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Creciendo

Como ser un discípulo que hace discípulos

Transcrito y adaptado por: Danny Carmona


CRECIENDO (IV PARTE)
Sirviendo a Cristo

21 La Guerra Espiritual

22
VERSÍCULO PARA MEMORIZAR: Efesios 6:14-18
ESTUDIO BÍBLICO: Efesios 6:10-20
LECTURA: Nuestra lucha no es contra sangre y carne

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Enseñanza principal
¿Qué oposición va a encontrar un discípulo de Jesús, y con qué recursos cuenta para combatir
esa oposición? Los discípulos de Jesús tienen un enemigo, Satanás, que luchará para impedir

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que nuestra confianza en la suficiencia de Jesús crezca. Los discípulos deben armarse para la
lucha espiritual contra las artimañas del diablo colocándose la armadura de Dios.

Estudio del versículo para memorizar:


Los cristianos debemos ponernos la armadura de la fe cuando vamos a la lucha contra las
fuerzas enemigas.

1. Veamos el contexto: Lee Efesios 6:14-18, y haz una lista de cada parte de la armadura y
su valor como arma ofensiva o defensiva.

2. Los versículos para memorizar son Efesios 6:14-18. Cópialos en este espacio.

3. ¿Cómo nos ponemos toda la armadura de Dios?

4. ¿Qué parte de la armadura te falta?

5. ¿Qué te han enseñado estos versículos esta semana?


Estudio Bíblico Inductivo

1. Lee Efesios 6:10-20. Según este texto, ¿qué tenemos que hacer? ¿Por qué?

2. ¿Cuáles son las estrategias del diablo? ¿A cuáles de ellas eres más susceptible?

3. Efesios 6:12 describe una lucha que va más allá de la esfera humana. ¿Cómo describirías
esa lucha con tus propias palabras?

4. ¿Cuál es tu reacción ante la descripción que Pablo hace de una lucha contra “principados,
potestades, poderes de este mundo de tinieblas y huestes espirituales de maldad en las
regiones celestiales”? (¿Eres escéptico en cuanto a la realidad de la personificación del mal?
Explica tu respuesta).

5. ¿Cuál es el objetivo de estas fuerzas del mal?

6. ¿Cuál es tu actitud ante el poder del mal?

7. ¿Qué lugar tiene la oración en esta lucha?

8. ¿Qué implicaciones tiene para ti la enseñanza de este pasaje?

9. ¿Qué versículo o versículos te han impactado de forma especial? Escribe los versículos
clave con tus propias palabras.

Lectura: Nuestra lucha no es contra carne ni sangre.


¿Qué decir de la cantidad de pastores que han comprometido su fe y ministerio cayendo en
la infidelidad o tentación sexual? ¿Cómo entender la falta de unidad y la disensión que hay
en muchas iglesias y que mancha el nombre de Cristo? ¿Cómo explicar la rápida
desintegración del matrimonio, como demuestra el aumento de los divorcios, que en la
década de los 50 afectó a un 11 ciento por de las parejas casadas, y que hoy está afectando a
más del 50 por cien? ¿Cómo justificamos la conducta autodestructiva que demostramos
cuando violamos nuestras propias creencias sobre lo que es correcto, decente y virtuoso?

Las Escrituras dicen que tenemos un enemigo invisible que nos vencerá si no lo tomamos en
serio. “Porque nuestra lucha no es contra carne y sangre, sino contra principados, contra
potestades, contra los poderes de este mundo de tinieblas, contra las huestes espirituales de
maldad en las regiones celestes” (Efesios 6:12). Si buscamos soluciones humanas a
problemas cuyo origen es el mal sobrenatural, fracasaremos, porque no habremos calculado
correctamente la fuerza de nuestro enemigo. La educación y los grupos de apoyo nos podrán
ayudar hasta cierto punto, pero no dejarán de ser soluciones humanas para problemas
espirituales.

Tenemos un enemigo
Pablo dice con toda claridad que detrás de la cara humana del pecado, del sufrimiento y de
la maldad, hay un conjunto de fuerzas espirituales invisibles. Dice también que en este mundo
de tinieblas hay “poderes”. Al describir a estos poderes como malignos, Pablo está diciendo
que son destructivos, sin escrúpulos, malévolos. Pedro escribió: “Vuestro adversario, el
diablo, anda al acecho como león rugiente, buscando a quién devorar” (1ª Pedro 5:8).

“Aunque Pablo entendió la realidad de la personificación del diablo, nosotros muchas


veces no somos conscientes de ello”

Tres errores:
1. “Uno consiste en no creer en su existencia” (Escepticismo): En cuanto al primer error,
nosotros no creemos en el diablo porque en nuestra era la idea de un ser sobrenatural que es
el enemigo de Dios se ve como producto de los tiempos primitivos. Ahora que hemos
avanzado, tenemos una explicación causa-efecto para casi todo. Una noción como la del
diablo es del todo ingenua.

2. “Creer en los diablos y sentir por ellos un interés excesivo y malsano” (Actitud
exagerada): Algunos cristianos creen ver demonios por todas partes. Si alguien es adicto al
tabaco o al sexo es que el demonio del tabaco o del sexo ha entrado dentro de él, y hay que
sacárselo. Esta actitud exagerada puede ser una forma de no aceptar la responsabilidad que
uno tiene por su propio pecado. Es muy fácil decir: “El demonio me ha obligado a hacerlo”.

3. “Creemos en la personificación del diablo, pero podemos vivir sin que esa creencia tenga
ningún efecto en nosotros”: Cuando nos llega una enfermedad o una depresión, nuestra forma
de enfrentarnos a ellas queda limitada a los servicios médicos o psicológicos. Aunque
decimos que el maligno existe, pensamos con la mentalidad científica de nuestros días que
dice que todos los problemas tienen una causa natural y que, por tanto, la única solución
posible es una solución natural. La verdad en este aspecto es  La transformación y el
cambio en nuestras vidas, la victoria sobre el pecado y sobre la influencia que el maligno
ejercía sobre nosotros, es solo gracias a la actuación del Espíritu Santo que se enfrenta y
saca a los poderes del mal y del pecado.

“Es fácil dejarse seducir por la idea de que podemos producir fruto por nuestro propio
esfuerzo, cuando de hecho hemos sido llamados a entrar en el reino de una guerra
espiritual que no se lidia con armas humanas”

Tenemos un enemigo, y ese enemigo nos está atacando. Dice Pablo que “nuestra lucha no es
contra sangre y carne”. La palabra “lucha” tiene su origen en el mundo de las competiciones
atléticas o lo que es lo mismo, los combates cuerpo a cuerpo. Pablo está queriendo decir que
la batalla ahora es “cercana y personal”. Del mismo modo en que un luchador tiene que
conocer los movimientos de su contrario para saber cómo defenderse, también nosotros
tenemos que conocer los movimientos de aquel que nos quiere destruir. Tenemos que
ponernos toda la armadura de Dios para poder mantenernos firmes ante las artimañas del
diablo.

El diablo usa básicamente cuatro estrategias para destruir a las personas, a la Iglesia, y al
mundo. No debemos pensar que el diablo solo lucha a nivel personal.

1. La tentación
Cuando Jesús inició su ministerio público, la primera acción del Espíritu Santo fue llevarle
al desierto “para ser tentado” (Mateo 4:1). La estrategia principal del maligno es ser una
serpiente seductora cuyo método es sembrar semillas de desconfianza y de dudas sobre Dios,
dudas sobre si Él ciertamente quiere nuestro bien. El diablo siempre empieza de forma muy
sutil. Si nos retrocedemos al jardín del Edén, Satanás se le aparece a Eva en forma de una
serpiente. Dios ha prometido a la pareja original vida abundante, y la única restricción es que
no coman del árbol del conocimiento del bien y del mal. ¿Qué es lo que la serpiente hace?
Lanza una pregunta maquinada para sembrar dudas sobre la bondad de Dios: “Con que Dios
os ha dicho: ‘No comeréis de ningún árbol del huerto’?” (Génesis 3:1).
La tentación consiste en hacernos dudar de que el plan de Dios para nuestras vidas vaya a ser
el más satisfactorio. Aunque Santiago nos dice que la tentación se origina dentro de nosotros
(Santiago 1:13-15), Satanás está presente en ese proceso alimentando las llamas de esos
deseos o pasiones, creando imágenes en nuestra mente y seduciéndonos para que hagamos
lo contrario a lo que Dios quiere. La tentación promete satisfacción, pero es superficial y
dañina.

2. La acusación
En Apocalipsis 12:10, Satanás recibe el nombre de “el acusador de nuestros hermanos”. Lo
que Satanás quiere es destruir a la Iglesia desde dentro. Su objetivo principal es atacar la
gloria de Dios y darle un golpe definitivo al Hijo de Dios. ¿Qué mejor forma de hacerlo que
sembrando disensión en medio del pueblo de Dios, que está llamado a reflejar la gloria de
Dios? Si Satanás logra conseguir que el pueblo de Dios luche entre sí, la batalla habrá
acabado. Tenemos que tener cuidado con la forma en la que hablamos sobre nuestros líderes
y otros miembros del Cuerpo, pues sin darnos cuenta nos podemos convertir en el arma
diabólica que busca la desunión.

3. El engaño
Satanás se enmascara de ángel de luz. Los creyentes de Éfeso conocían los intentos de
Satanás de transformarse en un poder benévolo. En aquella ciudad las prácticas de magia y
ocultismo eran bien normales. Se dice que en el templo de Artemisa había un zodíaco que
aparentemente podía manipular las fuerzas cósmicas. Cuando mucha gente de la ciudad
empezó a seguir a Cristo, “muchos de los que habían creído continuaban viniendo,
confesando, y declarando las cosas que practicaban. Y muchos de los que practicaban la
magia, juntando sus libros, los quemaban a la vista de todos” (Hechos 19:18-19).

La principal arma de Satanás no es el Ocultismo. Él sabe que es mucho más eficaz si lanza
una nube de tinieblas sobre toda una cultura. Satanás engaña a naciones enteras con
cosmovisiones que imponen una mentalidad dominante. La aceptación del relativismo, por
ejemplo, es una maniobra ingeniosa y malévola de Satanás. Un estudio reciente revela que el
67 por ciento de los estadounidenses cree que la verdad absoluta no existe. Casi nadie busca
una verdad fuera de uno mismo, pues están convencidos de que no la van a encontrar.

4. Ataques directos
Cuando Satanás ve que está perdiendo, entonces ataca directamente. Nuestra sociedad es
abiertamente hostil hacia los cristianos. Los medios de comunicación los presentan como
estrechos de mente e, incluso, como lunáticos. Vivimos en una era de creciente
anticristianismo. Tenemos que recordar que el que está potenciando ese antagonismo no es
otro que el enemigo, cuyo objetivo principal es el Señor Jesucristo. Si no puede llegar a él de
forma directa, lo intentará a través de sus seguidores. Nos enfrentamos a un enemigo fuerte,
pero no nos desanimemos. “Por lo demás, fortaleceos en el Señor y en el poder de su fuerza”
(Efesios 6:10). Aunque el maligno parezca muy poderoso, estamos del lado correcto. La
cabeza de nuestro ejército es Aquel que colgaron en una cruz, donde desenmascaró y juzgó
a Satanás y a sus secuaces. Cuando él creía que había acabado con Jesús, Dios le levantó de
entre los muertos, venciendo al poder de las tinieblas. Y el poder que resucitó a Jesús está
con nosotros. Por eso Pablo oraba por los efesios diciendo: “Mi oración es que los ojos de
vuestro corazón sean iluminados, para que sepáis …cuál [es] la extraordinaria grandeza de
su poder para con nosotros los que creemos, … [poder] el cual obró en Cristo Jesús cuando
le resucitó de entre los muertos” (Efesios 1:18-20).

Estudio de la Lectura
1. ¿Cómo explicas que haya tanto mal? ¿El pecado y satanás tienen que ver?

2. Explica por qué no somos plenamente conscientes de la existencia y el poder de Satanás.

3. El autor identifica cuatro estrategias del diablo. Explica cada una de ellas con tus propias
palabras: a. la tentación. b. la acusación. c. el engaño. d. los ataques directos

4. ¿Cómo podemos armarnos para defendernos de estas artimañas?

5. ¿A qué ataques de Satanás eres más susceptible?

6. ¿En qué áreas crees que la Iglesia es más susceptible a las artimañas de Satanás?

7. ¿Qué estrategias está usando Satanás en nuestra cultura?

8. ¿Qué preguntas tienes sobre la lectura?

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