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89D
JESÚS GONZÁLEZ REQUENA

EL DISCURSOTELEVISIVO:
E spectáculode la posmodernidad

CUARTA EDICION

CATEDRA
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Director de la colección:JenaroTalens

A Amala

Reservadostodos los derechos.El contenido de estaobra estáprotegido


por la Ley, que establecepenasde prisión y/o multas, ademásde las
correspondientesindemnizacionespor dañosy perjuicios, para
quienesreprodujeren,plagiaren, distribuyeren o comunicaren
públicamente,en todo o en parte,una obra literaria,artística
o científica,o su transformación,interpretacióno ejecución
artlsticafijada en cualquiertipo de soporteo comunicada
a travésde cualquiermedio,sin la preceptivaautorización.

@ JesúsGonzálezRequena
EdicionesCátedra,S. 4., 1999
JuanIgnacio Luca de Tena, 15. 28027 Madrid
Depósitolegal: M. 23.998-1999
ISBN: 84-376-0756-6
Printed in Spain
Impreso en Lavel, S. A.
Pol. Ind. Los Llanos,C/ Gran Canaria,12
Humanesde Madrid (Madrid)

300825
Indice

Ix.rnolrt'rl:tt)x

E s p , r r : t os r . : r u l ( i T r (\r't) . r S p ¡ \cl (p)st( r ) ,\N ,\t.i Tl c( ) .... r1

F,l provecto semiírtico. rt


Discurso y función-signo 17
F,l discurso v el sujeto I8
L o s i m b ó l i c o v l o i m a g i n a r i o .... 19
Lo icónico: signo e imagen, arbitrariedad v analogia zr

L¡ pnc>cn¡tnl¡cl(iNTll.t1\/tstVÁ()M() (Nr,\(:R())DIScuRSo zz

Televisi<in: sistema semiótico zz


La programaci<in como discurso 24
D i s c u r s o , c o m u n i c a ci ó n , si g n i fi ca ci ó n ..... zG
Comunicación, significación, cultura de masas zj

EI D IS( :L'R S( ) T l l l .l :\'l SI\'( ) . to


Estructura funcional to
Fragmentación. t1
Coherencia textual de suoerficie 3J
Fragmentación v continuldad. . . J'
Combinación heterogénea de géneros. 37
Nfultiolicidad 18
Coheiencia textual profunda J9
Carencia de clausura 41
Enunciación 43

Dr.:c()trfL'N-l(:,\cl()N
Sl;rrL'r-¡<:no .. 49
Tensión: decodificación aberrante. 49
Consumo de trozos. to

r 6t
Simulacro de comunicación dominante III
tr El spot: matriz del discurso televisivo
Consumo espectacular. 112
<,
Teleiisión: un universo publicitario
rr4
V ElenrExros pARAuNA TEoRTADEL r,spEcrÁcuI-o Ecltpse DE LA NARRATIvIDAD
tt
t14
La relación espectacular: la minda y el cuerpo
tt El relato como matriz generadora de significación " " " " 116
D ista ncia vs. med iac ión, lo pr of ano v s . lo s ágr a d o . . . . . . . .
¡8 Identificaciónírctivl
rr8
Economía mercantil del espectáculo: deseo v seducción . . . .
t9 L" ál-..rrlOn simbólica de la narratividad' ' rr9
Economía pulsional del espectáculo: la identificación imagi- Televisión y eclipsede la narratividad' ' 12r
naria . 6o El culebrón: hipirtrofia cancerígenadel relato 72t
Identificación imaginaria e inscripción simbólica 65 identificación iarcativalidentificación irnagina;ria'
Topología del espectáculo . . . . 66 rz8
El modelo carnavalesco (rz TBrevtsróN' ABoLICIÓN DE LA PALABRA ' ' ' '
El modelo circense 68 está vacío ' ' tz8
El lugar del suieto de la enunciación
El modelo de la escena a la italiana ryo
1o ¡U"t?i¿" de la Palabra
El modelo de la escena fantasma
72 V"ci"do de significación, vaciado de ideología :)?
/'
Rr:pnuspNr¡cróN, sÍMBoLo,TMAGEN tt4
7t Er netN¡oo DELLooK
Hipertrofia de la representación rt4
Cuerpos imaginarios r 34
Fotografía versus Reptesentación Coloi, publicidad, Plástico
76 1t 6
i^ i.ttó"t de lo corporal" ": " '' '
"bilidad rt8
l/ E tsozrrÁculo r¡,r-¡vrsrv<-r
. 8o Look, light, Posmodernidad'' ' '
Un espectáculo descorporeizado 8o
lt g
Forocn¡rÍ¡, TELEVISIÓN, PoRNOGRAFIA' ' ' '
Cotidianización del espectáculo. 8o rtg
Abolición de lo sagrado: absoluta accesibilidad 8r r40
Producción de un mundo descorporeizado 8z r42
r44
y ENUNcrAcróN
Fuxcroxes DEL LENGUAJE 84
'46
El discurso TV: funciones del lenguaie dominantes . . . . . . . 84 ,/ B" DIScuRSo PSIcóTIco DE LA PosMoDERNIDAD ' ' ' '
Preeminencia de Ia función fática. . r46
Contexto espectacular/Contexto referencial
87 Recapitulación: el discurso televisivo dominante r48
88 El discurso Psicótico
Espacio fuera de campo heterogéneo I'I

Mundos ofrecidos
88 Discurso telévisivo y discurso psicótico '
152
90 Sobre la posmodernidad'' ' '
Autorreferencialidad rt7
96 El campo semántico de la posmodernidad'
Característicasenunciarivas del discurso televisivo dominante. rt8
97 El lugar del (tele)esPectador'

Ter-EvlslóN, uN ESpEcrAcuLoDESTMBoLIZADo rtg


. 99 A tvrooo DE FINAL
La escena televisiva en el universo doméstico rr9
99 Nesación del silencio
r 6o
Abolición de la intimidad. . . .
99 Loí o.f..to.> del espectáculotelevisivo dominante
Kistch y experiencia vicaria t 6z
l o2 Espeio.
krealización del mundo ro4
Enunciación en espejo: seducción. ro6
La interpelación publicitaria. . . . rog

t66 ú7
es800t
Elementos para una teoría del espectá€ulo

L¡ nsr,¡cló¡.¡ EspEcrAcuLAR:LA MIRADAy EL cuERpo

¿Qué es un espectáculo?t Diftcil responder, al menos aparente-


mente. Infinidad de actividadespueden alimentar un espectáculo:
una actuación citcense, una rppr€sentación,teatral,una misa, un
ca,$aval, un misterio medieval, un film, los divenos números .de
una feria,.'un progra¡na de televisión, una pelea de,ga,llos,.un
diaporama, un pa4ido de baloncesto, un happening, uno corrida
de toros, la botadura de un ba¡cq' un match de boxeo, un desfile
militar, una carrer¿ de coches, un recital de música ligera, una
curtetá.de caballos, una ópeta, un, mitin político,-una exhibición
aÉtea, vn stripr-tease,una, jota, una conferencia de filosofia, una
music-hall,, una coronación¡ una exhibición zétee, urra manifesa-
ciónr. unos títeres; un guiñol la actuación de un ilusionisa, una
video-performanpe...
. DE.este listado. abierto, i¡dsfinidg, c4ótico, úgo, aI menos,
poderros deducir:'que 9l espectáculo consiste ,en la puesta en
relacién de dos factoÍes: un¿ determinada,actividad que se ofrece
y un determinado sujeto que la contempl4. Nace.asíel espectácu-
lo, de la dieléctica de estos dos elementos que se materializz en le
fonna de ur.ra relacióttespcctacular,
Podemos pues definir la.relación espectacularrcorDola irter-
acciónque surge de la puesta en relación de vn cspectador y de una
exltibiciónque se le oftece. :

* El conrcnido de cste capitulo, excepción hech¿ de los epígrafes rEconoml¡ pulgional


del espectáculo: t¿ identificación imaginariar e qldentific¿ción inragineria e inscripción
simbóücar fre publicado a Tcht, arúm. 4 r98¡.

,t
He aquí, pues, una primera, definición. Mas no podemos concierto o el mitin político. Pero en todos ellos el oído comparte
conformarnos con ella. Debemos todavía definir con más preci- su tarea con la vista, y es la visión del cuerpo que actúa -del
sión los dos términos en iuego -, espectador y exhibición- p^ta cuerpo que genera el sonido- lo que certifica en todos estos
así poder definir las fronteras del espectáculo. eventos su carácter espectacular.
¿Cómo se configura esa contemplación en la que consiste la La vista se nos presenta entonces, en todos los casos, como el
actividad del espectador? Pero formulemos la pregunta de otra sentido rey, como aquel sobre el que el suieto se constituye en
m ner^i ¿cuáles son los sentidos del sufeto interpelados por el espectador. Y sin duda nada mejor que la mirada para sustentar
espectáculo? una relación con otro cuerpo del que se carece.
Resulta fácil descartar tres de ellos: el gusto, el olfato y el Ocupémonos ahora del otro factor, del constituido por aque-
tacto. Nadie habla de espectáculo cuando palad,eaun manjar, llo que se ofrece a la mirada del espectador. Será ésta ocasión para
cuando huele un perfume o cuando acancia un cuerpo. Sucede trazar nuevas fronteras, esta vez interiores al ámbito de actividad
que cuando estos tres sentidos actúan no parece existir distancia de la vista.
alguna entre el sujeto que percibe y el objeto de su estimulación:
¿Qué es aquéllo de lo que carece la pintura, la fotogra(ta o la
el olfato se apropia del olor, como el paladar del maniar o el tacto escultura para que no pensemos en ellas como espectáculos?Del
del cuerpo que se le ofrece. Y son estos tres sentidos, sin ducia, cuerpo, sin duda, pero de un cuerpo qile actrie,que trabaje en el
los que mejor caractetizan la intinidad, la más cerc na proximi- instante en que sobre él se dirifa la mkada del espectador. Un
dad entre el cuerpo del sujeto que percibe y el del obfeto per- cuerpo vital -desde luego no muerto-, pero no necesariamente
cibido. humano -- -ahi está el efemplo, asombroso en su espectacularidad,
El espectáculo -la relación espectacular- en cambio, parece de las peleas de gallos. En el extremo, no será necesario siquiera
constituirse en la distancia,en una relación distanciada que excluye que el cuerpo se vea, pero siempre que los resultados inmediatos
la intimidad en beneficio de un determinado extrañ)miento. É¡ de su actividad resulten lo suficientemente visibles: así sucede con
otros términos: el espectáculo parece tener lugar allí donde los el guiñol o las marionetas.
cuerpos se escrutan en la distancia. En suma, es e/ caerpoqte trabaja y se exhibe lo que constituye,
¿Qué sucede entonces con el oído? En él ya la distancia se en presencia de la mirada del espectador, la relación espectacular.
hace presente: cuando la escuchamos, la voz del otro materjaljza Pero el cuerpo en la inmediatez y en la eventualidad- de su
una distancia con respecto a su cuerpo. Por eso cuando la voz actuación y ro, ao-o sucede en la pintura, en la escultura o en
accede al microcosmos de la intimidad se torna en el susurro de la fotografia, a través de unas huellas que remiten a una actividad
aquél que acañcia el cuerpo del sujeto con su aliento -y estamos -y a una presencia- aleiada en el tiempo: he aquí también un
ya del lado del tacto, si no también incluso del olfato. exceso de distancia que señala otra de las fronteras externas del
¿Por qué entonces nos resistimos a identificar como espectácu- espectáculo.
lo la emisión radiofónica o Ia audición de un disco? Si el iacto, el Y Io mismo sucede, evidentemente, con la literatura, incluso
olfato o el gusto constituyen una frontera del espectáculo por su allí donde es narrativa: la vista trabaia palabras escritas por un
excesiuaproxinidad -que nos conduce al ámbito de la intimidad cuerpo ya ausente y el lector -que no espectador- fantasea
como microcosmos de una relación opuesta a la espectacular-, el otros cuerpos -los de los personaies- que no son objeto de su
oído nos ofrece una segunda frontera caractetizada esta vez por mirada.
pn excelode alejamiento:la voz o el sonido, ausente del cuerpo que
¿Qué sucede entonces con el cine o la televisión? He aquí una
la emite, materializa una relación en exceso distanciada: ro h"y aparente paradoia; sólo hay manchas de luz sobre una pantalla y
espectáculo sino, en todo caso, referencia a un espectáculo que sin embargo nadie duda de su potencia -de su fascinación-
sucede en otro lugar -y tal es el caso ejemplar de la retransmi- espectacular. Y desde luego ésta no debe ser discutida: poco
sión radiofónica de un partido de fútbol. importa que los cuerpos no estén presentes realmente si la mirada
Y sin embargo sucede que en multitud de espectáculos el del espectadorlos como tales. Por lo demás, lo único que
sonido desempeña un papel notable: desde la danzi al recital, al ^cepta
podría disolver ese espefismo al que el espectador se entrega

56 t7
gozoso, la prueba del tacto, está, por definición, excluida del tiene otra misión que propiciar una fusión en lo sagrado2. No
esPectáculo. hay, en suma, lugar alguno para el espectador.
No debemos, sin embargo, rechazar por ello el contenido La relación espectacular se nos presenta entonces como la
positivo de esta paradoia: la ausencia real del cuerpo y el espejis- emergencia de una milo.da profana. Y es sólo al instaurarse ésta
mo de la mirada que lo observa; más adelante nos ocuparemos de cuando se genera el extrañamiento necesario que hace posible la
su importancia, pues permitirá definir una de las más importantes espectacularizaciín de la ceremonia ritual, a costa, desde luego, de
fronteras interioresal ámbito del espectáculo. violentar la intimidad en lo sagrado que le c racteriz más esen-
cialmente.
Esta oposición entre lo sagrado y lo profano, entre la media-
DrsrRNclR vs. MEDIACIóN.Lo pRoFANo vs. Lo sAGRADo
ción ritual y la distancia espectacular, resulta especialmente rele-
Nuestra definición se perfila progresivamente. La relación vante panr- pensar el funcionamiento de determinados eventos
espectacular comporta una mirada y un cuerpo, entre los que ambiguos en los que resulta difícil establecer la frontera entre lo
media una determinada distancia. La distancia tr^z^d^ por esa religioso -entendido en su sentido más amplio- y lo espectacu-
mirada proveniente de un cuerpo regadoy que tiene por obieto lar. Así sucede, por eiemplo, en el teatro, en el ballet y en la
otro cuerpo, este plenamente afirnado. ópera, pero también en el cante iondo o en el cine.
Hemos constatado ya el por qué de la exclusión del cuerpo del Ello se debe a que el arte, Ia relación estética, constituye una
sujeto que mira -del espectador, en suma-: su emergencia manifestación moderna de lo sagrado. Y si bien puede ser obieto
aboliria la relación espectacular en aras de una relación de intimi- de un consumo espectacularizado -y tal es el que domina en la
dad. La distancia,pues, en tanto elemento constitutivo del espec- sociedad de masas-, invita, por el contrario, a su aproximación
táculo, se nos revela como huella de una caretcia,la de ese cuerpo en términos de ritual. Así es cómo se comportan las élites refi-
negado del espectador que, reducido a la mirada, se entrega a la nadas capaces de trascender lo espectacular en aras de una rela-
contemplación de otro cuerpo esta vez afirmado ---rn su exhibi- ción estética en la que el actuante, se convierte en el mediador
ción- y que por ello se manifiesta como necesariamente fasci- ----en el sacerdote- de una determinada relación con lo sagrado
nante. -cualquiera que sea éste.
¿Qué sucede entonces con las ceremonias religiosas o, si
extendemos el ámbito de nuestra reflexión antropológica, con los
ritos? EcoNoIrtÍn MERCANTILDEL ESPEcTÁcuLo:DESEoY SEDUCCIÓN
Es sin duda posible una espectacularizaciín de los rituales y
Hasta aquí los límites que perfilan las fronteras de Ia geografia
de las ceremonias religiosas. Sthendal, por ejemplo, supo
del espectáculo. Pero, antes de ocuparnos de su topología, debere-
lúcidamente ias dimensiones espectacularesde las pompas ^notar católi- mos atender a su economía y a su política.
cas en eI anciertregimel. Basta para ello con observarlos desde fuera
Una mirada, una distancia, un cuerpo que se exhibe afirmado
de su juego, convirtiendo al sacerdote en el protagonista de una
como imagen que fascina. He aquí, entonces, los elementos
exhibición admirablemente cargada de boato.
necesarios p^ta una situación de seducción. Pues lo que pretende
Pero si atendemos seriamente al significado del rito compren-
el cuerpo que se exhibe es sedacir,es decir, atraet -aptopiarse-
detemos enseguida lo que lo separa del espectáculo. En él
de la mirada deseante del otro.
el sacerdote no es el objeto fascinante de una mirada, sino el
mediador de una relación entre el fiel y la divinidad. Y, como tal
t .,--El ,i,r"l es conjuntin, pues instituye una unión (podríamos decir aquí que una
mediador, debe anularse en aras de una intinidad sagradaen la que comunión) o, en todo caso, una relación orgánica entre dos cuerpos (que se confunden en
el creyente y la divinidad se funden en la experiencia de lo el límite, uno con el personaje del ofici¿nte, y el otro con la colectividad de los fieles), y
sagrado. Tal es el motivo del rito: el tercer elemento mediador no que estaban disociados al comienzo.> Claude Levi-Strauss, E/ ?eüdmienll sabaje, FCE,
N{éxico, 1964, pág. 18. Más adelante (píg.lrl), Levi-Strauss reconoce en la <víctima
consagrada> el instrumento de mediación que liga, en la ceremonia sacrificial, lo humano
, V"rio, .on los ejemplos notables presentes en RojoI negro y erLIa cartaja de Parna- con lo divino.

58 ,9
Es así, a través de la seducción, cómo el cuerpo adquiere su de la madre desempeña un papel capital: es el obieto pleno de
dimensión económica. De un lado la pulsión escópica3,il d.r.o amor (de alimento, de confort, de seguridad, de placer). Pero esta
de ver, de otro un cuerpo instituido en mercancía y, entre ambos, madre, de quien hasta hace bien poco el bebé se creía indistinto,
el dinero, como mediador universal de todo valor de cambioa. se convierte pronto en algo inconstante.
Perfecto es el acoplamiento entre la economía mercantil y la En el contexto de esta absoluta dependencia de la madre y,
del deseos. Circulan el deseo y el dinero de manera solidaria: el por tanto, bajo la presión angustiosa de la amenaza de su pérdida
ojo desea y se apropia de la imagen de su deseo, el cuerpo se (de la carencia absoluta), el niño emPieza, sobre los seis meses, a
apropia del deseo del que mira y la transacción es medidada por el elaborar la diferencia entre el dentro y el fuera, entre el yo y el no
dinero que paga el que sustentala mirada y recibe el cuerpo que la yo, a percibir los límites de sí.
excita. Peio el niño no sabe todavia qué o quien es: la percepción de
EI espectáculo se nos descubre así como la realización de la su ser separado empieza a con este descubrimiento del
^Parecer
operación de seducción. Pero la seducción es, a su vez, eI eiercicio afuera que es a la vez descubrimiento del otro y experiencia
de un determinado poder: el poder sobre el deseo del otro. nuclear de la carencia: el otro es, antes que nada' aquello de lo que
Esta es la causa de que todo poder deba, necesariamente, se carece. Y, por ello mismo, objeto de deseo'
espectacularizarse,pues sólo pervive y se asienta el poder capazde Y así el sujeto construye, prematuramente' su imagen de sí,
hacerse desear. Porque lo sabían, los monarcas absolutistas con- su yo, sobre el modelo del otro:
vertían en espectáculo para sus súbditos incluso sus más nimias
Antes de esemomento [en el que accedeal dominio real de
actividades cotidianas. Y por eso, también, el nazismo alcanzó an
su cuerpo]... el sufeto toma concienciade su cuelPo como
asombroso dominio en lo escenográFrco.Pero estos ejemplos no totalidad...la sola visión de la forma total del cue{Po humano
deben velar lo esencial: si todo espectáculo instituye una ielación brinda al suieto un dominio imaginario de su cuerpo, Prematu-
de poder -excepción hecha de uno, como veremos enseguida-, ro respectoal dominio real.
el poder es, esencialmente, generador de espectáculos. El otro tiene para el hombre un valor de cautivador, dada
Y es así cómo la política del deseo -la seducción- se acopla la anticipaciónque rePresentala imagen unitaria tal como ella
con la política del poder -de cualquier poder. es percibida en el espeio, o bien en la realidad toda del
semeianteó.

Ecor.lolr,rinpuLSroNALDEL EspEcrÁculo: LA rDENTrFrcAcróN Es decir, el yo del sujeto nace sobre el modelo de esta imagen
IMAGITT-ARIA del otro que es, alavez, aquello que desea.Tal es lo que Lacanha
llamado la identificación imaginaria: identificación con la imagen
¿Cuál es la fuente energética que alimenta el espectáculo?O en especular del otro:
otros términos, ¿qué deseo sustenta la relación espectacular?
¿Cuál
es su economía deseante? El suieto localiza y reconoce originariamente el deseo por
Permítasenos, para responder a ello, un cierta incursión en el intermedio no sólo de su propia imagen,sino del cuerpo de su
campo del psicoanálisis, la necesaria para situar el funcionamiento semejante.Exactamenteen ese momento, se aísla en el ser
de lo que Jacques Lacan ha denominado la identificación imagi- humano la concienciaen tanto que concienciade sí. Porque
reconoce su deseo en el cuerpo del otro el intercambio se
natta.
efectúa.Es porque su deseoha pasadodel otro lado que él se
Como es sabido, en el comienzo de la vida humana la figura
asimila al cuerpo del otro, y se reconocecomo cuerpoT.
3 Cfr.
Jacques Lactn, Los tuatro conceptorfmdamcntahs del pticoanáhiri, Barcelona, Barral, La imagen del otro actúa aquí como un espeio: los instintos,
| 977.
a Cfr. Carl Man, Contribrción a la crítica de la economía política, Madtíd, Albe¡to Co-
las pasiones contradictorias que atraviesan al niño, las concibe
ru6n, t97o.
ó r98I,
5 He aquí un cruce epistemológico aún inexplorado entre el texto marxiano
l el Jacques Lrcm, El Scminario I: lts eserito¡ thtieo¡ de Fread, Bzrcelona, Paidos,
freudiano: en ambos una misma palabn (feticbe) señala algo que se condensa en los P ^g.tgt.
7
procesos de intercambio. Jacques Lacrn, op. cit., pág. zz1.

6o 6t
como algo interior a esa imagen de sí que ha tomado de la imagen miento. Su unificación nunca será completa Porque se hace
del otro: precisamente Por una vía alienante, baio la forma .de una
i-"g..t afena, qrre constituye una función psíquica originalll'
El yo humano es el otro, y al comienzo el suieto está más un papel
En este proceso hay un órgano que desempeña
cerca de la forma del otro que del surgimiento de su propia
tendencia. En el origen él es una colección incoherente de capital: eJ oio. El oio es .l testigo del límite, del afuera, de la
deseos -éste es el verdadero sentido de la expresión cuerpo distancia'en la que se materializala carencia' Es pues eI órgano a
fragmentado- y la primera síntesis del ego es esencialmente través del cual el su¡eto busca aquello de lo que carece' lnanifes-
alter ego,está alienada. El sujeto humano deseante se constituye tándose, así, como ún órgano déseante' Finalmente, el ofo (y.la
en torno a un centro que es el otro en tanto le brinda su mirada) sustenta un vínculo visual, escóPico, intensamente satrs-
unidad, y el primer abordaie que tiene del obieto es el obieto factorio, con el otro.
en cuanto obieto del deseo del otro8. El oio, la mirada, apareceasí como algo directamente relacio-
nado con ia vivencia del deseo: el deseo se sustenta en la carencia,
Así funcionalallamada fase del espejo: en ella, y antes de que la
en la distancia con respecto al obieto de deseo (es lo propio de
el lenguaie le permita pensarse, nombrarse, el yo del suieto se
mirada ttazar esa distancia en el espacio):
construye en un doble déficit, sobre una alienación esencial, Pues
se construye Partir de la experiencia de su carencia, de lo que le Se trata de saber cuáles son los órganos que entran en
^
falta, y se construye sobre la imagen misteriosa del otro con el en la relación narcisista,imaginaria con el otro' donde se
iuego
'ÍorÁt
que se identifica. Pues lo que desea, después de todo, es ser bildet, el yo. La estructuración imaginaria del yo se
deseado por otro. El deseo del sujeto es, pues, el deseo del otro. efectúaalrededor'dela imagenespeculardel cuerpo propio, de
la imagen del otro. Ahora bien, la relación del mirar y el ser
Toda la dialéctica del... estadio del espeio se basa en la mirado atañe efectivamentea un órgano, el oio"'12'
relación entre, por una Parte, cierto nivel de tendencias, experi-
mentad¿s -digamos por ahora, en determinado momento de En esta fase, además, en la que el niño es incapaz de demoer
la vida- como desconectadas, discordantes, fragmentadas -y su deseo y c rece de la destrez motof^ suficiente Para Pefsegrrrr-
de esto siempre queda algo- y, por la otra, una unidad con la lo, reina el narcisismo primario, Pues no existe para el suieto
cual se confunde y . Esta unidad es aquello con lo cual el
^p^fe reierencia alguna de la ley, dado que esta sólo puede llegar con el
sujeto se conoce por vez primera como unidad, Pero como
lenguaie:
unidad alienada. virtuale.
...E1 suieto virtual... ese otro que somos, está allí donde ..,1arelación narcisistaen cuanto ésta se halla estrictamente
primero hemos visto a nuestro ego; fuera nuestro, en la form¿ estructuradasobre la relación con el otro, la identificación
humana. Esta forma está fuera nuestro, no en tanto está hecha posible con el otro, la estricta reciprocidaddel yo y del-otro'
-En
plna c ptat un comportamento sexual, sino en tanto está efecto,en toda relaciónnarcisistael yo es el otro y el otro
fundamentalmente vinculada con la impotencia primitiva del es yo13.
ser humano. El ser humano sólo ve su forma realizadt, total, el
espelismo de sí mismo, fuera de sí mismo1o. Así, en esta relación narcista, dual, especular, imaginaria' en
Su imagen especular... Esta imagen es funcionalmente suma, la tensión er'tica se mezcla, de la manera más ambivalente,
esencial en el hombre, en tanto le brinda el complemento
con la tensión agresiva:
ortopédico de la insuficiencia nativa, del desconcierto, o desa-
cuerdo constitutivo, vinculados a la prematuración del naci-
Si la relación agresiva interviene en esa formación que se
llama el yo, es potqoe le es constituyente'Porque el yo es
8
Jacques Lzczt, El Scmimrio III: I¿¡ Psieosis,Barcelona, Paidos, 1984, pig, 6t. rr t38.
e
Jacques Lzca¡, El Semi¡¿rio Il: El 1o et la leoría & Fredl en h thniea psicoanalítha, Jacques Lrcan, El SeminarioIII' op, cit', pág.
12
Barcelona,Paidos, 1983, pág. 8r. Jacques Lrczn, El SeminarioII, op. eit.' pág' t48.
13
10
Jacques Lrcrn, El Seninario I, op. cit., pág. zr1. Jacques La'carn,op. cit., pig. t49.

6z 61
desde el inicio por sí mismo otro, porque se instaura en una dcstrucción y permita apuntar una salida extefior Para el deseo del
dualidad interna al sujeto. El yo es amo que el sujeto encuentra !{uieto:
en el otro, y que se instala en su función de dominio en lo más
íntimo de él mismo. Si en toda relación con el otro inclus<r La relación simbólica'..es Precisoque haya siempreefecti-
erótica, hay un eco de esa relación de exclusión, es él o 10, es vamente tres Pefsonas...el símbolo introduce un tercero'
porque en el plano imaginario el suieto humano está constitur- elementode médiación,que sitúa a los dos personaiesPresen-
do de tal modo que el otro está siempre a punto de retomar su tes, les hace pasar a otro plano y les modificalT'
lugar de dominio en relación a é1... ¿Y dónde está el amo?
La estructura del Edipo constituye así el dispositivo crucial
¿Adentro o afuera? Está siempre a la vez adentro y afuera, por
eso todo equilibrio puramente imaginario con el otro siempre por el que el suieto accede al orden de lo simbólico:
está marcado por una inestabilidad fundamentalla.
...1aambigüedad,la hianciade la relaciónimaginariaexige algo
En el origen, antes del lenguaje, el deseo sólo existe en el que mantenga relación, función y distancia' Es el sentido
plano único de la relación imaginaria del estadio especular; mismo del comPleio de EdiPo.
existe proyectado, alienado en el otro. La tensión que provoca El compleio de Edipo signifrca que la relación imagin-aria,
no tiene s¿lida. Es decir, no tiene otra salida -Hegel lo conflictual, incestuosaen sí misma, estáPrometidaal conflicto
enseña- que la detrucción del otro15. y a Ia ruina. Para que el ser humano po*^ establecerla
En esta relación, el deseo del sujeto sólo puede confrrmarse relación más natural, la del macho a la hembra, es necesario
en la competencia, en la rivalidad absoluta con el otro por el que intervengaun tercero, que seala imagen de algo logrado,
sufeto hacia el cu¿l tiende. Cada vez que nos aproximamos, en el modelo dJ una armonía. No es decir suficiente:hace falta
un sujeto, a esta alienación primodial, se genera la agresividad unal ey,unaca dena, unor densim bólico, laint er vencióndel
más r¿dical: el deseo de la desaparición del otro, en tanto el orden le la palzbra,es decir del padre' No del padre natural,
otro soporta el deseo del suletot6. sino de lo qúe se llama padre. El orden que impids la colisión
y el estallidá de h situación en su conlunto está fundado en la
La mirada, en cuanto soporte esencial de esta relación, adquie- existenciade ese nombre del padre18.
re pues un carácter a la vez erótico y destructivo, es decir,
devorador: el individuo busca apropiarse totalmente del otro, conformémonos pof ahora con apuntar la importancia de esta
devorarle, negade como diferente. segunda constituciór del suieto en lo simbólico, a través de su
Comienzan así las aventuras del ojo que atravesarán posterior- al universo del lenguaie ----allí donde será nombrado, allí
^.f.ro podrá reconocerse como otra cosa' como algo más que
mente otra fase crucial: la del descubrimiento de la diferencia de donde
los sexos. He aquí un misterio estrictamente insondable (pues imagen especular. Y retengamos, en todo caso, Pue-stal es lo que
nunca se verá lo suficiente) ante el que el sujeto vivirá todas sus conltitoy. la economía pulsional del espectáculo, la importancia
amenaz s y todas sus carencias. Y, también, la muerte: lo irrepre- que la fascinación visual, es decir, la seducción, desempeña en la
sentable . constitución esPecular del Yo.
Tal es pues el juego al que la mirada se entrega en el registro
de lo imaginario: ser amado, amar, devorar: un oio a veces amante IOcNTINIC¡CIÓN IMAGINARIA E INSCRIPCIÓN SIMBÓLICA
enternecido y otras devorador, destructor: tales son las pasiones
de la mirada que caracterizan la economía de lo imaginario. Una mirada, una distancia, un cuerPo que se exhibe afirmado
Sólo hay, pues, una salida para los marasmos de la relación como imagen que fascina. He aquí, entonces' los elementos
imaginaria: que la economía dual sea reestructurada por un tercer necesarios p^t^ in situación de seducción. Pues lo que pretende
término heterogéneo que desbloquee la relación de fascinación- el cuerpo qn. te exhibe es sedttcir,es decir, att^er ----aPtoPiars'e-
de la mirada deseante del otro.
la
Jacques Lrcan, El SeminarioIII, op. cit., pág. tt¡. -;
rs J".q*t Laan, oP.cit., Pág. 211'
Jacques Lacen, El Semirurio I, op. cit., pig. z:1. 18 Jacques Lmn, El ScminarioIII, op. cit., Pá8. tl9.
16
JacquesLac n, op. cit., págs. 2rt-2r4.

64 65
Todo espectáculo se articula pues sobre una relación dual, una tipología de las variantes topológicas de la relación espectacu-
imaginaia, especular. Lo imaginario es convocado en esa densa lar. De ello vamos a ocuParnos a continuación.
relación que vincula a un sujeto que mira y a un cuerpo que actúa El problema que se plantea para establecer una tal tipología
para é1, que se ofrece a su mirada. consisti. evidentemente, en la elección del criterio discriminador.
¿Debemos por ello deducir que todo espectáculo se agota en Pensamos, sin embargo, que éste puede ser fácilmente deducido
este registro, responde exclusivamente a la dinámica narcisista del de la propi a relación espectacular, toda ella otganizad,a p.ata eI
espejo? Sin duda no. Y ello porque el espectáculo puede ser desplieguéde una determinada mirada. Será pues el.lugar de esta
estructurado en un dispositivo de simbolización. mirada--el del espectador que la sustenta-, en relación con su
Basta, para ello, con que el símbolo se introduzca como tercer objeto, el que nos permitirá diferenciar las grandes variantes de la
término en la relación entre el sujeto que mira y el cuerpo que se topología espectacular.
-
exhibe. O dicho de otra manera: es necesario que el símbolo re- Asi pues: ¿Desde dónde mira el espectador?O más exacta-
cubra al cuerpo para que así éste, además de exhibirse ---ofre- mente: ¿Cuál es la posición del espectador con resPecto al espec-
cerse-, se manifieste portador de un determinado sentido, de táculo que se le ofrece, cuáles las limitaciones que a su visión
un determinado misterio. El gesto deja, pues, de agotarse en impone tal posición?
exhibición, en oferta especular pata el que lo mira, para introducir
una cierta opacidad simbólica, una cierta resistencia: es algo más
El voor,lo CARNAVALESCo
que oferta, señala hacia otn dirección. En ese mismo momento,
debemos añadk, el cuerpo desborda el juego dual para introducir He aquí una posibilidad extrema: la de una escena abierta,
el terciario: se convierte en mediador entre el espectador ---rons- indefinida, que tie;de a extendersepor toda la ciudad, en la que el
tituido en este mismo momento también en concelebrante- y espectador que mira y el cuerpo que se exhibe definen dos tópicos
aquello hacia lo que el sentido apunta -una cierta trascendencia. constantes -pues sin ellos no habría relación espectacular- pero
Como puede observarse, este proceso de simbolización (de intercambiables, accesibles a todo suleto.
sacraltzación) del espectáculo conduce hacia el rito, tal y como io Así sucede en los carnavales y en multitud de fiestas popula-
hemos caracterizad,o más arriba de la mano de Levi-Strauss. De res. desde los Sanferminesa los Moros y Cristianos, pasando Por
hecho, en esta perspectiva las nociones de espectáculo y rito se los festejosdel toro embolado o por las Fallas valencianas.Porque
nos presentan como dos categorías abstractas y extremas de un se halla instaurada una relación esPectacular,está presente la
continuo en el que muchas soluciones intermedias encuentran su distancia que separa al que mira del cuerPo que se exhibe, Pero' a
lugat. Es lógico que así suceda pues lo imaginario y lo simbólico la vez, cualquier suieto puede ocupar, intermitentemente' uno u
son dos registros de la experiencia humana ala vez discordantes y otro lugar.
necesariamente entrelazados. Ello" es así posible Porque la escena no se halla clausurada,
cerrada por límites bien precisos, sino abierta y constantemente
móvil. No hay, por ello mismo, lugat para una economía mercan'
ToporocÍ¡ DEL ESpEcrAcuLo til: el dinero no circula y esto modifica notablemente la economía
del deseo: el deseo circula gratuito, obieto de un dispendio por
Los tres factores que hemos identificado como los constitu- nadie regido que hace imposible la consolidación del cuerpo
yentes de la relación espectacular permiten sef considerados en fetiche.
términos topológicos: dos lugares, el del espectador y el del No entraremos aquí a considerar las dimensiones transgreso-
evento-esepectáculo, separados pof una distancia que actúa a ras del discurso carnavalescole,pero sí debemos constatar lo que
modo de frontera -o de barrera que separa e impide al sujeto
re Remitimos al lector al texto fundamental de Miiail Bajtin, l¿ caltna popalar en la
que mira introducir su cuerpo en el lugar del espectáculo.
Edad Medial el Renacimiento. El contcxto de Fran¡ois Rabelai¡, Barcelona, tsetal, tg14' Ur'a
Ahora bien, esta matriz topológica fundamental puede materia- reelaboración de interés desde el punto de vista semiótico s€ encuentra en Julia Kristeva,
lizarse en diferentes configuraciones espaciales, constitutivas de .leniótica, Madrid, Fundamentos, I978.

66 67
en su tratamiento del espacio define al carnaval como una manl los misterios medievales, el teatro popular, los aiusticiamientos
festación eiemplar de la cultura popular: la ausencia de tocl.
¡rúblicos, los torneos...
clausura de la escena,la reivindicación total de ra calle como lusar Era, pues, el escenario clausurado del espectáculo el que
de interacción y el sistemático intercambio de papeles enir" rlcfinía un centro nuclear en el que una determinada gesta tenía
espectadoresy celebrantes en un juego abiertamenté promiscuo v lugar y en torno al cual, incluso con un margen amplio de
permanentemente móvil que niega toda propiedad (de la mirada, tlcsplazamiento, se disponían los espectadores, en forma notable-
de.l deseo, del cuerpo, de la palabra o de[ espacio) y que, por ello arbitraria, pues sólo había una prohibición: la de franquear
-toda 'n"Át.
mismo, como ya hemos advertido, impide fétiihizici6n. lir frontera del escenario.
Por lo demás, la ausenciade clausuia de la escenay, ala vez,
Queda así rota, con el modelo circense, tanto la simetría como
su extensión e indefinibilidad impide todo punto de vista privile- lu reversibilidad de los dos lugares de la relación esPectacularque
giado: el que mira, en su desplazamiento constante, sabe q.r. .u caracterizaba al carnaval.
visión del espectáculo es inevitablemente parcial, fragmenüria y La rclativa arbitrariedad de la posición del espectador (pues
az^rosa. Mas en ello reside, paradóiicamente, su libeltad: en su cra válido cualquiera de los Puntos definidos Por una determinada
necesidad de elegir un trayecto -una serie sucesiva de puntos de circunferencia)21tenia como producto una inevitable limitación en
visión- entre los infinitos posibles. He aquí, po, t".rto, ,rn^ cl despliegue de la mirada: la que imponía su propia angulación
configuración netamente excéntricadel espacio espectacular. s<>breil eipectáculo que, tarde o temprano, había de volverle la
La feúa y la verbena popular constitüyen, en cierto sentido, esp4lda.
una derivación, aunque empobrecida, del modelo carnavalesco: la Es ésta, pues, una ccnfiguración espacial plenamente Protago-
escena permanece parcialmente abierta, y, por tanto, hasta cierto mzada, dominada, por el evento-espectáculo, con resPecto al cual
punto reversibles los papeles de la relación espectaculat, pero a la el espectador se hallaba situado en una posición excéntrica -----aun
vez se encuentran en su interior algunos espectáculos de escena coanáo más atenuada que en el carnaval-: primaba la gesta que
cerrada -pertenecientes a lo que de inmediato definiremos como el actuante realizaba,pues ésta se volcaba sobre sí misma, sobre el
el modelo circense- en los que tal reversibilidad se rorna imposr_ mismo centro que ella definía, con una cierta indiferencia hacia la
ble o, cuando menos, dativizada. Por lo demás, y a diferencia del mirada, siempre sesgada, del espectador que la admiraba'
carnaval, los límites del espacio espectacular se hállan fuertemente Ni.que décir tiene que esta configuración espacial ha pervivi-
e.stablecidos, por tanto éste resulta de alguna m nerl- segregado do hasiá hoy en una amplia gama de esPectáculos' tanto deporti-
1
del ámbito global de la ciudad. Algo ..-é¡^.rte sucede .Jn ótr", vos (olimpiadas, partidos de fútbol o baloncesto, match de boxeo,
formas de espectáculo modernas, como el happening, el festival carrerasde automóviles...),como poPulares(el circo moderno' las
de rock o ciertos meetings^o políticos. corridas de toros22, los espectáculos de feria, el melodrama
circense de comienzos de sigloz3'
Por otra parte, pueden ser incluidos en este modelo los
El uooero cTRCENSE espectáculos itinerantes que constituyen los desfiles de todo tipo
(désde los militares a los Reyes Magos), pues si en ellos la escena,
Junto al modelo carnavalesco, primó durante siglos otra
configuración del espacio espectacular en la que la áscena se
hallaba ya netamente clausurada: aquella en la que el evento_ 21 Con una salvedad: la del lugar privilegiado destinado a los representantes del poder.
espectáculo ocupaba un determinado centro en torno al cual, en Si habiamos constatado la imposibilidad estructutal de tal lugar en el modelo camavalesco,
éste resulta ahora posible -aunque no se halla siempre realizadr desde el mismo
disposición circular o elíptica, se disponían los espectadores;así
momento en que, aiotados firmemente los límites de la escena, ésta deviene clausurada.
sucedía en el circo romano, el hipódromo, las pruebas deportivas, z No debén desatenderse, en todo caso, las profundas resonancias ceremoniales de la
fiesta taurina, de las que, por motivos obvios, no podemos ahora hacernos cargo-
a Existe un estudio noiable de este tipo de espectáculos en John L. Field, El Filnl la
a utilizamos el vocablo inglés pues
es portador de un sentido más amplio que el de su tradición narr¿tita, Buenos Aires, Tres Tiempos, t977. El propio Eisenstein había atendido
traducción española; éste, lejos de contenei el tema del encaeúro parece limitarie
a lo que a este fenómeno en su artículo <Dickens, Griffith y el film de hoy>, en Teoría 1 técnca
los ingleses identificarían como tpcacb. cinematográficas, Madrid, Rialp, r9¡8.

68 69
lejos de configurarse de manera circular o elíptica, se convierte en Tal es, en suma, lo que sucede con el te tro a la italiana: una
rectilínea y móvil, no por ello dejan de estar presentes los rasgos nueva configuración del espacio espectacularen función del lugar
esencialesque caracteizan al modelo circense: la clausura del ocupado por el esPectador,al que se reconoce, Por Primera vez, el
escenario, la asimetría e irreversibilidad de los dos papeles de la derecho a un pleno dominio visual del espectáculozs'Afirmación,
relación espectacular y la excentricidad y trlativa arbitrariedad de pues, de un suieto trascendental ya instaurado en la pintura y que
la posición del espectador. pto.rto rei¡ará en la filosofía (con el cogito cartesiano) y, siglos
más tarde encontrará su consagración iurídica como Persona -y
ciudadano- en el ámbito del derecho burgués.
Er tuooEI-o DE LA ESCENAA LA TTALTANA Con la instauración del modelo esPacialde la escenaitaliana se
Con el teatro a la italiana se accede a una nueva y radical- impone de manera neta el divorcio entre el esPectáculo y la calle.
mente diferente configuración del espacio espectacular. Se aban- Un divorcio que, por lo demás, se descubrirá a medio plazo como
donan el círculo y la elipse, pero también el amplio semicírculo del plenamente congruente con la ordenación burguesa de la ciudad:
teatro grecolatino. Importa menos la elección geométrica en negación de todo desorden carnavalesco' aPresamiento del esPec-
cuestión que la profunda revisión de la relación posicional entre el táculo en espacios cerrados y fácilmente controlables y conversión
espectador y el evento-espectáculo. Si hasta aquí era éste el que, de la calle en mero espacio de tránsito y no en lugar de interac-
volcado hacia una cierta interioridad que él mismo definía, prota- ción. Por otra Éarte -Pero se trata, evidentemente, de una misma
gonizaba la relación espectacular, con la disposición de la escena lógica- la economía del deseo espectacular será reconvertida y
teatral a la italiana es el espectador quien p^sa a ocupar el lugar eicauzada en términos de economía mercantil: pagar la entrada26
privilegiado: el conjunto escenográfico (el juego escénico de los Se descr-lbreasl com() Lln Í{est() plenamente signrficativt.r:el cr.terpo
actores y los decorados) se dispone en términos perspectivistas, fetiche del artista lo será no sólo por atr^Par e inmovilizar el
ordenándose en función de un centro óptico exterior, definido deseo espectacular, sino también porque se verá adornado de
por el lugar ocupado por el espectador. todos los signos de la riquezl m terial; será, en suma, un cuerPo
Se trata, pues, de la irrupción en el ámbito del espectáculo de vestido de dinero.
la revolución espacial que se ha rcalizado ya en la pintura perspec- Lo que ha nacido en el teatro se ircadiari, por lo demás, a
tivista: un espacio (pictórico) que lejos de estar sometido a un muchas otras formas de espectáculo: en la ópeta o en la danza, en
único centro interior (el ocupado por los símbolos de lo divino en la misa. en la sala de conferencias o en el concierto se instaurará
la pintura románica y gótica), se modela en función de un centro progresivamente esta configuración concéntrica del espacio esPec-
exterior al propio lienzo y en el que convergen las líneas de taculat2l.
perspectiva; emerge así un sistema topológico que realiza en el
ámbito pictórico la consagración de un suieto trascendental: aquel
que, desde el único lugar privilegiado, mira un universo r^zona.- 2s Lo que nos permitiría hablar, al menos de manera aproximada, de una <democratiza-
ción> del lugat privilegiado que en la configuración excéntrica del espacio espectacular
blemente ordenado o, más exactamente, ordenado en función de estaba reservado a los representantes del poder.
su propia razónz4. 26 Retengamos, en todo caso, el dato de que el Pago en dinero por la asistencia al
espectáculo se remonta al teatro de la Grecia antigua y, significativamente, tiene lugar en
un dispositivo espectacular (el semicírculo) a medio camino entre el modelo circense y el
2a <<Hzbia una curiosa correspondencia interna entre la perspectiva y lo que podriamos
de la escena italiana.
llamar la actitud mental generica del Renacimiento: la operación de proyectar un objeto 27 Una posible historia social del espectáculo deberia h¿ce¡se cargo de un fenómeno
sobre un plano de tal modo que la imagen resultante quede determinada por la distancia y hasta ehora no estudiado: desde que se instaura el modelo concéntrico (y hasta' como
ubicación de un "punto de visión" simbolizaba, por así decirlo, lt lYeltantehawng de una veremos a continuación, la hegemonía del espectáculo televisivo) éste convive con el
época que h¿bía insertado una distancia histórica rn todo comparable a la distancla excéntrico en una muy significativa división de competencias: mientras que la configura-
perspectiva entre ella misma y el pasado clásico, y que había asignado a la mente del ción concéntric¿ de la relación espectacular se impone en los espectáculos cultos de las
hombre un lugar "en el centro del universo" lo mismo que la perspectiva asignaba a su oio clases dominantes, la excéntrica pervive esencialmente en el ámbito de la cultura popular.
un lugar en el centro de su representación gráfica... la perspectiva, más que ningún otro Es igualmente significativo, en este sentido, que el melodrama teatral, una vez convertido
método, satisfacia las nuevas ansias de exactitud y previsibilidad.> ErwinPnofsky, Vidal en á espectáculó preferido de las clases populares, evolucione hacia una modalidad
arle de Alberto Drrero, Mzdrid, Alia:nza, ry82, pág. z7t. circense expresivamente excéntrica.

7r
Er uoonlo DE LA ESCENAFANTASMA todopoderoso brindaba al lector la capacidad de, sin desplazarse,
estar en todo momento en el lugar más candente y goz t, en cada
No es difícil situar en este proceso los nuevos espectáculos instante, de la más significativa información.
cinematográfico y electrónico. Sin duda: el nacimiento del cine Estas son, por otra parte, las causas de lo que constituye el
en los albores de nuestro siglo y, posteriormente, el de la tele- fenómeno moderno más relevante pat^ la sociología del espectácu-
visión, supone el reinado absoluto de la configuración concén- lo: la tendencia del cine y, sobre todo, de la televisiín, a fagoci-
trica del espacio espectacular. Y no sólo por el sometimiento de tar todos los demás espectáculos.Con lo cual el modelo concéntri-
las salascinematográficas al modelo del teatro alaitaliana (que no co de configuración de la relación espectacular con
se impondrá hasta los años veinte)z8, sino, sobre todo, por las ^menaza
imponerse de una manera definitiva: desde la procesión religiosa
propias características tecnológicas de estos nuevos medios de al strip-tease,desde el desfile de Reyes Magos a Ia 6pen, pasando
comunicación, en los que la ordenación perspectivista del espa- por el fútbol, la vuelta ciclista, el teatro de cámara o el carnaval,
cio se halla inscrita en su procedimiento de producción de imá- todo tiene cabida en televisión. si bien a costa de someterse a su
genes. férrea configuración de la relación espectacular.
Así, la posición de la cámata en el momento de la filmación Un sometimiento que supone indefectiblemente su perversión
o de la grabación de la imagen prefigura el lugar virtual, esen- y, por lo general, su banalización. El desfile de Reyes Magos
cialmente concéntrico, clue luego habrá de adoptar el espec- puede ser un buen ejemplo de ello. Estas figuras míticas, bien
tador. aclimatadas en el universo simbólico infantil, parecen reclamar,
Y es éste sin duda un lugar virtual: las diferentes posiciones de cuando son obieto de figuración, una visión distante, lo suficien-
cáman concretas adoptadas durante el rodaje se fundirán después temente lejana como para que cada niño pueda elaboradas de
en un único lugar material, el ocupado por el espectador, donde manera especial y cre tiv^. Pero Televisión Española no se con-
habrán de converger, por obra de la nzón perspectivista, las forma con utilizar constantes primeros planos en sus retransmisio-
múltiples imágenes rodadas. Esto es, por lo demás, lo que hace nes de este desfile -obligando así al niño a someter su fantasía al
posible el montaje filmico o la edición televisiva: las diversas rostro más o menos obvio de un funcionario del ayuntamiento-
posiciones de cáman concretas, al mantener constante su fotma sino que llega incluso a la impostura de entrevistar a los propios
-perspectiva- de, ordenación del espacio, definen un úni- Reyes Magos en pleno desfile, colocando a una locutora avezada
co lugar virtual ----cl de la cámara, cualquiera que sea su lu- de <programas infantiles)) en una moderna grúa que se desplaza en
gar concreto- que la mkada del espectador habú de materia- paralelo a la caroza de cada Rey.
lizar. Algo semeiante sucede con las retransmisiones de las vueltas
Esta paradoja espacial -multiplicidad del punto de vista y, a ciclistas. Si caracterizabaa estos espectáculosla absoluta fragmen-
la vez, unicidad del lugar concéntrico de la mirada-, explica, por tación y brevedad de su visión por parte del espectador -quien
otra parte, la potencia espectacular de estos nuevos medios: el se veía obligado a escoger un único punto de su gigantesco
espectador se halla siempre en el mejor lugar de visión, pero no trayecto-, con lo que los momentos de heroísmo alcanzaban
ya -como sucedía en la escena italiana- porque se encuentre en siempre la resonancia épica de lo invisible, de lo que sucede
el mejor ángulo de visión, sino porque tiene acceso, al menos siempre en otro y muy distante lugar, con su reelaboración
potenciaf, a todos los ángulos de visión. televisiva todo se vuelve absolutamente visible y, además, destri-
Realiza así el espectador cinematográfico -y luego el televisi- pado -o <deconstruidorr, para emplear una más precisa expresión
vo- el proyecto de la visión absoluta, paradivina, que ya se semiótica- a través de constantes y agobiantes comentarios sobre
hallaba perfilado en la novela decimonónica, en la que el narrador las estrategias de los equipos y sus técnicos.
Pero si en un lugar la corrupción televisiva del espectácul<¡de
28 Sería necesario estudiar los primeros años de la historia del cine para
constata¡ cómo referencia alcanza su máximo es sin duda en el documental del car-
este espectáculo, antes de su integración en el modelo espectacular dei teatro a la italianz,
se desenvolvía en el ámbito de la feria popular donde era objeto de disposiciones no
naval. La plena excentricidad se convierte aquí en concentrici-
estrictamente concéntricas. dad absoluta y el carácter roso, lihre y siempre singular de la
^z

72
mirad¿ del sujeto se convierte ahora en un discurso ejemplar,
cerrado y ordenador: ya no hay gratuidad de la mirada ínrtanta_
nea, sino lógica aplastanteimpueita por el montaie. y, además,
toda promiscuidad se vuelve imposibie urra vez que los cuerpos
de los concelebrantesse convierlen en fantasmasvisuales.

74
persistenua
otros dos factores íntimamente relacionados con ella: la
jt la cotidianidad absoluta del espectá-culo.televisivo' por.unl,pafte'
y, Por otra, su progresiva deiacralización y desimbolización' ,
No se tr^t^ t^t rálo, pot tanto, de que televisión devore todos
los otros espectáculos,sino de que el propio esPectáculo televisr-
vo emite constamente, sin intérrupción, a través de múltiples
canales e introduciéndose -y por tanto' en último extremo'
negando- hasta los espacios de intimidad -po:s si el televisor. se
coñrrierte en pieza clave del interior hogareño, el discurso televisi-
labilidad, se deicubre comPatible-con fas
vo, en ,o
actividades del suieto, desde la comida al sueño'
-.rltifo.me
más variadas
El espectáculotelevisivo desde la defecación hasta el acto amoroso'
Se trata, en suma, de atender a la dimensión ecológica del
medio televisivo, que constituye, sin el menor lugar a dudas, un
UN ¡sppcrÁculo DEScoRPoRETzADo fenómeno totalmente desconoiido en la historia del espectáculo.
El sincretismo del discurso televisivo, su capacidad de integrar Enunciémoslo de manera brutal: televisión tiende a convertir-
de
cualquier discurso, espectáculo o sistema de representación exte- se no sólo en el único esPectáculo -pues se ha apropiado
todos los demás, los ha dévorado y desnaturalizado a la vez-
rior, tiene una doble contrapartida: por una parte, como ya
advertimos, el sometimiento del espectáculo de referencia al sino en el espectáculo absoluto, permanente, inevitable. Y son
modelo concéntrico de configuración de la relación espectacular; tales los efectos ecológicos de esta revolución en la historia del
-plena-
por otra, la incapacidad de integrar algunas de las materias de la espectáculo que la relación espectacular que la sustenta
1-rraar,aconcéntrica, hasta el e*iremo, como hemos visto, de negar
expresión en que estos códigos y discursos se materializaban. Y
el cuerpo y sustituirlo su imagen luminosa- tiende a ncgar
muy especialmente una: el cuerpo. Por
c.ralesquieia de las otras formas de relación que he19s- comenta-
Ya lo advertimos, la inusitada potencia espectacular, la asom-
la
brosa capacidad de la televisión palra colmar la mirada del especta- do: tanto el carnaval como la ceremonia, la intimidad como
relación estética pafecen verse excluidas progresivamente_de un
dor, tiene por contrapartida la descorporeiqaciór
d¿l espectáculo
y, por
tanto, descansaen una estructural sobresignificación de esa caten- universo cultural monopolizado por el espectáculo electrónico.
cia esencial que anida en la relación espectacular.
El cuerpo, pues, se evapora, la mirada sólo encuentra unas
AsortclóN DE Lo SAGRADo:ABSoLUTAACCESIBILIDAD
huellas luminosas del cuerpo que desea y que sin embargo ha sido
escamoteado. El instante del suceso irrepetible en que la haztña En otros tiempos, en casi todos, el espectáculo era algo
de un cuerpo se encontrara con una mirada carece ya de sentido. excepcional. Tenía lugar en las efemérides, en los momentos de
He aquí, pues, un fenómeno de aún poco valoradas dimensio- celeÉración.y aun coando, más adelante, cobró autonomía con res-
nes antropológicas: el espectáculo como apoteosis del cuerpo en el pecto a los actos religiosos y/o políticos, se institucionalizó como
instante singular cede su lugat a un nuevo espectáculo descorpo- iere-oni" artística ó .o-o fiesta popular, salvaguatdaba asi,
rcizado, sólo habitado por imágenes atemporales y sustitutas de su excepcionalidad: poseía entonces sus espacios y sus ocasiones
cuerpos denegados. privilegiadas.
'
Toáo se ha transformado con Ia cultura electrónica que,
modelada por el discurso televisivo, bien podría ser definida como
CorornNrzRCróN DEL sspecrÁculo la cultura de la absoluta accesibilidad.
Pero sólo puede medirse la importancia antropológica de esta Sería posibl e trarzr su prehistoria a través de la imprenta, el
mutación de la relación espectacularsi la ponemos en relación con periódico, el disco, la fotágrafia, el magnetófono, la radio, el


8o
cine... hasta acceder a ese objeto insólito que es el televisor. Con suieto un nuevo vecindario electrónico que, como el del pasado,
é1, con sus múltiples canales, con el complemento del magnetos- constituirá uno de los repertorios básicos de conversación'
copio, el espectáculo, cualquier espectáculo, se torna inmediata- O bien observemos una manifestación' Los participantes, con
mente accesible, tanto en el tiempo como en el espacio: se vuelve su meior buena voluntad, aunque también con un cierto aburri-
permanente, cotidiano y omnipresente. ,,'i.rrtá que tratan de ocultar á sus correligionarios,- recorren el
Pero el precio de esta omnipresencia, de esta cotidianizaciín largo trayecto negociado Por organizadores y autoridad' .Pero.de
del espectáculo, es su desacralizaci6n. Desaparecida la singulari- pronto, ál dobl"i.ttt^ esq.titt", aP^rece,una cámata de televisión:
dad del instante -que poseyera el teatro o Ia danza-, desapare- se reanudan entonces los gritoJ con la mayor intensidad y los
cen también, en un segundo momento, sus espacios específicos y puños se levantan y agitan con decisión. Es lógico; los manifes-
ya ni siquiera hay que cubrir una distancia espacial para acceder a i".rt., .ro buscan ya intepelar al viandante --en cualquier caso
ellos. Y así, el trabaio del espectador se reduce al mínimo: ni irrelevante en el mundo de los grandes números-, sino ser
espera en el tiempo, ni distancia en el espacio, pero tampoco la emitidos por televisión. Por ello mismo, el manifestante, cuando
mínima preparación interior que, exigida por el rito -religioso o llega a r.. ."r^, se aPresura a encender el televisor: quizá porque
no, tanto da-, dispone al individuo para su acceso a lo sagrado. duáa que su manifestación haya existido realmente -en un
Ni siquiera, incluso, el costo psicológico de la elección, de la mundo de proporciones estadísticas-, dispuesto en todo caso a
renuncia de lo no escogido en función de lo escogido: las emisio- medir su eltcacia en segundos de emisión televisiva'
nes monográftcas garantizan su recuperación en cualquier mo- Debemos pues constatar que' en nuestra cultura electrónica, es
mento. Desaparece, en suma, todo trabajo por parte del concele- fundamentalmente la imagen televisiva la que confirma la verdad
brante. de los hechos (<Es verdád, yo lo he visto -en televisión->)'
El coste de esta desacralización, sometida, además, a un Nada extraño en una sociedad en la que el niño, cuando aún
sistemática de la fragmentación, es la banalizaciín del discurso apenas ha salido de casa, ha almacenadoya ingentes cantidades de
televisivo: la ausencia de esfuerzo, de trabajo, en el espectador, información (tele)visual. Debe concederse a este fenómeno toda
sumada a la constante sucesión de fragmentos, tiene por contra- su importancia pues transforma -invierte, más exactamente- las
partida la tendencia a una absoluta obviedad y redundancia en el relaciones tradiiionales entre el mundo y la imagen: para el niño,
mensaje espectacular, una vez que, desacralizado, ha perdido toda para las nuevas generaciones electrónicas, el primer contacto con
cualidad de misterio. i" g.".r mayoriaáe los obietos, de los paisaies' de las situaciones,
La desacralización del espectáculo, la exclusión del rito como se produce a través de la imagen televisiva'
portador de un determinado trabajo, se manifiestan así como Pero no se trata ya t^n sólo, dadas las dimensiones y la
condiciones necesariaspara que el nuevo espectáculo, multiforme, pregnancia de este fenómeno, de la actuación de un potente
permanente y desactalizado, invada la cotidianidad hasta fundirse i.rrñ.r-..to de mediatización del mundo, sino, en el extremo, de
en ella. la emergencia de un mundo mediatizado y descorporeizado que
suplanti' progresivamente al que es obieto de la experiencia
perceptiva directa'
PRoouccróN DE uN MUNDo DESCoRpoRETzADo '
Y especialmenteesto: un mundo descorporeizado,uno.en el
Pero hay algo más; la cotidianidad es invadida, colonizada, que el ..r.rpo, el del hombre y el de sus obietos, a pesar.de ser
pero es también, sobre todo, reconstruida, producida: en una ántinrr"mente invocado a través de las imágenes, se halla, sin
sociedad urbana intensamente individualizada (pues sabemos que embargo, cada vez más intensamente denegado'
es éste el reverso de la masificación) el discurso televisivo domi-
nante produce un entorno social al alcance del individuo.
Así, cuando ya los vecinos no son más que formas huidizas,
cuya mirada se esquiva en el aún algo promiscuo ascensor, los
telefilms, especialmente los de más larga duración, brindan al

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Televisión: un espectáculo desimbolizado

L¡ BscBNaTELEvISIvAEN EL UNIVERSoDoMÉsrlco
La configuración espectacular del discurso televisivo domi-
nante conduce, como hemos podido constatar, a una evacuación
del espacio fuera de campo homogéneo y a una sistemática
actualiza;ciín del espacio fuera de campo (del contracampo) hete-
rogéneo.
Hemos constatado también cómo esta activación del contra-
campo heterogéneo conduce a una sistemática inte¡pelación del
espectador. Pero es hora de añadit algo más: tal sistemática
interpelación al espectador produce, necesariamente, una actuali-
zaciín del contexto en el que éste se haya inserto y desde el cual
participa en el consumo del espectáculo televisivo.
Se produce así una articulación de dos contextos intensamente
heterogéneosl. el contextode la escenaespectacilarteleaisiaa(configura-
do por sus heteróclitos mundos ofrecidos) y el coüexto del uniuerso
domésticodesde el que tal mundo es conternplado.
Será necesario pues, interrogarse sobre los efectos que sobre
cada uno de estos dos contextos produce la interacción generadd
por su articulación.

AsorrclóN DE LA INTIMIDAD
La irrupción del espectáculo televisivo en el ámbito doméstico
ha provocado toda una serie notable de transformaciones de la
topología hogareña: la presencia del monitor en los espacios
domésticos clave -cuarto de estar, cocina, dormitorio- altera la
disposición del mobiliario que pasa depender, en un medida
^
considerable, de su adaptación a la contemplación televisiva.

99
Podemos observar esta mutación en el cuarto de estar. Habi-
tualmente, este espacio nuclear de la vida familiar se compone de
dos zonas, comedor y salón, en las que sillas y sillones rodean sus
mesas respectivas trlzando sendos círculos o elipses:

(,:

Veamos lo que sucede con la irrupción del televisor:

Si es considerable la transformación topol6gica, resulta aún


más intenso el efecto sobre las redes comunicativas intrafamiliares,
que se ven esencialmente interferidas: la <mesa redonda> es
Como el esquema muestra, tal disposición topológica constitu- sustituida por dos semicirculos abiertos, enfrentados al televisor y
ye la condición espacial para la articulación de las redes comunica- dominados por el eje mesa-televisor.
tivas intrafamiliares sobre el esquema de la <mesa redondorl: dos Desaparecen, pu€s, los ámbitos comunicativos circulares ---{en-
círculos o elipses en los que los miembros del grupo familiar se trípetos- instauiándose, en la red comunicativa intrz,familiar,
encuentran en la disposición idónea para el intercambio comunica- oná intensa tensión centrífuga que ¿Punta hacia un vértice fuerte-
tivo. Evidentemente, el catácter centrípeto de esta disposición mente lateralizado constituido por el televisor.
espacial ordena la comunicaciín inttafamiliar sobre un vértice Quedan así interferidas las redes comunicativas intrafamiliares
centrado y nuclear que simboliza el cierre que garantiza la intimi- y la comunicación Pas a estructuratse en torno a un centro ya no
dad del universo doméstico. interior al ámbito familiar, sino exteriot a éI, hacia esa
^pertvra
que el televisor introduce. Movimiento de reestructuración topo-
t utilizamos este concepto en el sentido que le da c. Flament, Rcdc¡ lbgica que niega al cuarto de estar su tradicional catácter de
dc eomrnhación
1
ertrsctff¿r d¿ gruQ, Buenos Aires, Nueva Visión, 1977. espacio áe intimidad -de privacidad- para abrirlo a un espacio

ro o IOI


t

social, públicoz y, como sabemos, esencialmenteespectacularizad<>


interior de lo público-esPectacular-es decir, de lo pseudopúbli-
-y, por tal, pseudosocial,pseudopúblico. -Baenos
co-, todo ulr amPlio segmento del discurso televisivo
Evidentemente, la comunicación intrafamiliar no desaparece días, Er fanilia, La Tarde, puerido pirilí, etc'- se vuelca a Ia
-el espectáculo televisivo, por su propio carircter fragmentado v de los espaciot y llt de intimidad
,.pr.r.rri".ión
redundante, no exige una contemplación excluyente , pero se ve -relaciones
construyendo, así, una pseudointimidad espectacular'
esencialmente fracturada: con respecto al nuevo efe dominante La interpelación se puebla así de gestos, siempre sobresignifi-
-el que vincula cada uno de los lugares de los suietos con el
cados, de familiaridad, de confidencialidad, de comPresión,.de
televisor , los ejes comunicativos que conectan a los sufetos ternura -difícil olvidar el histriónico <¡Hola familia!> que abriera
entre sí resultan esencialmente lateralizados. Y dado que, por una una y otra vez el concurso Todo qteda en casa-' que se-ex.panden
evidente regla de la percepción visual, según la cual la atención incluso a los géneros más inesperados: los program-as de. divulga-
tiende a dirigirse automáticamente hacia allí donde más intensa- ción médica fondrán en escenaa un eiemplar médico de fami]ia
mente se renueva la estimulación visual, una determinada esquicia de toda la vida, los culinarios a esa tía famosa por sus platos
se introduce en la esrructura comunicativa interfamiliar: l<-rs tradicionales... e incluso los informativos serán presentadospor
sufetos atienden a la vez a dos fuentes de comunicación radical- una pareia que distribuirá cuidadosamente los roles paternales y
mente heterogéneasy su mirada, mientras hablan o escuchana su maternales.
interlocutor, se escapa incesantementehacia el televisor. Gestos, decimos, sobresignificadosy, por ello mismo, eminen-
El espectáculo televisivo se inserta así en el teiido de las temente kitscb: pues es al kitsch a donde necesariamente se llega
relaciones y los ritos familiares -incluso en los extraordinarios cland| le sobresignificalo que tto se da: es decir, en este caso' cuando
como <Nochebuena>- hasta llegar en casosextremos, pero cada se sobresignifiéa'una intimidad incompatible con el dispositivo
vez más extendidos, a constituir un elemento <necesario>de estas espectacular que Pretende rePresentarla.
relaciones -de hecho, una espesa incomodidad, es decir, una Y televisiórr, .ntott..s, se descubre como el universo de la
cierta angustia, invade las comidas familiares cuando el televisor pseudoexperiencia kitscb, o, si se prefiere, de la experiencia vicaria:
se halla averiado: las miradas de los suietos, no pudiendo ya .l .rp..t"ior será invitado a viaiar por paíseseternamente herma-
e scapar hac ia el te l e v i s o r, n o s a b e n h a c i a donde di ri gi rse y nos'(Panto de encuentro), entÍaf en una sala de iazz ttas dar. un
terminan, desconcertadas,por clavarse en el plato. ^
paseo por la noche urbana (Ja¡7 entreamigos),a conversar amiga-
He aquí, en suma, el resultado de la cotidianizaciín del tl.-.rr,. con algún patríarca eiemplar en una prototípica sala de
espectáculotelevisivo: lo público-espectacularse introduce en los estar (La Tarde), a ásistir a la más posmodefna de las discotecas
espacios domésticos introduciendo desviaciones esquizoides en (La Edad de Or:o), a visitar, con la meior conciencia ecológica, los
sus redes comunicativas y, sobre todo, abo/iendotodo espaciode parques naturales, a asistir en Nochevieja al más fabuloso de los
intinidad, incluso los más sagrados. En el dormitorio, la parcia music-halls... o a penetrar diariamente en la folletinesca intimidad
conversa en la cama mientras su miradas se escapan hacia el de nuevos (y electrónicos) vecinos de Falcor Crest'
televisor y, en muchos casos, este sigue encendido durante Ia
Y como en todo espacio kitsch, Io hipersignificado, por su
rcalización del acto amoroso.
misma hipersignificación, se afirma inverosímil: no importa, pues
esta experiett.i" .ro pfetende ocultar su cafácter vicario, sino
KITscH Y EXPERIENCIA en él: los y las risas en rff siguen Presentesaún
VICARIA "firmarse "pl"rrtot
cuando se hace evidente la ausencia de espectadofes que puedan
Y he aquí la paradoia: a la vez que los espacios eiemplares de proferirlos, el ptal back se exhibe sin reparo en-el ámbito .del
la intimidad son violentados a través de la introducción en su video-ctip... Porq.t., a fin de cuentas, <con Marie-Claire, mi aida es
u clip> y, ademái, oMogi te qaiere...aludar>' El telespectador sabe
, U*" paso en el proceso histórico de transformación de las relaciones entre lo
público y lo privado que tan pertinenremente trazara
y que el espectáculo no puede ofrecerle experiencia directa
J. Habermas ensu Hisrorial crítica de "répti -----auncuando, sin embargo, tiende a conformarse con esta
l:..l4inióf, pública. la transfornación estructrra/ de la úda púb/ica, Barcelor", Grstrro
^tg""^
G i l i , r9 8 r.
exieriencia vicaria: ¿para que ir al zooL1gico o al music-hall si los

lo2 fo 3
animales v las vedettes vienen a casa (aunque, eso sí, descorporei- sino que, como sabemos, es insistentemente acttalizado por el
zados)?Lo que importa, en suma, no es la vida, sino el clip. Lo propio espectáculo.
^ -Br
que importa no es que alguien me quiera ayudar realmente, sino pués desde este contexto, intensamente vivido por el suieto
que, en el registro de lo imaginario, afirme insistentemente que en su más cotidiana concreción, desde donde contempla la abiga-
me quiere. rrada ensalada de fragmentos de mundos que' si bien reconoce
Uno de los momentos más recurrentes en todos esos espacios intelectualmente como reales, los percibe -y los vive- como

de la programación en que rcina la farsa de la intimidad y en los dotados de un estatuto de realidad esencialmente más baio -más
que se acumulan los más histriónicos gestos de familiaridad dudoso- que el de los obietos y sucesosque tienen lugar en su
consiste en lo que podríamos denominar la falsa sorpresa: el. contexto doméstico. No duda, por tanto' de la <realidad> de la
presentador finge que algo inesperado, imprevisto en el guión del multitud de cuerpos, objetos y hechos, de la panoplia de cadáve-
programa, sucede y le sorprende. Se trata, pues, de la puesta en res, manifestaciones, encuentros políticos, guerras' etc', que los
escena de Ia naturalidad a través de la representación de la programas informativos le ofrecen, pero' sin embargo, los vive,
emergencia de lo imprevisto. Pero es evidente para todos que se necáariamente, como dotados de un grado de realidad menor que
trata de una representación más, de un mero truco espectacular. el llanto del niño que en ese momento trepa por sus rodillas o el
De hecho, la torpe interpretación del presentador lo subraya, pues mechero con el que enciende el último cigarrillo. Tales obietos y
en ningún caso se espera del presentador una eftcaz -verosímil- sucesos, aún en su insignificancia, forman Parte del contexto en
interpretación; todo lo contrario: lo que prima es, precisamente, cuyo interior el suieto se encuentra; los otros, en cambio, forman
esa torpez que hipertroCta a la vez que inverosimlliza el gesto parte de un contexto totalmente heterogéneo, extraño, procedente
interpretativo: no hay realmente fingimiento de la sorpresa, sino de universos a los que el suieto no tiene acceso.
En suma: el efeito de la articulación Por yuxtaPosición del
finginiento delfinginiento de la sorpresa,'el artificio, así, se afnma en
su despliegue espectacular. contexto de la escenaespectaculaf televisiva (descorporeizada) con
El animal televisivo no finge ---es decir; no interpreta-: finge el contexto del universo (corpoteizado) y de la consiguiente
qaefinge y así proclama la dimensión espectacular y hueca de una actualizaci'n sistemática del segundo tiene por efecto irrealilar los
intimidad y naturalidad hipersignificada a Ia vez que absoluta- tniuersosreferencialesde la información televisiva' es decir, dotarlos
mente abolida. Finge que finge: nada real se afrrma, nada se de un estatuto imaginario.
pretende convincente, salvo el esfuerzo de ofrecerse como espec- Debe tenerse en cuenta que este efecto de ittealización se ve
táculo hueco para un mirada. reforzado por otras caracteristicas del discurso televisivo domi-
nante:
r. Los programas informativos itterpelat al st'1ietoczmo esPecta-
IRR¡,Rl-lzRclóNoe,l MUNDo dor, es decii, como a alguien que consume un espectáculo sobre el
Debemos preguntarnos ahora por el efecto de esta sistemática que no puede intervenii. (Por lo demás, incluso en el caso de que
puesta en contacto del contexto doméstico con el contexto de la ú., progt"-a informativo determinado trate de interpelar al suieto
escena televisiva sobre la información del mundo exterior que, a .., btro, términos, se verá necesariamente neutralizado por la
través del espectáculo televisivo, accede al espacio doméstico. interpelación global del discurso televisivo al que este pfogfama,
Como sabemos, a diferencia de lo que sucediera en otros comó cualquiér otro, se halla inevitablemente sometido)'
ámbitos espectacularescomo el cine y el teatro tradicionales en los z'. Comt señalara pertinentemente Horkheimer3, el exceso de
informaciones heteróclitas -y fragmentadas, añadimos noso-
que las variables ambientales de la sala en la que se encuentra el
espectador son manipuladas con el fin de neutralizailas para que el tfos- impiden al suieto el establecimiento de una relación con
sujeto se proyecte en el interior del universo que el espectáculo le ellas en oiros términos que los del consumo espectacular'
ofrece (oscuridad, silencio, ubicación del público, etc), en el
-r
consumo televisivo el contexto doméstico en el que el telespecta- p- .*Olo, Max Horkheimer, Sociedadcn transicitin: ettadiosdefilotofía social, Barce-
lona, Planeta, r986.
dor se encuentra no sólo no es objeto de neutralizaciín alguna,
r ot
ro 4
de gestos
3. Finalmente, en este contexto espectaculaf, y pof las propias comienzo de cada episodio, ofreciéndoseme en multitud
características de fragmentación y heterogeneidad del discurs<¡ seductores).
a
televisivo dominante, las imágenes del mundo referencial <real> Profusíón de fltguras básicamente idénticas, oferentes'..uolcadas
posible rasgo
son continuamente yuxtaPuestas tanto con imágenes pertenecien- ta satlsfacciAndet díseo aistnl del espectador-'Sólo un
tes a mundos referenciales identificados como <ficticios> -tele- la adustez del prlsentador de los informativos
difereríciador:
magazines' con-
films-, como con otras pertenecientes al mundo autorreferencial frente a la proclamada seductoriedad del de los
-o de un continuo del
arreferencial- televisivo. Las fronteras entre lo <real>, lo cursos, coniinuidad, etc' Dos polos extremos
ora
<ficticio> y lo <televisivo> tienden pues a desdibuiarse en este fluio que el enunciador explícito del.spo-t es.la.figara 1incrética'Pues
constante, fragmentado, heterogéneo y, a la vez, dotado de una ,'a pr.rarr,, como la uo. de la ciencia, ora ofrece una
^utotilada
intensa continuidad. Y así lo autorreferencial, lo <televisivo) -es promesa erótica incontenible.
locutores
decir: lo imaginario en estado puro: ni propiamente real, nr En muchas ocasionesestos gestos seductores que los
exactamente ficticio, pero, en cualquier caso, densamente especta- al espectador encuentran su
televisivos dirigen continuamente
cular- impone su lógica imaginaria sobre el coniunto de los coartada en la broma, en la itonia y en toda una variada
Pato-Plia
no slgnltlcan
géneros que se integran en el discurso televisivo dominante. de guiños semeiantes.Guiños que, sin embargo'
la seducción
.r^¿1, .., nada modifican el dispositivo seductor; en
la ftonia,la broma, la seriedad o la verdad' no son re-
,raloies como
hace. ambigao
ENuNcrnclóN EN ESPEJo:
SEDUCCIoN levantes, en la medida en que el buen seductor siempre
fingimiento del
Un espacio espectacular: un campo visual constituido por el ,, ,rrr4, -la sobresignifiiación, y su variante, el
advertido, algunos de procedi-
cuerpo del espectáculo y un contracampo heterogéneo en el que fingimiánto, son, lo i.-o, -sus
mientos más eficaces-, pües, evidentemente, la confesión inequí-
se halla siempre designado el lugar del enunciatario. Y en é1, una seductora al hacerle
omnipresente activación de la función fática aqaí, altora, tú, en tu voca de amor haria iri. ,^t la estrategia
otio -el seducido- no le
hogar,l¡,0, en el plató, o en el mlndo coraertidoen inmetsoplató para tu p.J.. ,o capacidad de estar donde el
mirada, estamos,siempre, en clfitactl. La mirada a cámara, al contra- esPera.
campo heterogéneo es pues, aquí, la meior vía para relanzar el oenotrostérmi no s: elm ecanism odelasedacciónsedesenauelue
Ia verdad y la
contacto incesante, ese cordón umbilical visual, escópico, que liga todo él en lo inaginario. No hay pues diferencia entre
que responden a una economía
al espectador con el espectáculo televisivo. Digámoslo breve- broma o la ironía (c"t.goti"s
pone necesariamente en escena una
mente: la teleaisión es an artefacto en el qae hal siempre algtier simbólica): todo seductor
cierta ironía, un cierto desapego en su gesto seductor'
mirándome.Es, por eso, necesaria la presencia constante del locu- pueden sln
tor, del presentador -incluso allí donde no responde a ninguna Estas figuras que encarnan la función enunctadora
duda tener\iogr^ii^ en la prensa del coraz6n, Pero no sot imágenes
exigencia de funcionalidad interior al géneroa.
resistentesa la mirada del espectador"son meros testlgos que me
El locutor: antroponorfilación de la in¡titación que ne babla distantes ante el acontecimiento
-pero también del mundo espectacular que se me ofrece-, del f.r-it.r, ser testigo -Verón-,
muic-hall) tanto como yo mismo' espectadoret qae'
if" g".t*, el
mediador comunicativo entre el entrevistado -o el hecho- y el mi mirada'
c0m0J0 m6m0' me tnuitai a mirar I bacetrposible
espectador. como
Se diferencian necesariamente, por ello, de personaies
Múltiples son las figuras de este enunciador explícito: el -salvo cuando, evidentemente'
locutor o el presentador de continuidad, de informativos, magazi- Felipe González o Pilar Miró
también
éstos participan en campañas electorales, periodo,tt.q.tt
nes, concursos, programas divulgativos, religiosos, el actor de de Ia rei'rica televisiva-: ellos
ellos se someten ,r...r"ri"-.nte
spot, los personajesdel culebrón (pues también ellos me miran, al ciertos deseos de ciertos espectadores'
son resistentes,se oponen a
-con
est^n, par^ bien o p^ta m l, comPrometidos con el mundo
a Por elemplo: en nada se aherariz lz eficacia info¡mativa del telediario si desapareciese
la ley.
la imagen del locutor. Ér.rr,. a ellos, las mirada¡ a cámara (a espacio off hetetogéneo)

¡o 6 707
de los locutores y otros animales televisivos ie agltaa en sts gestos Se moviliza en ambas una doble relación: exhibición/mirada,
amorlszs, se manifiestan uacías, baecas:no son inteligentes, no que traduce dos formas de perversión (en el sentido neutro,
retienen, no guardan nada; se consumen en su ser mero vínculo psicoanalítico, del término): voyeurismo/exhibicionismo'
espectacular ininterrumpidot hipertrofia de la fanción fática que
apunta hacia la fusión absoluta entre enunciador y enunciatario en
su compartido vacío. L¡ rNreRpnLAcIóN PUBLICITARIA
Quien me mira desde la pantalla del televisor vuelca en mí toda
Pues bien, si en algún ámbito se manifiesta eiemplarmente
su atención, se dedica a mí en exclusiva construyendo, a partir de
su posición proclamadamente histérica -pues quiere volcarse en este reinado de lo imaginario, esta primacía de la función fática en
una expansión incesante que anula toda dialéctica informativ^ P^Í^
su gesto de amor, de absoluta entrega a mi deseo visual-, un
etp/o narcisista, imaginario, escópico:él ocupa mi lugar, yo ocupo su ..r..rrirr. en la dialéctica de Ia relación dual, en el <Aqaí, ahora,lo
para ti, so1> (para tu oio), ese ámbito, sin duda, es el del rpor
lugar, él y yo nos fundimos en una identificación imaginaria ----cl
publicitario.
star-slstemtelevisivo aparece,pues, como consecuencia inevitahle.
La historia misma del spot televisivo es sobradamente signifr-
cativai si en un tiempo la publicidad pretendía -vs¡d¿ds¡¿ 6
DISCURSO ]'V fingidamente, esto es ahora lo de menos- constituir discursos
infórmativos sobre los obietos que en el mercado se ofrecían, hoy
en dí'a, en lo esencial, ha abandonado toda pretensión informati-
t
u^ p^ti^ volcarse a la construcción de una imagensldalora-d1!ob(t.o'
Ed o r l Erio 1
González Martín, retomando una sugerencia de Baudrillard, lo
p
E nunciaclorTV Eclor 2 e Flri<¡l Flnunciatari<>
TV ha señalado de manera precisa:
l
Eclo r ' 3 Elio 3
La actividad publicitaria es de naturalezainesencial,como
piensaJ. Baudrillardes un Procesomediadorque se ha integra-
do en el sistemade los obietos, no sólo Porque Promuevesu
consumo, sino porque ella mitma, comoactiuidadsemiólica,se
Así, un mundo espectacularizado se ofrece a la mirada del transformaenobjetode consrtmo; la única nz6¡ de ser queposee la
telespectadorsin demandar esfuerzo alguno, sin que sea necesaria pubiicidad la previene de este caráctermediador, que le exige,
ninguna otra conducta que la de participar en un consumo p"t, t.t iustifilación, desarrollaruna función integradoraentre
escópico en el que la milo.da se mantiene en contacto permanente o.r" .orr..p.ión del mundo, Particular e individualizada,y el
¡e
sistemasoiial establecido'..por lo qaeel ¡istemade comnieaciótt
con la mirada del otro.
at tlpruponecomoperJectamenti consunible,como un obieto cultu-
A través de la mirada complaciente -por histérica- del
ral m¿i; de esta náturalezaes de donde proviene el caráctet
locutor televisivo, la mirada del espectador es constantemente
conformativo y condicionanteque la publicidad posees'
acogida, saludada, celebrada, po. ,ortro, que dicen siempre de-
A través de la publicidad es la propia sociedad la que
searla: <Aqaí, ahara,1o para ti, solt> (para tu ojo). exhibe y consume su propia imagenó.
Así, en el discurso televisivo dominante, todo tiende a articu-
larse en términos de relacióndaal: una relación cerrada, autosufi- Accedemos pues a una nueva forma de consumo que se
cente, bloqueada a toda evolución, pues en ella el deseo está diferencia p.ogt.tin"-ente del consumo real del obieto que tiene
férreamente. atrapado en una economía fetichista. lugar a través del mercado: aún cuando en éste hay siempre un
De hecho, la oferta seductora que televisión realiza al especta-
dor puede alinearse iunto a dos situaciones seductoras ejemplares: -1r"n
Ataonio Go¡zilez v,tnin, Fndanertot para na tcoría del nensaje ptblicitario,
la relación dual entre el bebé y la madre (la relación seductora básica
Madrid, Forja, t98z págs. z4-25, el subrayado es nuestro.
y el strep-tease(el modelo ejemplar de la seducción espectacular). 6
Juan Antonio Gonzilez Marti¡, 0p. cit., pág. 17.

ro 8 r 09
EL SPOT. MATRIZ DEL DISCURSO TELEVISIVO DOMINANTE
componente imaginario -quien compra el objeto compra tam-
bién la imagen que espera que el obfeto le conceda- el consum<r Así, el .1101consuma y quintaesencia la lógica del discurso
televisivo, publicitario, se manifiesta como puramente imaginario, televisivo dominante en su irrefrenable tendencia ala espectacula-
netamente espec(tac)ular. :ización absoluta.
Es así cómo la imagendel objeto -su </ook>- pasa a conuertirse, No faltan iustificaciones socioeconómicas: sabemos que la
en sentidopropio, en an objetode constmov en uno, necesariamente, publicidad constituye la clave de la financiación de la industria
espectaculary netamente imaginario. Lomunicativa en general y de la televisiva en Particular. Sabemos,
Pero sin duda, lo más llamativo en Ia transformación histórica además, que la publicidad constituye el género cuantitativamente
de los discursos publicitarios televisivos no estriba en esto, sin() dominanté de las programaciones televisivas. Sólo falta, pues,
en el consecuentepaso final al que este proceso conduce: renun- conFrrmaf qoe .o.rsiit.rye, además, el género ctalitatiuamentedomi-
ciar a ocultar el proyecto seductor para articular todo el spol nante.
sobrc la explicitación -a traués de la hipersignificación del propio No puede ser de otra manera. En un espectáculo desimboliza-
getlo sedactor:<<yotengo -soy- lo que tú deseas -yo soy tu do, regido en lo esencial por la lógica del espeio imaginario, el
objeto de deseo>. spot:junto a su hermano gemelo, el video-clip- ha-de conver-
Este <yo> especulares susceptiblede múltiples encarnaciones: tirse en el fragmento rey, pues se halla libre de todas aquellas
un obieto, una marca que lo ofrece, una figura humana que actúa exigencias extáespectacularés que lastran a buena parte de los
el ofrecimiento... Cualesquierade ellos, en todo caso, se enuncia- géneros televisivos:
rán como imágenes especularesabsolutas del deseo del sufeto,
actualizando, en una u otra variante, la fórmula esencial de la r. La cadena de spots constituye un segmento del discurso
interpretación televisiva: <rAquí, ahora,1o ltara li ¡0J, eficarnl lil televisivo que, al verse desligado de todo proyecto de transmisión
deseo,so1, tengo /o qae tú, lo que tu ojo, desea>. de información, lleva al máximo la tendencia a la fngmentación e
No hay,. pues, lugar alguno para el espacio fuera de campo intensifica al máximo, Por tanto, el estímulo visual, escópico.
homogéneo; todas y cada una de las imágenes que el spot ofrece Debe teners. .n cointa, además, que está maximización del
son, literal y unívocamente, imágenes ofrecidas para la mirada dc estímulo escópico se desarrolla en el interior mismo de cada spot"
quien ocupa el contracampo heterogéneo; por eso todas ellas se desafiando los cánones de continuidad visual y narrativa que'
configurarán, a través de una variada panoplia de recursos retóri- primaron en el cine clásico, el spot recurre sistemáticamente a la
cos, como planos subietivos de quien, desde el contracamp() prr.rt" en evidencia del hiato visual contenido por el cambio de
heterogéneo, Ias mira. plano (el principio del <montaie d'e atracciones> de Eisenstein
EI enunciatario es así interpelado por el actor que le mira, <r encuentra ásí su más paradóiica rcalización -aunque, evidente-
mente, vaciada del trabaio semántico que desempeñara en la
por la voz en off qu, le habla, agotando todos los registros de la
complicidad; pero incluso por el obfeto: se trata siempre de un poética del cineasta soviético).
obfeto puesto en escena para un incesante plano subjetivo (y, z. Sistemática redundanciat t) cada spzt es un fragmento
especialmente,en gran primer plano, invadiendo la imagen v destinado a ser repetido periódicamente; z) en su dimensión
exhibiendo su proximidad de aquel que debe mirarlo). semántica, cada spot se agota en la reiteración incesante de una
Así, el obieto publicitario, ya se halle situado en un univers<r determinada connotación -----aquellasobre la que se elabora la
amueblado por una constelación de otros objetos también desea- imagen del objeto- que impregna, de manera totalmente redun-
bles, ya sea presentado en la soledad que lo constituye en objeto dante, cada uno de los parámetros -visuales y sonoros- que lo
absoluto y ejemplar, se hallará exento de toda singularidad, de constituyen; 3) finalmente, el coniunto de la cadena de spots es
todo az^r, toda eventualidad propia de lo real. Emergerá siempre también redundante en Ia reiteración de la interpelación seductofa
ante la mirada del espectador como categori^ visual, como imagen que
' dirige al espectador.
de
puramente imaginaria -especular- del deseo del suieto. 1. Ofrtt^ incesante de un mundo fragmentado en multitud
obietos absolutamente accesibles sin esfuerzo alguno -pues'
recordémoslo, son, antes que cualquier otra cosa, obietos ofreci- Digámoslo btevemente: este mundo ¡ la vez ftagmentado y
dos al consumo de la mirada espec(tac)ular. totalizador, ofrecido a la mirad¡ vonz del espectador en una
relación dual, imaginaria, escópica, se parece inquietantemente a
ese otro mundo, a la vez fragmentado, seductor y absoluto que lo
T¡'revlsróN, uN uNIvERSo puBLrcITARro constituyera todo para el individuo en el comienzo de su existen-
De hecho, los rasgos má,s característicos del discurso televisi- cia. El psicoanálisis lo llama la madre primordial.
vo dominante que hemos analizado hasta aquí muestran cómo la
lógica discursiva del spot se expande por todo el telido de la
programación:

r. Aparente phna legibilidaá constreñido por la exigencia de


maxtmizar la audiencia, todo programa se pretende absolutamente
comprensible para cualquier espectador, lo que conduce a una
total obviedad en la que el contenido informativo termina por
vaciarse haciendo inútil cualquier trabajo real de lectura.
z. Absoluta acce¡ibilidad:ausencia de cualquier tipo de trabajo
por parte del espectador: la imagen televisiva llega a él sin
demandade esfuerzo alguno temporal (espera), espacial (desplaza-
miento), electivo (nada se pierde, pues todo será de nuevo ofrecido
en uno u otro canal) o semántico (absoluta inteligibilidad).
j. Sistenática fragmentación. roto el marco comunicativo del
discurso, el fragmento sólo es consumible en una economía
escópica, espectacular, que se desenvuelve al margen de todo
proceso de lectura.
4. Cortinüdad permanente (carencia de clausura): oferta al
espectador de un vínculo imaginario ininterrumpido, absoluto.
t, Sisnmática redundaneia:repetición constante de fragmentos
equivalentes, informativamente obvios y escópicamente excitantes.
6. Constante oferta de imágenes (o más exactamente frag-
mentos) de impacto espectacular gar:intizaldo (constante excitación
escópica de la que spot y el video-clip, pero también los modernos
reportajes informativos, constituyen buenos ejemplos).
Todo, en cada momento, debe ser absolutamente inteligible
-inmediatamente accesible- es decir, obvio. Así es el spot
publicitario, modelo ejemplar del discurso televisivo -y, por
ende, paradigma de la cultura electrónica-: pregnante, seducior,
pero esencialmente hueco, reinado pleno de la'repetición.
Y así, el discurso televisivo dominante en su conjunto realiza
y expande la ofetta publicitaria, es decir, esa ofefta incesante de un
mundo -imaginado- fragmentado en multitud de objetos y
sucesos absolutamente accesibles sin esfuerzo alguno, plenamente
ofrecidos al consumo de la mirada espec(tac)ular.

rt2 rrt
Digámoslo rápidamente: el Discutso Televisivo Dominante
posee lodos los rasgos Pertinentes que permiten reconocerlo
como discurso y sin embargo, a Ia vez, los inscribe en una
dinámica de absoluta espec(tac)ulaÁzaciín que erosiona profunda-
mente su funcionamiento discursivo. O en otros términos: nos
encontramos ante un discuso límite, es decir, ante un discurso que
apunta h¿cia el límite mismo de su disolución discursiva:

¡. Un discurso que exige a cada uno de sus segmentos una


plena legibilidad (su umbral máximo de compleiidad semántica se
éstablecé partir del mínimo común denominador de competencia
El discurso psicótico de la posmodernidad ^
decodificadora definido por el espectador medio del que se
postula además, para cada momento de emisión, un gtado-mínimo
Recapltur¡clóN, Br DIScuRSoTELEVISIVoDoMINANTE áe atención) y qt. se ve por ello condenado a la obviedad' a la
banalidad, a la redundancia.
Es hora, ya, de sentar algunas conclusiones. A lo largo de la z. Un discurso que se quiere plena y constantemente accesible
primera mitad de este libro expusimos toda una serie de factores y compatible, p^ra su destinatario, con cualquier otra activid"d, y
semióticos que permitían, en nuestra opinión, analizar el fenó- que eicluye, por tanto, caulquier tipo de esfuerzo, de trabaio de
meno de las programaciones televisivas en términos de discurso: lectufa.
lo hemos nombrado Discurso Televisivo Dominante. Luego, en
l. Un discurso caiente de clausura en el que el par continui-
la segunda mitad, hemos tratado de analizar la tendencia, cada vez dad/fragmentación romPe todo marco comunicativo para las
más acentuada, que conduce a este discurso a configurarse como unidadei discursivas que contiene y que tiende a abolir todo
un espectáculo incesante y omnipresente. Tendencia esta que, así contexto referencial a tr^vés de un sistemático cierre autorrefe-
lo pensamos, confiere al Discurso Televisivo Dominante unas ca- rencial.
racterísticas harto peculiares, que, como hubimos de advertir,
4. Un discurso que construye un universo lábil, transparen-
constituían un auténtico desafio para los marcos convencionales te, vaciado del contenido informativo, sistemáticamente fragmen-
del saber semiótico, hasta el extremo de exigir una revisión de la tado y redundante, articulado sobre la repetición constante de
noción misma de discurso tal y como es hoy definida en este fragmentos equivalentes, informativamente obvios y escópica-
campo. Fue esto lo que nos obligó a recurrir al psicoanálisis y a la mente excitantes, que ofrece a su destinatario un vínculo ima-
antropologí^ para tratar de elaborar unas, sin duda primarias, en ginario ininterrumpido, absoluto'
estado bruto, teorías del Espectáculo y de la Representación que
t. Un discutso, por ello, saturado de marcas de Ia enuncia-
pudieran permitirnos pensar, tanto lógica como históricamente, la ción en el que la hipertrofia de la función fática vacia de identidad
emergencia de tan insólito fenómeno discursivo.
diferencial a enunciador y enunciatatio para, a través de una
Queremos ahora, como movimiento final de esta indagación, interpelación incesante, postular su fusión especular.
y situándonos ya de manera abierta en el ámbito de la antropolo- 6. Un discurso, Por tanto, que se agota en la construcción de
gía cultural ----cntendida, aunque no sea este el uso habitual, como
un.universo espec(tac)ular cerrado sobre sí mismo, intransitivo,
espacio donde la semiótica del discurso, enriquecida por la refle-
autorreferencial, todo él volcado a una relación dual con el
xión psicoanalitica sobre el lenguaje, se ve obligada a articularse
espectador a través de la omnipresencia del contracampo hetero-
sobre las nociones de suieto, inconsciente y deseo-, ofrecer unas geneo.
últimas reflexiones sobre las insólitas peculiaridades del discurso
7. Un discurso, en suma, que tiende a construir una réplica
televisivo y sobre las latencias que introduce en nuestro universo del universo rcal y
imaginaria -'irrcalizada y descorporeizada-
contemporáneo. las relaciones de los individuos
que media sistemáticamente en

r46 r 47
con éste invitándoles a una cotidianización de la experiencia El discurso del psicótico' en su disociación, se hace incesante
vicaria (y, pot ello, a una universalizaciín del kixcb). y vacío, cargado de estribillos que se-repiten una y otra vez' Se
8. Un universo donde el trabajo (el esfuerzo, el sacrificio) y prolonga ináefinidamente en busca de. una coherencia que sin
el cuerpo (la realidad corporal) están excluidos y donde toda imb"rgt se manifiesta una y otra vez imposible:
dimensión simbólica, todo sistema axiológico tiende a ser vaciado,
uno donde los únicos valores reinantes (pero ya no son en ningún habla todo el tiempo.'. no cesade hablar Para no decir nada3'
caso valores axiológicos) son el look y el ligbt, el sexo (visual) y el
Todo, en él habla del psicótico, señalaun déficit de simboliza-
dinero en su calidad de fetiches uniersales.
ción, un determinado negro que desarticula la red del
9. Y un universo desimbolizado, imaginario, especular, que lenguaje y resquebraja,
"g.t¡.to
fiagmenta su discurso. Déficit de simboli-
tiende a resquebrajarse y a hacer emerger tan insistente como
, ii6n'qir, r.gú.t L"."tt, résponde a la ausencia ---al fracaso- de
compulsivamente lo que tendía t^p^ri lo real-siniestro -lo real
^ la función Paterna (del Nombre-del-Padre), es decir'- de esa
ausente de toda estructuración simbólica y de toda configuración
instancia extirior a la relación dual, y heterogénea a sus elementos
imaginaria- como aguiero negro que rechaza todo sentido y
especulares, que permita ordenar y distanciar las identificaciones
todo deseo.
imaginarias.
la
E., ,o ausencia, en ausencia de la función simbólica de
El DrscuRso PsrcóTrco en el psicótico una regresión al estadio del
p^libr^, se prod.rc.
Rasgos en su conjunto sorprendentes y desconcertantes, pero espejoa:
que sin embargo adquieren una nueva luz si los observamos en
relación con un cierto fenómeno discursivo que ha sido puesto Un loco es precisamenteaquelque se adhierea eseimagina-
rio, pura y simPlementes.
sobre el tapete por el cruzamiento del análisis semiótico con el
análisis clínico: nos referimos al discarsopsicótico,
Tiene lugar, Pues una
El habla del psicótico se descubre como un fenómeno de
primera magnitud para la reflexión semiótica: un espacio del verdadera invasión imaginaria de la subietividad"' hay una
lenguaje donde, literalmente, el discurso es objeto de toda una dominanciarealmenteimpactantede la relaciónen espeio'una
serie de tensiones que apuntan hacia su fractura, hacia su disolu- impreslonantedisoluciónclelotro en tanto que identidad"'6'
ción. En é1, señala Lacan, se manifiesta
En los marasmos de la identificación imaginaria no hay' pues'
suieto
todo lo que el lingüista puede imaginar como descomposicio- posibilidad alguna de identidad (de diferenciación) para el
nes de la función del lenguaiel. l-bo."do .,r.t, vivencia de desperso¡alizaciín-, sino tan
"rl "
sólo encuentro con el doble como imagen especular:
El psicótico trata desesperadamentede afirmarse en el lengua-
ie, de aferrarse al orden del significante, pero su discurso sufre el Ahora bien, la captura por el doble es correlativa de la
aparición de lo que puede llamarse el discurso Permanente'
despliegue separado y puesta en iuego de todo eI aptato ,oby"..nt. l" itttc.ipción que se hace en el curso de la
significante:disociación,fragmentación,movilizacióndel signi- del "suieto, y que dobla todos sus actosT'
histbria
ficante en tanto palabn, palabra iaculatoria, insignificante o
demasiadosignificante,plena de insignificancia,descomposi-
ción del discurso interior, que marca toda la estructura de la 1".q,t* I- oP. eit', Pág. r|z'
^c^1, Errilos 2,
a Iacques Ltczn, P^9. 2J3.
psicosis2. , j".{"., L^. n, Et Srri*rii ti, Eilo en la teoría dc Freudl en la ¡ácniu pricoarralític¿,
Barcelona,Paidos, 1981, Píg' 16S'
6 op. eit'' pátg' t4r'
I Jacques Lalcal;4 El Seni¡ario lll'
Jacques Lrcan, El Seninario lll: Las Psicosis,Barcelona, Paidos, 1984, pá9. ,+; ? Lrctn, oP' eit., 299.
2 Jacques Píg.
Jacques Lrcan, op. cit., pág. 417

Í49
r48
Discurso permanente que nace de la tensión entre la lucha En ausencia de esa red, el psicótico
del sujeto pot afrmar su identidad (su diferencialidad) a través del
se encuentracon otro puramenteimaginario,el otro disminui-
lenguaje y el retorno del doble especular que lo anula a la vez que
do y caído con quien sólo son posiblesrelacionesde frustación:
desarticula su discurso haciendo surgit
este otro lo niega, literalmentelo mata. Este otro es lo más
radical que puede haber en la alienaciónimaginariall.
a su alrededorel puro y simple de la relaciónal otro, el Cortocircuito en la relación afectiva, que hace del otro un
farfulleo vacío...8. ^p^t^to
ser de puro deseo,el cual sólo puedeser,en consecuencia, en el
registro del imaginario humano, un ser de pura interdestruc-
En otros términos: un discurso permanente y hueco, a modo ción. Hay en esto una relaciónpuramentedual, que es la fuente
de un <farfulleo vacío> que manifiesta una expansión de la rela- más radical del registro mismo de la agresividadl2.
ci6n fática (<el puro y simple de la relación al otro>) en el
que la incesante inscripción ^p^rato
del enunciador y del enunciatario, En suma: la agresividad imaginaria termina por resquebraiar
lejos de producir dos identidades subjetivas diferenciales, se agota el espejo, por despedazarlL imagen hasta hacerla irreconocible: y
en el juego de la identificación espectacular. Io real retorna como siniestro.
La realidad (el contexto referencial) se ve abocada a su desmo-
ronamiento delirante en ausenciadel aparato simbólico que permi-
DrscuRso rElEvrsrvo y DlscuRso PSICóTICo
ta
^rticul^i^i
No resulta dificil, pues, reconocer los rasgos psicóticos que
Para que haya realidad,para que el accesoa la re¿lidadsea caracterizan al discurso televisivo dominante y que se manifiestan,
suficiente, para que el sentimiento de realidad sea un justo lo hemos advertido, como una sistemática <descomposición de la
guia, para que la realidad no sea lo que es en la psicosis, es función del lenguaje>: disociación, fragmentación, descomposi-
necesarioque el complejo de Edipo haya sido vivido. ción general del discurso y, a la vez, prolongación incesante
La equilibración,la situacióniusta del sujeto humano en la
(continuidad, carencia de clausura), multiplicación de (estribi-
realidaddependede una experienciapuramentesimbólica...de
llos>... Un discurso, en suma, que <habla todo el tiempo>, que (<no
una experienciaque implica la conquistade la realidadsimbóli-
ca en cuanto tal9. cesa de hablar para no decir nado.
Y, al mismo tiempo, supresión del universo referencial, cierre
El delirio se manifiesta, entonces, como la expansión incontro- autorreferencial del discurso que irrealiza el mundo pafa conver-
lada de lo imaginario que invade, somete y aniquila la realidad. Y tirlo en espectáculo -delirante-, es decir, car cterizado Por esa
en este proceso del delirio en el que la realidad se pliega al espejo <invasión imaginaria de la subietividad> que se traduce en una
y en el que el propio espejo deja de estar distanciado y ordenado <dominancia realmente impactante de la relación en esPeio>.
por lo simbólico, la estabilidad misma de la imagen especular se El espectador -y su deseo- queda así adherido a esa eclo-
ve amenazada,z sión del universo imaginario, a ese doble seductor y hueco,
vaciado de toda identidad diferencial, de toda alteridad, que le
par¿ que todo no se reduzca de golpe a nada, para que toda la captura con su mirada seductora, absoluta y exclusivamente fática
tela de la relación imzginaria no se vuelva a enrollar de golpe, (<el puro y siempre apa:,ato de la relación al otro>)'
y no desaparezc eÍ una oquedad sombría,..es necesariaesa Un doble especular que hablará y gesticulará continuamente
red de naturalezasimbólica que conserva cierta estabilidad de ---{omo sabemos, en televisión se habla sin parar-, pero que
la imagen en las relacionesinterhumanaslO. hablará signos, verbales o gestuales, vaciados de toda dimensión
simbólica: son, lo sabemos, signos que nunca se resisten a lo que el

t Lacan, op, cit,, pág. 4o3.


;".q,to 11
e
Jacques Lrcan, op. eit., pig. 283. Jacques Lrcxr, op, cit,, pág. 299.
12
ro
Jacques Lrcan, op. cit., pig. r41.
Jacques Ltcrn, op. cit., pág. 415.

I'I
rto
espectador espera, que se anticipan a él pata devolverle su propia Es posible, todavía, añadir algo más. Basta, Para con
-ello'
palabta (la doxa, el sentido común, la palabn hueca de la identi- ampliar un poco estai dos hipótesis, con elimitar las adietivacio-
dad especular); algo muy semejante, en suma, a esa <alucinación neJ qoe limitan su densidad y su magnitud. Basta, en suma' con
verbal> por la que el psicótico oye en boca del otro su propia hablar de crisis radical de todo sistema de ualores1 de todo relato'
palabn. La posibilidad misma del relato ----cntendido en su profunda
Descomposición de la función del lenguaje: eclosión de un dimensión antropológica- exige la presencia, en el horizonte
universo imaginario, espec(tac)ular,seductor, fascinante, sobrecar- narrativo, de algún valor trascendente. En tanto valor, permite a
gado de look y de light, pero también de un recurrente retorno de Ios individuos acceder a un modelo para su conducta; en tanto
los agujeros negros, de los flasbes de lo siniestro. trascendente, permite pensar el presente en relación a un futuro
El simulacro de comunicación que constituye su coartada hace que lo vectorialice y lo dote de sentido. El valor trascendente,
a Ia vez patente el déficit de simbolización que lo ha generado: en cualquiera que sea la forma de su ftgutztivización narrativa,
esta identificación puramente imaginaria nada circula: no hay constituye ei obieto de deseo que sustenta el relato como despla-
intercambio simbólico. El vaciado de sentido, de identidad dife- zamiento temporal.
rencial de las figuras especularesdel enunciador y del enunciatario Hablar entonces de crisis de toda dimensión axiológica es
es, pues, el lógico desenlace. esencialmente lo mismo que hablar de crisis del relato como
Si el discurso psicótico tiende a prolongarse indefinidamente, discurso a través del cual los individuos dotan de sentido su
si es incapaz de generar toda clausura, todo movimiento conclusi- experiencia cotidiana.
vo, es precisamente por esto: porque es incapaz de depositar una La posmodernidad es, en suma,la crisisdel nito -de cualquier
palabra que no sea hueca, que no se anule en gesto especular, es mito. Si tan sencilla definición encuentra algunas resistencias es
decir, que posea una densidad simbólica, que interpele al especta- tan sólo porque en las últimas décadasnos habíamos acostumbra-
dor como sujeto, como diferente, como alguien dotado de un ser do a pensar el mito en términos peyorativos' como una forma
fuera del espejo. discuriiva irracional que -Por no se sabe que fines ideológicos-
Pero el discurso televisivo dominante no puede hacedo por- tenía como función ocultar un saber posible.
que toda su maquinaria (socioeconómica, discursiva) apunta a Nada tal falso: como Levy-Strauss supo hacernos ver -y aún
construir el espejo del espectador medio, de ese constructo que, no hemos sacado de ello todas las consecuenciaspertinentes- el
paradóiicamente, sólo existe en el interior de los llamados <medios mito es, antes que nada, una mattiz de racionalidad, un instru-
de comunicación de masas) -pero que amenaza, ya lo hemos mento poderoso a través del cual lo real deviene legible-
advertido, con realizarse. Sin Lmbargo, debe hacerse notar que la ftzcturz entre ciencia y
mito ----csa fráctun que conduio Íeg t al mito toda racionali-
^ es
dad, a concebirlo como la negación misma de Ia razón-
Sosnp LA PosMoDERMTDAD bastante reciente. Y desde luego, posterior a la Ilustración: la
Se ha dicho de la posmodernidad que es el resultado de la potencia de este movimiento intelectual y social que tan poderosa-
crisis radical de los valores que, proclamados en la Ilustraciín, favoreciera el desarrollo de las ciencias se asentaba en un
constituyeron el horizonte de la modernidad (Habermas) 13.Se ha cierto mito -y no en uno nuevo, sino en uno que desplegaba
-.nt.
dicho también, y con igual pertinencia, que su manifestación consecuentemente el que ya fuera formulado en el Renacimien-
discursiva es Ia crisis de los metarrelatos (Lyotard) 1a, de esos to-: el mito del hombre racional como medida de todas las cosas'
relatos fundadores en los que la modernidad pensara el sino de su Habermasls ha descrito peftinentemente la Ilustración a través
presente. de su propio mito --aún cuando tienda, a veces' a olvidar-que se
tt^t" pt..it"mente de un mito-: hubo un tiempo, nos dice, en
13 Habermas, <La modernidad, un proyecto incompleto>, en Hal Foster y otros,
lz posnodenidad,Barcelona, Kairós, r98¡.
ra
J. F. Lyotard, La conditionpostmoderxe,
París, Minuit, 1979 (traducción española,
ls Habermas, Gustavo Gili, r98t'
l¿ eondiciólposmodena,Madrid, Cátedra). Historia 1 crítica de la opinión prjblica, Batcelona,

tt3
TJ 2
que los hombres hablablan, discutían, razonaban, llegaban a los saberes fragmentarios, ausente todo mito que permitiera
acuerdos sobre el interés común. integrarlos, qué sirviera de discurso de anclaie para que los
Los mitos son reales: tienen la realidad de lo simbólico. Para individuos pudieran vivirlos, integrados en sus experiencias.co-
medir tal efitcacia(simbólica)1ó basta con comparar el mito con su tidianas -táles son los monstruos que, como Goya adviertiera,
ausencia. Hubo un tiempo en que el mito ilustrado existía, engendran los excesos de la taz6n meramente funcional, tecno-
sustentaba,como marco simbólico, el telido social. Lo peculiar de lógica.
nuestro. presente es que este mito ha desaparecido sin que nin- Porque la quiebra del mito -insistimos: de la función an-
gún otro ocupe su lugar: el problema de la posmodernidad no es tropológica del relato- era, después de todo, la quiebra
q u e l os hom br es n o h a b l e n y re s u e l v a n ra z o nabl emente sus de la dimensión simbólica. La desaparición de los valores axio-
cuestiones, sino que, ausente el mito, ya nadie cree que hablar lógicos -simbólicos- era la desaparición d¿ la aerdad -de
sirva de algo. La palabra racional ha perdido su crédito y la la-relación constitutiva del sujeto con la palabn- en benefi-
seducción ha ocupado su lugar -la crisis de la democracia cio de la proliferación de \os conocimientosfr.tncionaler, es decir,
parlamentaria lo muestra sobradamente. aerosímiles.
Resulta interesante, por lo demás, que Habermas asocie el Hemos seguido más arriba este Proceso en el ámbito de la
mito con la privacidad de Ia familia patriarcal btirguesa: existía el representación: en él constatamos esa tendencia a la desinbolilaciótt
lugar del padre: citolen, bougeois y padre. Lo que sustentaba las de la represeúaciónque habría de conducir progresivamente al
redes de comunicación era la existencia de una privacidad --{e un reinado del signo uerosímil -cada vez menos arbitrario, cada vez
espacio íntimo, sagrado- que hacía posible el intercambio en la más analógico- que sería consagrado por Ia fotogta{ta'.
esfera pública. El padre -la familia patriarcal- arbitraba esa Es horá de decirlo: no es casualidad que la episteme científica
privacidad, esa relación entre lo privado y lo público. Hoy, en occidental -€sa que comenzó a fraguarse con la propia burguesía
cambio, la transparencia anula toda privacidad, toda intimidad, en Ia Baia Edad Media- encuentre su más precisa metáfora en el
todo misterio. Y donde reina la transparenci^ y^ rro es posible el espejo: el narcisismo paranoico que la sustenta quiere suprimir
intercambio simbólico. cualquier velo, cualquier secreto, quiere -y afnma- la transpa-
La fractura se prqduce después. Y dado que la filosofía fue rencia absoluta del mundo.
----en éste como en otros períodos- el discurso en el que el mito Esa misma transParencia -es necesario, aquí, recurrir a
y la ctencia podían articulhrse, tal fractura habria de manifestarse Marx- que instala en el mundo el mercado capitalista :. tt
en un discurso filosófico que apuntata.ala abolición misma de la tendencia a la homogeneizaciín y a la intercambiabilidad absoiu-
filosofía. Ese fue el papel del positivismo y de sus múltiples tas: desaparecido el valor de uso -Pues el valor de uso no es el
prolongaciones. La ciencia, desligada de la filosofía, afirmando su valor funcional, sino que sopofta la relación simbólica del suieto
fascinación por los hechos ----cl contumaz e ingenuo <sólo creo lo con el objeto-, la conversión de todo en valor de cambio ----cn
que veo>-, condujo a la maldición del mito. Pero en este proceso obieto de deseo intercambiable-, la intercambiabilidad absoluta
la Razón misma ----cl valor nuclear del mito de la Ilustración- de todo en tanto mercancía, la instalación del dinero como el
debía perecer en la proliferación de las tazones tecnológicas. común denominador universal. En ningún otro lugar hay que
Sabemos lo que vino después: la proliferación de los conoci- buscar la infraestructura del proceso de desimbolización que
mientos científicos al margen de toda escala humana -de esa padece nuestra contemporaneidad.
escala humana inscrita en la Razón ilustrada, la misma que Mercancía, signo verosímil, funcionalidad, valot de cambio:
e¡presara canónicamente Rafael en su Escuela de Atenas o Miguel todos ellos conceptos esencialmente equivalentes. El precio histó-
Angel en la bóveda de la Capilla Sixtina. Multiplicación, pues, de rico de la universálizaci6n absoluta del mercado capitalista -de la
conversión no sólo de todos los objetos, sino también de todas las
imágenes, en mercancías- es Pues, necesariamente,un cierttr
la El concepto proviene de Levy-Strauss, <<Lz efircacizsimbólica>, en Antropología deliiio: el de la transparencia absoluta, el de la total asec¡uibili
utrtüral, Buenos Aires, Eudeba, 1968. dad, el de la supresión de todo secreto -de todo mistcrio, tlt'

rt4

I
todo símbolo, de todo valor trascendente-, y también de toda vanguardias: Zola.|7, Dostoievski, Lautréamont, Poe, Rimbaud,
l.y. Bauáalaire, Münch, Joyce, Lovecraft, Becket, Bacon, Genet,
El espejo narcisista es pues el inevitable punto de llegada: Mishima, Llovet Gncia, Fassbinder, Zulavski, Tarkowski...
conocemos ya sus únicos <valores> posibles: individualismo, En todos los casos, como en el discurso televisivo, la insisten-
acumulación de objetos, look, light, diseño, seducción, placer. (La te inscripción textual del suieto de la enunciación (desgarrado en
izquierda comenzó pronto a incorporarse a este tren: al menos las vanguardias, seductor en televisión) acusa la presencia de un
con el perezoso Lafargue). Podemos, también, deducir sus contra- determinado déficit de simbolización, de una quiebra en el ser del
valores, todo aquello que se rechaza como intolerable: el trabaio, sujeto que le hace imposible depositar su enunciado, ofrecerlo en
el sac-rificio,el cuerpo, la ley, el compromiso (que es siempre, para un intercambio simbólico.
ser algo, compromiso con la palabra), la verdad, la demora del
placer... (no es difícil reconocer aquí los más ingenuos aspectosde
mayo del 68 que luego, consecuentemente, encontrarían su más Er c¡upo sEMÁNTIcoDE LA PoSMoDERNIDAD
desnuda e irrisoria manifestación en toda una saga de relatos,
cinematográficos especialmente, dedicados a proclamar las virtu- <Con Marie-Claire ni uida es an clip>. Tal es, erl suma, el deseo
des del incesto). de la posmodernidad: un deseo pegado al espeio, fetichizado,
La modernidad vivía asentada en el futuro: en un despegue incapaz de circular. El único posible, por lo demás, una vez que la
incesante que celebraba cad,ainnovación como la esencia á.-.r' ."rni .s repudiada como intolerable depósito de excrementos y el
presente en puertas (un futuro en la punta de la lengua o de los alma -'la palabra, el símbolo, el valor axiológico- ha sido
dedos) todavia no realizad,o. Ausente lo simbólico, cerrado el abolida al desmoronarse todo resto de lo simbólico.
horizonte histórico, la posmodernidad vive una suerte de supre- Y el mundo televisivo -simultáneo, inmediato, seductor,
sión del tiempo. No estando ya a la puerta de ningún futuro, no espec(tac)ular- se ahueca. Existe -pues tiene inequívocos efec-
es necesario afirmarse negando nada: el presente, vaciado de tos sobre lo real -social- pero sólo es en cuanto que es
sentido histórico, se expansiona integrando de manera desordena- imaginario, puro fetiche. Se parece al mundo teal y trata de
da y simultánea todos los pasados -y todos sus objetos, todas superponérsele totalmente, pero diverge de él inevitablemente
sus escenogn(tas. La era posmoderna, -¿comenzaria, quizás, con -pues excluye el dolor, el trabaio, el. sacrificio-, y no logra
el British Museum?- intenta así afirmarse, precariamente, como t..obtitlo dei todo. Y así, la inevitable escisión esquizoide entre
era de la conservación universal -aun cuando lo que conserva, ambos mundos conduce a una tendencial abolición ¡tticótica de lo
dado que no logra inscribirlo en ningún proyecto histórico, real. La expansión del fenómeno de la droga, su conversió¡ en un
adquiere el estatuto de cadáver. El tiempo de la posmodernidad es dato estruitural de la cultura posmoderna, encuentra aquí una de
este presente a la vez expandido y detenido, desmembrado en los sus causas más evidentes: no es, después de todo' más que uno de
tiempos microscópicos e irrelacionables entre sí de la descomposi- los síntomas sociales más flagrantes de la descomposición de toda
ción de los objetos que acumula -pues lo que acumula son referencia simbólica.
restos, objetos erosionados y troceados, basura del sentido. Tal es el registro en el que se desenvuelve nuestra contemPo-
Abolición del mito, abolición del símbolo, abolición, pues, del raneidad. El diJcurso televisivo dominante, en cuanto articulación
tiempo. ¿Qué sucede entonces con el deseo cuando no puede ser nuclear de la cultura electrónica, constituye uno de sus artefactos
simbolizado -sublimado-, ni narrado, temporalizado -demo- finalizat este trabaio deduciendo_de
ejemplares. Queremos Por -el eso
rado-? Que queda pegado al espejo, enceirado en la espiral éi lo que llamaremos campo semánticode la posnodernidad' Un
narcisista, dual. Y, cuando el espejo se quiebra, termina por campo estructurado en torno a dos extremos:
retornar bajo la forma de lo siniestro. Hemos contemplado y^ s.,
irrupción periódica en el espectáculo televisivo. podrlamos tam-
bién- seguir sus huellas en las nuevas escrituras que irrumpen
t, z"l^ ," un buen punto de panida: en él lo siniestro aParececomo el resultado dc
desde el Romanticismo y que se prolongarán en el éspacio de las llevar hasta el extremo el proyecto realista.

rt6 rt7
imagen bella puro diseño / materia (cuerpo) como depósito
de basura
continuidad / f ragmentación, troceado
imagen seductora / cuerpo despedazado,excremental
diseño-look-light / poroografía
el espejo imaginario / lo real como siniestro
(en ausenciade lo simbólico)

Un universo donde el sexo es constantemente ofrecido como


imagen y a la vez, en un mismo movimiento, negado como
cuerpo -de nuevo un rasgo psicótico, de nuevo la escisión
esquizoide como matriz de la posmodernidad.

Er rucRn DEL (TELE)ESnECrADoR


Desposeído de su cuerpo, enfrentado, por ello mismo, a la
caricatura de su deseo, invadido por un universo inmediatamente
accesible pero descorporeizado y sistemáticamente fragmentado,
asentado en la sistemática pseudoexperiencia -donde todos los
objetos, sucesos y espacios son espectacularizados e irrealizados-,
desposeído de toda intimidad, huérfano de ritos, vaciado de
cualquier otro trabaio que no sea el de oprimir -frenética, pero
también monótonamente- los botones del mando a distancia, ese
nuevo y teratológico cordón umbilical, el espectador ya ni siquie-
ra puede ser pensado en términos de neurosis... pues es un
espectador desintegrado -como están fragmentados los mensajes
que recibe-, vacío -como está vacio el lugar del sujeto de la
enunciación en el discurso que le habla- un espectador, en suma,
sometido a una posición psicótica.

rt8

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