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En este ensayo pretendo dar mi opinión como profesional en formación de trabajo social pero
también como mujer que ha sido víctima de múltiples violencias a lo largo de la vida, frente a
la posibilidad de colectivización del cuerpo que ha sido transformado por esta violencia,
mostrando el cuerpo individual de la mujer víctima de abuso sexual y su capacidad de
convertirse en un cuerpo social, rompiendo con la noción moderna de cuerpo como objeto y
por el contrario reconociendo aquellos signos que alteraron la vida cotidiana y se convirtieron
en duelos compartidos con fin último de construir de una nueva historia para la mujer actual.
Para iniciar es importante tener en cuenta la representación actual del cuerpo moderno
occidental, el cual es tratado bajo la noción de objeto individualizado y no busca tener
relación con otros cuerpos ni con la naturaleza y por el contrario se ve como una máquina que
tiene como función ser una herramienta más de producción y fortalecimiento del sistema
capitalista, se pierde la idea del cuerpo como sagrado y se comienza a comprender este como
una sinécdoque de la modernidad la cual busca romper con las estructuras simbólicas,
destruyendo la tradición y destruyendo toda forma de construcción de cuerpos colectivos.
El cuerpo colectivo lo podemos entender desde la visión de David le-breton como un signo
de los antepasados, un puñado de códigos elaborados culturalmente y la participación del
cuerpo en el mundo y del mundo en el cuerpo, donde la dimensión colectiva que tiene nuestro
cuerpo no es sólo biológica, sino lleva consigo referentes socio-culturales que también hacen
al cuerpo. El cuerpo colectivo es entonces el resultado de un ritual, de un reconocimiento de
los antepasados, las afectaciones que han tenido y las transformaciones que de igual manera
han generado.
Cuando miramos la historia universal y el papel de la mujer es más que claro que la
subalternidad se ha transversalizado de tal forma que se ha convertido la violencia contra ella
en algo natural, algo tradicionalmente aceptado y algo con lo que las mujeres, por el simple
hecho de ser mujeres, tienen que convivir o sobrevivir. Visto esto desde la noción del devenir
de Hegel y Marx se puede comprender desde dos visión la historia universal, en primer lugar
desde la perspectiva hegeliana la historia ha llegado a su fin desde la consolidación de los
procesos de estado - nación y el proceso modernizador donde a partir de esto ya no se busca
cambiar la idea de la historia sino perfeccionarla mediante la superación de “errores”
conservando la racionalidad del estado y en segundo lugar se encuentra la idea marxista de la
historia la cual se ve como el nacimiento de lo nuevo y la desaparición de lo viejo mediante la
lucha de los contrarios, la concepción dinámica de la realidad y la historia como producto
material de la conciencia histórica.
En relación con lo anterior, la violencia sexual contra la mujer se puede decir que ha sido
transhistórica, mediante múltiples dominaciones de poder que han recaído en ella; es por ello
que cuando se habla de la construcción de una nueva historia para la mujer actual, se habla
precisamente de la conexión que se puede hacer entre Marx y Hegel, donde se busca a partir
de las afectaciones ocasionadas por la violencia sexual la superación mediante diversas
acciones, legales, simbólicas y colectivas que conserven el signo, la rasgadura colectiva que
generó dicha violencia, pero también se construyan y se transformen en una concepción
dinámica de la realidad convirtiéndose en una constante lucha contra aquellos que sigan
sumergidos en la noción de superioridad y por ende pretendan atentar contra el cuerpo social
de la mujer.