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POR
GILBERT MURRAY
Regius Profesor de Griego en la Universidad
de Cambriclae
10 CENT.
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¿ Cómo puede ser Justa_la
Guerra alguna Vez ?
POR
GILBERT MURRA Y
de Cambridge
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Regius Profesor de Griego en la Universidad
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¿ C6mo puede ser Justa la Guerra
alguna Vez?
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DoRAXTP. totla mi vida he sido un dcfonsor de la. paz. Odio IR.
guerra, no sólo por au.:s crueldades y locu.ras, sino porque es II\
enemiga do toda.s l33 causas que mM me interesan : del progreso
socio), del buen gobic:rno y de todo sentimiento de amistad y duhmro
de la vida, ns( como también del arte, del c:onocimicnt.o y de In
Jiteraturo. He hablado y pre&idido mtis reuniones de lns que puedo
recordar en favor de la pa7-. del arbitráje y del fome nto de la itrnistAd
internacional. Combatí con todas mis energía.a lu política guerrero
en el Sm d e Africa y he sentido (ronca hostilidad ó interna a ntipath1
hncia. c.asi t,oda$ liu; guerras sostenidas por )a Gran l31·et.,ña durante
mi vida. Si se me permite hoblat m,ls personalmente, diré que
en ninguna de mi..s obras he puesto tan inten!IA emoción como en mi
traducción de la.ti !lfujerCtJ trt>yanas, de E udpides, donde pot primera.
vez en Ja. literatur:, europea se condtna vigorosamente la guerru.
No estoy arre~ntido de ninguna palabra. q ue haya dicho ó escrito
por la. causa de la paz, ni qua yo ~<'pa he modificado ninguna
do las opi.nione-s sostenida., antcrionunento sobre eate asunto.
Sin embargo, creo que hicimos bieu eu de.clarar la guerra á
Alemania e.1 ,1 de Agosto de l!>H y que hubie.m sido una
infracción del d eber público el haber permanecido neutrolos en
eso crisiJ!..
No hay duda : sobre La Gran Bretaña pese. una grao responsa-
bilidad. NuC$trus aliadas) 1-'ra.ncia y Rusia, Blilgica y Servia., no
tenían otra alternati,--a : en grado diverso, se les impuso la guerra.
Sólo 11osotros, después de examinar detenida mente la ait ua.eión,
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<'l bien, sino paro establec,er el ,¿: Bien est& que se h m n poco
ele mol para que venga uu bie g ude 6 .seguro ; pe tiaoer un
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mitad de ]a gente afe.cblda por ello puede ('reerlo bueno y la otra
mitad ma101 y lo cual en nin,gúo ca.'IQ concebiblo puede: obt<lltcrsc
en tod.l\ ,iu plenitud ó purer..l , no es ni bueoa moral ni buen sentido.
Cualquiera. que no esté dominado por la pasión debe ver que es una
locura."
Simpatizo coo todas las: fases del argumento anterior; sin
embargo, lo creo equivocado. Eso es juigar la guerra como tmn
cuestión de pérdida, y ganancias, y, por otro parte, es no tener en
cuent.a &ino Ja.s consccuencins materiales inmediatas. En él se
pierde de vista el hecho cardinal de que en a lgunas causas es mejor
luchar y quedar deshecho que ceder pncífieament.o; que algunas
veces el mero hecho de resistir á la muerte es en si mismo unn
victorio.
Tratemos de comprender esto. Los griegos que combatieron y
murieron en las Termópilas no tenfan duda alguna de que baefo.n
bien en luchar así y morir y la posteridad esta.\ de acuerdo con eJlo.s..
P robablemente sabfan que serian derrotados. Probablemente
suponían que después de su derrota, los persas avaninr-fon fácil meo tic
á conquistar el resto de Grecia. y que la trotarfan con mayor dureza
J>Or habersé resistido. Pero tales coMidemrione:s no inAuyeron sobre
ellos. No quisieron aooptar la deshonra do stt país.
Considérese uhora un Cl\$0 moderno muy claro : la hermosa
hi1Storin do un tUl'ista forncés á quien cogieron unos salteador~
moros junto con un eacerdote y algunos blancos má.s. Los moros
dieron ú sus prisioneros á escoger entre pisotear la Cruzó ser muertos.
El francés era librepensador y anticlerical Le desagradaba et
cristianismo. Pero no quiso pi.!Sotcar In Cruz por orden de un
bandido. Hfzose solidario de sus compaiieros y murió.
Este sentido del honor y el respeto por este 1:1ent ido del honor
son instintos muy profundos en el promedio de los hombres. J,~n
]os Estados Unidos existe un fuerte sentimiento contrario ü fa
mezcla de sangres, no sólo con los negros, sino con ei;.as grimdeJJ ma~s
human.as de piel morena denomirutda.s "dagoos" ó " hunldes."
Sin cmbBrgo, he observado que aquellas personas que lle,~an en
sus venM 1:13ugre de piel roja no se avergüenzan, sino mM bien
sienten orgullo. Si se busca un& razón, sospecho que se encontraría.
en la re¡>ut.aeión especial odquirida por cata clase de indio, 1í. saber,
<1ue jároaa quiso avenirse á ser esela,·o. Prefirió htchi.r hAsta
morlf.
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quo estA pasando, pero t.an pronto como lo sabe, ic interesa por
ello. Supóngase que se descubriese que el rey, el pre~idente del
consejo de ministros ú el presidente de los EstJdos Unidos estuviese
paga.do por un país extranjero, como, por cjeoiplo, Jo estuvo
Carlos 11 por Luii XIV. ¡ Puede pretenderse quo los ciudadanos
do lt.- Grnn Bretaña. ó de América lo acephtrfan tranquilamente 1
Es absurda la idea de que un hombre normal pudiese decir:
" Perfectamente, el rey, ó el presidente de la República, ó el
presidente del Consejo de ministros i;e estai conduciendo de un modo
deshonroso; pero eso es cuestión suya y no mfa. Yo soy un hombro
decente y honra.do y mi gobierno puede hacer lo que le plazca."
El ciudadano ordinario sentll'á instant¿\ncamento y sin vacilación
que en el honor de su país estaba envuelto el suyo propio. ¡ Y
desgradado. la sociednd dondo sucediese otra coro ! En In historia
hallamos algunas sociedades de CMS. Son del g,nero de hu~ llnmodas
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corrompidas" y generalmente viven poco. Bélgica ha dcmoatrado
que no es de ese género de sociedad.
que be visto 6 que otroe nos bon descrito : algo aler~ y alegre y
digno brillando en los ojos de aquellos que van á la primera Jinca
y aun de los heridos que regresan. u Ni una ver..-escribc un ·corre•
sponsal-ni una vez dé&de que estóy en Francia he visto entre los
soldados u.u rostro enojado ú oído una palabra de enojo. Siempre
est&n tranquilos, formales y admirable~ente animados.., Nadie
duda alguna (le qoe , oue.trot M>ldadoa Jea anima todavía el Cll:lplritu
antiguo. Mo (lncontró con doe eoldadoti do IOII MonlfU)<'tee de Argyll y
Sutherlancl q_ue eo hablan ext:r1wiado im Mon&. Uno eetaba muy mal
herido, pero eu 001npaJief'O no <J.uiao abendon.nrio en Lodo el tiempo y cu
un pal.$ quo beMn d~ t1k!ruaoet. Aum1ue sólo ooniao unH g$llttas enlre
loe doa, to ArRglaron pam ea1i.r a<Jelanto hMi. quo loa recogimos. Yo
foa:iat( en que el ileso me dijoao o6mo &o las habían compuO&to paM pAMr
cuatro días oon IK!ifl g0Uet<t1.11, })ero aicropro to enff\daba y me mandaba
callar. Mo imagino quo él eo po,Sll ein nada y dió 1.u gtillolalJ u] herido.
Varias vocet lot ll'bricgoi Crao~ loai oúeclerou all:,,ergue, pero tul miedo
teo,!an d& oca.sio1~r perjuicios á NStM bondOOoee.i, gtnt.ce, quo nu.ncn
quisieron aceptar. Unll nocbo la puaron teodidot lll nUIO dura.o.to un
tuerto aguaoero, 0.1.mque ali{ á. me.no btt.b!3 una ca&& dondo hubicr(M) podido
tenor albo.rguc. Por allí m0:rodoaban lo. hulanOfl y no quisieron eom-
pr<>me.ter 4. los froncei;c1, á pc$0r de q_ue ée.toe ee hubieran aJegrado de
ayudarles."
2. Un eabo dol R~eot.o del Yorkshiro del Ooeto. quo (l5t.á uhon,
herido en ol hoa¡,ít.a.l de Woolwich, refiere lo 1ig\liente de tm aoldado, no
identi.Ocado, del Re,giml~n«. Real Irlandés, quien dió dcliberadaroento i:tu
vidA para ¡,re,·enir á sus oomp,,ilcn:i. O()ntra una emboec&:la :
" La bat.Ua dondo roe hirieron W\'O luga.r en un.a. aldehuela 08.l"ffi de
. Rbei.ms. Luolúbomoa en contMto con los f111,n~ á la izquierdo. Ul'IA
tWt,Jjanl' ~mpra.no nos enviaron ll oe.ta a ldea, que aupoo.!a,:noa libre del
enemigo. En las afoor•• pregwitamoe á un mucha.cho íreno6.,. pero
parecía asustMo y eoh6 i\ ooner. Atravoeamo& una callo IA,ga y oetrechu,
y cuando ya vd'amoa e1 6:nol, un hombre salió procipit.u.damcot-o do unú
(lU{I de la dcrocba. ln.medi.atamento so oyó una deaoarga de fosilícrra y
ol pobre hombre eayó mu~to a.nt.,_ de llegar , nosotros.
Era uoo do nuoetroa 801dadoe, dcl l ~ t o Jloo,I lrlaodéf. Supimos
que e) d1a o.ntcrior una partido do oo.baUeria alemana, que merodeaba por
u,IU, Je eogi6 pritionera y le retuvo en ll\oo.&Q do l11bru.nza donde IOíl ale.manes
06taban cmboeetLdoa, 4.'Wpol';lndon~. Comprendió lo quo propllrAb6o y
aunque aabfa cqao le mata.ríe.o al menor ruido, decidi6 haaer una aalida
precipitad• para anunoilll'Doe lo que nos aguardaba. Tenía m,;s do una
dooon.a de balas en el cuerpo y oo hubo 1.a ~nor esperanx.a de sah•arle.
r,.. Uevamo, 11 una eASa bMwL el 6nal del encuentro y al d.Ja ISiguionto 1~
cntemu:nos C(Hl. honore. militares. J.''altab& au ohapa do identifioaoi6n y
todo otro dote.lle, de modo que eobre su tumba sólo pudimoe colocar ea.to
epitafio, tributo debido á 1,100 que era má.a g:ra.ndo: "Snlv6 á los dem.6.1:
él m.iuno no pudo sa.lvane." Cuando Jo dimos Aepultura en aquella
.aldehuela, ninguno de DO&Ol!t~ ten.la los ojoe &CCOíl."
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que baya seguido con atención la guerra necesita que se le hable dol
heroi~mo de estos hombres. Xo olvido los miles que ge <_¡uedan en
el campo de batalJa para morir, ni cl gemir de los hMidoe que se oye
dura.oto todo el dfa entre el estrépito de los cañones. Pero también
hay en ello una extrañí, y profunda alegrfa. 11 Uno siente una
c:xtraordi.natia libertad-escribo un joven oficial rus~n medio de
In muerte, con las balas silbando olredGdor. Lo mismo ocuno ü
los ;;oldados. Todos los heridos desean curarSé pam volver á
combatir. Combaten con lágrimas de a legría en los ojos."
La naturalczo. humana e$ una cosa miste.rioea y el hombre no
llalla su bienestar y su infortunio donde sueJe creerse. rrener ante
los ojos algo c1uo se ve claramente, que hay que hacer, que se puede
hacer y que para l1acerlo hay que invertir toda la energía posible y
acaso In vida : ho ahí por lo menos una forina do Alta felicidad, una
forma que no sólo está al alcance-los hechos lo prueban-de los
.. otos y los héroes, sioo del promedio de los hombre,. Indudable-
mente, en la vida ordiwnia pueden hallar <x!Asi6n de esa misrui,
felieidad los pocos que han nacido con discreción é imaginación
su.ficitntes ; pero en la guerra. cualquier hombre Ja encuentra. E&te
eiJ el triumfo interior que reside co Ja entraña de la gran tragedia.