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CUÁNDO YO SEA GRANDE QUIERO SER.

Es hora de dormir, ya son las nueve de la noche. Siempre a esta hora tengo que estar
acostada en mi cama. Todas las noches mi mamá o a mi papá
me leen un cuento. Hoy le toco a mi papá. Mi papá se sienta
en una esquina de la cama, primero me da un beso, me dice
“buenas noches amor” y comienza a contarme sus mejores
cuentos. ¿Y saben porque él me dice buenas noches antes de
comenzar su cuento? Porque antes de que él termine su
cuento ya yo me he dormido. ¿Qué cuento me ira a leer mi
papá esta noche? Quiero que comience ya, no puedo dormir
sin mi cuento nocturno.
Eran cinco hermanos, de cinco a diez años. Un día el papá y la mamá se sentaron para hablar
con sus hijos. Estaban ya preocupados por su futuro. La pregunta que sus padres le hicieron
fue esta: “Díganme mis hijos, ¿Qué piensan ser cuando sean grandes?” El mayor dijo, “cuando
yo sea grande quiero ser poeta, quiero escribir sobre la luna, las flores y los planetas. Quiero
hacerle un poema al sol, para que nos dé más brillo. Y que no queme mis plantas ni a mis
animalitos. Quiero hacerte un poema mamá, el tuyo será el más bonito.” “Gracias hijo – dijo la
mamá – espero puedas triunfar y que tu sueño se haga realidad.” “¿Y tú que quieres ser?” le
pregunto el papá al segundo hijo. “Yo quiero ser bombero, quiero apagar el fuego, es malo.
Hace mucho daño, quita las vidas. Yo evitare que eso pase,
trabajare noche y día. Antes de que el fuego empiece yo estaré en
alerta, así podré usar mi manguera, saldrá mucha agua, correrá
como cascada, parecerá río, se desbordara por todo el camino y
apagara el incendio. Con tanta agua no habrá fuego que pueda
conmigo.” “Muy bien hijo mío –dijo el padre – pero ten en cuenta tu
vida, debes cuidarte mucho y tienes que pensar que pasaría si hay
una sequía.” La madre le pregunto al tercero, “¿y tú que piensas
ser hijo mío?” “Cuando yo sea grande quiero ser maestro, quiero
que todos los niños aprendan conmigo. Les enseñare a contar, les
leeré cuentos, aprenderán a escribir. Estarán tan educados y me lo
agradecerán a mí.” “Eso está muy bien –dijo la madre - pero tienes que
educarte tu primero para poder educar a los demás. Dios te ayude y que
seas el mejor de los maestros.” Llego el turno del cuarto hijo, y antes del
que el papá le hiciera la pregunta, dijo, “Cuando yo sea grande quiero ser
médico. Así papá cuando te enfermes yo te voy a sanar. Todos mis amigos
vendrán a mi hospital. Curare a todos los pobres, no me tendrán que pagar.
Pero a todos los ricos les cobrare, tendré un hospital tan grande que se
llenara con más de cien pacientes.” “Una carrera muy bonita hijo – dijo el
papá – tienes que estudiar mucho, te tendrás que sacrificar. Pero si pones
empeño, seguro lo lograras. Estaremos muy orgullosos de ti.”
El más pequeño esperaba su turno. Eran niños muy bien educados y respetaban mucho a sus
padres. Solo hablaban cuando se les preguntaba algo. Por eso cuando su mamá le pregunto, sin
pensarlo mucho, el pequeño respondió: “Cuando yo sea grande no quiero ser nadie, no quiero
irme de aquí. Quiero seguir siendo el bebé, estar junto a mi papá y mi mamá. Yo no quiero
crecer, quiero quedarme como estoy. Los niños no
trabajan, no viven solos, los niños son de mamá y papá. Si
crezco ya mamá no me cuidara. Quiero quedarme aquí en mi
casa siempre con mi mamá y mi papá.” “Pero hijo mío – dijo
la mamá – siempre te vamos a querer. Pero algún día nos
dejaras. Cuando te cases, otra familia tendrás.” “¡No, -dijo
el niño llorando – mi cariño es de ustedes, nadie se los
quitara. Yo no me quiero ir de aquí, yo no quiero estudiar!
Quiero estar contigo mamá y contigo papá, para siempre.”
El niño se abrazó a sus padres y comenzó a llorar amargamente. Sus padres le dieron muchos
besos y su papá le dijo: “No llores mi amor, no tienes que decir nada ahora. Tienes mucho
tiempo para pensar, pero quiero que sepas esto hijo, un hijo siempre es un hijo, aunque tenga
ochenta años, y siempre estarás en la falda de mamá. No importa hacia donde vayas, por más
lejos que estés, siempre mamá y papá te llevaran en su corazón.” Mamá dijo, “Mi amor, una
madre nunca olvida a aquel que salió muy dentro de su ser. Cuando seas más grande lo
entenderás mejor. Anda mi amor, vámonos a dormir, no llores corazón.” Paso el tiempo y el
niño creció. Un día sin sus padres preguntarle, dijo, “¡Mamá, papá, vengan! Ya decidí lo que
quiero ser cuando sea más grande.” “¡Si hijo! –dijeron sus padres – dinos, ¿Qué quieres ser
cuando seas más grande?” El niño le dijo, “Yo quiero ser el presidente de los Estados Unidos.
Tendré mucha gente que trabajara conmigo. Viviré en una casa
blanca y ustedes se vendrán a vivir conmigo. Y no podrán decir que
no, tendrán que obedecerme, porque no se puede discutir con el
presidente, eso sería una ofensa para los Estados Unidos.” Todos
rieron y estaban muy felices.
El papá le dijo: “Tendrás que estudiar mucho hijo, ser buen
patriota, y no te olvides que debes ser muy bueno con la gente
para que voten por ti. Nada de escándalos, ya tu mamá y yo
estaremos viejitos, queremos vivir en paz. No es fácil ser
presidente, pero veremos a ver que pasara.” El niño estaba
contento, ya por fin sabía lo que quería ser. Pero no estaba seguro
si había escogido la mejor profesión. Su madre le dijo, “Cuando yo tenía tu edad quería ser
maestra, mira termine siendo enfermera.” El padre le dijo, “cuando yo tenía tu edad quería
ser ingeniero, y mira termine siendo abogado.” Entonces el niño ahora más seguro de lo iba a
decir, “Pues papá, si no llego a ser presidente, terminare siendo alcalde”. Cuando el papá
termino de hacer el cuento, su niña estaba medio dormida, le dio un cálido beso y dijo, “¿Cuál
será tu porvenir hija mía? Se levantó despacio para irse y no despertarla. Cuando estaba
cerca de la puerta, oyó la voz de su hija, que medio dormida decía: “papá cuando yo sea
grande quiero seguir siendo tu hija. Que no dejes de quererme nunca. Y cuando tú seas
viejito yo te contare cuentos a ti.”

Fin.

Autora: Carmen Lydia Rosa.


Ema tenía ocho años. Era una niña increíble, muy amable, paciente, juguetona y tierna. Un día
su maestra le había dejado de tarea: exponer que les gustaría ser de grandes y porque.

Ella pensó que sería tan fácil como jugar a las muñecas, pero no fue así. Empezó por pensar que le gustaría
ser cantante y cuando empezó a cantar ella misma se asustó, así que quiso cambiar de opinión.

Pensó en ser vendedora de dulces, salió de su casa y empezó a vender dulces; y no le agradó porque era
muy cansado y hacía mucho calor.

Ya se había cansado de pensar y pensar, así que se fue a dormir y soñó que era doctora. Cuando despertó
sabía que le gustaría ser doctora.
De inmediato fue a jugar con su mamá a que era doctora y le encantó. Al día siguiente le dijo a su maestra que
le gustaría ser doctora porque le gustaba curar a las personas.

La mamá de Ema le contaba que si estudiaba siempre iba a tener premio, abrazos y muchas cosas más. Ema
estudió, estudió y estudió para ser una increíble doctora.

Cuando cumplió los treinta y ocho años fue doctora. Fue muy buena chica cada día, se esforzaba mucho en
los estudios, ganó las felicidades de muchas personas, recibió abrazos y besos de sus papás; ellos estaban
muy orgullosos de su hija.

FIN

Short story in English

* Recuerda que leyendo aprendes muchas cosas, te lleva a mundos distintos, tu imaginación vuela a distintas
partes. Y tu. ¿Qué quieres ser de mayor?*

Moraleja: Cuando seas mayor puedes hacer muchas cosas, todo lo que te propongas. Solo tienes que
esforzarte mucho y tener confianza en ti mismo.

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