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JEAN-PIERRE VERNANT
Jean-Pierre Vernant se ha planteado la, a primera vista, chocante cuestión de: ¿tienen
verdaderamente los dioses griegos cuerpo? ¿tiene sentido la expresión "cuerpo de los
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El problema de partida se refracta de inmediato: ¿hay que dar por sentado que
para la cultura griega, para el sentido común en general, el cuerpo es un dato, algo
inmediato, una realidad dada incuestionable?; pero, ¿no es algo propio del mundo de
los hombres y de los demás seres condenados a morir?; ¿qué sentido tiene, pues,
"cuerpo", sino considerando ésta como algo problemático, como una construcción
cuerpo de dos maneras. Primero, en las sectas [within the religious context of the
han elaborado una nueva noción de alma -alma inmortal que el hombre debe aislar,
teorizando sobre sus aspectos visibles, sobre sus partes, los órganos internos que lo
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salud o enfermedades.
naturalista al cuerpo, marcan en la cultura griega algo más que un giro: suponen una
Ruptura con la concepción del hombre arcaico, el hombre que aparece en los
influjos divinos.» (p. 21), y, ni siquiera en las acerbas críticas de Jenófanes a los
corporal, «no afirma que los dioses no tengan un cuerpo. Sostiene que el cuerpo del
«Para abrir la fosa que separa el dios del hombre, Jenófanes -afirma Vernant-
es, con un puro Espíritu. Le basta con acusar el contraste entre lo constante y lo
plural y dinámico, cruzado por la vitalidad, las emociones, los impulsos, los diferentes
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tipos de saberes, como un campo de fuerzas, donde se imbrican lo físico y lo
psíquico; este código corporal permite las relaciones del hombre homérico consigo
mismo y con los demás, a través de sus apariencias corporales, que son su propio
solapamientos entre los humanos y los seres divino, como también los contrates, las
grandes rasgos, de descifrar todos los signos que marcan al cuerpo humano con el
corporal, un sobrecuerpo -el de los dioses-. Se examinarán entonces las paradojas del
cuerpo sublimado, del sobrecuerpo divino. Apurando hasta sus últimas consecuencias
todas las cualidades y valores corporales que se presentan en el hombre bajo una
epifánicas en el mundo terreno, su presencia entre los mortales sitúa en un más allá
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En cuanto perteneciente a la physis el hombre, como todo lo que vive sobre la
muerte. Es una figura pasajera, efímera, que vive día a día, y que puede cesar en
después de su belleza y perfección, sino cuyas energías vitales, las de las fuerzas
tiempo muy corto, se queman al desplegarse. El cuerpo humano está sujeto al sueño,
«Así pues, para los griegos arcaicos la desgracia de los hombres no provienen
del hecho de que el alma, divina e inmortal, se encuentre dentro de ellos aprisionada
una vida imperecedera, por cuanto exenta de todo germen de corrupción, aislada de lo
que podría, desde dentro y desde fuera, oscurecerla, marchitarla y aniquilarla.» (p.
25).
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Los dioses, por contra, son los inmortales, los imperecederos, designación
negativa que desvela que a los griegos no les queda más remedio que partir del
Así los dioses tienen sangre, pues están vivos, pero es una negación de la
sangre humana, puesto que es una sangre inmortal, incorruptible. Asimismo los dioses
inmortalidad, una comida que no es comida, como una sangre que no es sangre.
Todas las cualidades, tanto físicas como psíquicas, corporales en todo caso, son en el
hombre una imitación defectuosa, por momentos cuasi divina, siempre teniendo como
referencia el cuerpo de los dioses como el grado de perfección más alto, el punto de
quien lo muestra, las virtudes personales o sociales se dejan traslucir a través del
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fuerzas que lo atraviesan, que entran y salen de él, normalmente viniedo de los
dioses, como un campo de acción controlado por éstos. De igual forma, se piensan
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todos los objetos, de los humanos o los dioses, que van como aditamentos del
corporal, como una extensión natural de su cuerpo. La identidad corporal y lo que ella
feo, a un cuerpo bello, luminoso, limpio, por el efecto de un dios; no importa tanto la
determinados valores.
Pero hasta los héroes acaban por perder su vigor, sus energías vitales, y
acaban muriendo. ¿Qué queda del héroe? El recuerdo funerario, sêma o mnêma, que
también la tradición oral, la palabra poética sobre sus hazañas. Sólo en el terreno de
sobrecuerpo, mucho más grande y mucho más fuerte que el de los humanos, aunque
en lo esencial sea semejante a éste. Otra cosa es cómo se presentan ante los
humanos:
«Así pues, los dioses tienen un cuerpo que, a voluntad, pueden volver (o
dejar) totalmente invisible a los ojos de los mortales sin que por ello deje de ser un
cuerpo. La visibilidad que definía la naturaleza del cuerpo humano en tanto que
presenta necesariamente una forma (eî dos), una encarnación coloreada (chroié), una
apariencia exterior de piel (chrós), toma para los dioses un sentido completamente
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diferente: la divinidad, para manifestar su presencia, escoge hacerse visible no tanto
en el marco de una epifanía, el cuerpo del dios puede aparecer perfectamente visible
Hacerse pasar de incógnito es difícil para los dioses, aún tomando forma
humana, pues siempre se les reconoce, por su pesadez que deja huella, o, por contra,
por su ser aéreo, etéreo, impalpable y ligero, que los delata. También hay que añadir
la niebla o la oscuridad que los dioses ponen ante los mortales, no sólo para ocultarse
sino porque el cuerpo de los dioses brilla con un resplandor tan intenso que ningún
ojo humano puede soportarlo, es una claridad cegadora, demasiado fuerte. El cuerpo
de los dioses no puede mostrarse como es, directamente, a los humanos, tiene que
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El cuerpo de los dioses no reviste una única forma, puede tomar múltiples
así como los dioses están simultáneamente en varios sitios a la vez, y no en un sólo
lugar como los humanos. Aunque los dioses tienen su campo específico de acción, no
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rápido que el espacio deja de tener sentido para ellos, lo mismo que están al margen
del tiempo, en cuanto que no están sujetos a sus ritmos, a sus ciclos, a sus cambios.
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¿Qué tiene que ver, pues, el cuerpo de los dioses con el cuerpo de los seres
«... porque los griegos de la época arcaica, para pensar un ser, sea cual fuere,
no tienen otro medio que expresarlo en el marco del vocabulario corporal, y ello a
Es necesario que los dioses tengan un cuerpo en cuanto que está comunidad
identidad: los dioses tienen una organización divina, con grados, funciones, poderes,
cuerpo:
aspecto exterior, su fisonomía, sus ropajes, sus enseñasas, de cualquier otro de sus
semejantes. Los dioses, como los hombres, tienen un nombre propio: como ellos,
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cuales están asociadas.» (p. 40).
Mundo politeísta, múltiple, dividido, criticado por sectas marginales, por los
Pero los dioses de Hesíodo, dotados de existencia particular como los hombres,
alcanza nunca. Si basculase hacia ese lado para convertirse él mismo en ausencia de
cuerpo aparente de los humanos y la brillante luz con que resplandece, invisible, el
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LA VIDA COTIDIANA DE
G. SISSA - M. DETIENNE
siempre. Lo cual no impide que Ares vea de cerca la muerte ni que conozcamos una
tumba de Zeus. Sus cuerpos son vulnerables a las heridas, sufren con ellas.
« [...] los dioses no tienen sangre, sino otro humor, el ichór. Y ello es debido
a una alimentación sin cereales ni vino. Cierto día el belicoso Diomedes hirió a
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Afrodita:
De la muñeca de la diosa brotó la sangre divina (ámbroton hâima), o mejor dicho el ichór, que tal es lo que tienen los bienaventurados
dioses, pues no comen pan ni beben vino de oscuro fuego, y por esto carecen de sangre (anáimones) y son llamados inmortales. [Il., canto
V, v. 339-342]
importante cuanto que una práctica cultural -el régimen alimenticio- es considerada
atributó éste del hombre en el cual fluye a raudales. Ser un dios supone pertenecer a
una sociedad en la que se come de una manera determinada -o, mejor dicho, no se
come- y por consiguiente poseer una naturaleza conforme a los hábitos alimenticios
que se han seguido. Aun hallándose en las antípodas del hombre, un dios es lo que
mortales y los inmortales. Los miembros son iguales, los tejidos idénticos; las partes
(p. 55), su piel es similar a la humana, se ensucia, se lava, tiene impurezas, y puede
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mortales parece esfumarse definitivamente, en el que nada nos recuerda que al
parecer unos están mejor dotados que los otros para la existencia. Son los humores y
las partes del cuerpo -corazón (thymós y kêr), diafragma (phrén), pecho (stêtos)- la
causa y el origen de los impulsos afectivos. Ahí se registran las pasiones: cólera,
piedad, odio, amistad. Tal vez el régimen alimenticio prive a los dioses de sangre,
pero, por otra parte, todo su comportamiento social se basa en una "biología de las
pasiones", cuya huella en el cual debían de reconocer con facilidad los griegos como
suya propia.
unos dioses víctimas del rencor (mênis) o del arrebato (ménos), enfuerecidos
"corazón", thymós, intelecto, noûs, los olímpicos tienen subjetividad y dependen del
Los dioses tienen necesidad de dormir (p. 72); el Sol, la Noche, el Sueño son
sus funciones y rango (p. 75); los dioses son heridos, y sufren, tienen dolor, y acuden
a los cuidados médicos, y la muerte aparece como si fuera un peligro real (p. 85; ej.
en 86); los dioses no rechazan la carne animal siempre que les sea servida en forma
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de olor, son carnívoros (p. 112).
«Ambrosía y néctar son los alimentos apropiados para criar a un dios recién
más bien el retorno del Hades de aquello que sobrevive de la identidad de un mortal,
su doble desprovisto de corporeidad, el éidolon. Ambrosía y néctar son pues una cura
el brillo y la energía cuando se aplican con regularidad. Como hemos visto, Hera se
unta con ambrosía para un encuentro erótico. Pero ambrosía y néctar son, ante todo,
Los dioses también tienen humores: deseos, dolor, alegría, cólera, o lo que es
«Esos dioses son más "cosas mentales" que estatuas o imágenes trasportadas
en los cofres del navío. Dioses que están en la cabeza, representaciones mentales de
establece el espacio humano, el centro, el límite, los confines y los recorridos a partir
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implantar decenas de comunidades en lo que un día se llamará la Magna Grecia, los
fundadores en sentido técnico (llamados oikistés "quien hace habitar" y más tarde
ktí stes "quien rotura y conduce") empiezan, pues, a modelar a unos dioses a la
la ed. francesa de W.F. Otto, Les dieux de la Grèce. La figure du divin au miroir de
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