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INVESTIDURA DE CALIDAD DE HEREDERO

CONSIDERACIONES GENERALES
La investidura de la calidad de heredero reemplaza a la posesión hereditaria del
derogado Código Civil.
Se trata del título de heredero y de la forma en que puede adquirirse ese carácter.
Si al causante lo suceden ascendientes, descendientes y cónyuge, los herederos
quedan investidos en esa calidad desde el día de la muerte. No necesitan ninguna
formalidad ni tampoco ninguna intervención judicial. El único requisito es la existencia
del vínculo con el causante y la muerte del mismo, aunque el heredero ignore la apertura
de la sucesión y su llamamiento a la herencia.
Como consecuencia de la investidura de pleno derecho, el heredero puede ejercer
todas las acciones transmisibles que correspondían al causante, pero si lo que quiere es
vender inmuebles o muebles registrables, su investidura debe ser reconocida mediante la
declaratoria judicial de herederos.
Si se trata de parientes colaterales, los mismos no tienen la investidura de pleno
derecho, sino que corresponde sea solicitada a los jueces, quienes deberán declararla
previa justificación del fallecimiento y del título hereditario invocado.
En la sucesión testamentaria, la investidura resulta de la declaración formal del
testamento, excepto para los herederos que son ascendientes, descendientes y cónyuge.
Concepto
La investidura es el reconocimiento de la calidad de heredero, reconocimiento que
a veces la ley hace sin intervención judicial, es decir de pleno derecho, y que, en los casos
restantes exige una declaración del magistrado.
Es el título en virtud del cual se pueden ejercer los derechos inherentes a tal
calidad.
La calidad hereditaria se vincula al goce de los derechos hereditarios, y la
investidura en la calidad de heredero con su ejercicio.
Objeto
El objeto de investir a una persona en su calidad de heredero es dar publicidad a
la transmisión sucesoria. Tratándose de parientes muy próximos, la ley ha considerado
innecesaria la intervención judicial, pues el vínculo es tan notorio que no se requiere
ninguna otra exteriorización formal.
En todos los casos en que se requiera la transferencia de bienes registrables, todos
los herederos (los que tienen investidura de pleno derecho y los que deben pedirla
judicialmente) necesitan el dictado de la declaratoria de herederos.
Formas de adquirir la investidura
Existen dos sistemas posibles de regulación:
1) Cuando el llamamiento es atribuido por la ley por el parentesco, acreditado el
vínculo, se aprueba el carácter de heredero. Esta calidad deriva del título de
estado.
2) Que se exija el reconocimiento ante un juez para que éste lo declare heredero. La
calidad deriva de la declaración.
Para un sistema como el primero (1), no se requiere ninguna investidura, es decir,
tienen la posesión desde la muerte del causante.
Para el segundo (2), los herederos necesitan ser investidos, es decir, reconocidos
como tales.
En el CCC se establecen dos formas:
a) De pleno derecho: la tienen los ascendientes, descendientes y el cónyuge, desde
el día de la muerte del causante, sin necesidad de formalidad o intervención
judicial, aunque ignorasen la apertura de la sucesión y su llamamiento a la
herencia.
b) Conferida judicialmente: todos los restantes herederos deben pedirla al juez: los
colaterales hasta el cuarto grado previa justificación del fallecimiento del causante
y el título hereditario invocado. La investidura de los herederos testamentarios
resulta de la declaración de validez formal del testamento, excepto que sean
ascendientes, descendientes o cónyuge.
Declaratoria judicial de herederos
Es el pronunciamiento judicial por el cual se reconoce el carácter de heredero. Con
ella culmina el control de legalidad que hace el juez. Se debe dictar respecto de aquellos
que hubiesen acreditado su derecho, es decir, los presentados que demostraron su
vocación sucesoria.
Todos los herederos ab intestato que se presenten en el sucesorio deben pedirla,
pues sin ella no pueden transferir bienes registrables. En los juicios testamentarios basta
con la aprobación del testamento. Si el testamento no tiene institución hereditaria, debe
dictarse declaratoria habiendo parientes de grado sucesible.
Cuando el heredero tiene la investidura de pleno derecho no sería necesario
obtener una declaratoria de herederos, ya que es propietario de los bienes desde el
momento de la muerte del causante y además tienen título de heredero desde ese instante.
Pero esta situación tiene vigencia cuando el acervo está compuesto solo de bienes muebles
no registrables, por cuanto el trámite judicial es superfluo. Cuando sea necesario transferir
bienes registrables, es imprescindible el dictado de la declaratoria de herederos.
Si bien se trata de una sentencia en el sentido procesal del término, no habiendo
mediado controversia, porque el juicio sucesorio es un proceso voluntario, no hay
obstáculo para que luego sea modificada, aún cuando ya haya sido ejecutoriada.
Eso es así por cuanto la declaratoria se dicta sin perjuicio de terceros y cualquier
pretendiente podrá promover demanda impugnando la validez o exactitud para excluir al
heredero declarado o para ser reconocido por él.
Entre los herederos que han tramitado conjuntamente el proceso sucesorio, la
declaratoria será definitiva y no podrá ser modificada. Esto no es debido a la cosa
juzgada, sino porque se ha producido la caducidad de la acción de petición de herencia
por haber mantenido una conducta incompatible con esa pretensión.
Puede ocurrir que algún heredero haya sido denunciado, pero no se haya
presentado en el expediente sucesorio. En este caso, no corresponde declararlo heredero,
porque no ha mediado su consentimiento. Podría tratarse de un indigno o de un
renunciante; por lo tanto, el juez debe abstenerse de incluirlo en la declaratoria. Además,
la declaratoria de herederos implica la aceptación de la herencia; por ese motivo, reiterada
jurisprudencia ha sostenido que solo debe incluirse a los que lo hayan solicitado
expresamente.
La declaratoria de herederos es la culminación de una serie de trámites procesales
que tienen por fin último la determinación judicial de las personas llamadas por la ley a
recibir una sucesión determinada.
Entonces, para la promoción del juicio sucesorio es necesario:
1) Acreditar el fallecimiento real (acompañar acta de defunción) o presunto
(copia de la sentencia que declara la muerte presunta) del causante.
2) Acreditar la legitimación para promoverla, acompañando las partidas
respectivas que prueben el título de estado invocado.
3) Declara el juez abierto el juicio sucesorio intestado, ordenar citar a los otros
herederos cuya existencia se hubiera denunciado y la publicación de edictos
por tres días en el BO y en otro diario del lugar del juicio. También se ordena
inscribir el proceso en el Registro de Juicios Universales y ordena librar oficio
al Registro de Testamentos.
4) Ordenar edictos para citar a los posibles herederos y acreedores del causante
para que comparezcan al juicio sucesorio en el plazo de 30 días. Una vez
vencido el plazo, el Secretario del juzgado certifica esta circunstancia y debe
señalar si se han presentado nuevos herederos.
5) Remitir el expediente al Agente Fiscal quien debe dictaminar acerca de la
correcta acreditación de los vínculos y el cumplimiento de las formalidades
previstas al dictado de la declaratoria de herederos. Con la conformidad del
Agente Fiscal y del Asesor de Incapaces (en caso de que los hubiera como
herederos) el expediente queda en condiciones para el dictado de la
declaratoria de herederos.
Declaración de validez formal del testamento
Esta resolución que se dicta en el juicio testamentario es trascendental y es
innecesario el dictado de una declaratoria de herederos (salvo que el testamento no
contuviera institución de heredero).
En el CCC se regula el testamento por acto público y el testamento ológrafo.
Tratándose de testamento ológrafo, se incorpora la obligación de comprobar la
firma del testador mediante una pericia caligráfica.
Independientemente de que el testamento ológrafo haya sido protocolizado, ello
no impide el ulterior cuestionamiento de su autenticidad o validez en un proceso ordinario
diferente al sucesorio.

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