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En la mineralogía, el diamante (del griego antiguo αδάμας, adámas, que significa invencible o
inalterable) es un alótropo del carbono donde los átomos de carbono están dispuestos en una
variante de la estructura cristalina cúbica centrada en la cara denominada «red de diamante».
El diamante es la segunda forma más estable de carbono, después del grafito; sin embargo, la
tasa de conversión de diamante a grafito es despreciable a condiciones ambientales. El
diamante tiene renombre específicamente como un material con características físicas
superlativas, muchas de las cuales derivan del fuerte enlace covalente entre sus átomos. En
particular, el diamante tiene la más alta dureza y conductividad térmica de todos los materiales
conocidos por el ser humano. Estas propiedades determinan que la aplicación industrial
principal del diamante sea en herramientas de corte y de pulido además de otras aplicaciones.

Diamante

General

Categoría

Minerales elementos (no metales)

Clase

1.CBº11

0a (Strunz)

Fórmula química

Propiedades físicas

Color
Típicamente amarillo, marrón o gris a incoloro. Menos frecuente azul, verde, negro, blanco
translúcido, rosado, violeta, anaranjado, púrpura y rojo (fancy diamond).[1]

Raya

Incolora

Lustre

Adamantino[1]

Transparencia

Transparente a subtransparente a translúcido.

Sistema cristalino

Isométrico-Hexoctaédrico (Sistema cristalino cúbico)

Fractura

Concoidal

Dureza

10 (Material más duro conocido)

Densidad

3,5 - 3,53 g/cm3

Índice de refracción

2,4175 - 2,4178

Birrefringencia

Ninguna

Pleocroísmo

Ninguno

Propiedades ópticas

Refractiva simple
Minerales relacionados

Zirconia cúbica, Moissanita, Carburo de silicio

[editar datos en Wikidata]

El diamante es uno de los minerales más preciados del mundo por sus características físicas y
ópticas. Debido a su estructura cristalina extremadamente rígida, puede ser contaminada por
pocos tipos de impurezas, como el boro y el nitrógeno. Combinado con su gran transparencia
(correspondiente a una amplia banda prohibida de 5,5 eV), esto resulta en la apariencia clara e
incolora de la mayoría de diamantes naturales. Pequeñas cantidades de defectos o impurezas
(aproximadamente una parte por millón) inducen un color de diamante azul (boro), amarillo
(nitrógeno), marrón (defectos cristalinos), verde, violeta, rosado, negro, naranja o rojo. El
diamante también tiene una dispersión refractiva relativamente alta, esto es, habilidad para
dispersar luz de diferentes colores, lo que resulta en su lustre característico. Sus propiedades
ópticas y mecánicas excelentes, combinadas con una mercadotecnia eficiente, hacen que el
diamante sea la gema más popular.

La mayoría de diamantes naturales se forman en condiciones de presión y temperatura


extremas, existentes a profundidades de 140 km a 190 km en el manto terrestre. Los minerales
que contienen carbono proveen la fuente de carbono, y el crecimiento tiene lugar en períodos
de 1 a 3,3 mil millones de años, lo que corresponde a, aproximadamente, el 25 % a 75 % de la
edad de la Tierra. Los diamantes son llevados cerca de la superficie de la Tierra a través de
erupciones volcánicas profundas por un magma, que se enfría en rocas ígneas conocidas como
kimberlitas y lamproitas. Los diamantes también pueden ser producidos sintéticamente en un
proceso de alta presión y alta temperatura que simula aproximadamente las condiciones en el
manto de la Tierra. Una alternativa, y técnica completamente diferente, es la deposición
química de vapor. Algunos materiales distintos al diamante, incluyendo a la zirconia cúbica y
carburo de silicio son denominados frecuentemente simulantes de diamantes, semejando al
diamante en apariencia y muchas propiedades. Se han desarrollado técnicas gemológicas
especiales para distinguir los diamantes sintéticos y los naturales, y simulantes de diamantes.

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