapidez, o incluso negar su existencia, cuenta ele! juego de la diferencia que no puede ser reducido o
es rrn-'.ior ver de qnf' modo se puede negociar con ella. Con qué negado por un unanimism o de fachada, que regular y enfáti
l.ipo dr argucias se le puede hacer frente. Sólo a partir de e t� camente contradic e una realidad empírica fundada en los en
�
principio de realidad es posible apreciar la cualidad de equili frentamientos y en los conflictos de todo orden. Estos impiden
brio qu<' en mayor o nwnor medida caracteriza a toda sociedad. pensar que sea posible "eliminar la lucha en realidad"2 , pues '
DesdP l u rgo q11<' rstas proposici ones pueden parecer algo esta lucha es el fundamento de toda relación social. Ésta puede
ab strac tas. PC'ro ese es el desafío de la sociología especulativa modularse de maneras pacíficas, como la diplomac ia, la nego
que pretendo desarrollar. Así corno . as "formas" de G. immel, � � ciación, la regulació n, etc., o incluso, bajo forma de competen
el ideal-tip o ele M . Weber o el arquetipo de G. Durand que en cia en sus aspectos comerciales, culturales, científicos; pero no
tanto ta les no existen -trascie nden las realidade.s empíricas cabe duda de que remite siempre a la "selección" que opone a
0 constituy en polos clr agregación para los fenómenos socia individuos o grupos entre sí. Las consecue ncias sociológicas
les- las �ituacion es parn.1;ísticas que analizo tienen la única de esta realidad son inmensas , y por nuestra parte l a situarnos
ambición clE' pennit.irnos Gntrever y compren der mejor los ca como motor principal del dinamismo de las sociedad e1?.
sos p arti cu l ares a los que inevitabl emente nos enfrentarnos en Dentro de una tradición cultural cercana, G. Sirnmel ana
nuestra vicia profesio nal, política o ecónom ica. liza del mismo modo lo que él l lanm la lucha, corno elemen
to estructural del hecho social. Difícilme nte p'ueda refutarse,
, ., (; �lllMH . .\111·i11/1n¡ll' , . , ,.:·,¡¡s/1•1110/fJ!/ il'. Paris, rur. HJ81; G . D11R,\KD: /,1•s stm.r
/ 1 1 1 ' ' '·' 1 1 1 1 1 f r m¡111/1u¡"I '""' r/1· /'iumyi1111i1r , 0cl. ílordas. Paris, 1069 ;
Y L'1\ 111e ll[!HW,
' CL los clesarrollos tic M. Weber sobre esta noción <'n f,·co111>111i<• 1'/ So1:ii•t1'. Pion,
t lt•111l('l·nwclial in11s. l'ari�. 1 �lHO. c·;1p. �. 1971, p. :38 y SS.
28 E N S A Y O S S O B R E LA V I O L E N C I A B A N A L Y FUNDADORA
INTRODUCCIÓN INVARIANCIA DE LA VIOLENCIA
época\ las descripciones apocalípticas que se hacen clescle la paz es un efecto de la inercia ele los SL�jetos merece mucho más
Antigüedad hasta los diagnósticos contemporáneos, tocio ello el nombre de soledad que el de urbe". Dicha observación seña
relativiza al menos la novedad clel fenómeno. Lo cierto es que la perfectamente la fuerza que puede acordarse a la violencia
aquí se trata ele una especificidad real, el carácter parcelado de como estructurante colectivo. Pero aJ mismo tiempo indica que
la violencia vuelve delicada su teorización. El hecho de que no es posible "alterar" una sociedad, quitarle lo que Maquiavelo
llamaría su "virtu" específica.
pueda ser, estiictamente hablando, definida aumenta todavía
Esto es particularmente claro cuando la viol<'ncia es m o no
más su monstruosidad. J. Freund ya ha hecho notar la natu
polizada por una estructura dominanl.f' (f'st·ado, partido, orga
raleza convulsiva, i n forme, irregular y turbia de la violencia,
nización terrorista o criminal). Se trata aquí ele un proceso que
carácter que la hace resistente al análisis.'; Esta es justamente
podernos encontrar de w1 modo bien caracLerizado en la evolu
ción sociopolítica de nuestra tradición cultural desde hace dos
1 cr. .'°il)l�IEI. ce: . ) , So.·i()/()!Jif', Hl08, <;¡1p. 4.
siglos. No tiene sentido entrar en detalle, numerosos trabajos
' < : r. C. S1 ·11.111rr. /,11 1wli1111 <111 l'oli1i1¡11f', Cal111n1111- L<'v�-, P;1ris, p. :, 1 .
('f. al l'l'SPP<'I n la dPs<-ripC'iún dl' ,J. H1 1z1;-11;,1, / 1 ., .¡ i 11 rl 11 1\/0¡¡1'11 1Íye, Pa.vot , 1 !) G 1 , han hecho notar con claridad cómo progresivame n te todo se
p . :¡¡; .1· :;s. puso en práctica para que las zonas oscuras ele lo social des
,, c;r. .) . 1·'111-:1 N l l , /,'/;°s.W'llf'/' "" /HJ """ Sil't'.I' p. !) 1 1 .
aparezcan en provecho de una aséptica normaliclacl. Se df' l i rn i -
:l() ENSAYOS S O B R E LA VIOLENCIA BANAL Y F U N DADORA
INTRODUCCIÓN I NV A R IAN C I A D E LA V I O L E N C I A
:3 ¡
El meranismo ele esta interiorización puede compararse uno para engendrar una estrella qu<•
baile".
ron la m a nera en que Tocqueville descri b ía el funcionamiento N11·:'1"lS< 'llE
de ese t ip o ck t i ra nía anónima que "deja el cuerpo libre y va
d i re c t o al alma. El amo ya no d i ce usted pensará co m o yo o
uslrcl mori n1 . Dice: usted es libre de n o pensar como yo: su
vicia, sus bienes, to ci o le pertenece, pero desde hoy usted es un Ya es hora ele apreciar lo que por el rnomento puede deno
t'xtrnnjNo C'nLrc' n osot . ros" 1 1 . Si cito este texto de Tocqu evi lle es minarse " l�- �1i ol cncia", o "la disidencia", como el emento estruc
porque p ar<'C<' d Psrr i b i r claramente el desplazamiento del que _t ural del hecho so cial , y no como la reliquia anacrónica ele un
lw hablado. La violencia clara y precisa, coercitiva del poder, orden bárbaro en vías de desaparición . N uestro objetivo no es
se e.ierda con clurrza, pero sin ctrmandar adhesión, se podía lnvenlar una teoría de la violencia, sino más bien actualizar lo
obedecer y odiar. En c am b i o , en el j ue go ele la tecnoestntctura, mejor posible lo que respecta a su estructura. Se trata pues,
el pocl0r só l o pueci<' ej Prce rse si encuentra eco entre los domi en el senlielo fuerte del té rm i no , de rec on o cer los elementos
nados. Así, por lo qur lwmos anal iz ad o , debemos retener que que� componen este fenórneno. Así, n uevan1ente, no se trata ele
la pt�qu� fia violencia grneralizada caracteriza el ambiente ele la ape l a r a un orden "real" referencial, lenninus a, qua de nuestra
asepr i a sorial. La srguridacl, el progreso del que se vanagloria i nvestigaci ón, sino más bien ele apreciar el juego ele dupliciclael
la sorirdad, su aspecto civi li za d o hasta en sus rarnificaciones (de simulac ro, ele figuración, ele i magen) que, como para tocias
más d i versa s , son algu nas ele las n1áscaras que . l a realidad se las formas sociales, p e rmite c ornp rend er la disidencia (la vio
l'nrarga ele arra ncar, lo que hac<:> pensar en aquella broma que len cia) . Volvarnos a señalar que el sistema de referencia que
' 'i enc df' la Al e man i a nazi: "Nadie debe tener ni hambre ni frío: otorgarn os pretende en este sentido indicar que las diversas
l odo c o n t ravent o r irú a un ca m p o de concentración"1 " .
producciones teóricas que analizamos son también disc urso s
ele lo social y no solamente sobre lo social .
' \ 111 T"n11 f:\11.U:, /!l· /11 /i 1 •111"r·1·11ti1• 1•11 1\111<;rir¡11r•, éd. 10/18, p. 15-1.
Para precisar brevernente el ce nt ro ele nuestro objetivo,
,. C'i1ado por l11111i,;11i-;1)11:11 ( M . ) . t\1• 1111-:11 (T.). /,o /Jio/cctir¡1w rl<' lo misv11, Gnllimard, podría decirse que la disidencia social se inscribe en un doble
1 'aris. 1 !lí - 1 . p 1 .-,H.
movimiento de dest ruc c i ón y fundación, o incluso que es revc-
E N S A Y O S S O B R E LA V I O L E N C l l\ B A N l \ L '! F U N O ll O O R A
D I N Á M I C A DE LA V I O L E N C I A :17
!adora d e una desestructuración social más o menos pronuncia por nuestra cuenta, de toda civilización) es consecuencia ele un
da, y que conlleva a una nueva fundación. Así la disidencia (la lento mecanismo, cuya sociogénesi.s no podemos hacer aquí, pero
violencia) puede analizarse al mismo tiempo en relación con un que, desde el suicidio hasta la criminalidad, puede interpretai·sc
orden instituido del que da testimonio (contestare), y por sí mis de diversas maneras. Recordemos a LíLuJo i.ncUcativo que el
ma como una forma que tiene su propia dinámica. Desde luego, fundainentq de este mecanismo es el de la normalización. La
en pos de Ja claiiclacl de la investigación, habrá que encarar se adopción de la Norma crea un centro (o cenLros) y periferias.
paradainente el análisis de cada uno de estos aspectos, dacio El Joco, el anómalo, deja de estar integrado a una organiciclacl
que a su vez se diversifican en múltiples formas, sin olvidar ele social de la que es parte integrante, entra en la gran categoría ele
tocios modos su estrecha conexión, que es lo único que permite los excluidos que no pueden plegarse a la dominación absoluta
comprender la eficacia social del objeto que nos ocupa. de la razón. Esta dominación es insicUosa, se capila.riza en el
De tnoclo que nos enfrentainos, en primera instancia, a la conjunto del cuerpo social y engendra el reino de• la equivalencia
clesestructuración oculta del conjunto social . 1 Si bien las fisuras generalizada, lo que quiere deci.rque Ja adscripción a la normalidad
son más o menos importantes y más o menos aparentes, no dejan no puede soportar la diferencia respecto ele eso que siempre
de ser significativas y pueden servirnos a contrnrio para revelar posee de exceso e incluso de cruel***. Del hamo h iemJ"Chi.cus al
las especificidades de lo dado social en su conjtmto. Haciendo w1a Jwmo aequalis, vemos ese proceso de nivelación que, al denegar
aproxirnación biológica, que consideraremos tan sólo de modo el orden de lo cualitativo (es decir ele la diferencia), consigue
metafótico, se puede aclve1tir que, así como un estado orgánico deconstrui.r lo que justamente permitía la cohesión social, lo que,
deficiente a menudo se traduce en W1a astenia psicológica, del al modo de FoW'ier, pocl1ian1os llarnai· l a mquitectónica de las
mismo modo lo que DW'kheirn llaina "rela,jamiento de los lazos pasiones. Saint-Exupery, en Oita,delle, cuya clinHmsión simbólica
sociales" ai-rastraconientes ele depresión, por no ser más drásticos, permai1ece aún inexplorada, reconocía que lo que él llamaba fm
que no son solamente el resultado ele individuos o ele gnipos de del imperio no se debía al fracaso de Ja virtud, pues sabía muy
incUvicluos, si.no que remiten a una desagregación social'''. Corno bien que "el fracaso de Ja virtud lera] consecuencia del fu1 del
veremos, este fenómeno no es nuevo: reaparece petiódkarnentc, impe1io"2• Y al dar al término "virtud" toda su riqueza elimológica,
traduce un mecanismo ele crisis, sea cual sea el nombre que se le remitimos a todo ese ir y venir entre orden y desorden que flmcla
quiera ciar a esto, cuya manifestación es la anornia. Este estado ele la estruct1.u·ación social. Basta en consecuencia que Lmo ele los
crisis que, según Dmkheim en la conclusión a su estudio sobre el polos sea hipostasiado pai·a que el equilibrio se rompa, para que
suicidio, caracteriza el acmé el e una civilización** (agregaremos, la cenestesia que asegura la perdurancia social deje de Lcner
curso. -Es aqLú cuando el crin1en se convierte, en el sentido fuerte
del término, en índice de una reversibilidad que ya no puede
1 �l;ís ac ll'lanlc volven'mos sohrc !'Sle asunto. Hcmilimos por PI monwnlo al artículo
rle F. lt11 · 11M:1., "Foule solí1aín' el NostalAie de 1<1 comnnmaulé.. , !l1·111w rl'/list1i11 • ,., rif'
¡11i ilnsC1¡1ilil' rl'iigil'11s1's, PUF, 1 07fi, n" :_¡, p. 4 1:3.
*** Cf., par¡¡ CSle telll<l, la� OiJSCl"VaCÍ()l\('� dl' J. i:l..1l lll/ll.l.1Mlll, f,"f·,'c/1(1//!JI' ·'!flll/1u/ t(//U'
* Cí. 8. D1•H1<11E1.11, /,o S11icii/r', P l iF, l!)í:l. p. 229.
et la 11w1 ·1, Galllmard, 1 976, p . 24ll, 257.
** l/iirl., [J. 1- 2:J.
' A. IJI; SAIKT-GXlll'l.;!ll", Ci/(l{ll'/11', (];'111>/'l'S 1·0111 ¡ 1/l.,/1 "' , l .;1 l 'll;i;ll ll', JI . . i!
1í.
E N S A Y O S S O B R E L 1\ V I O L E N C I A B A N A L Y F U N D A D O R A
O I N A M I C A D E LA V I O L E N C I A
( ' l . �l. ¡:. ,1 , " 1 1.r. s 1 1 n · , . i l l < ' r l'I ¡ 1 1 1 1 1 i 1: N11i.\ SC111r·r• rlr· /u ¡inso11, Galli1nard, 1 !! 7 -
:,,
' �l . l·' u1 1:11lll:r, i/Ji<I. , p. 1-12, 145; cf. wrnbién µ 240.
1 , �nr, )' ss . . d. las di1·r'rsas l ' i l a s !';>;\raídas i l f:' I diario /u l'lw/11 1ir;1•. " CL E. Drn�1 11m1 , /,u Snirnle. OJ!. r · i t . , p. ;365; cf. también p . 28:3.
40 ENSAYOS S O B R E LA V I O L E N C I A BANAL Y FUNDADORA 41
DINÁM ICA D E LA VIOLENCIA
tramos e n ella un carácter utilitario. Este aspecto no ha esca a partir del excelente y erudito análisis elaborado por H.
pado a numerosos analistas sociales: así Gurvitch no dudaba Jeanmaire.' En esta obra, se muestra con claridad cómo este
en reconocer que la sociología era una puesta en perspectiva a daimon, si bien es el emisario del mundo subterráneo, es tam
partir de la noción ele discontinuiclaclr;, lo que quiere decir que bién e l de la renovación. He aquí bien resumido tocio el aspecto
el rnido, la furia, el desorden tienen una función estructural en contradictorio de la violencia, a saber, que su aspecto infernal,
la sociedad y que deben ser estudiados en tanto tales. En efec demoníaco, remite a una simbiosis de fuerzas, ele energías que
to, la violencia "constructiva" no es una paradoja, es la expre crea o renueva la estructuración social. Así Jeanmaire mues
sión ele la fundación social, así como, más adelante veremos, tra con pertinencia el paralelo que puede establecerse entre la
la violencia "destructiva" es la manifestación de la afinnación exuberancia de las prácticas orgiásticas del culto de Oioniso Y
individual. Hay un "doble juego de la anomia", una duplicidad el florecimiento de la civilización urbanav. Este paralelo mere
ele la disidencia que remite a lo que J. Duvignaud llama la "dia ce atención, ya que destaca con agudeza la estrecha conexión
léctica" viva ele lo imaginario y ele lo instituiclo"7. En efecto, entre la expansión apolínea y la oscura destrucción de lo dio
corno clUimos antes, hay a menudo en la oposición política al nisiaco. Vemos aquí la rica antinomia que servirá de base a la
orden establecido un llamado a una mayor racionalidad ele este reflexión de Nietzsche o de M. Weber sobre el aspecto c:ontra
último, o incluso una remisión a sus orígenes: este hecho fue dictorial de la potencia, de la soberanía o ele la actitud afinnati
advertido con frecuencia, y las reformas religiosas o las revo va. Sin hacer al respecto un análisis preciso, podemos señalar
luciones políticas dan innumerables ejemplos ele esta realidad. también Las bacantes de Eurípides. Esta obra pone en escena
Sin detenernos por ahora en este asunto, podemos remitir más a Cadrnos, fundador de Tebas, y a su nielo Penteo, el garan
contemporáneamente a estudios hechos en comunidades mar te del gobierno de l a ciudad, un buen administrador, por así
ginales, organizaciones ele contracultura, por no hablar ele rea decirlo. Y podernos adelantar corno hipótesis que si Penteo es
grupamientos de militantes políticos, que ponen en evidencia descuartizado atrozmente por las bacantes, y esto por orden
que estarnos ante 1·épliccis opuestas pero totalmente conformes de su propia madre, es sin duda porque desaprueba la licencia
a la sociedad que se denuncia1', dado que lo que aquí nos ocupa desenfrenada y orgiástica de las mujeres y los hombres ele su
es la forma (el significante) y no el contenido. ciudad, porque es hostil al juego ritual de la violencia destruc
Habría que remitirse a los fundamentos antropológicos ele tiva que conmemora la fundación de la ciudad, que recrea ele
esta función "positiva" ele la disidencia. Son múltiples. Nos que este modo su vitalidad. La muerte del administrador asegura
daremos, de una manera alusiva aquí, con el mito ele Dioniso, el triunfo ele Dioniso (quien, no olvidemos, es también nieto
ele Cadmo . . . y otra vez la ;rntinomia); pero, ironía df' la histo
'· (:f. Y. J-11111-:1 .. /,11 1"<'/>1'111/11<'/ Í(l/t swiulr', r\ nt hropos. p. 2tl:3. l::st<1 ohm. 11n1;1hle en ria, este mismo triunfo asegura la consolidación ele la ciuelad
1 1 1 1 1l'hns aS J 1l'l"lns. anali1.� parl'i;il111e11lt' f'i rol » la rlkacia cll' In q11c purclr l l a m¡ 1 rse ¡tlu
h;i1111t · 1 1 l t · l;1 disl"u11ci1i11 soci;il.
7 .l. J)1·111:N111 11. /,'1\ llOll/ÍI'. f¡,;rr;. I S/// ·iun. ,\nthropos, J ! •:- � . p. 1 7. '' Para t!sta referencia ac�·rca dP Dioniso, 110� i>as;1111os v
.
1 1 H . li-: 11')1.111�1·:. /J1<111 11·""'
< cr. 1:_ ll 11•11 11:1., "!' r·iJ . . p. 1 J J : , Liaccl11 1s. l , · P ! I :,,-, , Kfi. Kí · ' l I
·
11 isloirr• du r·11lle ¡{,• Pay o t , l \J;j t'11 p;irt w11l;u
[ N S /\ Y O S S O B R E L A V I O L E N C I /\ B /\ N ll l Y F U N D A D O R A
DlNAMICA OE LA V I O L E N C I A
,.. Cf. las referencias etnológicas que da J. St:11v1t:1� !.es Forges d'lf im 01, GrassN,
l !l7:l. p. L .!!l.
1915, p. 187.
44 E N S A Y O S S O B R E L f\ V I O L E N C l f\ B f\ N A L Y l' U N O A D O R A
O I N Á M I C A O E LA V I O L E N C I A
• .) 1 1 11 1>1:11.1.1111•. l."l·."1 ·/11111!/'" '.l/ 1tl/J11/11¡11i• ,., /11 1110/"/. ri¡>. ("!/ •. p. í8.
· Una 1·ers1011 dt• cslt' tap11 1 1l o apareció en el 11ú111ern !.J ele la revista 'h 11 11f'1s1•s: "\'illt•s
'' \I l'. n t"ll 1.T. S111·1•1 · 1/11 •1' 1 'f J>ll t1ir. 1 1 ¡ 1 1 · 1 / . • p. :!81 �· SS,
paniques"'.
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48 E N S A Y O S S O B R E L A V I O L E N C l l\ B A N A L Y = u N O A D O R A
H)
DINÁMICA D E LA VIOLENCIA ..
Es cierto -y aquí señalamos desde ahora el corolario de para neutralizar la imagen angustianLc de la que esLá revestida
nuestra hipótesis- que la delincuencia permite el control, l a o, más exactamente, para mostrar que, desde siempre, este as
partición generalizada d e l campo social. E n este sentido, corno pecto angustiante ha estado integrado en un mecanismo englo
también señala Michel Foucault, la delincuencia funciona corno bante que la volvía útil. ¡Encontramos aquí la ambivalencia que
un "observatorio político" del que se nutren policías, especialis se pone en práctica en toda forma social!
tas en estadísticas y sociólogos.2;; Puede decirse en efect·o que La reflexión contemporánea sobre la reproducción social ha
la partición que permite constituye la base y el campo de prne mostrado con precisión que la destrucción, la consumación son
ba de un control social omnipresente y omnipotente. Así la de un momento de la reproducción; incluso puede decirse que, sin
lincuencia permitiría la sociedad panóptica, y esto, porque, en la destrucción, no habría reproducción. I n diquemos, al pasar,
tanto violencia especiji_ca, separada, justificaría y comportaría que este análisis reposa sobre el modelo de la reproducción
las otras instancias de un orden social fundado en la separa biológica cuyo interés metodológico ha mosLraclo claramcnLe
ción (aparato judicial, policía, trabajo social, etc.), otro modo Yves Barel. 27
En sun1a, se trata de convenir que al lado de las relaciones
de indicar el fundamento de la tecnoestrnctura.
Lo que queremos señalar con estas observaciones es la in-
'" Rcmilimos aquí ¡11 segundo prrfado dr E. 1 l1 11�m:1�1. 1>1· /11 ilirisi1111 r/11 lmm1l
suciul, u¡1. l ' i / . , p. IV.
" ' �l. Fu11c,11 '1.T, S11r11r:i/11 '1' 1•/ ¡J11 1 . . ¡ 1. p . iiG.
.,. cr. Y. BAHf:I., La Nl'J)l'()(l'll( ;/ io11 soci1tl<'. Ant hr<J\ •flS, 1 !)7:), pp . ..¡..J.1, -IG 1 , para la n•p1 ndll(' ·
" · 11"<1 , pp. :¿s1. :io8.
l'i<in marginal. Tambifln J. Do�1A1w1 11. f\./111 : r 1•/ l'/1isl11i ,..., 1:1 IPnw. 1 !ll�. l'Ílildo por \'. llarC'I
E N S A Y O S S O B R E L /\ V I O L E N C I A B A N A L Y F U N D A D O R A
DINÁMI CA D E LA VIOLENCIA 51
d e motor social.
historia ele las ideologías; así, en la Edad Media, que puede ver
El tema de la circulación de las élites no es ajeno, desde
se dominada p o r e l aspecto lúdico y aventurero, el monaquis
Pareto, al debate sociológico, y con relación a esto puede de
mo, quintaesencia del espíritu religioso, introduce lo serio del
cirse que la gentuza ele hoy, los excluidos, etc., p repara, en todo
espíritu prometeico y la responsabilidad del sentido µolítico.:11
o en pm·te, el orden de mañana.
Unos siglos más tarde, en ese siglo XlX que representa el
Esta paradoja, si es que puede llamarse así a este p roceso
apogeo del espíritu productivista y progresista (y esto, tanto
cíclico, no escapó a la perspicacia de Durkheim, que veía una
en las teorías capitalistas corno en las teorías socialistas), ve
"potencia ambigua" en el fenómeno ele anornia (lo que nosotros
mos surgir periódicamen te, con rnayor o menor importancia'
cornprendernos en su mayor extensión). . .
moVIm1entos lúdicos o religiosos que equilibran, relativizan la
No dudaba en destacar que sólo entre quienes él llamaba "de
dominación económica o política.
generados" podían recluk'lrse "todos los grandes renovadores", y
También puede verse este proceso de compensación en l a
que por medio ele ellos Lambiél1 "los Estados se funclan·•:3�.
práctica d e l "intimismo" doméstico que encontrarnos e11 e l si
Esta apreciación particularmente reveladora pone clara
glo XIX, mientras el triunfo del machismo vive su mejor hora
rnente el acento sobre el punto nocla! de nueslo asunto: la
Y triunfa el mito prometeico;35 el romanticismo y sus diversas
violencia funda sobre esta ambigüedad a la vez su u t ilidad y su
manifestaciones, sus pasiones y sus revuellas son algunos dP
el cslru ctivid ad.
los tantos indicios que permiten comprender el mecanismo es
Volveremos más adelante sobre este aspecto. Bastará, por
tudiado aquí a propósito de la violencia.
ahora, con señalar que la comprensión del l'actor ul ililario de la
Desde luego que, cuando en el equilibrio social hablamos
anomia es lo que permite entender lo que llamamos percluran
cia social, a saber, que exjste una cenestesia, un sentido social de la "utiliclacl", de la integración dP la ano111ia, n o nos pronun
El ejemplo ele la marginalidad que acabarnos ele seflalar es que tienen los actores sociales, nos limitamos por ahora a una
sintomático: lo que se pretende contrasocieclad no es de hecho estricta apreciación estructural de esta "forma" social, pero es
sino una parasocieclad que asegura en definitiva el buen funcio cierto también que este aspecto debe ser justamente matizado
namiento del conj u n t o social. por la irrupción ele la pasión en el seno ele est a "forma" misma,
Todo sucede como si hubiera un mecanismo que permitiera lo que le da por otra parte todo su espesor humano.
la neutralización ele los elementos perturbadores, su integra Hecho este matiz, debemos reconocer qu0 no p a n'cP ha
ción final a eso mismo que niegan.3ª Estarnos aquí en presencia ber anclajes históricos para una subversión social, artística,
" H�c?mos referencia aquí a L. �h>111.1N, /.1· MrJ//r/1• r•i1·11111 """ , , .¡¡!l¡,.11_1 , e 'almaun
.
Le�., 19()4, quien.
ha desurrollaclo m11111c1osa111ent.1• 1•s1os prohl<'inas.
'' I� 1)1·111\11m1. /,r• Slíicidr•, ! 'Uf, l !lí'.l, p. 4(i.
. ·'·'__So_br? esta cuestión, remitirse al anic:ulo de• l i . 1l1 11.1�11. "h•s �lyllil'� <'I sl'lnlloii's
'" .l. BAF.<·111:1.EH. /,es /'l"'1m11,,>11r•., ,;no/111io1111 ' '· 11UF, l !líO, d: C'j<'mplos de este de l '. 11u1mté cL le .\IX' si{•cle", /'/ l / i111e, i11t.imi11;, 1111i1111s1111-, 1::<1. 1 1 1 1j\·l'rs i t ; 1 1 1 1.s . . Lilll' 1 1 1 .
¡ >l'O('C'SO (p. :") l :-· ss.). 197(), p . 8 1 y SS.
E N S A Y O S S O B R E LA V I O L E N C I A B A N A L Y F U N O ll O O R A
O I N A l.l l C ll D E LA V I O L E N C I A
. l . 1 )¡ 1 11 ; ' 11 1 1 . /.'. \ 1 1 1 u1111'. i11 ' 1 • 'si1• 1'/ s11/11•1'1's 1 1 1 1 1 . A n l l i rnpos. ! D73, p. 22 Y ss.
'' M. E1.1..1s, Lo /!,1¡ 11w1111¡1w rle / 'Or:cirle11. 1 , Calmann-Lrvy, J!)7fí, p. 1 2 4 .
56 E N SAYOS S O B R E LA V I O L E N C I A BANAL Y FUNDADORA
D I N Á M I C A D E LA V I O L E N C I A 5í
'" M. HoHK111·:1w:n, /�"f'ii¡i.w 1/l' /u 1·111.w m , l'ayol, <"ni "Cri11q11t' dt• la poliliq11<'", lfJl-1.
p. 1 09.
" � l . O. 11111111", J>"s ,, , "/'11 1 1 1 1 1 1 1 k1101 ,, i ' 1 5, �7.
"' M. fot:r..1t:1.T, .�·111'1•eill<'r <'/ ¡) 1 ( 1 1 i1 ; u¡•. ,.¡¡_ . p. 1 ·1 1 .
E � $ /1 Y O S S O B R E L A V I O L E 'I C I A B A N A L Y F U N O A O O R A
D I N Á M I C A DE LA V I O L E N C I A
hace ele la violencia un modelo conforn1ista. Queda también tura utilitaria; hay en ella algo inaceptable que hace que la re
por VE'!' todo el querer-vivir trágico que se manifiesta en el chacen moralistas ele d iferentes bandos, dacio que es inapren
sobn'pa-sami l ' n l o 1:! clr los l í mites : esto parece también algo sible, excesiva, sin finalidad (al menos en su actualización), y
arqu0t ípico y abunda en figuraciones míLicas y sociales. Y si siempre inquietante. Y decimos en su actualización, ya que en
bien se ha c onsegu i do , después ele M. Foucault, destacar el pa efecto, en su estructura, siempre termina inaugurando un or
re n t esco en! rr dc'linc11011tc y policía, si bien no se puede negar, den nuevo (revolucionario), una norma nueva (artística, l itera
considerando una instructiva entrevista, que "el cana, el tipo ria), en defu1itiva, una canonicidad depurada.
Podemos además partir del orden para definir el efecto de
'' l 'I' r · 1 1 "'"' S<'lll itl11 l:is ohsc•1y;11·iom•s dc• M . Hn111<111-:1rn:11, /�'l'ii¡ise de lo. r11isr111. 071.
. 1 :_!.-,
, ,, . I ' '" D. AL·m11 s.�EAL y �l. L.1urnwr:, Pcu·ote <le uffwiils, Seuil, 1976, p. 4-l . Se
t rala de una
":--; 111>n·pa-sa111w1110" 1-:11 .. 1 11ngi11al. "1111/H'J>11s-s1•m1•11/". El autor dividr C'I 1crmino
serie ele ent revisLas a jóvenrs delincuentes que representa una fuent.c riquísima dt' <1h
li'1 tli<«llllt'l1IP para formar ".s 1•11w111 " , derivado dr ".w•1111•r", "sembrar" (n. el. t.). se1vac:iones y "análisis".
GO ENSAYOS S O B R E LA V I O L E N C I A B A N A L Y F U N D A D O R A
D I N Á M I C A D E LA V f O L E N C I A (j j
rnptura que puede percibirse en Ja actualización d e la anomia. ele destrucciones, de un modo que puede parecer indiferente
En efecto, sólo a partir de una nostalgia el conflicto, la trans
a la supervivencia de las cornmüclades,'17 éstas se arraigan de
gresión o la anomia pueden determinarse. Esta planificación hecho en lo que podemos llamar una ética (clhos) entendida
social ha decepcionado, es combatida, pero sigue estando vi como una exigencia imperiosa y necesaria que, según Tomás
gente, a contrario , como referencia, corno modelo imperfec ele Aquino, es, no lo olvidemos, el fundamento de toda moral.
to a refonnar. Sin explayamos al respecto, podernos señalar Se trata ele una constatación extremadamente simple, que da
que muchos pensadores han destacado la determinación de gusto encontrar en la escolástica nieclieval y que permite com
la transgresión a través de la norma. G. Durancl, en particular, .
prender mejor la atracción, la fascinación que pueden ejercer
mostró con claridad, a partir ele la liturgia ele lo temporal ele el bandido, el criminal en la mentalidad popular.
la Iglesia romana, que el exceso se especificaba como hipo o hasta el
Desde Mandrin, el bandido d e gran corazón,
como hiper:1·1 E l funcionamiento social que nos interesa pue
Massenmorder de los años veinte, en Alemania*, pasando por
de analizarse de la siguiente manera. Se sabe, por tomar sólo ·
los múltiples ilegalismo s que atraviesan la vicia corriente, corre
un ej emplo entre muchos, que, en la sociedad medieval, a las
el hilo conductor ele la revuelta que siempre y renovaclamente
formas de ascesis, de gran mortificación, le sucedían o prece
reitera la exigencia, el absoluto, y que sirve de contrapun to, ele
dían rápidamente los excesos orgiásticos o lúdicos:'" Las tran
contrafueg o, a una "adaptación", que, como las malas grasas,
siciones eran brnscas y, del goce desen frenado a la continencia
hacen extremadamente pesada la cleambulación existencia l.
más dura, se ponía en juego la misma pasión. Considerando
Esta exigencia es la que encontramos, a nuestro juicio, en boca
también formas extremas, desde las Ménades dionisiacas hasta
de este joven criminal cuando declara: "Lo que vale la pena de
la secta rusa ele los Skoptsy e castrados por ascesis activa}IG,
ser ladrón es rebelarse. Después, el rol del ladrón es el con
siempre hay determinación con respecto a un orden absoluto.
fonnismo, y tocio lo que había de verdad al comienzo puede o
Pretendernos así, una vez realizada esta observación, de
termina siendo completamente eliminado" 18.
terminar la fuerza de lo simbólico que se pone en juego en la
Hay algo juvenil en esta observación, pero, más allá de su
destrucción. Por simbólico, entendernos esa traJna social, pro
romanticismo lleno de ilusión, se manifiesta un gusto por la
funda y tenaz que sobrepasa y engloba las diversas estructura
aventura, u n enfrentamiento a la muerte que sólo puede per
ciones sociales cuyo cimiento es el moralisrno. Con esto quere
mitir la vida.
rnos decir que, cuando actitudes anómicas incitan o participan
Habrá que ver cómo funciona esta acent1.1ación del presente,
pero es cierto que sólo a partir ele ella se inaugura el fenómeno de
1 1
Nos rríNi111os ¡¡ un C'nloquio rl" (;. Dur�111<1, SI /'llf'/ I/ l'I' r!'I ir¡ir•11sr• rf,. lo 1 n111sr;n•s exclusión. En efecto, es siempre en función del pasado o del i'utmo
sio11, en liio/r•111·,. t'l t1·011s.1¡r 1'.�sio11.
!�d. /\111l1rupos. l\lris. 10íD. Encontramos este pa-
1·r·1rl.í'sro ('n 1;1 rrlación <'111 n• la omof';1gia dioni�iaca ,. el ovobctovege1 arianismo órfico.
C :f. M. DETll·:NNE. 1>,1¡011 isos 111is ri 11111r1, Gérlli111urrl, HJ7í, p. IDS �· nota J l!l. Jl. ;¿ 1 ,j .
« Cf. aquí J. D11rn;N,1J'U, f,'¡\·1w 111i1', u¡1. 1·11., p. 22. . ..
'" U. por ej<;rnplo, M. l�1.i,1s, /,u IJy1101ni1¡111• rl<' / 'Or·r·iril'11/. Cahnnnn-Lévy, 1!JíG. p. 20fl. Srno111., f\llc111ag11l' des a1111L'L'S rn1g1 , 1·11
* Remitimos al articulo ele 1-1. "une ccrl.ainL'
''' Cf. 1.nmllic'11 la (':\l'f'lr11Ll' obra de \\'. Snrrn.111T, f�'rm; 1•/ ReliyirJ 1 1 , Fn\a1·r1. I D72.
Tmverse� nº 9, Minuil., 19713.
p. 274 .V 05. ·•• D. AcHoussEAU, M. L,1no1wr·:, Pwvlu <fu /iu 11rii1s, 11¡>. r:il . p. !\JU.
(" F N S /I Y O S S O B R E L /I V I O L E N C I A B /I N A L V F U N O ll D D R A
)�)
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DINÁMICA D E LA V I O L E N C IA 6fi
:.i fi. Sn111·:1., !N/l1'.fi1J11 .,111· lo , , l1•11c1•. M . Hh1 · l'lí2 ; d. i<l1tlli1é11 G . S<ll!EI., /,11s '<; Cí. las pislaS de il!VCSLig<lCiÓll y la })ihliO.l(l'ilfÍ<I (Jlll' IJri11cJ;1 ;ti l'l'SjH'( ' \ ( ) ( ;, illl.l'lllEll.
///11sin11 s 1/11 ¡ > m¡¡n;s. � l . 11.ivi(• n• ;, p . :t lG y !\111hmµo-lugü¡11es, PUF, p. 224 y ss., 2J4, 2J8; t;1111bil'll p. 1 11).
·, cr. pqn �iC'mplo .J . S1:¡¡1·1i-:!I, l.1·s rl'l/im111 '///, 1 �J7(i. l. 171. '·' t:n el original "l1áli111e11/", que vale Wnlo para ..cclilicio" cu111u para "l>ar<'o" (1 ·I t.)
L NSAYOS S O B R E LA VIOLENCIA BANAL Y F U N DADORA
()() D I N A M I C I\ D E L A V I O L E N C I A
67
jus t ici a d e una s oci e dad ; �'8 sin embargo, como las historias
Es por ello que puede hablarse del carácter fundamental
no nos brindan ejernplos de sociedades lolalrnente justas, es
mente ambivalente de Ja violencia. Esta ambivalencia resulta
imposible apreciar ele un modo normativo o judicativo lo que
tanto más acentuada c uan to que arrai ga en la i nestabilidad, la
criminalidad. Ningún criterio nos permite peyorar o
l l am a m os
irrupción, la sorpresa. N. Cohn, en su ya clásica obra, ha con
mayorar t.al o c u a l fenómeno hum ano, sólo podemos -y es lo
seguido rnostrar que todos los movimientos milenaristas reco
que intentarnos hacer- mostrar su grado de en e rgí a, su fun
nocibles a partir del si glo XI se fundan en "la i nestabi lidad emo
ción sobre la! o cual punto, en una p alab ra su eficacia en la or
cional" de esa "población marginal" constitui d a por los siervos
ga n i c i c l ac l de lo soci a l Es por eso que , retomando de un modo-
.
llama las "derivaciones") no d eben engañarnos, pues la revu e l - riado urbano ha e n trado , con Ja ayuda de Jos sindicatos y de
1 a, la dcstrncc:ión, el mi l en a ri sm o en todas sus formas son fenó los partidos, en el juego del prnductivismo dominante y en Ja
menos ambival0ntes (en tanto humanos) y es inútil pre tend er teatral i z ación política que es su corolario, y la i rrup c i ón pro
enmascarar un aspect o ele ellos. vendrá de ese "desviado" que aún n o tiene a nadie que hable
Del Fénix u D i o ni so pasando por Osiris, todas las m i tologías en su nombre. Desde luego, se trata aquí de una si t uac i ón es
muc·sl ran que la clcstrucción es fund amento ele la estructura porádica, pues la lógica de la representación se utilizará para
ción, aunque lo que p ue da dec irse a poste1·iori se ex p eri m ente reintegrar a esos "desviados" a lo que Baudrilla.rd llama Ja figu
rn el rnomrnt o como una intolerable agresión . ración "ele pleno derecho en la escena de la lucha de clase"1;1. '
l ·r 1 1 1 1 d1•s; 1 rrnll<> c • 1 1 t·sit· sc•111 ido ('11 �l. Hn11i;111-:l\U-:ll, '/'/11;on1• 1rwti1 1011 1w/le el
"/'111'1>1'/I' 1 l'///lf//1', 11/'. ( 'I/ . p. Í8.
"' Cf. N. Co11�. Les Vi 1 1 w 1 ir¡ues de l'nporn/ypsu, Julliarrl, I DCi:J.
" ( 'f. � !�111·:1·1 1, 1\ /11/n1s1• r/1111s /11 1 · i 1 •i/1sulicJ11, P l W, Iní l , p. (i:") �· íO .1' ss.
'" .J. !3M:1>m1.1..11m, /:/�l"i11111y1• .\1J111/)(//i1¡1w 1•1 lo 1111¡¡·/, op. <:il., p. 44, G:2.
68 E NSAYOS SOBRE LA V I O L E N C I A B A N A L Y F U N DADORA
D I N Á M ICA D E LA VIOLENCIA 69
"' cr. M. IJl':Tli':NNI·:. !JiOl!iJSOS 111 is ¡'¡ ///())'/, ()/ /. 1'11 . p. 1 :,:¡, el aul or rila en 1101.i! e..¡ J) llll
<'SI uclio comparativo entre cínicos y hippir'"·
"1 T MANN, /,a !'vlorl ci Ve1rise, Payard, 1 ¡}7 I , p. 1 :_¡ 1 .
"' Cf. lo que dice Y. Srot:imz1·:, ( ¡1111is(l '1. 1. 01:r;(l11 isa11 \la111e, 1 · . p. 14�.
�" Este proceso estil m11y bien descripto P11 la obra dl' M . I Ji.:T11·:NN1-:, 0¡1 r·i1 . pm <'.Í<'rn
�recrea ele la revolución nlemanc.
plo, p. 204.
E N !> A Y O S S O B R E LA V I O L E N C I A B A N A L Y FUNDADORA
D I N A M I CA D E L A V I O L E N C I A íl
creadora cl<>l p re se n te , cuya riqueza plural y expansiva debe ex Como hemos dicho más arriba, no se trata de negar el de
t raerse siempre y renovadamente. venir objetivo y con ello el pasado, sino de hacer uso de él de
Para esclarecer rápidament·e esta acentuación del pre modo diferente. Así, volviendo a hacer referencía al filósofo -
sen t e , podemos apoyarnos en las observaciones que hace de un modo no crítico, se entiende-, podemos sefialar que,
G. Durand respecto de la meditación musulmana. En efec para Platón, hay un uso del pasado que, a diferencia de l a repre
t o , junto al "ti0mpo horizontal" que es " e l tiempo físico del sentación, se inscribe en el presente. Esto quiere decir que la
c om p u to histórico re gu la do por el movimiento ele los a s t ros , "
historia no existe por sí misma, sino que sólo encuentra sentido
0s1 <1 01 tiempo ascf'ndente, e l tiempo vertical. Así, no se nie en un intercambio, en una circulación social presente que le da
ga la historia lineal y objetiva que funda "lo imprevisto" de
Occidente, se la relat iviza con otra temporalidad que pone e l
..: Ci. Dt llMlli. Sriet1re <il' /'lw11111w <'/ 'l'mcli/1011. Le• N11111w/ l�'s¡wit wtll1mpu/of¡11¡1w.
Tl•t.r dr fcuilles, J 975, p. 1 OO. Pese <1 no estar cll' acuerdo c:o11 su c:onclusión, rc111i1 i 1 1 1os
al pxcelent e capillllo sobre el calenclario poi ular ele C. (.;,11c:N1·:111-:T, /,1• Gcu·11r111n/, Payo ! ,
· ( 'f. . ¡i11r t'Jt'111plo, . 1 1 ) 1 1 11 .� 1 1 1 • . ¡;, \ 110111i<'. 11¡1 r"il . . p . :21í.
l �J7-l , p. J 7 y ss.
72 ENSAYOS SOBRE L A V I O L E N C I A B ll N /\ L Y F U N D A D O R A
D I N Á M ICA D E LA V I O L E N C I A 73
senLido.u.<i Así y a n o hay historia, sino historias, mitos, leyendas analicemos como un elemento de la violencia es w1 acto delibe
que constituyen un legado vivo, que ayudan a vivir y hacen que rado puesto que lo que caracteriza a todo poder, sea cual fuere,
podamos situarnos en la deambulación existencial. �
esju tamente conciliar esta energía inútil, orienLarla en funci ón
La acentuación del presente reposa en esta comprensión de _
de un futuro radiante, de mafianas que cantan y ele un para1so
la inva1iancia, muy fácil de acusar de naturalismo, y que, desde de transparencia. Pero, frente a esta propensión institucional,
el EclesiasLés a Maquiavelo (por considerar sólo representacio están las situaciones existenciales que asumen, consciente
nes intelectuales), se ha fornrnlado de idéntica manera. mente o no, la circularidad, el déja-vu, lo ya-dicho [déja-dil], Y
En su capítulo intitulado: "Los mismos accidentes suceden se organizan en función de esto.iO En suma, la Lrágica cuesLi n �
a veces en pueblos muy distintos", Maquiavelo anota con preci del Eclesiastés, que por otra parte no espera respuesta, el q u ul
sión: "Quienquiera que compare el presente y el pasado, ve que novi sub sale, es un obstáculo extremadamente frágil, Y sin em
todas las ciudades, tocios los pueblos han estado siempre y si bargo ineludible, de tocia dominación generalizada.
guen estando animados por los mismos deseos, por las mismas Reconocer la pregnancia del presente no remite a una doc
pasiones". Prosigue diciendo que nunca se sacan lecciones del trina de Ja eterna naturaleza humana; tampoco es ignorar la
pasado, y que cuando un individuo las saca, no aportan nada en importancia del condicionanüento social en la formación �lel
pos de la conducción de los pueblos.60 Esta lucidez en el análi individuo. Quiere decir que encontrarnos la invaria.ncia ele cier
sis político coincide con el pesimismo social al que hemos he tos grandes trazos surgidos de sedimenLaciones sucesivas que
cho referencia: más allá ele lasjustillcaciones y las construccio constituyen lo que Freucl llama los "arcaísmos .filogenét icos", Y
nes proyectivas o p rogresistas, el gasto, la pérdida, la muerte, que van impresionando los comporLarnientos cotidianos. Vivir
el azar, en tanto residuos mayores, determinan tan fuertemente el p resente remite así a la experiencia como coagulante social,
la existencia que ya no es seriamente posible "operar" sobre sin que esta experiencia exceda su rol pllntual, bien determi
el futuro. Hay una salud irreprimible que no se debe sólo a lo nado, de proveedor de informaciones y no se vuelva "teoría" o
que se conoce como epicureísmo y que se determina en fun "filosofía de la historia".
ción del eterno prnsenle. Desde luego, conviene obse1var cómo Por supuesto, esta acentuación del presente encuentra su
es que se va modulando, cómo se afirma, cómo se oculLa, ciué forma paroxística o se expresa en tanto tal en los marginales
manifestaciones más o menos precisas comporta, pero pese a 0 en los herejes, pero éstos no hacen más que formular explí
ello considerarnos que es uno de los arqueLipos esenciales que citamente la relación con el destino que expresa la 0xistenc:ia
estructuran lo ciado social. cotidiana. En su obra sobre el pueblilo ele Monlaillou, habitado
Que califiquemos aquí esta. actitud como "salud" social y la por cáta.ros, E. Leroy-Laclurie da cuenLa repetidas veces de esta
.,, C11an1os <1q11i la ohm d<· L. Hin 11isl111 /"!' r/t• ,.,, ,¡,, '" ·s
'1/ill Ir'. ( . ,l)I'
'" La relación entre la elernajuV1'1 1 1 1 1 d , la Pl1·n11· .1. 1 dl'I pn•s1•111" Y la <"11T11l:1rnl;11'
¡1/1
l !lí:I. p. lfi Uróhor" lo ;111•,1 igua. la S<'rpil'11ll' lia s1d .1'1 1
ce en el folklore y la mitología. El mito dL'
"'' M.1<11 1,1n;1.11, /J1.w·o111 ·.� s 1 1 1 · /11 1 I'.� ('()ffJ ,·
pre 5ímbolo de eternidacl y de n'j11veneci111i l•1110 <'t1;111dn ('acla ai'10 :1handona
.�11
\'lt''. ni<'I
lialli111:ml. ! ! ):>�. p .¡r;7 p. !\'. "La <"llr<i<' 11 1ag1q111• . Y 1
ltPmiLimos a C. C.L\li:l\EllET, /,1• G111"1u11•ul. 011. c i l
E N SAYOS S O B � E LA V I O L E N C I A BANAL Y F U N DADORA
í-1 D I N Á M I C A D E LA V I O L E N C I A
relación con el tiempo que expresa claramente esa "salud" de parcelarias. Así recortado, el tiempo ingresa en el orden de la
la qm' hemos hab la do. Habría que señalar numerosos pasajes
separación, se vuelve útil y funcional. Una genealogía de la dis
de los originales de este gran proceso inquisitorial; bástenos
ciplina en la educación muestra la importancia del recorte del
con decir que los clos caracteres esenciales de la temática del
tiempo, permite comprender de qué modo dicho recorte permite
presente están allí formulados. Primero que nada, Ja circula
el dominio del cuerpo. La vida acompasada de los monasterios
ridad: "En todo Licrnpo ha sido, y en tocio tiempo será, que
ofrece un primer ejemplo de esta domesticación; más tarde, los
hombrr con nn\j e r ajena se acostará". Frente a la doctrina
sistemas de educación de las órdenes religiosas73 tonrnn la pos
oficia l de la Iglesia acerca de l a linealidad catastrófica de la
ta; finalmente, la organización científica del trabajo, promovida
hisLoria, doctrina que le permite, en función del futuro para
por Ford y por Taylor para el mundo occidental y aplicada con
disíaco, fundar su poder sobre Ja existencia del hoy, el cam
entusiasmo por los dirigentes soviéticos, culmina este dominio
pesino heterodoxo afirma la eternidad del presente y de sus
del tiempo e intenta vaciar el presente de toda su intensidad
componentes. En este sentido, Jaguette den Carot, otro incul
vivida. La eficacia de este recorte, al mismo tiempo que moldea
pado, declara que "el ünico siglo que hay es el nuestro", y más
al individuo como entidad eficaz, permite el desarrollo de una
adclantr: "¿.Rencontrar a nuestro padre y a nuestra madre en
organización progresista, de una tecnoestructura que hace in
el otro mundo? ¿,Recuperar nuestros huesos y nuestra carne
gresar en un orden de la equivalencia. Este tiempo útil se vuelve
por l a resurrección? ¡Vamos!"í1 Este rechazo del más allá se
arraiga en l a preocupación de vivir a fondo el presente de este un tiempo homogéneo y vacío que pierde tocio su peso .
Sin embargo, este tiempo vacío y homogéneo, resultado de
mundo (scecuhtm significa aquí "mundo"), vivir este mundo
con todos sus componentes y sus diversas finitudes, pero vi una visión lineal del devenir, no ha triunfado del tocio ' como el
virlo en plenitud. esquerna que acabamos de esbozar pretendería exponer. Así,
Apn:' hensión ele l a circularidad y del rechazo del más allá
incluso si hay una posición dominante en las sociedades occi
son sin eluda los caracteres subversivos del presente que refu dentales, el tiempo lineal no ha suplantado del todo al tiempo
tan real rn e nte, y sin "discutirlas", las construcciones político cíclico. A diferencia ele los análisis, en muchos aspectos fun
religiosas. Encontrarnos aquí la diatriba de Nietzsche contra dados, de ciertos comentaristas,7·1 nos parece que en el interior
quienes invenLan "otro mundo para poder calumniar y ensuciar de grandes períodos históricos prevalecen tanto la concepción
éstc" í2 _ lineal como la concepción cíclica, y que el fenómeno de satu
Así, j ustair1ente porque el presente vivido se reconoce corno ración, descripto claramente por P. Sorokin respecto de los fe
subversivo, el prirner objetivo del poder es dominarlo, recor nómenos culLurales, permite comprender cómo es que dicha
tarlo, organizarlo, dividirlo en secuencias dominables en t;mto concepción por mucho tiempo ahogada o latente se exprese
nuevamente con fuerza. La larga historia ele Egipto nos brinda
( :f. !,. L1-: m • 1 - l..11 11'1111·: . ,\/u 1 1 t 1 1 i/ln11. ui/111.<fl' occi/u11, el!' !J!JJ¡ i1 1024,
G¡1Jlimard,
1 �¡-¡.-,, i ' · �,��). ;¡ Cf. M. Fm·c,1t1LT, Sui·uei/h!t' el p11'11 Í'1; O{J. dl., p. 152, 15!1.
7 I·'. N11:TZ�{ 'llE. /.11 \ i > / 1 1 1 1 / r ' ¡{,• ¡ 1 1 1 issuJ11'<'. l'aris. lQ-17, t.. 1, lib. !, p. 103. 7·• Así, por ejemplo, .J. Mo�NEHOT, Sociolr1.fJÚJ r/e In rénol11lüm, Payard, 1969, p. :¿4,1.
______________ ___.
..__
______________ _ _ -- - -
76 E N SAYOS S O B R E L A V I O L E N C I A B A N A L Y F U N DA D O R A
D I N Á M ICA D E LA VIOLE N C I A 77
más extremos. La planificación (social, económica, cotidiana) siendo el paradigma de la forma social que describimos, vemos
que sirve de justificación o que se aplica y las ideol ogías de la también la repercusión ele esta preocupación por el presente.
·.•. lll.!111ili111os aquí al rxc1'i<�11tr l rabain rn H. DI' MA�,/\11-clél1L ll"ll ll'IUl":J'is1111', !)p11íl, IHl-1, p. 1:IG.
de C. Ho�s1:r. /,'1 1 1 1 / i-No111r1'. PUF, HJTl, ¡1os
si 111, .\' p. 2i\ :):, , íi�. :: 11emitirnos aquí al capítulo dedicado a este problt•111a t'll M . MAFFl·:�uu. /,11yir¡111· r!f'
/u do111i·1111Uo11, PUF, 197G, cap. Vil, p. 127 .v ss . ( N 11\'va t'ciit·i(H1, 1 l ¡ 1 1 ·<•s /11 1111Jri1·1·1111i· ').
E N S A Y O S S O B R E LA V I O L E N C I A B A N A L Y F U N D A D O R A
D I N Á M I C A D E LA V I O L E N C I A 7!)
drl orden establecido. Pero su prudencia se orienta por comple hombre que siempre ha esperado todo del futuro, que ha vivido
to hacia un ordC'n que desplaza hacia el futuro los goces de l a con los ojos fijos en el futuro no tiene nada en su pasado que lo
vida; inaugura de esLr modo l a racionalización d e l a existencia, rcconforLe ante las amarguras del presente, puesto que el pa
que es de hecho una protección contra el exceso bajo tocias sus sado no ha sido para él más que una serie de etapas impacien
forrnas. El conjunto del drama ele Eurípides muestra con clari temente atravesadas, [ . . . ] puesto que siempre ha contado con
dad, antes de que Penteo sucumba ba_jo los golpes de su propia enconLrar más adelante la felicidad que no pudo alcanzar hasLa
madre ganada por el orgiasrno, cómo éste, tras sentir �¡ peligro el momento"80. La ceguera sobre sí mismo y sobre la gravedad
de ('S<' presente' aflrrnaclo, lucha con todas sus fuerzas contra su de su presente deja al individuo detenido en el futuro y com
pletamente estupefacto cuando, por cansancio u otras razones,
fulminante irrupción. Incluso Cadmo, su abuelo, fundador de la
se ve confrontado a Ja inanidad de su existencia activista, que
ciuciad, se suma a lo que considera un factor regenerante de la
funciona a parLir del principio de utilidad y que, como hemos
organización social. E n efecto, la afirmación del presente y del
dicho, está enLerarnente orientada hacia el futuro; "el interés
p:-;c·pso i nlwrC'nL(' a (·I renuevan la violencia fundadora más allá
por el ahora" (W. Benjamín) ignorado se manifiesta a la inversa
d0I pan" n t C'sis dC'I dc>srn nso n0cesario que administra Penteo,
con violencia, y el rechazo de enfrentar la muerte de todos los
pero, en este senhcio, "hacer las bacantes", en el sentido fuerte
;,. ··<:0111l'rse C'I trigo al1lt'S dt· que 1 1 1adun'', C'xJ)rl'sión cakada clel fra11c<�s ( 1111111111•1
· ' 1·;1 u11·11•1:,. Tr¡ig1q111•s �n·<·�.
¡ L:i l'lc'i;1cll'. l ;a1Ji111anl, l !lü¿, /,es llutc/111>11r•s, p. 1:¿0:) y ss .
s1111 lilr; 1•11 /1et"lil') que signilic·a "cli lapiclar·· (11. dcl t .) .
' . �!J: � \. _¡:�o �· 1 � . 11111<1\111·:1.\l, /,1' S11ir·1<h'. 11¡1 ni . . p. �8G.
E N S A Y O S S O B R E LA V I O L E N C I A B A N A L Y ' U N O A D O R A
D I N Á M I CA D E L A V I O L E N C I A 81
días hace de la muerte, metafóricamente o n o (desencanto o reconocido corno tal adaptado, negado en parte o enteramente,
suicidio), la gran victoriosa . Cuando hablamos de interés por lo trágico, otro modo de decir presente, no reconoce otras
el ahora, nos referimos a una negociación que siempre y reno realidades más que ese tiempo que se da para vivir. Reconocer
vadamente debe llevarse adelante junto al tedio o la intensi el presente como lo "único" real no implica ce:monizar todas sus
dad de la vicia cotidiana. Esta negociación, a la que llamamos forrnas surgidas de Ja pesadez de lo instituido, implica ubicarse
a veces enfrentamiento o destino, se modula a través ele diver oblicuamente respecto de esas formas, con todas esas formas,
sos rituales cuya función es acentuar y dar sentido a todas las implica practicar el "aislamiento", el ilegalismo, implica a veces
minúsculas creaciones de la vida concreta. Así, la mayoría del incluso luchar -pero sin ilusiones. Es en efecto una lucha por
tiempo, sin que se rechace explícitamente un más allá político el presente, en el presente, que no se determina ('H l'lmción de' un
o religioso que justique el más acá, debemos enfrentamos, por mayor bienestar futuro; sin embargo, este hecho adquiere muy
vía de la duplicidad o de la disimulación, a una valorización a menudo la apariencia de la sunúsión, signo ele la duplicidad
del instante que, debido a su aspecto escurridizo, escapa a las subversiva. En este sentido, en oposición a la perspectiva
diversas formas de la imposición. historicista de M. Horkheimer, creemos que la utopía tal como
Hemos hablado más arriba de un "artificialismo" que se la hemos definido, la utopía que es sobre lodo "a-cronía'', es
opondría a una visión lineal de la historia y al presupuesto decir que no se ubica en función de la historia, sino que vive la
del "deber-ser" que la sustenta. A partir de esta noción, puede intensidad (o la monotonía) del presente, esta utopía, decimos,
decirse que el interés por el ahora, la gravedad de la vida no salta por encima del tiempo;8" salta por encima de la
cotidiana rehabilitan lo arti ficial, en oposición a lo que sería historia, por supuesto, de un salto que es danza alegre Y trágica,
la autenticidad, la verdad, etc. Lo que existe es lo que se salta por encima de la historia para establecerse mejor en el
hace (jacti¿m) y no lo que será o será hecho. Lo artificial está tiempo. En este sentido, las diversas proyecciones del País de
cargado de finitud, se inscribe en la precariedad, y por eso Jauja, o de las "Tierras sin mal", son unos de los tantos mitos,
mismo traduce la amargura y lo trágico ele lo que acontece. de las tantas historias relatadas, que permiten dar forma a las
Así, a través de la nobleza que representa, lo artificial permite diversas creaciones y discursos del p resente -y raros son los
comprender Ja soberanía de un conglomerado social sobre su momentos en los que estas proyecciones incitan la partida en
destino. Volvemos a encontrar aquí la feliz afirmación de la masa hacia un mayor bienestar espacial e histórico. De todos
que hablaba Nietzsche, la de un sí patético a lo que existe. Y si modos, estas partidas son objeto de otro tipo de análisis.
retomamos una observación de C. Rosset, puede decirse que Lo que queremos decir con esto es que no existe un orden
"el don del presente, que es el don propio del artificio, supone real objetivo y racionalizable -un orden real social que sería
una inevitable segunda intención t rágica"81. Por más que sea necesario comprender y modificar- que' se oponga a un ima-
,, c. ¡�,·��ET, /,'¡\ 11/ i-NUl ll !'f'. 1�·¡,;1111•11/s /IO/I r 1 1 1 1 1 ' ¡1/i i/l>SIJ/!11 ¡,. 1 m.11 il/lll', 11/!. r · i/ .. p. :J(J!J OJ cr. M . 1-!0llKIU-:IMrn, /,es {)¡i/m/s 1/1• lu ¡ilii/11sri¡1/1 1 1 ' /¡111/ITJl'UISr' 1/1• /"liis111il"I', l 'a�·ot .
. 1·ss.; sohr0 f'I ;1rt ifirio .1· lo artificial, nos rf'fcrimos ("011 frec11l'ncb ét las t esis de>I <l
J!)74, p. 1 y SS.
o�•)
Q E N S A Y O S S O B R E L A V I O L E N C I A B A N A L Y F U N D A O O R t,
D I N Á M I C A D E LA V I O L E N C I A
¡ . . . J dt' un orckn ck la reversibilidad, ele un orden simbólico"s.1• a una catarsis que expulsa toda la sedimentación de intensidad
En efecto, no existe 11i11gún "buen Lipo" al que debería esperar no utilizada en la vida coticliana.85 Corno ya hemos indicado
se. "Todo .va está acá'', con la pa1te oscura formando en con a propósito del mito de Dioniso en Tebas y corno sefiala R.
secuencia parte int t•grante de lo dado, y con la muerte deter Caillois en su libro Los juegos y los hombYes, el exceso es parte
minando en el punt·o mcí s alto la vida de t odos los días. Vivir la integrante de la estructuración colectiva, es "ese interregno d e
muerte ele t.odos los días. Quizás sea esto lo que mejor exprese vértigo, d e efervescencia y ele fluidez, donde tocio lo que hay
lo que entendemos por intensidad y monoLonía del presente. Y de orden en el mundo queda momentánem11ente aboliclo"s1;.
allí, en ese enfrc•n l.arnienl.o perpetuc:m1ente renovado, el honor Gracias a él, la defensa, el enfrentamiento a la muerte, que son
de la condición humana se expresa con una lucidez multi forme caracteres arquetípicos de lo humano, pese a ser contrapun
(int t'IPctual, af0ctiva, artística, fáctica, etc.), y por ello j usta tos se jueganfo1·tissinw y recuerdan así su función en el milo
mente' ha n�p resentaclo siempre una alternativa a la domina cosmogónico. En efecto, en las manifestaciones ele exceso , la
ción. El presentP es entonces esa necesidad irreprimible que violencia fundadora de tocio el intercambio simbólico recuerda.
tiene el hombre ele decirse por completo aquí y ahora, esa "tota
lidad", en la quP nada se deja de lado, que permite comprender
>;. En un trabajo a la vez erudito y variaclo, J. J . Wr:v�NBcm a·:H, fA¿ F1;11!, /e.fi'11 el 11' m
rTé, Ecl. Universitaires, 1977, hace un exce l enl e análisis <le algunas manifcswc:iones dl'
lo que 11oso1 ros llamamos exceso .
' l 'od1·111ns l1:w<'r rl'l'n1 •11,.i;i :1 q 1 1 1 ;1 I;) pl'rÍPc<·iún dt• la "\·ida 111ix1a" desarrollada por
.,; !{. C,111.1.rns, Les Jeu.r el fes llu111111es, u!clees», Ga!limard, 1958, p. 170. Puede c·on
l ' 1 . ff"'· '·11 / 'l1ili"/11•. l.;i l ' i < •iad<', tialli1nard. I Hf>O , l . 1 1 . µ. 56f>. 5ííl, 625.
sultarse también el 1 raba,10 citado ele C. GAl<:NEBET, L<' Ca.r1111 n11./, que da nunu�rosos
, , .1. l l \1 J ll,11.1. \111>. /,'/�'l '/11/ll.f/I' .\l/ l///Wlir¡1tr• l'I lo ///()/'/, UJ•. ('//. . JI. 220.
ejemplos al respecto.
84 EN SAYOS S O B R E LA VIOLE N C I A BANAL Y F U N DA D O R A
D I N Á M I C A D E LA V I O L E N C I A 85
"' Hemos extraído dichas referencias de J . D111"1t;N.11 1i, /,', \110111"" P/•. l'il., p . 1 0:1.
"' Cuando hablamos de "sentimiento anarquist<1", 1 1 0 prl'l.t'1tde111os 11a1.11ral111l' 1 1 t 1 • i l;t
cer referencia a los dif0rcn1.es dogmas f!Ut' ila('l'11 al;1rd1• dt• t'�t1• 110111bn'.
8() E N S /\ Y 0 5 S O B R E LA V I O L E N C I A B A N A L Y F U N D A D O R A
D I N Á M I C A D E LA V I O L E N C I A 87
( ' f. ! '. S 1�" ' ' ( 1 1 . S1rnld, l l . Tnrglll', C. Vr'rdillon, c-olahs . ) , /,'/:,\¡Utr'I' el so11 !lu11/i/1•, ., , f{e1 1 1 i t i 1 1 1os al trabajo ele S. J<rw.11AI\, Niet:::sc/ie et la 1111;/11¡1iirn'I!, Payol, l !J7.. J , p. 7!J.
J·:d ( 'i l ; 1 1 1 1 p m i l a i 1 1 . ! ':iris. J �lí.'l. T<1111llil'11 n•co1 11\'11cla111os <'i c·xc:<'il'mc• t rnba,io ele L.
.,, G. B.1TA11.1.E, Lo f-J( / / 'f 111a'11 rlit1', precedida de U1 1111/i1111 r/I' 1lr'¡n:11sr', Mi1111it. , i!J(ií.
�¡.,, 1.1�. /. '/·:1 1m¡>r' 11 111/ih'. l·:Js1•1·i1'r-S6q11oia. ílruxl'li<'s, IDí!l.
p. 3:3,
88 E N SAYOS SOBRE L A V I O L E N C I A BANAL Y FUNDAOORA
D I N Á M I C A D E LA V I O L E N C I A 89
implica cornprenclcrla como superación de l a atomización; tamente las cosas. Por otro lado l a palabra es luz, es el fuego,
"' Pensarnos aquí en dos r.rabajos muy diferenLes, pero que clcsarrollan igualinP1111 ·
esta idea de circulación: C. C:..11c;NEBET, Le Canwvul, op. r:'il . , y J. J. W1:m:N1111¡¡c:1·:n, /,11
.. !·� 1 1 l'r; 1 1 1c·c•s "¡111n1/I'" . · · ¡ 1;ilai lra li;1blada", Pll oposición a palabra escriw (n. el. L. ) .
F'iile, /e fl'11 11 lu sa!:ni,
o¡;. cit
E N SAYOS S O B R E L/\ V I O L E N C I A B A N A L Y F U N O A D O R I\
D I N Á M I C A DE L A V I O L E N C I A
corno l o señala este fragmento del Upanishad citado por G. manera w1 tanto perentoria, G. Le Bon declaraba que "dentro
Durancl: "¿Cuál es la divinidad del Zenit? -¡Agni! -Y Agni, del cabaret [ . . . ] por repeticiones y por contagio se establecen
¿sobre qué reposa? -¡Sobre la palabra!". También es posible las concepciones actuales de los obreros"'º�, renacía la virtud
reconocer en la palabra una metáfora de la sexualidad, ele la si de una palabra, que puede ser anodina, pero que nada puede
miente; el "verbo" ele la tradición cristiana es un claro ejemplo controlar. Sólo dentro de la cadena sin fin de la palabra la co
ele esto. 10° Con la palabra, estamos en presencia de una profun munidad humana se realiza concretan1ente; esta concatena
da actividad comunicacional que, más allá ele sus signiilcaclos, ción es ciertamente el modelo ele lo que puede llamarse empla
es importante por sí misma, porque está simbólicamente en el zamientos simbólicos; en efecto, ya sea en la palabrería o en la
origen de la vida y ele Ja soberanía sobre esta vicia. Monopolio efervescencia de la reunión popular, ya sea en la agitación del
del jefe, la mayoría del tiempo, es cada tanto reasumida colecti mercado de todos los días o en aquella, más discreta Y más se
vamente, puesto que vivifica y siembra nuevamente el conjunto creta, de la vida del barrio, lo que se opera es el reconocimiento
del cuerpo social. En la circulación ele la palabra, lo clUimos de sí a través de los ritos, de las costumbres, de las palabras
más arriba, lo importante está menos en el contenido que en el colectivas. Es en este sentido que la palabra es un elemento
intercambio mismo. Por eso a partir ele este intercambio pode estructurante de la socialidad. Hay un placer al contar o al es
mos comprenderla como medio ele la violencia, por el lacio ele cuchar a quien entabla solidaridades estrechas, complicidades
la revuelta, porque abre el campo, el intercambio sin fin, a la sin fallas; hay una comunión por intermedio de la leyenda, de
circulación de ideas y de infonnaciones; es mito, es decir punto lo heroico o de lo maravilloso, mucho más profunda que el seco
ele partida de múltiples pensamientos: "Como no trae la verdad, acuerdo que puede aportar un prograrna teórico o una demos
no detiene las discusiones. Remite, por causa ele su opacidad, tración científica. Así, las teorías revolucionarias fundadas en
a otras discusiones, a otros discursos"'º'· Esta opacidad, que la Ja única aproximación de un análisis científico se dieron cuenta
filosofía criticará, es ele hecho la expresión misma del cuerpo de esto e introdujeron en su material de propaganda un corpus
social y, ele este modo, lo renueva y lo desarrolla. Esta es la de historias, de grandes hechos, de descripciones hagiográfi
función dinámica que G. Sorel (fue el único teórico del movi cas, etc., que tendía directamente a alwnbrar la emoción ele las
miento obrero que lo hizo) atribuía al mito en Ja lucha social. masas. Este mismo proceso es el que por otra parte siguió la
El primado ele la palabra o del mito así entendido se debe a la joven Iglesia cristiana, que, al lado de la pureza ele su doctrina,
movilidad ele su contenido, a su función energética. Tal corno había dado forma a una multitud de santos para bautizar rápi
las olas sobre un l itoral, una tradición oral se forja a través ele damente a todas las creaciones figurativas que la imaginación
afirmaciones, de repeticiones, ele sedimentaciones sucesivas, popular había suscitado.
mucho más flexibles que la transmisión libresca. Cuando, de Dijimos más arriba que la palabra era monopolio del jefe;
''" lh•11111 i111os aquí al a11;ílisis dC'I aliado l(lll' hace G. lJ rn.1N1 1 , /,l's s11 ·11c/ 11 1'f's r111//11v¡•o !!)(\:!, p. 'i·I. Ta 1 1 1 l>il.' l l n•mi
'"' G. LE BoN, /'.\IJClwluyie rl1•s . Ji111 l<•s ( 1 88f•), reéd. l ' l W,
lu1¡11¡111 •s r/1• / 'i11111.11i11111 /'I'. "'" cit. . p. 1 í4, 1 íG, l 9 S . timo� a nuestro trabajo: M . J'vL1FFl·:�rn .1, /,o,r¡it¡111• til' /u tl1u11 1 1wliw1. u¡>. 1·1 1 . p . l � l l . l ! i D .
"" l.. l \11 11·�. l/i.,tnirf' 1 / 1 • / '/1islnir1• r/1• / 1 1 ¡ 1 /1i/riso¡1/1/I'. n¡>. ('!/., p. 1 6 . 188, 192.
q_¡ [ N S A Y O S S O B R E L A V I O L E N C I A B A N A L Y F U N O ll O O R A
DINÁMICA O E LA V I O L E N C I A
definitiva se presta al dinamismo del conjunto social, que la por la actitud prometeica, el canto y el mito, la palabrería y el
crea o la utiliza. habla vacía del jefe impregnan el conjunto de l a vida social, l a
E n es!(' sen! ido, puede decirse que la actividad comunica estructuran como tal, a l tiempo que permiten a cada individuo
cional ele la que habla la escuela de FrankJurt es una práctica asumir sus sueños y sus deseos y afrontar l a angustia del des
social si m ból ic a que rt'instala el honw loquax al lado del homo tino. Moclificanclo otra observación de Clastres, podemos decir
fnbN, .Y ele rs! r modo re l aLi vi za a este último, le quita ma su � que la palabra por nada, l a palabra primordial, cumple la doble
premacía moment árwa que e ra correlativa al desarrollo de la misión de "juntar a los hombres y de quebrar los lazos que los
ideología p ro ductivist a. . unen"'º�'. Vemos aquí con claridad esa metáfora que representa
M. Mauss mos! ró con claridad, en su ensayo sobre el don, el intercambio simbólico. Se trata de una tmión que expresa la
QUE' a partir de la circulación sin fin de los inlercan1bios se fun imperfección del deseo hurnano, es decir que no es fusiona!.
daba la vida colcct iva, más precisamente que esta vida sólo El intercambio no significa la transparencia de las conciencias,
incluso a veces se funda en la c1ueldad.
\ :-;'!'• " 111 • :1 . < 1n¡t 1 1 1 1.,u11u11. u 1 1 1 1 ur1¡u11 1sul1u11. 11¡1. c11. . p. J:lí. ¡.:¡ autor cita 1 a 1 1 1 -
l > 1 • ' 1 1 . :1 ¡ ir 1 1 1 > < 1s 1 1 < 1 d < ' I . 1·;11·at i < ' r i<'l'l"'rista d t • J o <'S<Tilu" � · d < • J a «l'<'iigii'1 1 1 r iC'I
. E:stacJ1¡ . . , a J I .
'"' 1;r. Jas oilst•1vacio11c� q11e l1<1tl' al rc�pcc;to .J. U11\'IUNAl'I•, /,'1\111111111•, u¡1. 1·11., p. J():J y ss
l.1:r1:1:11<1· . ( 'u11/r1· /1·s /1 •d1 11111·1·111i1•s. t : on1 lii1·r. ¡q¡:J.
''" P. Cl..\S'l'HES, La Socil'I<; C!Jt<ln' / 'f�/(I/, l� cl. ele Minuit, I �J7-I, p. J JU y ss.
DG E N SA Y O S SO B R E L I\ V I O L E N C I A B A N l\ L Y F U N O l\ O O R A
!:)7
D I N Á M I C A D E LA V I O L E N C I A
Más contemporáneamente, los graffitis surgidos en Nueva hablamos más arriba- explica que las palabras (en los ejem
York en 1972 en las paredes, los colectivos, el subte, pueden plos que hemos ciado, y por supuesto en muchos otro�) puede n
ser analizados corno una palabra "por nada". Es aquí donde J. liberarse, y que ya n o se las pueda dominar. R. M. Rilke dec:ia ,
Bauclrillard ve, más allá ele la indiviclualiclad privada, más allá sustancialmente que el hombre liberaba la palabra que a su vez
del nombre propio, un "intercambio colectivo intenso" 1 ºfi . Este liberaba al hombre. Leemos esta observación como manifesta
rasgo "colectivo" puede estar desprovisto de sentido y no te ción de l a fuerza "poética" del aparente sinsenLiclo. La µalabra
ner finalidad, se manifiesta espontáneamente y de un modo descontrolada remite a la fundación, de allí (tal como hemos
precario, surge y se pierde en el anonimato, no es pasible ele señalado) el Lernor que tienen los sistemas, cualquiera sean, de
interpretación alguna, sino de la que reconoce su "inutilidad". los lugares o situaciones donde la palabra es libre.
En el acto mismo se agota su significación, y, al modo ele los Podemos ilustrar este asunto citando un "entretenimiento
india.n,-1: rnetropolit.ani que, durante la efervescencia estudian literario" de Ch. Fourier, que juega con las palabras en una
til, se volcaron en la primavera de 1977 a las calles ilal ianas, respuesta ficticia a una invitación. S. Debout, que edita Y ana
las violentas insurrecciones neoyorquinas nos recuerdan que, liza este texto, observa cómo este juego gratuito, cercano a
en la burla y el sinsentido, se puede vivir una solidaridad pa los jw.�gos de la infancia, escapa a toda construcción, cómo
roxística, solidaridad puesta en juego por excluidos, es decir al deconstruir el lenguaje (cf. lo que hemos dicho respecto <le
por individuos que tal vez experimentan más dolorosamente lo los graffitis), lo acerca a la más perfecta poesía. Pero este jue
esencial de la desintegración de la trama social. Podemos pos go gratuito deja ele ser inocente (y conviene comprender que
tular que su sensibilidad es del orden de lo poético y, como un nada en la infancia o en el juego es inocente) cuando cons
eco de sus actitudes hern1éticas, escuchamos la preocupación tatarnos que "basta con abrir el lenguaje para que hable por
de Mallarn1é: "devolver un sentido más puro a las palabras ele sí mismo contra el orden y el saber"'º'· Porque lo que se ma
la tribu''. Es j ustamente esto lo que está detrás del canto gua nifiesta en este "entretenimiento" es el derrocamiento ele los
yakí, detrás de los graffitis del subte o en la burla ele los "indios pretiles que protegen el discmso y los cuerpos. Encontramos
metropolitanos", el sinsentido, la inutilidad, los antidiscursos. aquí nuevamente, frente al poder del orden y del saber, un
Son los garantes, entre otros tantos, ele lo que nosotros llama impulso primordial, violento, que instaura por un tiempo su
rnos fundación social y son de este modo testigos exacerbados imperio y regenera de este modo las pulsiones desbocadas Y
del intercambio estructural y original. Se trata nuevamente de los discursos que las expresan. Vernos a través de esto que es
una fonna del gasto, de la pérdida, que, pese a ser rechazada o posible relativizar, al menos momentáneamente, el monopolio
negada, consitituye sin embargo el sustrato ele tocia estructura de la palabra por parte de lo que nosotros llamamos el jefe Y
ción individual o social.
El origen mítico ele la palabra -el verbo primordial del que
. . 1·T, "(ii'(i/(' U//
"" cr.el admirable y por desgrada poco co110C'ido lihru dl' ::; , U1:11
111,--, .. . .
., VJJ. 1,.1· 1. , ¡) · ·n
' y ss. Hay c1m' ·s<•i1alar lo 111ucl10 q111• l'I \'Ofl\)('i111il• 111¡> solm· 1"ornwr
debe a s. Deboitt, q11icn dirigió la <•dición tic sus obras rn111pll'Las
,I' qlll', l'tl parl.lcu· 1 ar.
'"" .l. l 3 1 1 ·111111.1 ..111fl, 1;1,', ·f111 11r11 • s,, · ' 1/i1¡111• 1·1 /11 ,,,, !'l. 0¡1. 01 . . p. l �:.!.
editó Le ·1w11 V<'11.11 1v/o//(/e o 111011 1 ·r·11.1· l'l1 las edi('l\llll'S 1\111 lmipos.
E NSAYOS S O B R E LA VIOLENCIA BANAL Y FUNDADORA
98 O I N Á M I C l1 D E L A V I O L E N C I A 99
"" J'. ('1 . i�Tw:s, /,11 S1Jl'id1; r·n111n· / '/�"1111, 11¡1. cil., p. 37; cf. l ;1mbié1 1 p . l8G.
'"" S . Dimu1rr, «GriJj'e rm 1wz . . . », 11¡1. ril., p. 45.
1 ()() E N SAYOS S O B R E LA V I O L E N C I A B A N A L Y F U N DADORA
D I N Á M I C A D E LA V I O L E N C I A J 01
existente entre lo que la Lradición occidental llama lo inteligible rechazo ele la dominación, de la unilateralidad; se Lrata menos
y lo sensible. Sucede con esta palabra o esta torna de palabra de "estar por arriba" que de participar colectiva mente Pn una
corno en los discursos ele los griegos que L. Braun denomina búsqueda comú n . 1 1 2 Esta actitud traduce con claridad, en <':' l ni
"palabras notables", las cuales, en esos graneles momentos so vel de la palabra, la organicidad de la vida y ele la muerte, de
ciales que representan los juegos, tenían un estatuto de unifi las posesiones y las pérdidas, cuya circulación sin fin del don y
cación entre los hombres y los dioses, palabras que volvían a del contradón es el modelo más conocido y que, lo hemos visLo
111 �'- Hou�111:1�1rn, t.\·lipsr· lle 111 m iso1r_ N11isv11 r'I 1·r111sr•rr>flltrJ11 rl<' soi, l'ayu1,
expresar la puC'sta en juego permanente de lo que siempre ten
J\Jí-1. p_ 125 y ss.; cf. 1 ambién �'- Hrn<�llEl\IEH, T AllOl!MJ, Lo /Ji11/r•t1i<¡111· rlr• lr1 mis<JJt.
derú a f ijarse. Oalli111ard, 19í4, P- ¡ :¿ ¡ y ss.
1 04 E N S A Y O S S O B R E LA V I O L E N C I A B A N A L Y FUNDADORA
D I N A M I C A D E LA V I O L E N C I A 105
socialmente asumido, el gasto, la pérdida, la consumición que sucede con Ja palabra, en un elemento ele irnpmtancia en la
éste representa permite j ustamente lo que nosotros llamamos dinámica ele la violencia; su facultad agregativa, de la que ya
pcrdurancia social. En suma, vernos que la muerte es asumida, hablamos, propaga en el acto mismo su eficacia subversiva, y
vivida, negociada, destilada de diversos modos por el conjunto por este acto (más allá del contenido propagado por la risa)
de la especir, qur permite a la vicia existir. La risa exuberante consigue clemistificar la engreída pretensión ele racionalidad y
ele lo dionisiaco (y de las formas modernas que reviste) es la universalidad ele la seriedad política.
expresión paroxística ele este lazo con la muerte. Podrían multiplicarse los ejemplos de esta demistificación,
En efecto, lo que nosotros llarnanos mue1te asmnida es el re las historias, el corpus legendario, las anécdotas sobre todo;
conocimiento ele lo artificial dentro ele lo que se presenta como los chismes de café, las frases ingeniosas son algunas ele sus
natural. Y, corno el deseo o la omnipresencia ele la muerte, la iisa expresiones. Por otro lado -los etnólogos lo han señalado a
es justarnentf' ese gusanito cotidiano que roe el andamiaje bien menudo- es a nivel ele la producción mítica donde se expresa
JT1ontado de la escena política. Muestra que el juego teatral, el lo que podemos llamar "función antropológica ele la risa". Así,
espectáculo, que se tomaba como real, es perfectamente sentido como constata P. Clastres, "los chulupís hacen a nivel del mito
lo que tienen prohibido a nivel ele lo real " 1 ni. Se trata en este
· · \ q 1 1 1 n·d 1 az;1111us l'I ; 1 1 1<1lisis <pi\' lta1·<' . J . Llrn 1 1 tlel dvsaf'lo tlio1 1 isiaco (cf. Lr· Rl'tu11r
r/1· J > 1 1 1 1 1 11s11s. ''"" !11·1·111·1�" l'I !1"' 111n,111·s. J fJíli . p. 220). La cita tic Nietzsche ha sido 1 " C. l(u>SET, f,'A 1 1 t i-Na1·11re, OfJ. cit. . p. 87.
1''-. 1 r; 1íd ; 1 t i < ' <'Si;I p;Ígl ll<I 1 1" P. C1.,1STHEs, La Sodeté rn111r·o /'l�t!lf, op ci1. p.127.
caso d e una prndencia que exige la conservación d e sí mismo; res utilizados por la violencia social, podernos deternos un ins
antes citarnos el humor judío en los campos de concentración, tante en esa forma de exceso que, en la tradición dionisiaca,
podemos también recordar lo que las diversas ocupaciones te se llama orgiasrno, esa efervescencia colectiva, elemento im
rritoriales suscitan por su propio carácter trágico: frases inge portante de la fiesta121 que también remite a una intensa cir
niosas, historias humorísticas. La última ocupación que tuvo culación de bienes, de sexo y de palabras. Es más, quizás el
lugar, la de Checoslovaquia, es un claro ejemplo de esto. Reír orgiasmo sea el lugar de lo simbólico por excelencia; es aquí
simbólicamente de lo peligroso, de lo inaceptable, o de la pesa donde, en la perspectiva de una violencia como modo de expre
da seriedad, es preservar o reforzar la fuerza de la afirmación sión de l a esencial oposición de lo cosmológico y lo antropo
vital, es permitir la sedimentación que puede eventualmente lógico, la palabra y la iisa se desatan y cobran todo su sentido.
pem1itir el pasa.je al acto. Así, en el ejemplo de los chulupfs, al Querernos decir con esto que la orgía resume técnicamente los
chamán o aljaguar que inspiran temor o respeto, y ele los que es fenómenos de efervescencia social; en cierto modo, canaliza,
posible reírse simbólicamente, incluso se los puede matar, y no expresa y limita lo sagrado, lo desconocido, la parte oscura con
sólo simbólicamente, si la ocasión se presenta; así, en el caso la que se moldea al individuo y a lo social. Al mismo tiempo,
presente, la dernistificación a través de la risa puede ir hasta un protege auténticamente contra todos esos elementos. La orgía
pasaj e al acto y cumplir con aquello que en la risa era sólo un pone en relación de manera paroxística el gasto, la pérdida, la
indicio. disolución. La relación orgánica que une la muerte con la vida
Metafóricamente o no, la risa logra romper el cerco, permite es vivida titualrnente, en la crueldad o en la serenidad, según el
el fluir torrencial de un querer-vivir al que se intenta frenar; no caso, y ese ritual permite que se establezca la soberanía sobre
es el signo ele una reacción brntal y falta de inteligencia, sino la existencia que tanto estimaba Bataille, lo que nosotros ! lama
la expresión sutil de una conservación ele sí que se sabe ame mos perdurancia social.
nazada. Sin embargo, cuando hablarnos ele perdurancia social Esta muerte asumida se aproxima a la "muerte aceptada",
o conservación de sí, estamos integrando, y creemos haberlo que es la esencia del sacrificio, y fue el psicoanálisis quien
mostrado, la pérdida, la muerte, baj o tocias sus formas y en supo mostrar que era la muerte de la muerte: el sacrificio
frentadas con ironía y burla. Reír a carcajadas, ¿no es acaso anuncia y prepara un dominio del tiempo. Por otro lado,
partirse, despedazarse, perderse? Y sin embargo gracias a este cuando se conoce -y aquí nos apoyamos en los trabajos ele G .
acto existimos, y ahora puede comprenderse la observación Durand- l a estrecha relación d e l sacrificio con las prácticas
ele M. Tournier: "La aproximación a lo absoluto se señala por orgiásticas, se comprende el doble sentido de las mismas:
u Sobre la temática de la fJest.n, existe una í111por1a11t.L' lít.eratma. \{P111í1 í1111is al n•
c:iente trabajo de J. J. WuNf:N11111i(;f:11, /,11 F1;te el le Sun·,., 11¡• 1·i1 y a \;i l>ih\ 1ugr;1f1<1 q l l t '
. .
i::o i'vl. T111 '11:-;11·:1c f,r• \!i ·111 l'ur11l'i<'I, r:a llí111arcl. H)íí. p. 1 ·19.
allí s e brinda.
110 E N S /I Y O S S O B R E L /I V I O L E N C I A O A N A L Y FUNDADORA
D I N Á M I C A D E LA V I O L E N C I A 1 1 1
salir el ser regenerado"122, lo cual es otra manera d e dominar ciada, precósmica, el hombre espera volver en sí restaurado y
el tiempo. La orgía se acerca a l a gran disolución, es el retorno regenerado"124. Se trata entonces ele un período efervescente en
al estado primordial que es el anuncio ele un orden renovado, el que todas las energías indivi duales y sociales se concentran,
es el esquema ele la resurrección próxima, y lo es a través se cristalizan para darles toda su pugnacidad. Es una situación
del dominio ele la muerte. Las licencias que por consiguiente que se h a detectado en la revolución, en la liturgia religiosa, en
encontramos en tocias las fiestas orgiásticas relevadas por la acción creadora, en el reencuentro amoroso, etc. Es un mo
los antropólogos (kula, potlach, pilou, shalako, sigui . . . ),
mento de recolección de lo que ordinariamente se encuentra
así como las que nos resultan más conocidas en el mito disperso o diluido para hacer que sirva a la intensificación een
d i onisiaco, reactualizan los diferentes momentos de los mitos el sentido más fuerte del término) de la vida, y para realizarlo,
cosrnogónicos y antropológicos. Los excesos sexuales o "la el pasaje a través del juego de la muerte, de la disolución de sí,
invasión ele las palabras que anulan el tiempo", lo que nosotros no está de más.
llamarnos circulación ele la palabra y del sexo, reactualizan el En un análisis de la secta de los arioi polinesios, secta de ac
caos e inauguran de este modo la creación . 123 tores, sacerdotes, artistas y sobre todo de estetas, B. Putigny125
La literatura nos d a una serie de ejemplos de la necesidad
muestra de qué modo esta intensificación podía ejercerse en
de una muerte para permitir un nacimiento. En la literatura
todos los terrenos en los que se reactualizaba el mito cósmico.
cont.c'mporánea, encontrarnos esta temática en la obra de E. Ya sea en el lirismo, en la declamación, en el drama represen
Wiechert (Ln Vie d"un adolescenl, por ejemplo), pero aquí sólo tado ' en el canto ' en el erotismo o incluso en la simple obsceni-
se tTata ele una reconducción ele una de las modalidades que
dad, hay una aceleración, una transgresión ele los límites, mo-
G. Dunmcl llama el "régimen nocturno". En efecto, la violencia mentánea, pero profunda, que integra al individuo y lo agrupa
orgíaca no es sino la violencia ele la muerte, de la disolución, a fuerzas trascendentes. Éstas son sin duda, por su naturaleza,
que debe ineluctablcrnente ser enfrentada, iitualrnente, para
negación efectiva ele la existencia, pero es esta negación, esta
que la vicia pueda perdurar. En su tratado de historia de las re
pérdida, la que renueva al individuo como tal y a la trama social
ligiones, M . Eliacle formaliza con claridad este procedil11iento:
de la que es parte interesada.
"La orgía, al reactualizar el caos místico anterior a la creación,
La transgresión sexual, por ejemplo, va a ser un medio para
hace posible la repetición de esta creación. El hombre retorna
superar la estrechez económica que la sabiduría social impo
provisoriamente al estado amorfo, nocturno, del caos, para po
ne en lo cotidiano. Está en efecto muy bien reconocido que la
der renacer con más vigor en su forma diurna. La orgía, igual
sexualidad es ocasión de todo tipo de sinsabores, ele desórde
quP la inmersión en el agua, anula la creación, pero la regenera
nes permanentes, en cualquier co1T1w1idacl que se considere; el
al mismo tiPmpo; al icic"ntificarse con la totalidad no cliferen-
sexo provoca batallas, celos, chicanas, etc.1�G Simultáneamente,
' Hr·11111 i111ns ;1< p 11 a l11s dr• i al1;1< lns ; 1 11;ilisís dr' ( ; , 1 l 1 11 11<1 >. /,r•s SI n11·t u r"l'S 1111/hro¡>olo·
"' M . 1::1.L11JE, '/h1it<' 1/'ltisloin· iles 1dif¡11J11s, Payot, J \J(i.J, p. :l02.
,1;1¡111·, 1/1 1 ' 1 111n.t ¡ 1 1 1 r 1 1 n · . 1 1 ¡ 1 f'it . ¡ 1 :�:)�. :t_�:>. Ll. 1'1 '"nc;N\', /,1• ,\/111111 "" /, flu11 uoir su 1·11111111°1'/ !!ti f'o/.11111;sil', Laffo 1 1 t , 197;>, p. 1 :!!J.
1 ., ·, •
L· l : . l ll'H ·INll. S1n1rl11 1·1•., 1 1 1 1 //!rr i¡1olr1.11u11ws ,¡,. / ' 1 11111.11i1111 ire. u¡!. c'il,
"'' CL las observaciones de R (i11¡,1111J, Lo lli11/('ll(:I' I'/ /I' S11¡;1·ri, Gr;issC'l, 1 nn. p. f°)8,
J
1 12 E N S A Y O S S O B R E L A V I O L E 'J C I A B A N A L Y F U N D A D O R A
DINÁM ICA D E LA V I O L E N C I A
la transgresión d e las normas en este ámbito es l a práctica más tensificación exacerbada de las potencialidades humanas que
extendida; del incesto al adulterio, pasando por la pederastía y el se e nfrentan a lo desconocido, al exceso y permiten por medio
amor grupal, sin olvidar l a zoofilia y otras pasiones "mariposas", de este ritual fundar la relajación de la vida corriente.
no hay ámbito en que el afecto esté más investido de su perversi De los clionisiacos antiguos a los desbordes sexuales contem
dad polimorfa. Este cor\junto, y la lista está lejos ele ser exhausti poráneos, volvemos a encontrar el mismo esquema arquetípico
va, que nosotros l l amamos circulación del sexo tiene una prácti que tiene finalmente como objetivo mostrar que el fin del indivi
ca que podria calificarse de " natmalmente" desenfrenada. duo es sólo un avatar redimido por la vida eterna ele la especie,
Así, para conciliar las sabias normas de regulación que ase del colectivo. En este sentido, la orgía es la técrúca eficiente de l o
guran l a conservación de sí, de la vicia, con la exuberancia del simbólico. Para poder comprender que este orden simbólico pue
querer-vivir, en sentido estricto con la disolución, que de he de asimismo p o nerse en juego en la crueldad, podemos formular
cho pem1ite a áquella existir, la circulación orgiástica estalla la hipótesis de que el orgiasmo erótico, cuando no se expresa en
ritual y periódicamente. En un análisis que da prueba de una la c irculación del afecto, puede tener otras manifestaciones. Así
gran agudeza y de tma moderación completamente clásica tan las pW"gas stalinistas tras el asesinato de Kirov en 1934 o incluso
natural en él, E. Dmkheim describe la excitación excepcional la masacre de las SA dmante la noche de los cuchillos largos
resultante de la aglomeración, de la promiscuidad que se es pueden ser consideradas como un gasto parox.ísLic:o que penniLe
tablece en una fiesta corroborie entre los australianos: allí se la supervivencia y el desarrollo ulterior de la especie entera, en
muestra muy bien esa "especie de elect1icidad que [transpo1ta] este caso el prutido comunista ruso y el prutido nacionalsocia
rápido a un grado de extraord inaria exaltación". De ahí se sigue lista alemán: gracias al "desprendimiento" operado allí estos dos
la confluencia y la repercusión de unos sobre otros de los sen partidos podrán afrontar con éxito su destino ulterior.
timientos que ya no tienen freno y que van amplificándose. Y Consideremos otro ejemplo que entra en conjunción con la
es sobre la base de l a efe1vescencia producida, de las pasiones fiesta corroborie y las pmgas stalinistas o la masacre de las SA.
desencadenadas, que se producen ciertos "actos inauditos". La temática sadiana, centrada en el sexo y la crueldad, muestra
"Se siente una necesidad de ponerse por fuera y por encima clru·amente que no se puede escapar a la organicidad funcional
de la moral ordinaria. Los sexos se acoplan contrariamente a de la vida y el gasto. La sodomía, acto más allá ele l a ley de la
las reglas que presiden el comercio sexual"127. Más allá de la especie, un acto que no tiene sentido en sí mismo, o incluso
prudente formulación del análisis científico, puede imaginarse la crueldad de los 120 días de Sodoma -que muestra, como
el desenfreno que describe este sobrepasamiento de las reglas señala IGossowsky, que "la propiedad del yo responsable que
"naturales" generalmente admitidas en la economía sexual y la da normal y físicamente abolida" 1:is_, son aquí practicadas por
sobreexitación física y psíquica que éste acarrea.
Estarnos en presencia de una explosión furiosa, ele una in-
'"" P. K1.ossowsK\', Sarlr' u1 1 Ir> Pil ilns111Jllf' sn;tr•mt, 1:;c1 r l 1 1 �1·11il, l!Hií, p. :l. ro 1 1·111os.
al resprcto, la molestia de Y. Stourctzé en 01'1¡1 1 1 1 iw11i1111. 1 1 1 1 1 i-111 1: 11 ( 1 / i.w1 / 1 1 1 11. n¡i. 1·1
1..
p. ¡ O 1, a quien no se le hace fácil concilinr s11 tt•ori;1 tlt•I gasto puro el<' t'1tt•1·g1a n 1 1 1 su
1.:-. I·:. 1 )1 ·111\111-:1)1, /,es f"pr111('S <:¡,:,,,, 11/0 i l'l'S (/r 1 1• 1 1• mi i11i1·11s1•, ,\ SS.
evidente 11/i/i<iad en el ejemplo que cita.
E N S A Y O S S O B R E Lll V I O L E N C I A B A N l\ L Y F U N D A D O R A D I N Á M I C A D E LA V I O L E N C I A 1 1 ()
fer111 iel'S gé11érn1t.1:1�! 1. por notables, por hombres d e poder que, formas que representan, cubren el conjunto del mito, al que na
dentro de esta práctica de la destrucción, renuevan, regeneran rran en una circularidad funcional perfecta.
su vida y su posibilidad de acción. Nos parece difícil decir, corno muchos comentaristas lo ha
La ambivalencia estructural de las actitudes humanas y de cen, que en nuestros días la fiesta está desnaturalizada (J. J.
las formas sociales incita alegremente diversas moralidades Wunenburger), que su placer es objeto de manipulación (M.
y numerosos "debrr-ser'', y uno se ve obligado a observar de Horkheimer) o que su vulga1ización es Lma parodia del diálogo
frent.r la funcional circularidad de las cosas que determina de y del don (G. Debord): tocios estos análisis (podrían multipli
h ec ho la inquebrm1t.ahle estabilidad de lo mismo. carse los ejemplos) dependen demasiado de una nostalgia de lo
Prro no es contradictorio decir que esta estabilidad se arcaico y testimonian una visión lineal y progresista de la histo
C'j erce en un d i namismo circular, y de este modo justamente ria. De hecho, el goce colectivo que se expresa en el orgiasmo
nos gustaría hacer comprender cómo puede encararse el jan1ás puede ser comprendido a partir ele criterios normativos,
f'uncionalismo. porque siempre comprende, hemos intentado demostrarlo, una
Paractar por ten ninacto este punto, hay que destacar de he parte oscura o una parte de crueldad que son expresión de la
cho q11r Dioniso, las bacantes y el tíaso que éste inspira remiten esencial "alienación" (en el sentido simple del término: carác
sirmpre a la image n dC' una divinidad móvil, en permanente cles ter de extrañeza) consecutiva al proceso de objetivación que
plazarni C' nt o. Los historiadores de las religiones han insistido constituye al individuo y al conjunto social. Y es a pesar de ( o
c-011 l'rl'cuC'11cia sobn' cst.e aspecto, y H. Jeanrnaire ve en él "el a causa ele) este proceso que el individuo, como Sísifo, intenta
rasgo t'scncial dC' la concepción que nos hacernos de Dioniso" 1'3º. todo el tiempo y en tocia ocasión hallar las migajas, incluso en
Cuando se está al tanto del inagotable tesoro que encierra el el seno de las situaciones rituales o institucionalizadas, que le
la r, sólo hay que estar atento a este paradigma de la circulación La actualidad nos da numerosos ejemplos de fiestas oficia
q11r el orgiasmo , <:'n su sentido más profundo, resume perfecta les, bailes populares, reuniones públicas o manifestaciones
mente. Debe agregarse que esta movilidad perpetua se pone en ele masa que han sido "desviadas", en todo o en parte, de su
j uego siC' rn p n' C'n c l o s polaridades esenciales: la destrucción y la orientación prevista por grupos más o menos irnportantes. Del
mismo modo, en el mundo del trabajo dominado por la consa
fecundiclad, el liad<'s o la explosión de vicia, el tipo del cazador
bida ideología procluctivista, desde las "sublimes" vituperadas
cruel o el seductor, C'l buen mozo viril o el afeminado andrógi
por D. Poulot1:ii y el correspondiente festejo del Lunes Santo1'J:!,
no. etc. La historiaele la mitología pennite siempre destacar la
importancia clr los dobles que, en la complernentariedacl de las
"1 D. Pmurr, (:)11estio11 sul'i11/e, le s11li/i111is11u!, citado y analizado por A. Cotten·a11
Pll una co111unicaci<in, ll11u11�1w 11rlifl i111', ,/fl111il/1• "' 111cJ11P1'11w11/ u111•ri<·r c'r /'11ns
1 · 1\1·1 a11dad1 11·1•s if(' i111p111'�l<1s bajo <'I i\ntiguo Régime11 (11. del t . ) . 1867-1.'J /8, e11 l,t'<'111/1·e la 11il/I', A1111lropos, 1977.
' " 1 1 . 1 1., ,"'' \ttil·. . /!,1¡1111 i" " ' 11istuin• <i11 01/11• 1 Ir• llflffl111s. i>nyot , l !J5 l . p . n
: :r l'or sus 1 " 81 Lunes Santo es una práctica extenclicla en el mundo obrero. Cf., en Ale111ania:
dPl;lilado� a11;tlis1s .1· su ;tl11111d;111t<' hillliogra lfa. 110 11os ca11sare111os dr seiwlar la i mpo r- "Blauen Montag maclum", ltnc·0r el lunes azul, en �. von s,,1.(1)10:-1, /,rr Villl', Gallinwrd,
1;111c-ia q111' IÍt'll<' l'sia f111'11tl' d1' 1•rndicicí11 para el ronocimie11to clr lo dionisinco. lfJ3:.l.
J lG E N S A Y O S S O B R E L /\ V I O L E N C I A BAN AL Y F U N D A DORA
DINÁMICA DE LA VIOLENCIA 117
hasta e l "tentempié" d e las oficinas o fábricas modernas que de expresa perfectamente ese "calor" que, en el seno mismo de
generaron en alegres apropiaciones del espacio, sin olvidar las la fonna revolución, busca siempre alcanzar un intercambio
borracheras y sabotajes bien conocidos ele los países del Este simbólico hecho de exceso y locura. En tanto medio de la vio
en particular, se expresa en e l seno mismo ele l a imposición la lencia, la orgía sobrepasa las programaciones de la revolución
búsqueda de una socialidad viva que, más allá de los límites o de paso acompasado, es esa fuerza ele agrupación que, de un
incluso gracias a los límites, llega a manifestarse con una par modo incansable y con la obstinación ciega ele una colonia de
ticular intensidad. hormigas, vuelve al punto que se había fijado, a pesar de los
En el mismo orden ele ideas, de sobrepasa.mientas de lími obstáculos que pongan en su ruta. Y es sorprendente, en los
tes, de desviación de manifestaciones ele masa (convendría tal ejemplos que acabarnos de citar, que la culminación de la efer
vez decir: manifestaciones que l legan al extremo de su propia vescencia sea naturalmente la repartición del vino.
lógica), basta recordar que en el emplazamiento de la Bastilla, Aunque en el marco de nuestro análisis no sea posible dete
en París, fue donde se organizó espontáneamente la invitación nerse en la carga emotiva que encontramos en la comicia hecha
al baile. Del mismo n1odo, Victor Serge relata que en contra en común, debemos señalar brevemente que ésta conslituye
del puntilloso y responsable puritanismo ele los bolcheviques la una culminación o un pasaje obligado del dinamismo ele la vio
población ele Petrogrado se entregó, al otro día ele la revolución lencia. Hay algo sacramental en la comicia hecha en común, en
ele Octubre, a exuberantes orgías. "Había en Petrogrado ricas el banquete, algo que se designa corno un punLo cülmine de la
bodegas de vino; nació -o más p recisamente fue lanzada- la vida colectiva. Desde los ágapes secretos de la secta cristiana
idea ele saquearlas. Bandas furiosas se abalanzaron velozmentr hasta los banquetes políticos del siglo XIX, sin olvidar todos los
conLra las bodegas del palacio, ele los restaurantes, de los ho rituales ele solidaridad que se obse1vaban en las comicias de las
Leles. Fue una epidemia de locura. Hubo que formar grupos ele diferentes herejías, grupos de excluidos o simplemente diver
élite de guardias rojos, ele marineros, ele revolucionarios para sas confraternidades u otras asociaciones, hay en la comida tal
paliar, por todos los medios, el peligro. La gente venía y sacaba carga simbólica que los lazos ele consanguinidad que crea (y
clirectamen te los respiraderos ele las bodegas; [ . . . ] los accesos cuyo paradigma en nuestra civilización sigue siendo la última
se defendieron con ametralladoras. Se dispersó a la masa con cena de Cristo y sus apóstoles) son fortalecidos por l o que L. y
autos bli ndados, sus equipos pronto tambalearon. Al caer la no R. Makarius l l aman una "parentela ele papilla"1:11.
che, era una bacanal. 'Bebamos lo que queda ele los Rornanov', Si la comida presenta semejante carga simbólica, es porque
se oía decir alegremente a Ja masa"133. marca j ustamente l a ruptura ele prohibiciones, porque permite
el reconocimiento más allá ele las reglas y ele las normas
Se ve aquí muy bien descripta Ja convulsión que desprecia
impuestas. Cuando Tácito decía ele los germanos: dimn
l a grave responsabilidad de vivir un momento h istórico y que
,;, Citado por L. Mou1.1N, /,'/;;1 1n11i<' 1i 111 /1/e, Elst•viPr-Sc'quoia, llrnxell1•s. l !lí:i, p, .S.
''" \l !:i1:11uic, /,'1 \ 1 1 I rlu /11 l'<i1 10/111icm r11sse: cit,;1<10 por Y. S·n .• i!<W:, 0 1 r: ;o111w1/icm.
Remitimos a este excelente trabajo para u11a aproxi111ac:i<i11 detallada y u1 1a h l l t ' llil hiblio
<1 11 l i-111:r¡c1 11iso liu 11, 0¡1, di, , ¡>, 1 ! ! .
grafía sobre el fcnóme110 social de la cocina.
l 18 ENSAYOS S O B R E L A V I O L E N C IA B A N A L Y F U N D A D O R A DI NÁMICA D E LA VIOLENCIA J Hl
nodemque con ti nvare ]Jotando nulli probrurn (podían beber sencia pregnante de lo social en cada espíritu particular. Este
día y noche sin ninguna vergüenza), se LraLaba j ustamente de "decir" convivial y desordenado pennite comprender la frase de
un sohrepasamiento cte las prohibiciones. Hay en la ebriedad Rimbaud: "Es falso decir: pienso. Debeiia decirse: me piensan".
esa fuerza dionisiaca que permite el olvido de la sabiduría de Hay en efecto un despojamiento cósmico que permite de este
aceptación y que funda las más grandes audacias. Retomando modo todas las desmesuras. Fuera de la ideología productivista,
la 1-prrninología de la filosofía medieval, el banquete, si es bien relativizada, las fiestas, las borracheras, entre otros casos,
tennhnis arl q11em , culminación, como hemos indicado, es pueden verse como puntos ele cristalización de la revuelta con
tambi0n /ernú:rms a (]'l lO, punto de partida ele una nueva acción; tra las diversas imposiciones de la necesidad o del principio de
permil.t' Lodo t ipo cte creaciones minúsculas, es exuberancia realidad_
descontrolada que inaugura desbordes muy difíciles de prever. Para terminar, encontramos aquí, acentuado, el hilo conduc
Es ese "amiguismo" esencial, ese sobrepasamiento ele la tor que atraviesa toda reflexión sobre la violencia y su efica
atomización, lo que integra a la comida en el proceso orgiástico cia social, a saber, la acentuación que ésta representa de esa
y, de este modo, en la dinámica de la violencia, y es lo que lo constante antropológica que es el gasto, la consumición, la
vuelve sospechoso ante los ojos de los diversos poderes. destrucción. Desde luego, lo hemos indicado en varios lugares,
AJ describir en detalle la vida de los herejes del pueblo ele la destrucción es constructiva, el gasto pem1ite el desarrollo,
Montaillou, el historiador Leroy-Ladurie explica también la es y en este sentido nuestro análisis sería "economista" (¿y por
trecha relación que puede establecerse entre la abundancia de qué no, si entendemos con este término esa economía general,
comida y una vida más libre: así, en la comida se traba la verda a lo Bataille, que rechaza las separaciones y las hipóstasis?).
Pero, antes de llegar a conclusiones tan generales, reconozca
dera solidaridad de los cátaros exiliados, en la comida el ardien
mos que no hay goce sino en la destrucción, y en la violencia. A
te y av0nt.urero pastor P. Maury convida a sus amigos, complota
con camaradas y llega incluso a confiscar su tropa. 135 Más allá
través de la palabra, ele la risa y a forliori de la orgía, este goce
se inscribe en el gran drama orgánico de la vida y la muerte.
del lwc:ho de comer, lo que importa en esta convivialidad festiva
Por tomar un ejemplo ele nuestra tradición cultural, pode
es la presencia sin obligaciones, la disponibilidad, el desapego
mos remitirnos a ese gran hombre d e Francia, arnigo de Juana
de la vida cotidiana, en una palabra la vacuidad que libera de la
de Arco y mariscal del reino, Gilles de Rais, quien materializa
picota de la personalidad, del personaje y de sus ocupaciones,
perfectamente lo mucho que une el infranqueable goce del
y de esle modo permite la integración en el vasto coajunto ele
gasto con el orden de las cosas de la vida social (aquí, la no
lo colectivo. Habría c¡ue estudiar con precisión las charlas de
tabilidad, el poder). Gilles de Rais puede gozar impunemente
mesa populares, cuyo eco hallamos en aquellas redactadas por
y con intensidad ele la corrupción sexual ele jovencitos y ele
algunas personalidades (pensarnos aquí en Lutero), para com
su asesinato ritual y, en contra de lo que se ha dicho, no es
prender en qué' medida el "decir" de la comida expresa la pre-
su status lo que lo protege de la justicia, dado que ésta en
cualquier caso terminará por ejercerse: lo que lo protege es
,- Cf. I·�. l.1:11nY-l.1111 1w:. :\/011/r¡i/1011 . . . O/ !. <'ÍI .• P- 180 .\' SS. que 1ograjas cina.r, que es, según la tradición local que rela-
1 20 E N S A Y O S S O B R E LA V I O L E N C I A B A N A L Y F U N D A D O R A D I N Á M I C A D E LA V I O L E N C I A 121
t a Bataille136, e l ogro d e barba azul. D e este modo, como gran gran auge de lo dionisiaco en Egipto; este monarca, que ha sido
criminal que es, resume, condensa, toda la parte oscura, el de comparado con Nerón en el marco egipcio, se distingue por su
seo de destrucción que no puede vivi rse en lo cotidiano. Y esta gusto por las extravagancias y su entorno a la vez decadente y
fascinación no se deLiene con el proceso: toma otra forma ( cf. lleno de efervescencia. Es justamente él quien instituye 1ma fies
los llantos y lamentaciones que marcan su muerte). Estas for ta (lagynopho1ia) caracterizada por una ebriedad generalizada.
mas paroxísticas de la desmesura, del gasto, que encontramos Asimismo bajo su reinado se evoca la función del mito dionisiaco,
regularmente merecerían más atención y menos juicios mora y el de Osiris, que tiene como doble función ser rey ele la rnuerle
les, puesto que indican o recuerdan con fuerza que es inútil y y garante de la fecunmdacl (del despedazamiento de Osiris nace
sin duela imposible refrenar la explosión ele la "parte maldita" la fecunmdad). La fascinación que ejerce la destrucción se debe
constitutiva ele lo dado socia1. 1:J7 precisamente a que es signo de un exceso de vida que liende a
La fascinación de esta parte maldita tiene tma vieja raigam expresarse, y es este exceso el que condiciona la vida misma.
Sea corno fuere, estos ejemplos que ctarnos aquí y que
bre antropológica: no debe olvidarse que, cuando los romanos
tranquilamente podríamos multiplicar son los índices, má.s
naturalizan a Dioniso o cuando lo unen a w1 viejo fondo folcló
exactamente las figuraciones rníLicas del par vida-muerte,
rico, pasean un falo benéfico y destructor al que denominan
destrucción-expansión, etc., y de sus relaciones orgánicas que,
fascinuni; lo mismo con los etruscos, que asocian a este dios
corno indica Lévi-Strauss, se inscriben en " l a arquilcctura del
con las divinidades favorables y a la vez desfavorables. Dioniso
espíritu". Dioniso destructor y fecundador, Osiris que como el
es por ende el dios ambiguo que, por su doble función, atrae y
Fénix renace de sus cenizas. Todo esto nos remite a la ambiva
rechaza. i:is Conviene también recordar, para destacar claramente
lencia orgánica ele la violencia que, por su doble función y por
su ambivalencia estn.1cti.rral, que, en la segunda versión del mito,
los medios adecuados (ambivalentes en sí mismos), pcnnilc la
cuando los Ti tanes van a matar, clestrLúr, lacerar al joven Dioniso
estabilidad y la perdurancia sociales.
(su cuerpo será desmembrado para ser hervido y luego asado), lo
atraen mediante "objetos fascinantes" (un trompo y sobre tocio
un espe,jo ).1�n Finalmente, y como último ejemplo, digan1os que
5. EL DESEO DE LO COLECTIVO
fue bajo el impulso ele Ptolomeo Filopator (221-203) que se dio el
les (]Uf' acabarnos dC' describir, los medios que utilizan, nos im orgánica hasta aqLú reprimidos comienzan a surgir e n el seno
pulsan a acentuar 0sta hipótesis. Así pretendemos demostrar, de diversas situaciones y representaciones múltiples. Y si es
romo conclusión de esta reflexión sobre Ja violencia social, cierLo, retomando un término marxista, que el desarrollo de las
que. parcialmente, rsta se acaba, se agota y culmina en lo que fuerzas productivas, el auge ele la ciencia y la técnica separaron
podemos llarnar lo colectivo o el intercambio simbólico, lo que al hombre de su entorno natural y perrnitieron como corolario
quiere decir que la violencia no es de hecho sino una expresión una furiosa atomización, no es menos cierto que un querer-vivir
paroxística del desf•o de comunión. colectivo siempre presente, en las fiestas, en las revueltas, en
El instinto adquisitivo del que habla la psicología social, e l las reuniones, etc., continúa atravesando con su exigencia el
i11sl i n l o que i m p ulsa al hom.bre a apropiarse ele los valores ma conj unto del cuerpo social.
l.eriales, n o agota para nada una socialidad donde el intercam Homologando esta exigencia, podemos retornar la hipótesis
bio adquiere formas múltiples y donde la consumición juega un ele ciertos psicoanalistas (en paiticular W. Reich) que postulan
rol no despreciablr. La actividad comunicacional que se media que una socialiclad posible existe, fundada en el deseo y no en
tiza a t ravés d0 la palabra, la risa y l a orgía se encuentra así y se la represión. Tornando este postulado de una manera acrítica y
desarrol l a en el delirio y lo colectivo. sin pretender llevarlo hasta sus consecuencias más extremas,
No hay que olvidar que la separación entre aspectos colecti podemos ver en él un indicio de la alternativa a una lógica de la
vos y asp0ct.os p ri va dos de la vida del hombre es una invención individualización que rnerece ser pensada como tal.
muy reciente; rl hombre era hombre porque era miembro de La literatura sociológica sobre l a temática d e l deseo ya
una t rihu, de una familia, de un clan, de una ciudad, y, tal como es demasiado abundante (nosotros mismos, en u n libro pre
sefiala L. Durnonl, cuyos tan enriquecedores análisis todavía cedente, nos referimos brevemente a ella1•11), pero ahora n1ás
no lwrnos agotad o "por oposición a la sociedad moderna, las
, bien nos proponemos abordarla de un modo metafórico y poé
sociedades tradici on a l es, que ignoran la igualdad y la libertad tico. En un libro que marcó una generación y que continúa es
como valores, que ignoran en suma al individuo, tienen en el timulando l a reflexión, El amor loco, A. Breton declara: "Creo
fondo una idea colectiva del hornbre"1·'°. Pero creernos, y es haber logrado establecer que unos y otros admiten un común
lo que hemos intentado demostrar hasta aquí, que este senti denominador situado en el espíritu del hombre y que se trata
do de lo colectivo 0 xis t e tal vez tan sólo corno huella, más o
, justamente ele su deseo. Nada me interesó tanto corno mos
rnenos acentuado según la situación, pero existe. Incluso se trar las precauciones y astucias que el deseo, en busca ele su
pueck d ec ir c¡uP, con <:'l proceso de saturación, tras l a domi objeto, aporta para navegar las aguas preconscientes y, descu
nancia de tm ciclo centrado en la individuación, el trabajo, la bierto este objeto, los medios, asombrosos, de l o s que, llegado
salvación personal, ele., lo social, lo simbólico, la comunidad un nuevo orden, dispone para hacerlo conocer a través ele la
,, l . ! >1 \lil'lT, //011111 /111•mrr·/11('/IS. r�.�.w1i s11/'/1' S//Sl1'11w des rns/f'S, Gallimarct, 196G. '" M . MM'Fr:s01.1, Logir¡11e ele la r/0111inr1 t io11, op. rit., cap. 1 1 1 , "Bcsoins, clésirs",
p. :! l . p. 55-67. Cf. l\prás lu 11w<iemi1e
1 24 E N S A Y O S S O B R E LA V I O L E N C I A B A N A L V F U N O A O O R A DINÁMICA D E LA VIOLENCIA 125
conciencia"14<. S e trata ele ver ele qué modo e s posible aplicar lectivo", que e l consenso intuitivo no se hace, corno l a ideología
esta idea fecunda al deseo colectivo En efecto, es justamente . pregnante de la civilización occidental podría l levar a creer, en
e l deseo colectivo el que permite la solidaridad en los sufri el igualitarismo y en la indiferenciación. Tal como intentaremos
mientos y las resistencias, son los lazos creados en esos mo explicar, e l deseo de unificación se vive en la diferencia, "el de
mentos múltiples y diversifi cados los que permiten compren seo sólo existe en definitiva cuando hay dos carnes, no una, Y
der la convergencia de intereses dispersos y a menudo anta en consecuencia la constatación de que formarán una sola es
gonistas en una acción común. Incluso el amor y la amistad en una absurdidad tranquilizadora"1.J.J. Esta absurdidad tranquili
e l plano individual necesitan la apropiación y el sostén social zadora también se pone en práctica en el cuerpo social, Y es
para no marchitarse en el aislamiento. Ya que, en determinado esto justamente lo que funda las diversas fantasías de unidad
momento, e l aislamiento corno tal, el aislamiento de a dos o el que caracterizan al Estado. Al mismo tiempo , sin embargo, esta
aislamiento del grupo ven cómo va desagregándose la virtud absurdidad está minada por las fuerzas centrífugas que hacen
inicial que había presidido el intercambio fundador o la agru siempre caduca la estratificación de lo colectivo dinámico vol
pación. E l deseo que se hace consciente y que da sentido a la viéndola en orden instituido e inmóvil. Estamos oLra vez en
estru cturación individual parti cipa de hecho de un deseo más presencia de esa tensión vital generadora ele la socialiclad. El
general que p reside, si le hacemos caso a los filósofos antiguos, deseo se presenta dentro de una estrucLura ambivalente, ya que
la asociación de todas las cosas. Y del mismo modo que tiene es a la vez tendencia hacia la unidad, con los consabidos coro
arraigo en una englobación que lo sobrepasa, el deseo de amar larios sociales, y a la vez sobre pasa mie nto de esta Lendencia
es e l "lazo ideal ele unión, de fusión"H1, al tiempo que perm ite (o disparador de un sobrep a5 am iento) en un colectivo si e mpre
a trav és de las subjetividades desarrolladas que se unan la pro móvil. Nos encontran1os siempre en fren tados a esa paradoja
tan bien analizada por Ch. Fourier: la de una co rnp lejización
mesa y la garantía de las asociaciones sociales.
creciente de las relaciones sociales con las pesadeces inheren
Por supuesto, ya lo hemos señalado, debemos considerar
tes a ellas, y al mismo tiempo las potenc ialidades enormes de l a
estas pocas observaciones tan sólo e le un modo metafórico.
concentración, a saber el intercambio, la circulación pasional,
Como sea, las mismas ponen el acento sobre una ele las parti
etc. Así es ta tendencia sostenida, esta paradoja vivida, garanti
cularidades que nos complacernos en obse1var en el intercam
zan lo que puede l lam arse la armonía de las pasiones.
bio simbólico, esto es, el consenso. Hay en la socialiclad toda
El deseo y la paradoja inheren te a él nos conducen así al
una parte orgánica, un consenso intuitivo, que es por cierto el
centro de nuestro asunto, lo colectivo Se trata de una noción
.
resultado de una participación común en ese englobam iento
muy difícil de delimitar, dado que el ig ualitari s mo y el indivi
trascendente del que hemos hablado. Sin embargo hay que se
dualismo ele las sociedades modernas han hecho de la sociedad
ñalar, antes ele abordar con más precisión lo que llnmarnoc: "co-
un medio, y de cada individuo un fin en sí. La reacción dentro
"" 1\. l l 1 1t-:Tl lN, /,';\ 111011r.f1111, ( i ; i l l 1 1 1 1 a 1TI, 1n:lí, p. :2ü-'.l l , .J:2.
11" i\. 1 \ 1 1 1·:T1 1N, //¡ir/. . p. !) l . ' " T. MANN. Ductu11r Foust11s, Albin Michcl, 1 �):)(), p. 1 U!J.
J 26 E N S A Y O S S O B R E L I\ V I O L E N C I A B A N l\ L Y F U N D A D O R A
D I N A M I C I\ D E L I\ V I O L E N C I /\ 127
parte de l a realidad cotidiana, la fiesta interrumpe las hostilida go se efectúe e n buenos términos, d e un modo ordenado, para
des y las destrucciones, "reconcilia pasajeramente a los peores evitar que su aceleración descontrolada convierta la puesta E'n
enemigos, a quienes invita a fraternizar en la misma eferves juego en una mera negación paroxística.
cencia"; así "los j uegos olímpicos suspenden los enfrentamien En este sentido, la violencia, aquí por medio ele la fiesLa, res
tos y el mundo griego por entero comulga de este modo en un taura, al i m i tar una pequeña muerte, la solidaridad necesaria
júbilo temporario que los dioses protegen" 1H. Naturalmente, para el mantenimiento de la estructuración social. Así, al cabo
esta tregua sigue siendo agonal, pero allí la solidaridad sigue ele este proceso, que sobrepasa la pesadez del individualismo Y
ejerciendo su acción; a través de ella, la trama social que so unifica los elementos d isgregados de la solidaridad, será posi
brepasa la organización de las ciudades particulares ha podido ble comprender toda la riqueza y la fecundidad ele lo colectivo.
estrecharse. En este intercambio, que es el elemento ele consti Lo colectivo, pues, se desarrolla en un intercambio orgánico
tución de lo social, los historiadores de la fiesta reconocen que que une lo particular con la totalidad, y así como el individuo
más allá de una función sagrada su función es reconstituir una completamente aislado es una ilusión (que encontramos pun
comunidacl.1·18 Nosotros diremos incluso que esa es su función tualmente en l a literatura), l a sociedad hipostasiada es Lm fan
esencial. Hasta podemos decir, apoyándonos en los análisis ele
tasma cuyas consecuencias ya conocemos. Aquí otra vez lo que
G. Durand, que l a fiesta (el carnaval es el ejemplo más acabado, prevalece es una tensión contradictoria que hace que un "indi
los juegos olímpicos también) representa una eufemización del
viduo plenamente desarrollado [sea] la perfección realizada ele
sacrificio, que es, no lo olvidemos, una matanza de la muerte.
una sociedad plenamente desarrollada"; es lo que analiza con
Regularmente, en la violencia, en el paroxismo y el exceso, se
su acostumbrada fineza M. Horkheimer, quien a continuación
juega l a negación sacrificial ele tocio lo que niega la vida. Se
observa que la emancipación del individuo "no significa e1mu1-
queman brujas que representan las fuerzas del mal, las luchas
ciparse de la sociedad, sino liberar a la sociedad ele la atomi
y enfrentamientos lúdicos pueden ser interpretados como una
zación, una atomización que puede llegar a su punto cúlmine
eufemización más de las luchas contra el mal. 140 En sLm1a, se
en los pe1iodos de la colectivización y la culLura ele masa"';;º.
t rata ele redistribuir en esos momentos privilegiados todo lo
Encontrarnos aquí el estrecho parentezco al que nos hemos re
que progresivamente se había dispersado, monopolizado, olvi
ferido más arriba entre el individualismo furioso y la colectivi
dado, etc. De un modo homeopático y ordenado, una violencia
zación a ultranza, que es el achatamiento de todas las diferen
dominada permite recrear lo que una violencia desenfrenada
cias y que conduce rápidamente a l a peor ele las tiranías. Sólo .
había dejado exacerbar. En deuda frente a la muerte, la vida
hay armonía en la tensión, diremos; es decir que en la medida
debe ponerse en juego regularmente, y así, la función de eso
en que lo social vivido en la diferencia siga siendo el elemento
que los griegos l lamaban phili.a es hacer que la puesta en jue-
determinante, la subjetividad podrá tendPr a su más completo
desarrollo. Esta tensión, que a veces se vive en la violencia y el
' " H.. e 111.1.1>1s, 1;11111111111· e1 11' sn " Id!'• r;�lfimard. 1 Híll. 1
"'' Cf., r 1 1 par1 ic11lar, .l . .J. W1 ·w· 1·: 1c /, I', /, ./ 1'11 1'/ "'" / . . p. ! i'.2.
1 1'' < : r. e;. 1)1 HANll. Lf's S1r111·1 111 . 1i1¡1ws fil' /'i 11111q11 cil .. · :JGG.
.1/lrn¡ '"' M . H011K11rn1rn, Eclivse de /u m iso11, 11¡1. 1 1 • p . 1 -1-1.
J :30 E N SAYOS S O B R E LA V I O L E N C I A B A N A L Y F U N DADORA D I N Á M I C A D E LA V I O L E N C I A 131
combate, e s otro modo ele expresar el intercarnbio simbólico o control , l a imposición, la norma), y sin embargo reguladores
lo colectivo. Vivir la diferencia no es postular ele modo abstrac de la vicia social, protectores contra el exceso de tensión y de
t o una idc'nt idad o una igualdad natural, es reconocer que exis violencia.
te una clesigualclacl esencial, así como existen pasiones plurales He aquí entonces lo que compone l a socialidad: no una
y no obslant.e complementarias u opuestas. Que se pretenda pura transparencia, una comunicación sin falla y sin mezcla,
ponderar los erectos de esta desigualdad esencial es un acto de un colectivo unanimista y sin confücto, sino al contrario una
justicia, es incluso la tarea principal de la organización social, mezcla de oscuridades vividas y de iluminaciones intuitivas,
pero esta ponderación no puede efectuarse si pretende realizar una mezcla hecha de aproximaciones groseras y de sofistica
una unidad generalizada, lo que, bajo el atuendo de justicia, es ciones elaboradas -en surna, un sistema de ideas y de actitu
de hecho la aplicación de una política del desprecio, ya- que, tan des, de concomitancias múltiples, que reposa sobre la imbri
pronto qu0dan reducidos al estado de elementos intercambia cación absoluta de la subjetividad y lo colectivo, los cuales, en
bles, los individuos son defacto negados corno tales. un ir y venir incesante, se generan y se sostienen mutuamente.
La separación y la interclepenclencia que dan rienda libre Más allá de los aspectos más accesorios de su pensamiento,
a !odas las potencialidades inclivicluales, incluidos el enfren lo que consideramos el aporte más profundo, y c i e rtamente
tamiento y la violencia, parecen estar más cerca de lo que se para él el más esencial, del pensamiento de Ma.quiavelo -y
vprifica Pn lo social. Y desde el momento en que lo social no aquello que lo mantiene vigente- es la comprensión y el aná
se analiza a partir de un "punto de vista", cualquiera sea, desde lisis, la apología tarnbién, ele esta "imbricación absoluta". Para
el m o m ent o 0n ciuc ni el sabio ni el reformador son ya quie él, sólo en función ele! desarrollo de las relaciones sociales,
nes d0crct.an lo que "debe ser" la sociedad, desde el momento lo que en varias ocasiones hemos llama.do circulación, un in
l'n que nos conformamos c o n discern i r a través de corpus ele tercambio, puede medirse la prosperidad de una sociedad. E l
discmso (sa b i d u ría popular, tratados eruditos, literatura, pu manLenimiento y desarrollo d e una ciudad depende d e la in
l.JliciclmlC's, dogmúticas, l'Lc.) que la gente pueda o crea, la an- Lensiclad del ir y venir del que acabamos de hablar, y poco im
1 ropología social parece' comprender justamente la antinomia porta si este ir y venir se hace dentro de la transparencia, ele
pl ural de las relaciones interindividuales, por un lado, y de las la honesliclacl: puede incluso ser ambiguo y conflictivo, cruel
relaciones ele los individuos y del conjunto que componen, por o sanguinario, poco importa, basta que sea. El hecho de que
otro. Precisamenl e de esta antinomia nace lo que Durkheirn -y esto sobrepasa los elementos menores del "maquiavelis
llamaba "la ideación colectiva" que, tal como puede observarse mo" que permiten Lornarlo siempre en su peor parte- este
empíricamente, C'S a la vez conflictiva ( lleva. los gérmenes de su intercambio sea incesante, constituye y fortifica la virtu (que
propia muerte') y sin embargo perclurante (se mantiene pese a puede designar la virtud, e l coraje, la fuerza, lo que debe ser,
los obstáculos). Y C'st·a ambivalencia, esta pluralidad que exis etc.), que es a la vez el atributo supremo de un individuo o
tP a nivC'l ele las representaciones, también l a observamos a de un conjunto social. A este punto llega la confluencia entre
nivc·l dC' lo que fu0 concebido para ser coadyuvante: el Estado, las v'i'r lules individ uales y colectivas, y no necesariamente a
las insliluciom's múltiples, que son a la vez mortíferos (por el un Estado fuerte, corno parecen indicar ciertos comentado-
1 32 E NSAYOS SOBRE LA VIOLENCIA BANAL Y F U N DADORA D I N Á M I C A D E LA V I O L E N C I A 1 :3:3
res 1 5 1 : esta concepción n o tiene nada que ver con la situación la acentuación de los lazos de soliclariclacl. Es cierto que esta
histórica de las ciudades· italianas ni con el escepticismo del realidad comunitaria constituye el aspecto original de toda es
humanismo florentino. Se trata más bien de una unión orgáni tructuración social. Y si bien, en la tradición occidental, como
ca que permita y favorezca el desarrollo más libre posible de resultado del proceso de racionalización, este sustrato de "cul
los individuos en el interior de una socialidad ligera y durable, turas legítimas" se orienta hacia una "civilización legal " "''1, po
que permita vivir el bienestar del tiempo que pasa. Creemos demos también reconocer aquí y allá, corno hemos sañalado
que esta concepción de la socialidad en Maquivelo, que aquí reiteradas veces, huellas, remanencias ele un orden arquetípi
sólo hemos esbozado, se une al "consenso intuitivo", que sólo co fundado en una estrecha organicidad del individuo Y de lo
permite pensar al individuo de Lm modo social, y que impide, social basada en la trascendencia de estos últimos. Y con el
corno contrapartida, el totalitarismo de un conjunto que olvida f
inal del Renacimiento que se anuncia, con el agotamiento ele la
o niega a quienes lo constituyen. Horkheimer, nuevamente, en ideología prometeica, podemos vislumbrar múltiples indicios
f
rentado a un determinado tipo de totalitarismo, supo describir de un retorno del sistema comunitario.
muy bien esta situación: incluso si a menudo su herencia hege Ya con Hitler y Mussolini, hemos podido observar el retor
liana o su arraigamiento en el Ai�fkldrwng lo l levan hacia una no lleno de fuerza del carácter carísmatico de lo social, del so
valorización de la objetividad, o de la negatividad po1tadora del berano y del pueblo (rex· el populus). "' 1 Esta soberanía adqui
orden futuro, observó muy bien que "la conservación de sí sólo rió las formas perversas que ya conocemos (aunque su éxito
puede ser realizada en un orden supraindividual, es decir por merecería un nuevo análisis que escape a los esquematismos
medio de la solidaridad social""'�. Esta solidaridad orgánica in catequísticos), pero al mismo tiempo traducía un dinamismo
tegra todos los elementos del hecho social, y hace que una co social que intentaba p e nsar y vivir en la violencia, y a veces en
munidad rica en peripecias y en potenciaJidacles, en corú1ictos la sinrazón, toda la fuerza de la cornmüdad y la exaltación indi
dinámicos y en armonías reguladoras, no acabe en una socie vidual que resultaba de ello. En los ritos, las emociones colec
dad anónima donde la securización o el confort se paguen con tivas, las celebraciones de la patria, ele la Lierra, se expresaba
una asepsia generalizada de la existencia. toda una voluntad de existir. El querer vivir social y la voluntad
Dicha concepción, que ha sido formalizada por Tonnies o, de poder buscaban confusamente sus figuraciones, buscaban
más recientemente, a paitir del principio de jerarquía, por L. mistocráticamente su "expresión ele sí" en formas por cierto
Dumont en su ensayo sobre el sistema de castas, se basa en miméticas y ciegas, pero que así y todo buscaban afrontar co
el "carácter carismático" del lazo social; se relaciona estre lectivamente el destino. Es interesante observar por otra parte
chamente, corno observa con mucha precisión G. Durand, con que est � interiorización de la comunidad, esta colectivización
la sociopolítica islámica y se clefme fundamentalmente por
'"' G. ÜUIV\ND, Scúmce de l'hom111e e/. 'f'rwl:i.t.i.011, CJ/ l, l'il . . p. 1 1 � y ss. cr. ta1nliit'11 la
"'' i\si, por ejc111plo, M. l lo111<11E1i1rn, Les r 'h11ls ¡/(' tu ¡J/1 i/oso ,/ ,. /lli?l l '!Jl'Oise de bibliografía que aquí se brinda, p. 1 3 1 .
/'!1isloi/'I', 071. 1·i1. . p. 25. "' ' Rerniti111os aquí al buen análisis ele .J. Mo�¡o.1-:110'1'. Sod11/11y i < · 1/1' /11 n ·t>1J/ 1 1 / l u 1 1 .
'''' M. Ho11K11E1�1¡.;H, ¡:,'c/.i.pse rlu /·1 ./ 1/, () 11., j). 182. Fayarcl, 1968. p . 523, " l a Déniocratie incarnée'".
l :3-1 E N S A Y O S S O B R E LA V I O L E N C I A B A N A L Y F U N O A O O R A
OINÁMICA D E LA VIOLENCIA 135
del destino, s e manifestó e n esLa época dentro del viejo mundo toria, en la constitución d e la comunidad.1r'5 E l jefe guayakí del
arquetípico ele la fiesl a, del delirio y del Lrance colectivo, del que habla P. Clastres, ese jefe que, con su discurso que nadie es
es1·allido riel yo en la intensa comunión de la efervescencia co cucha, estructura a diario la comunidad, muestra claramente la
mún. La rcafirmación de la mitología nacional, por más abstrac importancia del verbo en el lazo social. 15u Nadie escucha al jefe
ta y a fE'ctada que sr viera desde el exterior, supo sin embargo
guayakí cada vez que reitera la historia mítica ele la tribu, y sin
encontrar ceo en cada conciencia y permitió de este modo la
embargo ese verbo cstructurante resulta indispensable: su im
exprt'sión de u n a p ro fu nda emoción colectiva. Dejando ele lado
portancia está dacia por su significante, no por su significado, o
el fondo de est(" fenómeno político, debemos constatar, a nivel
sea por lo que dice. El discurso corno tal, en tanto significante,
fcnoml'11ológico, quf' la vio l encia juega ele lleno su rol fundador
tiene una función Lrascendenle, sünbólica, que sobrepasa am
o regenerador de la comunidad, que restablece en tocio su vi
pliamente lo dicho. Un análisis de los discursos ele los tribunos
gor, al n ' dcd o r de cierLos polos mayores, la textura de la trama
-
viza su crítica. Por supuesto, en este caso particular, no resulta bra, haciendo de él un espacio cerrado y autónomo, la acción
fácil echárselo en cara: su condición de judío e intelectual ha del tribuno popular recuerda oportunamente que la palabra,
cía de él un blanco privilegiado del régimen. Pero es cierto que porque es factor ele unidad, resume tocias las potencialidades
lógico con el Au:fl.:ldrn ng, tiene como referente absoluto al in el mito, l a esperanza, etc.- y brinda así testimonio ele la plura
dividuo en relación con otros individuos o grupos, le resultaba lidad constitutiva ele toda forma social.
difícil comprrnclC'r la eficacia del mito populista de los nazis y Esta rápida divagación sobre un ejemplo parcial, y en mu-
ver a l l í ot ra cosa que no fuera una " ilusión ele armonía" o un
"nosotros retórico". Su racionalismo sin fisuras no puede com
Cf. �l. l lo1<KllEL\t1·:11, '/'/11;01'i1' /1·111lilio111ll'lle el Thr'ui·il' n'il i1¡111', 11¡1.
ir.•,
ni., p. ·I:!, 7!J.
prender la importancia socia l ele la retórica, ele la palabra ora- ""' cr. P. Cl.·l�THl·:s, /.u Srir-i1>/il ('(1/1//"(' /"l�'IOI, OJ). ril.
_______________________ _;.:.
� ic.:::.
_ .. ____ _____ ____ _ _
l36 E N SAYOS S O B R E LA V I O L E N C I A B A N A L Y F U N D A DO R A DI NÁMICA D E L A VIOLENCIA 137
chos aspectos alterado p o r l a soberanía social, tiene p o r fun l a forma d e violencia más extrema, cualquiera sea su objeto:
ción recordar que siempre y renovadamente se busca la fuerza el enemigo, el otro, un objeto inanimado o uno mismo, y en
de lo colectivo, incluso en las dinámicas histó1icas que tien este ejemplo, queda bien claro que esta violencia extrema, así
den a negarlo. Si decimos "siempre y renovaclamente" es por como la violencia de la guerra, la violencia ele la danza o la del
que nos parece que las formas paroxísticas que la historia nos mito orgíaco, sólo puede ser vivida socialmente. Pero desde
muestra, las formas serenas que el etnólogo pone al día o los el momento en que se l a admite, en que se la reconoce como
ensayos puntuales y a veces irrisorios de los que nos habla la posible, entra en una moderación, una adaptación que la prote
actualidad, todo esto expresa a su modo l a eterna demanda de ge contra sí misma: la muerte aceptada y vivida colectivamen
inserción del individuo en la comunidad, que es ele hecho la te no es sino una forma particular ele la protección contra la
expresión del miedo esencial frente a la soledad y frente al en angustia que se espera de lo colectivo. Es por supuesto muy
torno siempre inquietante. La agregación social es el indicio ele difícil comprender semejante manera de vivir hasLa el límite lo
una angustia que sólo puede ser vivida colectivamente. Esta so colectivo. Es porque, corno constata L. Dumont, hemos reem
cialización de la angustia remite a la puesta en común de todo plazado en lo esencial "la referencia al tocio por la referencia a
lo que inquieta a un individuo, esencialmente l a relación con la lo simple, a lo independiente, a lo que se basta a sí mismo, es
vida, la muerte y el sexo. Esta socialización es tan fuerte que decir al individuo o a l a sustancia" 1'iS. Así, en función de esto,
en las ciudades griegas aquel que quería suicidarse tenía que y del mismo modo en que el sexo se convirtió, o en objeto de
pedir permiso a l a colectividad, si era necesario, exponiendo ciencia, o en privilegio ele alcoba, la muerte se convirtió, o en
los motivos ele su resolución: "Que aquel que ya no quiera vivir objeto tabú, o en objeto ele un discurso académico y de tesis
exponga sus razones al Senado y, una vez otorgado el permiso, universitarias. En efecto nos encontrarnos c l aramente enfren
que se quite la vicia. Si la existencia te resulta odiosa, muere; si tados a la pérdida ele valores supremos o al menos al fmal ele
te ves agobiado por la fortuna, bébete la cicuta. Si estás aba su función ele cristalización social, y ello, como rnuy bien lo
tido por el dolor, abandona la vida. Que e l desdichado cuen ha señalado M. Weber, como consecuencia ele la intelectualiza
te su infortunio, que el magislrado le otorgue el remedio, y su ción y del correlativo desencantamiento del mundo. Esto es lo
miseria tenninará"1''7. Encontramos la misma ley en Ceas, en que hace que la vicia social, unillcacla en la abstracción ele una
Marsella, la colonia griega, y en diversas ciudades ele Grecia, entidad superior (Estado, producción, consumo, etc.), haya ele
etc. Lo que importa ele estos ejemplos es que aquí se manifiesta hecho estallado en pequeños grupos rest ringidos, que son una
hasta el punto más extremo la fuerza ele la circulación de la manera de vivir el individualismo. Es lo que hace que encon
palabra; el individuo vive hasta el lírnit e la puesta en común ele tremos "únicamente en los pequeños círculos comunitarios,
su angustia; se trata justamente del enfrentamiento colectivo en el contacto de hombres con hombres, en p'ianissinw, algo
con el destino del que h -rnos hablado. La muer \ se s<.. "', es que podría corresponder al pneicrna profético que abrasaba en
' 7 r:itadn por E . 1)1·1(�111·:1�.1. /,1• S111i 'irlr', 0¡1 1·11., p . :)74.
[ !>. S A Y O S S O B R E LA V I O L E N C I A B A N A L Y F U N D A D O R A
D I N Á M I C A DE LA V I O L E N C I A 1 :l �J
olros tiempos las graneles c01mmidades y las fundía coajun espiritual"wº. De modo que ahora el individuo deberá aJronLar
Larncnle" 1:·!1. Pero la inlensidad de eslas relaciones persona a en soledad las necesidades de lo desconocido, las nuevas for
persona no calma de hecho la irremediable soledad propia del mas de lo divino, las obligaciones d e lo social. Las contradic
mundo contemporáneo. Las nociones de independencia y de ciones y los antagonismos constitutivos de lo dado mundano,
libt'rlad, ele igualitarisrno e individualismo, con los valores que que eran moduladas por el politeísmo antiguo y primitivo (que
ésLas representan, no safistacen el oscuro y arcaico deseo de encontrarnos en el culto de los santos de la Edad Media), ya no
comunión que promovía las monumentales realizaciones arqui se viven colectivamente. Así la angustia se vuelve derelicción.
LC'cLónicas que, desde los templos antiguos hasta las catedrales Enfrentado a asumir su abstracta libertad, es decir enfrentado a
mC'diC'vales, sin olvidar los palacios de los grandes o los teatros asumir la perfección, la completud con medios que no lo son, el
de Jos pueblos, dan t·eslimon io del grandioso dinamismo de la
individuo queda desgarrado, y la falta esencial que se apoyaba
creación colecLiva. Es este mismo deseo de comunión el que
sobre la falla del otro ya no se atenúa y devuelve al hombre la
permite comprenckr esos impulsos comunitarios que, desde la
conciencia desgarradora de su atomización fundarnental. Así,
cruzada en países bárbaros a la errancia loca pasando por la
entrarnos en contaclo con esa masa solitaria, con esa gregaria
flebrC' de la revuelta y el levantanliento contra la arbitra1iedad
soledad que se vive, o bien bajo el modo de la indiferenciación
que ya no recuerda sus deberes, indican que hay una fuerza y
absoluta, o bien bajo el de una agresividad sanguinaria que ma
una eficacia ele "el eslar jtmtos" que surge ritualmente y funda
nifiesta de una manera pe1vcrsa, pero explicable, el retorno de
de nuevo l a legitimidad social. En su lugar, vernos surgir pro
lo reprimido. Así, a partir de la pérdida de la solidaridad esen
gresivanwnle en el pensamiento y la práctica de la civilización
cial, del consenso inluitivo, el individuo emerge como tal, y la
occickntal, fiel en esto a sus premisas grecocristianas, la figura
muerte, que es la forma extrema de la crueldad del destino,
ctrl individuo o, más exactamente, el concepto de individuo,
ahora es enfrentada en soledad. Mientras que, como vimos an
dd que encontran1os una buena fornrnlación en Leibniz y que
tes la muerte vivida colectivamente era Lm elemento orgánico
'
'''" i\I HonK11m11m, '/'/((jorie 1mrlitio1melle et 1'l1r!urie r:rilil¡111', op_ c:il., p . 25�l. �5·1.
. ·· �l. \\'r:n1-:11• /,1• Sul'(l11/ 1•1 1!· /'n/11 i1¡1w, trad. franc. . J. Freund. Pion. 1959, p. lOG. "" M. Ho1<K11rn11m, J!:clipsu rle la m.i.so'/I, op. cil., p. 145.
140 E NSAYOS SOBRE LA V I O L E N C I A BANAL y F U N O f\ O O R A
DINÁM ICA D E L A VIOLENCIA 141
con las masacres mundiales no es expresión ele un ata.jo ocioso particulares. Porque si existe jurídicamente Llll proletariado,
Y falaz, es de hecho la culminación lógica ele un proceso ele sujeto histórico, cargado de todas las esperanzas de un mw1-
desestructuración simbólica que deja al individuo aislado cara do por venir, aparecerán "gerentes" ele esta entidad encargados
a cara con un aparato todopoderoso, ambos dominados cada de traducir, explicitar y de ser necesario imponer cuáles son
cual a su nivel por una tendencia paranoica; sin la regulación sus esperanzas. El revolucionario profesional, el apparnlcl1:U,:,
que representa el mecanismo de la socialidacl, es inevitable que que asume el lugar del gran inquisidor, obra por la felicidad del
Hombre, lo que le permite aplastar al hombre particular com
p letamente aislado en una masa anónima. Este mecanismo ele
, ..., I·:. IJ1111�111:111, /,e ,\11 ú·1<ir'. 11¡1. ci l . , p. 1 7
las atomizaciones subsumidas por los aparatos, que son los pa-
1-U E N S A Y O S S O B R E L /I V I O L E N C I A B A N A L Y F U N O ll O O R A
OINAMICA D E LA VIOLENCIA
sajes obligados de la unificación y que forman de este modo una Es por esto que nos parece erróneo asimilar, como l o hace
comunidad abstracta, un pseudocolectivo, fue con frecuencia \1. Mathieu en un libro que por otra parte nos resulta pertinen-
descripto, en particular por la sociología de las organizaciones. te y preciso, lo colectivo con el "Todo"1Ü(i. De hecho hay que
En efecto, ya sc�a en su trabajo, en su habitación o durante el sefi.alar, como ya lo hemos hecho167, que no debe confundirse
ocio, ya sea a través del sindicato, del partido, de la asociación la forma revolución con las fuerzas que en parte pueden inves
cult.ural o e l e otras agrupaciones burocratizadas que se repar tirse con ella. En efecto, hay en ese núcleo "caliente" que es la
ten Ja vida social, siempre es la división lo que predomina y lo revuelta una cristalización de la pulsión colectiva, pero ésta es
que permite ese "fantasma pirarniclal"w3 que es l a negación total luego rechazada en el realismo que representa la culminación
del poder o de la soberanía social. política de la revolución. Conviene establecer una d icotornía
Así como con la burguesía y la proclamación ele la libertad entre lo que la revolución vehicula corno esperanza, con el di
Y la igualdad de la revolución de 1789 el individuo libre pero namismo inherente a ella, y su función utilitaria en el progresis
aislado rra ab a nd on a do en la jungla ele w1 capitalismo naciente mo occidental. Es cieno que, e n el marco de este progresismo,
que utilizaba esa libertad formal para fortalecerse y extender las revoluciones burguesas que conocemos ( 1789, 1848, 19 17)
se, el proceso de autonomización libra al individuo cada vez permitieron a la vez una mayor circulación de las élites, un re
más " liberado" al poder absoluto de las organizaciones que forzamiento del individualismo y, sobre esta base, el estableci
son, se sabe, una de las formas del control social extendido miento progresivo de una burocracia totalitaria que funcionaba
al conjunto de la vida col idiana. H;.i Bajo la égida del consumo, sobre el fantasma de la unidad. En este sentido, podemos decir
dr la securización absoluta, ele la ('elicidad planificada, lo que que el totalitarismo (bajo formas más o menos pronunciadas)
q u ed a ba dr solidaridad, de consenso intuitivo en el mundo ru que sirve a menudo de conclusión a l a revolución no es más
ral, en la vida pueblerina o en los barrios de las graneles ciuda que el endurccimienLo del impulso colectivo, o incluso este
1'
d es 1 1 ' t irnde H t'C' C l u < " i rsc y a desaparecer. La uniformización de impulso colectivo vaciado de su vi1·tu. Existe en l a violencia
la vest imcnl a, de la act it.ucl festiva, de la prácLica culinaria, de colecliva esa preocupación por la fundación, por la regenera
la ocupación del l iempo fuera del trabajo, en una palabra de la ción, esa búsqueda del caos primordial que encontramos en la
vida corricnt C', t iende a hacer de la existencia una sucesión de "mentalidad revolucionaria", pero, mientras que en Ja violencia
t iempos vados y homogéneos que resultan en consecuencia fá colecliva esta búsqueda se agota en su acto, siendo momentá
ciles de d o m in n r canalizar, clasificar, para la inconmensurable
,
nea y conscienLe de que deberá volver a accionar ritualmente
alegrín dr un o rdr n i nmóv i l y mortífero. otras veces, en la revolución, esta búsqueda se integra en un
proyecto a largo plazo, se apoya en el eje de la racionalidad Y
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¡.>11!1111/11J11 1/1• /'111·/11111 'IH'1rt/1' 1 1 ( ,' 1 1 • 1 1 1 1/1/1', do(' i1 \'iC'JOS l i J , ( ; l'('llOhiC', J!)77.
l!J7·1, p. l fiO.
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144 E N S A Y O S S O B R E L A V I O L E N C I A B l1 N A L Y F U N DADORA OINÁMICA DE LA VIOLENCIA l 45
del mito prorneteico, y sobre todo se efectúa para realizar de el futuro de un modo mítico, y es por otra parte lo que da tocia
una vez por todas la sociedad p e rfecta. Así, en función de un su intensidad a este colectivo. Esta estructuración precaria se
"deber-ser" la revolución se pretende "total", pretende realizar basa en la desigualdad y la jerarquía, pero las clesigualclades
la "totalidad" y tennina de hecho en el "totalitarismo". Hay, nos -y Jos estudios sobre el sistema de castas lo muestran clara
parece, una diferencia entre la voluntad tetánica y paranoica mente- constituyen en el mej or ele los casos lo que podernos
ele realizar la felicidad del hombre creando la Unidad perfecta llamar "complernentariedacl" . 169 Lo que hace al consenso de una
y la pasión violenta de decir aquí y ahora el dinamisn10 de lo sociedad que perdura ecf. el ejemplo judío o el ejemplo hopi . . . )
trágico colectivo. es el hecho de mantener las contradicciones. Al contrario ele
Es cierto que lo que acabarnos de decir se asemeja en mu toda la tradición hegeliana, que tiene una numerosa descenden
chos aspectos al modelo del funcionalismo que supo integrar cia, confesa u oculta, no se trata ele superar las contradiccio
las luchas y conflictos en el funcionamiento global ele la vida nes, sino de mantenerlas, ele un modo dinámico, en su enfren
social. De hecho, nos parece poco convincente oponer corno tamiento y su complementariedad. Lo propio ele la diferencia
dos unidades irreconciliables una "teoría de la integración" y es la integración de los antagonismos (G. Durand), es la actitud
una "teoría del c01úlicto". 1GS Y sin caer en una "teoría generali contradictoria! que se traduce en el politeísmo ele valores, cuya
zada" cuya función sería una taxonomía de las diferencias y de función esencial es neutralizar o relativizar a unos a través de
las regularidades, nos parece posible, en el marco de nuestra los otros.
reflexión sobre l a violencia, considerar el consenso -confiic Creernos que la perspectiva de la diferencia y de la preca
tivarnente- dentro de la perspectiva antropológica de la dife riedad de las formas sociales permite escapar a los aspectos
rencia, pero reconociendo al mismo tieinpo que sólo se puede más marcados del funcionalismo que remitiría a una solidari
comprender la diferencia en función del azar, en ausencia de dad mecánica, la ele una sociedad racionalizada donde tocio es
finalidad. En efecto, corno acabarnos de ver en relación con concebido en función de la noción ele utilidad, mientras que
la dicotomía entre violencia colectiva y revolución política, el la cornplernentariedad de las diferencias en el consenso pue
conflicto, la diferencia, la heterogeneidad se agotan in aclit y de traducirse en una solidaridad orgánica, la de la comunidad.
no pueden ser finalizadas. En este sentido, el consenso intuiti En efecto, mientras que la primera se ftmcla en un atomismo
vo del que hablarnos más arriba, ya sea el consenso jerárquico natural que hace del conjunto tma adición de individuos, la se
ele las sociedades tradicionales, ya sea el consenso profundo gunda, en una síntesis sui genmis, crea, en el sentido fuerte del
y poco aparente ele las sociedades contemporáneas, resulta ténnino, un grupo que actúa y piensa de una manera específica.
siempre precario y de poca confiabilidad. Sólo puede prevenir Es lo que permite decir a Durkheirn que "las representaciones
colectivas son exteriores a las conciencias individuales", Y esto
,,;, Gf. la buena pre�entación del problema que hact> Y. B..l nc1., /�(I f?.<J¡J1wl111·1 ir¡¡¡ so en tanto "no derivan de individuos tornados aisladamente, sino
r·iu/e. Anthropos. 1 97'.l, p. 208 >' ss. l'arn un r><:hozo ele crítica a la posición de Y. !3arel.
remiLi111os a nuestro articulo en M. M 1,-1·1·:sn1.• 1/yse de s.1¡s/(?1111· 1•1 f lif/á011cr· s "·io-
''" ¡•11 /'rr"11ri1r lo uil/f', A11tl1ropos. 1 , , • p '"" cr. L. ÜllMO:-JT, /lomo /1ie m rchic11s, o¡>. cil. . p. íX
14G E N S l\ V Q S S O B R E L I\ V I O L E N C l l\ BANAL Y F U N DADORA
D I N Á M I C A D E LA V I O L E N C I A
147
ele su confluencia; lo cual es muy cliferente"17º. Esta concreción en sus prácticas y costumbres, e l clan Azerna, al apoyarse e n l a
que trasciende a los individuos p articulares no es el único lo institución del reciente consulado, profrancés y centralizador,
gro ele las representaciones: se encuentra también en la acción representará ese poder exterior que, en nombre de la norma
que finalmente excede, y con mucho, cada voluntad particular. común, permitirá la imposición de la regla general y el aplas
La socialidacl, qu0 es un deseo de la violencia, no debe com tamiento de la diferencia.171 En el primer caso, el p oder, en un
prenderse de otro modo que como esa jerarquía movediza en mecanismo de interdependencia, queda limitado, englobado en
la que cada subjetividad puede comprenderse y puede actuar un conjw1to del que en cierta medida depende, queda incluso
se dentro ele un conjunto que la supera. Esta socialidad pue necrosado por ese conjunto que en cierta medida se ha vuelto
de pasar -y sucede con frecuencia- por formas violentas y ineficaz. En el segundo, estamos en presencia del germen que
poco conformes al progresismo, y ello sin embargo no implica está en el origen del poder moderno, poder que no es nuestra
que no se acerque toctavía más a una vida corriente y concre intención analizar aquí, pero que, es interesante c onstatar, a
ta, mientras que el "lcgalismo" de la sociedad se torna dema diferencia de la autoridad permite la desestructuración de lo
siado " a lienante", extrafio al conjunto social. Esta dicotomía, colectivo.
comunidad (socialidad)/sociedad (Genieinschajt/GeseUscha:fZ) En su acepción más amplia1 y según los ejemplos que hemos
se vuelve a encontrar en la división auto1idacl/poder; mientras dado, conviene comprender lo colectivo corno la sistematiza
que la primera f"unciona sobre la clientela, sobre los lazos de ción de los individuos -a la manera de la teoría del Estado
parentezco y de sangre, et.e., el segundo es anónimo, centraliza de Hobbes. Si hacemos referencia a Ltno de sus comentadores
'
do e incorrnpt.iblc. Con la autoriclacl, que puede ser totalmente esta sistematización reposa en un orden, en una jerarquía en
cruel, es posible Lomar atajos, especular con favores ilícitos, la que, por un mecanismo de atracción y de repulsión, todos
con la ponckración y los casos particulares, mientras que con los aspectos tienen su importancia, a diferentes niveles, en el
el segundo estamos ante un universal que aplica, de derecho, movimiento global ele un organismo cualquiera (organización
la ley ele un modo idéntico para tocios. Si hacemos una breve corporal u organización social). Por nuestra parte, compren
referencia histórica, podemos recordar con E . Leroy-Ladurie, a dernos este organicismo ele Lm modo metafórico, como lo que
propósito ele la herejía de los cátaros, el inicio de la oposición permite cliferencialmente sondear ele forma estrecha cada una
entre comunidad y sociedad. Lo que se señala con esto es la gé ele las partes entre sí. in Nos encontramos aquí con l a idea ele
nesis del Estado y ele la sociedad anónima. En efecto, mientras "sistema" desarrollada por L. Durnont respecto de las castas
que una parte cátara del pueblo se apoya en (o soporta a) la de la India, la cual explicita muy adecuadarnente, a través del
autoridad del clan Clergue que representa las estructuras tradi mecanismo de prestaciones y contraprestaciones, la solidez je
cionales, que especula con el clientelismo, la parentela, etc., y rárquica de la interdependencia social. Lo que funda l a existen-
c i a simbólica que creemos e s la característica d e lo colectivo historia. De hecho, la agrupación humana, la superación de la
es el hecho de que la multitud ele estallidos, ele potencialicla atomización, es un proceso condicional que puede sorprender
cles que constituyen al individuo o a la comunidad pueda vivir muchísimo, y la desaparición de ciertas grandes civilizaciones,
se justamente en su pluralidad a través de un mecanismo ele que siguen siendo todavía hoy un enigma para los historiadores
cornplementariedad que resiste con energía la violencia de la (civilización minoica, maya . . . ), podría comprenderse no por el
unidad. Poder vivir lo plural colectivamente. De este modo G . efecto de una acción violenta exterior e cataclismo, invasión,
Sirnmel define l a existencia simbólica en el marco de la cultura etc.), sino por la falta d e una violencia interior que explique la
humanista. m disgregación, en e l sentido simple del término, de la potencia
Pero, corno acabamos ele sugerir con relación a Hobbes, social. No tiene mucho sentido emplear metáforas físicas, tan
esta movilización de todos los afectos que constituyen lo so evidente result a que un querer-vivir se cultiva, y sobre todo se
cial sólo puede comprenderse si se integra allí la acción. Al ejerce, incluso y paiticularrnente al int.��grar allí su contrario;
esbozar aqtú las grandes líneas ele Jo colectivo, pretendíamos si falta el primero, el que se impone es su contrario -con las
mostrar que éste se sitúa al término del proceso ele la violencia consabidas consecuencias.
o, m�1 s exactamente, que constituye la reivindicación esencial Es sencillo reconocer -basta partir de una observación
y siempre p resente ele esta última. En suma, lo colectivo no sensata- que todo se gasta, que todo pierde su intensidad ori
es sino la concreción ele una violencia fundadora puesta en ginal; es lo que constatamos en el hecho social: lo que preside
acción siempre y renovaclamente, frente a todos los sopores la agrupación, la socialiclad, pierde su importancia, pierde su
mortíferos y anestesiantes. Puede decirse en efecto, retornan fuerza primordial. De este modo podemos decir que el exceso
do una expresión ele G. Balanclier a p ropósito de la clase, que que busca la intensidad permite el acceso a una forma renova
da. Existe una relación entre la violencia originaria y rl orden
la socialidacl "no es solamente un ser-en-sí e objeto/representa
de la coacción -otro modo de plai.1tear la relación oposicional
ción), sino también un ser-para-sí (voluntad). Sólo es grupo -
entre la antropogonía y la cosmogonía-, y esta relación resu
es decir pra.ri:;is uni ficada- en ciertas circunstancias: en y por
me perfectamente la génesis y la perclurancia del hecho soc ial. .
la acción" 1Í·1. En e fecto, sólo en y por la acción -la cual puede
Creemos incluso que esta estructura contradictoria] es Lm ar
ponerse en juego a nivel ele las pasiones o puede cristal izarse
quetipo infranqueable y que es difícil aplicar al hecho social
en los períodos d e efervescencia- un colectivo tiende a es
una ley de entropía que viera "[aumentar] insensiblemente la
tructurarse. Así lo que llamamos colectivo es siempre precario,
cantidad de desorden inherente a los hechos sociales en toda
y siempre se Jo ve sometido al azar. No existen grupos, socie
sociedád y [amenazarla] con una erosión lenta"1í\ lo que vuelve
dades, clases de derecho, no existen "st�etos históricos" que
a reinscribir la existencia en ese ilusorio rsquema lineal o pro-
sirvan ele referencia y que permitan determinar el sentido de la
m. J. J. WuNE:NBUHGEH, la Fele, leje11 1•1 lc s11cn;, 1111 1'11., p. 1 �- J·:11t·u111 ramos una iclt•a
"'' cr. ,J. 1 11\llEH�l.·IS, Prqfi/s ¡1!1i/11so¡i/1ir¡11es r•/ ¡1oli1iq11os, Gnllilllar<i, 197-1, p. 70. cercana en In noción ele «implo�ión., que inl rot!twt• . 1 . 1 l,1n •1rn . 1. 11a1, /,'/·,'/Jr'I 1!1•11 ,,¡,, •111:r1.
' " (;f. (i. l3,11.11ND1Ell, /\11 1/1.ro710-/ogir¡ues. 011. r·i/ . . p. J 57. Galilée, 1977.
1 50
151
social bajo formas sanguinarias cuyo paroxismo y atrocidades dual implica el aumento ele la subjetividad. Al aceptar el vértigo
C'xhibcn las hist orias humanas. Al contrario, cuando la violen y la angustia de la muerte o ele la alte1idad, lo que ganarnos es
cia se asunw, mccliantC' el sacrificio, el ritual, el juego, la orgía, un "más-ser". Al integrarnos dentro de una globalidad orgáni
la palabra, etc., participa ele un modo funcional en la restaura ca participamos de l a eternidad del mundo. Esta es a grandes
ción ele la armonía, en el desarrollo de lo colectivo. Vivir perió rasgos la disposición del marco formal de lo que yo llarno el
clicament.0 la clC'sl rucción, l a muerte y la crueldad, vivir la muer orgiasrno. Será conveniente apreciar ahora algunas de sus mo
te de t ocios los días, afrontar con coraje el destino o, como dice dulaciones cotidianas. Por supuesto, no se trata ele analizar en
Heidegger, "lo inhabitual y lo incalculable", devuelve al gasto detalle las prácticas orgíacas contemporáneas e ése es el obje
su lugar en el j uego arquetípico de la pérdida y el surgimiento, to de estudios puntuales que aún están por hacerse), sino más
C'S participar dr rsa r0nestesia inconsciente que pem1ite de un bien ele p l antear la "condición de posibilidad" de esos estudios.
modo simbólico C'I desa rrollo de l a perdurancia social. Si admitirnos que el exceso, la efervescencia, son constantes
antropológicas, si vemos en lo dionisiaco una figura arquetípica
propia ele toda socieclacl, resulta importante, si no delimitar, al
menos señalar sus configuraciones actuales. La prostitución sa
grada, la orgía vulgar, el gasto sexual no deben ponerse bajo la
rúbrica de los "buenos viejos tiempos". A veces los sucesos clia
rios o el "renombre" acucien para recordar su perclurancia, y la
fascinación que ejercen, se quiera o no, da testimonio de su efi-
l 52 ENSAYOS S O B R E LA V I O L E N C IA BANAL Y F U N DADORA EL DINAMISMO DIONISIACO 1 53
cacia. Así, w1a vez más eludiendo J a actitud normativa, debemos de La vida, está presente en la política, la economía, el conLrol
enfilamos serenamente tras el dinamismo dionisiaco. Debemos social. Lo encontramos especialmente desenmascarado en la
hacerlo, con tranquila seguridad. Si somos ciegos como el sabio banalidad cotidiana, en esa erótica del día a día que constituye
Penteo o demasiado reticentes como Cadmo o Tiresias, corre el irreprimible "querer vivir" coleclivo . 1
mos el riesgo de que nos devore el hecho desencadenado por la Hay un ir y venir constante entre e l arquetipo y el estereoti
pasión colectiva o que nos abandonen en la orilla desierta. Lo po, es esto j ustamente lo que engendra "la espuma de los días".
que nos interesa, en definitiva, es la b analidad ele las prácticas
Tal vez haya que volver a darle sentido a la apmiencia de las co
orgíacas. Recordémoslo, el señor del pueblo concedía su horno
sas. Toda una corriente puritana ha desacreditado sus diversas
a sus súbditos para uso personal ciertos días, el horno enton
manifestaciones. Calvino, Housscau, herederos de la corrienLe
ces se volvía "banal''. Y sin embargo era un tiempo de la fiesta
"iconoclasta", negaron toda eficacia al mundo "imagina!'', e
colectiva, la fiesta del pan común. Así debernos entender el tér
inmediatamente la moral procluctivista y su "testigo" revolucio
mino "banalidad", fuera ele todo poder exterior, como aque llo
nario rechazaron o marginaron el simple d isfrute. Sin embargo
que funda y cimienta el placer ele estar juntos. Ahora que en
el "espectáculo" está en el nivel sensual más alLo, es en cierto
Lrevemos la relatividad del orden económico o la de lo político,
modo el resumen técnico de las diversas potencialidades hu
ahora que divisarnos los límites de un orden "social" corolario
manas. Cuando P. Klossowski quiere ciar cuenta del desorden y
del procluctivisrno rnaquínico, podemos apreciar nuevamente el
de la ambivalencia de las pasiones, hace en su ciclo de Roberle
alcance y la importancia ele Jo que podernos llamar, con Max
una puesta en escena barroca donde la vista, el olfaLo, el oído
Scheler, "la participación afectiva" (Das Mi lgefiih l). Previo a las
sirven ele base al sentido "genésico''. El decorado "pomp'ier"�
mani festaciones particulares de los sentimientos individuales
que suele montar a tal efecto funciona como un estuche para
o colectivos, la "participación afectiva" tiene un carácter eng
lograr que su1ja de un mejor modo la sutileza ele los sentimien
lobante que está hecho del entrecruzamiento ele las múltiples
tos y de las emociones eróticas. Podemos dar a esta ficción
y minúsculas pasiones que constituyen la socialiclacl. Lo que
novelesca todo su valor paradigmático. En efecto la exaltación
resulta más evidente es a menudo totalmente ignorado. La ten
del espectáculo es a menudo corolario de la del cuerpo. Las
sión hacia los "trasmundos'', baj o sus diversas fornrns, hace ol
grandiosas puestas en escena de las fiestas antiguas son causa
vidar demasiado rápido la riqueza y la fecundidad puntuales ele
y efecto del desenfreno orgíaco, señalan ele un modo paroxís
las diversas situaciones de la vida corriente. La "profundidad" y
tico Ja preocupación por el parncer inherenLe a la socialiclad,
la "superficie" están siempre íntimamente ligadas, constituyen
preocupación que, frente a la precariedad de las cosas, acentúa
una "dualidad conjunta" imposible ele reducir. Es el fantasma
la importancia del presente.
escolástico el que establece distinciones (sustancia-accidente,
científico-ideológico, intraestructura-superestructura . . . ), el que
secciona la existencia, y 1 ' ida de este modo torta la efC' 'S ' Desarrollé esta cueslión en MA1··F�:s1 11.1 (M.). /,'<)111/111' "" """'.11-'"·' < 'p11/1·1/J111ir111 11
1 1 1 ;,qwioluyic•
1 de /'Ul'!Ji(! ( 1882), Le Livrl' dl' I '• '. l ' l!J I .
cencia de lo simbólico, e>. 'Sión · l rnisLcri le 1 ' ·onju1h. , m.
' Arte aradémic.;o que pese a emplear 1.t'c111< · as .141:-. Ll all's l'<''11l1a 11nwlias l'L'cc� 1abu
El afecto en su salva.je dil 1ctrnismr encarna en Lo •:> los a tos y vacío ele contenido (n. del 1.).
1 54 E N SAYOS S O B R E L A V I O L E N C I A B A N A L Y FUNDADORA E L D I NA M I S M O D I O N ISIACO 1 55
Comprendido así, el espectáculo es una reivindicación del sensual que se agota en su realización otra manera de expre
"más-ser" colectivo. Éste es por naturaleza polimorfo y polifóni sar y ele vivir una situación intensa a través de su precariedad
co. A imag<:'n de las prncesiones, de los agrupamientos de todo misma? Hay una aventura banal que se vive día a día y que se
tipo, poco o 1T1al controlados, el espectáculo es una metáfora inviste en el presente. El "carpe diem", bajo diversas formas,
del estallido sensual. Tiene múltiples facetas que, en su debido tiene un profundo arraigamiento antropológico. Incluso, para
rnomento, atraen la mi rada, fuerzan la atención. El espectáculo el caso, "el entrecruzamiento del hecho y la idea" deja de ser
procesional como todavía podemos apreciarlo durante las fies una fórmula feliz para ocultar más bien una idea abstracta.3 Es
tas votivas del sur de Italia, en su desorden mismo, remite a la justamente esta mezcla lo que se intenta delimitar en las prác
exalt ación riel cuerpo mientras que al mismo tiempo se venera
ticas cotidianas. Quizás esto sea justamente lo que asegura la
la santa contensión ele ese cuerpo. La celebración de un mártir
resistencia y la perdurancia de la socialidad; esa facultad de
santo, de una vi rgen casta, de un héroe ascético, pasa por una
vivir cuasiintencionalrnente situaciones cambiantes o monóto
súplica dC'sordenacla de los sentidos. Los grandiosos fuegos ar
nas y representaciones, mitos, ideologías. Como se ve, en dicha
tiAciales, la eflorescencia ele los colores, el derroche de flores,
perspectiva, Ja Historia humana, orientada y finalizada, deja lu
el magnetismo de los olores, el ruido de los cantos y de los
crar a las historias humanas hechas de naderías y que, por repe-
b
clarnor0s, funciona corno un relicario de la macabra reliquia
tición, se asemejan al estilo poético, a la prosa, a la mitología.
venerada. Incluso, muchas veces, se l a viste y decora ostento
Encontramos en esta perspectiva un querer-vivir pagano que
sanH'nl·.<:'. Un pueblo pobre en semejante espectáculo plantea
sirve de fundamento a la sabiduría popular. Se trata de una acti
de este 1nodo su afirmación de la vida. Esta astucia popular
tud epicúrea que es otra manera de expresar lo que aquí llama
muestra claramente la importancia del cuerpo en representa
mos orgiasrno. "El culto del momento fue una sabiduría", dice
ción, ele la "superficie" del cuerpo que, dentro ele la sensualidad
Octavio Paz; ella ha permitido, sigue permitiendo, afrontar el
polimorfa, constituye su única riqueza. El cuerpo y su celebra
destino, es decir vivir la muerte, la contradicción, la alteridad.
ción espectacular, en sus diversas manifestaciones culturales,
Siempre está lo trágico en la lógica del presente.
remiten a la antigua negociación entablada, cuasiintencional
Una sociedad en la que por un tiempo dominan los adminjs
rnente, con el tiempo que pasa. La acentuación de la apariencia,
traclores (el Penteo del mito o la tecnoestructura contemporá
del parecer, nrnestra que la existencia no funciona (o funciona
nea: ¡retorno ele lo mismo!), una sociedad así deja para mañana
poco) sobro el p royecto, se agota más bien en su misma actua
(o al menos está invitada a hacerlo) la búsqueda de disfrute. En
lización. El espectáculo no tiene otro sentido; a imagen ele los
fuegos artificiales, señala que los actos hun1ru1os se desvanecen tocios los niveles predomina la Economía, y parece un sacrilegio
en el momento mismo de sus estallidos más intensos. atreverse a emitir reservas respecto de esta deidad o de los ava
De un modo tal vez algo pru·adójico para el lector atento, tmes del Progreso, del Productívismo, etc. Y sin embru·go esta
yo diría que esta espectacularidad en acto en la vida corriente legitimación tiene serías dificultades para ser admitida, o más
� st.á en estrecha relación con lo que podríamos llamar un "si-
1.uacionismo" popular. De hecho, ¿no es acaso el espectáculo 1 Cr. Gt:01(t;f: (P.), /,u /,0i et le p/1é11011dme, CllrisLian Bourgois, 1 !:l78. p. :J7.
"
'.,..
. -
1 5() ENSAYOS S O B R E LA V I O L E N C IA BANAL y FUNDADOR�
EL DINAMISMO DION ISIACO 15í
esbozamos aquí, es un tiempo vivido; está hecho de alegría y de No hay que olvidar pues -muchos pensadores lo destacan
desamparo, reposa sobre la pasión y sobre sus diversas vicisitu con fuerza- que la comunicación no se funda únicamente en
des. Está así amasado con elementos mundanos, y eso es lo que la necesidad de la subsistencia material, surge a partir ele la
constituye su gravedad: está cargado con lo que hace a Ja vida necesidad de u n intercambio más vasto. Al lado de la circu
Es justamente esta. gravedad la que fw1da su riqueza. En efec la del sexo. Sin hacer de esto una nueva hipóstasis, podemos
recordar que el deseo también es un elemento de importancia
to, el presente vivido permite, como recomienda G . Durand, en
en l a estructuración societal. La pasión y su arquitectónica,
tonar " e l himno y l a letanía del tener" contra "todos los pmitanis
y lo que podemos llamar "orden imagina!", tienen una preg
rnos, contra todas las ontologías . . . pauperistas de la existencia
nancia que es difícil e incluso inútil olvidar. " E l principio me
o del ser". Si es cierto, en efecto, que el "pecado original" es "el
tafórico es el fundamento del lenguaje" (O. Paz), y el mundo
orgullo de ser", el hecho ele preservarse, de ingresar dentro ele
amoroso se construye ante todo sobre un sistema metafórico.
una visión económica (economista) de la existencia, es posible
E l l enguaje poético, ya sea en su modulación cotid iana, ya sea
por el contrario reconocer en la exuberancia del tener la huella
en su cristalización literaria, es un buen ejemplo ele esto, no
ele la salud colectiva, el signo del gasto, de la pérdida que paradó
intenta delimitar, reducir eso mismo que nombra, lo deja en
jicamente funda el estar juntos. G. Durand precisa que "la ética
su indecisión, en su polifonía, en su polisemia. Así cada cual
del tener" silve de fundamento a la problemática del p luralismo:1
percibe, según las situaciones y las tonalidades afectivas que
le son propias, lo que puede o quiere percibir. Como se ve,
1 Ci'. SOi>J'(' l'Si l ' illl<Íiisis: 1)1·11\�ll (( i . ) . /•'i,r¡l l l '<'S l/IJ/lir¡111•s f'( 1•iSflf/('.' r/(' /0rf'lll'l"f'. Jlt'J'¡.( otra vez aquí se afirma el pluralismo expandido del mundo
lnl l'l'll;ll 1011al, 1 !J7!J, p. :27(i y SS.
imaginario. Me parece que los elementos de este m u m lo aquí
E N $ J\ Y O S S O B R E LA V I O L E N C I A B A N A L Y FUNDADORA
EL D I NA M I S M O D I O N I SIACO
l f'iD
del deber-ser, en nombre ele l a uniclimensionaliclacl1 refrenar la ciclad, resalta la pregnancia de lo sensual y lo imagina!. Así, el
exuberancia erótica ele la masa. pensan1iento crítico y analítico (Progreso, revolución . . . ), que
Tras hacer un balance de más de veinte afias de investiga funciona siempre sobre el futuro, se desmorona, o sólo juega
ción sobre el mito y el símbolo, tras analizar "el aparato simbó en segundo plano, para dejar lugar a un tiempo vivido, próximo
lico" y presentar ese "capital referencial" que constituyen los a la duración bergsoniana, que a través de la banalidad coti
esquemas, Gilbert Durand declara que "el primer lenguaje, el diana y sin preocuparse por el mañana permite la expresión
verbo es expresión corporal"'. No tenemos ninguna intención armónica de todas las potencialidades corporales y afectivas.
de olvidarlo, de hecho conviene recordar con fuerza el carácter En este sentido, e l individuo y su hipóstasis abstracta ( cla
principal d e la acción (el verbo es lo que marca la acción) en se, sociedad) deja de ser un sujeto histórico, sujeto de la histo
la estructuración individual y colectiva. Esta acción conviene ria, para expresarse a través de una multiplicidad de historias,
comprenderla como una expansión, una expresión, un desplie para devenir "el h01no ludens". Esta observación un Lanto for
gue, un desarrollo del cuerpo. Reconforta ver que el símbolo mal se verifica empíricamente con una obse1vación de la vida
se une a la materialidad, a la brutalidad de la materia. Y por mi de todos los días. Las calles de los barrios y de los pueblos
parte vería aquí la confluencia de los diversos sentidos de la no concretos se perciben a través de sus olores, de sus ruidos, a
ción de símbolo: a la vez lo que vuelve perceptible eso "imposi través d.e las deambulaciones, las repeticiones, los reconoci
b l e de percibir", y ese signo ele reconocimiento (symbolon) que mientos cotidianos. Son las "pequefias cosas" de todos los días
une. Así la corporeidad del símbolo permite y funda lo que yo las que estructuran de cabo a rabo la congregación humana, e
denomino "socialidad " . Es cierto que este sefialarniento -que incluso l a fiesta, Ja efervescencia, no son, a fin de cuentas, sino
aquí sólo hacemos como una pista a explorar- puede permitir excrecencias que se integran orgánicamente en la textura ba
comprender, a pesar de las diferentes canalizaciones a las que nal. Esta textura no está en absoluto orientada, encaminada;
dan lugar, por qué la expansión y la generosidad corporales por decirlo metafóricamente, su tiempo es más vertical que
resurjen siempre. Incluso la medicación psicologizante a la que horizontal. Una atención por lo m:inúsculo , que debe carac
nos hemos referido no consigue refrenar Ja virtud del cuerpo. terizar a una sociología de lo cotidiano, permite comprender
Su arraigamiento antropológico es demasiado profundo, y, ya que lo que se percibe en un corte vertical es el cuerpo en sus
diversas modulaciones, la sensualidad en acción que juega con
sea en forma cíclica, ya sea en forma de explosión, resurge
todo, que se burla de todo. El tiempo vivido es un espectáculo
periódicamente y su eficacia hasta ese momento latente se
en el que se vuelve a representar lo mismo. Este juego, no lo
hace manifiesta. Existe, profundamente anclado en la trama
olvidemos, puede ser trágico; es muchas veces molesto. Pero
societal, lo que, a falta de un término mejor, podernos llamar un
hay grandeza en la burla. Tal vez sea esto lo que constituya la
paganismo estructural que, ya sea bajo la forma violenta de la
nobleza ele la masa. Lo que observamos en la diacronía se ex
revuelta, ya sea por el sesgo más irónico ele la astucia y la dupli-
presa también en la sincronía, y los historiadores de la cultura
muestran perfectamente el mecanismo de intensificación del
7 i)l 'llANIJ (li.). f·'i_(Jll l '<'.� lll// ( /1if/ l «'8 1 • 1·isO.lfl'S 1/r• / '1;'/llTI'. 11/1. ('!/ .. ¡ . :¿() presente, de acentuación de los valores corporales. A veces a
1 ()2 E N S A Y O S S O B R E L A V I O L E N C I A 0 1\ N A L V F U N D A D O R A
E L DINAMISMO D I O NISIACO 163
esto s e l o llama decadencia. texto poco conocido y sin embargo clásico del sociólogo G.
Es cierto quC' cacla fin de civilización ve, de un modo cíclico, Simmel, "Estudio sobre Venecia"9• Este análisis de una actuali
cómo sus propios valores se vuelven objeto de comedia. De dad sorprendente opone Florencia a Venecia. En nombre de su
no ser por su progresismo inveterado, Marx habría podido for concepción vitalista del arte, el autor ve en Venecia una "ciu
malizar este proceso y extraer de él las consecuencias que se dad artificial", teatral, una "ciudad simulacro", y toda su sutil
imponen. ¿,Pero debernos despreciar un proceso, en definitiva, descripción tiende a mostrar de qué modo Ja arquitectura da
t.ot alrnent·e natural? Sorokin mostró con claridad que la "satu cuenta de esta superficialidad decadente.
ra ción " de las formas culturales podía ser muy dinámica. "Dies Pero al mismo tiempo, ironía o trampa del discurso, uno no
n o /a l is", el día de la muerte, puede ser un día de renac!rniento. puede más que sentirse impresionado ante una especie de pro
En la Venec i a p 0s t.i len l C' de.l a novela ele Thomas Mann, la i rri so cedimiento oximorónico que da una sorprendente profundidad
ria risa del cantor ambulante en el parque del palacio anuncia a la superficialidad condenada. Tras "el aspecto risueño" de la
sin duda la muNtC', destaca sin duela la decadencia, pero ésta ciudad, encuentra una "sombría pasión", el decorado grandioso
no impidr la lwl lrza de pC'rdurar: Taclzio vive. que se observa remite a Ja "belleza mentirosa de la máscara"
.JC'<lll St.a robinski14 VC' a Giandornenico Ti epolo ( 1 727-1 805) (p. 1 12). Venecia tiene un "carácter quimérico" debido a que
como C'l "mit ógrafo" del fin de Venecia. ¿Y qué es lo que pin "la existencia se ha consmnido bajo su máscara" (p. 1 13). Y
taba s i n o la vida fami liar, hasta el sarcasmo y la caricatura? muy felizmente, Simrnel arriba a una hipótesis de duplicidad.
El mod0lo dr est· a burla es Pulcinella, cuya "ociosidad pueril" "Y esa vida misma . . . ¿no es acaso también una vida doble?"
n'cuerda In rr lat.i v id ac l ck la Historia y el traba.jo. Si Pulcin e l l a Por mi parte, veo en esta decadencia, en ese rechazo del prin
es o m n i p rC'se n t 0 C'll la tC'atraliclad pat1icia es quizás para mar cipio de realidad, una ensordecedora belleza, una astucia fe
car i r risorianlC'nLe e l fin rle un mundo; pero en oposición a lo cunda que es tal vez dañiña para los sentidos. La pasión está
que d ice St.a ro l > i ns k i , est .e l larnaclo al caos es al mismo tiempo siempre enmascarada porque es siempre doble, e l lobo no está
un llamado a la f i C's t a un l l amado a la infancia. El final de un
, sino con traje ele comedia, es precisamente la expresión de una
valor dominant P no es el final ele tocio, el fin del mundo no es existencia a la que Shopenhauer calificaba como "totalmente
el fin cid mundo. Cada conjunto civilizacional tiene su pequeña equívoca".
Pulcinclla quC' anuncia con frecuencia un nuevo reparto. Esta Fo nnosa Ditplex. La vicia a imagen de la belleza es siempre
vicia teat ral e ilusio1ia es esencialmente común, corriente, la an1bigua, y estas reflexiones sobre Venecia, en su brevedad,
burla marca la irrealidad cte ctetem1inado valor, pero permite a tienen corno único objetivo recordar que lo que, a imagen de
l
fin d0 cuC'nlas la percturancia, Ja máscara permite vivir oculto. esta ciudad, no pertenece ni a la tierra ni al agua expresa la
Venecia, por ot ra parte, muere constantemente. Pienso en un potencia del caos inicial. La equivocidacl ele los períodos ele
l1
decadencia que se expresa, el resto del tiernpo, en las "pequeñas
' ( : f. ST1m •1<1'l�l\I (. l . ) . J 18.11. /,¡•s E:111/1/c�111 1 's dr• lo Naiso11, l'CL F'lamrnarion, 1 979,
p. J !) .r SS. " S1i1rn:1. (G.), Alélcmves (fe l'liilosophie rélotfoist<?, Alean, HJ 1 2 , e. VI. p. 1 1() y ss.
j
t1
1 64 E NSAYOS S O B R E LA V I O L E N C I A B A N A L Y F U N OADO�A 1 1 ()f)
�1
E L DINAMISMO D I O N I SIACO
11
ediab lemen te nece
cosas" cotidianas, permite, m ás allá el e las justificaciones y claramente: tanto uno como otro son irrem
e much a de su gracia.
de las diversas "derivaciones", que emerja la importancia y la sarios. El exceso sin la nonnalidacl pierd
libertino trasnocha do
eficacia de una gestualiclad polimorfa, de una gestualidad sin ¿Quién no conoce en su entorno a algún
sa meno s que el es
dirección, que puede dar l a impresión de ser desordenada, pero a quien la in.fide lidad en sí mism a le intere
trar a su amante nece
que paradójicamente es e l referencial "secreto" que asegura tremecimiento que la rodea ? Pare encon
tador es que pued an
el mantenimiento ele la organiciclad societal. En suma, las sita montar un espec tácul o, neces ita espec
la perversidad hasta
funciones macroscópicas, por más útiles que sean, no deben advertir su falta. Inclu so algun os llevan
1
hacer olvidar que existe una multiplicidad de intercambios, r (indicios varios, car
dar con el medi o ele inforn1ar a su muje
tristezas, atracciones, conjugaciones, que tienen también uiera ele nosot ros
tas anónimas) ele su relac ión culpa ble. Cualq
su importancia; l a existencia de un cuerpo, cualquiera sea, estas �mécd otas. Del
1 podrí a conta r perfectamente varias de
depende de eso también. En medicina, además de los grandes que el exces o aver
mismo modo podríamos segui r dicien do
órganos, también debe cuidarse el estado general. Sólo una
güenza al mund o ele la nom1aliclacl. El vivido
� � '.
r, e l n ct� rnbL l o,
,
atención a lo gestual, a lo corporal, a lo sensual puede dar utible fasc111ac 1on
el "fiestero" o el Don Juan, ejercen una indisc
cuenta ele este estado general. ele una mora l muy
sobre aquellos mism os que son guardianes
La sociología positivista, fiel en ese sentido al siglo XIX que urero está rodt>a clo
estricta. En tocias las institu cione s el avent
la vio nacer, sólo se interesó por las grandes categorías de la cautiv ante. ¡Los sue
de un aura ele escándalo que no deja de ser
vida social. Sin admitirlo además, sólo aceptó la figura lumi
ños y las fantasías encue ntran en este avent
urero cercano n 1 �
nosa cle Apolo o la laboriosa ele Prometeo. Pero olvidó, lo que �
mund o de la cnnu
cristalización de calida d! En definitiva, en el
ya anunciaba Nietzsche en esos tiempos, que existe antagonis Mesri ne, much os
nalidad, desde Robín Hood o Mancl rin hasta
mo en toda estructuración social, que el dilema siempre está ón de las masas;
son los bandi dos que hicier on vibrar el coraz
obrando. E l politeísmo de los valores o la guerra de los dioses, los ele una efer
clespieitan en cada uno de nosotros los destel
cuya importancia Max Weber nos hizo advertir, están siempre domesticada del
vescencia que duerm e, pero que nunca ha siclo
a la orden del día. Lo que esta metáfora nos hace presente -y resuenan siem
todo. Las voces del noma dismo y del carnívoro
que tan bien ilustra la llíada- es que esos dioses son ruido y satisfacerse
pre en alguna parte del hombr e. Aspirar a todo
sos, sensuales, crueles, excesivos, y altamente sexualizados. o rnezzo voce,
con nada es todavía una actitud que, con fuerza
En la globalidad del Panteón sólo se pueden conservar ciertos eim con el clasi
sigue atormentando al cuerpo societal. Durkh
aspectos o ciertas cualidades. Más precisamente, corno en la
del inJinit o, que
cismo que le conocernos observa que "ese mal
epopeya homérica, el triunfo ele un dios es siempre pasajero y
re a menud o
la anornia lleva a todas partes con ella . . . aclqLúe
precario y, gracias a un misterioso equilibrio, el que fue derro
ina, en el
una forma sexual" 'º· Es un hecho . Si la anornia determ
tado siempre vuelve a resurgir y a triunfar en algún momento.
vicia corrie nte,
sentid o fuerte del témün o, lo que constituye la
La sabiduría antigua puede así ser un modelo; lo que por con
vención llamarnos "virtud" o "vicio" se integra en una arquitf'C
tónica pluralista en la que c¡i cla cual tiene su lugar. Digánv .o "' Dt11¡K11E1�1 (E.), Le Suú:irle, PUF, 1()73, p. :JU4.
J (i(i E N S A Y O S S ü B R E L i\ V I O L E N C I A B A N A L Y FUNDADORA
EL D I N A M I S M O D I O N I S IAC O 1 67
sPrá C'n e l exc0so dionisiaco donde encuentre su expresión más Remito al libro ele Dulaure para una completa exposición de los
acabada. El ril"tlé:ll orgíaco en sus diversas representaciones mí diversos cultos que las emplean. Lo cierto es que a diferencia
loicas y poéticas así corno en sus modulaciones prácticas, sigue ele una ideología. genital y procluctivista que vemos culminar en
siendo una astuta rPspuesta aportada por la socialidad a la irre el mundo burgués y en el psicoanálisis del siglo pasado, el sím
primible nPcesidacl de vivir h'ic et. nunc la pasión, es decir ele bolo fálico remite a una sexualidad extendida. El falo aparece
afrontar en el día a rlía lo trágico del destino. en tocio momento de la vida cotidiana, ingresa en la iniciación
progresiva ele los individuos, en su socialización. Forma par
te del misterio dionisiaco que los ritos y los mitos colectivos
2. FIGURAS DEL EXCESO destilan, distribuyen, difunden. Corno ante algo amenazante,
violento, se negocia, se urden astucias. Dioniso es constructor
Durkheim v0 en el totemismo la forma elemental de la reli destructor y hay que tener cuidado con olvidarlo. Esta pers
gión. Tal vez sea así. En lo que al orgiasrno respecta puede de pectiva es la que permite evitar "la obsesión por la sexualidad"
cirse que E'l culto del ralo es un elemento ele base. J. A. Dulaure reducida al pene que vemos en nuestros días. E l eros fálico es
en su trabajo sobre las "divinidades generadoras" destaca la causa y efecto de una gran salud popular cuyas huellas encon
importancia adherida a este signo generador. Este libro, publi trarnos en los amores pueblerinos o en las prácticas, no nor
cado en 1 805, fm• presentado en su reedición ele 1905 corno ma.das pero cuidadosamente enmascara.d as, de la "centralidad
subterránea" y ele la que dan cuenta una serie de indicios. Así,
honest·o pero sin gran originalidad. En efecto, con paciencia y
el falo debe ser entendido como la expresión, como la figura
modestia, protagonista de la Revolución Francesa, hombre de
ele una salud popular que silenciosamente asegura el mante
acción y de pensamiento, Dulaure muestra con erudición todas
nimiento societal. Para echar luz sobre nuestro asunto, puede
las divinidades europeas que con más o rnenos fuerza remiten
ser interesante destacar las superviviencias de l o dionisiaco
a la figura fálica. Las procesiones específicas que encontrarnos
en la Iglesia cristiana: la "simbología del pescado y el vino'',
regularmente clan rnuestra de un arquetipo, de un "residuo"
la ornamentación de los cálices católicos, la emblemática que
irreductible que se modula enseguida de diversas rnane ras. 1 1
remite al "orfeo báquico", todo eso en definitiva muestra que la
Precisemos sin embargo -se hace necesario dentro de u n cli
imposición eclesiástica, por más constante que sea, no ha podi
ma intelectual fnert ernente influido por el modelo psicoanalí
do impedir la manifestación, la perdura.ncia., la excrecencia del
tico- que estP falo no puede ser reducido a lo que l lamarnos
viejo fondo pagano. Rastrear estos indicios, preguntarse sobre
sexualidad. No es t ampoco una imagen obscena, es el signo
los desvíos, puede permitir comprender la base sobre la que se
1
estético ele una agrupación colectiva.
erige el regular retorno de Dioniso. El falo en la Iglesia. Esto
Las represmtaciones de Eros priápico son muy antiguas.
merecería ele por sí un prolongado estudio. Un poco más mo
destamente, nos conformaremos aquí con hacer algunas obser
1
' ! J1 1..11·111-: (.l. 1\.). fJl's <1 1 1 , 1 1 1 111•s 111;111;mlril'f's, r'd. Mercme de rrance, Paris. 19Wi. vaciones que recorren el análisis de Eros místico y que sirven
I ' l í/ .\' SS . de punto de partida a desarrollos ulteriores sobre la unión cós-
,
,
í
mica del orgiasmo y e l exceso banal d e todos los días. E l bau jóvenes devotas. l 2 También debemos recordar e l carnaval
tismo de las fiestas paganas por parte de la Iglesia cristiana en y su estética dionisiaca. Conocida es la importancia del
expansión es hoy algo admitido. Es cierto que los grandes mo carnaval en la vida litúrgica; sin embargo ese carnaval
mentos romanoceltas o galorrornanos fueron oficializados por que florece esencialmente en las c i u dades católicas (Niza,
el calendario litúrgico. Una religión no aparece jamás en un Venecia, Munich, Colonia) tiene, en su aspecto abigarrado
desierto, y le es imposible hacer "tabula rasa " de todo lo que y efervescente, numerosas figuras fálicas, más o menos
la preexiste. Es por ello que personajes religiosos, fantásticos, eufemizaclas según la época y la coacción de J os poderes. La
héro€:� s, divinidades, creencias diversas, son poco a poco cano abstinencia que tendrá lugar durante la cuaresma es ahora
nizadas, canalizadas, integradas, por la religión invasora. Este
transformada e n burla a través de la veneración d e imágenes
procedimiento sin embargo no marca la acción exclusiva de la
y de la práctica d e raptos, violaciones, licencias d e tocio t i p o .
autoridad dominante, muchas veces no hace más que ratificar
Le R o y Ladurie en e l El Carnaval de Ronians da cuenta ele
la presión de la base. En este asunto, como en muchos otros,
una corporación, "la alegre abadía ele MaugouverL" (Mal
es importante tener en cuenta la vo:r: popul'i. Eluclfrla puede im
Gobierno), formada p o r jóvenes "machos" casados o no,
plicar en algún momento una desconexión respecto de Ja base
y que tiene a su cargo la dirección del Carnaval. Organiza
social, cargada de amenazas. Maquiavelo lo observó muy bien
festividades, bailes, bataholas, farsas, desfiles, etc. "Los
en el terreno político. Y las historias humanas están llenas de
roles de Maugouvert son cristianos, rnúltiples, dionisiacos".
dominaciones que en la cima de su poder aparente son barridas
Para hacer esto retiene u n diezmo d e los matrimonios.
de inmediato. Sencillarnente olvidaron arraigarse integrando a
Vemos claramente todo el siinbolisrno de la p ráctica. Hay
su estructura elementos, cualquiera sean, del pueblo o del país
que volver a comp rar, pagar el establecimiento conyugal, la
dominado. Baj o esta perspectiva sin duela conviene apreciar la
estabilidad, para financiar actividades de errancia sexual.
supervivencia ele p rincipios arquetípicos; éstos persisten bajo
Esta misma abadía continúa su actividad e l resto del año, en
diversos nombres en las múltiples civilizaciones, y al mismo
particular durante e l mes d e mayo, cuando tiene Jugar t o d a
tiempo, aseguran polos ele resistencia, recursos secretos a Jos
que el individuo y la sociedad acuden para extraer su fuerza. una serie d e manifestaciones amorosas. E n la organización
Una ele las expresiones de la vo.17 populi, o de la resisLencia social claramente reglamentada de la pequeña ciudad de
a la que acabarnos de referirnos, es la persistencia de los Romans, "Maugouvert se erige como un yo fálico " ':\. Es
"santos fálicos" en la Iglesia católica. Habría que multip licar cierto q u e estas instituciones q u e calcan el modelo religioso
anécdotas para señalar, bajo lo que ha convenido en para invertirlo, representan la parte oscura ele lo social, el
llamarse restos de superstición, todos los pequeños hechos reverso ele la n o rrnalidacl. Lo que Le Roy Laclurie describe
que remiten a esta dominancia, desde "ü santo membrn" de muy bien para Romans puede encontrarse en diversos
sino remiten a ese viejo sustrato antropológico que es el falo. En Brest, tenernos a san G uignolé, o G uingalais, que viene
Precisamrnte ésl r servía de base a los juramentos más sagra también en ayuda ele los estériles, y las prácticas utilizadas a tal
dos, para asegurar así la solidez del conjunto social. El clero fin no tenían nada de milagroso. En Bourges, otro nombre que
crist iano muchas veces se ha inquietado por esta in.fluencia recibe Príapo es san Guirlochon, o san Greluchon. Más tarde
f"álica, muchos son los reglamentos eclesiásticos que precisan este nombre designa al hombre que está vinculado a una pros-
tituta. Y ello e n el marco d e l a hierodulía, e n tanto mediador del bargo esta expresión del cuerpo resurge periódicamente. En lo
éxtasis que asegura una función social divina. Jamás se podrá que una cierta teología llama "la iglesia subterránea", la sensua
hacer callar completamente la pulsión festiva que impulsa a lidad y e l cuerpo vuelven a encontrar su lugar. No se trata de
la gente a juntarse alrededor de un símbolo que encuentra su atribuirle a esto más importancia ele la que tiene. Tomémoslo
poder aglutinante en lo más profundo de Ja memoria colecti como huella de ese "hilo conductor" del que hemos hablado Y
va. Acostumbrada a las astucias, la memoria colectiva puede que jan1ás se quiebra aunque sea poco evidente. "La erotización
vestirse con atuendos y motivaciones muy diferentes. Pero de la liturgia" no es un fenómeno nuevo, es una experiencia co
lo esencial no es eso. Más exactamente, a través de diversas lectiva de la que los griegos nos han dado un modelo acabado,
ostentaciones, y son numerosas, lo que importa es destacar el y que a través de la efervescencia y el ruido, del trance Y de la
deseo mítico ele comulgar con la alteridad que es el fundamen soledad colectiva reitera lo trágico mundano de la finitud. El
to últirno ele toda socialidacl. El "santo Membro" de la ciudad cuerpo que baila y descubre sus límites, p o r ende su libertad,
de Trani que paseaban el día de carnaval por las calles ele la el cuerpo que se erige en Ja fiesta colectiva es al mismo tiempo
ciudad, esa estatua ele madera que representa a Príapo, permite expresión ele la dignidad hwnana que se yergue pese a recono
la cristalización del exceso sagrado. Ni ésta ni otra figuración cer, explícita o cuasiintencionalmente, esta finitud. La erección
fálica es lo que aquí se adora. Son más bien los vectores ele una del falo extrae tal vez de allí su poder de fascinación. Subraya
fuerza orgíaca que se materializa según las épocas bajo fonnas perfectamente el dinamismo y la virtud irreprimibles ele la so
particulares que expresan la trascendencia inmanente del lazo cialiclad. El dios Príapo en su turgencia es sin eluda el súnbolo
colectivo. Dejando de lado las fiestas "profanas" que marcan de la perdurancia y ele la unión del individuo colectivo.
la vida banal, de las que habrá que volver a hablar, teologías
contemporáneas tanto católicas corno protestantes (Novak, H.
Cox, W. Birmingharn) redescubren la carga carnal y sensual ele
las ceremonias religiosas que la racionalización invasora había
borrado un poco. No se puede reducir al entretenimienlo, a la
simple distracción, las diversas manifestaciones ele la concre
tud corporal. La danza por ejemplo, que fornrnba parte del ho
menaje a los dioses, y que, dejada de lado, tiende a retornar su
lugar, la danza es justamente, tal como declara P. Valéry, "una
cosa seri a y, en cierto modo, incluso una cosa sagrada". Desde
luego que cuando la religión se vuelve institución (lo que es
inevitable a la espera ele una nueva efervescencia que precipite
Lodo), todo exceso ele expresión, todo desorden es juzgado in
tempestivo. Y durante mucho tiempo, por ejemplo, los obispos
se opusieron a la práctica de la dmr 1 r ' n las iglesias. Sin . n-
1 75
Capítulo tercero
La m a s a : res i st e n c i a y s o c i a li d a d
· l�I\ f.u C11111¡111;/e <111 Vi·1'.W'11I ( l !J7�1), cf. .'\¡11h /11 111ruli'1 ·11i11•,' y subn• 1odu <·11
L'0111/""' rle fJicW/JS(1s ( 1 982), p. 1:3, Ilota 1, lle ciado una cxplicaci<>1 1 dt• este co11cept.o de·
socialiclad: expresió11 tangible P irreprimible de la soliclarirlad de base o del '"psrar juntos'".
l 7G E N S i\ Y O S S O B R E L A V I O L E N C I A B A N A L Y F U N D ll D O R A L A MASA: R ES I S T E N C I A Y SOC IALIOAD 1 77
ele la estructuración social. Se trata pues ele una aceptación que la vida. Esta actitud nos hace recordar al chico en sus p r imeros
relativiza en el acto mismo esta existencia, pero que no rechaza años, con sus pasos caóticos e inseguros, p l agados de caídas
el disfrute, por más mínimo que sea, en pos ele un hipotético e incertidumbres, y cuyos obstáculos sin embargo supera glo
maíiana paradisíaco. En este sentido "la aceptación" ele la que balmente para alcanzar la meta, a no ser que aparezca algún
hablarnos remite a lo trágico del presente donde encarna tocio requerimiento que lo impulse más lejos.
cteseo y donde se agota tocia potencialidad. Podemos efectuar una comparación con el andar social. La
Ello no quiere decir que esta "aceptación" no pueda ser la ubicación se desconoce y e l camino está mal señalizado, los
ocasión y el indicio ele una resistencia más grande, más solapa requerimientos son múltiples y todos imperiosos, pero, mal
d a también. Eso es lo que podemos tratar ele analizar. Frente a que bien, a intervalos sucesivos, en una serie de estancanúen
la identificación impuesta que adquiere formas múltiples e im tos y saltos inexplicables, cada Lmo de estos requerimientos se
perativas -ser trabajador proletario, ser hornbre, estar abona cumple y eso es lo esencial. Nos queda ver c:órno se realiza este
do al gas, a la seguridad social, ser de izquierda, ele derecha-, andar o al menos cuáles son sus elementos distintivos.
puede existir Lm reconocimiento ele sí, que sea más ligero, más
expandido, forzosamente contradictorio, que no diga "no",
pero que encuentre formas más astutas. En suma, los valores, La existencia de una solidaridad c)'l'gán ·i ca
cualquiera sean, pierden su dinamismo y su propia eficacia.
Vemos aquí a la vez la pregnancia y la debilidad ele una moral Una de las particularidades de la resistencia d e la que habla
del "deber-ser" (M. Weber), a la que ya nos hemos referido en mos es el espíritu de cuerpo, la solidarid ad orgánica que cons
otra parte2, y que tal vez sea necesaria como pantalla, corno tituye, stricto sensu, la masa. Muchos son los pensadores que
máscara tras la cual se despliega la discreta existencia social. han estado atentos a esta especificidad de las sociedad es pri
La duplicidad se hace de este modo necesaria, a través de mitivas, especificidad que, en cierto modo, vuelve a encontrar
los pequeños actos ele la vida cotidiana; permite una resisten se en las estructuraciones contemporáneas. Existe, tal como
c i a difusa y perfectamente anónima. La masa indeterminada observa Durkheim , una "rigidez del lazo social":i que no deja.
que hace temblar a los políticos bajo el nombre ele "mayoría ele sorprend er y que todavía podemos encontrar en la vida del
silenciosa" es así capaz ele poner en jaque proyectos de socie barrio o en las soliclaiidades pueblerina s. Esta rigidez es la que
dad p l anificada perfectamente te01·i7.aclos. Por supuesto, esta dificulta la integració n. La naturalización en Llil país puede ser
" M. íVL1VFl-:'"'l.I, /,11 Violr•111:t' /1Jlr1 /i/11 1 rl'. ri¡i. r '' 8. DL;m.:t1EIM, De /a diuis i1 111. <lu '/'miluil Suciul. l'ans, \·'1•lix :\h-<1 11. l !J�li. I' · ¡�:¡
E N S A Y O S S O B R E L ll V I O L E N C I A B A N A L V FUNDADORA
V
1 18 LA M A S A · R E S I S T E N C I A SOCIALIOA O
l 7!J
que permite resistir a imposiciones demasiado fuertes que son energética. Encontramos en la mitología, tesoro en e l que l a in
potencialmente mortíferas. Q uizás sea ésta la masa de resis vestigación antropológica puede bucear a discreción, múltip l s :
tencia, la resistencia de masa de la que habla J. Baudrillard.
_
figuras del "doble". Héroes y dioses que tienen w1a doble fw1c 1 n �
En la lucha contra el "papocesarismo, césaropapismo y clerica o un doble rostro, y a los que podernos entender como metá.lo,
lismo", cierta tradición realista e integrista, al poner el acento ra de la duplicidad de la que estarnos hablando y que hace que
en la "comunión" y el "pueblo'', apunta justamente a esto;, y puedan ser a la vez esto y aquello, a Ja vez expresión de violencia
una sociología del conocimiento libre ele todo prejuicio debe y de pasividad con total discreción: Dioniso, dios bullicioso del
permanecer atenta a dicha perspectiva, a sus límites y también vino y apacible divinidad ele las fuerzas telú1icas.
a sus consecuencias históricas. Es cierto que lo que podernos La theandría de la socialidad es así a la vez "dunamis" Y re
llamar de un modo acrítico "populismo" (que es una realidad tención, dos modos ele expresar una salud fundamental. La so
polimorfa y totalmenle escindida) sigue siendo sin embargo ciología de la comunicación muestra que existe en el silencio Y
una constante más o menos explícita según los períodos, que la no-respuesta una resistencia a la comunicación oficial, exte
asegura exitosamente la perdurancia social. rior. Por ejemplo, a la demanda de participación ele los medios,
La socialiclacl en su expresión soberana, en su autocletern1ina sólo responde el silencia8, pero al mismo tiempo la comunica
ción, se aproxima a lo que la gran visión cósmica ele pensadores ción transversal funciona y los discursos coLidianos (mercado,
del fin de siglo pasado llamaba la "Thcandría" (W. SolO\¡jew), que bar, barrio, etc.) son una prueba de ello. El silencio Y la palabra
nosotros entendemos como el dios hornbre, como lo "di\ljno so pueden actuar conjuntamente según los Jugares y los monit•n
cial" ( E. Durkheirn). Lo que implica que, en el sentido simple del tos. Así, la resistencia a la demanda exterior pucclP SE'r afásica
término, lo social es Cundamentalmente religioso (religio). En o chismosa, los educadores y los animadores lo salJen perfec
cierto modo, la ultraizquierda del movimiento obrero supo ex tamente, dado que se disculpan según el caso ele una u olra
presar esta divinidad social a partir de la teoría ele la espontanei cosa. Y sólo si se comprende bien esta ambivalencia es posilJle
dad de las masas. En cie1tos períodos fundadores, períodos ele captar la estrecha conexión que puede establecerse entre la
efervescencia, encontrarnos, fuera ele Lodo agrupamiento orga identidad social y lo que nosotros llamamos resistencia.
nizado, la expresión espontánea del querer-vivir inep1imible. La
1
· Cf. a modo doc11mcntal PI Pxt.remismo rlc semc,1a 1 1 1 t fasci11ac iú11, ;n111q1 11• mas 110 sPa dl' 111od11
• perspectiva d0sarrollada por la • Lo que no impide que pueda gencrursr 1111a
C11111r1· f»(ó(rmt1(' r·o1/lolir¡11e m1 x.1" siilcle ( 1 02ü0 Si Parres l<'s Va11drs), por ejemplo n" puntual. Tal como en la política, se prac1ica
c·I pr0t:t"di 111k•111u clt•I "'rn1110 si"· st• 1'11 1.� 1·
1 : ¡ 1 , 1 078, p. 1 1 . ¡,q11t' es l o qtu• s<' rc'\.Íl'l ll''i
creer y escuchar. llespecLO a P$l0 i'1!1.i1110,
!: /\ S /\ V O S S O B ll E L i\ V I O L E N C I A B A N A L V F U N D A D O R A
LA M A S I'. R E S I S T E N C I /\ Y S O C l /\ L I D A D j 8:3
su C'st ruct u rn misma, ('S con frecuencia ignorado. Es mérito de co, la descripción penetrante ele una serie de actitudes, que en
J. Duvignaud haber revelado a partir de una amplia encuesta a la más absoluta discreción abren brechas necesarias en una si
jóv<'nC's dP entre l �) y 24 años cuánta eficacia tiene este silencio. tuación de otro modo asfixiante. Esta descripción novelesca es
A lo largo de esta Pncuesta y del L ral.amiento que se hace de ella un rnuy buen ejemplo de la fuerza ele la astucia y del silencio,
n'mos aflorar Pi clisf'mso silencioso de una serie de act itudes los cuales ele un modo casi inconsciente constituyen una res
y sit. uaC'iones que a pesar ele tocio son esclarecedoras. Así, "es puesta a la pesada necesidad ele la coerción social.
c>n l a t rama d e la vida donde quizá se representa una crítica co Podernos precisar aún más tornando el ejemplo ele lo que el
rrosin1 y s i knciosn, mt'nos explosiva sin duela que la del 68 . . . psicoanálisis llama "clouble bind" y que permite también discer
pero quién sabe si no más eficaz"!'. El campo está bien delimi nir mejor el mecanismo ele l a duplicidad. Se trata ele una doble
tado, quizás se podría agregar, y esta es nuestra hipótesis, que conminación contradictoria; al niño se le exige adaptarse a la
Ja obsrrvación hecha sobre una población de jóvenes puede regla, ser sumiso y obediente, interiorizar Jos valores dominan
exlrnpolars0 !'á cilrnent. c'. En efecto, las minúsculas actitudes y tes o domésticos, y por otro lacio, se le impone ser creador,
situaciones dP la vicia cotidiana encubren una extraordinaria fo1jar su personalidad, hacerse hombre, lo que es claramente
cargél d0 subversión, y ello se debe a que escapan o tienden antinómico. Así, ordinariamente, al niño se lo enfrenta a esta
incluso a esf'apar a la coerción del control social. En el terreno contradicción, y éste la vive como tal. Es a la vez sumiso y crea
de lo tTanspolítico, los instrumentos tradicionales de lo político dor. Esta antinomia, que aquí tomamos de un modo totalmente
no t i0nen efecto y es 0st·o justamente lo que vuelve a las actitu acrítico, es una metáfora esclarecedora de la situación social y
des silenciosas perfectamente corrosivas. de sus perpetuos conflictos de valor. A través del control, ele la
Puede que uno ceda bajo el peso ele los valores impuestos, animación, del trabajo, del consumo, del esparcimiento, etc., el
siempre' hay un modo de recuperarse, de recuperar l o que hace elemento social debe a la vez responder (responsable), partici
a la prnpia vida. En los países en los que el régimen totalitario par, j ugar el juego, pero dentro de límites muy precisos, de un
está pC'rfrctamente organizado, se mantiene la costumbre de
modo anodino, integrado. En suma, debe ser sumiso pero, al
C'ngañar y callarsr. La clisidencia no sólo es extrovertida, puede
quererlo, debe trabajar con alegría (A1·beil machl frei), l l evar
s0r pcrfcctarnent. 0 anónima e interior. Las últimas novelas de cadenas que debe llenar de flores.
Alcxandre Zinovipv sobre Ja Rusia socialista son esclarecedo
Sin ir más lejos en el análisis intrínseco de esta doble con
ras en 0st 0 s0ntido. La penetrante crítica que hace del control
minación, podemos formular la hipótesis de que una de sus
social g<:>nE'ralizado y dP su absurdidad, el universo kafkiano
consecuencias es el mecanismo de la astucia. 10 Para que no
que descril1C', mu0st ra cuán importante es la fuerza corrosiva
nos aplasten, para no ser expulsados, participarnos, nos some
d0 Ja i ronía, del humor, y d0 Jos innumerables "sistemas D" que
ternos, pero al mismo tiempo esta participación es perversa,
hacen posibl<:> vivir. Encontramos aquí, ele un modo paroxísti-
'" Cf. al respe<.:lo el excclemc 11ú111ero de Cause Co1111r111111', dir. .J. D11vignaurl, L;1
··.1 ¡ )1 1 1, " 11 11. /.11 /'/11111·11· r/1"' ¡r•11111•s, l ';iris. Siock. 1975. p. l(i. Huse, 1 01 1 8 , 1978.
1 84 E N S A Y O S S O B R E LA V I O L E N C I A 8 1\ N l\ L Y F U N O A O O R A LA M ASA: RESISTEN C I A Y SOCIALIOAD
1 85
rat.orio alquímico d e las minúsculas creaciones que van mar d e l a cotidianeidad. Sólo en l a trama d e todos los días, más allá
cando la vida cotidiana, es el lugar de la "recreación" de sí, del de lo político, de sus consignas y sus d iversos juegos, puede
mantenimiento de la ictenticlad que permite l a resistencia. Este comprenderse l a soberanía social; tal vez habría que decir que
fenómeno es perceptible ele modo totalmente explícito en la toda su fuerza se basa en el hecho de que pe1manece oculta 1
investigación que hemos citado de J. Duvignaud. Al analizar lo es un poder oculto que sólo tiene que representar l a apariencia
que él llama "la emigración interior", muestra de qué modo se del poder cuando realmente lo tiene. Si se quieren analizar las
efectúa l a búsqueda de "nichos", l a introversión sobre las bases fuerzas presentes en cualquier estructuración social, es impor
cot idianas. 1 1 Aquí t. arnbién habría que ampliar el análisis para tante también conocer todos los elementos que las componen,
mostrar que este fenómeno no es puntual, sino que manifiesta tal corno la socialidad y la perdurancia, es decir su fuerza de
una constante en todas las estructuraciones sociales. Desde el inercia que reposa en parte en el silencio y el refugio.
"s 111 urke dci 11 llC'i 111 " d e la tradición germánica al kitsch o los Una de las formas de este refugio puede ser la "cultura del
jardines obr<'' ros tan bien analizados, sin olvidar l a restauración pobre" de la que habla con tanta pertinencia R. Hoggart. No
vamos a analizar aquí las diversas expresiones de esta cultu
de apriscos o casas de pueblo, encontramos siempre esta bús
ra, corno máximo podemos limitarnos a señalar algún indicio.
queda de lo profundo, de lo matricial, del "régimen nocturno"
El inmenso corpus ele dichos i ngeniosos, sentencias1 refranes
.. ,
( G . Durancl) que perdura a pesar de o en contra de la m itología
expresiones ele la jerga, del teatro partisano o de las l i teraturas
progresista de un constante dinamismo energético. No analiza
menores, h a sido a menudo presentado, con justicia, corno el
rernos aquí en detalle Pste fenómeno, basta recordar que tiene
lugar de una resistencia eficaz; 1 •1 podernos agregar que esta re
corno función esencial permitir l a socialidad en vista de una
sistencia puede funcionar porque estas prácticas sólo pueden
n-'sistencia.
hacerse, en el sentido simple del término, simbólicamente; son
Este retiro generador, no Jo o lvidemos, se une a lo que pue
factores ele socialidad. Constituyen en cierto modo contra.se
dP denominarse "recurso a los bosques" (E. Jünger), que des
nas que permiten el reconocimiento. Reconocimiento de sí a
de Robin Hood hasta los guerrilleros urbanos, pasando por
partir del reconocimiento del grnpo. Se trata de una vieja rea
los variados maq11 is0 1·ds, ya tiene su título de nobleza. Corno
lidad antropológica, y los etnólogos han mostrado claran1ente
siempre en las forrnas sociales estarnos ante actitudes paroxís
lo mucho que el "shalako" (zunis), el "candomblé" (Bahía), el
ticas, pero éstas permiten revelar de mejor modo l a verdad de
"Kula" (rnelanesios), etc., representan en las estructuraciones
diV('rsas !'orrnas intermedias. Así el repliegue de sí mismo, la
sociales correspondientes.
pasividad d e la masa, permiten "autodominarse", identificarse
En los "nichos" a los que acabarnos de hacer referencia se
para mejor afrontar colectivamente l a polimorfa imposición
expresan de nuevo los diversos elementos de este reconocí-
0x1Nior. V0mos c o n esto la enorme importancia ele un análisis
' ' A partir ele una invcsLigac 1ón sob1·e la culu1ra popular en Saint. étie1111e y en l.yo11
1 · .! ¡ l1 q,,,1 1 11. /.rr ¡1/111""'1' '""' jr•1111<>.�. cil. . p. 23:3. Sobre Pstr tema del nicho rf.
n¡1. en el siglo XI\, intentamos hacer una presentación ele rstt• problema, c:f. M. M,iffi·:�ou
'
/·'1!/11rr'' 111111/11t¡1w' 1·/ 1•isr1111•s ¡/¡• /'(l'/l/ll't'. l'aris. Berg, 1 !)79. Log11¡1H' de /11 d1J111i 11u1 i1m, op. cit. ( 1 976), cap. VI: "Práct i<;as de la s11percst ruci ura".
( ; l l1 11"11.
1 88 E N S A Y O S S O B R E L A V O L E N C I A B A N A L Y F U N O l\ G O R A LA M A S A RESISTENCIA Y SOCIALIOAO 1 8!)
miento. E l rol d e esta palabra silenciosa, e n tanto n o recono cuales un grupo ele indjviduos se reconoce como tal. Este re
cida, para el exterior es sublimar o hacer aceptable la violen conocimiento, o esta identidad, no está unificado, lejos de eso,
cia de la disensión inherente a todo agrupamiento humano. Se es móvil y cambiante, pero constituye en el cruce mismo de la
trata otra vez de una modulación de la astucia que reafirma la pluralidad de sus expresiones una lrama sólida, a i m agen de
identidad del grupo para resistir mejor a la adversidad. En esa esos hilos diversos en su textura y coloración que constituyen
grandiosa epopeya que es la llíada, en la que Homero descri en sus entrecruzamientos múltiples los tejidos resistentes que
be con precisión y sutileza tocia una serie de dramas sociales conocernos. Lukacs, p ara dar cuenta de esta comunidad lábil
'
cuando l a disensión se instala en los campos ele los griegos, pa- pero intensa, habla de "socialidad interior que se manifiesta en
ralizando así los preparativos contra sus adversarios ele Troya, el lirismo de las relaciones humanas"11;.
el poeta hace decir al sabio conciliador: "Entonces, detente y El lirismo barato de las canciones, de Las novelitas, de la
no pongas t11 espada en mano, véngate con palabras, pase lo l iteratura para chlcas frívolas, es un buen ejemplo de esto.
que pase" (Ilíada, canto 1, trad. Leconte de Lisie). La Palabra Poco importa en ese momento el contenido ele este lirismo,
interna del grupo -canto, poesía, grito, danza- resulta de este es el significante lo que debe tenerse en cuenta. Lo que se dice
tiene poca importancia, basta que se diga algo que estructure
modo purgativa, restaura la unidad, y permite la expresión ulte
la comunidad, y esta estructuración se ve favorecida p o r la dis
rior de l a "clunarnis" social. Numerosas situaciones que pueden
creción, por el nido matricial del barrio o del pueblo.
observarse empíricamente en las disputas de barrio, las reyer
tas pueblerinas o las vociferaciones ele los bailes populares son
un buen ejemplo de esto. Una vez rxpn�sados el encono y la
disputa interna, se unen fuerzas contra el interventor externo El doble fuego
por Maquiavelo, e s posible a l a vez vivir una vida corriente, apa taclo ele una ética específica, que está lejos de ser elitista, que
rentemente normalizada y al mismo tiempo mantener intacta la es consciente ele la responsabilidad que cada individuo tiene
violencia, la vir/iu ,, que permiten que un conjunto, falta saber respecto ele sí mismo y respecto de la comunidad, de su red
de qué modo, practique los valores que son comúnmente acep ele base; es en cierto punto una ética de mafiosos cuya riqueza
tados. 1 7 Sin estar fuera del sistema, es indudable que hay mil y amplitud todavía no ha terminado ele estudiarse. Es también
modos ele utilizar, en el sentido más fuerte, los medios, el con una ética en la que domina la ley del silencio, condición sine
sumo, el Lrabaj o o la moral sexual. En este sentido las diversas qua non ele su eficacia. Este recurso a los fuertes, este retorno
"liberaciones" (sexual, radios libres, femeninas) son herencias al silencio, no es algo propio de una élite estoica o intelectual,
obsoletas de una vieja moral política. Es mucho más subversi es al contrario un lugar colectivo que encontrarnos recurrente
va la relativización absoluta y cínica de los valores dominantes mente en las historias hmnanas y que es un terreno fértil para
que hace uso de la aparente sumisión cual si fuera un escudo. las c1istalizaciones puntuales e civilizaciones, costumbres, ins
Es fácil observar que "la práctica se desliga de los valores prác tituciones, gobiernos) que sin esto serían inexistentes. Pero
ticos . . . que es posible a la vez . . . comportarse como un docente mientras que estas cristalizaciones dieron forma a la historio
adaptado, un empleado equilibrado y estimado por sus supe grafía, para decirlas, el sustrato no tiene otro garante ele su
riores, un estudiante respetuoso del saber y, al mismo tiempo, existencia sino su perdurancia misma. Es una fuerza abisal, el
practicar otros valores que los que se pretende mostrar"18• Se reino de las sombras, la teología negativa, la noche mística, el
trata ele una distorsión que no recurre al ataque frontal, pero agujero negro de l a física. Cualquiera sea e l nombre con que se
pretende p racticar en lo más concreto de la existencia una la llame según los siglos y las mitologías, este sustrato sigue
apropiación efectiva que no por ser más discreta resulta menos interpelando al pensador exigente y lúcido, que corno un repri
eficaz y peligrosa para un poder unificador y controlador. mido que renace, está siempre ahí con su presión constante.
Desde luego que globalmente dicha actitud escapa-al orden Kafka, con su consabida agudeza, supo definir muy bien la
ele lo político, y es interesante notar por otra parte que lo polí calidad y la carga del silencio. "Usted no sabe cuánta energía
tico mismo se dio cuenta ele esto. La atención cada vez mayor esconde el silencio. La agresividad no es más que fuegos artifi
quC' otorga a la calidad <le vida, a la vida cotidiana es un buen ciales, es una maniobra que habitualmente sólo está destinada
ejemplo. Se puede prever sin ser un gran profeta que pronto a crumú1ar a los ojos del mundo y de uno mismo la debilidad
la vida cotidiana que era materia ele pensadores sin duela rna de quien recurre a ella. Sólo se da realmente prueba ele energía
yorc>s, pero ciertamente marginales, ¡pronto será blanco de las y ele constancia cuando se sufre. Sólo el débil pierde pacien
solicit udc's dC' un ministro ele igual nombre! Sea corno sea, esta cia y se vuelve grosero"'º. Este pensamiento condensa sin duela
act itncl e sc ap a a los modos ele imposición política, es el resul- alguna la base ele la psicología más simple, o incluso el buen
criterio popular que desconfía ele las fanfarronadas y las de-
: . l . l l1 \'l<;'nl l •. /.11 / '/1 1 111'/1 ' 1 /i '.,.Jl'/ l //I '.'· O/> r · i/ . . ]l. 2/2 ,I' SS.
1 ' 1/111/ . p :l'.2!>. 1'• .J. JA�1rn:rn. 1�· 1 1 1 retw11s 1111t•1: F 1((1/lm, Paris. DcnuH, p . 49.
1 92 E N SAYOS S O B R E LA V I O L E N C I A B A N A L Y F U N D A DORA LA M A S A ' R E S I S T E N C I A Y S O C I A L I D A D
claraciones estruendosas d e individuos abúlicos que esconden publicidad lo que la institucionalización ele l a sociedad había
así lo mejor que pueden su flaqueza para vivir o su ausencia logrado confiscar en su lógica ele racionalización o en su regu
ele acción. En el marco de la comunidad, de sus producciones lación jurídica, y así esa parte de aventura que nos caracteriza
"culturales" y sus contraseñas, el silencio total, es decir lo que a tocios se ve i nvestida de un nuevo sentido. M. FoucaulL dio
no se escucha o no se oye, la no-respuesta a las clentandas ele cuenta ele estos ilegalismos y ele su carga subversiva, mostró
participación, todo esto es indicio ele potencia, de resistencia. con claridad cómo permitían escapar al control generalizado y
Hay que precisar que este silencio no es un fm en sí mismo, a la pérdida ele iclenticlacl.2º Es cierto que dentro del anonimato
como ya hemos dicho, es una fortaleza, un escudo que favorece y la gregaria soledad propia de nuestra estructuración social
el arraigarniento. Tal corno señala el poeta, "dentro del parque, nos encontrarnos con una respuesta discreta que restablece
el grillo sólo hace silencio para establecerse n1ejor" (R. Char, el equilibrio ele la socialidad. Sofocada por la imposición ele la
"Jouvance de Névons"). La imagen es ejemplar, el grillo está norma que tiende a devolver todo a la unidad, la vida social
fuertemenLe connotado en la tradición popular, es el animal del pierde en el proceso ele indiferenciación tocia cualidad y todo
hogar, de la continuidad, es la marca de la discreción y de la interés. Las resistencias anodinas y polimorfas permiten a cada
seguridad. Aquí otra vez resistencia e identidad están totalmen individuo provocar cortocircuitos en las funciones prestableci
t.e ligadas, sus efectos se conjugan ele un modo i nextricable y clas y con ello mismo afirmar el control de la propia existencia.
permiten así al individuo social afrontar el destino y la muerte Cierta sociología crítica, demasiado centrada en (obnubila
ba,jo sus diversas modulaciones. En este sentido el silencio de da por) las graneles formas institucionales y sus opresiones rea
lo social o la discreción es p rácticamente una estrategia que les dejó ele lado el movimiento afirmativo que nosotros descri
vive ele este modo la muerte ele Lodos los días. Los fenóme birnos y se condenó con ello a ser sólo el costado negativo de
nos paroxísticos (locura, mística, afasia, literatura del absurdo, eso mismo que criticaba, conformándose con diferir para más
etc.) acentúan claramente esta pulsión, se trata siempre, corno tarde la realización de una sociedad reformada y perfecta. De
señala un pensamiento cartu,jano, "ele entrar en el puerto del si hecho convendría admirar y sorprenderse en el senLido fuer
lencio, lleno ele seguridad" (ad securne t,acit11rnilalis portmn te del término ele que todavía haya w1a vicia social rebosante
me transferre intendo, Denis le ChartretLx). de creaciones (modos ele vicia originales, lirismo, bricolage del
Las formas paroxísticas ele esta discreción eficaz permiten espacio, del tiempo, etc.21): la salud popular está llena de ocu
además sus modulaciones más corrientes, y así rrneden anali rrencias y sus efectos todavía no se han agotado. Convendría
zarse los minúsculos "desvíos" ele la vida cotidiana corno prue afinnar pues que el querer vivir social resiste de múltiples ma
ba de la vitalidad popular. Hay aquí todo un campo de investiga neras a la imposición del poder, y si prestáran1os atención nos
ciones que puede ser sumamente fecundo y que aún queda por veríamos desbordados por este entrelazamiento de prácticas
explorar. En efecto la discreción ele estas múltiples prácticas
permite una eficacia mayor y una real apropiación de la exis
"1 1 M. FOLICAUl.T, Snrpeillcr C'I /)ll1/.ir, Paris, Galli111ard. 1 m:i.
tencia. Todos Los "sistemas D" y tocios los pequeños ilegalisrnos "' cr. en relación con la cultura de los elementos lo que en <.'sLe sc11Liclo propone ll. .
que marcan la vicia social Ct sigue1 traer sin escánclal<' ni Houu..11rr, L11 Cu/.1·1 11·e cl11 pw1111·1', l1aris, M i 1 1 1 1 i 1 , 1 !líll, r - 1 1 . V, La I H > 1 1 1 1 1 • 1·i1', p. :! 1 :l,
1 0-1 E N S /\ Y O S S O B R E L A V I O L E N C I A B A N A L Y F U N D A D O R A
LA M A S A · R E S I S T E N C I A Y S O C I A L I D A D
J 95
cot i d i anas. Esto es sin duda l o que constituye l a trama social, benéfico. El individuo circunscribe claramente las mentiras a
qtH' siempre y renovadamente demuestra su originalidad. las que decide creer, lo que implica al mismo tiempo su rela
tivización. A fin de cuentas esta paradoja no es más que la ex
presión de la reivindicación trágica de una identidad por parte
*
de un individuo o un grupo social que conoce oportunamente
:J: *
su naturaleza precaria y su ineluctable fin. Es para olvidar este
desenla.nce de evidente sinsentido que se pone en juego la her
mosa aventura de lo colectivo.
Para resumir nuesLra tesis p o dernos decir que· frente a
un complejo inst.iLucional que tiende a igualar, a borrar las
c l i f0rc•ncias, a achatar y a planificar la vida social y su riqueza
concreta, cxistc tocia u n a serie ele actitudes que tienden, si no a
romper, al menos a t.orcer sus diversas imposiciones. A partir del
sil<:' nci o , del il egal is rno , ele la discreción, etc., nacen prácticas
que aseguran identidades de base y resistencias correlativas
a ( ' ! l as. Estas id en t idacles ele base y estas resistencias
neutralizan sin ruido y sin escándalo el mecanismo que hace
dP cada inctivicluo una ru n c ió n dentro de una maquinaria soc i al
bicn aceit acla y esteril iza da, conservan a través de ello esa
indct.crminación que para nosotros es jusLament.e la labor del
hercje, del fuera ele l a ley o del aventurero.22 Ser inclasificable
en cl organigrama de un funcionamiento social racionalizado
es lo que permite la resistencia difusa de la que hemos hablado,
dacio que al mismo t iempo ésta suscita una identidad de base
inherent«:' a la socia\iclacl.
Aceptación y resistencia: entre estos dos polos se organiza
sin eluda la socialidacl. Es un ir y venir constante que no permi
te d 0 c i r ni quc la alienación es general ni que el sta.tu quo es
- · 1·:s 111as qtlt' 1tP1·<'sario c¡tt<' <'I sc)('iúlngo logr<' int<'rcsars<' por el hombre sin atributos.
por 1;1 1·1<l<1 t·111T1<'1lll': t•stos vah·11 por si 111isrnos >' nn son los síntomas de ot rn cosa. Lo
r ¡tH' <'I ittt l'ic·c·t 11al <'l'it irn. nh1111hilado por la alic11nción, no sicrnpre p11cde ver. Cf. al l'l'S
pp1·t 11 1 1 L1·:1-T111 HE. < 'ni 11¡1u· ,¡, . /11 1'11' 1¡11111iil ii·11111', l'aris. L'Arche. 1981, p. 1 O.
1 97
Con clu si ón
S o b re e l n o m a d i s m o o
La e r ra n c i a y la co n q u i sta
de los m u n d os
1 Cf. Dum-:111m1 (8.), Lusjrn·11ws 1•/1;11w111oi1 1•s lle /u 1•11• 1 '1'/ 1.1¡ i1·11s1', l ' l lF. l1;1ris. J !)(iH:
PAHt::TO (V.), 'l'mité ele sodo/ogi11 ur;11r;mll', Droz. ( :1•1 1i•v1 ' . 1 � H iH.
] ! )8 E N S A Y O S S O B R E LA V I O L E N C I A B A N ll L Y F U N O ll O O R ll C O N C LU S I Ó N D E L NOMADISMO
cucntra r n cada rincón d e l mundo una modulación específica. búsqueda d e nuevos p laceres) s e funda e n " l a incertidumbre
lnc.:luso purdc drcirse que a parlir de ella se da la existencia del futuro, junto con su propia incleterminación"2. No se pue
social. de definir mejor el aspecto dinámico que debe acordarse a la
Est a t ensión o rs t c conflicto no debe comprenderse como errancia.
un hrcho anarrónico, corno una supervivencia de períodos Así, a la luz de estas ciLas podemos comprender que la
b ár b a rn s o prc•civilizados, se trata vercladeran1ente de la ma "caballería" de Lodos los tiempos, en su faceta aventurera, no
nifes t ctción mayor del antagonismo existente entre voluntad y es algo de unos pocos, sino que remite a un genio colectivo
n r c<:' si d ad . 8stamos aquí antf' banalidades que siempre deben que puede naturalmente adquirir tal o cual forma específica.
rc•co r d a rsr, dado que es más fácil pensar la sociedad en fun La "caballería", cualquiera sea, no es sino l a "cristalización"
ción del drlwr-s<'r, o 0n l'unción ele un ideal, que en relación con particular de lo que yo llamo el "querer-vivir societal". Se trata
una real idad qttc' L'S dr lwcho insoslayable. No hay que olvidar en el sentido spengleriano del ténnino de una pseudomorfosis
qu<' la het·erogerwiclacl, incluso si es mucho más perturbadora, que no hace sino reacLualizar, a través de modulaciones parti
incluso si t's 111ucllo más difícil de pensar, es fuente ele vida. De culares, la antigua necesidad de errancia, de efervescencia, ele
h0cho con lo "contraclictorial" (S. Lupasco, G. Durand) comien
"agitación"ª que hace que exista l a vida en vez de nada.
za la existencia mi0ntras que lo idéntico o lo homogéneo aun
Por oposición a lo instituido, lo instituyente es fuente de
CJt t<' nH1s pacífi co y acot aclo resulta potencialmente mortífero.
regeneración. Desde un punto de vista sociológico propuse de
nominarlo dialéclica del poder y de la potencia. Se trata ele una
Sólo siguirnclo est.a perspectiva puede comprenderse la labilidad social que remite a una movilidad de todo lo que es en
dicacia de la c' tTa n ci a . Ya sea de un modo fantasioso -basta tanto tal. "Esta pulsión en el sentido simple del término se ma
0 1 1 es t <' senLido apreciar la importancia del ladrón justiciero o
nifiesta en tocios los niveles de l a existencia individual y social.
del maAoso clr gran corazón-, ya sea en forma efectiva -por
Remite al desarrollo social y orgánico y expresa l a autoa1frma
ejemplo el aura ele la que está rodeado el "ganador", cualquiera
ción de todo elemento del microcosmos y del macrocosmos . . . " · 1 •
s0an lo s nwclios que emplee-, el errante, el marginal, crista
Esto nos recuerda, claro, "la voluntad ele poder" (Nietzsche)
liza t o c i a una serie de deseos más o menos verbalizados así
que si1ve ele fundamento a toda vida social e individual. Todo
como tantos otros elementos estructurales de la socialidad.
lo que puede decirse de la "caballería" en el sentido metafórico
No es para nada casual que al observar las historias humanas
del término no es sino la modulación de esta autoafirmación
l o anómico del prcs('llt e sea con frecuencia lo canónico del
social que es el punto nocla! que todo sociólogo, todo crítico
maii<ina. Tal como spfiala Durkheim, pese a ser muy positivis
social intenta delimitar. AJ respecto puede ser útil obse1var que
ta ' basándose 0n las creaciones novelescas de Musset (Don
.hinn ) o dr GoPtlw (Fn 11sto), existe un "mal del infinito" inhe-
rNtt<' a todo conjun t o social. La aspiración desmesurada, la 1 D1·1<�11E1�1 ( 1:: . ) , Lu S11iciclo, l'UF, Pa ris ,
1973, p. !JO.J y ss.
' Dt ltANl l(G.), /,es St1·11c1tires 11111ilm¡1u/uy11¡11es lle l'h11ouiu111.1Y', l 'aris, Bordas, p. !J(i.
insat isfacción periódica, la sed de lo que no hay, l a desmesura ' l'vL\fYE�u1.1 ( M . ) . L11 1•1(1/111w1' lol11/ü11ire. /:,'ss11i 11'11:11//11vpo/oyie politü¡1m, 0¡1. f"if.,
en las experiencias de Lodo tipo (sexualidades, modos de vida, ( 1 979) .
200 E NSAYOS SOBRE LA VIOLENCIA B A N A L Y F U N DADORA C O N C LU S I Ó N . D E L N O M A D I S M O . . 201
ni e l propio pensamiento posit ivista puede escapar a l mito "ca da Gama, Cabral, Magallanes (el "rebelde") son manifestacio
balleresco" cuando pretende metaforizar el devenir humano. nes del genio popular y naturalmente son un poco anémicos . .
En este sentido un discípulo brasileño de Comte en el marco Incluso Don Enrique, Enrique e l Navegante, para seguir su des
ele un ensayo histórico sobre Luis de Camoens da cuenta ele tino se retira en l a soledad del pron1ontorio de Sagres y según
u n a alegoría que merece ser citada. "Estaba yo en el campo el cronista "pasa toda su vida en castidad y la tierra lo recibió
cuando . . . vi venir hacia mí a un caballero hem1oso como el virgen"7• Se trata nuevamente de una aventura, y ya he mostra
día; el caballero, al que aún no conocía, tenía ojos dulces y tier do de qué modo la abstinencia podía ser un modo de vivir el
nos, nariz bien formada, dientes radiantes de pura plata, boca exceso "en hipo"8. El que su promontorio haya contribuido o
fresca y sonriente, talla esbelta y graciosa; su vestido estaba no al perfeccionamiento de la navegación de altura, el que haya
salpicado de flores, y l levaba en su cabeza una corona de rosas; inventado o no l a carta hidrográfica plana o astrolabio, poco
s11 palafrén, blanco como la nieve, estaba manchado de ébano importa. Más allá d e la veracidad de los hechos, lo cierto es que
y p ú rpura . . . Sepa usted, me dijo, que yo soy el Amor, que esta su figura un tanto marginal, anémica, da sentido a la epopeya
señora se llama Piedad, esta señorita Pudor y este escudero de una nación. A través de esto se acentúa l a función dinámica
Lealtad". Esta cita ele un trovador provenzal es especialmente y "virtuosa" de la aventura anómica, tanto la del espíritu corno
interesante porque sirve para ilustrar la convicción de que la la de la vida social, siendo que hay momentos en que esta dico
Humanidad tras largas y dolorosas transiciones "por fin ha tomía no tiene mucho sentido.
encontrado la síntesis nueva que, al resum ir todas las demás,
permitirá el desarrollo normal y continuo de todos los aspec.t.os Se sabe bien que el antiguo provenzal ha influido en la len
de nuestra naturaleza"·; . gua portuguesa;9 e incluso ahora eruditos brasileños señalan
¡Tenernos aquí lo "caballeresco" corno cristalización del con insistencia lo mucho que debe la lengua popular ele ReciJe
genio colectivo! La errancia y la belleza se conjugan para ima o de Bahia a esta influencia.10 Y es te hecho es particulannenLe
ginar una Humanidad reconciliada consigo misma; el mismo reconocible en el rol destacado que viene desempefi.ando la fi
autor habla al respecto ele "imaginación lt�uriosa y antagonis gura anómica en el imaginario social. Adquiere todas las carac
mo guerrero" que con.fluyen en una "incomparable caballería"(;. terísticas que moldean el arquetipo del caballero, tal como lo
Como sea, no cabe duda de que la figura del errante es una describe el trovador al que hemos hecho rererencia. Estos ras-
forma mayor del imaginario social. Es desestabil izador, y es al
mismo tiempo aquel que funda. Can1oens resume muy bien el ' J\zu11AHA, Cflrmlica <le G11i?ll;. Cité par Lemos (M ) , o¡i. cit , p. :¡.¡_
vínculo que une al poeta con el aven t u rero, y cómo esta mezcla • MAFFESOl.I (M.), L'0111/1n' r/!' /Jyu 11 1so.o;. <:011tn/¡¡1fln11 u 1 1 1 1 1 • s111·10 /111¡11· i/1· ! '"i/11·
( 1 982), p. (;:J. Le Livre ele Pochc, l\JU l .
es C'ausa y dedo del destino de s1 • 1' ··1. ria. Por su parte, Vasco
. , cr. al j'('$j)CCLQ 13,\l(f:'j' (8,), /,/',\ '/'1'(1 1//i(lr/(l{/ / ",, 1 ' { /1°1/ / 1/1// I / < ' / / l ' I ' 'l//" /I/ lJ /{1'o"l / / 1 1 n ' 1/11
111 ici'i ele l'Ewv¡il', l'aris, 1867, cap. V.
'" Pienso parlicularmen l e en lfobl'rLO Mo1.1.a, cli1n·1or dl'I < il'part;1ll1l'lllo dl'
·. L1·:.11n� ( M . ) . !.11is t!r' C11111111•11�. llin d!• .la11<'i1 -\H I . 1\ mropología ele la F11mlac;úo Jcn1q11i1n Nall1 1<'0, 1's111'!'i;1lis1;1 1 ; 11nhi1·11 1•11 sin• r1' l 1�1 1 1 > 1
·· 111111. rPligioso e11 Recife.
E N S A Y O S S O fl R E L A V I O L E N C I A B A N A L Y F U N D A D O R A
C O N C LU S I Ó N • D E L N O M A D I S M O
e.
O"OS d e nobleza, que encontrarnos tan c lararnenLe e n los ladro-
miento circulatorio (bienes, sexos, hablas), que pueden ser a la
nes justicieros y en los aventureros de tod ti o, nos recuerc1 an
� � vez inestables y equilibrados.
también los el<::' los co ndoUieri, del Renacumento o los de los
Este politeísmo y la "coincidenl'ia opposilorum" que pro
variados
c:
héroes antiguos que pasaron a las leyendas popula-
, • mueve se expresan inmejorablemente en esta "invención" por
res 0 a la literatura erudiLa. La consagración histórica o rn1t1ca
tuguesa que fue Brasil. Basta en este sentido remitirse al ma
no hace más que ratificar un Lriunfo que es estructuralmente
gistral libro de G ilberto Freyre, Casa-Grande y Senzala, para
aleatorio. ¡La "nariz de Cleopatra" y su influencia en l a "faz del
apreciar lo mucho que, en su formación, la sociedad brasilefia
mundo" merecerían una reflexión en este sentido! Sea como
debe a los elementos estructurales a los que acabamos de refe
sea, lo que aquí se pone en juego es sin duda la onquista del
� rir. Sin preLender ser exhaustivos, quizás sea útil demorarse un
mundo; y no deja de ser interesante notar 01 0 ejemplo ene
� � �
instante en algunos aspectos del análisis del gran antropólogo
ral de este asunto que el desarrollo de Brasil, tierra de suen s Y
�
pernambucano.
aven t u ras corno pocas, está estrechamente ligado a la anom1 Y
.� Una primera comprobación se impone desde el comienzo
a la errancia. Su conjunción es la verdadera AcLa de Fundac10n
y sirve de fundamento a la argumentación: la doble polariclacl
ele <'SI.e país cuyo dinamismo no deja de sorprender.
. que constituye a Portugal. "La singular predisposición del por
También habría que decir que Joaquirn Nabuco, qmen ? u
�
pó un rol de no poca importancia en la vida cultural y pohtica tugués para la colonización . . . se explica en gran parte por su
de Brasil en el siglo XIX, publicó un libro sobre Cam en que propio pasado étnico, o mejor aún cultural, ele pueblo poco de
� �
permite destacar muy bien toda la eficacia de as clescnpc1on s
�
� finido entre Europa y África. En rigor no forma parte ni d e uno
rníticas del poeta. 1 1 Lo maravilloso ele Los lusiadas, que fue sm ni ele otro, sino ele los clos"13• Estamos ante una "imprecisión"
eluda una rnotivación no despreciable en la acción avent ·era Y que es sin embargo dinámica, en la medida que favorece el con
��
come1 cia
· 1 de p01·tl10"al , no puede no repercutir en el espmtu de tacto, que permite el pasaje; remite a la metáfora del "puente"
·
t:>
del gran poeta portugués que su descnpc10n era pohte1sta, n Esta observación puede funcionar corno hilo conductor para la
�
tocio caso es cierto que este aspecLo ele su obra era el que mas comprensión de la errancia en el imaginario social. Hay desde
podía interesar a un país constituido de raza , culturas Y sen luego períodos en los que esta errancia se expresa en menor
�
. grado, lo instituido es lo que predomina; hay otros en los que
sibiliclacles provenientes de horizontes tan diversos. M1e�tr s
�
que el monoteísmo tiende a la unidimensionalidad, el pohte1s es esencial, donde funda la socialidad profunda de una entidad
.
mo ele valores 1 � se basa en el conflicto, en el antagomsmo, e1 específica. Sea como sea, es necesario remitirse a esto si se
� quieren comprender las lógicas que obran subterránemente en
otras maneras ele expresar el dinamismo societal, en el movi-
todas las sociedades.
Llevando más lejos esta " imprecisión", Gilberto Freyre ha base esta "tensión" que denominé fundadora, esa "co'inC'id enlia
bla incluso de una "especie de bicontinentalidad de una pobla oppositorum" que da prueba ele salud. En tocio caso podemos
ción difusa e indecisa que corresponde a Ja bisexualidad en el considerar legítimamente que estamos ante una modulación
terreno individual " 14• Podrían multiplicarse las observaciones que tiene tocias las características de un "lagos sperma tikos".
al respecto, basta señalar que esta policlimensionalidacl es la La endogainia, se sabe, empobrece y sólo a través del juego
que permite explicar el éxito de l a empresa colonial, notable de circulación o de intercainbio se restablece o se fortifica la
cuando se la compara con la dimensión del país. Estos nave estructuración ele un cuerpo social. Sólo en este sentido puede
gantes d e l siglo XV sacan fuerza de su adaptabilidad, del hecho comprenderse la paradoja señalada anteriormente: hay verda
ele no estar adheridos a un estado. Advi1tamos ele paso que esta dero equilibrio cuando d i ferentes elementos pueden entrar en
característica nos remite a un problema a la vez sociológico y sinergia. Propuse denomjnar esto "armonía conflictual" o "ce
epistemológico. E n efecto, baj o l a perspectiva de un politeísmo nestesia social"17• Se trata sin eluda de UJ1a situación que sólo es
de valores, el aspecto plástico de la "bicontinentaliclad", l a mix posible si se sabe integrar todos los elementos de Ja alteridad,
tura de las poblaciones que esto induce, permite alcanzar un incluso lo que resulte totalmente ajeno.
equilibrio tensional que es propio de toda socialiclacl viva. Así, bajo esta perspectiva, podernos unir en Casa-Grande y
Freyre habla en este sentido de "lujo de antagonismos" o Senzala la indefinición y la capacidad ele mezclarse del portu
incluso ele "equilibrio entre antagonismos"15. Y es cierto que al gués errante, la "Bicontinentalidad" de este país y la facultad
contrario de lo que es de buen tono admitir, el pluralismo, el de integrar lo anómico. Cual si fuera un hilo conductor sólido
carácter giróvago ele las representaciones, ele las convicciones y rígido advertimos que la conjunción de estos dos elementos
o de las situaciones tienen una función estabilizadora. Esto
asegura el triunfo de esta particular aventura.
puede resultar sorprendente pero, como sefiala G. Durand, la El desterrado, el marginal, el héretico sobre todo, "ca
fuerza del imaginario nos muestra con claridad lo mucho que
ballero" errante por excelencia, es el fundador arquetípico.
debemos a la "Tensión paraclójica"16. Muchos han sido los que, Encontran1os en é l las características que G. Freyre denomina
bajo diversos nombres, supieron mostrar la pregnancia ele la
"movilidad", "miscibilidad'', "actividad genésica" intensa que
"lógica contradictorial" (S. Lupasco, M. Beigbeder, G. Durand).
van a asegurar l a formación ele un pueblo específico. Con el
No nos ocuparnos aquí de esto. Pero hay que sefialar que esta
tiempo y la eufemización que le es inherente, la figura del "c a
mos ante un signo distintivo ele toda fundación. C ualquiera sea
ballero" tiende a ser idealizada, pero, junto al residuo del que
la agregación social que consideremos, relaciones ainorosas,
nos habla el trovador o que narra la canción ele gesta, está la
asociaciones, partidos, ciudad, país, etc., encontrarnos en su
ordinaria concretud de la cotidianeidad que no tiene nada de
sublime. Así, el antropólogo, al hablar ele "sementales dejados
i1 /1!11/ .. p. :JO.
1 " lhirl. , p. :31 .V !J:l.
1'' cr. DllHAN I > ( l i . ) , Scir•//('f' r/e l'/1()111 11/(' (!/ t m r/1tir111. 11Cl'g. 1 979. En Pé!l'Liculnr t'I 1 7 En particular MAFrnsot.1 (M.), /,11 Co11q11c;/<' r/11 ¡mis, .111. ¡ ¡ ¡ 1 1 1 1 · 1 1 1 1 1 • s11c·111iot¡if' 1/1• /u
(':tpil tilo « l ll'rmctiC";1 rat , PI srirncc de l'hommc». o'ie quol'iclitJ'll'I W , op. cit. (1979).
( /, S A Y O S S O B R E Lll V I O L E N C I A B A N A L Y F U N O /\ O O R A C O N C L U S I O N : D E L N OM A D I S M O 207
P n t ol al libertad", p rPcisa que es posible "que haya habido un Baudelaire en "Las letanías de Satán" no omite señalar que éste
Pxilio volunLario a Brasil, en vista del poblamiento de indivi es el dios de los rebeldes, ele los errantes y de los sublevados:
duos que sabernos vinieron aquí expatriados por irregularida
des o excesos sexuales, por fornicar y coger, por emplear ma ''Tú, que das al proscripto esa mirada calma y elevada
Que condena todo un pueblo alrededor cll' un cadalso".
gia amorosa, por bestfalidad, afeminamiento o proxenetismo".
La actolescencia de un país reclama una desfachatez nueva y es
Estamos indudablemente ante una divinidad que unos ver
cierto que lo anómico se constituye claramente para vivir del
sos más adelante es el "confesor de los ahorcados y los conspi
mejor modo el sincretismo del misticismo cristiano, del animis
radores''. Aunque en clave negra, tiene una función divina. En
mo y del paganismo.1H
Y es aquí cuando a la astucia de l a historia no l e faltan balbu
el poema que introduce Las flores del mal, cuando Baudelaire
gica". En los mitos o en las religiones ha tenido diversos nombres, cuales se fue constituyendo el imaginario de la "caballería".
pcrn nw1ca ha podido ser evacuada. Ni siquiera en l a tradición ju Ésta se constituye en la rapidez: a través del movimient.o
'
deocristiana f'ue posib!C' evacuarla, y la actit.1.1d respecto de Satán ele la agitación, de la desestabilización, intenta en definitiva
afrontar y vivir la muerte ineluctable que la institución preten destina!. Volviendo nuevamente a Carnoens: "Canto los comba
de negar. La estática bajo sus diversas modulaciones pretende tes y los héroes famosos que, tras partir ele las costas occiden
detener el tiempo, negar la fluidez. Lo instituido dice lo que tales de Ja Lusitania y, aventurándose a través ele mares hasta
según Marx la burguesía dice al proletariado: "Hubo h istoria, el momento inexplorados, dejaron atrás la Taprobana. . . Canto
ya se acabó", es decir "contra la nobleza nosotros representa los héroes que, en regiones lejanas, fundaron un nuevo reino al
rnos el devenir, pero con nosotros se detiene el proceso". Por el que muy alto supieron elevar. Canto también la gloriosa memo
contrario, el dinamismo exaspera el ciclo del tiempo. La acele ria . . . de quienes por sus proezas se libernrnn de la ley de lo
ración es signo de salud. Se trata del conocido mecanismo de muerte"21• Desde Juego, es la fama la que permite, en un primer
la circulación ele bienes, de la palabra y del sexo que se acentúa sentido, esta liberación, pero en la perspectiva La.ti bien ilustra
en los períodos ele fundación. da por Hegel, si sabemos afrontar la muerte es porque podemos
Ya ciue hemos hablado de la .figura de la serpiente, podemos dominarla. La soberanía, tal corno bien ha analizado G. Bataille,
vincularla de otro modo con la vivacidad existencial, "hija del es la recompensa de qwenes saben ponrr todo en juego, su se
Océano la diosa Metis". Según Detienne y Vernant, "el hombre guridad, sus b ienes, su pasión, en una palabra, su vida. Se trata,
mestizo está permanentemente dispuesto a saltar; procede en claro está, de la imagen intemporal del "Caballero " .
el lapso de W1 relámpago"2º. Y es esta rapidez, la movilidad y Quizás sea útil hacer referencia a un libro de juventud ele
.
la ligereza que lo caracterizan, lo que le permite afrontar la di Hegel en el que se encuentra claran1ente expresada la idea del
mensión aventurera del futuro. El hombre mestizo, siempre vi enfrentan1iento con el destino. Pero antes este admirable pasa
gilante, será siempre según nuestros historiadores el favorito je que Hegel incluye ele modo muy oportuno:
ele Hermes, "el dios de las oportun idades", que junto a Zeus es
la divinidad del panteón griego en alerta constante. Esta viva Abraham, nacido en Caldea, ya había en su juventud abandona
do una patria en compafüa de su padre; aun así, en la llanura de la
cidad ele espíritu y ele vida no puede agradar a la inteligencia Mesopotamia, para conve1tirse en un hombre totaJnll'ntc inckprndicn·
establecida, a los "Trissotines" ele todo tipo, a los sabios gesto te y más uu-de en un jefe, rompió completamente con su familia sin
que ésta l o hubiese ofendido ni echado; no experimentó el dolor en el
res del pensamiento o de la ciudad; y ello porque contraviene a
que aparece, para un ser víctima de una i1\justicia u de una crueldad,
la lógica de lo Uno, a la conminación ele identidad, al hecho de la necesidad imperiosa de un amor que . . . busca una pal ria m1Pva para
estar aquí o allá. El hombre mestizo, cual una "gaya scienza" florecer y poder ser feliz. La primera acción por la que AbraJ1;u11 se
convie1te en padre de una nación es una escisión que quiebra los lazos
nietzscheana, revolotea y no se satisface con sus funciones. Así
de la vida común y del amor, todos éstos lazos t•n los qur había vivido
como todo lo que vive, él es varios. hasta entonces junto a los hombres y la naturalrza; a estos hermosos
Esta otra modulación de la errancia es tal como hemos dicho lazos de juventud los arroj ó bien lejos de él (.los., �4.2).�'
Estas líneas resumen con gran claridad l a apuesta d e toda Pero una vez que la reversibilidad se hace posible, conocemos
errancia y p11eden prestarse p e rfectamente a una extrapolación al adversario; ya no se trata de pedir clemencia, de subyugarse,
social. La forma paroxística del desgarramiento es la muerte, sino al contrario, en la lucha, de "acercarse a w10 mismo". Aquí
y sólo cuando se la afronta corno tal es posible mantenerse en da inicio ese proceso que tiende a instalar el espíritu en todas
�I ser. Según el adagio popular "partir es morir un poco", Y l a paites dentro de sí ("bei sich").
partida está l le na de esta posibilidad. Recociéndola Y afrontán De un modo un tanto romántico -que nos recuerda las dis
dola, ¡0 que se acepta bajo el término de destino es la historia cusiones primaverales que tenía con Holderlin en los jardines
(o las historias) en su proceso. Lo más originario de la unidad del castillo de Tübingen, o incluso los paseos vespertinos que
primera, la escisión del paraíso indiferenciado, es el comienzo debían hacer por l a orilla del Neckai· alrededor de l a colina
ele la vicia en lo que tiene de azaroso, de caótico, de arriesgado. Hegel hace referencia a los "pereg1inos, descalzos, vestidos con
La fractura n ecesaria de la quietud inmediata introduce natu sus cilicios" que a través de sus dolores alcanzai·on " l a intuición
ralme n t e en el orden de la hostilidad. total de la vida . . . puesto que la oposición es la posibilidad de
En efecto el destino es "el enemigo, y el hombre se opone la reconciliación". Así pues el destino es la vida admitida en su
a rl . . . como a una fuerza de combate"23. Pero en este caso el Lotalidad, no únicamente la vida empíricamente aceptada, sino
hombre' y la naturaleza están frente a frente en una paridad beli la vida por la ciwl y contra la cual se combate. Está confronta
cosa . Hablamos del "gegenspi.eler" tan apreciado por la Escuela ción es la que just ai11entc constituye lo trágico. La aceptación
ele F'rankJurt. . Al reconocer a un adversario como tal, se ingresa del destino acepta y desafía la extrañeza. Ese reconocimiento
s/:ricto sens11 en un vínculo dinámico ("dunamis"), en w1 vínculo más o menos consciente de lo que es es el que permite cornbalir
dC' fue rza 0 l 1 1cha ; deseo, pasión, trabajo son vectores de socia lo que es. Parafraseando una conocida expresión pod ríai110s
lid(ld. Mientras que en una existencia timorata y algo estática, decir que se trata en cierto modo de una conquista continua.
el pe ligro, lo extraño, el mal son factores ya sea de desestructu
ración progresiva, ya sea de lo que se convino en llan1ar "mala La figlll'a del "caballero" o la del errante en sus aspectos estili
conciencia", en e l enfrenta.miento con el destino, con el temor zados no debe hacer olvidar que se trata de hecho de una forma
que legítirnament e se experimenta ante él, l o que se afirma im populai·. Son "tensiones polai·es" que penniten a una sociología
periosamente es el querer-vivir. Mientras que al tapar e lo OJOS, � � .
comprensiva captar elementos dispersos por todas partes. O in
al recluirse, el pel igro o l a muerte tienen tm poder m1stenoso Y cluso arquetipos como los referidos por G. Durand, que son "al
desconocido que envenena la existencia y engendra el resenti menos trascendentales respecto de toda situación empírica y
mipnto 0 la mezquindad, en el destino aceptado Y aswnido "la eque) jamás deben ser considerados corno caracteres fijos dentro
fuerza enemiga es la fuerza de la vida que se ha vuelto hostil"��. de w1 objeto empúico dado: son . . . líneas de fuerza de cohesión"2''.
' //JI(/,. p. 4!l. "' D1;1i.-1N1J (G.), L'JÍ 11w 'l'ignie. Les ¡1luri11/s clu ps¡¡tlui, OC'not•J-Gomhicr, París, 1!J80,
l /111¡/ • p. :)1 . p. ..¡3 y p. 62.
------- ---·- -
En este sentido, nos permiten considerar la existencia social Lucifer, e l ángel caído, bajo una forma gnóstica.�8 Cabe pregun
como una aventura, como un proceso de resultado incierto, y tarse si la errancia multifom1e a la que hoy asistimos no debe
que está sometido al azar y al peligro. ser comprendida como una gnosis moderna. La "caballería" ele
El sociólogo G. Sirnmel, cuyos análisis están volviendo a ser las próximas décadas podrá aparecer corno la actividad de Lo
apreciados, observa que "pese a ser un cuerpo extraño a nues dos aquellos que como exploradores de nuevos mundos practi
tra existencia, la aventura está Ligada al centro ele un modo u can lo que yo he llamado va,lores dionisiacos. Los encuentros
otro"2ti. Se trata de un proceso muy original que es importante festivos, las comunidades sexuales, las perversiones discretas
reconocer en toda vida social. Las metáforas religiosas, místi o exteriorizadas, las errancias profesionales, el "retorno a la
cas, las epopeyas o las canciones de gesta hacen de la vida un tierra" -y la lista está lejos de cerrarse- pueden ser las modu
peregrinaje, una etapa hacia lo que sería l a "verdadera patria". laciones de nuevas conquistas.
No es el objetivo de nuestro trabajo pero podrían multiplicarse Éstas pueden obviamente ir en contra de nuestras convic
los ejemplos dentro ele las diferentes tradiciones culturales ciones, o de nuestras certezas ostensibles, sin embargo no
que subrayan la estrecha relación que existe entre el afuera y podemos negar a la vez que se desarrollan, y que permiten el
el centro. Podemos encontrar esta deambulación existencial desarrollo de sus protagonistas. A imagen de los errantes que
bajo la forma del vagabundo, siempre un poco sagrado, del en el siglo XV salían, por tierra y por mar, en busca de aventu
peregrino, del nómade, y por supuesto en la del "mochilero" ras, podernos imaginar que gracias a las nuevas tecnologías los
contemporáneo. También el aventurero, el bandido, el artista, modernos pioneros conseguirán romper los estrechos marcos
el bohemio, participan de este arquetipo. de la vida en sociedad moldeada en el trascurso de los siglos
Tal como he analizado anteriormente, "es cierto que la fic precedentes, y que ha dado en llamarse modernidad.
ción novelesca, desde la novela de educación . . . hasta la litera El comentador positivista de esa gran epopeya que es Los
L ura para chicas frívolas pasando por la novela ele iniciación . . . lusiada,s ve allí, a través ele lo que él llama "la influencia cató
cristaliza o ennoblece la profunda convicción ele que la conti lico-feudal" y la influencia clásica, "el presentimiento confuso,
nuidad de la existencia está hecha ele numerosos desvíos . . . que pero real, del advenimiento de un régimen pacífico e industrial,
escapan por su p recariedad a una lógica cletem1inante"27. Nos para cuyo triunfo las grandes navegac iones po rtuguesas eran
hemos referido más arriba a la secta ophítica cuyo emblema una preparación necesaria, al instituir la exploración previa
es la serpiente, la primera Rebelde respecto del orden divino. del asentamiento humano y la extensión ele los lazos planeLa
Periódicamente en las historias hwnanas esta rebelión vuelve a rios"29. La imagen no carece de elegancia y se inscribe sin eluda
emerger; y no es imposible que en nuestros días encuentre una en ese ?Jiito del progreso que de un rnodo más o menos triun
actualidad recrudecida. Fue Vigny quien presentó en Eloa a falista ha marcado nuestro tiempo hasta el final del corriente
'' · SL11.11E1. (G.), 1\1d1111.rJUS dr• ¡1h.ilosop/1ie 1r/u1inis1e, Alean, París, 1 9 1 2, /Juudl'lui n'. 011. l"il. ,
p. 1 40. " cr. Ja referencia que hace al respecto BENJA�llN ( W ) , C/11 1 ! '/1•s
"' MAFFl·:so1.1 (M. ) , to. Cu11.q11<il<J clu ¡rrése11/. Pour 1111<' soriolo.qie de lo l"ie r¡11oli p. 39.
!li1•111u', up. cil. ( 1 !)79). p. 1 1 1 "' LicMos (M.), L u is <le Ca111uens, 0¡1. cü., p. 2 1 0.
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