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Reflexiones del Diario Vivir

El tiempo ha enseñado que no se puede navegar en el barco de la


espera, por tranquila que sean las aguas de las promesas, sin que
tarde o temprano se desate el huracán de la justicia. Que son las
promesas incumplidas las que tocan las fibras mas sensibles de la
juventud y es por eso que el desengaño es la chispa que hace
saltar el polvorín de las ideas.

Es que la juventud, teniendo en sus adentros la fuerza volcánica


de sus años, presiona y clama, porque siente que el hombre
fuerte forja su destino con sus actos, y que el débil tan solo lo
espera, lo que no se aparta de la realidad vivida, que la vida
enseña que, si las ideas alumbran los caminos, le toca al hombre
recorrerlas con su fuerza.

La juventud debe saber también que hay que encarar los actos
trágicos de la vida, si están respaldadas por la justicia, y por
recordar que las lagrimas bañan los ojos tan solo para limpiar de
penas las adversidades y que por alto que sea la cima alcanzada
hay que pensar siempre con el corazón, pues las acciones nobles
se premian con la recompensa de sentirlas.

El hombre cuando se adentra en los años comprende que vivir la


vida no es solo deleitarse en los placeres, sino en la lucha que
brinda la profunda satisfacción de dar, mas aun cuando dar
significa abrir rumbos nuevos, enrielar las conciencias, estilizar
los conceptos, cincelar a golpes de ejemplo lo que la vida debe
ser y no lo es, sembrar conocimientos en los surcos profundos de
las conciencias nuevas, para cosechar fronda, que no solo meza
su ramaje al compas de los vientos de la vida, sino que
comprenda que una bóveda azul de cielo, con su grandeza lo
cobija, y que tiene, por lo tanto que mirar a lo alto, si altura
busca su afán interior. Y que la vida transcurre, no solo siguiendo
la línea brillante de la técnica y la ciencia, sino embebiendo el
corazón en el jugo tierno del sentimiento humano y con los fijos
en el blanco inmaculado del honor.

No supe de mi habilidad hasta cuando tuve mis primeras canas,


pero ello es justamente una prueba de que el aprendizaje
termina solo cuando el ansia de vivir muere y que todo lo que el
hombre pierde con los años, lo ganan las ideas con el tiempo.

Además el hombre hilvana sus horas para tejer su destino, y con


el canto de ensueño se levanta, muchas veces, solo en búsqueda
de una vida mejor podríamos concluir señalando que en la vida
practica no cuenta tanta la abundancia de las actuaciones sino la
escasez de los errores.

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