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(1730-1788)
[Nota: texto escaneado a partir de VV.AA. ¿Qué es ilustración? Tecnos, Madrid, 19994,
pp. 31-36.]
1
Clarissime Domine Politice se refiere a un destacado estadista. Ch. J. Kraus era profesor de «teoría del
Estado». Probablemente, ese tratamiento hay que entenderlo irónicamente.
2
Se refiere al número de diciembre de la Berlinische Monatsschrift, en el que apareció en la primera
página el artículo de Kant «¿Qué es Ilustración?». Hamann hace un uso irónico de esta revista, jugando
con las palabras Christmonath y Monatsschrift, que literalmente significa en el «mes de Cristo» o, mejor,
el «mes del nacimiento de Cristo».
3
Hamann utiliza la ambigüedad de la expresión inglesa «Cant-Style» para referirse irónicamente al
nombre Kant, de su filosofía y de su lenguaje.
4
Asmus, del latín asinus, en castellano «asno».
5
Cita irónica de Horacio, Epístola I, 6, 1. El original latino es «Nil admirari».
6
F. Hutchinson (1694-1747), profesor en Glasgow y fundador de la filosofía estética moral.
7
Expresión que se utiliza para designar los escritos lógicos de Aristóteles como instrumentos del
conocimiento de la verdad.
8
Alusión a que Mendelssohn, judío, y Kant, cristiano, contestasen ambos a la cuestión de qué es la
Ilustración.
9
Protón Pseudos, La primera mentira.
Como el mismo Platón reconoce, la incapacidad no es realmente una culpa; sólo
sería culpable por la voluntad y la falta de decisión y de valor, o como consecuencia de
culpas anteriores.
[33] Sin embargo, ¿quién es el otro indeterminado que aparece dos veces
anónimamente?10. Vea aquí, Domine Politice! Cuánto les cuesta a los metafísicos
definirse de modo adecuado y cómo se andan con rodeos como los gatos; ahora bien, y
no veo la Ilustración de nuestro siglo con ojos de gato, sino con los ojos puros y sanos
del hombre que, por supuesto, a través de los años, tanteos y elucubraciones, no ven
muy bien, aunque los prefiero diez veces más que los ojos ilustrados en el claro de luna
de una Aqhnh glaukwpij11.
Por todo ello, me pregunto por segunda vez con simpleza catequista: ¿quién es el
otro acerca del cual profetiza el quiliasta cosmopolita? ¿Quién es el otro, holgazán o
guía, que el autor tiene en la cabeza, pero que no tiene el coraje de nombrar? Respuesta:
el desgraciado tutor, que ha de ser comprendido implícitamente como el correlato de los
menores de edad. Este es el hombre de la muerte 12. La tutela culpable y no la minoría de
edad.
¿Por qué el quiliasta procede tan limpiamente con el joven Absalón 13? Porque él
mismo forma parte de la clase de los tutores, y con ello se quiere dar una reputación
frente al lector menor de edad. Así pues, la minoría de edad no es realmente culpable
cuando se confía a la dirección de un tutor y jefe ciego o invisible (como objetó aquel
catecúmeno pomeranio a su párroco rural). Este es el verdadero hombre de la muerte.
Ahora bien, ¿en qué consiste, pues, la incapacidad o la culpa del acusado falsamente
como menor de edad?, ¿en su propia pereza y cobardía? No, en la ceguera de su tutor,
que pretende estar viendo y, precisamente, por esto tiene que responsabilizarse de toda
la culpa.
¿Con qué conciencia puede reprochar un charlatán o [34] especulador14, apoltronado
detrás de la estufa y con el gorro de dormir hasta los ojos, la cobardía del menor de
edad, si su ciego tutor tiene como fiador de su infalibilidad y ortodoxia un ejército
incontable y bien disciplinado? ¿Cómo se puede burlar uno de la pereza de tales
menores de edad, si su instruido y reflexivo tutor los declara como los eximios
mentecatos de toda la obra, no les considera ni tan siquiera máquinas, sino meramente
sombras de grandeza? Ante tales menores, él no ha de tener ningún temor, puesto que
ellos son los espíritus a su servicio y los únicos en cuya existencia él cree.
De ahí resulta una y la misma cosa: cree, exorciza y paga, si no quieres que el diablo
te lleve. ¿No es esto una Sottise des trois parts (estupidez de tres partes)? ¿Y cuál de
ellas es la más grande y grave? ¿Un ejército de curas o esbirros, siervos y explotadores?
Según el extraño e inesperado transcurrir de las cosas humanas, de acuerdo con el cual
todo lo considerado con amplitud es paradójico, se me hace mucho más difícil creer y
ajustar las cuentas a los menores de edad, donec reddant novissimum quadrantem15, que
remover montañas, hacer evoluciones y ejercicios.
Así pues, la Ilustración de nuestro siglo es únicamente una aurora boreal, que no se
puede profetizar apoltronado detrás de la estufa y con el gorro de dormir hasta los ojos.
Todo parloteo y especulación de los eximios menores de edad, que se erigen en tutores
de los que se convierten a sí mismos en tutores menores de edad pero provistos de
cuchillos de caza y puñales, proyecta un rayo de luna frío e infructuoso, sin Ilustración
10
Hamann se refiere a las tres primeras frases del texto de Kant sobre «¿Qué es la Ilustración?».
11
Nombre de diosa griega: Athene Glaukopis.
12
Alusión clara al Salmo 12, 5.
13
El tercer hijo de David, que se rebeló contra su padre.
14
Una vez más Hamann se refiere a la opinión de Kant en el texto «¿Qué es Ilustración?»; cfr. supra.
15
«Hasta que hayan pagado el último céntimo.»
para el perezoso entendimiento y sin calor para la voluntad temerosa. La totalidad de la
respuesta a la pregunta planteada es una ciega iluminación para todo menor de edad,
que cambia bajo el sol del mediodía.
Escrito la santa noche del cuarto y último domingo de [35] Adviento de 1784, a las
últimas horas del día (entre chien et lou).
Por el unido y liberado, en su externa e interna libertad, del Clarissimi Domini
Politici, Morczinimastix16 reconocido de poetas y estadistas.
Magus in Telonio17
Postdata
16
Formación análoga a «Homeromastix».
17
Magus in Telonio o el «vidente de la aduana». Hamann se hacía llamar a sí mismo como aquel que ha
visto la estrella de Belén y la ha seguido.
18
K. F. Flögel (1729-1788), autor de una Historia de la literatura extraña.
19
Frente a la autoculpable minoría de edad del sexo femenino, a la que parece referirse Kant, Hamann
toma partido aquí irónicamente en favor de sus tres hijas.
20
Aquí Hamann parafrasea la frase de Corregio ante un cuadro de Rafael, a saber, «yo también soy
pintor».